Rómulo Carbia

De Metapedia
Saltar a: navegación, buscar
Rómulo Domingo Carbia O'Mullen (15 de septiembre de 1885, Buenos Aires Argentina - 1 de junio de 1944, Buenos Aires, Argentina) fue un historiador argentino. Pionero en su país en el desarrollo de las ciencias de la historia, con su serio trabajo de investigación contribuyó a desacreditar a la Leyenda Negra Española.

Juventud

Carbia estudió en el Colegio del Salvador, el cual era administrado por la Compañía de Jesús. Ingresó luego a la Pontificia Universidad de Buenos Aires con la intención de formarse como filólogo, pero la institución -que era un experimento de los católicos para disputarle el campo educativo al laicismo- terminó por disolverse como consecuencia de que el gobierno le negara reconocimiento oficial.

Fue un activo miembro de la Academia Literaria del Plata y frecuentó otros cenáculos de intelectuales. En aquellas tertulias trabó amistad con personalidades como Enrique Banchs, Emilio Becher, Evaristo Carriego, Gustavo Franceschi, Antonio Larrouy, Emilio Ravignani, Juan José de Soiza Reilly y sobre todo el periodista e historiador revisionista David Peña. Él lo invitaría a escribir primero en Diario Nuevo y más tarde en La Prensa. Su firma también aparecería en las páginas de otros diarios de la época como El Censor, La Argentina y El Pueblo.

Por esos años Carbia inició su militancia en las filas del movimiento carlista, que en la Argentina estaba organizado por Francisco de Paula Oller. Ello lo llevaría a convertirse en un colaborador ocasional de El Legitimista Español, donde ya se podía apreciar la profunda hispanofilia que lo caracterizaría posteriormente.

Asimismo el sacerdote Fortunato Devoto, creador de la Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires, lo alentó para que incursionase en el estudio del desembarco y desarrollo de la Iglesia Católica en su país, algo que terminaría por inclinarlo a aceptar su vocación de historiador.

Primera estadía en Europa

Entre mediados de 1911 y fines de 1914, Carbia vivió en Europa. Recorrió diversos países, pero pasó la mayor parte de su tiempo en España. Desde allí siguió enviando artículos a diarios y revistas de la Argentina.

Antes de partir, José Juan Biedma -director del Archivo General de la Nación- le encomendó la tarea de que hiciese un relevamiento de todo el material documental existente en tierras ibéricas que estuviese directamente relacionado con la historia argentina. Como resultado Carbia señaló que el gobierno de su país debía procurar enviar a especialistas para realizar copias de los documentos atesorados por el Archivo General de Indias, el Depósito Hidrográfico de Madrid, la Real Academia de Historia, la Biblioteca Nacional de Madrid, la Biblioteca del Monasterio del Escorial, el Archivo de Simancas y el Archivo de Notarios de Sevilla entre otras instituciones. También tuvo la oportunidad de revisar algunas colecciones privadas como las de los duques de Medinaceli, Alba y Osuna, constatando que allí había documentación que era imposible obviar si el objetivo era conocer verdaderamente al pasado.

Su estadía en Europa le sirvió asimismo para estudiar más en detalle la obra de Leopold von Ranke, Henri Berr y Benedetto Croce, lo que lo convenció de que su país precisaba de historiadores profesionales que adoptasen un punto de vista objetivo y empleasen técnicas científicas para narrar los acontecimientos históricos. A causa de ello Carbia se convertiría en un estudioso de la metodología de la historia y se ocuparía de evaluar pacientemente la validez de los aportes de sus colegas historiadores.

Consagración como historiador

A su regreso al país, Carbia se dedicó a la investigación y a la formación de profesores e historiadores. De ese modo terminó convirtiéndose en docente del Instituto Nacional del Profesorado, como también de las universidades de La Plata y Buenos Aires. A su vez se incorporaría a la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, a la cual llegaría a dirigir desde 1915 hasta su muerte en 1944.

El historiador desarrolló tres líneas de trabajo: la primera de tipo heurística, orientada a indagar sobre el pasado colonial argentino, extendiéndose hasta la epopeya de Cristobal Colón; la segunda de carácter divulgativa, destinada a proveerle al sistema educativo de su país de manuales de historia escritos con un enfoque objetivo; y la tercera de naturaleza crítica, tendiente a revisar las obras de los historiadores anteriores a él para establecer un canón que rescatase a los relatos más veraces. Esa agenda de trabajo, lógicamente, lo obligó a polemizar contra muchos contrincantes.

De ese modo protagonizó junto a Diego Luis Molinari una polémica contra Paul Groussac -que se había iniciado ya en 1908 cuando Carbia reseñó en la revista Nosotros al libro que el intelectual franco-argentino había escrito sobre Santiago de Liniers. El eje de aquella discusión giró en torno a la censura de los jóvenes catedráticos hacia Groussac por escribir de manera erudita un relato histórico cuya finalidad no era exponer la verdad de los acontecimientos, sino solamente crear una fábula moralizante donde los hombres del pasado se convertían en arquetipos del bien y del mal.

A los manuales de Vicente Fidel López los descartó no sólo por considerarlos políticamente sesgados, sino también por manifestar una visión muy limitada de la historia nacional circunscrita casi exclusivamente a los eventos ocurridos en Buenos Aires. Además le agregó el cargo de que su obra era de carácter ensayístico y sólo servía para alimentar a una filosofía política emparentada con la doctrina liberal.

En su perspectiva tanto los historiadores fabulistas como los filosóficos abordaban a la historia con el único propósito de deformarla para justificar un conjunto de opiniones políticas de distinta índole. La Nueva Escuela Histórica -de la cual él era un representante- debía sepultar en el olvido a esas miradas decimonónicas y darle paso a la ciencia que explicase desde diversos ángulos a las raíces del presente.

Por otro lado su trabajo investigativo -que abarcó una variada serie de temas- no estuvo exento de polémica a causa de su compromiso con su tarea de historiador. Un ejemplo se encuentra en su abordaje de la figura de Gregorio Funes, un sacerdote católico que actuó durante los tiempos de la Guerra de Independencia de la Argentina: según Carbia este eclesiástico habría sido un iluminista cuyos escritos que lo convirtieron en un personaje relevante de su época eran producto del plagio. Esa tesis fue contestada por Enrique Martínez Paz y José Ignacio Olmedo.

Otra polémica que Carbia tuvo que afrontar fue contra el joven historiador Enrique de Gandía, ya que éste sostenía que era errónea la tesis de nuestro autor de que el territorio de la Nueva Extremadura que conquistó el adelantado Pedro Maraver de Silva en Suramérica se extendiese desde el Caribe hasta el Gran Chaco.

Junto a Carlos Ibarguren, Ricardo Rojas, Juan Benjamín Terán, Juan Álvarez, Narciso Binayán Pérez, Luis Roque Gondra, Ricardo de Lafuente Machain, Carlos Alberto Pueyrredón, Sigfrido Radaelli, Antonino Salvadores, Jorge Armando Seco, Miguel Solá, Benjamín Villegas Basavilbaso y Rómulo Zabala fundó en 1931 a la Sociedad de Historia Argentina.

Segunda estadía en Europa

En el año 1933 se trasladó nuevamente a España para terminar de escribir su libro La crónica oficial de las Indias Occidentales, el cual fue presentado como trabajo de tesis final para obtener el título de Doctor en Historia Americana por el Centro de Estudios de América de la Universidad de Sevilla.

Tan alta distinción terminaría por convertirlo en un referente internacional de su disciplina. Por esa causa sería incorporado como miembro a la Société des Americanistes de Francia y a la American Geographical Society de EEUU.

Obras de madurez

Desmitificador de la Leyenda Negra

Carbia publicó el artículo "Fray Bartolomé de Las Casas y la crítica de hoy" en el décimo número de la revista Criterio del año 1928. Allí señala que el encomendero español devenido fraile dominico había hecho algo muy valioso al evangelizar a los indígenas americanos, pero también algo muy nefasto al falsificar la historia de la Conquista de América.

La profundización de esa línea de investigación lo llevó a demostrar la malicia detrás de la idea de que España avanzó sobre América de una manera cruel, tiránica y obscurantista. Sus juicios sobre los escritos de Bartolomé de las Casas -a quien consideraba influenciado por la obra del filósofo escocés John Major- generaron una amplia polémica.

En el Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Sevilla en 1935, Carbia mantuvo una fuerte discusión con Emiliano Jos, debido a que el historiador vasco se negaba a aceptar como válidas las pruebas que el historiador argentino había presentado sobre las mixtifcaciones lascasianas acerca del Nuevo Mundo.

La verdadera intención del primer viaje de Colón

Coincidiendo con Henry Vignaud, Carbia sostuvo la tesis de que el primer viaje que Colón efectuó a América no estaba motivado por la intención de encontrar una ruta alternativa para llegar a Oriente, sino que su proyecto era hallar algunas de las islas que se creía se encontraban hacia el oeste de las Canarias.

Para probarlo, el historiador argentino no sólo ubicó documentos que permitían deducir la verdad sobre la expedición de Colón, sino que además detectó que el inventor de semejante idea no era otro más que Bartolomé de las Casas, quien habría utilizado obras falsificadas como fuentes fidedignas.

También afirmó que la obra Historia del Almirante atribuida a Fernando Colón no era más que una superchería literaria que mezclaba realidad y ficción sin ningún reparo.

Polémica sobre la Entrevista de Guayaquil

En el año 1940 el diplomático argentino Eduardo Lástenes Colombres Mármol publicó la obra San Martín y Bolívar en la Entrevista de Guayaquil a la luz de nuevos documentos definitivos. Ese libro desencadenó una gran polémica, pues allí se abordaba el tema de la Entrevista de Guayaquil, glorificando a José de San Martín y vilificando a Simón Bolívar. Muchos historiadores atacaron aquel trabajo, señalando que los documentos inéditos que Colombres Mármol había conseguido para probar su tesis eran apócrifos.

Por el contrario Carbia, analizando el asunto, llegó a la conclusión de que los documentos que presentaba Colombres Mármol en su libro eran auténticos, y que las objeciones que se presentaban en contra de ello por historiadores como Vicente Lecuna venían del hecho de que era muy posible que esos documentos fuesen en realidad transliteraciones fieles de los documentos originales.

Legado

La obra de Carbia fue de suma importancia en su país para plantear que la historia no se reducía a la mera reconstrucción de acciones bélicas e intrigas políticas, sino que su propósito era investigar y analizar la totalidad de la vida pasada.

A nivel internacional sus libros contribuyeron a promover una visión más real y justa de la presencia de España en América, desarticulando las mentiras construidas por los enemigos del catolicismo y de la hispanidad. Los españoles reconocieron a Carbia otorgándole la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en 1944, galardón que no pudo recoger debido a que fallecería ese año a causa de una enfermedad.

Entre sus discípulos se encuentran Vicente Sierra, Roberto H. Marfany, Horacio Cuccorese, Luis Aznar y Juan Fernando de Lázaro.

Bibliografía

  • Monseñor León Federico Aneiros, segundo Arzobispo de Buenos Aires. Buenos Aires: Escuela Tipográfica Salesiana, 1905.
  • San José de Flores. Bosquejo histórico. Buenos Aires: Arnoldo Moen, 1906.
  • Así fue Tántalo. Buenos Aires: Editorial Argentina, 1910.
  • La leyenda del sol. Buenos Aires: Maucci, 1912.
  • Historia eclesiástica del Río de la Plata. 1536-1810 (dos tomos). Buenos Aires: Alfa y Omega, 1914.
  • El diezmo en el Río de la Plata. A propósito de las publicaciones del señor Roberto Levillier. Buenos Aires: Nosotros, 1915.
  • Gravámenes al comercio colonial en el Río de la Plata. Buenos Aires: Nosotros, 1916.
  • Lecciones de Historia Argentina. Buenos Aires: Franzetti y Cía, 1917.
  • Manual de Historia de la Civilización Argentina (junto a J. L. Molinari, J. M. Torre y E. Ravignani). Buenos Aires: Franzetti y Cía, 1917.
  • Origen y patria de Cristóbal Colón. Buenos Aires: Talleres Gráficos del Ministerio de Agricultura de la Nación, 1918.
  • El Dean Funes, plagiario. La Plata: Mercatali, 1921.
  • Los historiógrafos argentinos menores: su clasificación crítica. Buenos Aires: Peuser, 1923.
  • La patria de Cristóbal Colón. Buenos Aires: Peuser, 1923.
  • La cartilla argentina. Introducción elemental a la enseñanza de la historia patria. Buenos Aires: Kapelusz, 1925.
  • Historia de la historiografía argentina. La Plata: UNLP, 1925.
  • Fray Luis de Bolaños. 1629-1929. Buenos Aires: Obra Cardenal Ferrari, 1929.
  • Los orígenes de Chascomús, 1752-1825. La Plata: Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1930.
  • La carta de navegar atribuida a Toscanelli: demostración crítica de su inadmisible autenticidad. Buenos Aires: UBA, 1932.
  • La crónica oficial de las Indias Occidentales: estudio histórico acerca de la historiografía. La Plata: UNLP, 1934.
  • La nueva historia del descubrimiento de América. Buenos Aires: Coni, 1936.
  • La investigación científica y el descubrimiento de América. Buenos Aires: Talleres Gráficos San Pablo, 1937.
  • La adulteración de documentos y la técnica anastasiográfica. Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Penintenciaría Nacional, 1938.
  • Historia crítica de la historiografía argentina: desde sus orígenes en el siglo XVI. La Plata: UNLP, 1939.
  • Una nueva valoración del General San Martín. Buenos Aires: Coni, 1940.
  • San Martín y Bolívar frente al hallazgo de nuevos documentos. Buenos Aires: Talleres Gráficos de la Compañía Fabril Financiera, 1941.
  • El tañido de la otra campana: a propósito de un prólogo y unos documentos sanmartinianos. Buenos Aires: Celta, 1942.
  • Historia de la Leyenda Negra Hispano-Americana. Buenos Aires: Orientación Española, 1943.
  • La Revolución de Mayo y la Iglesia: contribución histórica al estudio de la cuestión del Patronato. Buenos Aires: Huarpes, 1945.

Artículos relacionados