Terror rojo en España

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Anarquistas del Bando republicano disparándole a la estatua de Cristo en el Cerro de los Ángeles, Getafe.
Madrid, mayo de 1931: incendio del Convento de las Maravillas, en Calle de Bravo Murillo.
Barcelona, 1936: momias de las monjas del Convento de las Salesas, profanadas y expuestas.

El Terror rojo en España es el nombre dado a un seguidilla de acciones violentas cometidas por los republicanos españoles antes y durante la Guerra Civil Española. Esto incluyó saqueos e incineración de monasterios e iglesias y la matanza de 6.832 miembros del clero católico, así como ataques contra personas que se oponían a la instauración del comunismo en España.[1] El terror consistió en acciones organizadas y perpetradas por todos los grupos marxistas.[2]

Antecedentes

La caída de la monarquía y establecimiento de la Segunda República Española en 1931 exacerbó las tensiones religiosas en España.

Tras los comicios generales del 16 de febrero de 1936, creció la amargura política en España. Se aceleró la violencia entre el gobierno y sus simpatizantes, el Frente Popular, cuyo liderazgo claramente se desplazaba hacia el comunismo, abandonando así el republicanismo constitucional[3] y la oposición, culminando en un levantamiento militar en julio de ese año. Los republicanos empezaron a atacar iglesias, a ocupar tierras para repartirlas y a atacar a políticos nacionalistas en un proceso de violencia revanchista.

Un estudioso observó que a pesar del hecho de que «la Iglesia... sufre una persecución apabullante» detrás de las líneas republicanas, los acontecimientos se han tratado con mucho silencio y hasta con intentos de justificación por parte de algunos estudiosos y memorialistas.[4]

Terror comunista

Después del brote de guerra civil a gran escala, hubo una explosión de atrocidades en las zonas republicanas. Los días más sangrientos del terror rojo fueron a principios de la Guerra Civil Española, cuando el gobierno fracasó al controlar la mayor parte de sus fuerzas después del alzamiento del bando nacional, y las grandes zonas del país cayeron en manos de las milicias y civiles leales a la República.[5]

Stanley Payne recalca: «durante los primeros meses de enfrentamientos la mayoría de las bajas no provenían de combates en el campo de batalla sino de ejecuciones políticas en la retaguardia. Eso era el terror rojo».

Atrocidades y profanaciones

Una testigo ocular de la persecución, Cristina de Arteaga, que debía hacerse pronto monja, comentó que «atacaban a los salesianos, gente totalmente comprometida con los pobres. Corría el rumor que las monjas daban dulces envenenados a niños. Algunas fueron agarradas por el pelo en las calles. Uno estiraba su pelo...».[6]

Solamente la noche del 19 de julio de 1936, se llegó a quemar una cincuentena de iglesias.[7] En Barcelona de las 58 iglesias sólo se libró la Catedral. En casi toda la España republicana acontecieron profanaciones similares.[8]

El párroco de Navalmoral protagonizó una parodia de la Crucifixión de Cristo. Al finalizar su suplicio los milicianos debatieron si proceder con la crucifixión o simplemente dispararle. Finalmente optaron por dispararle.[9]

El obispo de Jaén y su hermana fueron ejecutados frente a dos mil espectadores por un verdugo especial.[10] En Madrid, una monja fue asesinada al rechazar la propuesta de matrimonio de un miliciano que ayudó en su convento.[11] En El Pardo, cerca de Madrid, un grupo de milicianos se emborrachó con el vino de la comunión. Un miliciano usó el cáliz como palangana y se afeitó en él.[12]

Algunas monjas fueron violadas por milicianos antes de que las mataran.[13] El sacerdote de Cienpozuelos fue lanzado a un corral con toros de lidia, donde lo cornearon hasta la inconsciencia. Después una de sus orejas fue cortada para imitar la hazaña de un torero después de una corrida de toros.[14]

En Ciudad Real, el Sacerdote fue castrado y sus órganos sexuales introducidos en la boca.[15]

Milicianos del bando republicano, especialmente anarquistas, iban hasta los cementerios locales, desenterraban los cajones con sacerdotes muertos, los ataban a caballos y coches y los arrastraban por las ciudades.

Referencias

  1. De la Cueva, Julio. "Religious Persecution, Anticlerical Tradition and Revolution: On Atrocities against the Clergy during the Spanish Civil War", Journal of Contemporary History, vol. 33(3), p. 355.
  2. Payne, Stanley G. A History of Spain and Portugal, vol. 2, ch. 26, p. 650 (Print Edition: University of Wisconsin Press, 1973) (Library of Iberian Resources Online).
  3. Payne, Stanley G., pp. 646–647.
  4. De la Cueva, Julio, p. 355.
  5. Beevor, Antony. The Battle For Spain; The Spanish Civil War 1936–1939 (Weidenfeld and Nicholson, 2006), pp. 83–86.
  6. Mitchell, David. The Spanish Civil War (New York: Franklin Watts, 1983), p. 17.
  7. Mitchell, David, p. 45.
  8. Mitchell, David, p. 46.
  9. Thomas, Hugh. The Spanish Civil War (1961), p. 173.
  10. Thomas, Hugh, p. 174.
  11. Thomas, Hugh, p. 173.
  12. Thomas, Hugh, p. 173.
  13. Thomas, Hugh, p. 173.
  14. Thomas, Hugh, p. 173.
  15. Thomas, Hugh, p. 173.

Artículos relacionados

Enlaces externos

Videos

El terror rojo en España. José Javier Esparza