Sangre y Suelo

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Sangre y Suelo (en idioma alemán: Blut und Boden) se refiere a una doctrina que se centra en el origen étnico, basado en dos factores: la ascendencia (sangre de un pueblo) y Heimat (suelo, en tanto fuente de alimentación por la agricultura y no solo como "hábitat natural"). Así, exalta la relación de un pueblo con la tierra que ocupa y cultiva. Por extensión, concede un gran valor a las virtudes de la vida rural y al campesinado como origen racial esencial del pueblo alemán.

El concepto fue desarrollado a partir de teorías raciales y pangermanistas que surgieron a fines del siglo XIX en Alemania y constituye un elemento central de la ideología nacionalsocialista.

Origen

La expresión fue acuñada a fines del siglo XIX, apoyada por el racialismo y romanticismo nacional. Produjo una literatura regional, con cierta crítica social. Este apego romántico fue generalizado antes del ascenso del nacionalsocialismo.

El término apareció en 1922 en El declive de Occidente de Oswald Spengler, donde evoca un «combate de la sangre y del suelo contra una forma de híbrido interno entre hombre y animal». La imagen fue retomada por August Winnig en un texto de 1926 titulado Liberación y en el libro Das Reich als Republik (1928), cada vez al inicio de la misma frase: «La sangre y el suelo son el destino del pueblo alemán».

Nacionalsocialismo

Richard Walther Darré dirigiendo una reunión de la comunidad granjera en Goslar, el 13 de diciembre de 1937, de pie en frente de un Reichsadler (águila imperial) y la esvástica cruzada con una espada y una espiga de trigo con la frase Sangre y Suelo.

La idea de Blut und Boden ('Sangre y Suelo') o Rasse und Raum ('Raza y Espacio') fue defendida por teóricos como Friedrich Ratzel (acuñador del término Lebensraum o "espacio vital" en 1901), Oswald Spengler, Richard Walther Darré, Gottfried Feder, Heinrich Himmler y el mismo Adolf Hitler.

El general Karl Haushofer parece ser quien introdujo la filosofía Blut und Boden en el ideario nacionalsocialista. Convencido de que la proliferación de grandes centros urbanos era síntoma de la decadencia de una nación (falta de arraigo al suelo y la patria, desplome de la natalidad en las ciudades, derrumbe de la agricultura con la consiguiente dependencia de "patios traseros" tercermundistas, falta de efectividad de sistemas de poder centralizados), Haushofer defendió un modelo agrario y rural, no basado en el comercio exterior, sino en la autosuficiencia interna (pensamiento influido por Johann Gottlieb Fichte y su obra Estado Comercial Cerrado.) y la relación entre el individuo y la tierra: en lo posible, cada ciudadano alemán debía tener un mínimo de tierra. Para llevar a cabo este modelo etno-agrario, Alemania debía apropiarse de Lebensraum extranjero, concretamente en las mejores tierras agrícolas del mundo: Ucrania y otros territorios de la Unión Soviética.

Richard Walther Darré popularizó la frase en la época del ascenso nacionalsocialista. En 1930, escribió un libro titulado Neuadel aus Blut und Boden (Una nueva aristocracia basada en la sangre y el suelo), en el cual proponía un programa de eugenesia sistémica, bajo la idea de que la crianza era la única solución para los problemas del Estado. Antes de su ascenso al poder, los nacionalsocialistas pidieron el retorno de las ciudades al campo, y en las revistas propagandísticas de las SS, se leía una y otra vez que "un pueblo nace en el campo y muere en las ciudades".

El nacionalsocialismo fue un esfuerzo consciente a crear una armonia entre sangre y suelo. Para una Raza una Patria. Sólo de esa manera todo adquiere sentido supremo y elevado, sólo así es posible crear lazos sociales de común unidad y sólo así el trabajo propio puede beneficiar a tus hermanos sabiendo en todo momento que el trabajo de ellos beneficiarán tu propia vida. Así también se logra evitar la bastardización y el exterminio de la raza propia. Lo contrario sería en los Estados multirraciales impulsados por los judíos, donde se coloca a cada individuo de un país como enemigo de su vecino, y todos los impulsos egoístas e individualistas son exaltados por ello, de allí que el trabajo no sea algo digno sino que se rebaja a mero sustento o medio por el cual el hombre se introduce en los engranajes de la sociedad de consumo.

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