Manuel Ugarte

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Bajo ningún pretexto podemos aceptar la hipótesis de quedar en nuestros propios lares en calidad de raza sometida. ¡Somos indios, somos españoles, somos latinos, somos negros, pero somos lo que somos y no queremos ser otra cosa!

—Manuel Ugarte

Manuel Ugarte

Manuel Ugarte nace el 27 de febrero de 1875 en el barrio porteño de Flores, Argentina y fallece el 2 de diciembre de 1951 en Niza (Francia) desapareciendo de los comentarios bibliográficos, las antologías y las librerías.

A principios del siglo XX escribe: "Actualmente los grandes diarios nos dan, día a día, detalles a menudo insignificantes de lo que pasa en París, Londres o Viena y nos dejan, casi siempre, ignorar las evoluciones del espíritu en Quito, Bogotá o Méjico. Entre una noticia sobre la salud del emperador de Austria y otra sobre la renovación del ministerio del Ecuador, nuestro interés real reside naturalmente en la última. Estamos al cabo de la política europea, pero ignoramos el nombre del presidente de Guatemala".

Hombre de barricadas

A mediados del año 1901, aparece en El país, de Buenos aires, "El peligro yanqui", el que será el primer artículo antiimperialista de Manuel Ugarte. En él ya se puede apreciar la máxima preocupación de Ugarte, la unión de los países latinoamericanos, la reconstrucción de la Patria Grande:

"Si vemos que las repúblicas hermanas van cayendo lenta y paulatinamente bajo la dominación o influencia de una nación poderosa, ¿aguardaremos para defendernos que la agresión sea personal? ¿Cómo suponer que la invasión se detendrá al llegar a nuestras fronteras? La prudencia más elemental aconsejaría hacer causa común con el primer atacado. Somos débiles y sólo podemos mantenernos apoyándonos los unos sobre los otros. La única defensa de los quince gemelos contra la rapacidad es la solidaridad"

Por el año 1903 y ya instalado en Buenos Aires, Ugarte adhiere públicamente al Partido Socialista convencido de la necesidad de operar una transformación en la sociedad de manera de acabar con las desigualdades, la miseria y la opresión. Advirtiendo a la vez que "no hay manera posible de transformar una realidad, si previamente no se ha logrado adquirir un conocimiento detenido y minucioso de la misma", para lo que es necesario un pensamiento creador, liberándose de formulas salvadoras y ajenas. Desde esta concepción sostendrá la necesidad de que los socialistas sean patriotas, pero no con un "patriotismo brutal y egoísta que arrastra a las multitudes a la frontera para sojuzgar a otros pueblos", sino con aquel que se expresa en la defensa contra las intromisiones imperialistas. Es decir, considera a la independencia nacional no como una cuestión emocional sino como un paso necesario hacia la absoluta libertad e igualdad en la sociedad.

Estas posiciones nacionalistas de Ugarte, lo llevaron a confrontar con la dirección del Partido Socialista argentino, quién a través de La Vanguardia (órgano oficial del Partido Socialista argentino) lo atacó afirmando que "Tenemos motivos para creer que la intervención o conquista de las repúblicas de Centroamérica por los Estados Unidos puede ser de beneficios positivos para el adelanto de las mismas". Esta desafortunada declaración de La Vanguardia, se ubicaba en las antípodas del pensamiento de Ugarte, manifestado en diferentes artículos periodísticos, libros y conferencia.

Enfrentado con la conducción del Partido Socialista argentino, se embarca en su mayor acción militante: emprende una gira por los países latinoamericanos llevando su discurso de la necesidad de la unión latinoamericana, para hacer frente al imperialismo. Entonces gritará en cada tribuna que disponga: "Unámonos. Unámonos a tiempo, que todos nuestros corazones palpiten como si fuesen uno solo y así unidos, unidas nuestras veinte capitales, se trocaran en otros tantos centinelas que al divisar al orgulloso enemigo, cuando éste les pregunte: ¿Quién vive?, les respondan unánimes, con toda la fuerza de los pulmones: ¡La América Latina!"

En varios países tendrá inconvenientes, pues el imperialismo reconoce a sus enemigos y trata de neutralizarlos. Así, se verá impedido de ingresar a El Salvador y a Nicaragua. Pero en otros lo recibirán con los abrazos abiertos: en Colombia hablará ante 10.000 personas.

En 1904, Ugarte asiste como delegado al Congreso de la Internacional Socialista en Amsterdam. Tres años después, participa en Stuttgart de otro Congreso de la IS, en el que participan Vladimir Lenin, Rosa Luxemburgo, Jean Jaurés, Karl Kautsky y Gueorgui Plejánov.

Mientras Ugarte agotaba sus fuerzas y su riqueza en su lucha contra el imperialismo y la reconstrucción de la Patria Grande, La Vanguardia, nuevamente contradiciendo todo el discurso ugartista, saldrá a elogiar fervorosamente el zarpazo yanqui sobre el canal de Panamá ya que para el Partido Socialista argentino "contribuirá probablemente al progreso de Colombia". La ruptura de Ugarte con el Partido es inevitable.

Alejado del Partido Socialista, Ugarte continua su predica por la unidad latinoamericana y la lucha antiimperialista, unificando en una sólo bandera la lucha social de los trabajadores y la nacional de los países sometidos. Y ahí estará el eje su pensamiento: la unión de esos dos ismos que para algunos es irreconciliable: el socialismo y el nacionalismo.

Dirá Ugarte al respecto:

"Si aceptamos que hay pueblos inferiores dentro del mundo, tendríamos que aceptar que hay clases inferiores dentro de la sociedad y el mismo olvido egoísta se transformaría en arma contra nosotros mismos. Por eso, se une de manera estrecha la causa del proletariado con la causa de la defensa latinoamericana… luchemos no sólo para que los ciudadanos puedan gobernar dentro de la nación, si no para que las naciones puedan disponer de sí mismas dentro de las luchas del mundo, acabando con las dos autocracias, la que nacionalmente se llama tiranía y la que internacionalmente se llama imperialismo".

De 1910 a 1913, Ugarte recorre toda la América hispana, da conferencias y es aclamado en 20 capitales. Ya no predica el internacionalismo proletario sino la construcción de la Patria Grande, la gran nación iberoamericana. Es un socialista que rechaza trasplantar experiencias europeas: "El socialismo debe ser nacional".

Agentes secretos de las distintas embajadas de Estados Unidos le siguen los pasos en Cuba, Santo Domingo, México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Funcionarios diplomáticos norteamericanos le piden a las autoridades locales que impidan su participación en actos públicos. A pesar de todo, llena teatros y plazas, participa en manifestaciones callejeras, es orador de barricada y reúne a multitudes.

Ugarte continúa su gira y llega a Bolivia. Pronuncia un discurso en La Paz, interrumpido por las ovaciones de un público entusiasta. El embajador estadounidense lo critica duramente y el escritor lo desafía a batirse a duelo. Debe intervenir el representante diplomático para evitar el enfrentamiento.

La Patria y los ferrocarriles ingleses

La Patria de Manuel Ugarte

En noviembre de 1915, con su propio dinero, Manuel Ugarte funda en Buenos Aires el diario La Patria. Comienza una cruzada que hasta entonces nadie se había atrevido a encarar en Argentina: la denuncia del imperialismo inglés. El país es prácticamente una semicolonia británica, pero nadie parece percibirlo. A principios de 1916, el escritor analiza tempranamente uno de los factores que permitían la penetración económica de Gran Bretaña: los ferrocarriles.

"Uno de los problemas que más nos interesa, fuera de toda duda, es el de la explotación de nuestros ferrocarriles por empresas de capital foráneo, cuyos intereses, de conveniencias motivadas por su misma falta de arraigo y su origen, son fundamentalmente opuestos a los intereses de la república", escribe Ugarte. "Las empresas ferroviarias son todas extranjeras: capital inglés, sindicatos ingleses, empleados ingleses […]. Lleva la empresa noventa y ocho probabilidades de obtener pingües ganancias contra dos de obtenerlas… regulares; de perder, ninguna. […] Y este dato merece ser tenido en cuenta al ocuparse de los ferrocarriles como origen de nuestra atrofia industrial".

Asfixiado económicamente, el 15 de febrero de 1916 La Patria publica su último número. Ante la primera gran guerra europea del siglo XX, que muchos insisten todavía en denominar "mundial", Ugarte propone la neutralidad. El diario dura menos tres meses en medio del boicot que le hacen los nacionalistas –que lo consideran socialista– y los socialistas, que lo ven como nacionalista. Más tarde, durante la segunda gran guerra europea, el escritor afirmará que mucho se habla en Iberoamérica acerca de las presuntas amenazas alemana y japonesa, pero nada se dice sobre el real saqueo británico y estadounidense.

En abril de 1918, cuando se funda en Córdoba la Federación Universitaria Argentina (FUA), Ugarte es el principal orador del encuentro. Ese año se autoexilia en España y luego pasa a Francia. Retorna 17 años más tarde.

En la década del 20, los principales líderes de la Revolución Mexicana le escriben a Ugarte y le agradecen su apoyo. Augusto César Sandino, el "general de hombres libres", también le envía una carta desde Nicaragua, reconoce su respaldo a la lucha contra los marines yanquis y dice que lo ve como una de las figuras más importantes del patriotismo latinoamericano. Dos grandes dirigentes peruanos lo alaban: Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), lo considera el precursor de esta organización; José Carlos Mariátegui afirma que el escritor argentino es uno de las más prestigiosos personajes de América hispana.

El apóstol vencido

En mayo de 1935, en plena Década Infame, Ugarte regresa a Argentina. El semanario Señales, del grupo FORJA, es el único periódico que informa sobre su llegada; la gran prensa lo ignora. En 1937, el escritor se va nuevamente del país.

El patriota iberoamericano regresa a Buenos Aires en marzo de 1946, después del triunfo electoral del entonces coronel Juan Domingo Perón. "Más democracia que la que ha traído Perón, nunca la vimos en nuestra tierra. Con él estamos los demócratas que no tenemos tendencia a preservar a los grandes capitalistas y a los restos de la oligarquía", declara. Y luego escribe: "Todos los presentimientos y las esperanzas dispersas de nuestra juventud, volcada un instante en el socialismo, han sido concretadas definitivamente en la carne viva del peronismo, que ha dado fuerza al argentinismo todavía inexpresado de la Nación. Ahora sabemos lo que somos y a dónde vamos. Tenemos nacionalidad, programa, derrotero".

El 31 de mayo, el historiador Ernesto Palacio lo acompaña a la Casa Rosada y le presenta al nuevo presidente, quien le ofrece el puesto de embajador en México. A los 71 años, es la primera y única vez que Ugarte recibe un reconocimiento oficial en su país. Pero los diplomáticos "de carrera" lo boicotean. Desinteligencias con el personal de la propia embajada lo obligan a regresar a Argentina en junio de 1948. Lo envían a Nicaragua, donde no se encuentra muy a gusto. A principios de 1949 lo trasladan a la representación en Cuba, donde persisten las intrigas de algunos funcionarios, y en enero de 1950 presenta su renuncia. Por problemas de salud, regresa a su casa alquilada en Niza.

En directa referencia al Gobierno del General Perón: "Los prisioneros del pasado que se resisten a admitir este momento nuevo, esta mentalidad diferente, este ideal de porvenir, no perturbarán la marcha de la nación hacia sus nuevos destinos. La revolución no ha sido de un hombre, ni de un grupo, ni de un momento político, ha sido fruto de una conmoción geológica, de un cambio de clima, y aunque las individualidades que gobiernan no llegaran a desaparecer, la revolución seguirá su marcha, superior a las contingencias, bajo la sombra tutelar y las inspiraciones del que supo dar forma a los hechos a los que la inmensa mayoría de los argentinos deseábamos y esperábamos desde hace largas décadas. Todos los presentimientos y las esperanzas dispersas de nuestra juventud, volcada un instante en el socialismo, han sido concretadas definitivamente en la carne viva del peronismo, que ha dado fuerza al argentinismo todavía inexpresado de la Nación. Ahora sabemos lo que somos y a dónde vamos. Tenemos nacionalidad, programa, derrotero".

El poeta peruano Alberto Hidalgo, quien trata a Ugarte en los años 40, lo describe viviendo humildemente, como un proscrito: "Yo quiero llamar la atención de un país sobre este hombre, al que no puede dejarse perecer en la pobreza o en el olvido, aunque fuese, si no tuviera otros méritos, sólo por esto: por haber sido el apóstol de los ideales americanistas, por haber gastado su fortuna recorriendo nuestras repúblicas a fin de despertarlas y hacerles ver el peligro que las acecha. Y es por ello que, aunque la Argentina lo tenga olvidado, el nombre de Manuel Ugarte no morirá nunca en la conciencia de América".

En noviembre de 1951, Ugarte vuelve a Buenos Aires. Él mismo explica la razón del viaje: "No he pertenecido nunca al bando de los adulones y si hago ahora esta afirmación, si he vuelto especialmente de Europa a votar por Perón, es porque tengo la certidumbre absoluta de que alrededor de él debemos agruparnos, en momentos difíciles que atraviesa el mundo, todos los buenos argentinos".

Poco después regresa a Niza. El 2 de diciembre de 1951 lo encuentran muerto en su casa. Aunque oficialmente se considera que la muerte fue "accidental", en los medios literarios y políticos se presume que él mismo decidió poner punto final a su vida. Los suicidios de Horacio Quiroga en 1937, Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones en 1938, y de Lisandro de la Torre en 1939 habían conmovido a Ugarte, quien afirmó que la suya era una generación vencida. La historiadora Liliana Barela no descarta que "exiliado, solitario, excluido y desilusionado, pudiera sentirse vencido y tentado a adoptar el camino que eligieron tantos compañeros que integraron su malograda generación".