Ben Hur

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Ben-Hur es una película de 1959 dirigida por William Wyler para la Metro-Goldwyn-Mayer. Fue la primera película en la historia en recibir 11 Premios de la Academia, número igualado más tarde por Titanic y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey. Se trata de una superproducción que relata la vida de un judío en los años de la predicación de Jesús.

Argumento

La acción transcurre en Judea, el año 30. Roma, dueña y señora del mundo conocido, gobierna sus vastos territorios incluída la región de Palestina. Los judíos que están bajo el dominio romano desean con ansia la llegada de un nuevo Mesías que supuestamente liberará al pueblo judío. Y entre estos judíos se halla Judá Ben-Hur, un príncipe rico que comercia con especias desde Oriente a Roma, un hombre respetado y creyente en la fe de su pueblo y su Dios.

Sin embargo, los tiempos están complejos y se teme una revuelta violenta contra el poder romano, a lo cual Roma responde con el envío de dos legiones al mando del nuevo jefe militar, Messala, antiguo amigo de la infancia de Ben-Hur.

Judá ve en Messala a un amigo y también una posibilidad de cambio para su pueblo, una esperanza para el entendimiento y el respeto. Por el contrario, Messala ve a su viejo amigo como el hombre que "señalará" a los enemigos judíos de Roma por su pasada amistad. Sin embargo, Judá se niega al trato y Messala, encolerizado, rompe la relación. Judá Ben-Hur es enviado al puerto de Tiro, sin juicio, como remero de galeras y allí jura vengarse de Messala aunque ello le lleve toda la vida.

En su viaje al puerto, Judá conocerá a Jesús, quien le dará agua. Ya en la galera, Ben-Hur conocerá a Quinto Arrio, primer Cónsul de Roma, al que salvará la vida en una batalla en la que la galera se hunde. Como gratitud hacia Judá, Quinto Arrio le adoptará como hijo suyo, con lo que obtiene riquezas y títulos. Sin embargo, a pesar de las riquezas, del poder y de la gloria de Roma, Ben-Hur sabe que tiene un juramento que cumplir y que no puede esperar más tiempo. Es la hora de la venganza

En su camino a Jerusalén, Ben-Hur conocerá a Baltasar, y al Jeque Ilderim, un comerciante árabe. De Baltasar aprenderá que hay alguien en quien creer, un Mesías, hijo de Dios, que liberará a los hombres de su ira y su odio. Por el contrario, de Jeque descubrirá que Messala participa en las carreras de cuadrigas y, en la arena del circo, la muerte no es un delito.

Alimentado por su odio, Judá reta a Messala en las carreras y por otro lado, busca a su madre y hermana. Al regresar a Jerusalén, descubre que todo lo que había conocido había quedado reducido a ruinas, que su familia había desaparecido y que la única explicación que tenía era de la hija de un esclavo suyo, llamada Esther, a quien Judá amaba profundamente.

Tras condenar a Judá a las galeras, Messala no sólo había confiscado todos los bienes de Ben-Hur sino que se ensañó con su madre y hermana encerrándolas en los calabozos. Con la nueva llegada de Judá y su reto, Messala, tenso, mandó buscar a la familia de Judá. Para su sorpresa, tantos años en una celda inmunda en los recónditos calabozos habían hecho que enfermaran de lepra.

Judá, lleno de cólera y odio en su interior, se debate interiormente entre su venganza hacía su verdugo y su antigua amistad de la infancia. Pero Judá sabe que Messala no va a cambiar y que su única opción de resarcirse es poder ver su cuerpo mutilado y maltrecho en la arena del circo. Para ello, correrá la carrera de cuadrigas. Ahí vencerá a Messala, quien terminará cayéndose de su carro, y siendo atropellado y pisoteado por otro. Con el cuerpo ensangrentado, estará condenado definitivamente a su muerte. Esta escena de la carrera de cuadrigas es una de las más famosas de la historia del cine. Messala, en un último aliento le comunica que su madre y su hermana están vivas, pero que están en el valle de los leprosos. Por lo tanto, como Judá sabe, están condenadas a una muerte lenta y horrible.

Judá, desolado, recorre las calles de Jerusalén con su madre, su hermana, y Esther. Él accede al requerimiento insistente de ésta para que sean sanadas por el Rabí de Galilea, al que ha escuchado predicar y obrar maravillas, mientras una procesión de gente acompaña a gritos la marcha de los nuevos crucificados, entre ellos un hombre que una vez le dio de beber. Ben-Hur, como agradecimiento, trata de devolverle su ayuda con agua sin embargo un soldado romano tira el agua antes de que Jesús pueda beber y tener un poco de aliento en su pesada carga.

Este encuentro, y el presenciar después la crucifixión del hombre que un día le salvó de morir, harán que Judá encuentre la paz y mitigue su ira a través del perdón. Regresa aún bajo la catarsis de lo que ha presenciado cuando ve que su hermana y su madre han sanado milagrosamente. ¡Ha ocurrido el milagro! Y fundidos en un gran abrazo, se desborda la alegría.

Analisis de la Película

Esta película es, en realidad, una de esas películas clásicas etiquetadas como cristianas que emiten en las televisiones en época navideña y en Semana Santa. Pero en este caso, el mensaje cristiano de la película es secundario, y es una fachada del auténtico mensaje: el mensaje Sionista, victimista judío, racista antiblanco, criminalizador y calumniador del imperio romano y hasta proárabe. Por eso recibió 11 premios Oscar, a costa de otras grandes películas de ese año, que debían ser más "inocentes" y contener menos propaganda sionista. Es muy interesante comentar y mostrar hasta qué punto más fino y sutil llega la manipulación en esta película.

Racismo antiblanco: Criminalización del Imperio romano

El judaísmo siempre ha odiado al Imperio romano, y el Talmud contiene abundantes afirmaciones de odio anti-romano.

El imperio romano representa la civilización occidental, y así, al ser criminalizados, la película criminaliza a Occidente y a la raza blanca, pues los romanos son todos blancos y europeos, mientras que sus criados y esclavos en la película son blancos (pero de otros países), negros, judíos, etc. Es la propaganda marxista cultural de la Escuela de Frankfurt llevada al cine, llevada a la práctica, en el año 1959.

La película presenta la contraposición entre el protagonista Ben-Hur, judío, que es el bueno, contra Messala, romano, que es el malo. Así, el bueno está en el bando de los judíos, mientras que el malo, en el de los romanos. Esta contraposición de personajes es sólo una muestra de la contraposición de fondo Roma-Judea, u Occidente-Sionismo.

Los romanos son descritos como traicioneros: Messala, el amigo de Ben-Hur, le traiciona y Ben-Hur es castigado a trabajar como esclavo en las galeras romanas (barcos de guerra).

También son descritos como gente sin sentimientos: A la madre y a la hermana de Ben-Hur, sin ser culpables de nada, las castigan también, metiéndolas en la cárcel, una cárcel especialmente cruenta subterránea sin luz, enterradas en vida. Aquí se ve cómo los judíos proyectan su mentalidad sobre los romanos, acusándoles de comportarse como lo harían ellos. Es decir, forma parte de la mentalidad judaica el castigar a la estirpe por las faltas de un individuo. Recuérdese la Biblia, en la que Dios castiga a alguien y a sus descendientes hasta la enésima generación, los cuales no tienen ninguna culpa. Eso es mentalidad judaica, no occidental. En Occidente se castiga al culpable, no a sus familiares. Así, en esta película, los romanos se comportan no según la mentalidad romana y europea, sino según la vengativa mentalidad judaica de castigar a toda la familia, en este caso, de Ben-Hur.

La película hace especial hincapié en presentar a los romanos como torturadores, en varias escenas. Según la película, parece que el látigo es el instrumento más preciado y usado por los romanos:

  • Los remeros de los barcos de guerra romanos son esclavos que son azotados sin piedad por los romanos, y durante las batallas, están encadenados, con lo que no pueden escapar si el barco se hunde. Esto es una calumnia histórica, pues los romanos nunca tuvieron esclavos trabajando como remeros. Los esclavos remeros son cosa del siglo XVI. Ver en IMDb (Internet Movie Database) el último apartado de "Anachronisms". Pero la gente qué sabe… a la gente se le queda en la memoria grabadas las imágenes de la película en las que los romanos torturan a los esclavos en las galeras. Y así una película tras otra es como se manipula, se tergiversa la historia y se retuerce todo.
  • La famosa carrera de cuadrigas: Mientras Ben-Hur conduce a los carros sin usar el látigo ni una sola vez, Messala no para de azotarlos, y al final, azota a Ben-Hur también.
  • En el vía crucis de Jesucristo: Cuando cae al suelo cansado y Ben-Hur va a darle agua, un romano da una patada al cuenco para impedirle que beba y Jesús es azotado.

También son tramposos: En la carrera de cuadrigas, el carro de Messala tiene en el exterior de las ruedas unos pinchos metálicos que al girar la rueda giran cuya función es destruir las ruedas de los carros rivales en la carrera. Y eso se permite por la autoridad romana que organiza la carrera. Y más todavía, Messala azota a Ben-Hur durante la carrera.

Los caballos de Messala, el malo, son negros, y va vestido de oscuro también, mientras que los de Ben-Hur, el bueno, son blancos. El color se usa así para etiquetar a uno como bueno y al otro como malo, (pues tradicionalmente el color blanco se relaciona con el día, la luz y el bien, mientras que el color negro se relaciona con la oscuridad, la noche y el mal).

Messala es vengativo incluso cuando se va a morir, que aprovecha para decirle a Ben-Hur que su madre y hermana no están muertas, sino vivas y leprosas, para amargarle la victoria en la carrera.

Los romanos son supremacistas/racistas: Negociando las apuestas previas a la carrera de cuadrigas, un romano, tal vez Messala, apuesta 4 a 1, afirmando que "es la diferencia entre un romano y un judío". Otro romano a su lado dice: "O un árabe".

La película tiene la virtud de mostrar juntos en el mismo bando antieuropeo a judíos y árabes: Es un rico mercader árabe el que emplea a Ben-Hur como auriga (conductor) de sus cuadrigas, y el que propone una audaz apuesta a los tribunos romanos, retándolos a la famosa carrera con una altísima apuesta económica, para vencerlos y humillarlos, además de esquilmarlos económicamente. En esa escena de la negociación de la apuesta, es cuando los romanos realizan las afirmaciones despectivas hacia los judíos y hacia los árabes mencionadas antes (enfocando a continuación la cara de asco del árabe). Así, se muestra la contraposición romano contra judío y árabe. O lo que es lo mismo, la contraposición étnica europeo (romano) contra semita (judío y árabe).

Pero la película se cuida mucho de que quede bien claro que el mal no es sólo cosa de unos cuantos individuos del Imperio romano, sino de la esencia romana en sí, de todos los romanos, cuando Ben-Hur, discutiendo con Poncio Pilatos, dice que Messala antes era bueno, y que el mal romano corrompió su corazón, como corrompe todo lo que Roma toca.

Orgullo Judío

El protagonista es judío, así que está claro que es el que va a tener todas las buenas cualidades, tanto físicas, heroicas y morales, que son los atributos de los protagonistas en las películas de aventuras.

Tiene fe en Dios, como le cuenta al cónsul romano que no cree que Dios vaya a dejar que muera esclavo en las galeras remando. Podría haber matado al cónsul cuando estaba durmiendo, tras ser enviado a él por orden suya y olvidársele al quedarse dormido, y no lo hace, signo de inteligencia y también de honorabilidad. Luego le salva al cónsul cuando este cae al agua.

Como auriga de cuadrigas es campeón varias veces en Roma, y luego gana también la carrera famosa contra Messala en Judea, siendo Messala el hasta entonces varias veces campeón. Poncio Pilatos le corona, diciéndole, al observar el entusiasmo del público, que es un "dios para el pueblo". En esta frase, la prepotencia judaica alcanza nada menos que la categoría de considerarle como dios. Y además, del pueblo llano, siendo esto de nuevo, una vez más, un nuevo guiño comunista, o mejor dicho, judeocomunista, en otra película sionista. Los gobernantes blancos, en este caso romanos, son de nuevo malos, mientras que el judío, (pues Ben-Hur es príncipe), es lo contrario y es ídolo del populacho.

El mercader árabe antes de la carrera le da a Ben-Hur una estrella de David (de 6 puntas), nuevo símbolo de orgullo judaico, y de colaboración entre el árabe y el judío. Es otra falacia histórica de motivación política, pues esa estrella no fue un símbolo del judaísmo hasta la Edad Media en Europa Oriental (y desde luego, no un símbolo hebreo, sino de judíos askenazis que lucen en la bandera del país que ocupan ilegalmente, Israel). Ver de nuevo el penúltimo "Anachronisms".

Antes de morir Messala, Ben-Hur afirma "no veo ningún enemigo", a pesar de haber competido momentos antes en una carrera padeciendo las trampas y latigazos de Messala. Se muestra así magnánimo.

Finalmente, cuando le van a dar la ciudadanía romana, la rechaza, y rechaza también su nombre romano (Arrio), que tenía desde que fue adoptado por el cónsul romano, afirmando "yo soy Judá Ben-Hur", y devuelve el anillo del cónsul, tras enterarse que su madre y hermana han estado presas y tienen lepra por culpa del malvado imperio romano.

Victimismo Judío

La película es toda una sucesión de escenas de extremo victimismo judío :

  • Ben-Hur es condenado injustamente a trabajar de esclavo en las galeras romanas. Ahí está tres años. Hasta el cónsul se sorprende de que lleve tanto tiempo.
  • La madre y hermana de Ben-Hur son encerradas en una mazmorra subterránea sin luz y sin contacto exterior más que una estrecha abertura en la puerta para darlas de comer. Es como estar enterradas vivas. Como la comida desaparece, saben que están vivas. Al descubrir que tienen la lepra, las sueltan para que vayan al valle de los leprosos. Esta enfermedad era incurable, y causa de pánico y marginación social. Ellas no quieren que Ben-Hur sepa que están vivas pero con lepra y la hacen prometer a su novia que le diga que murieron. Cuando lo descubre, va a verlas, a sufrir. Luego las lleva a ver a Jesús. Todo muy lacrimógeno hecho a propósito.

Manipulación del cristianismo

Los judíos históricamente han aborrecido el cristianismo al haberse vinculado al etnocentrismo europeo, y por lo tanto opuesto al etnocentrismo judío, en vez del igualitarismo que predica y que es el motivo por el que lo inventaron (en el presente, ha vuelto al redil igualitario). Sin embargo, esta película tiene la virtud de intentar mantener dicha vinculación estrecha entre ambas ideologías, subordinando el cristianismo al nacionalismo judío. Así, usan el cristianismo de una manera tergiversadora en su favor, al mismo tiempo que tratan de que parezca una película cristiana para encajar en la sociedad todavía no descristianizada de la época, y esto es algo muy sutil y perverso.

Cuando nadie se atreve a acercarse a los leprosos, Ben-Hur muestra valentía al llevar en brazos a su hermana moribunda y a su madre ante Jesús, junto con su novia, porque tienen fé. Es la parte necesaria para que la película pase por cristiana en plena sociedad yanqui de los años 50, (y que nos la sigan emitiendo en Semana Santa por TV 50 años más tarde).

La película muestra que Dios en momentos puntuales interviene ayudando y salvando a Ben-Hur y a su familia. Es como un elegido, aunque a diferencia de otras películas, no tiene cualidades divinas mesiánicas sobrenaturales:

  • Jesucristo, cuya cara no se enfoque nunca, le da de beber a Ben-Hur cuando es llevado esclavo a las galeras, justo cuando estaba desfalleciendo de cansancio. Luego él intentará devolverle el favor dándole agua a Jesucristo cuando lleva la cruz. Esto es una tergiversación de la tradición cristiana, pues no hubo ningún Ben-Hur campeón de carreras de cuadrigas y aclamado por el pueblo romano, dando de beber a Jesucristo, ni lo inverso tampoco. Es decir, son blasfemias metidas sutilmente en una película que aparenta ser cristiana. Los judíos (ni los musulmanes) no consentirían una blasfemia de este tipo.
  • Antes de la batalla naval, el cónsul romano da la orden de que no sea encadenado a la galera antes de la batalla, lo que le permite salvarse cuando el barco se hunde luego. Esto se produce tras una conversación en la que Ben-Hur le pregunta al cónsul cuándo perdió la fé. Después, el cónsul, tras conocer que la batalla ha resultado victoriosa, lo achaca al Dios de Ben-Hur, con lo que el cónsul queda en el bando de los creyentes, y ayuda a Ben-Hur en todo momento, llegando a adoptarle después. Es el único romano al que Ben-Hur llega a querer y respetar. Es bueno pero porque es creyente, y como es bueno, ayuda a Ben-Hur, el judío. Es decir, la película nos dice que el buen romano es creyente y a favor de Ben-Hur. Más aún, este buen romano acoge como hijo adoptivo a Ben-Hur, a pesar de no ser de su estirpe, (¿cuándo haría eso un judío?). Vamos, que el buen romano es el que es gilipollas y de mentalidad completamente servil ante el judío.
  • Al final, cuando Jesucristo muere, y se produce una tormenta, la hermana y madre de Ben-Hur se curan milagrosamente de la lepra.

Así, estos apoyos puntuales de Dios a Ben-Hur establecen la contraposición de Dios contra Roma.

Y del juicio y condena de Jesucristo la película no aporta ninguna información. Sólo se ve a Poncio Pilatos lavándose las manos y a Jesucristo emprendiendo el vía crucis. Se induce a pensar que los romanos condenan a Jesucristo por ser judío o projudío, y no porque los dirigentes judíos le vieran como un peligro, como Mel Gibson contó en su película The Passion of Christ. Después además, en el vía crucis, un judío entre el público grita: "Salve, rey de los judíos", lo que refuerza esta idea y que, en efecto, son los romanos los culpables de "tal injusticia contra un inocente" (Ben-Hur dixit). Así, la película esquiva lo que no interesa y le hace cargar con la culpa, también de esto, a los romanos.

El auténtico dios judío de la película es Ben-Hur, como Poncio Pilatos afirma ("dios del pueblo"), un héroe triunfador contra los enemigos romanos y el protagonista de la película. Y nos lo dicen en una película que se hace pasar por cristiana. Así, la película envía un doble mensaje, critiano para los gentiles, pero es en realidad sionista y el importante es Ben-Hur, no Jesucristo.

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