Diez Mandamientos

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Moisés y los diez mandamientos

Los Diez Mandamientos, también conocidos como el Decálogo (del griego antiguo δεκάλογος, dekálogos; en hebreo antiguo: עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים, ʿĂsereṯ haDəḇārīm, hebreo mishnaico: עֲשֶׂרֶת הַדִּבְּרוֹת, ʿĂseret haDībbərōt, ambos traducibles como 'Los diez dichos', 'Las diez palabras'), son un conjunto de principios éticos que juegan un papel importante en el judaísmo y el cristianismo. Incluyen instrucciones de como adorar solo a un Dios, guardar el día de reposo, así como también prohibiciones en contra de la idolatría, asesinato, robo, deshonestidad y adulterio. Diferentes grupos religiosos siguen distintas tradiciones en cuanto a la manera de interpretarlos y enumerarlos.

Los Diez Mandamientos aparecen dos veces en la Biblia hebrea: en los libros de Éxodo y Deuteronomio. De acuerdo a la historia narrada en el libro de Éxodo, Dios escribió estos mandatos en dos tablas de piedra, las que dio a Moisés en el Monte Sinaí; según el relato, cuando bajaba del monte, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y enfurecido las rompió.

Posteriormente, pidió a Dios que perdonase al pueblo y sellase con él un «convenio» (pacto o alianza); entonces, el Señor ordenó a Moisés que tomara dos lajas de piedra y en ellas quedaron escritos los Diez Mandamientos del pacto, reconviniéndole que "no deben tolerar la desobediencia".

Éxodo y Deuteronomio

Las Mitzvot (mandamientos divinos) contenidos en la Torá (Pentateuco) son muy numerosos, 613 de acuerdo con el cómputo judío, pero se le ha dado una significación especial a los que constituyen el tratado que el dios judío selló con el "pueblo elegido" en el curso del éxodo, escribiéndolos en tablas de piedra que entregó a Moisés en el monte Sinaí. El contenido de esos mandatos divinos se encuentra en varios pasajes del Pentateuco.

Las dos fuentes principales son Éxodo, 20: 2-17 y Deuteronomio, 5: 6-21. En el Libro del Éxodo (34:10-28) aparece otro texto muy antiguo, considerado por los antiguos rabinos israelitas como uno de los que mejor expresaban las ordenanzas del Dios Yahveh al celebrarse la Alianza.

El libro del Éxodo (שְׁמוֹת, Shemot) contiene la siguiente narración:[1]

1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

2 Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4 No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5 No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

7 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yahveh al que tomare su nombre en vano.

8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo

9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra,

10mas el séptimo día es reposo para Yahveh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

11 Porque en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yahveh bendijo el día de reposo y lo santificó.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh tu Dios te da.

13 No matarás.

14 No cometerás adulterio.

15 No hurtarás.

16 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

El libro del Deuteronomio (דְּבָרִים, Devarim), cuyo nombre griego alude a que repite en buena medida el contenido de los anteriores, ofrece una enumeración muy semejante a la de Éxodo 20:

6 Yo soy Yahvéh tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre y te di de comer toda tu vida.

7 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

10 y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

11 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque Yahveh no dará por inocente al que tome su nombre en vano.

12 Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Yahveh tu Dios te ha mandado.

13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

14 mas el séptimo día es reposo a Yahveh tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú.

15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Yahvé tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Yahvé tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.

16 Honra a tu padre y a tu madre, como Yahvé tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Yahvé tu Dios te da.

17 No matarás.

18 No cometerás adulterio.

19 No hurtarás.

20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

21 No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Interpretaciones

Judaísmo

Los Diez Mandamientos forman la base de la Ley judía,[2] declarando la norma universal y atemporal de Dios sobre el bien y el mal -a diferencia del resto de los 613 mandamientos de la Torá, que incluyen, por ejemplo, diversos deberes y ceremonias como las leyes dietéticas kashrut, y los rituales que deben realizar los sacerdotes en el Templo Sagrado. La tradición judía considera los Diez Mandamientos la base teológica para el resto de los mandamientos. Filón, en su obra de cuatro libros Las leyes especiales, trató los Diez Mandamientos como epígrafes bajo los que discutía otros mandamientos relacionados. Del mismo modo, en El Decálogo afirmó que "bajo [el "mandamiento... contra los adúlteros"] se transmiten implícitamente muchos otros mandamientos, como el que va contra los seductores, el que va contra los practicantes de crímenes contra natura, el que va contra todos los que viven en libertinaje, el que va contra todos los hombres que se entregan a conexiones ilícitas e incontinentes". Otros, como el rabino Saadia Gaon, también han hecho agrupaciones de los mandamientos según sus vínculos con los Diez Mandamientos. [3]

Para el judaísmo ortodoxo, Dios pronunció primero los Diez Mandamientos simultáneamente y después repitió cada Mandamiento por separado en la Torá. Según esta visión, cada uno de los Diez Mandamientos habría sido dirigido a todos los judíos en singular porque cada judío debería sentir la obligación personal de observarlos ya que les fueron dirigidos directamente a él.[4]

El judaísmo hace del prólogo el primer mandamiento y combina la prohibición de adorar otros dioses con la prohibición de la idolatría, quedando los diez mandamientos divididos del siguiente modo:[4]

  1. «Yo soy el Eterno, tu Dios, quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud».
  2. «No tendrás ni reconocerás a otros dioses en mi presencia fuera de mí. No te harás una imagen tallada ni ninguna semejanza de aquello que está arriba en los cielos, ni en la tierra, ni en el agua, ni debajo de la tierra. No te postrarás ante los ídolos, ni los adorarás, pues yo soy el Eterno, tu Dios, el único Dios, quien tiene presente el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación con mis enemigos; pero quien muestra benevolencia con miles de generaciones a aquellos que me aman y observan mis preceptos».
  3. «No tomarás el nombre de El Eterno, tu Dios en vano, porque El Eterno no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano».
  4. «Recuerda el día sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor; mas el séptimo día es shabat para el Eterno, tu Dios; no harás ninguna labor, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sirvienta, ni tus bestias de carga, ni el extranjero que habita dentro de tus murallas, pues en seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso, el Eterno bendijo el día de shabat y lo santificó».
  5. «Honra a tu padre y tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Eterno, tu Dios, te da».
  6. «No matarás».
  7. «No cometerás adulterio».
  8. «No robarás».
  9. «No brindes contra tu prójimo falso testimonio».
  10. «No codiciarás los bienes ajenos. No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».

Según la Iglesia Católica

Los Diez Mandamientos de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, se dividen de la siguiente forma:[5]

  1. «Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto» (Ex 20, 2-5).[6]
  2. «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Ex 20, 7; Dt 5, 11).[7]
  3. «Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo» (Ex 20, 8-10; cf Dt 5, 12-15).[8]
  4. «Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12).[9]
  5. «No matarás» (Ex 20, 13).[10]
  6. «No cometerás adulterio» (Ex 20, 14; Dt 5, 17).[11]
  7. «No robarás» (Ex 20, 15; Dt 5,19).[12]
  8. «No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20, 16).[13]
  9. «No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva» (Ex 20, 17).[14]
  10. «No codiciarás [...] nada que [...] sea de tu prójimo» (Ex 20, 17). «No desearás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo» (Dt 5, 21).[15]

Esta división se basa en la realizada por San Agustín quien omite el prólogo como un mandamiento y para mantener el número divide en dos la prohibición de codiciar.

A fin de facilitar su enseñanza, la Iglesia católica usa la fórmula catequética del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica,[16][17] y los resume de la siguiente forma:

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
  3. Santificarás las fiestas.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
  5. No matarás.
  6. No cometerás actos impuros.
  7. No robarás.
  8. No darás falsos testimonios ni mentirás.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  10. No codiciarás los bienes ajenos.

El segundo mandamiento: "No tomarás el nombre de Dios en vano", según se lee en Catecismo "prescribe respetar el nombre del Señor" y manda honrar el nombre de Dios. El que pronuncia el nombre de Dios lo debería hacer siendo consciente de la responsabilidad que esto implica para él ante Dios. Una manera muy grave de tomar el nombre de Dios en vano, es la blasfemia, en la cual intencionadamente se denigra, burla o injuria a Dios. También el que invoca a Dios para mentir, toma en vano el nombre de Dios[18].

El sexto mandamiento prohíbe todos los pecados contrarios a la castidad. También toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad[19].

Cabe notar que la prohibición de hacer y venerar imágenes y la prescripción de guardar el sábado son omitidas en la fórmula catequética.

Referencias

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