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Juan E. Carulla
Sumario
Juventud
Juan E. Carulla era hijo de Feliciano Carulla, un empresario agrario. Su hermano fue José Remigio Carulla, hombre del Partido Peronista que llegó a ocupar el puesto de vicegobernador de la provincia de Entre Ríos entre 1950 y 1952.
Estudió en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, donde participó de la creación de la revista literaria Principios. Al egresar del secundario se trasladó a la capital nacional con el propósito de formarse como médico en la Universidad de Buenos Aires.
Instalado en su nueva ciudad, se sumó a la bohemia local, lo que le permitió tomar contacto con muchos artistas. Sin embargo poco después se sintió seducido por las ideas anarquistas e ingresó en los círculos ácratas. De todos modos Carulla no fue un anarquista doctrinario y volcado a la acción directa, sino que más bien se posicionó como un intelectual de espíritu intransigente. Sus padrinos fueron el periodista Alberto Ghiraldo, el dramaturgo José de Maturana y el pedagogo Julio Barcos.
Escribió por esos años para publicaciones como Luz y Vida, Ideas y Figuras y La Protesta.
Participación en la Primera Guerra Mundial
Carulla se doctoró como médico en 1914, con una tesis en el campo de la ginecología.
Movido por su francofilia, decidió combatir del lado francés en la Primera Guerra Mundial. Por ello viajó a Europa en 1916 con la intención de alistarse en el ejército galo, pero terminó convirtiéndose en médico auxiliar de la Cruz Roja. De igual manera pudo conocer las trincheras desde adentro y experimentar en primera persona el drama del combate.
Desde Francia envió numerosas colaboraciones al diario La Prensa, abordando aspectos relacionados a la ciencia en el contexto bélico. Su estadía en tierras europeas se prolongó hasta mediados de 1917. En ese lapso conoció a varios dirigentes de la Action Française; impresionado por la solvencia intelectual, la entereza moral y el espíritu inquebrantable de sus interlocutores, el médico comenzó a acercarse a la obra de Charles Maurras y Léon Daudet.
Militancia nacionalista
Renuncia al izquierdismo
Carulla no se curó de su izquierdismo apenas retornó a la Argentina, sino que ese proceso le llevó un tiempo de reflexión y estudio (de hecho para 1918 el médico todavía insistía con difundir el anarquismo en la Argentina, llegando a traducir y editar en ese año La paz futura, una compilación de textos extraídos del diario ácrata Les Temps Nouveaux). Contribuyó en su despertar patriótico el hecho de que a comienzos de 1919 estallase en Buenos Aires la denominada "Semana Trágica", una sublevación obrera maquinada por judíos oportunistas que fue frenada antes de que se expandiese. Carulla fue testigo del desarrollo de los acontecimientos -tanto de la rebelión como de la represión- y esa experiencia le sirvió para comprender que una revolución armada desde la izquierda sólo generaría caos y esclavitud.
Se unió a la Liga Patriótica Argentina y poco después formó el Movimiento para la Restauración Monárquica en la Argentina, de clara inspiración maurrasiana. De todos modos la creciente penetración del peligro rojo en la Argentina hizo que sus posiciones se fuesen radicalizando a través de los años.
Su oportunidad para establecer un medio de prensa propio llegó recién en 1925, cuando en compañía de varios nobles italianos y franceses afincados en Buenos Aires lanzó el diario La Voz Nacional, el cual circularía en las calles por un lapso menor al de un año. Allí serían publicados textos de Benito Mussolini y de otros dirigentes y teóricos del fascismo italiano.
La Nueva República
En 1927 los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta convocaron a Carulla para organizar el periódico La Nueva República. Su monarquismo no fue impedimento para sumarse al proyecto, ya que conocía la seriedad de los Irazusta, con quienes había participado un par de años antes de la fundación de la Asociación Entrerriana General Urquiza, una suerte de embajada cultural de su provincia en la capital nacional. En la redacción del periódico conoció a jóvenes intelectuales como Ernesto Palacio, César Pico y Alberto Ezcurra Medrano.
Carulla publicó el libro Problemas de la cultura, el cual era una recopilación de artículos de fuerte inspiración spengleriana que habían aparecido en diarios de circulación masiva como La Nación y La Fronda. En esos textos criticó por igual al liberalismo y al comunismo, repudió el laicismo y señaló que el latinoamericanismo que promovían personalidades como José Vasconcelos y Víctor Raúl Haya de la Torre no era más que una regresión a la barbarie y una apostasía de la fe. La obra fue ampliamente difundida y defendida en las páginas de La Nueva República, llegándose a entablar una polémica contra Ramón Doll, quien -sin haber abandonado su izquierdismo todavía- era uno de los mayores detractores del médico entrerriano en su país.
Carulla participó en 1929 de la creación la Liga Republicana, una organización nacionalista que se caracterizaría por su activismo entusiasta.
Revolución de 1930
Desde mediados de la década de 1920, Carulla -junto a Daniel Videla Dorna- tejió una red de importantes contactos que incluía a políticos, académicos, jueces y militares opositores al presidente Hipólito Yrigoyen. El más importante de entre todos esos hombres era el General José F. Uriburu, quien durante 1930 se dispuso a derrocar al caudillo de la UCR. Para ello encomendó a Carulla y Videla Dorna que organizasen el brazo civil del movimiento que habría de rebelarse en septiembre.
A causa de ello los activistas se colocaron al frente de la Liga Republicana y ayudaron a crear a la Legión de Mayo como un grupo de soporte: ambas organizaciones tuvieron un importante protagonismo en el desarrollo de los sucesos del 6 de septiembre. Tras el triunfo de la maniobra revolucionaria, Carulla pasó a convertirse en asesor de Uriburu.
Al crearse la Legión Cívica Argentina, Carulla fue uno de los primeros en unirse a la misma. Sin embargo, viendo que los intentos de grupos de conspiradores de atentar contra el nuevo presidente no cesaban, el médico entrerriano decidió organizar una facción de la LCA a la cual llamó "Agrupación Liga Repúblicana". Este grupo tenía la ambición de convertirse en una suerte de guardia pretoriana del régimen y devolverle violencia a los violentos que intentaban subvertir el nuevo orden (por esa época Carulla había reinterpretado a la obra de Georges Sorel a la luz de los acontecimientos que le tocaba vivir). El nombre escogido para denominar al proyecto de Carulla molestó a Roberto de Laferrère, que era el líder legítimo de la LR, y por ello la organización del médico entrerriano terminaría siendo rebautizada como "Agrupación Teniente General José Félix Uriburu".
Cuando el ímpetu revolucionario se hubo agotado, Carulla publicó el libro Valor ético de la Revolución del Seis de Setiembre, en donde vindicó al uriburismo y propuso implementar un sistema político corporativista, similar al que en su momento había diseñado Rómulo Amadeo. Llegó también a fundar un Partido Nacional, el cual debía funcionar como estructura única de la política que barriese con la partidocracia, pero terminó por disolverse e integrarse al Partido Demócrata Nacional, que era el instrumento electoral que utilizarían por más de una década los sectores conservadores de la sociedad argentina.
El médico nacionalista intentó que el PDN avalase a la lista de diputados nacionales que había armado para presentarse por el distrito de provincia de Buenos Aires en las elecciones legislativas de 1931, pero los caudillos de diversos municipios bonaerenses se aliaron para impedirlo. De ese modo, además de Carulla, quedaron afuera del Congreso de la Nación hombres destacados como el economista Alejandro Bunge, el periodista Justo Pallarés Acebal, el ingeniero Alberto Méndez Casariego y el jurisconsulto Sylla Monsegur, quienes también integraban la misma nómina de candidatos.
Bandera Argentina
En 1932 Carulla se embarcó en la empresa de editar otra publicación nacionalista. Así nació Bandera Argentina. Desde su redacción se focalizó en combatir el crecimiento del comunismo en el territorio nacional; a causa de ello pusieron mucho énfasis en defenestrar al internacionalismo.
Bandera Argentina fue muy elogiosa con Francisco Franco y Benito Mussolini, pero no así con Adolf Hitler, debido a la posición del NSDAP en materia de religión. Esto no impidió, sin embargo, que el gobierno alemán colaborase oportunamente con la publicación.
Giro conservador
La Segunda Guerra Mundial cambió la perspectiva de Carulla en relación al nacionalismo. Concretamente tres hechos influyeron en eso: el Pacto Ribbentrop-Molotov, la Batalla de Francia y el ataque a Pearl Harbor. Lo primero lo hizo sospechar acerca de cuan dispuesto estaba el nacionalsocialismo alemán a defender a la civilización occidental, mientras que lo segundo lo afectó a un nivel sentimental, ya que Carulla no había abandonado la francofilia que cultivó en su juventud (prueba de ello es que en la década de 1930 fue asiduo colaborador de la revista Latinidad, una publicación pro-francesa dirigida al público hispanohablante). La intervención de los EEUU en el conflicto bélico global terminó de convencer a Carulla de que la Argentina no podía mantener su neutralidad, sino que debía acompañar al bando de los Aliados. Su razonamiento era que el Eje, tarde o temprano, caería derrotado y la Argentina quedaría aislada internacionalmente por no haberse sumado a tiempo al equipo ganador.
A raíz de sus opiniones sobre política internacional se vio obligado a dejar Bandera Argentina a fines de 1941. Consiguientemente se acercó a los sectores conservadores con los que más afinidad tenía.
En 1943 publicó el libro Genio de la Argentina, una suerte de estudio sobre la idiosincrasia nacional en donde, desde una posición criollista, sostiene que el sector agropecuario era el mayor potencial que tenía el país para desarrollarse. De allí que el texto celebrase la cultura gauchesca.
Cuatro años después Carulla dio a imprenta otro libro, Latinoamérica en picada, en el cual lamenta que la Argentina haya perdido el rumbo de liderazgo continental que alguna vez supo tener y que la región sea incapaz de organizarse para aprovechar a su favor al escenario internacional post-bélico.
En relación al peronismo Carulla se posicionó como opositor en 1946. Posteriormente mostró algo de simpatía por el movimiento, pero cuando se desató el conflicto entre el presidente Juan Domingo Perón y la Iglesia Católica, Carulla optó por defender a su religión.
Tras jubilarse retornó a su provincia natal. Allí publicaría sus memorias, que fueron reeditadas más de una década después en una versión ampliada y corregida.
Bibliografía
- Problemas de la cultura. Buenos Aires: El Ateneo, 1927.
- Valor ético de la Revolución del Seis de Setiembre. Buenos Aires: Imprenta Belgrano, 1931.
- Genio de la Argentina. Deberes frente a la crisis político-social de nuestro pueblo. Buenos Aires: R. Medina, 1943.
- Latinoamérica en picada. Buenos Aires: Imprenta Chile, 1947.
- Al filo del medio siglo. Paraná: Llanura, 1951.
- El medio siglo se prolonga. Buenos Aires: Huemul, 1965.