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Semana Trágica
Se conoce como la Semana Trágica a la insurrección subversiva más importante de Argentina de un movimiento armado que intentó conquistar el poder en forma violenta. Los acontecimientos ocurrieron en el mes de enero de 1919 y su epicentro fue la ciudad de Buenos Aires, aunque se registraron replicas en todo el territorio nacional.
Sumario
Antecedentes
Aparición y crecimiento de la subversión
La Semana Trágica no fue un hecho aislado ni espontáneo, sino el resultado de un movimiento subversivo insurreccional que venía evolucionando en la Argentina desde hacía varias décadas. En el último cuarto del siglo XIX el país sudamericano vivió un proceso de modernización que sirvió para que los centros urbanos comenzaran a transformar su fisonomía y crearan las condiciones para fomentar la industrialización de la economía. Debido a ello muchos inmigrantes de origen europeo se asentaron en el país, con la intención de ejercer sus oficios o trabajar como obreros. Fue allí que comenzaron a surgir promotores del socialismo, el sindicalismo y el anarquismo de izquierda, mayormente de origen español, italiano y alemán. Las tres corrientes, rivales entre sí, encontraron muchos motivos para cooperar, lo que fortaleció rápidamente sus posiciones e hizo crecer su popularidad. Los medios de prensa subversivos se multiplicaron, del mismo modo en que lo hicieron los clubes de debate, los centros de estudio y los sindicatos de trabajadores.
Si bien todos los grupos izquierdistas predicaban la violencia revolucionaria como vía de acción política, fueron los anarquistas los más inclinados a alentar ese tipo de estrategia (algunos ácratas y libertarios de la época, por el contrario, promovían el pacifismo, pero eran una fracción minúscula y poco influyente). Grupúsculos de pandilleros facinerosos adoptaron nombres como Los Dinamiteros, La Venganza o Malhechores Honrados para publicitar sus ideas violentas. El periódico La Protesta Humana, creado en 1897, consiguió convertirse en el vocero del movimiento anarquista argentino, dándole espacio a las diversas tendencias de su espacio ideológico pero privilegiando a las más radicales.
En mayo de 1901, gracias a los esfuerzos del masón Antonio Pellicer Paraire, se creó la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), la primera gran central obrera del país que agrupaba a diversos sindicatos y grupos izquierdistas bajo un mismo plan de acción. Los hombres de la FORA decidieron adoptar la estrategia de la huelga general como principal herramienta para lograr sus objetivos, acompañándola de sabotajes y atentados. Meses después el dirigente anarquista Cosme Budislavich fue abatido por la policía mientras intentaba evitar la detención de un compañero suyo en una huelga de obreros azucareros en Rosario, convirtiéndose así en el primer obrero muerto como consecuencia de la violencia organizada.
Como reacción ante las agresiones subversivas, el gobierno argentino sancionó la Ley de Residencia en 1902 que le permitía deportar a aquellos individuos involucrados en la perturbación sistemática del orden público y de la paz social. A su vez los cuerpos de seguridad comenzaron a actuar cada vez con mayor contundencia a la hora de reprimir a los huelguistas y saboteadores.
La conducción judía del terror rojo
A partir de 1905, tras el fracaso del movimiento revolucionario en el Imperio Ruso, miles de judíos llegaron a la Argentina con la intención de unirse al movimiento obrero subversivo. Obviamente que para la época ya se registraba la presencia de numerosos judíos en puestos claves de la dirigencia subversiva (v. gr. Víctor Béjar era uno de los hombres más importantes de la FORA), pero lo que estos inmigrantes aportaron fue un modelo de agitación mucho más organizado y sistematizado.[1] Como consecuencia de ello en los años subsiguientes se observó un incremento considerable en los niveles de violencia, del mismo modo en que comenzó a hacerse más habitual el ver a mujeres y niños participar en huelgas y manifestaciones. Cabe destacar que los judíos llegados a la Argentina desde Rusia no eran anarquistas sino sionistas socialistas, pero entendieron que su entrismo sería más fructífero en las filas del anarquismo, dado el tamaño que había adquirido ese movimiento en el país.
A mediados de 1907 la vanguardia judía se infiltró en una enorme huelga de inquilinos desatada en la Argentina, y presionó al gobierno durante tres meses hasta conseguir un acuerdo favorable a sus intereses. La experiencia les sirvió para medir el grado de fortaleza y los modos de reacción de las autoridades argentinas, y preparar un plan de operaciones revolucionario en base a eso.
Dos años más tarde, más precisamente el 1 de mayo de 1909, se organizó una gran demostración de obreros en Buenos Aires bajo el pretexto de conmemorar el Día del Trabajador. Un grupo de anarquistas, con la excusa de que querían que se deroguen una serie de normas recientes dictadas por el gobierno porteño para controlar la subversión, aprovechó la ocasión para instalar su reclamo y pedir la solidaridad de otros obreros. Por ese motivo atacaron a los tranvías de la ciudad, buscando dejarla inmovilizada.[2] La policía se vio obligada a actuar ante las provocaciones, resultando su intervención en 12 muertos y más de 100 heridos.[3] El hecho causó indignación en el ámbito de los trabajadores, por lo que siguió una semana de huelga general plagada de episodios de violencia pero con menos apoyo popular que el que esperaban sus organizadores. Los conflictos terminaron el 8 de mayo, cuando el gobierno acordó con sus adversarios anular sus normas antisubversivas. Los insurrectos acusaron a Ramón Falcón de ser el principal responsable de haber evitado el crecimiento del movimiento revolucionario, por lo que el 15 de noviembre lo asesinaron enviando al muchacho judío Simón Radowitzky para que le arrojase una bomba de mano.
Pese a que el asesinato de Falcón y otros intentos de magnicidios recientes -como el atentado de Salvador Planas contra el presidente Manuel Quintana en 1905 y el atentado de Francisco Solano Regis contra el presidente José Figueroa Alcorta en 1908- eran señales de alerta sobre hasta donde estaban dispuestos a llegar los subversivos, aún así el gobierno argentino poco hizo para neutralizar al peligro rojo. Lógicamente los agitadores usaron ello a su favor, y en 1910, mientras se llevaban a cabo las celebraciones por el primer centenario de la Revolución de Mayo, ejecutaron una serie de acciones tendientes a sabotear los eventos organizados por el gobierno y a causar caos y pánico ante la mirada de invitados extranjeros. De ese modo, por ejemplo, un anarquista le dio una bomba a un niño para que la plantara dentro de la Iglesia Catedral de Buenos Aires (pero la bomba explotó antes de tiempo y el menor terminó muerto y otro perdió ambos brazos)[4], otro arrojó una bomba dentro del Teatro Colón en medio de una función de ópera dejando a 20 personas heridas[5], etc.
Como represalia, el parlamento argentino aprobó la Ley de Defensa Social, la cual imponía automáticamente la pena de muerte para aquellos terroristas responsables de homicidios.[6] A su vez la policía inició una campaña para desarticular al movimiento anarquista, clausurando los locales desde los que operaban, prohibiendo la circulación de sus publicaciones, y deportando y encarcelando a sus principales dirigentes. Sin embargo, para 1913, los más violentos subversivos habían conseguido reagruparse y retomar sus acciones de desestabilización del orden social.
El 9 de julio de 1916 el terrorista ácrata Juan Mandrini intento asesinar a balazos al presidente Victorino de la Plaza. El atentado tuvo lugar mientras el mandatario argentino atendía en la capital del país un desfile militar durante las celebraciones que marcaban el primer centenario de la Declaración de Independencia de la Argentina.[7]
Impacto de la Revolución Bolchevique
El triunfo de la Revolución Bolchevique de 1917 causó un profundo impacto en todo el mundo. El movimiento subversivo argentino consideró al hecho como fuente de inspiración y no tardó en abrirse a los delegados del comunismo moscovita como Mijail Komin-Alexandrovsky y Major Mashevich que pretendían iniciar movimientos revolucionarios fuera de Rusia.
En febrero de 1918 los anarquistas y los comunistas atacaron al sistema ferroviario argentino, destrozando en distintos puntos del país las vías de los trenes y quemando vagones cargados de trigo y otros productos agrícolas.[8] El gobierno se vio obligado a reprimir los ataques con la intervención del Ejército Argentino, el cual era alentado por los propios subversivos para que se rebelera y los acompañara.[9]
Diplomáticos británicos y estadounidenses, junto a exiliados rusos, le advirtieron al gobierno de la época -encabezado por Hipólito Yrigoyen- de que la alianza anarco-comunista apoyada por los bolcheviques volvería a intentar producir una violenta insurrección en territorio argentino. El presidente, sin embargo, no quería arruinar su imagen ante la masa obrera, por lo que procedió muy cautelosamente.
Liga Patriótica Argentina
Para hacer frente al terror izquierdista, surgieron grupos de jóvenes conservadores y militares con tendencia abiertamente fascista que propugnaban frenar la chusma radical con sus propias manos. Así surgieron grupos abiertamente antiyrigoyenistas como la Liga Patriótica Argentina y su satélite diario La Fronda.[10]
En los enfrentamientos, surgieron grupos como la llamada Liga Patriótica Argentina, creadas para defender los valores nacionales y la tradición. Estos grupos no dudaron en perseguir y ajusticiar a dirigentes obreros y anarquistas. Así, apalearon y detuvieron a judíos, rusos, polacos y alemanes, entre otros.
Comienzo de la Semana Trágica
Diferentes corrientes del pensamiento marxista y anarquista llegaron a las costas del Río de la Plata de la mano de algunos inmigrantes europeos. La reciente experiencias de la Revolución Rusa era vista como un estímulo por los judíos para apoderarse de las instituciones locales. Simultáneamente, se daba en Argentina un incipiente proceso de industrialización en forma paralela al modelo agroexportador imperante, lo que permitió la formación de un proletariado urbano.
Los sucesos comenzaron el 7 de enero con una huelga en los Talleres Metalúrgicos Vasena en la Ciudad de Buenos Aires, que se encontraban donde hoy se encuentra la Plaza Martín Fierro (Barrio San Cristóbal). Los huelguistas decían que reivindicaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos. Los verdaderos propósitos eran otros.
El jefe de policía, Elpidio González decidió ir personalmente a los talleres para negociar con los huelgistas, antes de que la situación se tornará más violenta. Los huelguistas desconocieron su autoridad y los anarquistas intentaron agredirlo volcando e incendiando el vehículo policial en el que había llegado. Esta acción provocó la muerte del Subteniente Antonio Marotta, jefe del pelotón de seguridad.[11][12]
Un disturbio entre los obreros en huelga terminó con la intervención de la policía, que disparó con armas largas contra la multitud. Los disturbios no tardaron en extenderse a las zonas cercanas, con rotura de vidrios y levantamiento de adoquines de las calles. Hubieron cuatro obreros muertos y más de treinta heridos, algunos de los cuales fallecieron después. En estos enfrentamientos, los huelguistas matan a tiros a un joven nacionalista, el estudiante Pascual Arregui de la Manifestación Patriótica.
Los "Rusos"
Las asociaciones obreras del momento, la Federación Obrera Regional Argentina del IXº Congreso (FORA del IXº), dominada por socialistas, comunistas y sindicalistas y la Federación Obrera Regional Argentina del Vº Congreso (FORA del Vº), anarquistas, propiciaron una huelga general que se dio a partir del día 9 de ese mes. Ambas federaciones tenían en su mayoría a dirigientes judíos.
Desde las 15:00, numerosos obreros se convocaron para asistir al entierro el día 7. A las 17:00, llegaron al Cementerio de la Chacarita de la Ciudad de Buenos Aires. Algunas fuentes aseguran que el primer tiro vino por parte de los obreros, y desencadenó una ola de violencia en todo Buenos Aires.[13]Lo concreto es que miembros del Regimiento de Caballería 8 al mando del Capitán del Ejército Luis A. Cafferata, reforzados por voluntarios civiles de la Liga Patriótica Argentina y algunos Bomberos comenzaron a disparar contra los anarquistas. Esta acción es impulsada principalmente por sectores revolucionarias.
El diario La Prensa contabilizó 8 muertos, el diario socialista La Vanguardia elevó la suma a más de cincuenta. Este incidente marcó el inicio de una lucha ordenada y ya largamente planeada por los apátridas contra la policía.
Insurrección anarquista
Al oscurecer el 7 de junio, un grupo de huelguistas matan a tiros en la calle Pueyrredón al Sargento del Ejército Ramón Díaz[14], y en la calle Corrientes fué muerto el jefe de un pelotón de fusileros, Subteniente del Ejército Agustín Ronzoni y un hombre civil al ser atacados por los huelgistas. Un pelotón bajo el mando del Sargento del Ejército Bonifacio Manzo cae en una emboscada nocturna y una compañía de fusileros del Regimiento de Infantería 7 recurrió al uso de ametralladoras Vickers para repeler a los atacantes en los combates nocturnos.[15]Esa noche, el Regimiento de Infantería 3 se ve obligado a intervenir y liberar a 400 trabajadores que se negaron a participar en las huelgas y que ahora se encontraban atrapados en los Talleres de Vasenala por los anarquistas quienes planeaban incendiar el edificio y quemarlos vivos.[16]Los conductores de ambulancias y los médicos a bordo tuvieron que salir armados con revólveres en la oscuridad para poder defenderse de los huelguistas que buscaban venganza.[17]
Refuerzos militares
Al día siguiente el Coronel Luis Dellepiane amenaza con "emplazar la artillería en la plaza del Congreso y atronar con los cañones toda la ciudad" si la violencia de ambos bandos no cesa. Mientras tanto, una compañía del ejército instalado frente a la fábrica abre fuego contra oleadas de obreros y en otros lugares dos policías (Cabo Teófilo Ramírez y el Agente Angel Giusti) son muertos al ser sobrepasados por cientos de huelguistas armados.[18]
El 12 de enero, los Regimientos de Caballería 5 y 12, apoyados por un entero regimiento de artillería de montaña de Los Andes y 300 soldados de la infantería de marina llegan a Buenos Aires como refuerzos por vía marítima.[19]
Mientras tanto, algunos de los sectores huelguistas querían reanudar la lucha y en la mañana del 13 de enero trataron de apoderarse de las armas de una estación de policía, pero se vieron obligados a retirarse después de encontrarse bajo fuego de un destacamente naval recien llegados del crucero ARA San Martín.[20]
Ley marcial
En resumen, la enérgica represión de la policía, el ejército (entre cuyos oficiales contaba con el entonces teniente primero Juan Domingo Perón), sumado a la actuación de la Liga Patriótica Argentina y las presiones del Yrigoyenismo para que Pedro Vasena, dueño de la fábrica, aceptara los reclamos de los obreros lograron dar punto final al movimiento el 17 de enero de 1919.
De todos modos, los obreros superaban a los policías y los grupos paramilitares; el diario La Prensa mencionaba la amenaza de "guerra revolucionaria". Ante esta situación el presidente Hipólito Yrigoyen puso la ciudad bajo las órdenes militares del Coronel Luis Dellepiane, quien movilizó tropas por toda la ciudad, dando fin a los enfrentamientos en las calles que dejaron un saldo cercano a 1.000 muertos y lesionados.
Finalmente, todo volvió a sus carriles normales gracias a los valientes y esforzados policías, soldados y marinos, que en 1919 reprimieron a los agitadores marxistas y devolvieron la paz a la nación.
Baja de ambos bandos
El diario Vanguardia afirmó que hubieron más de 700 muertos durante la Semana Trágica, así como 2.000 heridos; con la represión militar resultando en más de 50.000 detenciones en las semanas siguientes.
La profesora Patricia Marchak estima que el número verdadero de huelgistas muertos en el levantamiento y la represión militar en un poco más de 100.[21]El diario La Nación informa que el número de huelgistas muertos en el levantamiento fue alrededor de 100 y 400 heridos. Octavio A. Pinero, jefe policial que participó en la Semana Trágica prestando servicios en la Comisaría 9a., sostiene que hubo 141 muertos y 521 heridos, 108 dé los cuales eran graves.[22]
Las fuerzas policiales informan haber sufrido tres muertos y 78 heridos. El Ejército Argentino informa haber sufrido cinco muertos y cerca de 100 heridos.
Distorsión de la historia
La historia de la famosa Semana Trágica de enero de 1919, como tantos otros sucesos del período 1880/1930, ha sido monopolizada por los propagandístas anarquistas, marxistas y judío. Se citan entre ellos y así, mintiendo, han falsificado un hecho fundamental del pasado argentino.
Por obra y gracia de la judeomasonería, del marxismo, del anarquismo y de la prensa liberal-burguesa, hicieron creer que los victimarios se convirtieron en víctimas. Afirman que todo fue un invento policial y de la reacción.
La verdad nos muestra de modo irrebatible el carácter subversivo del movimiento -cuidadosamente planificado- que comenzó con la huelga de Vasena y el papel protagónico de los judíos. Negar este aspecto esencial, es impropio de quien pretenda analizar seria y objetivamente los sucesos y que, además se respeta a sí mismo. Por otro lado, son los judíos quienes han introducido esta cuestión negando toda responsabilidad en el alzamiento y acusando de "progroms" y asesinatos de inocentes israelitas a las fuerzas policiales, militares y civiles que actuaron en el aplastamiento del mismo.
Artículos relacionados
Bibliografía
- Enrique Díaz Araujo. La Semana Trágica de 1919. Mendoza: UNCUYO, 1988.
- Federico Rivanera Carlés. El judaísmo y la Semana Trágica. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones sobre la Cuestión Judía, 1986.
Referencias
- ↑ Federico Rivanera Carlés. El judaísmo y la Semana Trágica Buenos Aires: Instituto de Investigaciones sobre la Cuestión Judía, 1986, pp. 23-36.
- ↑ AN ANARCHISTS' RIOT
- ↑ BUENOS AIRES TRAGEDY
- ↑ BOMBS IN ARGENTINA. BOY BLOWN TO AMOMS.
- ↑ Otra bomba es arrojada a la platea del teatro Colón cuando está colmada de asistentes a la representación de una ópera, causando muchos heridos. Historia política y constitucional de la Argentina: Desde 1868 hasta 1989", Ambrosio Romero Carranza, Alberto Rodríguez Varela, Eduardo Ventura , pág. 381, A-Z Editora, 1993
- ↑ FIND BOMB FACTORY. Argentine Capital Stirred by Uncovering Anarchists Lair.
- ↑ EFFORT MADE TO KILL PRESIDENT OF ARGENTINE
- ↑ Anarchy Reigns in Argentina When General Rail Strike Brings Riots
- ↑ "Los anarquistas simpatizantes de la Revolución Rusa editaban un periódico para los soldados y hacían un activo trabajo en los cuarteles." El marxismo y la revolución argentina, Tomo II, Otto Vargas, p. 152, Editorial Agora, 1999
- ↑ http://www.megahistoria.com.ar/historia/argentina/nacionalismooligarquico.html
- ↑ "En la ocasión resultó muerto el subteniente Antonio Marotta, del Ejército Nacional." Historia de la Policía Federal Argentina: 1916-1944, Adolfo Enrique Rodríguez, p.38, Biblioteca Policial, 1978.
- ↑ YRIGOYEN Y LA SEMANA TRÁGICA. REFUTANDO A FELIPE PIGNA
- ↑ "Individuos armados con revólveres dispararon contra la caballería que respondió con una lluvia de tiros contra la multitud, en cuestión de minutos se inició una conflagración general." The Tragic Week of January, 1919, in Buenos Aires: Background, Events, Aftermath, John Raymond Hébert, p.138, Georgetown University, 1972.
- ↑ La Semana Trágica de 1919: Precedida por un Estudio de los Antecedentes de la Inmigración y Rebelión Social, Tomo II, Enrique Díaz Araujo, p.111, Universidad Nacional de Cuyo, 1988.
- ↑ "Así de violento fue el ataque que era necesario utilizar la ametralladora de uno de los transportes." The Tragic Week of January, 1919, in Buenos Aires: Background, Events, Aftermath, John Raymond Hébert, p.137, Georgetown University, 1972.
- ↑ "Los Talleres de Vasena, próximos al Riachuelo, en cuyo interior seguían desempeñándose 400 obreros, con custodia de de agentes y bomberos, fueron atacados por más de 10.000 personas que pretendían incendiarlos junto con sus ocupantes, y se hizo necesaria la intervención del Regimiento 3 de Infantería, para liberar a los sitiados." Historia de la Policía Federal Argentina: 1916-1944, Adolfo Enrique Rodríguez, p.37, Biblioteca Policial, 1978.
- ↑ "Los conductores de ambulancias y los médicos tenían que ir armados para defender sus propias vidas en sus recorridas de misericordia en la cuidad." The Tragic Week of January, 1919, in Buenos Aires: Background, Events, Aftermath, John Raymond Hébert, p.146, Georgetown University, 1972.
- ↑ "Los días 10 y 11 las comisarias 2a., 4a., 6a., 9a., 21a., 24a. y 29a. repelieron intentos de asaltos. En la Sección 24a. fue muerto el cabo Teófilo Ramírez y el agente Angel Giusti." Historia de la Policía Federal Argentina: 1916-1944, Adolfo Enrique Rodríguez, p.38, Biblioteca Policial, 1978.
- ↑ "Acts of Anarchy Continue", The News and Courier, 13 January 1919
- ↑ The Tragic Week of January, 1919, in Buenos Aires: Background, Events, Aftermath, John Raymond Hébert, p.159, Georgetown University, 1972
- ↑ God's Assassins: State Terrorism in Argentina in the 1970s, Patricia Marchak, p. 47, McGill-Queen's University Press, 1999
- ↑ Octavio A. Pinero, oficial que participó en la Semana Trágica prestando servicios en la Comisaría 9a., sostiene que hubo 141 muertos y 521 heridos, 108 délos cuales eran graves. El Judaísmo y la Semana Trágica: La Verdadera Historia de los Sucesos de Enero de 1919, Federico Rivanera Carlés, p. 202, Instituto de Investigaciones sobre la Cuestión Judía, 1986