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Usurpación de Malvinas
Por Sebastián Miranda, Licenciado y Profesor de Historia
Sumario
- 1 Introducción
- 2 1. El descubrimiento y los derechos de España
- 3 1.1. El descubrimiento de América y los tratados internacionales
- 4 1.2. El descubrimiento de las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur
- 5 1.3. Primer intento de usurpación británica
- 6 1.4. El primer establecimiento
- 7 1.5. Usurpación y disputa con Gran Bretaña
- 8 2. Los derechos argentinos
- 9 2.1. Las Malvinas entre 1811 y 1832
- 10 2.2. La agresión norteamericana
- 11 2.3. La usurpación inglesa y los reclamos iniciales
- 12 2.4. Los reclamos argentinos 1880 – 1908
- 13 2.6. La situación después de la Segunda Guerra Mundial
- 14 2.7. Los reclamos ante la ONU
- 15 2.8. La evolución de la situación hasta 1982
- 16 2.9. Conclusiones
- 17 2. 10. Mirando hacia el futuro
- 18 Referencias
- 19 Bibliografía
- 20 Artículos relacionados
- 21 Fuentes
- 22 Enlaces externos
Introducción
El 2 de enero de 1833 fuerzas británicas invadieron las islas Malvinas, desalojando a la guarnición y población argentina establecida en ellas. La acción dio lugar a un conflicto que se prolonga hasta la actualidad.
Durante generaciones se nos ha enseñado a los argentinos que las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur son argentinas y que fueron usurpadas por Gran Bretaña. A través de este trabajo pretendo explicar cuáles son los fundamentos que sustentan dicha afirmación. Por razones de espacio es imposible explayarme sobre todas las cuestiones por lo que la exposición necesariamente debe ser sintética. De todas formas por medio de las citas dejo la posibilidad de orientar al interesado para profundizar el análisis con las lecturas específicas.
1. El descubrimiento y los derechos de España
Cuando se analiza cualquier tipo de cuestión que implique tratar sobre límites geográficos de la Argentina actual es necesario retrotraerse a la etapa colonial. En el derecho internacional, cuando se establecen los límites de un Estado que se independiza de otro, uno de los principios utilizados es el llamado uti possidetis también conocido como “principio o derecho de herencia”. Este implica que el territorio en poder de un Estado colonial es heredado por el que se independiza. Por lo tanto, al tratar los derechos argentinos sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur lo primero es considerar si la soberanía sobre las islas correspondía a España y en caso positivo de qué región – dentro de la división política de los territorios americanos – dependían.
1.1. El descubrimiento de América y los tratados internacionales
El 12 de octubre de 1492 el Almirante Cristóbal Colón pisó por primera vez suelo americano. A pesar de que no tenía clara conciencia de cuáles eran las tierras frente a las que se encontraba, sí era seguro que eran territorios que antes no habían sido descubiertos. El 25 de marzo de 1493 retornó al puerto de Palos en España. Tras la euforia inicial por el éxito de la expedición se planteó para la Corona de Castilla (1) un serio problema: el de la legitimidad del descubrimiento y poblamiento y los derechos sobre los nuevos territorios. Era una cuestión urgente a resolver pues las noticias habían llegado también a Portugal (2) , gran potencia marítima de la época y rival de los reinos españoles. En aquellos tiempos la Santa Sede era reconocida como una autoridad internacional (3) y con frecuencia los Estados cristianos recurrían a ella para resolver sus diferendos. Fue así como los Reyes Católicos enviaron una delegación ante el Papa Alejandro VI para que confirmara sus derechos sobre las tierras a las que había arribado el Gran Almirante.
El 3 de mayo de 1493 el Santo Padre expidió la Primera bula Intercaetera por la que reconoció a los Reyes Católicos y sus sucesores el derecho de poseer las tierras que descubrieran con la condición de que las evangelizaran y no fueran anteriormente propiedad de ningún otro rey (4) . Este último es un principio de derecho internacional conocido como res nullius (tierra de nadie) No puede aplicarse cuando las tierras ya han sido descubiertas y ocupadas por otro Estado. Por eso el res nullius debe ir acompañado por la ocupación. Es decir: las tierras deben no haber sido descubiertas y ocupadas por otro Estado. El descubrimiento por sí solo - sin toma de posesión y ocupación - no da derechos. Al descubrimiento y toma de posesión debe seguir la ocupación efectiva. La comprensión de estos principios es fundamental al tratar la cuestión de la soberanía sobre las islas en disputa. Al darse estas condiciones, Castilla recibió los derechos sobre las nuevas tierras. Sin embargo algunos de los términos del documento pontificio eran ambiguos por lo que los monarcas españoles pidieron que fueran más precisos, dando origen a una nueva bula, la Segunda Intercaetera del 4 de mayo de 1493 (datada en mayo pero en realidad el documento es de junio) El Papa otorgó a los Reyes Católicos todas las tierras descubiertas o a descubrir – bajo las mismas condiciones que la bula anterior - ubicadas hacia el occidente de una línea imaginaria trazada de polo a polo a cien leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde. Las concesiones fueron ampliadas el 26 de septiembre de 1493 por la bula Dudum Siquidem que extendía la soberanía castellana sobre cualquiera de las tierras a descubrir en las restantes partes del mundo, repitiendo como condición que se cumpliera el principio de res nullius y que fueran evangelizadas.
Las amplias concesiones dadas por el Papa a los monarcas españoles irritaron al rey de Portugal que protestó. La Santa Sede intentaba complacer tanto a españoles como a portugueses, pues ambos eran bastiones en la lucha contra el Islam y la propagación del cristianismo por el mundo. Dadas las dificultades para resolver sus diferencias y la ambigüedad de los documentos pontificios, los monarcas de ambos Estados decidieron llegar a acuerdos bilaterales que pusieran fin sus las disputas. El 7 de junio de 1494 firmaron los Tratados de Tordesillas que constan de una parte referida a la partición de Africa y otra a los actuales territorios americanos. Se trazó una línea imaginaria de polo a polo que pasaba a 370 leguas al occidente de las islas de Cabo Verde. Las tierras a descubrirse hacia occidente (oeste) de esta línea serían para los castellanos, las que estuvieran hacia el oriente (este) para Portugal. Gran Bretaña no objetó ni las bulas ni los Tratados castellano - portugueses. Tampoco cuestionó los derechos de España sobre lo que se empezaba a tomar conciencia era en realidad un nuevo continente, América (5).
Todavía las islas Malvinas no habían sido descubiertas, pero tanto por las bulas como por los Tratados de Tordesillas quedaban comprendidas dentro de los territorios pertenecientes al reino de Castilla. Por ello estos documentos son considerados como el antecedente más antiguo y los primeros que acreditan la soberanía española sobre las islas en disputa, a pesar de que no se tuviera conciencia sobre la vastedad de los territorios de los que se trataba. Siguiendo el principio de res nullius es aquí donde comienza a tener importancia la cuestión del descubrimiento específico de las islas – ya no del continente – y su posterior ocupación al tratar el tema de la soberanía.
1.2. El descubrimiento de las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur
Nos encontramos frente a uno de los puntos más discutidos y polémicos, pues es difícil establecer con precisión quién fue su descubridor. Tal como señala el gran historiador Laurio H. Destéfani (6) , al analizar estas cuestiones y la veracidad de los relatos de los navegantes es necesario tener en cuenta factores como: qué instrumentos se usaban para navegar, las características de los buques, las corrientes marinas, los vientos, el clima, los itinerarios de los viajes, las coordenadas de ubicación de los territorios descubiertos dadas por los marinos – con los posibles márgenes de error dados los instrumentos de medición empleados -, las descripciones (fauna, flora, accidentes geográficos, puertos, clima etc.), la intencionalidad de los relatos y hasta la posibilidad de plagio de documentos, entre otros. Es un tema muy complejo.
Los historiadores consideran que no hay dudas que el descubridor de las islas Malvinas fue un holandés, Sebald de Weert. En 1598 los Estados Generales de Holanda enviaron 5 naves comandadas por Jacobo Mahu hacia las Indias Orientales. Tras una navegación plagada de dificultades los buques se separaron frente a las costas de Chile. Uno de ellos, la Geloof (Fe) dirigida por Sebald de Weert decidió retornar a Holanda y cruzó el estrecho de Magallanes, poniendo rumbo hacia el este. El 24 de enero de 1600 avistó tres islas desconocidas a los 50º, 40’ S de latitud. Los datos sobre su ubicación quedaron cuidadosamente registrados en el diario de a bordo. Los navegantes no pudieron desembarcar por carecer de embarcaciones menores adecuadas por lo que no hubo acto alguno de toma de posesión y mucho menos poblamiento. Las islas descubiertas por la Geloof fueron bautizadas Sebaldes o Sebaldinas (7) y forman parte del archipiélago de las Malvinas (8) , ubicadas al noroeste de la Gran Malvina. La Geloof llegó a Holanda el 14 de julio de ese año. Desde entonces las Sebaldinas comenzaron a figurar en las cartas marinas. No se discute que la expedición holandesa llegó a las islas, lo que sí sigue despertando polémicas es si otros navegantes lo hicieron previamente. Los principales predecesores mencionados como posibles descubridores son:
- Américo Vespucio (1501 – 2): se trata de una expedición cuyo itinerario es muy discutido, hecha bajo el auspicio de la Corte de Portugal. Algunos historiadores le adjudicaron el descubrimiento del Río de la Plata, la costa patagónica y las Malvinas (9) . Sin embargo los datos aportados por el navegante no coinciden ni por la posición ni por la descripción con los de las islas Malvinas, Georgias o Sandwich del Sur, considerándose muy poco probable que fuera su descubridor (10).
- Hernando de Magallanes (1520): dado el itinerario recorrido y en especial la cartografía que se elaboró al finalizar el viaje se evalúa como muy probable el descubrimiento de las Malvinas por alguna de las naves de esta expedición española. En los mapas surgen un grupo de nueve islas a las que llaman Sanson al nor – este de la costa continental, aunque muy cerca de la misma, más de lo que están las Malvinas. De allí que se dude que estas islas pertenezcan al archipiélago de Malvinas. L. Destéfani la considera como posible descubridora, pues dados los instrumentos de navegación de la época y que los españoles quisieran incluirlas dentro de la línea de Tordesillas, el margen de error en su ubicación es aceptable (11). La nave San Antonio de Esteban Gómez: este buque era parte de la expedición de Magallanes y al acercarse al estrecho de Magallanes desertó, puso rumbo al este y retornó a España. Dado el recorrido que siguió es poco probable que haya pasado cerca de las islas, pero es posible que E. Gómez haya sido el primero en transmitir noticias de la existencia de las Sanson antes mencionadas (12).
- Expedición del Obispo de Plasencia (1540): esta armada fue organizada por Gutierre de Vargas Carvajal, Obispo de Plasencia, con el fin de poblar territorios en el sur del continente en la zona del estrecho de Magallanes. Tras una serie de retrasos los tres buques que la conformaban partieron del puerto de Sevilla en agosto de 1539. La nave capitana se hundió al entrar al estrecho, la segunda logró cruzarlo y llegó a las costas peruanas. El tercer buque pudo salir del estrecho y se dirigió al este, siendo la posible descubridora de las Malvinas. Al desconocerse el nombre de esta nave se la llama la Incógnita. Las descripciones que hacen los navegantes sobre las costas – en las que permanecieron unos meses -, los vientos, la fauna y la posición coinciden con las de Malvinas. A ello se suman una serie de datos aportados por documentos posteriores (13) . La expedición ha sido estudiada en detalle por E. Basílico, cuyo trabajo es fundamental para ampliar el tema (14) . L. Destéfani concluye: “En consecuencia el descubrimiento de las Malvinas por la Incógnita tiene una indiscutible certidumbre. Nosotros lo aceptamos, pero reconocemos que algunos puntos de la argumentación pueden ser disentidos o no compartidos totalmente” (15).
- John Davis (1592): marino inglés al que los británicos atribuyen el descubrimiento de las islas. Davis comandaba la nave Desire y era desertor de la expedición del famoso pirata Thomas Canvedish. Supuestamente, impulsada por los vientos, habría descubierto las islas el 14 de agosto de 1592. Pero es sumamente cuestionable que Davis haya llegado a Malvinas. En primer lugar porque el relato sobre el viaje fue publicado ocho años después (16) , al poco tiempo de la llegada a puerto de Sebald de Weert, expedición de la que no se tienen dudas como descubridora. En segunda instancia muchas de las descripciones del relato son fantasiosas. En tercer lugar la ubicación de las islas es muy poco precisa y no son descriptas por Davis, cosa extraña por tratarse de un marino de mucha experiencia. Por último el texto inglés es sospechosamente similar al mencionado Islario de Santa Cruz – ya ampliamente divulgado en la época -, existiendo las serias dudas sobre la existencia de un plagio. “Es probable que el descubrimiento fuera inventado en base a la carta del Islario de Santa cruz, cuyas dos islas y bahía unidas a la tierra al sur del estrecho de Magallanes, era del conocimiento de Davis” (17) . Es posible que Davis y el marino John Jane plagiaran el texto de Santa Cruz atribuyéndose el descubrimiento como una forma de mitigar los cargos durante el proceso seguido en Gran Bretaña contra Davis por haber desertado.
- Richard Hawkins (1594): se trata de otra expedición británica. Ha sido ya descartada como posible descubridora por las inexactitudes dadas sobre la posición de las islas y la descripción que nada coincide con la de las características de Malvinas.
Llegamos a 1598, cuando Sebald de Weert avistó efectivamente a las islas y cuyo descubrimiento ya nadie cuestiona.
Hasta el día de hoy los ingleses siguen atribuyendo – sin pruebas – el descubrimiento a John Davis. Por el lado de España es muy posible – y en este caso si hay evidencias concretas al respecto - que el verdadero descubridor haya sido o uno de los capitanes de Magallanes o con más seguridad la nave Incógnita de la expedición del Obispo de Plasencia. Lo cierto es que ninguna de las partes en disputa puede atribuirse con certeza el descubrimiento. Holanda sí, pero al avistaje de las islas no siguió acto alguno de toma de posesión y mucho menos de poblamiento. Como he explicado el descubrimiento por sí solo no otorga derechos.
En 1713, tras la Guerra de Sucesión Española, se firmó el Tratado de Utrecht por el cual, entre otras cuestiones, Gran Bretaña confirmó la soberanía española sobre sus territorios americanos, que incluían las Malvinas.
Las islas Georgias del Sur (18) fueron con seguridad descubiertas por un buque mercante español, el León, el 28 o 29 de junio de 1756 (19) . En 1775 el navegante británico James Cook llegó a islas y reconoció que anteriormente habían sido descubiertas por los españoles. (20)
Las islas Sandwich del Sur (21) fueron descubiertas – la mayor parte del archipiélago - por el inglés James Cook en 1775 bautizándolas así en honor a John Montagú, cuarto conde de Sándwich (22) y Primer Lord del Almirantazgo entre 1748 y 1751. Otras de las islas fueron descubiertas en 1820 por una expedición rusa compuesta por dos fragatas al mando del capitán de navío Miguel P. Lazarev. Ninguno de estos navegantes hizo acto alguno de toma de posesión. Ya en 1908 un buque de la Compañía Argentina de Pesca al mando de Carl Larsen reconoció nuevamente las islas (23).
Entre Malvinas y las Georgias del Sur existen también unas rocas que fueron descubiertas en 1762 por el mercante español Aurora, de allí que también se las conozca como Aurora. Actualmente se las llama Cormorán y Negra. Luego fueron vistas por el velero – también español – San Miguel y en 1774 nuevamente por el Aurora.
1.3. Primer intento de usurpación británica
En 1738 se produjo un curioso incidente entre una nave británica y una española. Un corsario español detuvo a un buque inglés - la Rebeca - e interrogó a sus tripulantes. Según los testimonios ingleses, el capitán Roberto Jenkins fue torturado y los españoles le cortaron una oreja. Luego Jenkins declaró frente al Almirantazgo lo ocurrido, que pasó a ser conocido como el “incidente de la oreja de Jenkins”. Pese a lo dudoso del relato la opinión pública británica – siempre atenta a lo que considera violaciones a los derechos por parte de otros Estados pero apoyando entusiastamente los propios - se indignó y clamó por la guerra contra España. Rápidamente comenzaron los preparativos militares de ambas partes. Declaradas las hostilidades, en 1740 los hijos de la gran Albión formaron una escuadra compuesta por 6 poderosas naves (24) que pusieron al mando del comodoro Jorge Anson con el fin de atacar posesiones españolas en las Indias Orientales y las costas de Chile y Perú. España a su vez alistó el Asia de 70 cañones, la Guipúzcoa de 64, la Hermiona de 50, la Esperanza de 50 y el San Esteban de 40 para destruir las naves de Anson. Todas quedaron bajo el mando de José Pizarro. Ambas escuadras padecieron incontables inconvenientes a lo largo del viaje. Al llegar al estrecho de Magallanes Anson había perdido 3 naves, los españoles por su parte con grandes bajas en hombres y material retornaron con las naves sobrevivientes al continente. Anson continuó el crucero con los buques restantes saqueando las costas de Chile para luego retornar a Gran Bretaña. Si bien Anson no divisó las islas Malvinas, sí comprendió – dadas las enormes dificultades para la navegación y los daños producidos en las naves por la acción del clima – la importancia de tener una base para operar en el sur de América, recomendando al Almirantazgo la ocupación de las Malvinas (25) . Las hostilidades cesaron en 1748 al firmarse la Paz de Aquisgrán, pero la idea de ocupar Malvinas persistió. Por diversas razones el plan no pudo llevarse a cabo, pero es aquí donde encontramos los proyectos iniciales para concretar la usurpación (26).
1.4. El primer establecimiento
Con posterioridad al descubrimiento nuevas expediciones, sobre todo holandesas y francesas, recorrieron la región y avistaron las islas pero sin realizar acto alguno de toma de posesión o intento de doblamiento (27) . Con frecuencia los visitantes eran cazadores de focas, ballenas y pingüinos que se enriquecían con la matanza de estos animales.
A partir de 1698 comenzaron a llegar marinos franceses procedentes del puerto de Saint Maló. Fueron ellos los que llamaron a las islas Molouines (28) que en castellano pasó a ser Maluinas y luego Malvinas. En 1763 se firmó la Paz de París que trajo desastrosas consecuencias para Francia. Derrotada por Gran Bretaña perdió Canadá, Louisiana y parte de la India (29), por lo que buscó nuevos territorios para recuperar su deteriorado imperio colonial. El duque de Choiseul – Ministro de Guerra y Marina de Luis XV – escuchó con atención las propuestas de Luis Antonio de Bougainville (30) , emprendedor marino de Saint Maló que le presentó un proyecto para establecer una colonia en las islas Malvinas. Aprobado el plan, el 8 de septiembre de 1763 partieron del citado puerto la fragata L´Aigle y la corbeta Le Sphinx llevando cuatro familias que habían vivido en Canadá para iniciar la colonia (31) . Los expedicionarios comandados por Bougainville llegaron a las Malvinas el 31 de enero de 1764. El 2 de febrero de 1764, en la bahía de la Anunciación en el extremo noreste de la isla Soledad en una pequeña caleta, comenzaron la construcción de un poblado con un fuerte al que llamaron San Luis y que fue inaugurado oficialmente el 5 de abril. Quedaba constituido el primer establecimiento permanente en Malvinas, formado por 27 personas. La naciente colonia contaba con una batería de 4 cañones para su defensa. Posteriormente Boungainville volvió a las islas con 116 personas más. La colonia creció rápidamente, dedicándose sobre todo a la caza de ballenas y lobos marinos (32).
1.5. Usurpación y disputa con Gran Bretaña
Mientras los franceses se establecían en Malvinas los británicos reflotaron los proyectos de Anson. En 1764 partió de Gran Bretaña una expedición comandada por John Byron con el fin reconocer las islas y establecerse. El 15 de enero de 1765 los ingleses ingresaron en un puerto al norte de la isla Gran Malvina al que llamaron Egmont (33) tomando posesión pero no estableciendo población alguna. Sin permanecer en el lugar se dirigieron al estrecho de Magallanes donde se cruzaron con una de las naves de Bougainville. Tras retornar Byron a Europa se dispuso la organización de una nueva expedición para instalarse en Puerto Egmont. Su comandante - John Macbride - recibió órdenes de desalojar a cualquier habitante que se encontrara en las islas u obligarlo a reconocer la soberanía británica, a pesar de que los ingleses carecían de títulos para adjudicársela. Macbride llegó a Puerto Egmont el 8 de enero de 1766 fundando un fuerte al que llamó George, dejando una guarnición de 25 hombres. Rápidamente los ingleses confirmaron la presencia de la colonia de Bougainville, enviando a la fragata Jason para intimar su desalojo. Los franceses se aprestaron a la lucha por lo que la nave británica se retiró. Fue así como se concretó la primera usurpación inglesa por medio del fuerte George.
En este punto es necesario insistir en que los ingleses carecían de derechos pues, por las bulas y tratados mencionados pertenecían a España. No eran los descubridores de las islas (34) y a su vez los primeros en poblarlas habían sido los franceses. Recordemos que el descubrimiento por sí solo no otorga derechos. Ni franceses ni ingleses las habían descubierto, pero los primeros se habían establecido en ellas – derecho de poblamiento – casi dos años antes que los segundos.
Entre tanto habían llegado a oídos del rey Carlos III de España las noticias del establecimiento de Bougainville en Malvinas. Rápidamente los españoles protestaron ante Luis XV. El rey de Francia y Bougainville accedieron a los reclamos y aceptaron entregar la colonia reconociendo internacionalmente la soberanía de España. Las únicas condiciones que puso el marino francés fueron que los españoles las ocuparan, pues sino los ingleses lo harían, y que el gobierno de Carlos III le diera una indemnización en concepto de los gastos que había tenido por el establecimiento de la colonia (35) . El 2 de abril de 1767 Bougainville entregó la colonia al capitán de navío Felipe Ruiz del Puente enviado por la Gobernación de Buenos Aires y que así se convirtió en el primer gobernador español de las islas. Este dato es importante ya que desde que los españoles se establecieron en las islas las consideraron bajo la dependencia del gobierno de Buenos Aires. Veremos la trascendencia de esta cuestión más adelante. Al año siguiente puerto San Luis fue rebautizado Nuestra Señora de la Soledad en honor a la Virgen María. Es entonces, desde 1767, que comienza la presencia permanente de España en las islas.
El 28 de noviembre de 1769 una nave de Ruiz del Puente confirmó la presencia inglesa al encontrarse con un buque británico en el estrecho de San Carlos. El gobernador de Malvinas informó al de Buenos Aires y este último – Francisco Bucarelli – rápidamente giró órdenes para desalojar a los usurpadores. El 11 de mayo partieron 6 naves (36) desde Buenos Aires mandadas por Juan Ignacio Madariaga, adelantándose una capitaneada por Fernando Rubalcava para reconocer las posiciones británicas. El 17 de febrero de 1770 Rubalcava llegó a las islas pero ante la presencia de 3 fragatas enemigas decidió esperar la llegada de refuerzos. El 3 de junio de ese año Madariaga intimó a los invasores a rendirse, recibiendo respuestas negativas. El 10 de junio tras un breve intercambio de fuego y habiéndose iniciado el desembarco español, los británicos se rindieron. Se tomaron 156 prisioneros que fueron remitidos a Inglaterra (37).
Cuando las noticias llegaron a Gran Bretaña la opinión pública se indignó por lo que consideró un atropello a su honor, comenzando las amenazas de guerra. Carlos III estaba dispuesto a defender sus territorios e inició las gestiones con el gobierno francés para recibir su apoyo en el conflicto que se avecinaba, cumpliendo lo acordado en el Pacto de Familia. Francia se mostró reticente a iniciar las hostilidades, aduciendo que aún no estaba en condiciones de hacerlo.(38) Los franceses pidieron a España retrasar el inicio de un nuevo conflicto. Habiendo quedado sola, España negoció. Las conversaciones se prolongaron hasta el 22 de enero de 1771, fecha en que se firmó un documento clave en la cuestión de la soberanía sobre las islas. Ese día se emitió la llamada Declaración de Masserano (39) . España aceptó devolver Puerto Egmont a los ingleses, pero el documento dice textualmente: “El príncipe Masserano declara al mismo tiempo, en nombre del rey su señor, que la promesa de su dicha majestad católica de restituir a su majestad británica la posesión del puerto y fuerte llamado Egmont, no puede ni debe en modo alguno afectar la cuestión de derecho anterior de soberanía de las islas Malvinas, por otro nombre Falkland (40) ”. Ese mismo día los británicos – por medio de Lord Rochford - aceptaron oficialmente la declaración de Masserano, es decir aceptaron la devolución de Puerto Egmont pero también reconocieron mediante un documento oficial la soberanía española sobre las islas. Por otro lado hay que señalar que el establecimiento británico se limitaba a Puerto Egmont, un fuerte ubicado en una de las tantas islas – la Saunders - del archipiélago. Es decir que antes de 1833 nunca habían ocupado las islas que forman el conjunto de Malvinas sino una sola de ellas. Esto es importante al tratar la cuestión del derecho que da la ocupación. Aunque los ingleses ahora lo niegan se sabe que existió una declaración secreta por la cual aceptaron que una vez que pasaran las tensiones generadas por la opinión pública se comprometían a evacuar las islas. Así fue como ocurrió efectivamente. El 22 de mayo de 1774 los británicos abandonaron Puerto Egmont (41) , dejando una placa (42) alegando que el puerto pertenecía a Gran Bretaña. Desde entonces y hasta 1833 no volverían a Malvinas, lo que demuestra que no había intenciones de permanecer y dominar, esto es lo que en derecho internacional se llama animus dominando (43) . Posteriormente los hijos de Albión utilizarían esta placa como una “prueba” de soberanía sobre las islas. B. Del Carril analizó la cuestión y sacó dos importantes conclusiones: primero, ¿desde cuando un pedazo de metal da derechos de soberanía sobre un territorio? Segundo: la placa reclama como territorio británico Puerto Egmont, ubicado en una pequeña isla del archipiélago, nada dice con respecto a las demás por lo que tampoco puede usarse para argumentar reclamo alguno sobre las islas restantes.
Enterados del retiro británico los españoles retornaron a las islas. Desde entonces la presencia continuó en forma ininterrumpida hasta 1811. En conclusión: España ocupó las islas desde 1767 hasta 1811, pues por la Declaración de Masserano abandonó Puerto Egmont pero no Puerto San Luis o Soledad, por lo que se puede afirmar la existencia de una presencia constante y permanente. Esto no puede ser aducido por los ingleses que apenas estuvieron entre 1766 y 1770, retirándose por unos meses y volviendo solo para retirarse nuevamente en 1774. No regresaron hasta 1833, año en que las tomaron por la fuerza. Dejaron solo como custodio un pedazo de metal que fue retirado por las autoridades españolas en 1775 (44) . Esto es todo lo que los ingleses tienen para defender su inexistente “soberanía” sobre unas islas que indiscutiblemente han obtenido por el pillaje. Hemos visto que tampoco tienen prueba alguna sobre el descubrimiento y si hubiera llegado a existir, cosa que no ocurrió como he explicado, no fue seguido por acto alguno de toma de posesión ni por una ocupación permanente.
El 1 de agosto de 1776 por Real Cédula de Carlos III fue creado el Virreinato del Río de la Plata (45) siendo nombrado como primer Virrey Don Pedro de Cevallos, héroe en las guerras contra los portugueses y uno de los genios militares más grandes de nuestra historia. Se fijó a Buenos Aires como capital y de ella dependerían – como había sido hasta entonces - la Patagonia y Malvinas.
El 28 de octubre de 1790 (46) fue firmado un nuevo tratado entre España y Gran Bretaña, el de Nootka Sound (47) . Los españoles autorizaron parcialmente el comercio inglés y la pesca en América del Sur, pero a su vez los británicos reconocieron la soberanía española en los territorios australes, por ende sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Por los artículos 6 y 7 se comprometieron a no formar establecimientos en los mares de América Meridional, en las costas orientales y occidentales de las islas adyacentes ya ocupadas y reconocieron la soberanía española sobre Carmen de Patagones, San José, Puerto Deseado y Puerto Soledad (ex San Luis en Malvinas). Nos encontramos frente a un nuevo documento en el cual los ingleses reconocen la soberanía española sobre Malvinas (48).
En 1806 y 1807 se produjeron las invasiones inglesas a Buenos Aires y Montevideo, fracasando en su intento de establecer nuevas bases para el comercio en América.
Desde 1767 hasta 1811 se sucedieron en forma ininterrumpida 32 gobernadores que paulatinamente hicieron progresar a la colonia (49) , destacándose entre ellos Jacinto Mariano del Carmen Altolaguirre, primer gobernador criollo de las islas (1781 – 1783) (50) . Durante estas gestiones permanentemente fueron denunciadas las expediciones de caza ilegal practicadas por marinos de diversas nacionalidades. Dada la carencia de medios navales y la decadencia del poderío español es poco lo que pudo hacerse para contrarrestarlas. En 1798 se hizo cargo de la gobernación Francisco Xavier de Viana y Alzaibar, segundo gobernador criollo de las islas. Es importante volver a resaltar que siempre, desde que comenzó el dominio español, tanto la Patagonia como Malvinas dependieron de la gobernación de Buenos Aires, siendo su gobernador el encargado de nombrar a las autoridades insulares.
2. Los derechos argentinos
2.1. Las Malvinas entre 1811 y 1832
La vida en las islas continuó sin mayores sobresaltos hasta 1810 (51) . Producida la Revolución de Mayo la Junta Provisional Gubernativa (52) ya se ocupó de la cuestión. El Sr. Gerardo Bordas – gobernador de las islas entre 1808 y 1810 – había cursado ante el Virrey Cisneros un trámite por el pago de sueldos atrasados. La revolución determinó que la cuestión pasara a manos del nuevo gobierno que debió expedirse sobre el tema. El 30 de mayo la Junta declaró que por medio del Ministerio de Marina se ocuparía de sufragar los gastos que demandaran de ese momento en adelante el mantenimiento del personal de la colonia y los de un buque para asistirla. Es claro que consideraba que las islas estaban bajo su soberanía (53) . El documento fue firmado por C. Saavedra y J. J. Paso (54).
Las autoridades de Montevideo desconocieron a la Junta Provisional y dado el inicio de las hostilidades contra Buenos Aires decidieron retirar a la reducida guarnición de Malvinas. El encargado de la tarea fue el piloto mayor Manuel Moreno quien a bordo del bergantín Gálvez se dirigió a las islas y evacuó a los 46 hombres que quedaban. El piloto de la Armada Española Pablo Guillén Martínez se convirtió en el último gobernador español de las islas, retirándose el 8 de febrero de 1811. Al hacerlo dejó una placa donde afirmaba la soberanía española. Los sucesivos gobiernos patrios no pudieron prestar demasiada atención a las islas dados los graves problemas internos que aquejaron a nuestro país. Las guerras por la independencia, las luchas civiles y la invasión portuguesa a la Banda Oriental hicieron que las fuerzas y recursos disponibles se destinaran a otras necesidades más urgentes. El 9 de julio de 1816 se produjo la declaración de independencia de las Provincias Unidas de América del Sur que en esos momentos incluían a las actuales Argentina, Banda Oriental, el Paraguay y parte de Bolivia.
He explicado las razones por las cuales las islas pertenecían a España: las bulas papales, el Tratado de Tordesillas, el posible derecho de descubrimiento, la declaración de Masserano, los Tratados de Utrecht y Nootka Sound, pero por encima de todo el derecho dado por la ininterrumpida presencia entre 1767 y 1811. Por su parte Gran Bretaña nada podía presentar a su favor: no había documento internacional alguno que le reconociera soberanía en las islas, no era nación descubridora y solamente había poblado una pequeña isla del archipiélago entre 1766 y 1774 tras lo cual la había abandonado. Pero cabe ahora hacerse una pregunta: ¿por qué el archipiélago pasó a depender del gobierno de las Provincias Unidas y no de otro Estado? En este punto es donde se aplica el mencionado principio de derecho internacional conocido como uti possidetis. Utilizado universalmente establece que al independizarse un Estado de otro este hereda los territorios bajo anterior dependencia de la metrópoli. Malvinas pertenecían a España, al independizarse las Provincias Unidas, por herencia pasan a ellas. Pero se plantea otra pregunta: ¿por qué fueron heredadas por las Provincias Unidas y no por otro de los nuevos Estados del ex Imperio español? La soberanía de las Provincias Unidas viene dada porque las islas siempre dependieron de la Gobernación de Buenos Aires, al igual que toda la Patagonia. Esta también es la base que se ha utilizado para defender la soberanía argentina frente a los constantes reclamos chilenos sobre el sur argentino. La región siempre estuvo bajo la jurisdicción de Buenos Aires y nunca de la Capitanía de Chile o de otra Gobernación española. Pudo discutirse por qué parte de la Cordillera de los Andes pasa la línea demarcatoria de límites pero no que lo que actualmente llamamos Patagonia argentina pertenece a nuestro país. Los españoles establecieron claramente los límites entre la Gobernación de Buenos Aires y otras dependencias desde el primer momento del inicio del proceso de colonización del territorio. Los principales documentos que ya dividen claramente las jurisdicciones y lo prueban son:
- Los límites establecidos para la Gobernación otorgada a Don Pedro de Mendoza, primer Adelantado del Río de la Plata, por Carlos V en 1536. Ya establecen su jurisdicción, entre otros territorios, sobre la Patagonia. Son confirmados por la capitulación otorgada a Ortiz de Zárate en 1569 y las afirmaciones de Hernando de Montalvo en 1579 y 1585 y de Ruy Díaz de Guzmán en 1612 y 1616.
- Los informes de 1594 y 1609 en los que se hace referencia a la Cordillera de los Andes como límite con la Capitanía de Chile.
- La Real Orden extendida en 1766 al gobernador Bucarelli en la que se afirma que su área de jurisdicción alcanza hasta el estrecho de Magallanes.
- Una gran variedad de órdenes de diversa índole dirigidas a los gobernadores de Buenos Aires en las cuales se les resaltan sus responsabilidades sobre la Patagonia.
- La Real Cédula de creación del Virreinato del Río de la Plata, emitida por Carlos III el 1 de agosto de 1776 donde marca claramente sus límites: al norte el río Desaguadero (frontera con el Virreinato del Perú del cual dependíamos anteriormente), al oeste la Cordillera de los Andes que nos separaba de la Capitanía de Chile, al este el Océano Atlántico y al noroeste tratados particulares que establecían los límites con los territorios portugueses en lo que actualmente son Uruguay, Misiones y el Paraguay.
- El 27 de octubre de 1777 de dividió al Virreinato en Intendencias, dependiendo la Patagonia de la de Buenos Aires.
- En 1798 se separó totalmente del Virreinato del Perú la Capitanía de Chile, estableciéndose como límites con el Virreinato del Río de la Plata la Cordillera de los Andes (55).
Queda claro entonces por medio de esta apretada síntesis como siempre España consideró a la Patagonia y Malvinas como territorios dependientes del gobierno de Buenos Aires. El inicio del proceso de independencia en 1810 nada cambió las cosas y los territorios australes siguieron bajo la misma jurisdicción.
El 6 de noviembre de 1820 una nave corsaria – la fragata Heroína - al mando del coronel de Marina David Jewett recaló en puerto Soledad y a la vista un grupo de cazadores izó la bandera argentina reafirmando nuestra soberanía en las islas. Jewett emitió una nota que dio a conocer a los cazadores presentes planteando que actuaba a nombre del gobierno de las Provincias Unidas de Sudamérica (56) y que concurría a impedir la destrucción de los recursos de las islas. El acto de toma de posesión fue dado a conocer en la prensa internacional y Gran Bretaña no realizó reclamo alguno. D. Jewett se convirtió en el primer gobernador de las islas bajo gestión argentina desde la declaración de independencia. Desde entonces se sucederían un total de 7 gobernadores hasta la usurpación en 1833, incluido Jewett. La Argentina entonces sumaba un nuevo derecho sobre las islas, el llamado derecho de usucapión que significa adquisición de un territorio por uso prolongado. España ocupó Malvinas desde 1767 hasta 1811, es decir durante 44 años. La Argentina las hereda y a estos años sumaría 13 más de presencia efectiva hasta la invasión británica. Por su parte los ingleses no pueden aducir este derecho, si bien están en Malvinas desde 1833 la ocupación surgió como consecuencia de una acción violenta – de facto - que implicó el desalojo del propietario anterior.
En 1823 el gobierno de Martín Rodríguez (57) en Buenos Aires concedió a Jorge Pacheco - asociado con Luis Vernet - la explotación del ganado de las islas y la caza de lobos marinos (58) . Al año siguiente se produjo un intento de colonización encabezado por Pacheco que fracasó. Luis Vernet se dirigió a las islas y comenzó a reparar los derruidos edificios abandonados por los españoles.
El 2 de febrero de 1825 el gobierno de Buenos Aires firmó un Tratado de amistad, comercio y navegación con Gran Bretaña. Por medio del acuerdo los ingleses recibieron amplias ventajas comerciales y una serie de beneficios para los súbditos que residían en nuestro territorio (59).
Ya siendo gobernador Manuel Dorrego en 1828 amplió las concesiones dadas a Pacheco y Vernet, otorgándole también la explotación de la isla de los Estados (60) . L. Vernet desarrolló una intensa labor en los territorios recibidos en concesión. El gobierno de Juan Lavalle y Martín Rodríguez (61) reconoció su labor y como una forma de reafirmar nuestra soberanía creó el 10 de junio de 1829 la Comandancia Política y Militar de las islas Malvinas, otorgándosela a Luis Vernet. En el documento, tras hacer una introducción a la cuestión planteó: “Art. 1º: Las islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico, serán regidas por un Comandante Político y Militar, nombrado inmediatamente por el Gobierno de la República. Art. 2º: La residencia del Comandante Político y Militar será en la isla de la Soledad, y en ella se establecerá una batería, bajo el pabellón de la República. Art. 3º: El Comandante Político y Militar hará observar por la población de dichas islas las Leyes de la República, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre la pesca de anfibios. Art. 4º: Comuníquese y publíquese” Firmado: M. Rodríguez. Salvador María del Carril.” (62) El documento es una muestra más de la voluntad de los gobiernos patrios por afirmar nuestra soberanía. El decreto motivó la protesta del representante del gobierno inglés en la Argentina, Woodbine Parish, que envió una nota a las autoridades nacionales el 19 de noviembre de 1829. La protesta era incomprensible. Desde 1774 los británicos habían abandonado las islas, habían reconocido la soberanía española y con posterioridad la independencia argentina. Un año antes, en 1828, la diplomacia británica se apuntó un nuevo triunfo al lograr la independencia de la Banda Oriental mutilando la integridad territorial del antiguo Virreinato del Río de la Plata y cumpliendo con uno de sus lemas: Divide y reinarás (Ver Deyseg Nº 31). Los ingleses lograban establecer una nueva base para el comercio y sus operaciones financieras en el Río de la Plata (63) . Mientras tanto, ya con su nuevo cargo, L. Vernet continuó las labores en la próspera colonia, llevando más pobladores que para 1830 ya eran más de 120.
2.2. La agresión norteamericana
Bajo la incansable labor del Luis Vernet la población malvinense siguió progresando, pero el gobernador constantemente llamaba la atención a las autoridades de Buenos Aires por la creciente actividad de los loberos y cazadores que actuaban con impunidad en el archipiélago. La casi total carencia de medios navales hizo que la caza y pesca ilegal, a pesar de los avisos dados por Vernet a los infractores, alcanzara proporciones alarmantes y que los recursos naturales de las Provincias Unidas fueran saqueados sin restricciones. Vernet decidió tomar cartas en el asunto, entre julio y agosto de 1831 apresó tres goletas norteamericanas – la Harriet, la Brukwater y la Superior - que habían desoído los llamados de atención de las autoridades locales. Rápidamente se dirigió a Buenos Aires para tramitar los correspondientes procesos. Uno de los capitanes apresados – Gilberto Davison de la Harriet – se dirigió a Jorge Slacum, cónsul de Estados Unidos y protestó por la acción de Vernet. Slacum se dirigió por una nota el 21 de noviembre de 1831 al gobierno de Buenos Aires – encargado de los negocios generales y las relaciones exteriores de la Confederación Argentina – protestando por el apresamiento y negando los derechos de las autoridades argentinas a detener a los cazadores. Tomás Manuel de Anchorena, Ministro de Relaciones Exteriores, replicó con dureza las insolencias de Slacum. Excediéndose en sus facultades el cónsul norteamericano se puso en contacto con el capitán Silas Duncan, comandante de la corbeta de guerra Lexington, y le ordenó navegar hacia Malvinas. A su vez envió un ultimátum al gobierno de la Confederación, al parecer instigado por W. Parish, cónsul británico. Nuevamente Anchorena contestó las insolencias y advirtió que Slacum carecía de facultades para proceder en el asunto.
El 27 de diciembre de 1831 la Lexington penetró en la Bahía Anunciación usando el pabellón francés, por lo que la población se preparó para recibirla amistosamente. Los norteamericanos atacaron a los desprevenidos pobladores, tomando prisioneros a 25 de ellos, clavando los cañones y saqueando las instalaciones retirándose el 21 de enero tras arrasar el poblado. Las autoridades argentinas se enteraron del ultraje y cortaron toda relación con Slacum, comenzando los reclamos ante el gobierno norteamericano. Lejos de aceptar las demandas argentinas, el presidente Andrew Jackson justificó los atropellos de la Lexington. Slacum fue reemplazado por Francis Baylies que desconoció todo derecho argentino sobre las islas. Nuestro país continuó los reclamos pero hasta el día de hoy sigue esperando una respuesta adecuada de los norteamericanos.
2.3. La usurpación inglesa y los reclamos iniciales
El 10 de noviembre de 1832 el gobierno de Buenos Aires nombró como nuevo gobernador de las islas al mayor Esteban Francisco Mestiver, enviándolo junto con 25 soldados a bordo de la goleta Sarandí. A los pocos días se produjo una revuelta y Mestiver fue asesinado, siendo reemplazado interinamente por el teniente coronel de marina José María Pinedo. El 2 de enero de 1833 apareció frente a Puerto San Luis la corbeta inglesa HMS Clío. Pinedo, cumpliendo con las normas protocolares, mandó un oficial a la nave inglesa para recibirla e intercambiar los habituales saludos. Al abordar la Clío fue intimado por el capitán John James Onslow a desalojar las islas en nombre de la ¿soberanía inglesa? A las 9 la mañana del 3 de enero de 1833 el pabellón argentino fue arriado. Lamentablemente para el honor nacional Pinedo no presentó resistencia y se retiró a Buenos Aires a bordo de la Sarandí, dejando a algunos hombres en el poblado a cargo de Juan Simón a quien nombró Gobernador Político y Militar de las islas en su reemplazo. A los pocos días la Clío se marchó. No quedó autoridad inglesa alguna. Este hecho es clave para los futuros planteos argentinos. Gran Bretaña actuó de facto, de hecho, es decir por la fuerza. Desalojó una población nativa y comenzó a establecer una colonial. Es de gran trascendencia porque con frecuencia – sobre todo en la actualidad – frente a las reclamaciones argentinas los ingleses han argumentado que ellos respetan los deseos de los habitantes de las islas y que deben participar en la toma de decisiones. Esto no es así, pues Inglaterra obligó a la población local a retirarse por un acto de fuerza e impuso otra, luego plantea que estos nuevos habitantes y sus descendientes – población implantada por el usurpador – tiene derechos a decidir. Como veremos más adelante, incluso la ONU ha rechazado este argumento por considerar a los llamados kelpers como población colonial impuesta por un Estado usurpador.
Conocidas las noticias de la invasión inglesa, el gobierno de Buenos Aires – encargado de las relaciones exteriores y los negocios generales de la Confederación – a cargo de Juan Ramón Balcarce protestó ante las autoridades inglesas por medio del Ministro de Relaciones Exteriores Manuel Vicente Maza (64) . El 17 de junio de 1833 el Ministro plenipotenciario argentino en Londres, Manuel Moreno, elevó un nuevo reclamo ante Gran Bretaña protestando por la usurpación y el insulto al pabellón nacional. Moreno afirmó el derecho español por descubrimiento, por poblamiento y por los sucesos de 1770 cuando los británicos reconocieron la soberanía española. Los invasores respondieron aludiendo que la Clío había actuado por órdenes del gobierno inglés y justificaron la usurpación.
El 22 de agosto de 1833 se produjo un alzamiento en las islas encabezado por el famoso gaucho Antonio Rivero. El tema ha dado lugar a la polémica entre los historiadores. La realidad parece indicar que Rivero se rebeló reclamando el pago de sueldos atrasados y asesinó a la única autoridad argentina: Juan Simón y a cuatro personas más. Una de ellas era un hombre de apellido Dickson al cual Onslow le había encargado la tarea de izar el pabellón inglés todos los domingos. Los asesinatos generaron la dispersión de la escasa población existente. (65) El 8 de enero de 1834 arribó la fragata HMS Challenger comandada por el capitán Seymour quien envió al teniente Henry Smith (66) para que pusiera orden. Al carecer de leyes para juzgarlos decidió enviarlos a la única autoridad de referencia, es decir a Buenos Aires, lo que implicaba reconocer la soberanía argentina. Desde entonces no hubo autoridad argentina alguna hasta la recuperación del 2 de abril de 1982.
H. Smith se encargó de la administración de las islas y en 1838 renunció. La colonia quedó a cargo del teniente Robert Locway, sucediéndolo luego otros oficiales navales. La usurpación inglesa se consolidó a partir de 1841 cuando el 23 de agosto el Secretario de Colonias Lord John Rusell estableció el cargo de Teniente Gobernador de las Islas, intentando dar forma al gobierno (67) . El primer gobernador inglés fue el teniente Richard Clement Moody. Durante su gestión de dispuso el traslado del poblado de Puerto Soledad o San Luis a un punto más al sur, hacia Puerto Williams o Groussac (68) lugar donde está ubicada la actual capital malvinense.
En marzo de 1835 Juan Manuel de Rosas asumió el gobierno de la provincia de Buenos Aires y el manejo de las relaciones exteriores y los negocios generales de la Confederación Argentina. Las gestiones para la recuperación de las islas continuaron. A partir de ese momento todos los años Rosas trató el tema de la usurpación al dirigirse a la Sala de Representantes provincial bajo estos términos: “(...) El gobierno jamás desistirá de su empeño de reclamar también de la justicia del gabinete británico el reconocimiento de los claros e incuestionables derechos de la República a aquellas islas y la competente reparación”. Aquí es donde aparece una cuestión que sigue despertando polémica entre los historiadores. Existe una correspondencia entre Rosas y Manuel Moreno – embajador en Londres – en la que el primero desliza al segundo la posibilidad de sugerir al gobierno inglés el pago de la deuda del empréstito Baring (69) usando para ello las islas Malvinas. Para historiadores como E. Celesia y R. Caillet Bois Rosas directamente quiso cambiar las islas por dinero, mientras que para otros como V. Sierra (70) fue una maniobra para obligar al gobierno invasor a reconocer la soberanía argentina sobre las islas, pero no había intención de cambiar las tierras por dinero (71) . Mientras tanto los reclamos continuaron durante todo el gobierno de Rosas hasta su derrocamiento en 1852. Por su parte Luis Vernet también realizó insistentes gestiones ante la violación a nuestra soberanía y por las pérdidas que le generó la usurpación, nunca fueron escuchadas. El representante argentino en Estados Unidos, Carlos María de Alvear, comenzó en 1838 una serie de nuevos reclamos para obtener reparaciones por al agresión de la Lexington en 1832, sin obtener resultado alguno. En 1845 se concretó un nuevo ataque británico contra nuestra soberanía al iniciarse el bloqueo anglo – francés. En esta ocasión, pese a la superioridad de fuerzas, los agresores serían derrotados (Ver DeySeg Nº 31).
En 1851 comenzó la organización de la Falkland Island Company que con el paso del tiempo se convirtió en el poder económico más importante del archipiélago. En la actualidad continúa siendo uno de los factores que más presión ejerce para impedir el reintegro de las islas a la Argentina. En su fundación y dirección tuvo un papel de gran importancia Samuel Lafone, conocido comerciante que actuó desde Montevideo y contribuyó a la agresión anglo – francesa contra la Confederación, siendo uno de los principales interesados en impedir la reincorporación de la Banda Oriental a nuestro territorio (Ver Deyseg Nº 31 y 35) (72)
Tras la caída de Juan Manuel de Rosas en Caseros (Ver DeySeg Nº 35) la Confederación comenzó un nuevo proceso de conflictos internos y externos que acapararon la atención de los sucesivos presidentes. En febrero de 1854 se produjo un nuevo incidente en las islas. Una nave de guerra británica capturó a dos buques norteamericanos dedicados a la caza de focas. Al llegar a Puerto Stanley se encontró con el USS Germantown, nave de guerra norteamericana al mando del capitán William F. Lynch (73) , quien puso en duda el derecho inglés a apresar naves norteamericanas aduciendo la soberanía argentina sobre las islas. La cuestión suscitó una serie de entredichos diplomáticos entre Estados Unidos y Gran Bretaña que no llegaron a mayores.
Mientras tanto los esfuerzos nacionales se concentraron en las discusiones diplomáticas con Chile al agudizarse las disputas por la Patagonia (74) . En aquellas inhóspitas latitudes, dominadas por las inclemencias de la naturaleza, la soledad y el peligro constante de los indígenas se destacarían dos figuras enormes de nuestra Historia: Francisco P. Moreno y Luis Piedrabuena. Ambos escribieron páginas y páginas de heroísmo por defender la soberanía argentina en el sur (75).
La cuestión de los derechos argentinos volvió a la palestra cuando en 1869 José Hernández publicó un artículo en el periódico el Río de la Plata en el que incluyó una carta de su amigo el comandante Augusto Laserre donde describió las islas que había visitado a raíz de la investigación del siniestro de un mercante italiano (76) . La guerra contra el Paraguay, los conflictos entre unitarios y federales hicieron que la cuestión de Malvinas fuera relegada. Por otro lado se produjo un notable adelanto en la afirmación de nuestros derechos sobre la Patagonia gracias al éxito de las sucesivas campañas al desierto que alejaron para siempre el peligro de los malones, permitieron la afirmación del pabellón nacional hasta los confines de nuestro territorio y desbarataron las acciones que desarrollaban los indígenas en complicidad con Chile (77).
2.4. Los reclamos argentinos 1880 – 1908
En 1884 (78) Luis L. Domínguez - Ministro plenipotenciario argentino en Estados Unidos – renovó los reclamos por el ataque de la Lexington. El presidente norteamericano Grover Cleveland desconoció la protesta y cuestionó nuevamente la soberanía argentina. La respuesta defendiendo los derechos nacionales no se hizo esperar y llegó de la mano de Vicente Quesada que volvió a presentar las razones por las cuales la soberanía sobre las islas correspondía a la Argentina. En diciembre de ese mismo año el embajador inglés en Buenos Aires – Edmundo Monson - protestó por la publicación de un mapa de la Argentina donde se incluía a las Malvinas. El canciller Francisco Ortiz volvió a reafirmar los derechos de nuestro país sobre el territorio usurpado. El reclamo por los derechos argentinos se reiteró en 1887 (79) por medio del canciller Norberto Quirno Costa. Los cuestionamientos se repitieron al año siguiente. El gobierno británico se negó al diálogo considerando la cuestión como cerrada.
El 16 de noviembre de 1904 (80) se dio un importante paso en la afirmación de la nuestros derechos en las islas Georgias al instalarse bajo bandera nacional el primer asentamiento humano permanente perteneciente a la Compañía Argentina de Pesca. Con el paso del tiempo las instalaciones se fueron ampliando y la presencia de los buques de la Armada Argentina se hizo contante. El 1 de enero de 1905 empezó a funcionar en Georgias una oficina meteorológica nacional. Otro antecedente de presencia argentina fue que el gobierno nacional estableció que los productos elaborados en Georgias no pagaran derechos de importación, ya que provenían de un territorio considerado como propio. Las crecientes ganancias de la Compañía y el valor económico de la región hicieron que a partir de marzo de 1906 los británicos exigieran el pago de impuestos por la explotación de los recursos naturales argumentando que la región les pertenecía. Por supuesto que no presentaron prueba alguna – solamente el uso de la fuerza - para demostrarlo. Nunca se habían establecido en las islas, no había destacamento o acto de posesión alguna y sin embargo se consideraban con derechos. En 1908 los usurpadores instalaron en Grytviken un delegado del gobernador de Malvinas y un funcionario policial. De todas formas la presencia de naves nacionales (81) y la oficina meteorológica continuó. En 1908 (82) se produjo un nuevo atropello británico al publicarse una Carta Patente que incluía como dominios ingleses las Malvinas, Georgias, Orcadas, Sandwich del Sur, Tierra del Fuego – las partes argentina y chilena – y el sur de Santa Cruz y la Patagonia chilena. Los gobiernos de Argentina y Chile protestaron con gran firmeza y en 1917 la Carta fue rectificada, sin por ello abandonar la usurpación de Malvinas y Georgias.
2.5. Las Malvinas entre 1914 y 1946
En 1914 se desató la Primera Guerra Mundial que reafirmó la importancia estratégica de las islas Malvinas. La vulnerabilidad del canal de Panamá y la posibilidad de su cierre ante un ataque que lo inhabilitara constituyeron un factor de importancia al considerar el valor estratégico de las islas. A ello se sumaba que las naves de guerra de la época funcionaban a vapor, lo que hacía necesaria la presencia de bases donde pudieran reabastecerse de carbón para generar el vapor. En agosto de 1914 el Almirante germano Maximilian von Spee inició una expedición encabezada por los cruceros acorazados SMS Scharnhorst y SMS Gneisenau acompañados por varios cruceros ligeros (83) y naves auxiliares para hostilizar al comercio británico. En septiembre Winston Churchill - Lord a cargo del Almirantazgo Británico – ordenó al contralmirante Sir Cristopher Cradock la destrucción de la escuadra de Spee. Para ello debía utilizar Malvinas como base para el carboneo. La flota inglesa (84) se encontró con la germana el 1 de noviembre de 1914, resultado hundidos los HMS Good Hope y el Monmouth, muriendo Cradock en la acción. Antes de retornar a Alemania Von Spee decidió destruir la base naval de Malvinas. Al enterarse del desastre de Cradock, Churchill despachó a más de 30 buques para destruir a los germanos. Rápidamente partieron de Gran Bretaña los cruceros de batalla HMS Invencible e Inflexible y los cruceros acorazados HMS Defense, Kent, Bristol, Glasgow, Cornwall y Kent todos dirigidos por el Vicealmirante Sir Frederick Doveton Sturdee. La mayor parte de las naves arribó a Malvinas antes de la llegada de Spee y los kelpers colaboraron activamente en las tareas de defensa y carboneo de los buques. El 8 de diciembre de 1914 se produjo la batalla de las Malvinas. Spee se encontró sorpresivamente con una fuerza naval muy superior a la que pensaba enfrentar. La inferioridad de fuerzas hizo que intentara ganar las costas argentinas para buscar refugio pero rápidamente los ingleses, cuyos buques eran más veloces, lo alcanzaron. Valientemente Spee ordenó a los cruceros ligeros replegarse y el SMS Scharnhorst y el Gneisenau cubrieron su retirada. Ambas naves, luego los cruceros ligeros también, fueron hundidas pereciendo Von Spee y dos de sus hijos. La batalla reafirmó el valor de las islas como base para las operaciones de la Armada Real y la reina agradeció a sus habitantes por la colaboración brindada.
En 1928 - durante la segunda presidencia de H. Yrigoyen - se reiteraron los reclamos ante Gran Bretaña por Malvinas. En 1933 los ingleses emitieron una serie de sellos postales recordando el centenario de la ocupación de Puerto Soledad, lo que motivó nuevas protestas del gobierno argentino, encabezado en esos momentos por A. Justo. En nuestro país se consideró a la correspondencia que tuviera dichos sellos como carente de franqueo. En 1939 se formó la Junta de Recuperación de las Malvinas encabezada por el diputado socialista Alfredo Palacios (85) . En septiembre de ese mismo año se realizó la primera reunión de cancilleres de Estados americanos en Panamá. La Argentina declaró que mantenía intactos sus derechos sobre las islas Malvinas y que desconocía el establecimiento de colonias en las aguas adyacentes al continente. Los reclamos se repitieron en una nueva conferencia celebrada en La Habana en 1940 y en las Conferencias Interamericanas de Río de Janeiro en 1947 y Bogotá en 1948.
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y las Malvinas volvieron a ser protagonistas. Ese año el acorazado de bolsillo Admiral Graff Spee partió de Alemania al mando del capitán Hans Langsdorff para atacar a la navegación británica. Tras una exitosa campaña en la que hundió varios mercantes enemigos, el Almirantazgo inglés movilizó a su flota para neutralizar al corsario germano usando como base Malvinas. Desde allí partieron los cruceros pesados HMS Cumberland y Exeter y los ligeros Achiles y Ajax al mando del comodoro Henry Harwod. El 13 de diciembre el Achiles, el Ajax y el Exeter interceptaron al Graff Spee frente a las costas de Brasil produciéndose un combate naval en que el Exeter recibió graves daños y el Ajax menores. Las averías en el Spee eran considerables pues había recibido diecisiete impactos que dañaron zonas de importancia del buque como el generador de aceite y combustible y la estación potabilizadora de agua. Ante la imposibilidad de continuar el combate Langsdorff se refugió en el puerto de Montevideo. Las leyes de guerra establecían que podía permanecer hasta 48hs en un puerto neutral - necesitaba al menos diez para reparar las averías – la diplomacia inglesa rápidamente movió sus hilos y el 17 de diciembre la nave alemana debió abandonar el puerto. Mientras tanto el HMS Cumberland había arribado desde Malvinas para reemplazar al Exeter que volvió a las islas para ser reparado. Ante la superioridad de la flota inglesa y la imposibilidad de abrirse paso luchando hasta Buenos Aires, Langsdorff navegó con cuarenta tripulantes y por la tarde voló al Graff Spee frente a Montevideo. Días más tarde se suicidaría. Nuevamente Malvinas mostró su importancia como base naval. Su posición había sido decisiva para la rápida llegada de la escuadra que destruyó al Graff Spee en lo que se conoció como la batalla del Río de la Plata (86).
En 1944 y 1946 la Argentina declaró su soberanía sobre la plataforma submarina, que incluía a las islas Malvinas. Gran Bretaña, ante el crecimiento de la importancia de la explotación del petróleo, hizo lo mismo proclamando derechos sobre la plataforma submarina que rodea a las islas.
2.6. La situación después de la Segunda Guerra Mundial
El 2 de septiembre de 1947 (87) en Río de Janeiro fue firmado el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) Este acuerdo al que adhirieron los Estados americanos (88) en el Art. 3. 1 estableció: “Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se comprometen a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del derecho inmanente de la legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”. El Tratado fue impulsado por Estados Unidos para formar un bloque militar frente a una posible agresión de la Unión Soviética al comenzar la Guerra Fría. Lo cierto es que en 1982 fue invocado por la Argentina pues un Estado extracontinental – Gran Bretaña – agredió a uno de los firmantes. Varios Estados Hispanoamericanos respondieron colaborando con apoyo militar, como Perú, Venezuela y Ecuador. Otros en cambio como Estados Unidos y Chile prestaron un amplio apoyo al invasor, mostrando la dudosa validez de este tipo de acuerdos cuando los intereses no afectan al Estado patrocinante, es decir EUA. El Canciller argentino Juan Atilio Bramuglia afirmó que nuestro país consideraba a las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur dentro del acuerdo (89).
Durante la campaña antártica de 1950 – 51 las fragatas Hércules y Sarandí realizaron un relevamiento de las Georgias y Sandwich del Sur, reafirmando la presencia argentina. Este tipo de acciones así como la colocación de balizas para la navegación se repitieron en las campañas de 1954 – 5; 1955 – 6; 1957 – 8 y 1958 – 9. Durante la de 1954 – 5 se construyó una baliza en la isla Morrell – archipiélago de las Tule en las Sandwich del Sur – y un refugio donde permanecieron viviendo varios meses tres argentinos (90) . En 1954 se reiteraron las declaraciones de soberanía argentina sobre los archipiélagos en la Conferencia de Caracas (91) . En mayo de 1955 (92) la Argentina rechazó una propuesta británica de llevar ante un organismo internacional la cuestión de Malvinas. Las afirmaciones de soberanía argentina se repitieron durante el gobierno de la Revolución Libertadora, dándose un paso más el 28 de febrero de 1957 – presidencia de P. E. Aramburu – cuando se declaró Territorio Nacional a Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, incluidas las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
En 1958 un nuevo elemento se sumó para apoyar el reclamo argentino de soberanía sobre las islas. Las convenciones realizadas en Ginebra reconocieron a los Estados costeros el derecho sobre las plataformas submarinas correspondientes hasta las 200 millas o hasta donde se pudiera explotar el mar. Las islas Malvinas quedan comprendidas dentro de estas 200 millas y están sobre la plataforma submarina argentina (93) . La Conferencia de Caracas de 1973 planteó el dominio del subsuelo hasta la emersión continental, el sitio donde el continente surge del mar.
2.7. Los reclamos ante la ONU
El 26 de junio de 1945 fue aprobada la Carta de las Naciones Unidas en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos. A partir de ese momento nacía una organización internacional que tendrá en adelante una importante influencia en las relaciones entre los Estados. El 14 de diciembre de 1960 (94) las Naciones Unidas aprobaron la Resolución 1514 para profundizar el proceso de descolonización y tratar sobre el respeto a la soberanía de los Estados. Su objetivo fundamental será poner fin rápida e incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas. La Argentina se apuntó un gran triunfo diplomático cuando Gran Bretaña inscribió en el Comité Especial de Naciones Unidas para tal fin a las islas Malvinas dentro de los territorios a descolonizar. Con ello reconoció oficialmente ante todo el mundo la condición colonial de Malvinas. Los puntos más importantes de la resolución plantean: “A fin de que los pueblos dependientes puedan ejercer pacíficamente y libremente su derecho a la independencia completa, deberá cesar toda acción armada o toda clase de medidas de cualquier índole dirigida contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su territorio nacional. Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas” (95) . Tal es el caso de las Malvinas, una parte del territorio argentino ha sido quebrantada por la usurpación inglesa. Pero la actitud británica no podía darse sin que tuvieran otra carta escondida. A la adhesión a resolución siguió la presentación de un nuevo argumento. Los ingleses consideraban que para continuar las discusiones debería tenerse en cuenta la opinión de los isleños. El planteo no era válido pues como hemos visto se trata de una población colonial. En 1833 Gran Bretaña había expulsado por un acto de fuerza a la los pobladores argentinos y establecido colonos propios. Una población surgida de esta forma, dentro del derecho internacional, no puede intervenir en las negociaciones. De todas formas puede notarse con claridad la poca importancia que da Gran Bretaña al derecho internacional cuando este va en contra de sus intereses. Hasta el día de hoy el inexistente derecho de los isleños a intervenir en las conversaciones por Malvinas sigue siendo el “caballito de batalla” de la posición británica.
Grandes pasos para el reconocimiento internacional de la soberanía argentina sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se dieron durante la presidencia de Arturo Umberto Illia. En 1964 el canciller Dr. Zavala Ortiz logró que la Primera Conferencia Interamericana Extraordinaria aprobara un dicamen por el cual no se aceptarán solicitudes de las entidades políticas cuyos territorios estén sujetos total o parcialmente – antes de diciembre de diciembre de 1964 – a litigios o reclamaciones territoriales (96) . Con ello se bloqueo una posible maniobra inglesa de declarar a Malvinas como territorio independiente, lo que solapadamente hubiera mantenido la situación tal cual estaba o peor aún su reconocimiento como tal hubiera implicado que cualquier acción de la Argentina sobre las islas fuera considerada como hostil frente a un Estado independiente. Lucio García del Solar, embajador argentino ante Naciones Unidas, logró que se incorporara el nombre de Islas Malvinas en toda la documentación escrita por Naciones Unidas. Hasta entonces se usaba solo la denominación inglesa de Falklands. El 16 de diciembre de 1965, gracias a la labor del representante argentino Dr. Bonifacio del Carril, las Naciones Unidas aprobaron la resolución 2065 (97) . Este hecho es de gran trascendencia ya que vuelve a reconocer a Malvinas como territorio colonial e insta a las partes al diálogo, veamos sus principales puntos: “Considerando que su resolución 1514 (XV) de 14 de diciembre de 1960 se inspiró en el anhelado propósito de poner fin al colonialismo en todas partes y en todas sus formas, en una de las cuales se encuadra el caso de las Islas Malvinas (Falklands Islands) Tomando nota de la existencia de una disputa entre los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acerca de la soberanía sobre dichas islas-
1. – Invita a los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la cuestión de la independencia de los países y pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la resolución 1514 (XV), así como los intereses de la población de las Islas Malvinas (Falkland Islands)” (98)
La aprobación de la Resolución fue un triunfo para la Argentina. Quedaba expresamente reconocida la condición colonial de Malvinas, el status de territorio en disputa – desde 1833 Gran Bretaña había dado por cerrada la cuestión y sistemáticamente se negaba a negociar – e instaba a las partes a dialogar. Además se estableció que debían tenerse en cuenta los intereses de los isleños, pero en ningún punto se hablaba de derechos o que debían ser parte de las negociaciones. Estas últimas debían hacerse entre los Estados. Se lograba minar la posición inglesa que insistía en el derecho de los kelpers a decidir sobre Malvinas. También Gran Bretaña había llegado a plantear la posibilidad de darles la independencia, pero al establecerse que las negociaciones eran entre los Estados esto quedaba descartado. La autodeterminación era una manera encubierta de mantener el dominio sobre las islas. Es ridículo que pueda formarse un Estado independiente con una población que no superaba los 2.000 habitantes. El gobierno de Illia merece solo por estos triunfos el reconocimiento de todos los argentinos. Cumpliendo lo planteado por Naciones Unidas a partir de 1966 comenzó una nueva ronda de negociaciones bilaterales encabezadas por el Dr. Zavala Ortiz. Mientras tanto el gobierno radical creó en 1966 (99) el Instituto Nacional de las Islas Malvinas y Adyacencias presidido por el Dr. Ernesto Fitte, uno de los grandes defensores de los derechos argentinos e historiadores argentinos. El Instituto aprobó la creación de un escudo de las islas y la marcha compuesta por Carlos Obligado y José Tieri.
2.8. La evolución de la situación hasta 1982
La falta total de interés de los británicos en negociar se hizo patente – pese a las resoluciones de Naciones Unidas – en 1970 cuando el gobierno encaró a la realización de una serie de estudios geológicos realizados por el HMS Shackleton y luego continuados por el HMS Endurance.
Producida la Revolución Argentina y ya bajo la presidencia del general Juan Carlos Onganía los reclamos continuaron ahora de la mano del nuevo canciller, Nicanor Costa Méndez. A partir de entonces se produjo un cambio en la estrategia argentina. En vez de centrarse en la cuestión de la soberanía se optó en desarrollar acciones tendientes a acercarse a los pobladores. El 30 de junio de 1971 (100) la delegación argentina encabezada por Juan Carlos Beltramino firmó un acuerdo con los británicos creando una Comisión Consultiva especial con representantes de ambas partes para realizar las acciones tendientes a mejorar la calidad de vida de los habitantes de las islas. Se haría especial énfasis en las comunicaciones con el continente y en brindar posibilidad a los kelpers de aprovechar hospitales, escuelas y demás servicios dados por la Argentina. Fue así como ese año LADE comenzó a operar en las islas y empezó la construcción de un aeródromo. Posteriormente empresas estatales como YPF, ELMA, Gas del Estado y el Ministerio de Salud iniciaron la prestación de servicios. Gran Bretaña aprovechó los beneficios pero no cedió en cuestiones de soberanía, recurriendo nuevamente al recurso de decir respetar la opinión de los kelpers. Los reclamos argentinos ante las Naciones Unidas se reiteraron en 1972. El brigadier Eduardo Mc. Loughlin, nuevo canciller argentino, insistió en que la solución sobre la cuestión Malvinas no podía ser otra que su reintegro a la Argentina.
Ya con el peronismo nuevamente en el poder, en agosto de 1973 siendo presidente Raúl Lastiri, los reclamos ante las Naciones Unidas se reiteraron por medio del canciller Alberto Vignes. Los debates con Gran Bretaña motivaron que el 14 de diciembre de 1973 las Naciones Unidas aprobaran la Resolución 3160 por la cual reconocieron los esfuerzos argentinos en la cuestión e instó a retomar las negociaciones dados los escasos progresos.
El 29 de mayo de 1974 – durante la presidencia de Isabel Martínez de Perón – se declaró el 10 de junio como día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Malvinas, Islas y sector Antártico.
En 1975 los científicos británicos que habían estudiado los informes de los buques HMS Shackleton emitieron un dictamen secreto en el que demostraron la abundancia de petróleo en la región, recomendando nuevas exploraciones y declarando la factibilidad de la explotación del oro negro. El gobierno de Isabel Perón protestó por medio de un comunicado emitido por la Cancillería. Las tensiones entre ambas naciones aumentaron por lo que el canciller argentino Arauz Castex retuvo al embajador argentino en Londres y sugirió el retiro del embajador británico en Buenos Aires. La tensión aumentó cuando el 4 de febrero de 1976 el destructor ARA Almirante Storni interceptó al HMS Schackleton a 80 millas al sur de Malvinas, abriendo fuego de advertencia para obligar su detención. Pese a los pedidos de la Armada la cancillería no permitió el uso de la fuerza para abordar al Schackleton, el incidente no pasó a mayores pero las negociaciones quedaron interrumpidas. La cuestión Malvinas pasó a segundo plano dado que el 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe de Estado que derrocó a Isabel Martínez de Perón e inició el Proceso de Reorganización Nacional.
Entre 1976 y 1978 se concretó el establecimiento en las Sandwich del Sur, en la isla Morrell, de la base científica Corbeta Uruguay (101) . Los británicos protestaron pero la queja fue rechazada por el gobierno del general J. Videla. El 26 de abril de 1976 se reanudaron las conversaciones, produciéndose encuentros en Nueva York (1977), Lima (1978), Ginebra (1978). Sin embargo no se logró progreso alguno. Malvinas volvió a pasar a segundo plano en 1978 a raíz de la inminente guerra con Chile por la cuestión del Beagle. Se retomaron las conversaciones en Nueva York en 1979 pero sin resultado favorable. Ese año se repusieron los embajadores en los respectivos Estados.
En 1980 empezaron las tratativas de un empresario argentino, Constantino Davidoff para la adquisición de unas instalaciones de la Compañía Christian Salvensen de Edimburgo en Puerto Leith en Georgias. Una antigua factoría ballenera sería desmontada, embarcada en naves contratadas por el empresario y vendida como chatarra. El 27 de agosto de 1980 las autoridades británicas de Georgias fueron notificadas de la autorización la empresa de Edimburgo para la realización de la operación. Tras una serie de vicisitudes, el 17 de marzo de 1982 el Bahía Buen Suceso arribó a Puerto Leith con la maquinaria y operarios de Davidoff para comenzar el desmantelamiento de la factoría. El gobierno inglés protestó aduciendo que no tenía autorización oficial para ello y envió al HMS Endurance para desalojar a los operarios argentinos. Además comenzó a movilizar buques de guerra hacia el sur. La Argentina respondió la agresión alistando a las fuerzas que el 1 de abril desembarcaron en Malvinas. Al día siguiente, tras casi un siglo y medio de usurpación, el pabellón nacional volvía a flamear en nuestras islas. Comenzaba la gesta de Malvinas.
Más allá de la derrota militar en la Guerra de Malvinas, tema que no trataré por hacerlo mis colegas en esta Revista, lo cierto es que el conflicto de 1982 marcó un antes y un después en la cuestión de las Malvinas. La guerra misma y la sangre de tantos argentinos ofrendada en defensa del solar patrio hizo que nuevamente Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur pasaran a ser un tema central para los argentinos. La intención y actitud británica apuntaban a congelar las negociaciones y mantener la situación sin modificación alguna, tal como venía haciendo desde 1833. Por ello la guerra, pese a la derrota, hizo que Malvinas se instalara más fuerte que nunca como cuestión en la vida de nuestro país.
En 1983 asumió la presidencia Raúl Alfonsín, durante su gestión continuaron sin reanudarse las relaciones diplomáticas y se implementó una lamentable política de desmalvinización. Esto fue acompañado por la firma del tratado del Beagle con Chile que violó muchos de los principios establecidos por medio de acuerdos anteriores. Con la llegada a la presidencia del Dr. Menem en 1989 la situación empeoró aún más. La gestión del canciller Guido Di Tella se centró en la llamada “política de seducción”, tendiente a atraer a los kelpers y que no fue otra cosa que la vuelta a la línea iniciada en 1971. De nada sirvió a los intereses argentinos, siendo los ingleses y kelpers los únicos beneficiarios. Frente a la negativa de los británicos a discutir la soberanía, Di Tella optó por colocarla bajo un “paraguas”, es decir dejó de lado en las discusiones lo que justamente nunca hay que dejar de lado, lo que los ingleses se niegan a discutir por carecer de argumentos para defender su postura, la soberanía. Política de seducción y relaciones carnales fueron los términos con los cuales se sintetizó nuestra política exterior, lenguaje poco feliz para definir la política de un Estado que se precie de serlo. Actualmente continúan las declaraciones de los sucesivos gobiernos sobre la soberanía argentina en las islas ante diversos organismos. La realidad es que – como vienen haciéndolo desde el inicio del conflicto – los usurpadores se niegan a discutir la cuestión de la soberanía.
2.9. Conclusiones
Tras analizar brevemente la Historia de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se pueden obtener las siguientes conclusiones.
- Las islas pertenecieron originalmente a España. Para ello se invocan los siguientes títulos: las bulas papales dadas a partir del descubrimiento de América y el Tratado de Tordesillas, no objetados por los británicos. Como tampoco cuestionaron el derecho de España a la posesión del resto del continente americano. El derecho de descubrimiento por parte de España no ha sido probado pero es muy probable, siendo sus posibles descubridores o alguna de las naves de la expedición de Magallanes o con más seguridad la nave Incógnita de Camargo. De todas maneras el seguro descubridor ha sido Holanda por medio de Sebald de Weert. Esta expedición sin embargo no hizo acto alguno de toma de posesión u ocupación. El derecho de descubrimiento por sí solo no alcanza, debe ir acompañado por la ocupación efectiva. España puede adjudicarse el derecho de ocupación pues si bien el establecimiento original fue francés, estos reconocieron la soberanía española y entregaron la colonia de Puerto San Luis. España mantuvo la ocupación ininterrumpida de Malvinas entre 1767 y 1811, es decir durante 44 años. La soberanía española fue reconocida por los propios ingleses mediante la aceptación de la Declaración de Masserano y varios tratados, en especial el de Utrecht en 1713 y el de Nootka Sound en 1790.
- Está probado que Gran Bretaña no puede adjudicarse el derecho de descubrimiento. En cuanto al de ocupación, ocupó solamente una de las islas, la Sanson, entre 1766 y 1774, es decir durante ocho años. Luego se retiró y no volvió hasta 1833, no tuvo presencia alguna en las islas durante 59 años. A partir de 1833 usurpó las islas mediante un acto de fuerza, obligando a los pobladores locales a irse y estableciendo una población colonial. Desde entonces se ha negado sistemáticamente a discutir la cuestión de la soberanía sobre las islas.
- Por medio de la usurpación de 1833 Gran Bretaña violó los tratados que anteriormente había firmado y en los que reconoció la soberanía española sobre las islas.
- Las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur pertenecen a la República Argentina. Esto puede afirmarse apoyándose en los títulos de España, transferidos a la Argentina respetando el principio reconocido internacionalmente de uti possidetis, al cual se suman el de usucapión y el de la jurisdicción sobre la plataforma submarina y las 200 millas marinas dentro de las cuales están las islas. Estas pasaron de España a las Provincias Unidas pues, siguiente el principio de uti possidetis, siempre dependieron de la Gobernación de Buenos Aires. A ello se suman los constantes actos de presencia desde 1810. Desde la usurpación británica los actos de protesta no han cesado.
- Las Naciones Unidas han reconocido, lo mismo que Gran Bretaña, la condición colonial de las islas, la disputa entre las partes y han instado al diálogo pero con el fin de concretar la descolonización por medio de diversas Resoluciones, en especial la 1514 y la 2065. También han reconocido la importancia de los intereses de los isleños pero a la vez no los consideran con derecho a intervenir en las conversaciones que deben ser entre los Estados. Naciones Unidas clasifica a los kelpers como población colonial, establecida a partir de un acto de fuerza. Desde las resoluciones de Naciones Unidas Gran Bretaña, al carecer de argumentos para discutir la cuestión de la soberanía, se ha empeñado en apoyarse en los derechos de los kelpers. Como hemos visto los habitantes de las islas no tienen derecho a intervenir como parte en las discusiones por ser población colonial, instalada en las islas por el Estado agresor.
2. 10. Mirando hacia el futuro
Por medio de estas líneas hemos recorrido sintéticamente más de 500 años de Historia. Desde la usurpación británica en 1833 se han sucedido los reclamos por parte de la Argentina, sin obtener respuesta favorable alguna. Se han logrado pequeñas victorias pero el fin último no se ha alcanzado, aún. En 1982 la paciencia argentina se agotó y mediante un justo acto de fuerza recuperó lo que le correspondía por legítimo derecho. Sin embargo la superioridad militar inglesa, apoyada por los Estados Unidos, superó nuestra capacidad militar y el dominio inglés fue restablecido. Hay que reconocer los errores cometidos en la conducción política y militar de la campaña pero no arrepentirse de una acción que fue justa.
La Historia es una ciencia que se ocupa del estudio de los hechos relevantes del pasado humano, pero si se limita a analizar los sucesos sin extraer conclusiones y lecciones para el futuro perderá gran parte de su sentido. Será en todo caso una especie de ciencia muerta, el historiador presentará no la Historia en toda su dimensión sino el “cadáver de la Historia”. ¿Qué lecciones nos deja entonces la Historia de la disputa con Gran Bretaña?, ¿qué puede hacerse cuando parece que todo se ha intentado? Con el objetivo de que todos los argentinos tengan un elemento más para el análisis de la cuestión es que se ha hecho este trabajo a 25 años de la gesta de Malvinas. Las propuestas para la recuperación efectiva de las islas, surgidas del análisis de los hechos históricos, pueden sintetizarse de la siguiente manera:
1. Si hay algo que nos enseña la Historia inglesa es que nos encontramos frente a un Estado que continua y sistemáticamente ha violado los derechos y la soberanía de otros Estados, sin prestar atención a cuestiones elementales de derecho o ética. Los ejemplos son innumerables. En forma permanente ha recurrido a la violencia para defender sus intereses, sin medir los medios, avasallando a otras naciones. Este tipo de conductas continúan en la actualidad.
2. El factor económico siempre ha sido y es de gran importancia para el desarrollo de las políticas de los Estados. En el caso británico esto es muy notorio, nos encontramos por encima de todo frente a una nación de mercaderes. Como Estado – no juzguemos a la población en su conjunto pues no todos piensan igual y no sería justo generalizar – Gran Bretaña ha demostrado no tener principios sino intereses. Aquí radica justamente su fortaleza y su debilidad: en el interés económico.
3. Si la Argentina quiere recuperar las islas debe seguir presentando - con fuerza y en forma sistemáticamente - los argumentos sobre los cuales se apoyan sus derechos ante los organismos internacionales, esto es irrenunciable. Nunca debe dejarse de lado – como se hizo en casos recientes – la cuestión de la soberanía, es central e irrenunciable. Sin embargo la experiencia histórica nos demuestra que esta vía por sí sola no nos devolverá las islas, pues nos encontramos frente a un Estado al cual no le interesa el derecho internacional cuando es contrario a sus intereses.
4. El uso de la fuerza tampoco ha sido efectivo y en la actualidad la abismal disparidad de recursos lo haría ineficaz. El dolor y el sufrimiento que implica un conflicto armado hacen que siempre deba tratar de evitarse. Sin embargo no puede ni debe descartarse totalmente – como sostienen los pacifistas actualmente – pues es justo el uso proporcional de la fuerza cuando se han agotado otros medios para defender lo que por legítimo derecho nos pertenece. Considerar al mundo como un paraíso en el cual los Estados se manejan por el derecho es no tener la menor idea de la realidad, es engañarse y es una actitud suicida. Si el uso proporcional de la fuerza para defender lo que es justo se descartara entonces no tendrían sentido ni siquiera las guerras por nuestra independencia. Llevándolo a un caso habitual - ante un acto criminal en el cual el delincuente emplea la violencia - las Fuerzas de Seguridad deberían abstenerse de reprimir al reo y convencerlo leyéndole el código penal. Ojalá así ocurriera, pero la diaria y triste realidad nos enseña que, aunque debe usarse como último recurso, la fuerza no puede descartarse. En el caso de Malvinas reitero que la disparidad de recursos no la hace recomendable.
5. Ni diplomacia ni fuerza son por sí mismas soluciones ¿qué hacer entonces? He sostenido que Gran Bretaña no se rige por principios éticos sino por intereses. Es entonces aquí donde hay que poner el acento. Desde mi punto de vista los usurpadores solamente abandonarán las islas cuando el gasto que les genera su mantenimiento sea excesivo. Esto se dará cuando el contribuyente inglés que paga sus impuestos considere que los recursos que emplea el Estado para sostener esta posesión colonial anacrónica son insoportables. Por ello las políticas del Estado Argentino deben apuntar a obligar a que Gran Bretaña aumente los gastos para el mantenimiento de las islas. Debe intentar cerrar todos los mercados posibles a los productos británicos, generándole la pérdida de negocios.
6. Para poder alcanzar los objetivos planteados en el punto 5 podrían aplicarse, entre otras, varias medidas.
- Con respecto a Gran Bretaña el Estado Nacional tendrá que decidir si en nuestras relaciones predomina el interés económico o la defensa de la soberanía. Sin dudas considero que no hay opción, debe prevalecer la defensa del solar patrio usurpado. Si los dirigentes piensan igual deberán entonces cerrar los mercados nacionales a los capitales y productos de origen inglés, estando dispuestos a soportar las represalias con las que los británicos responderán, posiblemente cerrando sus mercados a las mercaderías y materias primas nacionales. No se puede aceptar tener relaciones con un Estado que usurpa un territorio que nos pertenece.
- Se debe aprovechar el contexto político actual existente en Hispanoamérica, promoviendo actitudes similares en el Mercosur y en los Estados aliados. Cuantos más Estados cierren sus mercados y ejerzan presión sobre Gran Bretaña mejor. Si la solidaridad entre los Estados americanos por la cuestión de Malvinas es real, deberá demostrarse en los hechos. Este es un trabajo prioritario a desarrollar por los Ministerios de Relaciones Exteriores y Economía. Cerrar todos los mercados posibles al comercio inglés.
- No permitir bajo ningún punto de vista toda actividad tendiente a la explotación del petróleo y la pesca en torno a las islas. Tomar las medidas económicas y diplomáticas necesarias contra las empresas que intenten explotar estas actividades sean nacionales o extranjeras. Estudiar en detalle los mercados donde son comercializados los productos de las islas y, si es posible, competir con ellos y ganarlos. El Estado deberá dar importantes subsidios a las empresas que se encarguen de esta tarea para bajar el costo de las producciones locales y hacerlas más baratas que las de las islas.
- Obligar a Gran Bretaña a aumentar considerablemente el gasto militar para defender las islas. No olvidemos que Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur están a una gran distancia del Estado usurpador y su defensa puede generar una gran pérdida de recursos al contribuyente inglés. Para ello – así como por cuestiones elementales de sentido común – la Argentina debe tener una capacidad militar disuasiva creíble. Seguir políticas de no inversión en gastos militares - como se ha hecho hasta el día de hoy - es suicida.
Podemos observar como actualmente siguen dándose intensamente conflictos por la posesión de recursos naturales. Nada hace pensar que la Argentina en un futuro próximo - con su abundancia de materias primas y posibilidades económicas - no sufra una agresión como ya ha ocurrido en el pasado. Potenciar las defensas y la capacidad ofensiva, además de desalentar a posibles agresores, es una forma de obligar a Gran Bretaña a aumentar el gasto militar. Más todavía si se siente amenazada ante el crecimiento de la presión desde las vías diplomática y económica. Los gobiernos nacionales deben convencerse – más allá de la ideología que predomine – que la defensa nacional es una prioridad y que las políticas en este aspecto deben tener continuidad. Las Fuerzas Armadas más efectivas son las que ganan las guerras sin llegar a iniciarlas y que logran alcanzar sus objetivos por efecto de la disuasión, desalentando a los agresores al punto de que ni siquiera se les ocurra la posibilidad de usar la violencia por temor a una respuesta. Malvinas es un ejemplo pero contrario a los intereses argentinos. La capacidad disuasiva inglesa desalienta cualquier acción armada de parte de la Argentina.
- Cuando Gran Bretaña devolvió Hong Kong a China hace unos años no fue por respeto al derecho internacional. Fue porque la presión económica de China, que cerraba sus mercados a los productos ingleses, se hacía insoportable. Cuando la apertura de los mercados chinos fue demasiado tentadora para los ingleses y la usurpación dejó de ser rentable Hong Kong fue abandonado. Sintetizando, este es el camino a seguir: usar los medios necesarios para que la ocupación no resulte rentable. Solo así considero que Gran Bretaña devolverá las islas.
- Todo esto puede lograrse en su conjunto, así como cualquier otra política seria interna o externa, cuando los gobernantes y los que los eligen logran comprender que - más allá de la ideología particular de turno - hay objetivos políticos (internos y externos), económicos, sociales y culturales que son nacionales. Estos se deben mantener con continuidad en las sucesivas administraciones, ejemplo de ello son los gobiernos de Brasil y Chile. Seguir con cuestiones que generan y profundizan las divisiones internas y el partidismo es hacerle el juego a quienes solo buscan el debilitamiento de la Argentina. La defensa de la soberanía nacional, la mejora de las condiciones sociales, el fomento de la industria nacional, la educación y la defensa nacional son – por solo poner algunos ejemplos – parte de esas políticas que nunca deben dejarse de lado. Con respecto a la política exterior son proféticas las palabras de Mario Amadeo: “La diferencia principal entre las naciones convocadas a la realización de una importante misión histórica y aquellas que no poseen este carisma, finca en su comprensión de los problemas internacionales y su exacta ubicación frente a ellos (...). Es allí , en efecto, donde ese poder (el político) tiene el privilegio de tratar con sus iguales, es allí donde las virtudes y el talento de los conductores son puestos a prueba más rigurosa, es allí donde las alternativas del triunfo o del fracaso tiene relieves más dramáticos. La verdadera grandeza de un pueblo no se mide tanto por su capacidad para gobernarse ordenada y eficientemente en el plano interno, sino por su capacidad para hacer grandes cosas, o la menos moverse con el señorío y con decoro, en el campo internacional”
Deseo que estas líneas sirvan como contribución para que el conocimiento de la cuestión de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur llegue a la mayor cantidad de personas posible. Sirvan también como homenaje a los argentinos que entregaron sus vidas en defensa de nuestra soberanía en el conflicto de 1982.
Referencias
(1) Se debe tener en cuenta que el actual Estado español estaba en proceso de unificación y dividido en reinos. La expedición fue hecha bajo el auspicio de la reina de Castilla, Isabel la Católica, unida en matrimonio con Fernando de Aragón.
(2) El rey de Portugal Juan II al enterarse de los descubrimientos inmediatamente comenzó a aprestar una armada dirigida por Francisco de Almeida. De todas formas en esta época el interés de Portugal se centraba en las costas africanas.
(3) Si bien los conflictos existían y no siempre su figura era acatada, lo cierto es que era una autoridad internacional, situación que mantuvo entre los Estados católicos hasta el surgimiento del protestantismo.
(4) Se entendía como ningún otro rey católico, pues se consideraba que el ejercicio de otra religión por los monarcas podía otorgar derecho a ocupar sus tierras.
(5) MOLINARI, DIEGO LUIS: Descubrimiento y conquista de América, segunda edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1971.
(6) Es uno de los grandes historiadores argentinos sobre la cuestión de Malvinas y sobre temas relacionados con nuestra historia naval. Su producción historiográfica es verdaderamente impresionante y está impecablemente documentada. La Argentina todavía le debe los merecidos homenajes por su brillante labor pero ante todo por su patriotismo y noble defensa de los intereses nacionales en la causa de las Malvinas. Recomiendo en especial le lectura de dos de sus obras citadas en la bibliografía: Las Malvinas en la época hispana y Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña.
(7) También conocidas como Jason
(8) El archipiélago lo forman dos islas principales: la Soledad de 6.350km2 y la Gran Mavina de 4.500 km2, le siguen en superficie la San José de 270 km2, la Trinidad de 120 km2, la Borbón de 100 km2, la Bougainville de 60 km 2, la Aguila de 55 km2 y la San Rafael de 50 km2. Hay además 9 islas de entre 20 y 45 km2, 3 de entre 7 y 18 km2 y el resto son islas pequeñas, islotes y rocas que suman 80 km2 más. DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Buenos Aires, Edipress, 1982, p. 28
(9) Por ejemplo ALURRALDE, NICANOR: El primer descubrimiento de las islas Malvinas. En: Boletín del Centro Naval, Buenos Aires, Centro Naval, 1966, Nº 669. Se trata de un terreno difícil de estudiar ya que a veces, dada la competencia existente entre Portugal y los reinos españoles muchas veces los marinos recorrían tierras pertenecientes a la Corona rival pero no dejaban constancias para evitar incidentes diplomáticos.
(10) Para las cuestiones sobre el descubrimiento pueden consultarse varias obras consideradas como fundamentales, sugiero: CAILLET BOIS, RICARDO. R: Una tierra argentina. Las islas Malvinas, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1982; DESTEFANI, LAURIO. H: Las Malvinas en la época hispana, Buenos Aires, Corregidor, 1981; MUÑOZ ASPIRI, JOSE LUIS: Historia completa de las Malvinas, Buenos Aires, Oriente, 1966 (3 tomos); FITTE, ERNESTO: La disputa con Gran Bretaña por las islas del Atlántico Sur, Buenos Aires, Emecé, 1968 y GOEBEL, JULIUS: La pugna por las islas Malvinas; un estudio de la historia legal y diplomática, Buenos Aires, Ministerio de Marina, 1950.
(11) Coincide con esta visión el gran historiador y biógrafo del Almirante G. Brown Héctor Ratto. Ver RATTO, HÉCTOR: El descubrimiento del archipiélago de las Malvinas debe asignarse al piloto Gómez o al capitán Vera, Buenos Aires, Diario La Prensa, 17 de junio de 1934 y Hombres de mar en la historia argentina, Buenos Aires, El Ateneo, 1938. Aquí plantea que la nave descubridora sería la de E. Gómez que era parte de la expedición de Magallanes.
(12) Aquí se plantea uno de los debates centrales entre nuestros historiadores. H. Ratto en su obra atribuye el descubrimiento a E. Gómez, parte de la expedición de Magallanes, mientras que E. Basílico lo hace a una de las naves de la Armada del Obispo de Plasencia. Ver BASILICO ERNESTO: La armada del Obispo de Plasencia y el descubrimiento de las Malvinas, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1967. Coincide con este último L. Destéfani. Las teorías del descubrimiento en nuestro país giran en torno a estas dos expediciones.
(13) Entre ellos el Islario – compendio en el que se detallan las islas conocidas en el mundo hasta entonces - de Alonso de Santa Cruz publicado en 1541 que aporta muchos de los datos sobre el itinerario y descripciones del viaje. A. De Santa Cruz era una persona muy capacitada – se le otorgó el título de cosmógrafo mayor - y este interesantísimo trabajo le fue encomendado por el rey Carlos V. Estuvo a punto de participar de la expedición de Magallanes pero no lo hizo por expreso pedido del rey para que dedicara su tiempo a terminar el islario.
(14) BASILICO, ERNESTO (Vicealmirante): La Armada del Obispo de Plasencia y el descubrimiento de las Malvinas, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1967. Este texto de 224 páginas que va acompañado de cartografía y un respaldo documental impecable es clave para comprender el tema. También puede consultarse una obra considerada como clásica sobre la cuestión de Malvinas. GOEBEL, JULIUS: La pugna por las Malvinas; un estudio de historia legal y diplomática. Traducida por el Servicio de Informaciones Navales, Buenos Aires, Ministerio de Marina, 1950, 522 páginas.
(15) DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Op. cit., p. 46.
(16) Por uno de los marinos que sirvió a las órdenes de Davis, John Jane.
(17) DESTEFANI, LAURIO. H: Las Malvinas en la época hispana, Op. cit., p. 57.
(18) Una isla principal, la San Pedro y varias secundarias.
(19) Los ingleses le atribuyen el descubrimiento al francés Antonio de la Roche, capitán de un mercante inglés pero no han dado pruebas que respalden la afirmación.
(20) Para ampliar sobre el tema ver DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Op. cit., pp. 111 – 8. También puede consultarse el interesante trabajo de GAMBINI, HUGO: Crónica documental de las Malvinas, Buenos Aires, STE, 1982, pp. 337 – 353.
(21) Archipiélago formado por once islas principales, islotes y rocas.
(22) Inventor del alimento del mismo nombre.
(23) Ver DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Op. cit., pp. 119 – 132 y GAMBINI, HUGO. Op. cit., pp. 337 – 353.
(24) El Centurión, el Severn, el Gloucester, la Perla, el Wagner, el Tryal y la Ana. En total con 244 cañones y 1980 hombres.
(25) Gran parte de su valor está dado por su cercanía con el estrecho de Magallanes que comunica al océano Atlántico con el Pacífico. Podía ser usada como base para reparar buques y reabastecerlos de agua y comida.
(26) Ver CAILLET BOIS, RICARDO. Op. cit., capítulo III. También aparecen referencias a los planes británicos para invadir territorios españoles en América del Sur en DeySeg Nº 32, artículo La Reconquista. 200 años de una gesta heroica y ROBERTS, CARLOS: Las invasiones inglesas, Buenos Aires, Emecé, 2000.
(27) Entre estas encontramos de británica del capitán John Strong que en 1670 descubrió el estrecho que separa a las dos grandes islas – el de San Carlos – y al que llamó Falkland en honor al Vizconde de Falkland, Comisionado del Almirantazgo. Paulatinamente los ingleses han utilizado el nombre para designar al archipiélago.
(28) Es decir que el nombre deriva del puerto de origen de los marinos franceses que serían los primeros en colonizarlas.
(29) También para España las consecuencias fueron desastrosas. Durante la guerra los británicos ocuparon La Habana y Manila y tras la firma de la Paz de París debieron entregar Florida. Los monarcas de España y Francia pertenecían a la misma dinastía, la de los Borbones y estuvieron durante el siglo XVIII muy unidas mediante los llamados “Pactos de Familia”, que eran alianzas de tipo ofensivo – defensiva y comerciales.
(30) Una interesante semblanza de este marino francés, que llegó a ser Almirante y Mariscal de Campo aparece en la obra de DEL CARRIL, BONIFACIO: La cuestión de las Malvinas, Buenos Aires, Emecé, 1982, pp. 9 – 23. El autor fue representante argentino ante las Naciones Unidas, cuando logró la aprobación de la Resolución 2065, uno de los triunfos diplomáticos más importantes para la Argentina en la cuestión Malvinas.
(31) Originalmente cuatro, llegaron a Malvinas sólo dos, las otras abandonaron las naves durante el trayecto. Las dos primeras familias en habitar las Malvinas fueron las de Guillermo Malivain y la de Agustín Benoit. El primer ser humano nacido en Malvinas fue un hijo de Agustín Benoit y su esposa Francoise Terriot.
(32) Se aprovecha especialmente el aceite y fue el pilar de la economía malvinense hasta el comienzo de la explotación del ganado ovino.
(33) En honor al segundo conde de Egmont, Primer Lord del Almirantazgo Inglés.
(34) Ya he explicado como los estudios realizados plantean casi con seguridad que la descubridora fue España.
(35) Es destacable la actitud de Boungainville que en todo momento fue cooperativo. El gobierno español le abonó al poco tiempo el dinero requerido. Es importante aclarar que en ningún momento “compró” la tierra lo cual hubiera implicado reconocer la propiedad de la misma a Francia, sino que pagó por el costo de las instalaciones.
(36) Se trataba de una fuerza muy respetable, disponiendo de 140 cañones y 1.400 hombres. Eran la fragata Industria de 28 cañones, la Santa Bárbara de 26, la Santa Catalina de 26 y la Santa Rosa de 20. La escuadrilla se completaba con el bergantín San Rafael y el Andaluz de 40 cañones. DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Op. cit., p. 55.
(37) Ver: CAILLET BOIS, RICARDO. O. Cit., capítulos VI y VII.
(38) Se encontraba en un plan de rearme para reiniciar las hostilidades con Gran Bretaña, deseosa de recuperar parte de lo perdido por la Paz de París.
(39) Llamada así porque el encargado de las negociaciones de parte de España fue el príncipe de Masserano. El trabajo más completo sobre la cuestión es el de ZORRAQUÍN BECÚ, Ricardo: Inglaterra prometió abandonar las Malvinas, segunda edición, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones del Derecho, Platero, 1982.
(40) El resaltado es del autor.
(41) Comandados por el teniente Clayton.
(42) Fue retirada por los españoles y enviada a Buenos Aires. En 1806 durante la primera invasión inglesa fue encontrada por las fuerzas de Beresford y remitida a Gran Bretaña.
(43) Se habla de animus dominandi cuando hay intenciones de dominio. Al pasar tantos años sin hacer acto de presencia o reclamo alguno sobre las islas los británicos demostraron no tener intención alguna de dominio.
(44) Ver: DEL CARRIL, BONIFACIO. Op. cit., pp. 48 – 60.
(45) La principal causa de su creación fue la constante amenaza del avance de portugueses e ingleses sobre los territorios españoles. Existieron numerosos proyectos británicos de usurpación en la época, Ver DeySeg Nº 32. En 1774 fue publicada la obra Descripción de la Patagonia del Padre Thomas Falkner, quien en su trabajo advertía sobre la vulnerabilidad de las costas patagónicas frente a una invasión y las facilidades de sus puertos para recibir escuadras enemigas. La constante presencia de naves británicas sobre las costas de América del Sur y los ataques portugueses sobre la Banda Oriental, Misiones y el Paraguay aceleraron la decisión de establecer un centro de autoridad más cercano a las zonas en conflictos que el Perú. Aumentó considerablemente la presencia española en el sur del continente, fundándose Nuestra Señora del Carmen de Patagones (1779), Puerto Deseado (1780) y Colonia Floridablanca (cerca del actual San Julián, en 1780) y el aumento de las exploraciones en la Patagonia encabezadas por Viedma y Villarino.
(46) Ya era rey de España Carlos IV que había reemplazado a Carlos III tras su fallecimiento.
(47) Fue a raíz de un nuevo incidente entre naves españolas y británicas que amenazó con una nueva guerra. Otra vez España fue abandonada por Francia y debió negociar la paz para evitar otro conflicto.
(48) Para más precisiones se puede consultar: CAILLET BOIS, RICARDO: La controversia Nootka Sound y el Río de la Plata, En Revista de Humanidades, Buenos Aires, Coni, 1929, T XX.
(49) Ver DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña, Op. cit., p. 62.
(50) Sugiero la consulta de la obra de DESTEFANI, LAURIO. H: Las Malvinas en la época hispana, Op., cit y la de CAILLET BOIS, RICARDO: Una tierra argentina. Las islas Malvinas, Op. cit.
(51) Salvo las invasiones producidas sobre Buenos Aires en 1806 y 1807. A partir de 1804 las autoridades de las islas permanecieron alerta ante la posibilidad de un ataque inglés que no se concretó.
(52) Mal llamada Primera Junta.
(53) Para ampliar ver: FITTE, ERNESTO. J: La Junta de Mayo y su autoridad sobre Malvinas, En: Revista Historia, Buenos Aires, Dorrego, 1967, Nº 46 – 47.
(54) El documento ha sido reproducido completamente, entre otros, por GAMBINI, HUGO. Op. cit., p. 188.
(55) Para complementar esta información pueden consultarse dos trabajos excelentes: FOGG, GUILLERMO. J: Soberanía argentina en el área austral, Buenos Aires, Pleamar, 1994 (en especial las pp. 15 – 26) y PAZ, RICARDO. A: El conflicto pendiente, segunda edición, Buenos Aires, EUDEBA, 1981. Con este último, recientemente fallecido, el pueblo argentino tiene pendiente una muestra de gratitud por su inclaudicable lucha en defensa de los intereses nacionales frente a el expansionismo de Chile. Fue un verdadero caballero y paladín en la defensa de nuestra soberanía.
(56) Nombre que tomó nuestro país. Con frecuencia se habla de Provincias Unidas del Río de la Plata, pero el nombre utilizado inicialmente fue el de Provincias Unidas de Sudamérica o América del Sur.
(57) En 1820 se produjo la caída del Directorio, desde entonces cada provincia debió gobernarse con sus autoridades locales, sin existir una central. Uno de los gobernadores, en general el de Buenos Aires, asumía el manejo de las relaciones exteriores y negocios generales de todas las provincias. Malvinas al igual que la Patagonia seguían siendo consideradas como dependencias de Buenos Aires. El documento que otorgaba la concesión está datado el 23 de agosto.
(58) Pacheco había recibido un préstamo de Luis Vernet para instalar un saladero. Para saldar la deuda se comprometió a entregarle el 50% de lo que el gobierno le devolviera en concepto de sueldos atrasados por sus servicios en la lucha contra los indios. M. Rodríguez ofreció a Pacheco la concesión para la explotación de los recursos de las islas para pagar la deuda, por lo que Vernet quedó ligado a Pacheco para a su vez poder cobrar lo que este le adeudaba. J. Pacheco era un capitán de milicias que había formado parte de los cuerpos de blandengues y adherido a la Revolución de Mayo. Luis Vernet había nacido en Hamburgo en 1791 y era un importante comerciante.
(59) El Tratado es reproducido íntegramente por GAMBINI, HUGO. Op. cit., pp. 189 – 192.
(60) Por decreto del 5 de enero de 1828 que lleva la firma de Dorrego y Balcarce.
(61) Juan Lavalle accedió al poder tras derrocar y fusilar al gobernador federal Manuel Dorrego. El decreto lleva la firma de M. Rodríguez por ser gobernador interino en reemplazo de Lavalle que estaba en campaña contra las fuerzas federales.
(62) Reproducido por DEL CARRIL, BONIFACIO. Op. cit., pp. 105 – 107.
(63) Ver: MUSCHIETTI, ULISES. M Y OTROS: Conflictos en el Atlánticos Sur, Buenos Aires, Círculo Militar, 1988, cap V.
(64) Por medio de una nota datada el 22 de enero de 1833.
(65) Los sucesos han desatado polémicas, presentando a Rivero como un delincuente o un héroe. Las discusiones generaron una profunda investigación por parte de la Academia Nacional de la Historia que terminó pronunciándose a favor de la primera opción. Ver: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA: El episodio ocurrido en Puerto Soledad el 26 de agosto de 1833, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1967. De todas formas la cuestión sigue siendo objeto de investigación.
(66) Introdujo las primeras ovejas en la isla, base de su economía.
(67) Posteriormente, en 1843 y 1892 fueron dictadas dos Cartas Patentes definiendo la estructura del gobierno malvinense.
(68) El primer nombre es el que dan los ingleses, el segundo los argentinos. La orden de traslado fue dada por Lord Edward W. Smith Stanley Ministro de las Colonias, de allí el nombre que los usurpadores dan a la capital malvinense, Puerto Argentino a partir de 1982 para los argentinos.
(69) Esta fraudulenta operación fue gestionada durante el gobierno de Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia. Muy poco del dinero llegó a Buenos Aires, gastándose en la guerra contra el Brasil.
(70) También señala que en todo caso en la época este tipo de maniobras eran comunes, por ejemplo la venta de Oregón a Estados Unidos por Gran Bretaña o de Alaska por parte de los rusos a este mismo Estado en 1867.
(71) Ver: FITTE, ERNESTO: Rosas y el empréstito Baring Brothers, Buenos Aires, Fernández Blanco, 1975.
(72) Ver: UZAL, HIPOLITO FRANCISCO: Obligado. La batalla de la soberanía, Buenos Aires, Moharra, 1970.
(73) Fue notificado de la acción británica por el cónsul norteamericano W. H. Smyley, maestro del comandante Luis Piedrabuena y un amigo de la Argentina.
(74) Indispensable para comprender el tema, con un estilo erudito y a la vez ameno, es la lectura de: PAZ, RICARDO A: El conflicto pendiente, Buenos Aires, EUDEBA, 1981, T I y II.
(75) Sobre ambos personajes es mucho lo que se ha publicado, sugiero. Para F. Moreno: YGOBONE, AQUILES. D: Francisco P. Moreno. Arquetipo de argentinidad, segunda edición, Buenos Aires, Plus Ultra, 1995 y MORENO, FRANCISCO. P: Viaje a la Patagonia Austral, Buenos Aires, Solar, 1989. Para el segundo: COMISION NACIONAL DE HOMENAJE AL TENIENTE CORONEL DE MARINA DON LUIS PIEDRABUENA EN EL CENTENARIO DE SU FALLECIMIENTO: A Piedrabuena en el centenario de su muerte 1833 – 1983, Buenos Aires, Comisión Nacional de Homenaje al Teniente Coronel de Marina Don Luis Piedrabuena, 1977 y CANCLINI, ARNOLDO: Piedrabuena. Su tierra y su tiempo, Buenos Aires, Emecé, 1998.
(76) El texto completo aparece reproducido por GAMBINI, HUGO. Op. cit., pp. 306 – 311.
(77) Actualmente hay una campaña mediática por desmerecer estas campañas. Más allá de los excesos que pudo haber habido lo cierto es que los indígenas destruían las poblaciones, masacraban a sus habitantes o los cautivaban e impedían la afirmación de la soberanía en la Patagonia en disputa con Chile y dañando gravemente la economía nacional. El ganado robado por los aborígenes era vendido a los hacendados chilenos. El gobierno transandino aprobaba estas acciones ya que era una manera de desgastar a la Argentina y obtener ventajas en las disputas territoriales. Tampoco es cierto que muchas de las tribus que habitaron la Pampa y la Patagonia fueran originarias de nuestro territorio y sean dueños de la tierra. La mayoría eran descendientes de los araucanos que en el siglo XV cruzaron la Cordillera de los Andes y sometieron y masacraron a muchas de las tribus locales. A esto se lo conoce como proceso de araucanización de la Patagonia. sugiero la lectura de: SERRES GUIRALDES, ALFREDO. M: La estrategia del general Roca, Buenos Aires, Pleamar, 1979 y WALTHER, JUAN CARLOS: La conquista del desierto, cuarta edición Buenos Aires, EUDEBA, 1980.
(78) Primera presidencia de Julio Argentino Roca (1880 – 1886)
(79) Presidencia de Miguel Juárez Celman (1886 – 1890), reemplazado tras la Revolución de 1890 por el vicepresidente Carlos Pellegrini.
(80) Presidencia de Manuel Quintana (1904 – 1906)
(81) En 1905 había arribado el transporte Guardia Nacional con un cargamento de carbón. En 1908 y 1919 la legendaria corbeta Uruguay arribó a Grytviken.
(82) Presidencia de José Figueroa Alcorta (1906 – 1910), vicepresidente de Manuel Quintana, fallecido el 12 de marzo de 1906.
(83) El Emden, el Leipzig y el Dresden.
(84) Compuesta por los cruceros acorazados HMS Good Hope –nave insignia – y HMS Montmouth, el crucero ligero HMS Glasgow, el acorazado HMS Canopus y una nave auxiliar.
(85) Publicó un interesante estudio sobre las islas citado en la bibliografía.
(86) Para ampliar las lecturas sugiero: BURZACO, RICARDO: El Graf Spee y la batalla del Río de la Plata. En: Revista Tradiciones, Buenos Aires, Vic Flor, 1997, Nº 3, RASENACK, FRIEDRICH. W: La batalla del Río de la Plata, Buenos Aires, Gure, 1957 y SCHLIGHTER, ANDRES Y SPINETTO, JULIO: Historia de la tripulación del Graf Spee en la Argentina. En: Revista Tradiciones, Buenos Aires, Vic Flor, 1997, Nº 3.
(87) Durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946 – 1952)
(88) Firmado durante la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente celebrado entre el 15 de agosto y el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro. Fue firmado por: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. La Argentina lo ratificó el 19 de julio de 1950.
(89) Los documentos son reproducidos por GAMBINI, HUGO. Op. cit., pp. 379 –381.
(90) Para más detalles ver: DESTEFANI, LAURIO. H: Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur ante el conflicto con Gran Bretaña. Op. cit., pp. 124 – 131.
(91) Segunda presidencia de Juan Domingo Perón (1952 – 1955)
(92) Ya en las etapas finales de la segunda presidencia de Perón, siendo canciller Jerónimo Remorino.
(93) Esto quiere decir que están unidas al continente por el suelo marino.
(94) Era entonces presidente el radical Arturo Frondizi.
(95) El documento es reproducido íntegramente por CARRIL, BONIFACIO DEL. Op. cit., pp. 115 – 119.
(96) Mientras se producían los debates se produjo el aterrizaje de un avión monomotor Cessna piloteado por Miguel Fitzgerald que izó una bandera argentina en las islas y entregó una carta al gobernador británico. En 1966 un grupo encabezado por Dardo cabo – tristemente conocido por sus posteriores acciones en grupos guerrilleros marxista / peronistas – secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas y lo izo aterrizar en las islas. Izaron una bandera argentina, tomaron algunos rehenes y tras unas horas se entregaron, siendo remitidos a la Argentina donde fueron juzgados. Una tercera incursión aérea fue realizada en 1968 por Héctor García del diario Crónica teniendo como piloto a Miguel Fitzgerald.
(97) Aprobada con 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones.
(98) El documento es reproducido íntegramente por CARRIL, BONIFACIO DEL. Op. cit., pp. 121 – 122.
(99) Disuelto en 1969 por la Revolución Argentina por problemas internos. Para reemplazarlo se formó el Instituto de las Islas Malvinas y Tierras Australes presidido por Alfredo Díaz Molino, pero no era oficial sino privado.
(100) Presidencia del general Alejandro Agustín Lanusse (1971 – 1973)
(101) Inaugurada oficialmente el 18 de marzo de 1977.
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