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Gabriel García Moreno
(por Jorge Luna Yépes - político y escritor revisionista)
Gabriel García Moreno (Guayaquil, 24 de diciembre de 1821-Quito, 6 de agosto de 1875) fue un militar y político ecuatoriano, presidente de Ecuador en el período 1860-1865 y brevemente en 1869 de manera interina entre enero y mayo de ese año.
Sumario
Biografía
Nace el 24 de diciembre de 1821, en Guayaquil, cuando su país libraba los últimos combates para conseguir la independencia de España. De padre español y madre ecuatoriana, debe su formación, después de su hogar, primero a Quito y después a Francia. Rebelde, demagogo en su juventud, a su madurez se transforma en campeón del orden cristiano. Siempre fue violentísimo, transformado su impetuosidad destructora juvenil en actividad constructora, ordenada y creadora. En la oposición fue irreductible; mordaz; arremetía por igual contra frailes y laicos. Inicia manifiestamente su reacción ordenadora cuando defiende a los jesuitas contra Urbina, para convertirse en su madurez en autoritario que quería ver, dirigir y hacer todo directamente, sometiéndolo al máximo criterio de disciplina, justicia y rectitud moral. En la plenitud de su vida llegó a presionarse de la convicción de que sólo el imperio de la disciplina y de la moral cristianas podían levantar fundamentalmente a un pueblo anárquico, ignorante, donde la mediocridad dominaba. Fue revolucionario desde la oposición y desde el poder; todo quiso crear y culminar en brevísimo tiempo. Adversarios y amigos coinciden en que es la figura más alta de la historia ecuatoriana. Su categoría es la de los grandes caudillos españoles; por él hablaba la voz de la Raza con un acento inconfundible, formidable.
El doctor Agramonte, cubano, influenciado por el doctor Roberto Andrade (uno de los asesinos de GGM) y el colombiano Vargas Vila le consideran como un monstruo extraordinario, tirano y loco; el primero ve amagos de locura y perversidad hasta en la destreza para los cálculos matemáticos. Montalvo, el que dijo: "Mi pluma lo mató", le calificaba de hombre nacido para grande hombre, de valor y de fuerza increíbles, pero con inclinación irremediable hacia lo malo.
Otros le juzgan émulo de Carlomagno, Bolívar, Miranda, Godofredo de Bouillon, Felipe II y Mussolini; entre ellos Menéndez y Pelayo, Luis Veuillot y Manuel Gálvez.
Un sociólogo ecuatoriano de doctrinas opuestas a las de García Moreno, le juzga así: "… genio cual ningún otro en nuestro país, dominante, impetuoso, tenaz y violento de carácter… de inteligencia pronta, profunda y hasta amplia en el saber; desinteresado, exacto y exigente en el deber y movido solo por grandes pasiones; sus creencias religiosas que llegan hasta el último límite de la intolerancia, su temperamento despótico, el sentimiento de su poderosa personalidad, la anarquía en que estaba sumida la República, la insolencia desorganizada del militarismo, la indolencia y pasividad de las clases populares, como el espíritu mezquino y plegadizo de las clases latas, en fin la ruindad y pequeñez del medio circundante debían haber traído a García Moreno al convencimiento de que nuestra patria necesitaba a un fuerte educador del pueblo, un gobierno de rígida disciplina, apoyado en la dirección intransigente del catolicismo…" "…todo por el orden, nada por la libertad…"… podía ser su lema… "Bajo el mandato organizador, activo y perentorio de este célebre gobernante se construyeron la carretera nacional y el ferrocarril central en la sección de la costa. En ésta demás, se limpiaron y canalizaron los ríos navegables, se iniciaron vías como las de Pailón y Santo Domingo de los Colorados (después olvidadas), se inició la explotación del petróleo por cuenta del Estado; se edificaron se instalaron en el país escuelas, colegios, universidades, cuarteles, casas de beneficencia; en la capital de la República una escuela politécnica con maestros europeos y jóvenes becados de todas las provincias; casa de artes y oficios, de Bellas Artes y un bien montado observatorio astronómico"…"Un terremoto trágicamente desastroso asoló la región de Imbabura causando un daño que se calculó en 10.000 muertos… García Moreno, en persona con una actividad asombrosa, y haciendo uso de todas sus facultades, inclusive la de fusilar bandidos, al momento restableció el orden en la región desolada (1868). Su administración desde el punto de vista financiero y fiscal es el ejemplo más acabado de rectitud, cumplimiento y honradez…".[1]
Primer gobierno
El primer gobierno de García Moreno (1860-1865), fue la reencarnación del episodio bíblico (y el similar romano de Cincinato) del empleo del arado empuñando la espada; pues no solo pasó muchos meses en Guayaquil fortificándolo para prevenir nuevos asaltos peruanos, los que se habrían repetido de no mediar el cuerpo diplomático en Lima, sino que sostuvo dos guerras con Colombia y aplastó una decena de revoluciones, habiendo sido la más grave la que organizó Urbina apoyado con dinero, armamento y gente por el Perú, la que terminó con el combate naval de Jambelí y la persecución de los derrotados por la provincia de El Oro, hasta el Perú. Al culminar estos éxitos militares, falleció el general Flores, primer presidente de la República y jefe del ejército de García Moreno.
No obstante esta tremenda actividad militar, el país no contrajo deudas externas y se iniciaron con paso firme las grandes obras nacionales de reforma del clero, de organización de la educación pública, creación de un ejército técnico, moralización de la burocracia y construcción de obras públicas de todo género, especialmente viales y para la cultura.
Al cabo de 70 años no obstante el aumento de población y medios técnicos, no se hace todavía un camino que se acerque a la carretera de García Moreno de Quito a Cajabamba, ni un centro de alta ciencia como el observatorio astronómico, ni otro de gran visión y envergadura como la Politécnica, en que sabios europeos debían formar a técnicos ecuatorianos en las ciencias experimentales. Y es que García Moreno fue ante todo una mentalidad elevada y cultivada al extremo de que a los 30 años fue admitido en la sociedad de geología de Francia, previa presentación de D’ Orbigny y Hugard, cuando ningún americano había alcanzado tal honor. La cultura adquirida en Europa quiso implantar en el país aun a la fuerza.
En servicio de la civilización y la defensa territorial, volvió a encargar las misiones del Oriente a los jesuitas, quienes en el transcurso de cuatro siglos han demostrado ser los más hábiles civilizadores de bárbaros y salvajes.
Las guerras con Colombia se desarrollaron así: La primera, en 1861, contra el conservador Julio Arboleda (uno de los más ilustres americanos: poeta y militar, político y jurista) llevado por un excesivo concepto de dignidad nacional, y por su temperamento violento, pues exigió perentoriamente que se destituyera a un jefe militar colombiano que no intervino en la agresión de un subalterno a un jefe del destacamento fronterizo ecuatoriano. Arboleda derrotó a la bisoña tropa ecuatoriana y apresó a García Moreno cuando, lanza en ristre, atacaba a los colombianos. El tratado de Tulcán que sobrevino fue fruto de la generosidad de los dos prohombres.
La segunda guerra se produjo en 1863, de esta manera: Triunfante en Colombia Tomás Cipriano Mosquera, púsose ansioso de revivir la Gran Colombia bajo su dirección, apoyado por el liberalismo anticlerical colombiano; invitó a García Moreno a conferenciar en el Carchi, mientras se acercaba seguido de batallones aguerridos y lanzaba insultos contra el gobierno ecuatoriano, irritado sobre todo por la firma del Concordato entre el Ecuador y el Vaticano. García Moreno ante tales arrestos de Mosquera, moviliza sus fuerzas ecuatorianas hasta de 10,000 hombres, mientras procuraba sublevar a los conservadores de Colombia e intrigaba en el Perú para que nos ayudara o al menos permaneciera neutral; se consiguió la neutralidad, mas no ayuda, ya que los peruanos no habían olvidado el 24 de septiembre de 1860; sin embargo tuvo pleno éxito en la reacción de los conservadores colombianos, sobre todo del Sur, quienes organizaron batallones para luchar contra Mosquera que había iniciado el terror. También consiguió García Moreno atraer al simpatía de Chile hacia el Ecuador. No obstante las ventajas que pudieron obtenerse con la sublevación conservadora colombiana, se vieron neutralizadas por la de los liberales ecuatorianos tale como Urbina, Franco y Robles que pedían apoyo a Mosquera para derrocar a García Moreno y ofrecían recibirle con los brazos abiertos si entraba en Quito, llamándole émulo y sucesor de Bolívar.
Las operaciones se iniciaron victoriosamente para las armas ecuatorianas dirigidas por el Gral. Juan José Flores; sin embargo en Cuaspud nos aplastaron, matando cerca de 500 hombres.
Entre las causas de esta derrota anotaremos:
1) Indisciplina y acaso traición de algunos jefes, oficiales y soldados ecuatorianos, minados por loe enemigos de García Moreno.
2) Ineficacia de la débil legislación penal militar.
3) Superioridad de las veteranas tropas de Mosquera sobre as bisoñas de nuestro país.
4) Ya en el campo de la táctica militar, el General Flores tropezó con la desgraciada circunstancia del estancamiento de su caballería en unos pantanos, bajo el fuego enemigo.
El tratado de Pinsaquí que siguió a la derrota, fue un triunfo diplomático para el Ecuador, ya que en él renuncio Mosquera a sus pretensiones políticas, se comprometió no inmiscuirse en la política interna del Ecuador y ofreció su amistad a García Moreno. La generosidad de Mosquera se debió en buena parte a que las gestiones de García Moreno habían surtido efecto ya que los conservadores de Colombia se sublevaron y amenazaban a Mosquera por la espalda. Este disuadió también a Urbina y sus amigos que siguieran esperanzados en una intervención neogranadina.
El yankee Richard Patee (actualmente alto funcionario en Washington –el texto es de 1944), sintetiza así la situación que tuvo que afrontar el Presidente, en especial durante la primera administración[2]: "Si tuvo importancia la oposición liberal de Pedro Carbo, el Dr. Vega y los Borrero, más peligro representaba la constante agitación bélica de que fue víctima el país durante la primera administración. Con monótona frecuencia se sucedían rebeliones, conspiraciones, sublevaciones e incursiones. Los movimientos revolucionarios, ora internos, ora promovidos en el exterior, mantenían al Estado en sobresalto, impidiendo la realización del florecimiento nacional, tan ambicionada por García Moreno. Tratemos de dar un esquema de estos movimientos, indicativos todos del malestar crónico que padecía el Ecuador. El militarismo brotaba de la sangre de la República, el caudillismo se manifestaba espontáneamente por cualquier descontento pueril y el virus revolucionario debilitaba la resistencia popular. El cuerpo social y político estaba minado, plagado del espíritu insurrecto, irreflexivo e irresponsable."
"Gabriel García Moreno procedió contra revolucionarios y conspiradores con una severidad rara vez suavizada por clemencia o compasión. Su temperamento colérico y violento veía en estas manifestaciones de irresponsabilidad y mala fe, una amenaza siempre presente para el Ecuador. Para que el país progresara, había necesidad absoluta de paz y sosiego. La libertad para hacer libremente lo que viniera en gana no cuadraba en un país socialmente atrasado como el Ecuador. Había que edificar, estructurar el Estado y completar la rehabilitación global y material de la nación. García Moreno procedía con mano férrea contra todos aquellos que perturbaban el orden que la República apenas comenzaba a gozar. Adviértase que como hizo García Moreno, lo han hecho todos los hombres fuertes ecuatorianos: Vicente Rocafuerte y más tarde Eloy Alfaro. Es completamente ilógico horrorizarse ante los supuestos desmanes de un García Moreno y relatar complacientemente las hazañas análogas de un Rocafuerte o un Alfaro, que con igual motivo y en parecidas circunstancias han cometido los mismos excesos. Nuestro criterio ha de estar a tono con la realidad que vivía el Ecuador del siglo pasado. Recordemos que estamos describiendo la evolución de una República que jamás había conocido la seguridad social y el orden político que consideramos los fundamentos de toda sociedad en marcha hacia el progreso. Recordemos también que circunstancias diferentes requieren diferentes soluciones. La condenación total, sin matices de juicio, no cabe en el crítico histórico. Que la finalidad mayor: la felicidad del pueblo ecuatoriano, haya justificado o por lo menos atenuado la severidad de los métodos empleados, lo dejaremos al lector que juzgue."
Terminado el primer período presidencial, en 1865, le sucedieron, hasta 1869, dos candidatos suyos, D. Jerónimo Carrión y D. Javier Espinosa. El primero, débil, fracasó y cayó a los dos años; el segundo, plenamente democrático, fue remplazado por García Moreno por su golpe de Estado, pocos días antes de que terminara el período constitucional.
Segundo gobierno
Se inicia así la segunda administración garciana; la que se rige por la constitución de 1869 inspirada por García Moreno, autoritaria, a la manera como la concibieron los prohombres de la independencia y sostenedora de la condición de ser católico entre las requeridas para la ciudadanía.
Esta disposición, no puede ser comprendida por la generalidad de las gentes, de que medio siglo de dominación liberal radical en nuestro país ha cambiado su fisionomía espiritual. Pero entonces, hace cerca de un siglo, no sólo respondió a la concepción que de la realidad nacional tuvo García Moreno, sino al sentir general ecuatoriano de esa época.
En esta administración, libre ya García Moreno de las revueltas, se lanza a la obra constructiva y civilizadora más grande que conoce la historia del Ecuador; de este período datan las grandes realizaciones a que se refiere Belisario Quevedo.
Asesinado
Terminado este segundo período, en medio de la paz y el progreso y después de haber sido elegido por tercera vez a la presidencia por 23,000 votos, fue asesinado el 6 de agosto de 1875, primer viernes, a los 54 años de edad.
Entre las cusas de su asesinato debemos mencionar:
1. Su política autoritaria que chocaba con el espíritu anárquico en que había vivido el país;
2. Su política opuesta al revolucionarismo liberal. 3. El indomable afán de culturizar y civilizar al país a pasos agigantados, que chocó con la mediocridad del medio; 4. Su política de orden y rígida honradez que no se compadecía ni con la vagancia ni con la inmoralidad.
Algunos jóvenes románticos liberales libertarios, encarnaron la conspiración liberal; Faustino Rayo encarnaba la conspiración del robo cohibido y de la miseria moral desterrada.
Consecuencias: La acción creadora y disciplinadora quedó trunca; muchas obras gigantescas languidecieron o se agotaron o paralizaron hasta el presente; el país volvió en la década siguiente, a rodar entre la debilidad, la anarquía y la represión brutal del militarismo.
Opiniones
El argentino Gálvez sintetiza el juicio mundial sobre García Moreno en estas palabras: "En los últimos años del siglo XIX, dos corrientes de opinión se formaron sobre García Moreno; la primera, cuyo vocero principal es Roberto Andrade y en al que están la masonería y el sectarismo anticatólico, le considera asesino, tirano, uxoricida, degenerado, mentiroso, farsante, ateo y traidor; la otra, en la que están los liberales auténticos, los católicos y muchos serenos espíritus que no son ni lo uno ni lo otro, exaltan su obra y genio".
Un biógrafo ecuatoriano que es liberal, dice: "A los ojos de las generaciones futuras tiene que aparecer como una figura inmensa". El español Marcelino Menéndez y Pelayo transcribe versos suyos en su antología de poetas americanos y termina su juicio así: "La República que produjo tal hombre puede ser pobre, oscura y olvidada, pero con él tiene bastante para vivir honradamente en la historia". Uno de los más grandes prosistas franceses Luis Veuillot, escribe a raíz de su muerte: "Fue el más antiguo de los modernos; un hombre que hacía honor al hombre"; agrega que solo fue un héroe de Plutarco, que esto no bastaría, sino un hombre de Jesucristo en la vida pública, un hombre de Dios. Otro francés interesante, historiador y pensador que ha estudiado a Simón Bolívar, Marius André, dice de García Moreno: "Figura de la más admirable de toda la América y una de las mayores de la historia". Para el argentino Carlos O. Bunge, como puede leerse en su libro "Nuestra América", García Moreno es uno de los más conspicuos gobernantes criollos; su gobierno le parece el único en la historia contemporánea, pues no existe otro en que la acción se haya amoldado tan estrictamente a los principios de la Iglesia Católica; cree que si Godofredo de Bouillon resucitase, gobernaría como García Moreno y lo presenta como un fantasma de los viejos tiempos llevando en una mando la espada del Cid y en la otra la cruz de Gregorio VII y además en la oreja la pluma de Santo Tomás. Y un peruano eminente, Francisco García Calderón, para quien es García Moreno una de las más grandes individualidades americanas, asegura que representa grandes principios civilizadores en la democracia ecuatoriana y que Carlyle le habría clasificado en su galería de héroes.[3]
Notas
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