Moisés Carmona

De Metapedia
Saltar a: navegación, buscar
Moisés Carmona Rivera (31 de octubre de 1912, Quechultenango, México - 1 de noviembre de 1991, San Juan del Río, México) fue un sacerdote católico mexicano. En 1976 fundó a la Sociedad Sacerdotal Trento, una congregación de presbíteros católicos tradicionalistas y sedevacantistas que no aceptaron las reformas anticatólicas propuestas por el Papado después del Concilio Vaticano II.

Juventud

Carmona vino al mundo en una comunidad rural del Estado de Guerrero. En la semana de su natalicio, una inundación afectó al pueblo en el que habitaba su familia, razón por la cual sus padres decidieron bautizarlo como Moisés.

Nicolás Carmona Sánchez, el progenitor del futuro sacerdote que trabajaba como capataz en una estancia, falleció prematuramente en 1917 a causa de las secuelas que le produjo una golpiza que recibió por parte de unos defensores de la Revolución Mexicana, a la cual se oponía.

Como la viuda de Carmona quedó sumida en la pobreza y a cargo de cuatro niños, Natividad Carmona Sánchez, hermana del difunto, aceptó responsabilizarse por la crianza del infante.

Después de recibir la educación básica por parte de su tía, Carmona ingresó al Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Chilapa en 1925. La Guerra Cristera dificultó sus estudios pero aún así pudo completarlos. Sintió su vocación religiosa en una época en la que las misas, los bautismos y los casamientos se hacían de manera clandestina.

En 1929, yendo en contra de los deseos de su tía que quería que continuase sus estudios en la Escuela Normal de Ayotzinapa, el joven permaneció en Chilapa ingresando al Seminario de la Inmaculada Concepción, apadrinado por su mentor y confesor, el Padre Rosalío Ojeda.

Diez años más tarde, el 15 de octubre de 1939, Monseñor Leopoldo Díaz Escudero lo ordenó como sacerdote.

Carrera como sacerdote diocesano

Entre fines de 1939 y comienzos de 1941 vivió en Acapulco, trabajando como vicario en la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad. Luego retornó a Chilapa para desempeñarse como profesor en el mismo seminario en el que había estudiado. A su vez fue asignado para brindar servicios pastorales en los pueblos rurales de Mayanalán y Acamixtla, ayudando a evangelizar a los indígenas que habitaban en la zona.

En 1944 pasó a hacerse cargo de la Parroquia de San Miguel Arcángel en Coyuca de Benítez. Allí se enfrentó a las misiones protestantes que, penetrando con paciencia, habían ganado muchos seguidores. Como consecuencia orientó su ministerio a combatir a las herejías que, diciendo ser la versión auténtica del cristianismo, sólo lograban confundir a los creyentes y alejarlos de la salvación de su alma a través de la Iglesia Católica. Dotado por naturaleza para la oratoria sagrada, desarrolló en esos años su estilo tan característico, abiertamente parrésico pero al mismo tiempo fuertemente irónico.

A mediados de 1952 fue nombrado responsable de la Parroquia de Santiago Apóstol en Ometepec. Permaneció varios años en ese sitio, viéndose obligado a mantener más de una disputa con la feligresía local, la cual estaba acostumbrada a convivir con otro tipo de pastores.

Finalmente en 1958 retornó a Acapulco, siendo asignado a la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Sin embargo unos meses después recibió la conducción de la Parroquia de la Divina Providencia, en el barrio de Dominguillo. El templo era solamente un galerón cuando arribó, por lo que Carmona tuvo que iniciar una campaña entre los vecinos de la ciudad para que lo ayudasen a acondicionar el lugar. En octubre de 1965, el Obispo de Acapulco, Monseñor José Quezada Valdés, declaró a la parroquia como templo expiatorio, lo que significaba que el Santísimo Sacramento estuviese siempre expuesto para que se pudiera orar por el perdón de los pecados frente a él.

Custodio de la tradición

Rechazo del Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II, entre otras cosas, decretó la abolición de la misa tridentina y su sustitución por una celebración que nada tiene en común con la tradición católica. Al principio Carmona se acogió a las nuevas disposiciones, pero, tras notar el malestar generalizado que a causa de ello había entre los fieles, decidió rechazar ese ritual y retornar al anterior. Eso provocó un conflicto con el Obispo, que lo sancionó por no respetar las órdenes. Sin embargo eso no cambió la actitud del presbítero, que continuó celebrando la misa tridentina.

En 1968, mientras México era sacudida por manifestaciones estudiantiles azuzadas por los comunistas, el sacerdote recibió varias amenazas de muerte. Elló lo motivó a acopiar armas, no para evitar el martirio al que no objetaría, sino más bien para proteger a la comunidad a su cargo, pues temía -justificándose en el clima de la época- que se produjese una segunda Guerra Cristera. La policía lo allanó y la prensa fabuló que estaba organizando un golpe armado contra el gobierno federal. Debido a ello tuvo que ocultarse un tiempo en Costa Chica hasta que las cosas se aclararon. Al retornar encontró que el obispado le había designado un remplazo, pero Carmona, amparado por los feligreses, lo despidió y retomó sus actividades pastorales.

Junto a Joaquín Sáenz y Arriaga y Abelardo Rodríguez Díaz creó la revista Trento en 1972, como un órgano de prensa del catolicismo tradicionalista mexicano. Carmona fue el primer director de la publicación, convocando a autores de diversas latitudes para que explicasen el error que significaba renunciar a la tradición. Por las páginas de Trento pasaron las firmas de Gloria Riestra, Luis Castellanos, José Urbina, Georges de Nantes y Michel-Louis Guérard des Lauriers entre otros. Allí se denunció a la teología de la liberación por ser un instrumento que la judeomasonería estaba empleando para destruir a la Iglesia Católica, con el fin de remplazarla por una religión mundial que predicase la fraternidad y la erradicación de la pobreza, pero que en realidad estuviese bajo el control de la URSS.

Sus críticas hacia el clero pos-conciliar fueron volviéndose cada vez más contundentes y agresivas, algo que incomodaba al nuevo obispo acapulqueño, Monseñor Rafael Bello Ruiz, quien había sido alumno suyo y le guardaba gran respeto. Los poemas satíricos que escribió en ese periodo tuvieron amplia difusión y atrajeron la atención de muchos católicos preocupados con la deriva del Vaticano.

La creación de la Unión Católica Trento (que reunía a laicos) y de la Sociedad Sacerdotal Trento (que reunía a clérigos) en 1976 tensionó aún más las cosas, debido a que sus miembros reivindicaban al Padre Sáenz y Arriaga, quien para la época ya había sido declarado como excomulgado por denunciar que Pablo VI era un masón.

Cuando finalmente concluyeron las obras en la Parroquia de la Divina Providencia, Carmona decidió hacer una gran celebración en la que estuviesen invitados representantes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Monseñor Bello Ruiz le pidió que desistiera de esa idea, a riesgo de ser despojado de la conducción de su templo y excomulgado por desobedecer al obispo. El sacerdote, sin embargo, no se amilanó, y prosiguió con lo que tenía planeado. El evento contó con una amplia cobertura periodística y la polémica pública no tardó en desarrollarse.

Carmona resistió en su posición por varios meses, llegando incluso a invitar a mediados de 1977 a Monseñor Marcel Lefebvre a que lo visitase para bendecir el edificio -cosa que el prelado no pudo hacer debido a que el gobierno le prohibió la entrada a México. Las autoridades diocesanas embistieron entonces contra el párroco, convocando a la fuerza pública para expulsarlo del templo. Empero los hombres y mujeres a los que Carmona pastoreaba se atrincheraron en su interior para que nadie pudiera entrar. Ello derivó en un proceso judicial del que salió victorioso el sacerdote que se había enfrentado al obispado, pues los jueces le reconocieron el derecho a permanecer en control de la Parroquia de la Divina Providencia.

El triunfo lo alentó a Carmona a expandir su obra, enviando a hombres de la Sociedad Sacerdotal Trento a otras localidades mexicanas para que asistieran espiritualmente a los tradicionalistas.

Obispado

A principios de la década de 1980 el sacerdote adhirió definitivamente a las tesis sedevacantistas. Por ello en octubre de 1981 viajó a Francia para ser consagrado como obispo por Monseñor Pierre Martin Ngô-Dinh-Thuc. Lo acompañó en esa ocasión su compatriota Adolfo Zamora Hernández, un fraile mercedario que recibió la misma dignidad en reconocimiento a su labor apostólica y apologética.

Durante la década siguiente, Monseñor Carmona se dedicó a formar sacerdotes para que mantuvieran viva la tradición. Para ello fundó el Seminario de los Sagrados Corazones de Jesús y de María en Hermosillo, colocando como director del mismo al monje benedictino Juan de Dios Machain -entre los ordenados por Carmona se encuentran Gerardo Solís, Alfredo Adame, José Isabel Robles, Martín Dávila Gándara y Manuel Ojeda entre otros. También procuró agrandar el número de sus seguidores laicos, llevándoles el Evangelio sin adulteraciones perversas y mostrándose como ejemplo de vida humilde entregada a Dios. Por todo ello no sólo recibió constantes amenazas de muerte, sino que además logró sobrevivir a varios atentados (organizados, según el propio prelado, con la aprobación de la mafia que gobernaba el Vaticano).

Consagró como obispos a los sacerdotes George Musey, Benigno Bravo, Roberto Martínez Gutiérrez, Mark Anthony Pivarunas y Peter Hillebrand, este último con reservas por motivos canónicos. A Monseñor Martínez Gutiérrez terminó por expulsarlo de la Sociedad Sacerdotal Trento debido a unas desavenencias que surgieron, pero se reconcilió con él poco antes de su muerte.

En 1990 creó a la congregación de las Hijas de la Divina Providencia como rama femenina de la Sociedad Sacerdotal Trento.

Fallecimiento

Carmona falleció en un hecho trágico a comienzos de noviembre de 1991. Después de haber hecho una gira apostólica por Norteamérica y Europa, regresó a México deseoso de reunirse con los hombres a su cargo. Por ello efectuó un viaje en automóvil en compañía de otros sacerdotes por diversas localidades mexicanas. Mientras se dirigía rumbo a la Ciudad de México, a pocos kilómetros de la localidad de San Juan del Río, el conductor del vehículo, agotado por el viaje, se durmió, lo que hizo que chocaran contra un muro divisorio de la autopista. La colisión expulsó del automóvil a Monseñor Carmona, que cayó sobre el asfalto. Muy golpeado y aturdido, trató de incorporarse pero no tuvo tiempo a hacerlo, ya que fue arrollado por una camioneta.

Monseñor Bello Ruiz se ocupó de organizar su funeral, ya que, más allá del enfrentamiento público entre ambos, no había dejado de admirarlo por su firmeza en la fe y sus convicciones intelectuales.

Artículos relacionados