Carne cultivada en laboratorio

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Imagen real de carne cultivada en un laboratorio[1].

La carne cultivada en laboratorio, también conocida como carne in vitro o carne de laboratorio, es aquella carne animal que no proviene directamente del cuerpo de un animal sino de un cultivo de laboratorio en base a las células musculares extraídas previamente de animales. La necesidad de producir carne en cultivos de laboratorio se enmarca en la alarma climática y el animalismo ya que por lo menos en teoría permitiría reducir las emisiones de gases de invernadero y no requeriría el sacrificio de animales.

Sin embargo, los productos cárnicos a base de células no son idénticos a los que están destinados a reemplazar y se desconocen todos sus efectos sobre la salud. Un estudio de la Universidad de Oxford muestra además que su producción en masa podría tener peores consecuencias ambientales a largo plazo que la ganadería tradicional en términos de gases de efecto invernadero y que son mucho más persistentes que el metano[2]. El proceso tampoco evitaría totalmente la matanza de animales, ya que el método de cultivo más utilizado depende de la extracción de células de animales sacrificados[3].

Entre los grandes donantes conocidos que promueven la carne cultivada se encuentran Jeff Bezos, fundador de Amazon y considerado el segundo hombre más rico del mundo, así como Bill Gates, creador de Microsoft.

Producción

Una planta a pequeña escala para el cultivo de carne para hamburguesas[4].

El primer paso para crear carne cultivada es obtener células animales, a menudo mediante biopsia de un animal vivo o recién sacrificado, o extrayendo células de un óvulo fecundado. Estas células se colocan en un medio de cultivo para estimular su multiplicación. Generalmente se emplean células madre, con capacidad para convertirse en casi cualquier parte de un animal; o en su defecto lo que se conoce como células satélite, que regeneran y reparan los músculos. Algunas células pueden reproducirse entre 30 y 50 veces antes de que sea necesaria una nueva biopsia.

Las células se alimentan con nutrientes como proteínas, azúcares y grasas. Posteriormente se permite que se dividan y crezcan, antes de colocarlas en un gran biorreactor de acero, que actúa como un tanque de fermentación. Tras cuatro a seis semanas, el material se "cosecha" del biorreactor y se le añade un poco de proteína vegetal. Luego se moldea, se cuece y se imprime en 3D para darle la forma y textura necesarias[5].

La primera vez que se presentó al mundo una hamburguesa de carne de vacuno cultivada fue en agosto de 2013. La carne fue desarrollada por un equipo dirigido por Mark Post de la Universidad de Maastricht. Para 2023 ya habían unas 60 empresas de nueva creación que pretendían producir y vender carne cultivada y no solo de vacuno, sino también de pollo, pato, mariscos, foie gras y canguro entre otras.

Células inmortales

La clave para lograr la producción en masa serían las "células inmortalizadas", que mediante manipulación genética o mutación son capaces de proliferar indefinidamente sin necesidad de más tejido animal fresco. El resultado, es un producto que tiene el aspecto, olor, tacto y sabor similar al de la carne que estamos acostumbrados a consumir y en cantidades infinitas.

Sin embargo, en la naturaleza las células del tipo utilizado no son inmortales, excepto las cancerosas, capaces de multiplicarse hasta el infinito sin control. Por ello, los desarrolladores de esta tecnología aclaran que no existe riesgo de que la división celular pueda suponer un peligro para los consumidores.

Si bien algunos pueden cuestionar si es seguro ingerir células inmortalizadas, de hecho, cuando las células se recolectan, almacenan, cocinan y digieren, no existe un camino viable para el crecimiento continuo[6].
—David Kaplan, profesor de ingeniería biomédica

Riesgos

La FDA estadounidense autorizó el consumo de carne cultivada en laboratorios en 1995. Sin embargo, el Senado italiano aprobó un proyecto de ley que prohíbe la producción y venta de carne cultivada y otros alimentos sintéticos fabricados en laboratorios. La propuesta fue presentada por el gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni, del partido Hermanos de Italia.

El documento de la FAO/OMS concluye que la identificación de peligros es sólo el primer paso en el proceso formal de evaluación de riesgos. Para llevar a cabo una evaluación adecuada del riesgo de los alimentos de origen celular, es esencial recopilar suficientes datos científicos o la información necesaria para la evaluación de la exposición y la caracterización del riesgo. Se necesita extrema precaución ya que todavía hay muy poca información y datos insuficientes sobre la seguridad real de la carne cultivada en laboratorio[2].

Contaminación

Según un nuevo análisis en profundidad de la FAO y un grupo de expertos de la OMS, existen 53 peligros potenciales para la salud. Entre ellas figuran la contaminación con metales pesados, microplásticos y nanoplásticos, alérgenos como aditivos para mejorar el sabor y la textura de estos productos, contaminantes químicos, componentes tóxicos, antibióticos y priones[7].

Artículo que advierte sobre el consumo de células cancerosas

En febrero de 2023, un artículo publicado en colaboración con Bloomberg Businessweek señalaba que "las células normales de la carne no se dividen eternamente". Afirmaba que las principales startups de carne cultivada están "utilizando tranquilamente lo que se denominan células inmortalizadas [...], un elemento básico de la investigación médica [que] son, técnicamente hablando, precancerosas y pueden ser, en algunos casos, totalmente cancerosas"[8].

Los peligros de la carne sintética elaborada con líneas celulares inmortalizadas proceden del hecho de que aún no se dispone de datos sobre la seguridad a largo plazo de su consumo:

El problema es que los materiales utilizados para fabricar el producto se replican para siempre, igual que el cáncer. Lo que significa, en efecto, que son cáncer. La industria "confía" en que el consumo de estos productos no supone ningún riesgo. Pero no es difícil entender que, aunque se haya "demostrado" que los productos son seguros, la gente se desanime al pensar que está comiendo un tumor glorificado[9].
—Joe Fassler, redactor colaborador de Bloomberg

El cáncer no puede ser inoculado a través del consumo de carne

Para los desarrolladores de la técnica del cultivo de carne, esto no tiene nada que ver con producir tejidos cancerosos, sino que trabajan con células madre de un animal vivo. Todo el proceso dura entre dos y ocho semanas, dependiendo del tipo de carne y esas células no son cancerosas, según Elliot Swartz, científico principal del Good Food Institute[8].

En cuanto a las afirmaciones de que la carne cultivada podría causar cáncer a las personas que la consumen, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló:

Los conocimientos científicos actuales no apoyan la plausibilidad del contagio del cáncer humano a través de la introducción de células incluso de otros seres humanos[8].

Por su parte, la agencia gubernamental estadounidense responsable de la regulación de los alimentos y medicamentos, FDA, afirmó que, en cualquier caso, cualquier célula animal cancerosa o precancerosa (que incluso puede estar presente en los cortes tradicionales de carne) sería destruida por la cocción y nuestra digestión[8].

Los químicos utilizados para fomentar la multiplicación celular pueden suponer un peligro

Si bien consumir células cancerosas no produce cáncer, también debe tenerse en consideración el peligro de ingerir los químicos utilizados para modificar dichas células. En el proceso para volver a las células inmortales, se utilizan componentes biológicos como "factores de crecimiento" y "hormonas de suero animal" o de origen no animal, que desencadenan y aceleran el cultivo celular[2]. Estas moléculas biológicamente activas podrían interferir con el metabolismo o se han relacionado con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer[2][10][11]. Por lo tanto, estos productos con efectos potencialmente cancerígenos podrían ser particularmente graves para la salud humana[2].

Impacto sobre el medio ambiente

En la primera mitad del año 2023 se invirtieron US$2.800 millones en el desarrollo de carne cultivada pero hay grandes interrogantes sobre su viabilidad a largo plazo[5].

En teoría, reducir la dependencia de la tierra y el ganado para la producción de carne debería disminuir las emisiones de carbono. Pero en este momento la tecnología necesaria para crear carne cultivada requiere tanta energía que supera cualquier beneficio. Un estudio de la Universidad de California Davis estimó que el proceso produce entre 4 y 25 veces más dióxido de carbono que la carne de res normal. Otro estudio de la Universidad de Oxford en Inglaterra llegó a similares conclusiones.

Recepción del público

Presentación de la carne cultivada en un supermercado[12].

Si la carne cultivada en laboratorio va a sustituir a un porcentaje significativo de la carne que comemos, la aceptación del consumidor será fundamental. Los estudios actuales indican que la población sigue siendo bastante reacia a aceptar la carne cultivada, aunque la aceptación puede aumentar por la forma en que se presenta la información sobre el producto.

Un artículo de BBC describía la carne cultivada de pollo en los siguientes términos:

En 1931, Winston Churchill predijo que un día la raza humana "escaparía del absurdo de criar un pollo entero para comerse la pechuga o el ala, produciendo esas partes por separado bajo un medio adecuado". 87 años más tarde, ese día llegó. Así lo descubrimos en Just, una empresa de alimentación donde probamos nuggets de pollo creados a partir de las células de una pluma de pollo. Según nos informaron, el pollo (que sabía a pollo) todavía estaba vivo correteando en una granja cerca del laboratorio[13].

Referencias

Artículos relacionados

Enlaces externos

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