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Kirchnerismo
El kirchnerismo es una corriente política de la Argentina que gravita entre la izquierda y la ultraizquierda del espectro político. Fue creada por Néstor Kirchner en 2003 -luego de convertirse en presidente de su país-, pero no fue sino hasta 2008 que terminó de adquirir sus rasgos fundamentales. Se caracteriza por promover una versión propia del socialismo en el plano económico, una del populismo en el plano político y una del progresismo en el plano sociocultural. A nivel internacional la corriente está emparentada con el socialismo del siglo XXI, por lo que puede ser considerada una variante argentina de esa ideología.
Existe una discusión en torno a si el kirchnerismo es una evolución natural del peronismo (especialmente del ala izquierda del Movimiento Nacional Justicialista) o si se trata de una estrategia entrista de izquierdistas que lo parasitaron.
Dado que, filosóficamente, el kirchnerismo busca alentar la división de la sociedad argentina (planteando a la realidad nacional como un enfrentamiento entre opresores y oprimidos, en el que, según su relato, ellos serían los libertadores de los oprimidos), se creó una contra-corriente de pensamiento denominada "antikirchnerismo", la cual no es un movimiento orgánico sino más bien un conjunto de individuos que asumieron, en mayor o menor grado, la tarea de combatir y detener a los kirchneristas.
Sumario
Características
Aspectos políticos
- Usufructo de la identidad peronista: Como el matrimonio Kirchner comenzó su militancia política en la Juventud Peronista durante la década de 1970, posteriormente se mantuvieron dentro de la estructura del Partido Justicialista (PJ) en Santa Cruz, a través de la cual pudieron conquistar la gobernación provincial. Fue gracias a esa pertenencía que, en el año 2003, el entonces presidente Eduardo Duhalde escogió a Néstor Kirchner como su sucesor, aun sabiendo que se trataba de un hombre que había militado en la izquierda peronista y que se atrevía a vindicarla públicamente.
- En 2005 kirchneristas y duhaldistas se enfrentaron por el control del PJ, siendo el triunfo para los primeros. A partir de entonces el kirchnerismo -que en un principio había intentado mostrarse como una fuerza transversalista que no buscaba representar a un sector político particular sino a todos los que lo apoyaran- comenzó a sobreactuar su identidad peronista. Gracias a ello no sólo se apropiaron legalmente por una década de todos los símbolos justicialistas, sino que además se autodeclararon como los más legítimos herederos de Juan Perón y de su esposa Eva Duarte, dando a entender que ellos habían revivido al verdadero espíritu del peronismo que había quedado extraviado desde 1974. La gran mayoría de los dirigentes del PJ, por su sentido de lealtad al conductor del MNJ, validó con su apoyo al kirchnerismo, sin importarles demasiado si lo que la corriente proponía coincidía o no con la doctrina peronista.
- Vindicación de la violencia política: Desde un primer momento, el kirchnerismo vindicó a los artífices de la violencia política que asoló a la Argentina durante las décadas de 1960 y 1970, dado que esos grupos e individuos eran figuras representativas de la tradición de la izquierda peronista. Inicialmente sólo se limitaron a manifestar su apoyo a organizaciones paraterroristas como Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo (lo que los proveyó de un blindaje moral ante la opinión pública, dada el aura de víctimas que esos grupos portaban ante la sociedad argentina), pero a partir de 2008 se volvió más explícita su apología del terrorismo, pasando a homenajear a terroristas marxistas o marxianos como si fuesen héroes argentinos olvidados. De ese modo muchas calles, plazas, escuelas, edificios y otros espacios públicos recibieron el nombre de terroristas desaparecidos, y se ampliaron las indemnizaciones para sus familiares. Al mismo tiempo se desplegó una campaña revanchista para denostar y humillar a los veteranos de la Guerra contra la Subversión en la Argentina, la cual condujo hacia la cárcel a miles de patriotas con la complicidad de todo el arco partidocrático vernáculo.
- Adhesión al patriagrandismo: Debido a la fuerte influencia del Foro de San Pablo en buena parte de las fuerzas políticas que se acoplaron tempranamente al kirchnerismo, la corriente se autoposiciona como la interpretación local de un fenómeno continental: la expansión del socialismo del siglo XXI. De ese modo han apoyado y recibido el apoyo de los chavistas de Venezuela, los evomoralistas de Bolivia, los lulistas de Brasil, los correístas de Ecuador, los luguistas de Paraguay, los orteguistas de Nicaragua, los amlistas de México y hasta de los castristas de Cuba (con los partidarios de fuerzas más moderadas como el Frente Amplio de Uruguay su relación no ha sido tan estrecha). Para justificar su postura, los kirchneristas evocan su interpretación del concepto geopolítico de Patria Grande. Cabe resaltar que este patriagrandismo incluye también un pronunciado antinorteamericanismo, aunque el mismo es más retórico que real pues, si bien juzgan a China y Rusia como sus aliados internacionales naturales, durante su periodo en el gobierno no rompieron relaciones con los EEUU y ni siquiera desafiaron de modo alguno su política exterior.
- Vehiculización de los lobbies globalistas: Pese a que el kirchnerismo se jacta de representar a los intereses del pueblo argentino, lo cierto es que en muchos asuntos operan como importadores y nacionalizadores de conceptos y teorías foráneas que son repudiadas por la mayoría de los habitantes del país. Un buen ejemplo de ello es el impulso que le han dado a la legalización del aborto[1] y del homonomio, dos cuestiones requeridas por los promotores internacionales del control demográfico pero ampliamente rechazadas por la población argentina. Igualmente la corriente procura mostrarse como la abandera local del feminismo, del ecologismo, del multiculturalismo y de cualquier otro movimiento neomarxista que exista para desarrollar la agenda globalista.
- Apoyo al pseudomalvinismo: Alrededor de 2012 el kirchnerismo se apropió de la noble causa malvinera con la intención de revertir al proceso de desmalvinización vigente en el país desde junio de 1982, pero, levantando la bandera del antiimperialismo, sólo se ha limitado a lanzar peticiones simbólicas al Reino Unido para que les devuelva las Islas Malvinas a la Argentina, las cuales han sido categóricamente ignoradas por los británicos a causa de su obvia liviandad. A su vez, dado su confeso antimilitarismo, los kirchneristas se han ocupado en mantener intactas todas las consignas del discurso desmalvinizador relacionadas a la Guerra de 1982, gracias a las cuales el conflicto bélico es explicado como una aventura alocada impulsada por un desquiciado Leopoldo Galtieri y los combatientes son percibidos o como grandes incompetentes (en el caso de los oficiales) o como víctimas de la situación (en el caso de los soldados conscriptos).
- Apoyo al pseudoindigenismo: Para los kirchneristas la nación argentina mantiene una deuda histórica con los pueblos indígenas americanos, no sólo por lo que sucedió en épocas imperiales sino también por lo que sucedió en épocas republicanas. Por esa causa pretenden otorgarles a los descendientes de indígenas argentinos una serie de privilegios que los coloquen por encima del resto de los ciudadanos (en algunos casos, como por ejemplo con los mapuches, hasta están dispuestos a otorgarles territorios para que los gobiernen de manera autónoma o independiente, en lo que es claramente una señal de apoyo a los planteos separatistas). Ciertamente no todos los argentinos descendientes de indígenas se sienten identificados con el kirchnerismo, motivo por el cual la propia Cristina Kirchner inventó la categoría de "ornapo"[2] (originario nacional y popular) para distinguir a quienes juzgan dignos de su apoyo de quienes no. Junto con esa difusión del indigenismo, los kirchneristas sostienen también que los argentinos de raza mestiza han sido históricamente invisibilizados por los argentinos de raza blanca, razón por la cual alientan a la gente de piel parda para que se victimizen y se perciban como una minoría oprimida, más allá de que no lo sean realmente.
Aspectos económicos
- Intervencionismo estatal: Apelando a su versión del concepto de justicia social, el kirchnerismo considera altamente nocivo para la sociedad la existencia del libre mercado, ya que suponen que éste amplía la desigualdad entre el empresariado y los trabajadores. A raíz de ello apoyan fuertemente la idea de que el Estado debe controlar con minuciosidad a los mercados de bienes y servicios, extendiendo también su tarea hacia toda la cadena productiva. De ese modo los kirchneristas incluso defienden la existencia de grandes compañías de propiedad estatal cuya función sea la de garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a lo que esa entidad produce. Lógicamente ello los lleva a aprobar también la idea de que el Estado subsidie generosamente a empresas privadas para que los precios de los productos que elaboran o comercializan sean bajos.
- Institucionalización de la corrupción: Los escándalos por corrupción durante los mandatos presidenciales del kirchnerismo fueron muchísimos: se normalizó que a los funcionarios se les abrieran causas judiciales -algunas de las cuales recibieron condenas efectivas y muchos otras fueron archivadas para no continuar con la investigación.[3] Tal fue el caso que hacia fines de 2015 se acumulaban más de 1000 causas judiciales abiertas contra un total de 164 funcionarios kirchneristas,[4] lo que convirtió al país en uno de los más corruptos del mundo.[5] Por ese motivo es lícito concluir que la corrupción es un fenómeno esencial y no accidental del kirchnerismo, es decir que la instauración de un régimen cleptocrático es algo fundamental para la corriente. Gracias a el no sólo muchos hombres de la corriente acrecentaron sus fortunas personales de manera astronómica, sino que además pudieron obtener una fuente de financiación para difundir su propaganda política y practicar el clientelismo, dos de los pilares sobre los que se construyó el poder kirchnerista.
Aspectos sociales
- Naturalización del asistencialismo y del clientelismo: Cuando el kirchnerismo asumió el poder en 2003, el país tenía una alta tasa de desempleo. Debido a ello las políticas asistencialistas eran consideradas una forma legítima de brindar una solución transitoria al problema. Sin embargo en los años subsiguientes los kirchneristas poco hicieron para generar empleo genuino, por lo que el asistencialismo estatal se convirtió en algo permanente. De esa manera los grupos de desempleados que realizaban piquetes en calles y rutas para reclamar que sus necesidades básicas fuesen satisfechas por el gobierno se convirtieron en "organizaciones sociales" cuya tarea es gerenciar la pobreza (la Asociación Túpac Amaru fue un claro ejemplo de ello). Así el kirchnerismo consiguió crear una masa de gente cuya dependencia del gobierno es total, por lo que devinieron un mero componente de un enorme sistema clientelar que les garantiza a los kirchneristas millones de votos en cada elección.
- Fantización de las masas: A partir de 2008 el kirchnerismo trabajó conscientemente en fanatizar a las masas desarrollando un notorio bombardeo propagandístico sobre ellas. Eso derivó en un sutil culto a la personalidad, que se volvió explícito con la muerte de Néstor Kirchner en 2010. Como parte de ese fenómeno el gobierno alentó la reescritura de la historia, para transformar al panteón nacional de manera tal que el matrimonio Kirchner y el matrimonio Perón apareciesen como los fundantes de la argentinidad, y otras personalidades de gran relevancia histórica como Manuel Belgrano, José de San Martín, Martín Miguel de Güemes, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas, etc. fuesen percibidos como meros precursores suyos. El fuerte impacto que produjo esa estrategia hizo que el kirchnerismo adquiriese rasgos de religión política para muchos de sus seguidores.
- Promoción de la degeneración moral: Con la excusa de ampliar las libertades individuales para garantizar el reinado de la doctrina de los derechos humanos, el kirchnerismo aprueba, alienta y promueve abiertamente la degeneración moral. De ese modo para los kirchneristas el concepto de familia es completamente relativizado y menospreciado. Asimismo están a favor del elegebetismo y del feminismo, y pretenden que la escuela argentina adoctrine a los niños en esas matrices ideológicas. Más aún, el kirchnerismo impulsa la adopción del lenguaje inclusivo para acabar no sólo con el sexismo sino también con el binarismo en materia de géneros. Por ese motivo los kirchneristas más extremistas utilizan el concepto de interseccionalidad para demonizar a los varones jóvenes de clase media, que son eurodescendientes de raza blanca, ortosexuales, educados formalmente y con cuerpos atléticos.
- Alianza con el catolicismo post-conciliar: Durante los primeros diez años de su existencia, el kirchnerismo mantuvo una tensa relación con la Iglesia Católica, cuyo pico de conflicto se produjo en 2010 con la legalización del matrimonio gay. Sin embargo en 2013 su actitud cambió radicalmente gracias a que Jorge Bergoglio fue consagrado como Papa. A partir de entonces la confrontación de los kirchneristas con los católicos se redujo considerablemente, pero quedó claro que el kirchnerismo sólo apoyaría a aquellos sacerdotes cuyo espíritu sea más cercano a las directivas del Concilio Vaticano II: convertir a la religión católica en una doctrina dirigida a combatir a la pobreza material del mundo, mas no a la espiritual.
- Apología a la marginalidad: Aunque el kirchnerismo esté plagado de individuos que repudian lo tradicional y lo folklórico por considerarlo muchas veces portador de valores antiprogresistas (por ejemplo están en contra de las carreras de galgos y de las riñas de gallos porque sostienen que un animal no debe ser usado para entretenimiento), lo cierto es que, al mismo tiempo, admiran la cultura popular masiva y buscan apropiársela. A causa de ello el kirchnerismo reclutó a numerosos artistas y deportistas para usar su fama y transmitir su ideología a través de ellos. Entre ese grupo se encuentran personajes que apologizan el delito, el consumo de drogas, la inversión sexual o que simplemente encarnan en su obra o en su persona a la chabacanería misma, y que, en lugar de ser censurados o repudiados, son glorificados. Del mismo modo el kirchnerismo se caracteriza por celebrar y romantizar el estilo de vida forjado en las villas miseria, en lugar de considerarlo algo que debe ser erradicado. Eso explica también por que la mayoría de la población carcelaria en la Argentina apoya y adhiere al kirchnerismo.
- Desprecio de la meritocracia: Una consecuencia natural de convertirse en el representante político de lo peor de la sociedad es la de justificar el desprecio a lo mejor de la sociedad. Por ello el kirchnerismo considera que la meritocracia es, en realidad, una excusa de los sectores más poderosos del país para evitar el crecimiento de los menos poderosos, y de allí que consideren que la manera más justa de ascender socialmente es a través del amiguismo, las indemnizaciones, el nepotismo, la acción afirmativa y todo aquello que no requiera demostrar idoneidad, capacidad o aptitud para algo específico.
- Descriminalización del consumo y de la comercialización de las drogas: Más allá de los numerosos casos comprobados de funcionarios o adherentes del kirchnerismo vinculados a actividades de narcotráfico, el kirchnerismo tiene un discurso favorable a la despenalización y la legalización del consumo de drogas, especialmente de la marihuana (frente a drogas más duras se ocupan solamente de recomendar un consumo responsable, pero no de desalentar su consumo).
Individuos y organizaciones kirchneristas
Individuos
Familia Kirchner
Dirigentes
Adherentes
Organizaciones
Partidos y agrupaciones políticas
Aparato de propaganda
Antikirchnerismo
Ha surgido la expresión «antikirchnerismo», para denominar a los diversos sectores, políticos e individuos, tanto dentro como fuera del peronismo, que se oponen frontalmente a las políticas llevadas adelante por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Referencias
- ↑ «Ginés García legalizaría el aborto» - La Nación, 15 de febrero de 2005.
- ↑ «Cristina le contestó a Lanata y creó un término: Ornapo» - La Voz del Interior, 2 de julio de 2013.
- ↑ «El podio de la corrupción en 12 años de kirchnerismo, según el auditor general de la Nación» - La Nación, 08 de julio de 2015.
- ↑ «Cosa juzgada írrita: la UCR impulsa un proyecto para que no cierren 1000 causas de corrupción de funcionarios K» - La Nación, 30 de octubre de 2015.
- ↑ «Cristina, la segunda presidente más corrupta del mundo» - Jujuy al momento, 11 de febrero de 2015.
Artículos relacionados
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