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Monumento a los Caídos (Pamplona)
El Monumento a los Caídos o el nombre oficial Navarra a sus Muertos en la Cruzada, como figura en su fachada, aunque hoy se encuentra ocultado y se denomina Sala de Exposiciones Conde Rodezno, es un edificio en memoria de los navarros muertos del bando franquista en la Guerra Civil Española, que se encuentra en pleno centro de la ciudad de Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra y hoy día acoge exposiciones municipales.
Sumario
Combatientes del bando franquista
Navarra en los años treinta era un territorio agrícola, conservador y católico. Las derechas, y sobre todo el tradicionalismo carlista (Comunión Tradicionalista), identificaron su acción política con los valores religiosos, llevando a desechar el Estatuto Vasco-Navarro, por no estar de acuerdo con el laicismo de la constitución republicana de 1931, y a considerar que la acción de la República era antirreligiosa.
Esto llevó a la radicalización y la organización de grupos como los requetés, que realizaban maniobras de instrucción militar, tras el monte Ezcaba y en las sierras de Andía y de Urbasa. El respeto por los valores religiosos en la acción política consiguió incrementar la fuerza electoral del voto derechista que se elevó del 64,3 al 69% entre 1931 y 1936. En las elecciones de febrero de 1936, cuando venció en el conjunto de España el Frente Popular, en Navarra todos los escaños fueron para la coalición derechista.
El general Emilio Mola llegó a Pamplona el 14 de marzo de 1936, destinado como gobernador militar cuando ya había sido designado en Madrid como cabeza de la insurrección. Por mediación de Raimundo García García "Garcilaso", director del Diario de Navarra, se pusieron en contacto, en mayo, el sector militar de Mola con los carlistas, para aunar acciones en el mismo sentido. Las conversaciones llegaron a un punto muerto en junio, por lo que el conde de Rodezno, Tomás Domínguez Arévalo, a la sazón ex presidente de la Junta Suprema del Tradicionalismo aconsejó a Mola contactar directamente con la Junta Regional que estaba presidida por Joaquín Baleztena. Este rebajó las condiciones de la cúpula carlista, comprometiéndose a participar a cambio del uso de la bandera monárquica y el control de los ayuntamientos de Navarra.
El acuerdo no se logró ya que Mola requería la aprobación de la Junta Suprema y del regente Javier de Borbón-Parma. Fue en los sanfermines de ese año cuando se puso totalmente a punto la conspiración, ya que bajo el pretexto de acudir a las fiestas llegaron militares de todas las graduaciones provenientes de distintos puntos de España. Seis días antes del asesinato de José Calvo Sotelo (que tuvo lugar el 13 de julio), existían dos cartas del general José Sanjurjo a Mola y a Fal Conde con la propuesta de presidir él mismo un gabinete estrictamente militar con el objetivo de poner fin al sistema liberal y parlamentario. El 14 de julio, la Comunión Tradicionalista, así como la Falange de las JONS dieron su apoyo a la sublevación.
Mola contaba bajo su mando con el Regimiento de Infantería América nº 14, mandado por el coronel José Solchaga Zala, el Batallón de Montaña Sicilia nº 8, el Grupo mixto de Zapadores y Minadores y en Estella, con el Batallón de Montaña Arapiles nº 7. El general tenía pensado mezclar la tropa con los requetés para neutralizar a los que no estuvieran de acuerdo con el golpe de Estado. Sí tenía la certeza del seguimiento de los oficiales, así como de las fuerzas de Orden Público de la provincia, con los jefes de los Carabineros y Guardias de Asalto, policía gubernativa y policía municipal. Sólo el comandante de la Guardia Civil José Rodríguez-Medel Briones permaneció leal al gobierno republicano, a pesar de que sus alertas al mismo, comunicando personalmente al presidente del Consejo de Ministros Santiago Casares Quiroga la conspiración en ciernes, no tuvieron éxito, ya que se confiaba en la lealtad de Mola. Cuando Diego Martínez Barrio decidió negociar un acuerdo, el golpe de Estado era un hecho.
Reclutamiento
Navarra fue desde el inicio de la guerra un extraordinario centro de reclutamiento de voluntarios. Sin embargo, en total, la aportación en número de hombres, fue semejante a la de otras provincias españolas. Ni las condiciones físicas, ni la edad fue condicionante para el reclutamiento, con constancia de combatientes de quince años y de una persona coja de ambas piernas.
Durante los tres años de guerra empuñaron las armas por el bando nacional más de 16.000 requetés y unos 6.500 falangistas. A ellos hay que sumar los 18.000 navarros que fueron llamados a filas. En total se formaron 31 batallones de voluntarios, integrados por 24.000 hombres. El regimiento América dio lugar a unos diez batallones, el Arapiles formó ocho y el Sicilia seis.
Según cifras oficiales murieron en combate unos 4.545 navarros que figuran nominalmente en el libro 1936-1939. Caídos por Dios y por España. Navarra, publicado por la jefatura Provincial del Movimiento de Navarra en marzo de 1951, por el gobernador civil de Navarra Luis Valero Bermejo. De ellos, aproximadamente 1.766 eran soldados, 1.700 requetés y 1.074 falangistas.
Muchos se alistaron en las famosas Bandera General Sanjurjo y en la Legión Española. A falta de estudios, es imposible saber cuántos de los supuestos voluntarios lo fueron realmente.
Jimeno Jurío reproduce sus cifras en la publicación realizada en 1982, detallando por merindades los 4.535, que fallecieron en su mayoría en el frente del norte de Guipúzcoa y Vizcaya y en menor medida, 1.700 combatientes, una vez finalizado este frente en 1937.
El edificio
Se encuentra en el Segundo Ensanche de Pamplona, realizado en 1942, tras la Guerra Civil Española, cuyos arquitectos fueron José Yárnoz y Víctor Eusa. Es una obra conmemorativa de esta guerra, en homenaje a los muertos del bando franquista, especialmente de los requetés caídos en los combates, con una planta central en forma de cruz griega cubierta por una gran cúpula que se convierte en el elemento fundamental, con linternas laterales, pórtico hexástilo de columnas de fuste cuadrado liso, rematado por un frontón mixtlíneo.
Estilísticamente supone el retorno a un clasicismo austero, más cercano a Yárnoz que a Eusa. El exterior provoca una sensación de pesadez y cierta desproporción, que contrasta con la ligereza y amplitud del interior.
En su cripta se encuentran enterrados dos militares que se contaron entre los máximos responsables del pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 contra la Segunda República en 1936, cuyo fracaso parcial desencadenó la Guerra Civil: Emilio Mola que se encontraba de Gobernador Militar en Pamplona y José Sanjurjo, pamplonés y que estaba en el exilio en Estoril, Portugal, por el intento de golpe de Estado de 1932 (La Sanjurjada).
En el interior, en sus paredes, se encuentran inscritos los nombres de los navarros fallecidos en combate del llamado bando Nacional. En la parte interior de la cúpula hay varias pinturas alegóricas a los requetés realizada por Ramón Stolz Viciano que como se afirmaba en un escrito entonces En torno a la figura de San Francisco Javier, ha querido representar el espíritu religioso y guerrero de la Navarra inmortal, que desde la época de las Cruzadas hasta nuestros días vivió, rezó y supo morir por Dios y por la Patria.
El edificio fue donado recientemente por el obispado al ayuntamiento, con la condición de no retirar ni modificar ningún elemento de forma definitiva. Por ello el Ayuntamiento de Pamplona, gobernado entonces por una coalición de la derecha política navarra, Unión del Pueblo Navarro y Convergencia de Demócratas de Navarra, realizó una restauración manteniendo todos los elementos, aunque ocultando tanto los escudos franquistas exteriores, la inscripción y nombre del edificio frontal, así como las inscripciones del interior. En estos momentos se utiliza como lugar de exposiciones temporales.
Plaza Conde de Rodezno
A raíz de la construcción del edificio se promulgaron unas ordenanzas especiales que definían las fachadas para conseguir una plaza con un conjunto unitario, la actual Plaza Conde de Rodezno (inicialmente en recuerdo del político franquista Tomás Domínguez Arévalo, pero para aplicar la vengativa Ley de Memoria Histórica desde marzo de 2009 es en recuerdo al Conde de Rodezno de forma genérica[1]). A partir de 1947 se fueron construyendo los distintos edificios que lo rodean. Diseñados por Luis Felipe De Gaztelu Jacôme que realizó el primero y posteriormente por los arquitectos Eugenio Arraiza, Francisco Garraus, Javier y Serapio Esparza y Víctor Eusa.
A diferencia de las fachadas delanteras, las traseras son de diseño libre y ahí se aprecian los distintos estilos de los autores. En esa época se construyeron los dos anexos laterales y unidos al Monumento por arquerías, como son la Parroquia de Cristo Rey y la Casa Parroquial que es de 1962 y el último en ser realizado. Ambos son de Yárnoz y Eusa.
Odio marxista
El edificio es un conjunto que cierra la emblemática avenida de Carlos III el Noble, que hoy es peatonal con gran presencia en la cabecera de esta calle.
La simbología de la época franquista no ha sido retirada, pero se ha ocultado con maderas y carteles. La retirada de simbología franquista es obligatoria por una revanchista ley en Navarra desde la publicación de la Ley de Símbolos de Navarra del 2003, que tiene, a este respecto, la siguiente disposición transitoria única:
En el plazo de un año desde la entrada en vigor de esta Ley Foral, las autoridades en ella referidas procederán a la retirada y sustitución de la simbología propia del régimen franquista. Aquellos símbolos que estén integrados en edificios declarados de carácter histórico-artístico serán sustituidos y enviados para su custodia a la Institución Príncipe de Viana, salvo que resulte materialmente imposible la operación de sustitución.
Referencias
Bibliografía
- Varios autores (2005). Historia de los barrios de Navarra. Pamplona: Analecta edciones y libros SL.
- Varios Autores (2006). Guía de arquitectura de Pamplona y su Comarca. Pamplona: colegio oficial de arquitectos Vasco-Navarro.
- (2005) Pamplona metropoli 1930...modernidad & futuro. Pamplona: colegio oficial de arquitectos Vasco-Navarro.
- Vázquez de Prada Tife, Mercedes (1993). "La guerra civil", Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona: Diario de Navarra.