Anticristianismo

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Símbolo de oposición al cristianismo.

El anticristianismo es la oposición u hostilidad abierta contra el cristianismo o bien contra personas cristianas como grupo religioso generalizado. El anticristianismo puede ser apoyado de forma individual o colectiva y en algunos casos puede ser resultado de una crítica o como queja ante movimientos políticos o sociales corruptos motivados por doctrinas cristianas.

Suele manifestarse también en diversas formas, desde la crítica intelectual y el rechazo abierto hasta prejuicios religiosos, discurso de odio o discriminación individuales, ataques de grupos nucleados con dicho propósito, o incluso violencia policial o estatal.

Al igual que ha ocurrido con el antijudaísmo, a lo largo de la historia y en todo el mundo han existido manifestaciones anticristianas provenientes de todo tipo de sectores sociales y religiosos.

En Occidente, el cristianismo es atacado actualmente, por un lado, desde el marxismo cultural. Esta oposición al cristianismo se basa en posturas antirreligiosas y antitradicionalistas así como en la apología de ideas libertinas (la apología al homosexualismo, por ejemplo) y no realmente en críticas serias.

Las críticas al cristianismo provienen, por otro lado, en buena parte de sectores identitarios, nacionalsocialistas, y neopaganos, así como del Movimiento de la Creatividad. A diferencia del marxismo cultural, esta oposición se basa en cuestiones mucho más profundas como por ejemplo aquellas ligadas al universalismo, al igualitarismo, al nihilismo o a sus raíces judaicas.

Cabe diferenciar entre el anticristianismo y el rechazo a denominaciones concretas del cristianismo, como el anticatolicismo. Este último puede darse entre diferentes denominaciones del cristianismo, dando lugar en ocasiones a violencia sectaria entre cristianos.

Anticristianismo represivo

Esta forma de anticristianismo busca la represión y persecución por motivos religiosos o políticos. Ataca no sólo al cristianismo como religión o ideología sino también a sus seguidores o creyentes, a menudo en formas brutales que históricamente han desembocado en diversas masacres. Estas formas violentas de anticristianismo han surgido principalmente desde las ideologías de izquierda y extrema izquierda como el marxismo-comunismo, el anarquismo, las ideologías progresistas y el marxismo cultural, aunque también se pueden encontrar dentro de colectivos religiosos como musulmanes y judíos.

El marxismo siempre se ha distinguido por ser una ideología antirreligiosa, por lo que no sólo el cristianismo es considerado como enemigo sino también cualquier otra religión tradicional, sea budismo, hinduismo, o alguna religión nativa europea.

Los valores y tradiciones de Occidente, bajo cualquier forma que ellos adopten, son el objetivo real a destruir y no una religión en particular, pues históricamente han sido un obstáculo para los intereses parasitarios.

La mayor parte de estos valores occidentales, aunque absorbidos y detentados en cierta medida por el cristianismo, son en realidad una herencia de la historia europea precristiana. Sin embargo, como ya no existe una presencia políticamente significativa de otras religiones en Occidente, lógicamente la tendencia del marxismo cultural ha sido atacar casi exclusivamente al cristianismo ya que éste representa la religión mayoritaria y un símbolo o reducto de dichos valores y tradiciones.

Persecuciones históricas

Antigua Judea

Los primeros judíos que se convirtieron al cristianismo sufrieron persecución a manos de los líderes religiosos de esa época: los fariseos. Pedro y Juan fueron encarcelados por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías, quien no obstante los liberó más tarde (Hechos 4, 1-21). En otro momento, todos los apóstoles fueron encarcelados por el sumo sacerdote y otros saduceos, pero, según la Biblia, fueron liberados por un ángel (Hechos 5:17-18). Los apóstoles, tras haber escapado, fueron llevados nuevamente ante el Sanedrín, pero esta vez Gamaliel, un rabino fariseo bien conocido de la literatura rabínica, convenció al Sanedrín de liberarlos (Hechos 5:27-40).

La razón de esta persecución por parte de los judíos fue que consideraban herética la doctrina cristiana, ya que entre otras cosas, la idea de que Jesús de Nazaret era el hijo único de Dios chocaba de frente con su rechazo a la idolatría. Es deducible además que a oídos romanos, la predicación de los cristianos sobre el inminente regreso del rey de los judíos y el establecimiento de su reino, era sediciosa. Los romanos dieron a los judíos en ese tiempo un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos tendrían que suprimir cualquier tesis sediciosa, como las que defendían los cristianos.

También relata el Nuevo Testamento la lapidación del primer mártir, San Esteban, por miembros del Sanedrín (Hechos 6:8-7:60). Su ejecución fue seguida de una gran persecución (Hechos 8:1-3), dirigida por un fariseo llamado Saulo de Tarso, enviando a muchos cristianos a prisión. Según el Nuevo Testamento, esta persecución continuó hasta que Saulo se convirtió al cristianismo (y cambió su nombre a Pablo), tras decir que había visto una luz brillante y oído la voz de Jesús en el camino hacia Damasco, donde estaba viajando para encarcelar a más cristianos (Hechos 9:1-22).

Hechos 9:23-25 dice que «los judíos» en Damasco trataron entonces de matar a Pablo. Estaban esperándole en las puertas del pueblo, pero los evadió al ser bajado sobre el muro de la ciudad en una canasta por otros cristianos y luego escapó hacia Jerusalén. Comprensiblemente, tuvo dificultad al principio para convencer a los cristianos de Jerusalén que él, su antiguo perseguidor, se había convertido y de que ahora estaba siendo perseguido a su vez (Hechos 9:26-27). Otro atentado se hizo contra su vida, esta vez por «los grecianos» (KJV), refiriéndose a un grupo de judíos helenistas (Hechos 9:29), a quienes él debatió mientras estaban dentro y alrededor de Jerusalén.

Imperio romano

Durante la segunda mitad del siglo I, todo el siglo II y hasta el siglo IV, las autoridades del Imperio romano, advirtiendo el peligro que suponía hacia los valores que les fundaron, comienzan a perseguir a los cristianos de forma intermitente y esporádica, puesto que, entre otras cosas, sus miembros se niegan a servir en las legiones y a rendir homenaje al emperador.

Hubo diez grandes persecuciones romanas contra el cristianismo, denominadas generalmente con el nombre de los emperadores que las decretaron: las de Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.

Aunque las persecuciones romanas anticristianas han sido enormemente exageradas por los victimistas cristianos, éstas fueron esencialmente por motivos políticos y no religiosos: el Imperio Romano siempre toleró las diferentes religiones, pero sus autoridades percibían en el cristianismo una secta subversiva de predicación profundamente anti-romana, ya que entre otras cosas, los obispos locales hacían de caudillos de esta misma rebelión anti-romana en cuyos escritos apocalípticos (Libro de las Revelaciones), Roma es llamada "la Gran Ramera", "profetizan" su caída y la figura del emperador es denominada de forma críptica como "el Anticristo".

Por ello, las autoridades romanas consideraban a los cristianos, ya sea como rebeldes políticos, o como judíos sediciosos, recordando que en el año 70 los judíos armaron una revuelta en Judea que originó la destrucción de Jerusalén y la deportación de los judíos de su territorio a manos romanas.

Los políticos romanos de la época no distinguían entre cristianos y judíos, y veían en el cristianismo una herramienta de la venganza de la judería contra Roma, a la vez que un movimiento sectario judío más entre otros como los saduceos, fariseos, esenios, zelotes, etc. que fue introducido hacia el año 40 por agitadores hebreos como Saulo Pablo de Tarso, Simón Pedro y otros predicadores.

Una vez distinguido del judaísmo, el cristianismo deja de ser visto como una simple y extraña secta de una antigua religión extranjera, y en cambio empieza a ser visto como una superstición: Superstitio iudaica. La superstición tenía para los romanos una connotación mucho más potente y peligrosa de lo que hoy la tiene el mundo occidental: para ellos, este concepto significaba un conjunto de prácticas religiosas que no eran sólo diferentes, sino corrosivas para la sociedad, "perturbar la mente de un hombre de tal manera que en realidad lo está volviendo loco" y que le hace perder la humanitas (humanidad). Las persecuciones de "sectas supersticiosas" eran apenas conocidas en la historia de Roma, por ejemplo, en 428 a.C. un culto extranjero no identificado fue perseguido durante una sequía, en 186 a.C. fueron ejecutados algunos iniciados de un culto báquico cuando se consideró fuera de control, e incluso se tomaron medidas contra los druidas durante el temprano Principado.

Las fuentes primarias romanas como Tácito (c. 55 - c. 120), Suetonio (c. 70 - c. 126), Plinio el Joven (61 - c. 112), Trajano (53 - 117) y Luciano (125 - 181), reflejan la grave preocupación romana ante el creciente movimiento cristiano, percibiéndolo como una enfermedad contagiosa extendiéndose entre las clases más bajas e ingenuas de la población.

Tácito dice respecto a los cristianos:

Christus, el fundador del nombre, había sufrido la pena de muerte en el reinado de Tiberio, a mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la perniciosa superstición se detuvo momentáneamente, pero surgió de nuevo, no solamente en Judea, la raíz de la enfermedad, sino en la misma Roma.
—Tácito, Anales, Libro 15, 44.

Asimismo, el historiador Suetonio hacia el año 120, menciona las revueltas causadas en Roma en tiempos del emperador Claudio (41-54), por un tal "Chrestus", cuyas doctrinas debían haber sido divulgadas por inmigrantes o esclavos judíos en Roma a quienes el emperador expulsó por sus hábitos escandalosos:

Los hebreos fueron expulsados de Roma, culpables de haber provocado tumultos bajo la instigación de un tal "Chrestus".
—Suetonio, De Vita Caesarum. Vida de Claudio, XXV.

Y de ellos escribe:

Los cristianos: una clase de gente entregada a una nueva y perniciosa superstición.
—Suetonio, Vida de Nerón, XVI.

Y Plinio el Joven en su carta al emperador Trajano sobre el problema cristiano:

No pude descubrir más que una depravada y excesiva superstición (...)
El asunto me ha parecido digno de consultar, sobre todo por el número de denunciados: Son, muchos, de hecho de toda edad, de toda clase social, de ambos sexos, los que están o estarán en peligro. Esta superstición contagiosa no se limita sólo a las ciudades, sino que se ha extendido a las aldeas y distritos rurales; parece posible, sin embargo, contenerla y curarla.
—Plinio el Joven, Cartas a Trajano, X, 96.

Las creencias de los cristianos no hicieron mucho por simpatizar a los funcionarios del gobierno: adoraban a un sedicioso, se negaban a rendir honores al emperador, atacaban a Roma en sus escritos sagrados, y sospechosamente llevaban a cabo sus ritos en secreto. A principios del siglo III un magistrado dijo a los cristianos: "No puedo tolerar el escuchar a quienes hablan mal de la forma romana de religión".

Según Celso los cristianos habrían favorecido una suerte de Estado dentro del Estado: no participan en los cultos ni fiestas, niegan las tradiciones de los antepasados. Además serían gente de la peor clase: ignorantes, pobres, supersticiosos, vendidos, etc:

Hay una raza nueva de hombres, nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, unidos contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente marcados de infamia, pero que se glorían de la execración común.
—Celso, Discurso verdadero contra los cristianos, pág. 19.

Sin embargo, dada la situación del imperio, les invita a participar de una alianza política que permita un nuevo enriquecimiento del imperio.

Marco Aurelio (121 - 180), veía dos tipos de enemigos adversos a Roma: los externos, que asolaban las fronteras imperiales; y los internos, que acechaban, carcomiendo las instituciones y minando el orden establecido. Entre los primeros estaban los partos en el Este, los marcomanos y los cuados en el Danubio. Entre los segundos se encontraba la peste, los seguidores de Mitra y los cristianos.

Juliano II escribió Contra los Galileos, obra posteriormente destruida por orden de Teodoro II y de la que sólo se conocen fragmentos a través del escrito del obispo Cirilo de Alejandría, Contra Julianum. En ella escribió:

Creo que conviene exponer a toda la humanidad los motivos por los que estoy convencido de que la fabricación de los galileos es una ficción de hombres motivados por la maldad. A pesar de que no tiene en sí nada de divina, mediante la plena utilización de esa parte del alma que ama la fábula y es infantil y tonta, ha inducido a los hombres a creer que el monstruoso cuento es verdad.
—Juliano, Contra los Galileos.[1]

Revolución francesa

En el transcurso de la descristianización de Francia durante la Revolución de ese país, se dieron las primeras persecuciones a los cristianos en la época moderna, considerándose mártires a cientos de sacerdotes y religiosos que fueron asesinados en ese periodo de la historia, como en las llamadas Masacres de septiembre y los 191 Mártires de París en la Revolución Francesa (1792). Se considera que el primer genocidio moderno se produjo en La Vendée, al oeste de Francia, cuando en 1793 los jacobinos anticlericales de la Revolución mataron a miles de campesinos católicos considerados como contrarrevolucionarios. En 1794, durante el período conocido como «El Terror», se guillotinaron 16 monjas en Compiègne por negarse a renunciar a sus votos monásticos (años después este hecho inspiró la obra Diálogos de Carmelitas).​ Un mes antes corrieron la misma suerte cuatro monjas de Arras Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, mientras ejercían su misión caritativa, son conocidas como las Martíres de Cambrai.

Guerra Civil Española

Anarquistas del Bando republicano disparándole a la estatua de Cristo durante la Guerra Civil Española.


Durante la Guerra Civil Española miles de personas, religiosos y laicos, fueron víctimas de la represión religiosa en la zona republicana que también desembocó en la destrucción de patrimonio artístico religioso y documental. Entre estas personas se encontraron numerosos religiosos pertenecientes al clero secular, órdenes, congregaciones y distintas organizaciones dependientes de la Iglesia Católica española que sufrieron actos de violencia que culminaron en miles de asesinatos, alcanzando las dimensiones de un fenómeno de persecución en las áreas de control republicano.

Estados Unidos

Cristianos de varias denominaciones, incluyendo figuras controvertidas como Ann Coluter y Jerry Falwell, creen que la sociedad y gobierno norteamericanos discriminan a los cristianos, ya que perciben un incremento en la secularización en la naturaleza de la sociedad americana y una minimización de las tradiciones cristianas como la llamada controversia cristiana que supone la guerra en navidad, popularizada por Bill O'Reilly.

Los cristianos conservadores suelen ser acusados por los movimientos sociales "progresistas", de ser fanáticos intolerantes y promotores del odio. También son acusados, entre otras cosas, de oponerse a la ciencia, al control de la natalidad, a la democracia aconfesional y a políticas sociales que incluen los derechos de personas de otras razas y religiones, mujeres y homosexuales[2] siendo ejemplo de ello la decisión del Vaticano de no apoyar la despenalización de la homosexualidad en los países de la ONU. Otra acusación común contra el cristianismo es el supuesto de ser promotores directos o indirectos de guerras sin reconocer su responsabilidad ni pedir perdón por ello, a pesar de las varias disculpas por parte de la Iglesia Católica, aunque sin una restitución práctica.

Estado de Israel

El judaísmo tradicionalmente ha tenido una visión muy negativa por su proselitismo. Ya desde la formación del estado judío, las comunidades ortodoxas han estado en el punto de mira debido al negativo estereotipo y rechazo de las minorías cristianas en la región, lo que incluye actos violentos contra misioneros cristianos.[3]

República Popular China

El cristianismo fue rechazado en China desde el momento en que prohibía a los chinos católicos el culto a Confucio y la veneración por los parientes fallecidos, ya desde tiempos del emperador Kangxi en la Dinastía Qing[4] Hoy en día se encuentra muy controlado por el gobierno.

Crítica intelectual

Artículo principal: Crítica al cristianismo


Enlaces externos

Artículos relacionados

Referencias

  1. Julian the Apostate, Against the Galileans: remains of the 3 books, excerpted from Cyril of Alexandria, Contra Julianum (1923) pp.319-433
  2. Chip Berlet, "Following the Threads" in Ansell, Amy E. Unraveling the Right: The New Conservatism in American Thought and Politics, pp. 24, Westview Press, 1998.
  3. Persecution of Christians in Israel: The New Inquisition, Journal of Palestine Studies, Vol. 8, No. 1 (Autumn, 1978), pp. 135-140
  4. Mr. Ye Xiaowen, China's Religions Retrospect and Prospect, Hong Kong, 19 February 2001