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Víctimas de la represión en la zona republicana
Después del Pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 en España, siguió de forma casi inmediata una brutal represión ejercida desde el Bando republicano, persiguiendo la eliminación física de adversario y que produjo decenas de miles de muertes.
La estimación de víctimas de la represión en la zona republicana puede cifrarse en unas 50.000 personas.[1] Estas estimaciones, aun hoy, 2008, están sometidas a revisión; aunque las víctimas producidas por el bando republicano fueron bien identificadas.
Sumario
Represión criminal
Tras el levantamiento, en las zonas en las que no triunfó la insurrección, se desató una revolución que propició la desaparición o transformación de muchas instituciones. En las grandes ciudades surgieron las fuerzas paralelas a las de orden público, cada partido político contaba con sus milicias y también disponían de sus propias "checas", especie de cárceles, que pronto se significaron por la práctica de la tortura (en Madrid llegaron a abrirse varias docenas). Los marxistas dieron especial importancia a la autoridad municipal y numerosos ayuntamientos fueron tomados y los comités revolucionarios asumieron sus funciones, desplazando, también, a las fuerzas de orden público.
La revolución se inició con una oleada de asesinatos, destrucciones y saqueos.[2] En las grandes ciudades, las milicias de los diferentes partidos se dedicaron dar el paseo a todo aquel que identificaban como potencial enemigo. Los sacerdotes y frailes fueron los que más sufrieron sus iras, desatándose lo que se ha conocido como la persecución religiosa, asesinando a cerca de 7.000 eclesiásticos en toda la geografía española. Uno de los ejemplos más destacados entre los casos de la brutalidad revolucionaria ejercida contra el clero aconteció en la diócesis de Barbastro, donde se asesinó a 123 de los 140 sacerdotes, es decir, el 88% de sus miembros.
En Madrid, durante el mes de noviembre de 1936 se produjeron las sacas masivas de presos que, ante la cercanía del frente, se consideró que debían ser trasladados. La mayoría de estos presos no llegaron a su destino, entre 2.000 y 5.000 fueron fusilados en el municipio de Paracuellos y Torrejón de Ardoz.
Los tres primeros meses de la guerra fueron de especial terror en las grandes ciudades de la zona republicana. Madrid se convirtió en territorio ocupado por un laberinto de milicias que, al amparo de la noche, sacaban de sus casas a aquellos que arbitrariamente eran denunciados por colaborar con el Bando Nacional; en casos, la prueba consistía en haber escuchado radio Sevilla o haber encendido las luces del coche, supuestamente para orientar a los aviones de los sublevados. Esos meses, las embajadas se llenaron de refugiados.
En Barcelona la situación fue muy similar a Madrid, con el añadido de que fueron frecuentes los enfrentamientos entre las distintas milicias pricipalmente las de la UGT se enfrentaban a las de la CNT y los comunistas del PSUC se enfrentaban a los trotskistas del POUM.
La represión en cifras
Las víctimas en la zona republicana están bien identificadas y sobre su número existen menos controversias. Al concluir la Guerra Civil, el franquismo realizó un exhaustivo estudio que quedó reflejado en la llamada Causa General.
El estudio recoge las consecuencias del denominado terror rojo (Ver: Terror rojo en España) desde febrero de 1936 hasta el fin de la contienda. Se trata de un minucioso estudio realizado municipio por municipio y que ocupa más de 1.500 legajos, hoy conservados en el Archivo Histórico Nacional.
Según los datos que obran en este archivo, el número de víctimas de la represión republicana sería de 38.563. Ramón Salas Larrazábal publicaría un estudio, según el cual este número ascendería a más de 70.000. Estimaciones actuales calculan que el número de estas víctimas no debió superar las 50.000.[3]
Testimonios
Entre los innumerables testimonios puede señalarse el de un comisario de Madrid, Teodoro Illera[4], que prestó su servicio profesional a la causa frentepopulista, pero que denunció cómo “Dos milicianos violaron a dos señoritas, matándolas después, pero con tal ensañamiento, que uno de ellos disparó sobre la joven a quien había violado cuando aún la estaba poseyendo, saltando la masa encefálica de la desgraciada muchacha en la propia cara del asesino”.
Referencias
- ↑ Casanova 1999
- ↑ Thomas 1976. V. I. Pg.295
- ↑ Casanova 1999.
- ↑ "La violación, un arma del Frente Popular para humillar al enemigo" La Gaceta (Consultado el 12 de julio de 2018).
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