Progresismo

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La humanidad no representa, tal como hoy se cree, una evolución hacia algo mejor, más fuerte, más elevado. Lo que ahora llaman "progreso", no es más que una idea moderna y por lo tanto, una idea falsa.

Friedrich Nietzsche, El Anticristo, 4.

El término progresismo define a la ideología que cree en un desarrollo social mediante los avances científicos, tecnológicos y económicos.

En general, y en la actualidad, el término es un eufemismo con el que los marxistas culturales y otros adherentes de la izquierda política se autodenominan pretendiendo mostrar con ello que sus ideas están a favor de un supuesto "progreso", cuando en realidad sus ideas han sido probadas como retrógradas y no funcionales.

Históricamente se ha compuesto por las doctrinas del liberalismo cultural y el socialismo. El término se ha conceptuado como opuesto al de conservadurismo aunque esto es una sobresimplificación.

Los autodenominados progresistas pretenden modificar el estado actual de las cosas con el objetivo de "el cambio por el cambio"; en el que cambiar es algo positivo por sí mismo. No existe más sustento teórico que esta afirmación sin sentido (Argumentum ad novitatem), siendo la religión para los progresistas, uno de los escollos más grandes en el logro de este objetivo.

Contexto histórico

El "progreso indefinido" es una idea de origen iluminista, que tiene antecedentes en las culturas de Próximo Oriente a la par que la civilización y se procuró legitimidad teórico-racional durante la Ilustración y la Revolución francesa del siglo XVIII. Se basa en la noción de que el ser humano procede de un pasado "enfermo", "sucio", "ignorante" y "primitivo", y que poco a poco se dirige hacia un futuro "sano", "limpio", "culto" y "avanzado". La arqueología, no obstante, sugiere más bien lo contrario, a saber: que la civilización ha provocado la caída del ser humano del estado de gracia, haciéndolo un ser cada vez más débil, enfermo y dependiente de la tecnología que ha creado. La idea de las tradiciones religiosas era similar: existió una "Edad de Oro" edénica (Satya o Krita Yuga para los hindúes) en la que el ser humano era más perfecto, y tras la cual sucede un trauma que causó la degeneración humana y la aparición de la miseria y la enfermedad, culminando en la Edad de Hierro (Kali Yuga para los hindúes). A pesar de esto, la espiral industrial en la que está sumida la humanidad sigue propagando la falacia de que el crecimiento económico infinito es viable, que la torre de Babel puede ascender indefinidamente, que las cosas van a mejor y, en suma, que el ser humano "ha mejorado".

De esta manera, los liberales burgueses de la Ilustración francesa fueron progresistas a ojos de los monárquicos partidarios del régimen absolutista. El Absolutismo fue dejando paso a monarquías y repúblicas más o menos constitucionales. Pero para ciertos sectores de la izquierda más radical, estos cambios siguieron siendo exiguos. Los liberales cambiaron el papel y pasaron a ser "conservadores" ante las ideas más revolucionarias aún de la izquierda política. Así es como actualmente se asocia a la izquierda marxista con el progresismo.

Antirreligión

Cuando observamos atentamente las expresiones de quienes quieren excluir o sacar la religión de la vida social, podemos leer entre líneas un pensamiento básico expresado por medio de distintas sentencias.

Esas expresiones áridas que se inician con frases hechas como "Hemos llegado al siglo XXI, estamos en la época de la computadora y la Internet, los hombres han llegado a la Luna..." y que continúan con sugerencias como "debemos ser modernos, armonizar con la época, no quedar rezagados en el tiempo…", conducen siempre a la misma conclusión. Dado que vivimos en una época "muy avanzada", no deberíamos prestar atención a "las normas y principios predeterminados hace cientos de años", o bien, por lo menos, deberíamos revisarlas de acuerdo con los parámetros de la época "avanzada" en que vivimos.

En resumen, este pensamiento común se apoya en el supuesto de que las fuentes religiosas son anticuadas y no pueden explicar la época "avanzada" en la que estamos.

En lo esencial, en esta idea yace la suposición de que la gente actual es intelectualmente más desarrollada que la que vivió hace cientos o miles de años. Este concepto conduce a la conclusión de que las sociedades antiguas, son intelectualmente retrógradas y menos talentosas que las del hombre moderno.

En este caso les resultan muy provechosos los conceptos de "época avanzada - época atrasada". De aquí se asume que las sociedades modernas son mentalmente más adelantadas que las antiguas debido a que "superaron" las religiones.

Como resultado de todo esto tomó cuerpo una terminología convencional que da pie a una falsa dicotomía. Quienes desean obrar plenamente de acuerdo con la religión, son definidos como "conservadores". Quienes rechazan a las religiones o las consideran como "fuera de moda", son llamados "progresistas". Para los que aplican esta terminología, ser "conservador" es el peor de los defectos y ser "progresista" es la mayor de las virtudes.

La utopía de Broca

Uno de los defensores más radicales de la evolución de la mente a través del uso de las herramientas fue el antropólogo evolucionista francés Paul Broca. Al sostener la creencia de que "las tribus primitivas tenían volúmenes cerebrales más pequeños debido a su retraso intelectual", dijo que las civilizaciones europeas alcanzaron mayor volumen cerebral gracias a la "civilización avanzada" a que dieron lugar. Fijó el punto de inflexión de esta "civilización europea avanzada" en el siglo XII. Empezó a excavar los cementerios de París para descubrir "cuánto habían aumentado los volúmenes cerebrales europeos" entre los siglos XII y XIX. Asumió que el promedio de los cráneos de los cadáveres enterrados en el siglo XII sería significativamente menor que el de los enterrados en el siglo XIX. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, sus averiguaciones finalizaron en un completo fracaso. El promedio de 1426 cc del siglo XII decreció a 1409 cc en el siglo XVIII y aumentó a 1462 cc en el siglo XIX. No obstante, un simple cálculo mostraba que las variaciones de los promedios eran un resultado natural de diferencias estadísticas.

¿Civilización o decadencia?

Frente a la idea de que la civilización y el desarrollo tecnológico representa una forma superior de la humanidad, numerosos pensadores, como Oswald Spengler, han sostenido que la técnica ha ocasionado consecuencias perjudiciales para el hombre.

En La sociedad industrial y su futuro, el matemático neoludita Theodore Kaczynski expone su análisis crítico del desarrollo de la sociedad contemporánea, en el cual sostiene que el desarrollo tecnológico de las sociedades humanas posterior a la Revolución industrial han supuesto un desastre para la humanidad,​ en parte porque el sistema tecnoindustrial "tiene que obligar a la gente a comportarse de un modo que está cada vez más alejado de los patrones naturales de la conducta humana".​ Kaczynski afirma que la tecnología ha tenido un efecto desestabilizador en la sociedad, ha hecho que la vida no sea satisfactoria y ha causado un sufrimiento psicológico generalizado. Sostiene que debido a los avances tecnológicos, la mayoría de las personas dedican su tiempo a actividades inútiles que él llama "actividades sustitutivas", en las cuales las personas luchan por objetivos artificiales.

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