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Acción Republicana (Argentina)
Contexto
José Félix Uriburu -tras asumir la presidencia de la nación en septiembre de 1930 por intermedio de una revolución cívico-militar que desplazó al radical Hipólito Yrigoyen- propuso la creación de un partido único para acabar con los faccionalismos políticos, cerrar las grietas sociales y conseguir la unidad nacional que sería la base para que la Argentina alcanzase la prosperidad. Sin embargo la iniciativa uriburista solamente fue aceptada por sus seguidores más cercanos. El resto de las fuerzas que lo apoyaban desestimaron la idea, creando en su lugar a la Federación Nacional Democrática, una coalición que reunía al sector antiyrigoyenista de las fuerzas partidocráticas.
En abril de 1931 se realizaron las elecciones para escoger a un nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires, en lo que sería el primer testeo electoral del nuevo régimen. A la disputa concurrieron los miembros de la FND y la UCR, obteniendo estos últimos el triunfo.
El episodio causó preocupación en el gobierno, porque la decisión popular bloqueaba al proceso de regeneración en el que se suponía que había entrado el país. Como consecuencia Uriburu fue juzgado por sus aliados como un líder incapacitado para llevar el mando, lo que los alentó a reorganizarse para trabajar por el retorno del sistema demoliberal (pero en una versión manipulada que sólo favorecía a los plutócratas).
Origen
Ante el peligro de la deriva ideológica de la Revolución de 1930, un grupo de destacadas personalidades comandadas por el poeta Leopoldo Lugones creó a la Acción Republicana para tener una plataforma desde la cual presionar al gobierno. El objetivo final era demostrarle a Uriburu que contaba con gente dispuesta a apoyarlo para que realice una serie de reformas necesarias para el país.
AR se posicionó así como un grupo de apoyo crítico a Uriburu en un momento en que el militar contaba solamente con la adhesión de los más cercanos a él (nucleados en torno a la Legión Cívica Argentina) y era despreciado por sus opositores y abandonado por sus aliados.
Ideario
Lugones redactó un programa de gobierno que incluía sugerencias para diez áreas diferentes de gestión, el cual fue refrendado por todos los integrantes de AR. La idea de fondo era promover numerosas transformaciones que sirviesen para introducir el corporativismo en la Argentina.
Entre las propuestas se destacaba el fomento del nacionalismo económico, señalando que era vital para el país que se lograse la soberanía energética y se protegiese al mercado interno. En el plano social se exhortaba a que el Estado intervenga en la organización de sindicatos, permitiese la creación de universidades de gestión privada y desarrollase obras de infraestructura que le garantizasen a los ciudadanos el acceso al agua potable y otros servicios esenciales.
El programa incluía además un preámbulo en el que se indicaba que los grandes males nacionales del momento eran el avasallamiento del campo por parte de las ciudades, el mantenimiento de una burocracia estatal enorme e ineficiente, y la carencia de gente debidamente capacitada en los puestos de gobierno. Allí también se destacaba que la Constitución Nacional de 1853 era letra muerta debido a la violación sistemática que había sufrido durante décadas, por lo que se daba a entender que era necesario sancionar una nueva carta magna.
AR denunció que los más beneficiados del enfrentamiento faccionalista al que se pretendía volver terminarían siendo los comunistas, quienes, auspiciados por la URSS, estaban esperando entre las sombras al momento adecuado para avanzar en contra de la revolución nacionalista.
Miembros
Además de Leopoldo Lugones, en AR participaron muchos hombres vinculados al periódico La Nueva República como los hermanos Julio Irazusta y Rodolfo Irazusta, y los intelectuales Mario Lassaga, Ernesto Palacio, Justo Pallarés Acebal, César Pico y Lisardo Zía.
Otros miembros importantes que formaron parte de AR fueron Carlos Obligado, Juan Carlos de Abelleyra, José Mauricio Acevedo, Arturo Ameghino, Oscar Allaría Amézaga, Jorge Atwell de Veyga, Horacio Boneo Pico, Pablo Buglioni, Lisandro Galíndez, Angelino Zorraquín, Santiago Lugones y Castelfort Lugones.
Disolución
El lanzamiento de la candidatura presidencial de Agustín P. Justo inició un periodo negro de la historia argentina que la historiografía luego denominó "Década Infame". Lógicamente ello tuvo lugar, entre otras cosas, por el fracaso de AR para conseguir ser escuchados por quien todavía ostentaba el poder en el país.
Pese a su falta de éxito en relación a la concreción de sus objetivos, el mérito que tuvo AR fue haber articulado de un modo coherente una serie de ideas que flotaban en el ambiente a principios de la década de 1930 y que serían vindicadas por muchas agrupaciones y personalidades nacionalistas en los años subsiguientes.
