Anticristo

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El anticristo por Luca Signorelli en la Catedral de Orvieto (1499-1504).

En la teología y escatología cristianas, la palabra Anticristo (del griego αντὶ- antì-, 'sustituto', 'opuesto' y χριστός, khristós, 'ungido', 'mesías', literalmente "aquel que sustituye o se opone al Mesías") se refiere a una figura que representa al antagonista de Cristo. El uso de este vocablo aparece cinco veces en la Biblia tanto en forma singular como en plural, todas ellas en dos de las cartas del apóstol Juan, donde por un lado hace referencia a la manifestación, prevista para el fin de los tiempos, y, por otro, a la anticipación de esta manifestación en la acción de apóstatas que reniegan del cristianismo.

Biblia

Solamente en la primera y segunda epístolas de Juan, en el Nuevo Testamento, se utiliza la palabra griega «Anticristo». Las citas son cuatro:

Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría un Anticristo; en realidad ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora.
—1 Juan 2, 18.
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.
—1 Juan 2:22.
Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron decir que vendría y ya está en el mundo.
—1 Juan 4:3.
Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo!
—2 Juan 1:7.

En el primer versículo, el Anticristo es presentado como un grupo de personas ajenas a la comunidad cristiana, que niegan que Jesús es el Cristo, pero tienen la capacidad de inspirar en muchos el rechazo a Jesús. Únicamente aquí habla de «los anticristos», en plural y sugiere que incluso en los tiempos de los primeros cristianos, había personas y movimientos que se oponían al cristianismo, por lo que consideraban que los "últimos tiempos" ya habían llegado.

El segundo versículo califica como "Anticristo" a todo aquel que niega que Jesús es el Cristo y que niega al Padre y al Hijo.

En el tercer versículo, el Anticristo es presentado como un individuo, grupo o entidad que inspira a todos los que niegan a Cristo.

En el cuarto versículo, los que rechazan a Jesucristo son colectivamente la singular pareja dual: "el Seductor y el Anticristo" por oposición "al Padre y al Hijo". El camino hacia el rechazo al Dios cristiano comienza en esta descripción por el rechazo a Jesucristo.

Por otra parte, en el evangelio de Mateo, Jesús habla sobre falsos profetas y falsos mesías antes de su regreso, pero no se menciona la palabra 'Anticristo':

Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
—Mateo 24:24.

Aunque la mayoría de las interpretaciones vinculan este versículo con las epístolas de Juan que mencionan al Anticristo, ya que estos "falsos mesías engañarían incluso a los escogidos", aparentemente la naturaleza de este engaño es distinta ya que por un lado, aquí se entiende que estos falsos profetas inducirán a hacer creer que son el Cristo, o bien Jesús mismo en su segunda venida, pero las epístolas de Juan se centran sólo en la negación o rechazo de Jesucristo.

La epístola de 2 Tesalonicenses 2:3-4 describe la llegada de un personaje que se opone a Dios, sentándose en su templo y haciéndose pasar por él:

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
—2 Tesalonicenses 2:3-4

Críticas

Los críticos del cristianismo señalan que, al igual que el concepto del Diablo o Satanás y el Infierno, el concepto teológico del Anticristo ha servido como un mecanismo apologético del cristianismo para disuadir a los fieles de cuestionar o abandonar la fe y así mantener su sumisión, a la vez que para demonizar, deslegitimar y desacreditar a aquellos que critican o se oponen a esta doctrina, lo cual supone una forma ad hoc anticipatoria en la que se invoca a una entidad indemostrable para anticiparse a las reacciones contrarias. Al invocar la existencia de un "Anticristo" como una entidad maligna que inspira la oposición al cristianismo (a Cristo), automáticamente los puntos de vista adversos se asocian con el mal y son dignos de condenación, lo que es también parte de una falsa dicotomía.

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