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Tártaro
En la mitología griega, el Tártaro (Tartărus, y este del en griego antiguo, Τάρτᾰρος, Τάρταρος; romanización, Tártăros, Tártaros; pronunciación, clásica: tártaros, Koiné: tˈartaro̞s, bizantina: tˈartaros), es un profundo abismo descrito como «oscuro y situado en el fondo de la tierra» usado como una mazmorra de sufrimiento y una prisión para los titanes. Se encontraba bajo el inframundo o Hades, tan profundo a este como la Tierra, Gea, lo estaba del Cielo, Urano.
Según el Fedón (ca. 400 AEC.) de Platón, el Tártaro era el lugar donde las almas eran juzgadas después de la muerte y donde los malvados eran castigados. En la Teogonía de Hesíodo, Tártaro es el tercero de los dioses primordiales en existir, después de Caos y Gea, pero anterior a Erebo.
Desde el punto de vista cosmológico, el Tártaro era la región subterránea ubicada en las entrañas de la Tierra, como opuesto a la cúpula del cielo, que se situaba sobre ella. Hesíodo lo denomina tanto como en género neutral Τάρταρα (para referirlo como un lugar) como Τάρταρος, en calidad de personificación divina y progenitor de una prole.
Mitología griega
En la mitología griega, el Tártaro es tanto una deidad como un lugar del mundo inferior, más profundo incluso que el Hades. En antiguas fuentes órficas y en las escuelas mistéricas es también la «cosa» ilimitada que existió primero, de la que nacieron la luz y el cosmos. En su Teogonía, Hesíodo cuenta que Tártaro era una de las deidades primordiales, junto con Caos, Gea y Eros. También asevera que un yunque de bronce caerá desde el cielo durante nueve días hasta alcanzar la Tierra, y que tardará nueve días más en caer desde ahí al Tártaro. En la Ilíada, Zeus dice que el Tártaro está «tan por debajo del Hades como la tierra lo está del cielo». Al ser un lugar tan alejado del sol y tan profundo en la tierra, está rodeado por tres capas de noche, que rodean un muro de bronce que a su vez abarca el Tártaro.
Mientras que el Hades es el hogar de los muertos, el Tártaro tiene además una serie de habitantes. Cuando Cronos, el Titán reinante, tomó el poder, encerró a los Cíclopes y Hecatónquiros en el Tártaro. Zeus los liberó para que le ayudasen en su lucha con los Titanes. Los dioses del Olimpo terminaron derrotándolos y arrojaron al Tártaro a muchos de ellos; los poetas citan explícitamente como Zeus condenó a Menecio, Crono, Arce, Jápeto y a otros titanes en general. Aun algunos titanes no fueron condenados allí, como Atlas, Epimeteo, Prometeo, Helio o las titánides. La prisión de los titanes estaba custodiada por los Hecatónquiros, tres gigantes carceleros, cada uno provisto de cincuenta cabezas y cien fuertes brazos. Más tarde, cuando Zeus venció al monstruo Tifón, también lo arrojó al mismo pozo. Al menos una versión órfica dice que tanto Ofión como Eurínome fueron expulsados, por Crono y Rea, a las profundidades del Tártaro o el Océano.
Mitología romana
En la mitología romana, el Tártaro es el lugar a donde se enviaba a los pecadores. Virgilio lo describe en Libro VI de la Eneida como un lugar gigantesco, rodeado por el flamígero río Flegetonte y triples murallas para evitar que los pecadores escapen de él. Está guardado por una hidra con cincuenta enormes fauces negras, que se sentaba en una puerta chirriante protegida por columnas de diamante. Dentro, hay un castillo con anchas murallas y un alto torreón de hierro. Tisífone, la Furia que representaba la venganza, hace guardia insomne en lo alto de este torreón, azotando un látigo. Dentro hay un pozo del que se dice que profundiza en la tierra el doble de la distancia que hay entre la tierra de los vivos y el Olimpo. En el fondo de este pozo están los Titanes, los Alóadas y otros muchos pecadores. Dentro del Tártaro hay muchos más pecadores, castigados de forma parecida a los de los mitos griegos.
Genealogía
Según Higino, Tártaro es del linaje de Éter y la Tierra, pero es el único autor en darle filiación. Como primordial o protogono brotó espontáneamente por sí mismo. Depende de las versiones, fue el padre, con Gea, del monstruo Tifón, de la dracaena Equidna y de las tribus de gigantes que lucharon en la Gigantomaquia. No obstante esta Equidna raptaba a caminantes hasta que fue muerta por Argos Panoptes, mientras se encontraba dormida. Otra versión menos conocida nos describe la unión de Tártaro y Némesis, que produjo a los Telquines, llamados Acteo, Megalesio, Ormeno y Lico Campe pudiera ser prole también de Tártaro, aunque ningún autor ofrece su filiación, al menos Nono la imagina de manera similar a Tifón. De igual manera Higino llama a la consorte de Tártaro con el nombre de Tártara, lo que parece ser una advocación ctónica de Terra, y de la misma manera confunde titanes y gigantes, llamando a sus hijos Ceo, Jápeto, Encélado o Tifón, entre otros (y varios nombres más que se han conservado corruptos).[19] Las versiones órficas, que tanto gustan de la simbología, imaginaron a Tártaro como padre de Hécate.