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Vicente Sierra
Biografía
Sierra estudió en el Colegio Nacional de La Plata. Durante su juventud profesó ideas izquierdistas, llegando a militar en el Partido Socialista bajo el padrinazgo de Juan B. Justo. Fue miembro del Ateneo de Estudiantes Universitarios, pero sus posiciones antipositivistas lo llevaron a alejarse de allí y a unirse a Tomás Casares, Atilio Dell'Oro Maini y Adolfo Korn Villafañe para convertirse en uno de los fundadores del Colegio Novecentista, organización juvenil claramente inspirada por la obra de Eugenio d'Ors.
Interesado por la literatura, uno de los primeros libros que elaboró fue una recopilación de poemas de Juan Cruz Varela, un autor decimonónico que se opuso a la causa federal argentina.
Su paso por la universidad no fue muy fructífero por lo que su formación como historiador la realizó de manera autodidacta -aunque fue mentoreado por Rómulo Carbia. Durante muchos años se dedicó a la docencia en escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, como también en la Escuela Superior del Magisterio y en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. Fue además director de Radio Municipal durante la década de 1930.
Al estallar la Guerra Civil Española, Sierra -junto a otros intelectuales de la época como Francisco Luis Bernárdez, Ramón Doll, Manuel Gálvez, Alfonso de Laferrère, Leopoldo Marechal y Carlos Obligado entre otros- firmó un manifiesto publicado en el diario Crisol en el que le manifestaban su apoyo a la cruzada emprendida por el Bando Nacional para la aniquilación de las fuerzas de la Anti-España.
Apasionado por la historia, Sierra escribió una gran cantidad de artículos que publicó en revistas especializadas y dictó numerosas conferencias ante interesados en el pasado argentino, lo que le permitió ganar reconocimiento entre los historiadores de su país. Gracias a ello terminaría ejerciendo la docencia y la investigación en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad del Salvador. También fue miembro del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y de la Junta de Historia Eclesiástica, y uno de los creadores en 1968 de la Fundación Nuestra Historia.
A principios de la década de 1940 participó del Seminario Argentino de Orientación Económica y Social y luego se entusiasmó con la idea del Congreso de la Recuperación Nacional. En 1943 apoyó a la Revolución del GOU y a partir de 1946 adhirió al peronismo, lo que le permitió ocupar un puesto de funcionario público en distintas dependencias como la Secretaría de Salud Pública, Abastecimientos y Limpieza de la Ciudad de Buenos Aires, la Comisión de Construcciones Universitarias y la Dirección Nacional de Transportes.
Participó de la creación de la Asociación de Escritores Argentinos en 1947, una corporación de artistas, académicos y periodistas ideada por el literato Arturo Cancela. También estuvo involucrado en el ciclo de debates "Tribuna de la Revolución", en el cual intelectuales de la talla de Carlos Astrada, Joaquín Díaz de Vivar, Homero Guglielmini y Ernesto Palacio teorizaron acerca de cual debía ser la misión del naciente peronismo.
En 1951 el Instituto de Cultura Hispánica le otorgó el Premio Reyes Católicos por Así se hizo América, un estudio sobre la obra civilizatoria de España. El trabajo sería posteriormente publicado en Europa.
Durante la década de 1960 se afilió al Movimiento de Integración y Desarrollo, partido político creado por el ex-presidente Arturo Frondizi.
En octubre de 1973 asumió la dirección de la Biblioteca Nacional, remplazando en ese puesto al escritor Jorge Luis Borges. Dejó el cargo en 1976. Por esa época estuvo también al frente de la dirección de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, nombrado en ese cargo por iniciativa de Alberto Ottalagano.
Sierra falleció en 1982. El Padre Sánchez Abelenda, un sacerdote católico tradicionalista, dirigió el responso durante su entierro.
Obra
Toda la obra de Sierra está atravesada por una apología de lo cristiano y por una vindicación de la tradición hispánica en América. Por ello es reconocido como un desmitificador de la leyenda negra española.
En 1939 mantuvo una polémica con el historiador liberal Ricardo Levene, pues éste sostenía que la primera biblioteca pública de Buenos Aires había nacido por iniciativa de Mariano Moreno -un promotor rioplatense de la Ilustración-, pero Sierra probó que tanto la idea como la ejecución del proyecto era obra de clérigos.
Su trabajo más valioso es El sentido misional de la conquista de América (1942). El libro, prologado por Carlos Ibarguren, señala que España no avanzó sobre el Nuevo Mundo con intenciones primariamente mercantiles, sino que lo hizo más bien movida por un espíritu evangelizador. Y, para probarlo, Sierra recuerda la existencia de las Bulas Alejandrinas y los resultados que produjeron: flujo de misioneros católicos, multiplicación de las sedes episcopales, control religioso de los pasajeros a las Indias para que no desembarcasen judíos o herejes, creación de universidades, difusión de obras impresas (biblias, catecismos, confesionarios, sermonarios, gramáticas y diccionarios indígenas), etc. Todo ese esfuerzo orientado a cristianizar a los indios impulsó también la promoción humana, introduciendo en el continente nuevas tecnologías, nuevas leyes y nuevos valores que ayudaron a consolidar la obra civilizatoria de Europa en América, ampliando así la ecúmene occidental.
En 1953 el criptomarxista español Manuel Giménez Fernández intentó refutar a Sierra con su artículo "Todavía más sobre las letras alejandrinas de 1493 referentes a las Indias", pero la debilidad de sus argumentos dejó a su empresa infructuosa.
Otro hito que destacó a Sierra en su país fue la elaboración de la monumental Historia de la Argentina, planificada en doce tomos de los que completó sólo diez, y siempre trabajando sin asistentes. A contracorriente de muchos recuentos históricos argentinos, la obra se caracteriza por dedicarle un amplio espacio al periodo colonial hispánico.
Sierra adhirió a las tesis del italiano Alberto Magnaghi, por lo que llegó a afirmar que varias de las cartas de Américo Vespucio eran apócrifas. De allí que, para el historiador, la imposición de "América" como nombre al continente fuese en realidad una injusticia orquestada por nobles e intelectuales florentinos.
Bibliografía
- El fundador de la biblioteca pública de Buenos Aires. Buenos Aires: Autoedición, 1939.
- Rosas: el Restaurador y el Conductor. Buenos Aires: IIHJMR, 1940.
- La Argentina: país agrícola sin política agraria. Buenos Aires: Seminario Argentino de Orientación Económica y Social, 1941.
- El sentido misional de la conquista de América. Buenos Aires: Orientación Española, 1942.
- Los jesuitas germanos en la conquista espiritual de Hispano-América. Buenos Aires: Institución Cultural Argentino-Germánica, 1944.
- El hombre, la sociedad y el Estado en la doctrina peronista. Buenos Aires: Autoedición, 1948.
- Historia de las ideas políticas en Argentina. Buenos Aires: Nuestra Causa, 1950.
- Así se hizo América. La expansión de la Hispanidad en el siglo XVI. Buenos Aires: Cultura Hispánica, 1952.
- En torno a las Bulas Alejandrinas de 1493. Madrid: Jura, 1953.
- El epistolario de Amerigo Vespucci y sus supuestos descubrimientos. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 1954.
- Historia de la Argentina (diez tomos). Buenos Aires: Editorial Científica Argentina, 1956-1972.
- Filiación ideológica de la Revolución de Mayo. Buenos Aires: Universidad del Salvador, 1960.
- El hombre argentino y su historia. Buenos Aires: CEN, 1966.
- Amerigo Vespucci, el enigma de la historia de América. Madrid: Editora Nacional, 1968.