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Tierra hueca
La hipótesis intraterrestre o de la tierra hueca (a veces denominada como "teoría"), consiste en la creencia de que el interior del planeta Tierra está vacío y en la existencia de organismos viviendo en su interior. Otras hipótesis incluían civilizaciones subterráneas muy evolucionadas (los intraterrestres). Esta idea ha sido rechazada por la ciencia desde finales del siglo XVIII. Esta creencia forma parte de algunas tradiciones y cultos, y muchos autores han basado sus novelas o escritos en ella.
En el Siglo XVII, el físico inglés Edmond Halley fue el primero en postular una hipótesis sobre una tierra hueca. Con el propósito de explicar anomalías de las lecturas magnéticas de la tierra, Halley propuso que el planeta contaría con dos mantos de tierra interiores, cada uno con su propia atmósfera y polo magnético. El primero de estos mantos tendría una profundidad de unos 800 kilómetros y el punto de entrada estaría ubicado en los polos norte y sur de la esfera terrestre. Los geólogos y físicos actuales, con la ayuda de modernos estudios sismológicos aseguran que la tierra es maciza, si bien está compuesta por diversas capas.
Sumario
Referencias literarias, místicas y culturales
Julio Verne
Julio Verne es el autor más representativo con su novela Viaje al centro de la Tierra. En este libro se cuentan las aventuras de unos personajes que siguen una ruta intraterrestre, atravesando desde Islandia a Italia, y encontrándose incluso con océanos subterráneos y criaturas prehistóricas.
Se desconoce si Verne creía realmente que el planeta fuese hueco, aunque en otra de sus novelas, Aventuras del Capitán Hatteras, uno de los personajes, el doctor Clawbonny, enumera las teorías de la época para luego descartarlas.
Edgar Allan Poe
La novela de Edgar Allan Poe, La narración de Arthur Gordon Pym (1833), es una de sus obras más controvertidas, extrañas y enigmáticas, que relata cómo el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra.
Edward Bulwer-Lytton
En la novela del británico Edward Bulwer-Lytton, que se convirtió en un clásico de la literatura ocultista de su época, The Coming Race or Vril: The Power of the Coming Race (1871) ("El Poder de la raza que vendrá"), aparece una estirpe de hombres subterráneos que disponen de una poderosa energía llamada "Vril", la cual posteriormente inspiró a las teorías esotéricas alemanas.
Etidorhpa de John Uri Lloyd
Este extraño libro fue auto editado en 1895 por su autor, relata en parte un viaje al interior de la tierra mostrando varias especulaciones científicas y metafísicas. Trata sobre una visita casi fantasmal a un estudioso de lo oculto que viene a relatar su pasado como miembro de una logia a la que traicionó revelando sus secretos, teniendo como castigo un viaje al interior de la Tierra, abandonando su humanidad paulatinamente para ser depositario de conocimientos y para algo más... Un viaje hasta ETIDORHPA. Este libro fue finalmente traducido al español después de casi 120 años de forma independiente.
H.P. Lovecraft
La sombra más allá del tiempo (1936) de H. P. Lovecraft transportó el tema a la época actual describiendo una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.
Teosofía
El mito de Agharta, al igual que Shambhala, proclama, desde los inicios del movimiento teosofista, la existencia de un hipotético "Rey del Mundo", que según las creencias esotéricas controlaría nuestro planeta desde hace siglos desde una civilización subterránea avanzada cercana al Himalaya.
También se relaciona con esta hipótesis el mito de la Cueva de los Tayos y las supuestas placas de oro que se encontraron en la misma, que los creyentes indican que habrían sido escritas por una avanzada civilización subterránea, y que explicarían el origen de la humanidad.
Las especulaciones o teorías conspirativas
Algunos teóricos conspiracionistas aluden a que el almirante estadounidense y explorador Richard E. Byrd, que sobrevoló el Polo Norte, entró en uno de los agujeros de la tierra hueca.
En la Antártida, en el Polo Sur, existe una cueva gigantesca, descubierta por imágenes de Google Earth, sobre la que algunos especulan que podría ser una de las entradas a la tierra hueca, o bien tratarse de una base extraterrestre, o incluso una base del antiguo Tercer Reich.
Hay autores[1] que han especulado que los habitantes del interior de la Tierra podrían tener su origen en supuestos supervivientes de continentes desaparecidos del Atlántico y del Pacífico, como la Atlántida, Lemuria, Hiperbórea, etc. Siendo una civilización actualmente mucho más desarrollada que la nuestra. Estos autores también especulan que ellos se comunicarían con la superficie o incluso con seres de otros mundos mediante supuestas "puertas oceánicas" (como el Triángulo de las Bermudas) u otros lugares, como cimas de montañas o lugares de poder, por ejemplo: Stonehenge o Finisterre.
Existen asimismo varias especulaciones que ponen a estos seres intraterrestres como seres originalmente venidos de otros mundos (extraterrestres) mucho antes de la aparición del ser humano, y que habrían escogido estos túneles subterráneos como lugares para vivir. Es por ello que hay quienes indican que también deberían ser estudiados por la ufología.
El mito de la tierra hueca
El conocimiento oculto es el saber que no se imparte a nivel comunicatorio,; es una enseñanza legendaria cuyas bases se encuentran asentadas en la noche de los tiempos. No obstante su lejana procedencia, hay hombres distribuidos estratégicamente sobre la superficie del planeta que conocen las enseñanzas que imparte el conocimiento oculto.
La distribución estratégica no es casual; todo ha sido hecho y es regido aún en la actualidad por una inteligencia que, si bien habita en nuestro planeta, es muy difícil de detectar.
A estos elementos de sabiduría y conocimiento oculto se le presentan sus antagonistas, aquellos que desarrollan una campaña que he denominado "La conspiración contra el conocimiento oculto". Se esconden detrás de estas organizaciones como las de "Los Hombres de Negro", "Los Caballeros de la Mano de Fuego" y el "Grupo Thule".
Sortear los obstáculos que ponen en el camino en el camino estos grupos de "La conspiración contra el conocimiento oculto" no es fácil; pero con estrategia se logra.
Fui invitado conjuntamente con los amigos arriba mencionados, a tomar té en casa de este noble caballero con la finalidad de hablar extensamente sobre los secretos que guardaba nuestro planeta, el mundo que vivimos y tuvimos que posponer nuestro encuentro para una semana más tarde. Nos vimos impedidos de ir el día y a la hora fijados a causa de la conspiración contra el conocimiento oculto.
El coche que debía transportarnos (un "Rally" modelo 72) rompió su bomba de gasolina cuando habían transcurrido escasos 15 minutos de la iniciación de nuestro viaje. Regresamos a Londres con la intención de repararlo; el arreglo no lo podían hacer en menos de tres días. Se descubrió que el accidente fue intencionado.
La segunda vez, un telegrama imprevisto anunciaba a mi amiga May Drilling que su hermana, que residía en Irlanda, era enviada desde allí para realizarse una intervención de urgencia. May fue al aeropuerto de de Heathrow a la hora indicada en el cable a esperar a su hermana, que nunca llegó. Establecida una comunicación telefónica con la misma, supimos que ella estaba muy bien y que jamás había telegrafiado a Miss Drilling. Pero, como dije anteriormente, con estrategia, logramos burlar la acción de estas "organizaciones regresivas" y por diferentes medios llegamos todos por separados a la casa solariega que guarda en su interior los secretos más apasionantes del planeta en que habitamos.
He de guardar reserva sobre el nombre de ese desconcertante y sabio hombre; por petición de él no puedo revelar su nombre, pero me ha permitido comentar lo que escuché y vi aquella inolvidable tarde de reunión del 12 de diciembre de 1976.
Debajo de nuestros pies, en el interior del planeta, existe otro mundo que se extiende mediante túneles, pasadizos y veredas subterráneas por miles y miles de kilómetros y atraviesa la faz interna del planeta.
Sociedades secretas regidas por principios y costumbres establecidas en remotísimas épocas, habitan el corazón de la tierra.
Tuvieron que exiliarse a consecuencia de peligrosas corrientes radioactiva provocadas por una potentísima bomba atómica que fue detonada hace centenares de milenios. Una civilización que cubría la superficie del planeta conocía la existencia de esa arma mortífera, había sido capaz de crearla, pero no fue capaz de usarla para bien. Pendía sobre la cabeza de los pobladores de nuestro mundo la amenaza de una explosión termonuclear que llegaría a destruir gran parte de su hábitat.
Ante la inminencia de los hechos, dichas civilizaciones, dueños del conocimiento técnico sumamente avanzado, construyeron túneles y pasajes subterráneos que conducían a inmensas ciudades subterráneas que ya estaban allí desde mucho antes, y emigraron entonces los elegidos; aquellos que debían perpetuar la raza de superhombres se afincaron en las entrañas de la Tierra y hasta nuestros días coexisten con nosotros, pero sin tomar contacto directo; sólo algunos congéneres nuestros han tenido acceso a dichos refugios subterráneos. Gente que, como mi amigo de Chesterfield, es separada para ir de vez en cuando a las ciudades secretas habitadas por comunidades secretas.
En el año 1533, el último Inca y cuarenta mil supervivientes de su imperio desaparecieron ante la vista asombrada de Pizarro detrás de unos árboles. Cuando Pizarro y sus guerreros se acercaron al lugar, encontraron una gruta imposible de seguir por la cantidad de ramificaciones que presentaba.
Exploraciones posteriores establecieron que dicho túnel se extiende centenares de kilómetro por debajo de montañas y selvas hasta alcanzar la frontera con Bolivia.
Verdaderas carreteras subterráneas unen Inglaterra con Francia por debajo del Canal de la Mancha. A los fines de dar utilidad practica a este subterráneo cien veces milenario, se están estudiando en Londres las posibilidades de convertirlo en una vía de acceso al continente europeo.
Un grupo de ingenieros civiles está estudiando la forma de poner nuevamente en condiciones técnicas adecuadas un túnel subterráneo que posee 57 millas de largo y que corre por debajo del estrecho de Bering. Este túnel une Alaska con Siberia y corre por debajo de la carretera de Alkan en Seattle. Dicho túnel, que fue descubierto durante la Segunda Guerra Mundial por ingenieros militares (dos de ellos pertenecientes al mismo grupo que pertenece mi amigo de Chesterfield) posee ramificaciones que unen Norteamérica con Asia.
Cuando se trabajó en las excavaciones destinadas a colocar las vías del subterráneo que corre por debajo de la Sexta Avenida en Nueva York, los obreros destinados a esa tarea descubrieron, azorados, perfectos caminos subterráneos que se entrecruzaban entre si formando perfectos ángulos rectos. Los túneles tienen un tamaño que permite perfectamente caminar erguidos a dos hombres, uno al lado del otro. Dichos túneles llegan hasta Manhattan y se extienden varios kilómetros por debajo de la isla.
Debajo de la ciudad de los Ángeles duerme el sueño de los siglos un enorme recinto subterráneo que puede albergar a cinco mil personas. En el hay calles, pasajes y apartamentos gigantescos. En el año 1953, un habitante de los Ángeles, Mr. John Dribbas, logró penetrar en dicho lugar mediante una gruta que se extendía bajo tierra al pie del monte. Shasta; regresó maravillado ante lo que vio, pero con evidentes síntomas de intoxicación por haberse encontrado en contacto con una zona donde emanaban gases venenosos. Un indio Hopi, medico de profesión, llamado McLean, reveló que sus antepasados (los antiguos Mayas) habían construido hace cuatro mil años dicha ciudad subterránea separando y acomodando allí a los grandes sabio de la raza, pero que, antes de abandonar la fortaleza subterránea para habitar otra que se encuentra cercana al mar Caribe, habían fumigado con gases venenosos el lugar para que nadie pudiera habitar el lugar que ellos denominaron "Sagrado". La única forma de poder penetrar en el recinto es utilizando una máscara antigas.
Por medio de un equipo de rayos X se tomaron fotografías del lugar que yace bajo Los Ángeles. Al revelarlas se pudo comprobar la existencia de 37 tablas con inscripciones jeroglíficas que no corresponden a ninguna cultura antigua conocida, las 37 tablas se encuentran colocadas en 37 cámaras distintas. Una de las entradas a la ciudad subterránea de las 37 tablas se encuentra en el monte Shasta, uno de los que circundan los Ángeles.
Este monte tiene una particularidad muy especial. Una extraña fuerza electromagnética detiene la marcha de los motores de los coches, produce mareos e indisposiciones en los viajeros que pretenden escalarlo a pie; extrañas tormentas se desencadenan en segundos. Por lo general la cima del Shasta se encuentra rodeada de una nubosidad que muy pocas veces se desvanece. En una de las pocas ocasiones en que se desvaneció, el Profesor Larkin, del observatorio del Monte Lowe divisó por medio de su telescopio bellísimas cúpulas doradas y plateadas que emergen del interior de la cima.
Quienes Se aventuran a pasear por el monte se han encontrado con seres extrañamente ataviados que, ante la presencia o cercanía de un ser humano se internan en la espesa floresta que cubre al Shasta, como no queriendo tomar contacto, ni siquiera a distancia.
Un investigador centroamericano, Leonidas Benavidez Arce, otro de los elegidos para perpetuar el conocimiento oculto, pudo internarse en el Shasta. El acceso le fue permitido y desentraño parte del misterio.
El monte Shasta esta habitado por una raza legendaria, los antiguos mayas. Continúan con sus costumbres ancestrales, pero poseen extraños vehículos de forma oval que se desplazan a varios centímetros del suelo. Los habitantes del monte Shasta recorren en estos ingenios voladores los variados subterráneos que se encuentran diseminados a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Nuestro anfitrión de Chesterfield culminó su interesante té dándonos un dato muy importante.
La historia que nos relató la comprobó el con detalle, aparte de haber recibido los conocimientos que arriba he revelado; él ha sido testigo de los lugares que he descrito y de otros muchos que el ser humano ni sueña que pueden existir. Ante mi pregunta: "¿Quién es el jefe, el Maestro o como se llame que les indica el camino a seguir y que les imparta instrucciones, donde esta y como se llama?", recibí esta respuesta: "No lejos del Valle Sangpo, en el Tíbet se encuentra el gran asiento del príncipe que gobierna a los poseedores del conocimiento oculto. Es el príncipe Momi Rimpoehte; no es joven ni viejo, tiene acceso a los grandes centros del saber universal que se encuentran bajo tierra; gobierna con mano de hierro a aquellos que se suman a las filas de los elegidos por el propio Rimpoehte; ha visitado en varias oportunidades América del Sur y conoce, aún sin haberlos visto nunca, a aquellos que serán sus súbditos.
El Lama Rimpoehte (ésta es su categoría) es el principal opositor de los grupos de "La conspiración contra el conocimiento oculto".
Todo esto puede sonar a fantasía, una fantasía narrada por un hombre que ha dedicado su vida a la investigación de la vida y/o vidas mas Allah de nuestro mundo físico actual, y ante un tema tan proclive al delirio pueda haber llegado a convertirse en un delirante. Pero los que me conocen saben de mi verdadero yo. Y de mi norma de conducta investigativa y pueden asegurar que todo es posible y tiene como rubrica ocho letras: Es Verdadero.
Las criaturas que salieron del centro de la Tierra
¿Hay vida en el centro de la Tierra?
¿Será verdad el viaje de Julio Verne? ¿Podremos vivirlo?
Corren diversas historias. Mineros que, de pronto, se encontraron, cara a cara con extraños seres, procedentes de las entrañas de la Tierra. Arqueólogos y exploradores que desaparecieron misteriosamente, sin dejar rastro, en distintas incursiones, realizadas por cuevas y túneles dentro de cordilleras y montañas de nuestro planeta.
Sin embargo, en España ocurrió un caso que, sin lugar a dudas, despejó algo de la incógnita que rodea a aquellos que habitan la Tierra Hueca y habitan con nosotros el planeta Tierra. Estas historias, cuya autenticidad es total, no deja de ser un acicate para pensar en el verdadero significado de aquella celebren frase:
"COMO ES ARRIBA, ASI ES ABAJO"
España. Corría el mes de agosto de 1887, en una población llamada Banjos. Eran las cinco de la tarde. Unos campesinos que se encontraban cultivando unas parcelas de tierra, cerca de una cadena de montañas, vieron salir de una de las grutas de la montaña una niña y un niño. Vestían de una forma sumamente extraña para aquella tarde de verano; pero no era aquello lo que más llamó la atención de los granjeros. Lo más llamativo era el color de la piel de los chiquillos: verdes como las hojas de un árbol en primavera.
Asombrados ante semejante aparición, dos de los campesinos se dirigieron hacia los niños con la finalidad de entablar conversación con ellos. Todo fue inútil: estos hablaban un idioma desconocido.
La noticia cundió por el poblado de Banjos, como un reguero de pólvora. Médicos y químicos, procedentes de Barcelona, se dirigieron al pequeño pueblo, para estudiar el caso. La constitución orgánica era de las extrañas criaturas era diferente a la humana. Carecía de Páncreas y poseían un solo pulmón, algo mayor en tamaño que el del cuerpo humano conocido. El estudio químico de la constitución de la piel arrojo como resultado que poseían fibras, que en nuestro planeta carecen de denominación, que ya no existen.
Los niños, que precisaban cuidados, fueron entregados al juez de paz señor Ricardo de Calvo.
Una vez alojados en la casa del señor de Calvo, los huéspedes fueron sometidos a un intenso baño, con la finalidad de quitarles el color verde; todo fue nuevamente inútil, la pigmentación de la piel era...verde.
Los rasgos faciales de los muchachos eran semejantes a los de la raza negra, pero sus ojos, de corte netamente orientales, eran de color celeste y en forma de almendra. Eran unos rostros que ofrecían crisol de razas.
Se trató de alimentarlos a la manera terrestre, pero ellos rehusaban esos alimentos, sobre todo la carne y sus derivados; hasta el punto de no poder vencer una repugnancia manifiesta ante todo tipo de proteínas.
Luego de una semana de mucho bregar para ofrecerles alimentos adecuados, se les puso un plato de judías verdes, y otro de guisantes; entonces aceptaron comer.
No obstante, el niño, muy debilitado, y de menor fortaleza física que la niña murió; su hermana le sobrevivió.
La chica, que fue acostumbrándose paulatinamente a la comida común, fue perdiendo su color verde y adquirió lentamente el color de la raza blanca. Los rasgos fisonómicos permanecieron inalterables. La niña aprendió gradualmente el idioma español y quedó como criada en la casa del juez de paz; se la interrogó una vez que se pudieron entender y contó una historia de ciencia ficción pero autentica y verídica.
Provenía de un país subterráneo, donde no había sol, en el que vivían en el crepúsculo permanente. Poseían bolas solares artificiales, que iluminaban su territorio y que permiten crecer las plantas.
El país de donde procedía la niña se encontraba separado del nuestro por un ancho, anchísimo y caudaloso río. Dos días antes de haber sido encontrados a la salida de la gruta, se produjo un cataclismo, un maremoto que inundó su territorio, y ella y su hermano pudieron escapar por una cueva, que estaba cerca del río que desbordó y que, evidentemente, es la vía de comunicación entre el mundo subterráneo y el mundo exterior, es decir, el nuestro.
Se tejieron miles de historias y conjeturas alrededor de la historia de los niños verdes; sin embargo el siglo XIX no estaba preparado para aceptar como una realidad, que hoy es casi tangible, la existencia de seres en el Centro de la Tierra.
Como expresó al principio, corren variadas historias en relación con los habitantes del mundo subterráneo. Sin embargo, sumada a la experiencia vivida por los habitantes de Banjos, en agosto de 1887, hay otra más reciente, ocurrida en septiembre de 1970, en la provincia de La Rioja, en la República Argentina.
La cordillera de los Andes corre sobre un límite oeste de la Argentina y sus picos mas altos sobrepasan los 4000 metros. La provincia de La Rioja está situada sobre la faja Noroeste de la cordillera de los Andes; antes de alcanzar la cordillera propiamente dicha, hay una región montañosa, denominada precordillera que, como su nombre indica, pertenece a las primeras estribaciones de la cordillera.
Durante el año 1970, un jesuita argentino piensa en la forma de llevar al havo una experiencia de vida en comunidad cristiana. Expone la idea a los fieles de su parroquia y con un grupo de familias, como así también jóvenes de sexos masculino y femenino, aceptan con entusiasmo la proposición y deciden llevar a la práctica lo que un tiempo antes solo era una fantasía en la mente de un joven y renovador sacerdote jesuita, muy profundamente cristiano, y cuyo nombre daré a conocer a través de su nombre de pila, sin apellido, por las razones justificadas que ustedes apreciaran en el relato. Guillermo, que así se llama el sacerdote, obtuvo de una familia amiga un predio muy amplio, cerca de la precordillera, a la altura de un cerro, denominado Cerro del Rosario.
Inicialmente partieron cinco familias, un médico y un arquitecto, conjuntamente con el padre Guillermo. Comenzaron a construir sus propias casas, a realizar una experiencia, que ellos designaron con el nombre de Comunidad Cristiana, estaban prácticamente instalados en sus casas, cuando la noche del 23 de septiembre ocurrió algo, que si bien resultaba totalmente terrestre al principio de la aventura, su continuación fue alarmante y fuera de los límites de nuestro amigo, el planeta Tierra.
Aquella noche, el padre Guillermo, el médico de la comunidad y el arquitecto, se encontraban comiendo en la casa del médico; eran las dos de la madrugada y conversaban sobre los futuros planes de urbanización del poblado. Las horas pasaban volando; el café se agotaba en las tazas cuando, de pronto, alguien golpeó débil, pero insistentemente la puerta.
El médico acudió a abrirla, y se encontró con un hombre, cuyo cuadro clínico acusaba principio de infarto, y oclusión laringea; con voz ronca y segura pidió auxilio; fue atendido y reanimado por el medico y sus invitados.. Una vez en condiciones relató lo siguiente: aquel día 23 de septiembre, alrededor de las seis de la tarde, se encontraba con sus cabras, a las que había llevado a pastorear, sobre la ladera del Cerro del Rosario; apenas comenzó su tarea de arreo, empezó a soplar un viento que bien pronto se convirtió en ráfagas ciclónicas; el huracán no amainaba; hasta que, cansado de esperar, comenzó a recorrer la cueva en la que se había refugiado. Llamó su atención una serie de peldaños practicados en la piedra y que se adentraban en las entrañas de la montaña. Pensando que se trataría de una mina abandonada, y ante la imposibilidad de salir de la cueva, dado que el temporal seguía creciendo en intensidad, comenzó a bajar los escalones que descendían en forma de caracol.
Llamó su atención el hecho de que en vez de intensificarse la oscuridad a medida que descendía, una tenue claridad de color anaranjado iba iluminando su camino; y la temperatura aumentaba, convirtiéndose el ambiente reinante en un lugar calido; contó 360 escalones; su asombro no tuvo límites al llegar al final de la escalera.
Ante sus desorbitados ojos apareció una ciudad perfectamente conformada; con sistema edilicio desconocido en la superficie.
Edificios brillantes terminaban en cúpulas que recordaban las mezquitas orientales o las lamaserías del Tíbet.
Calles cuyo firme parecía ser de acrílico transparente, bajo el cual corrían hilos de agua de variados colores; vehículos que no circulaban por la calle, sino que se desplazaban silenciosos, flotando a tres o cuatro metros sobre su cabeza.
Pero lo que terminó de asombrar a nuestro arriero fueron los habitantes del lugar. Seres cuya talla sobrepasaba la de un humano normal, dos metros y medio de estatura. Vestían túnicas blancas las mujeres y negras los hombres. Estos seres en ningún momento prestaron atención al arriero en cuestión. El comenzó a caminar siguiendo en línea recta por la calle de acrílico, cuya iluminación provenía de unas bolas del tamaño de una pelota de fútbol número cinco; eran incandescentes y flotaban en el espacio dando una tonalidad naranja a todo el ambiente; no irradiaban ni calor ni frío. Nuestro arriero cruzó ese mundo subterráneo de lado a lado siguiendo siempre su camino por la extraña calle de acrílico, no se atrevió a internarse por las calles laterales que cruzaban la que el transitaba. Llegó al final de la misma y se encontró con otra escalera caracol, idéntica a la que utilizó para decender.
Prácticamente despavorido comenzó a ascender; casi desfallece por el esfuerzo de una ascensión de 360 escalones, salió a la superficie, pero apareció por la cara opuesta al Cerro del Rosario a la que había descendido.
Una vez repuesto de su aventura, divisó el poblado de la "Comunidad Cristiana", hacia el cual se dirigió en busca de ayuda y, al descubrir el cartel de "médico" en la puerta no vaciló en llamar a la misma.
Dudando de la veracidad de la historia contada por el arriero, el padre Guillermo y el medico le pidieron que les indicara el lugar exacto por donde había ascendido a la superficie, con la finalidad de investigar in situ.
Al día siguiente partieron el padre Guillermo y el médico a fin de que, en caso de ser verídica la historie escuchada , poder traer pruebas fehacientes de la existencia de otros mundos.
Encontraron el lugar, la escalera de caracol y bajaron.
El medico se internó en aquel poblado enclavado en las entrañas de la Tierra. Guillermo quedó al pie de la escalera, anonadado. Regresaron en silencio. No había palabras para describir lo indescriptible. Se dirigieron al Gobierno de La Rioja con el fin de informar el hallazgo. Dicho Gobierno puso a disposición de los investigadores equipo de hombres y equipo técnico adecuado para el caso.
Cuando llegaron al lugar donde se encuentra la escalera de caracol, solo veían tres escalones. El resto se encontraba tras un muro de piedra que cubría la entrada de forma total.
Rodearon el cerro y se dirigieron a la otra entrada; idéntica sorpresa. Hasta el día de hoy, distintos investigadores se han acercado al lugar, pero el muro continúa impenetrable e inexpugnable.
Aquel poeta con mente de futuro llamado Paul Éluard dijo: "hay otros mundos, pero están en este."
El mundo subterráneo ya no es una quimera, es casi una realidad.
Seres venidos de las estrellas habitaron la superficie del planeta; cataclismos y fenómenos telúricos los obligaron a construir un mundo subterráneo a imagen y semejanza del que habitaban en el exterior. Pero ello no hubiera sido posible si no fuese por el hecho de que conocían lo que nosotros aún negamos: la Tierra es una esfera hueca.
Fuente
- Fabio Zerpa - Los Hombres de Negro y los OVNI (Plaza y Janes – España – 1978)
Referencias
- ↑ Hwee-Yong Jang - "El Proyecto Gaia"