Teología de la liberación

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El presidente boliviano Evo Morales obsequiando al Papa Francisco una réplica del "Crucifijo comunista" con la hoz y martillo. "No está bien eso", replicó su Santidad.

La Teología de la Liberación es un grupo de corrientes teológicas populistas entre las cuales, la mas conocida parte de la doctrina política marxista o socialista e intenta respaldar y dar validez teológica a dicha concepción política a través de la Biblia. Según la Iglesia Católica, al buscar el enfrentamiento y la lucha entre clases sociales se opone al Evangelio.

Estas corrientes surgen en Iberoamérica tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968); y son utilizadas para el adoctrinamiento del pueblo por parte de la guerrilla colombiana, pretendiendo buscar la liberación de los pobres en el terreno social. Para enrolar a un pueblo profundamente religioso como el latinoamericano, omite convenientemente toda mención al rechazo que manifiesta el marxismo por la religión.

Orígenes

El nacimiento de la Teología de la Liberación, viene marcado por diversos acontecimientos. Quizá uno de los más destacables es lo que se conoce como la "Misión de Francia" de la década de los años 1950s. Su máximo responsable fue el cardenal Emmanuel Suhard de París. A fin de reclutar creyentes predicando el marxismo, este movimiento envió sacerdotes a trabajar como obreros en la industria y en los muelles. Sin embargo, los "curas obreros" fueron acusados de ser agitadores comunistas y denunciados por actividades subversivas en Roma. En 1954 Pío XII pidió a todos los sacerdotes obreros que regresaran a su trabajo pastoral anterior en las diócesis o se incorporaran a sus comunidades religiosas.

Surgimiento

El Concilio Vaticano II celebrado entre 1962 y 1965, fue el acontecimiento más determinante para el surgimiento de la Teología de la Liberación. Gracias a esta reunión, la Iglesia apuesta por una renovación de las formas y del mensaje social. Los sacerdotes abandonan el ritual para acercarse al pueblo. Se entiende que los feligreses forman parte activa del desarrollo de la Iglesia y se les hace partícipes de la labor evangelizadora.

En Latinoamérica, los obispos se reúnen en la Conferencia de Medellín de 1968 supone el manual de uso de los principios del Concilio Vaticano II, allí los obispos latinoamericanos definen las líneas de actuación de esta nueva corriente y una de sus herramientas será la Teología de la Liberación.

Variantes

Según el historiador y catedrático español Ricardo de la Cierva:

Los teólogos de la liberación han imitado del marxismo la creación de un nuevo lenguaje en el que se atrincheran para evitar el diálogo coherente. Temen la luz clara y se refugian en torpes distingos y recovecos, entre los cuales el más frecuente es que no hay una, sino varias teologías de la liberación; y la que el interlocutor critica nunca es la suya.

Sin embargo, de la Cierva sostiene que "no hay más que dos teologías de la liberación". La ortodoxa, "que nace del mensaje liberador del Evangelio interpretado por el magisterio de la Iglesia", y "la marxista, que agrupa genéricamente a todas esas corrientes personalistas que pretenden ser teologías individuales y no son más que variaciones a cargo de los diversos intérpretes o vedettes del movimiento".

Como herramienta de la guerrilla colombiana

El "sacerdote guerrillero" Camilo Torres, portando un fusil.

La utilización de la Teología de la liberación como herramienta por la guerrilla colombiana está ligada a la historia del sacerdote boliviano Camilo Torres Restrepo (1929-1966). Torres se unió a la guerrilla colombiana conocida como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en octubre de 1965.

Habiéndose formado en teología en la Universidad de Bogotá, en Londres y en Bélgica, se doctoró y participó activamente en la agitación comunista. En mayo de 1965, ante cientos de estudiantes denuncia la represión y un supuesto agotamiento de las vías legales. En una constante ida y vuelta al Frente Unido (frente popular) y a la Teología de la Liberación proclama la necesidad de una unión revolucionaria por encima de ideologías.

El pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda sino la vía armada. El pueblo está desesperado y resuelto a jugarse la vida para que la próxima generación de colombianos no sea de esclavos. Para que los hijos de los que ahora quieren dar su vida tengan educación, techo, comida, vestido y, sobre todo dignidad. Para que los futuros colombianos puedan tener una patria propia, independiente del poderío norteamericano.[1]
—Camilo Torres

Más adelante pone palabras a su decisión: "Yo quiero decirle al pueblo colombiano que este es el momento"[1]. Falleció en 1966 en un enfrentamiento contra las tropas regulares del ejército colombiano en la localidad de Patio Cemento. Su muerte supuso un ejemplo para la movilización militar de otros sacerdotes, como el grupo Golconda, brazo armando de la guerrilla Ejército de Liberación Nacional de Colombia.

La canción "Cura y guerrillero" del cantautor mexicano José de Molina es dedicada a Camilo Torres y demás curas que continúan asesinando por los mismos ideales. En Colombia, la Universidad Industrial de Santander nombró "Camilo Torres" a uno de sus edificios, ubicado en la sede principal en Bucaramanga. El busto en su homenaje hasta lleva una leyenda que dice: "Camilo: Tu ejemplo es el camino".

Respuesta del Vaticano a la Teología de la Liberación

Mural que representa a Jesucristo y la Virgen María portando fusiles AK-47. Según su autor, perteneciente al colectivo chavista "La Piedrita", la idea era mostrar que ambos apoyaron la revolución.

El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe dos estudios sobre la Teología de la Liberación, Libertatis Nuntius de 1984 y Libertatis Conscientia de 1986. En ellos se argumentaba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas (como por ejemplo la socialista) no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.

En ese momento el Prefecto de la Congregación era el entonces Cardenal Ratzinger (posteriormente Papa Benedicto XVI), crítico de la Teología de la Liberación. Señaló en dichos documentos lo que consideraba "errores de algunas formas de la Teología de la Liberación", que según conclusiones de la Congregación bajo su dirección son:

  1. Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económico.
  2. El marxismo es, además, una concepción totalitaria del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.
  3. Esta concepción totalitaria impone su lógica y arrastra las "teologías de la liberación" a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.
  4. La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.
  5. Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.
  6. Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como "fidelidad a la historia", "confianza en el futuro", y "opción por los pobres" que en realidad les niega su sustancia teológica.
  7. La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.
  8. Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, 'hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente "oficial" y otra "popular", ambas contrapuestas.
  9. La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial y mendaz (mentirosa) en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.
  10. También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el "Jesús de la Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio eclesiástico».[2]

Los procesos y sanciones contra destacados teólogos de la liberación como Leonardo Boff, a partir de 1985 o Jon Sobrino en 2007, han concretado y continuado la defensa contra la Teología de la Liberación.

Referencias

  1. 1,0 1,1 La Teología de la Liberación y los procesos revolucionarios
  2. El desafió de la Teología de la Liberación, Armando de la Torre, 1987.

Artículos relacionados

Bibliografía

Enlaces externos

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