Carlos Hugo de Borbón-Parma

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Carlos Hugo María Sixto Roberto Luis Juan Jorge Benedicto Miguel de Borbón-Parma y Bourbon-Bousset (8 de abril de 1930, París, Francia - 18 de agosto de 2010, Barcelona, España) fue un noble español que fue pretendiente carlista al trono de España entre 1975 y 1980 y nuevamente a partir de mediados de la década de 1990 y hasta su muerte en 2010. Su figura causó división en su movimiento debido a que propuso que el carlismo debía convertirse en una fuerza de izquierda.

Ostentó los títulos de Duque de Parma, Guastalla y Plasencia, Duque de San Jaime, Duque de Madrid y Conde de Montemolín, y además ofició como jefe de la Casa de Borbón-Parma.

Juventud

Hugo de Borbón-Parma era hijo de Javier de Borbón-Parma y de Magdalena de Bourbon-Bousset. Nació y creció en Francia, formándose como abogado en la Universidad de París y como economista en la Universidad de Oxford. Trabajó luego para el Deutsche Bank de Alemania Occidental.

Pretendiente carlista al trono de España

Campaña para convencer a Franco

En 1956 su padre lo envió a España con la misión de volverse fluido en el castellano, reorganizar a la Comunión Tradicionalista y entrar en contacto con Francisco Franco para convencerlo de que lo nombrase rey. Fue por esa época que el joven noble -asesorado por Ramón Massó Tarruella- se agregó el nombre de "Carlos", en un intento por legitimar su figura como monarca ante los carlistas.

Los franquistas los juzgaron como un hombre de pensamiento modernista e ideología socialcristiana, que podía llegar a encajar en sus planes para mejorar la posición de España ante la comunidad internacional, sin embargo no pudieron evitar sospechar acerca de sus verdaderas intenciones (el hecho de que fuese novio primero y marido después de la princesa protestante Irene de Orange-Nassau generó en muchos la impresión de que si no era un masón él mismo, al menos estaba vinculado a la sinarquía internacional). A raíz de ello hubo ocasiones en que lo dejaron recorrer el territorio ibérico y otras en que lo expulsaron acusándolo de ser un ciudadano francés que estaba entrometiéndose en asuntos internos de un país que no era el suyo. La única vez que se entrevistó con el Generalísimo -gracias a las gestiones de Álvaro d'Ors- se mostró adulón con el caudillo y le prometió que unificaría a todo el movimiento monárquico español para ponerlo al servicio de su régimen.

Como parte de su campaña para ganar visibilidad, en 1962 adoptó el seudónimo de "Javier Ipiña" y trabajó durante varias semanas en la mina asturiana de El Sotón. Ese episodio fue difundido ampliamente por la prensa, lo que lo posicionó ante la opinión pública como un aspirante a rey que buscaba gobernar al lado de su pueblo.

Carlos Hugo de Borbón-Parma fue un entusiasta defensor del Concilio Vaticano II. Debido a ello llegó a mantener una audiencia privada con Pablo VI en 1964, lo que usó para instalar en España que él era el pretendiente al trono que contaba oficialmente con la bendición papal (algo que resultaba de suma importancia para quienes empezaban a pensar en el sucesor de Franco). Con ese escudo ideológico intentó seducir a las izquierdas españolas, algo que incomodó a muchos carlistas, pero que fue celebrado por otros -especialmente por la camarilla encabezada por Carlos Carnicero, Arturo Juncosa, José María Zavala, Fernando Truyols, Josep Carles Clemente y otros personajes similares que comandaban a los sectores más progresistas del movimiento nucleados en torno a organizaciones como la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET) y el Movimiento Obrero Tradicionalista (MOT).

Franco, en 1968, optó por dirimir definitivamente el asunto sobre su heredero oficial, inclinándose por Juan Carlos de Borbón. Acto seguido ordenó la expulsión del territorio español de todos los miembros de la familia Borbón-Parma con el fin de evitar la posibilidad de que estallase una nueva guerra carlista.

Líder izquierdista

Estando en el exilio los carlistas le solicitaron que aclarase cual era su verdadera posición ideológica, ya que muchos deseaban saber si su aproximación a la izquierda era sólo una mera acción política estratégica o si, por el contrario, se trataba una actitud sincera. El pretendiente al trono de España se declaró entonces como partidario del socialismo autogestionario y del federalismo, siendo el modelo de Yugoslavia el que proponía que su país adoptase para explotar todo su potencial social, cultural y económico de manera armoniosa. Para justificar sus ideas afirmaba que el carlismo siempre había constituido un movimiento de masas que defendía fundamentalmente a los intereses del pueblo.

Ello marcó una ruptura en el interior del carlismo, que se iría agravando durante la década de 1970. Intentando modernizar a la Comunión Tradicionalista, terminó por crear junto a su padre al Partido Carlista (PC), una fuerza política que se mostró desde el inicio como afín a la partidocracia. Ante la crítica que se generó a causa de su deriva ideológica, los carlohuguistas sostuvieron que ellos, en realidad, no se habían alejado del ideario clásico del movimiento sino que solamente lo habían actualizado para que su discurso no sonase ajeno a la realidad del último cuarto del siglo XX.

El 8 de abril de 1975 el pretendiente Javier de Borbón-Parma renunció oficialmente a sus aspiraciones monárquicas, invistiendo de ese modo como su sucesor a Carlos Hugo, quien también pasó a comandar al PC. Ese episodio derivó en el quiebre definitivo del carlismo español, emergiendo la figura de Sixto Enrique de Borbón-Parma como la de su principal rival en la sucesión dinástica.

Carlos Hugo de Borbón-Parma intentó regresar a España en marzo de 1976, pero el gobierno de la época lo retuvo en el Aeropuerto de Madrid-Barajas y lo envió de regreso a Francia. A esas alturas el líder del PC proclamaba abiertamente que el Estado español debía abrazar el laicismo e impulsar una revolución que renovase los hábitos y las costumbres del pueblo. El mismísimo Santiago Carrillo pasó a considerarlo un aliado suyo por esa razón.

A pesar de su disputa con las autoridades españolas, aún así consiguió ingresar clandestinamente al país en mayo de 1976 para asistir a la romería de Montejurra, un festival tradicional del carlismo. En esa ocasión también estuvo presente su hermano Sixto Enrique y, a causa de ello, se desencadenó un enfrentamiento entre las diversas facciones del carlismo que culminó con dos militantes del carlohuguismo muertos.

Al año siguiente Javier de Borbón-Parma reapareció en público para anunciar que desautorizaba a Carlos Hugo como su sucesor y escogía para esa dignidad a Sixto Enrique. Negándose a aceptar la voluntad de su padre, se unió a sus hermanas Teresa, Cecilia y Nieves para secuestrarlo y obligarlo a firmar un manifiesto en el que apoyaba la idea de que el carlismo debía virar hacia la izquierda y someterse a las exigencias de la democracia (cabe recordar que, a raíz de un accidente sufrido en 1972, la salud de Don Javier era muy precaria y por ello dependía de la asistencia constante para cumplir con sus rutinas, por lo que era un hombre muy manipulable). De todos modos la farsa se acabó cuando Magdalena de Bourbon-Bousset, la madre de los infantes, develó el juego de intrigas al que había sido sometido su anciano esposo y les prohibió tanto a Carlos Hugo como a sus hermanas asistir al funeral de su padre.

Fracaso político

Carlos Hugo de Borbón-Parma pudo finalmente retornar de manera legal a España en octubre de 1977. El gobierno de la época lo permitió debido a que su presencia contribuía a la desarticulación del tradicionalismo político, lo que allanaba el camino para la consolidación de la democracia liberal en la península ibérica. El rey Juan Carlos lo recibió en marzo de 1978 y al año siguiente le otorgó la nacionalidad española, lo que lo habilitaba para participar de las elecciones.

El líder del PC anunció que su objetivo no era disputar la posesión del trono de España, sino más bien colaborar en el proceso de transición que debía convertir al país en parte de la vanguardia de naciones europeas. Por esa causa apoyó con entusiasmo la sanción de la nueva Constitución.

Fue candidato a diputado en las elecciones generales de 1979, encabezando la lista de su partido en el distrito de Navarra, histórico bastión del carlismo. Sin embargo, pese a haber desarrollado una campaña muy costosa, sólo obtuvo el 7,7% del voto popular, lo que no le alcanzó para acceder al parlamento español. El fracaso electoral terminó por liquidar sus aspiraciones, motivo por el cual en 1980 anunció que se retiraría de la vida política y que abandonaría toda intención de convertirse en el monarca de España.

Últimos años

Tras su alejamiento del campo de acción, se mudó a los EEUU donde permaneció por casi 20 años, trabajando para grandes empresas e impartiendo seminarios sobre política y economía en algunas instituciones como la Universidad de Harvard. Se divorció de su esposa en 1981.

Volvió a Europa instalándose primero en Bélgica y luego si en España. A partir de mediados de la década de 1990 retomó su papel de pretendiente carlista del trono español, recorriendo diversos países como jefe de la Casa de Borbón-Parma.

Para restaurar su autoridad le confirió dignidades nobiliarias carlistas a sus hijos: así Carlos Javier se convirtió en el Duque de Madrid, mientras que Jaime recibió el título de Duque de San Jaime y Carolina el de Duquesa de Guernica, reservándose para él la denominación de Conde de Montemolín (sin embargo la mayoría de los carlistas desconoce la autoridad de Carlos Hugo para otorgar esos títulos). Asimismo creó a la Real Orden de la Legitimidad Proscripta con la intención de reconocer a sus partidarios.

Contra la voluntad de su hermano, ordenó en 2002 la donación del archivo de Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este al gobierno de España.

Nunca se arrepintió de haber cultivado ideas izquierdistas ni de haber contribuido a difundir la impostura que sostiene que el carlismo es una ideología de ultraderecha. De hecho unos años antes de su muerte publicó el libro Algunas reflexiones sobre el socialismo del siglo XXI en el que confiesa su admiración por el globalismo.

Bibliografía

  • El pensamiento político de Don Carlos-Hugo. Breve antología de textos, manifiestos y discursos. Zaragoza: Succvm, 1967.
  • Qué es el carlismo. Barcelona: La Gaya Ciencia, 1976.
  • La vía carlista al socialismo autogestionario. Barcelona: Grijalbo, 1976.
  • Algunas reflexiones sobre el socialismo del siglo XXI. Madrid: Magalia, 2004.

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