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Roble de Thor
El Roble de Thor, también conocido en alemán como Donareiche (roble Donar o roble del trueno) era un legendario árbol sagrado, muy antiguo y muy grande, venerado por todos los pueblos germánicos, que estaba consagrado a Thor/Donar, dios del trueno en la mitología germana, y que era considerado el "Eje del Mundo".
El árbol fue talado por el misionero cristiano de origen anglosajón, san Bonifacio (680-754) (cuyo nombre germano era Wynfrith, Winfrith o Winfrid), a principios del siglo VIII. Según la hagiografía del santo, el árbol se situaba en Alemania cerca de la aldea de Geismar (hoy parte de la ciudad de Fritzlar, en el norte de Hesse) y fue el principal lugar de veneración a la deidad germánica conocida entre los pueblos germánicos occidentales (como los Chatti, antepasados de los hessianos) como Donar (en alto alemán, Donner, 'trueno'), en inglés antiguo como Thunor y por las tribus del norte como Thor. El árbol se taló deliberadamente en el año 723 simbolizando el comienzo de la cristianización de las tribus no francas del norte de Alemania.
El roble en la cultura germánica
La veneración de árboles como el roble en Alemania tiene orígenes remotos. El roble ya estaba asociado con Zeus en la Antigüedad Clásica y su carácter sagrado fue particularmente intenso entre los pueblos germánicos.
En general, el roble representaba valores tradicionales como la verdad, la longevidad y la lealtad, y en los siglos XVIII y XIX llegó a simbolizar a la misma Alemania. El poeta Friedrich Gottlieb Klopstock lo consideraba un símbolo nacional, y asoció con el caudillo bárbaro Arminio en su obra Hermanns Schlacht. Ein Bardiet für die Schaubühne (1769), una epopeya histórica que celebraba al líder militar del siglo I, vencedor de la Batalla del Bosque de Teutoburgo, que se convirtió en un emblema de la unidad alemana.
Destrucción
En el año 723, el misionero anglosajón Bonifacio, llamado "Apóstol de los germanos", llegó a la zona buscando convertir a las tribus germánicas del norte de Alemania al cristianismo, utilizando como base el asentamiento franco fortificado de Büraburg en el lado opuesto del río Eder. Acababa de encontrarse con Carlos Martel, quien le confirmó el compromiso del Imperio franco en la misión en Turingia y Hesse. Con el apoyo militar de los francos, en lo que probablemente fue una acción bien planificada y anunciada, Bonifacio ordena talar los bosques sagrados germanos, y entre ellos, el roble sagrado, con el fin de condenar el culto a los dioses germanos e imponer la superioridad del Dios cristiano sobre Donar. Bonifacio utilizó la madera del roble para construir una capilla dedicada a San Pedro en Fritzlar. En esta capilla originó posteriormente un monasterio benedictino.
Según la primera hagiografía de Bonifacio, Vita Bonifatii, escrita por Willibaldo, el enorme roble fue derribado "por un gran soplo de viento, como por milagro" con Bonifacio sólo haciendo un giro del hacha. Como el dios Donar no respondió lanzando un relámpago al misionero, el pueblo accedió a ser bautizado y estableciendo así la primera diócesis fuera de las fronteras del antiguo Imperio romano.
Este relato es más probablemente una exageración o una adición posterior por parte de los cronistas cristianos con el propósito de aumentar el impacto del evento, presentándolo como un acto milagroso y glorificar la misión de San Bonifacio. Este tipo de relatos milagrosos eran comunes en las hagiografías de la época, ya que reforzaban la legitimidad y el poder de los misioneros cristianos.
En la iconografía de Bonifacio, este acto es uno de los símbolos más importantes del santo, y muchas tarjetas de oración lo ilustran con un hacha, a veces con su pie sobre el muñón del árbol; la escena fue representado en numerosas pinturas históricas del siglo XIX.
Según la leyenda cristiana, de sus raíces habría crecido un pino, lo que para san Bonifacio fue una señal de la nueva fe cristiana: "Dejemos que Cristo sea el centro de vuestros hogares", y desde entonces el pino se convirtió en símbolo de la cristiandad y por ello se utiliza en las fiestas de Navidad. El mito de la muerte del dios frigio Attis se asemeja a este legendario suceso, pues al morir, Attis, desangrado por emasculación, renace en forma de pino.