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Circuncisión
La circuncisión es una forma de mutilación genital masculina, consistente en la amputación del prepucio del pene. Así, se deja permanentemente al descubierto el glande. Las causas más frecuentes de circuncisión son los motivos religiosos, culturales o médicos. En 2006, según estimaciones de la OMS, el 30% de los hombres del mundo estaba circuncidado.
Esta práctica se encuentra extendida en el judaísmo, cuya realización es obligatoria desde hace más de 3.500 años, cuando el patriarca Abraham fue circuncidado por una orden divina, según los textos bíblicos. La circuncisión se impuso los descendientes y siervos de Abraham como «un símbolo de la Alianza», culminada con él por Dios para todas las generaciones, como un «pacto eterno»
Pablo de Tarso recomendó no forzar la circuncisión como parte de la salvación del hombre, en contra de aquellos cristianos que aún creían que era necesario para ser parte del pueblo de Dios. Según el Nuevo Testamento el cristianismo no requiere la circuncisión y no la prohíbe tampoco.
En el Islam aunque también se practica ampliamente la circuncisión, no es obligatoria y se mantiene como una tradición no ordenada por el Corán.
Otras formas de mutilción genital se encuentran mucho más estigmatizadas y perseguidas. La circuncisión, por otro lado, sólo está prohibida en unos cuantos países, como Islandia [1], salvo que medien razones médicas.
Sumario
Consideraciones éticas
Se han planteado cuestiones éticas y legales sobre la falta de consentimiento al realizar esta prácticas en bebés. El Consejo de Europa considera que la circuncisión ritual efectuada a los niños sin una razón terapéutica es una violación a su integridad física. Ninguna organización médica importante recomienda la circuncisión universal de todos los varones, si bien puede reducir el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual.
Orígenes y difusión
La circuncisión es un procedimiento quirúrgico muy antiguo. Según el historiador Grafton Elliot Smith, su práctica podría tener más de 15.000 años de historia. No hay consenso sobre cómo se difundió. Una hipótesis sugiere que comenzó a realizarse en un área geográfica y se extendió desde allí, y otra, que varios grupos humanos distintos comenzaron su práctica de forma independiente. En su trabajo de 1891 Historia de la circuncisión, el médico Peter Charles Remondino, sugirió que podría haber sido una manera de castrar a un enemigo capturado, menos riesgosa que la amputación del miembro[2].
La circuncisión se menciona en el siglo V antes de Cristo por Heródoto, que la nombra en el segundo libro de sus Historias y le atribuye su origen a los egipcios. Este origen parece confirmado por los numerosos vestigios arqueológicos, el más antiguo es un grabado de la tumba de Ankhamahor (entre 2300 a. C. y 2200 a. C.) que representa una circuncisión practicada con una piedra de sílex en un hombre de pie.
Los judíos desde hace más de 3500 años empezaron a practicar la circuncisión de forma obligatoria para los varones, tanto los hijos de padres judíos como los comprados, cuando, —según los textos bíblicos—, el patriarca Abraham fue circuncidado por una orden divina a los 99 años de edad[2].
La circuncisión se sigue principalmente a través de las culturas y de los pueblos en dos regiones separadas. En las tierras del sur y del este del Mediterráneo, a partir de Sudán y Etiopía, el procedimiento fue practicado por los antiguos egipcios y los semitas, y luego por los judíos y musulmanes, con los que la práctica viajó y fue adoptada por los africanos bantúes. En Oceanía, la circuncisión es practicada por los aborígenes australianos y polinesios.
En el Reino Unido la reina Victoria creía que la familia real descendía del Rey David. Hizo circuncidar a sus hijos y nietos, manteniéndose la costumbre hasta finales del siglo XX, cuando la princesa Diana de Gales se opuso a la circuncisión de sus hijos.
Un país de mayoría católica, las Filipinas, presenta una tasa de circuncisión del 100%. Parece que esta práctica cultural se remonta a unos orígenes prehispánicos y que fue fortalecida por la colonización norteamericana (1898-1946).
Cristianismo
Según el Evangelio de Lucas 2:21-23, Jesús fue circuncidado ocho días después de su nacimiento, de acuerdo con la ley judía.
La circuncisión de Jesús se ha visto tradicionalmente, como se explica en la popular obra del siglo XIII, la Leyenda Dorada, como la primera vez que se derramó la sangre de Cristo, con lo cual comenzó el proceso de redención del hombre, así como una demostración que Cristo era completamente humano y de su obediencia a la ley bíblica.
Pablo de Tarso recomendó no forzar la circuncisión como parte de la salvación del hombre, en contra de aquellos cristianos que aún creían que era necesario para ser parte del pueblo de Dios. Según el Nuevo Testamento el cristianismo no requiere la circuncisión y no la prohíbe tampoco.
La circuncisión continuó practicándose entre las iglesias coptas de Egipto y Etiopía como un rito de iniciación.
La Iglesia Católica actualmente mantiene una posición neutral en la práctica de la circuncisión no religiosa, y nunca se ha abordado la cuestión de la circuncisión infantil en particular.
La Iglesia ortodoxa etíope pide la circuncisión, con una prevalencia casi universal entre los hombres ortodoxos de Etiopía.
En Sudáfrica, algunas iglesias cristianas desaprueban la práctica, mientras que otros la requieren de sus miembros.
Santo Prepucio
El Santo Prepucio (latín præputium o prepucium), es una de varias presuntas reliquias atribuidas a Jesús, producto de su circuncisión. En varios momentos de la historia, varias iglesias en Europa han afirmado poseer el prepucio de Jesús, a veces al mismo tiempo. Varios poderes milagrosos se le han atribuido.
Las reliquias del prepucio de Jesús comenzaron a aparecer en Europa durante la Edad Media. El primer registro data del 25 de diciembre del año 800, cuando Carlomagno se lo dio al Papa León III cuando éste coronó al Emperador. Carlomagno afirmó que se lo había traído un ángel mientras oró en el Santo Sepulcro.
Otros filósofos afirmaron que con la Ascensión de Jesús, todas las partes de su cuerpo, incluso las que ya no estaban unidas, ascendieron también. A finales del siglo XVII, el erudito y teólogo católico León Alacio en su obra De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba ("Discusión acerca del Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo") especulaba con la idea de que el Santo Prepucio pudo haber ascendido al Cielo al mismo tiempo que Jesús y se habría convertido en los anillos de Saturno, que se habían observado recientemente usando telescopios.
Controversia de la circuncisión
Las más importantes disputas en el cristianismo primitivo eran las controversias sobre el lugar de la ley mosaica o Antiguo Pacto en el cristianismo. Esto es particularmente notable en la segunda mitad del siglo primero, cuando la controversia de la circuncisión salió a la luz. Alister McGrath, un defensor de la paleo-ortodoxia, afirma que muchos de los cristianos judíos eran totalmente fieles judíos religiosos, solamente diferenciándose por su aceptación de Jesús como el Mesías. Por lo tanto, ellos creían que la circuncisión y otros requisitos de la ley mosaica eran necesarios para la salvación. Los que estaban en la comunidad cristiana e insistían en que la ley bíblica, incluidas las leyes sobre la circuncisión, seguían aplicándose a los cristianos fueron peyorativamente etiquetados de «judaizantes» por sus oponentes y criticados por ser elitistas y legalistas.
El Concilio de Jerusalén de alrededor de 50 d. C. fue la primera reunión en el cristianismo primitivo llamada a considerar la aplicación de la Ley mosaica a la nueva comunidad. En concreto, se tuvo que considerar si los nuevos gentiles conversos al cristianismo serían obligados a someterse a la circuncisión para la membresía plena en la comunidad cristiana, pero eran conscientes de que la cuestión tenía implicaciones más amplias, ya que la circuncisión es el signo «eterno» del Pacto de Abraham. La cultura judía todavía estaba tratando de encontrar su lugar en la más dominante cultura helenística, que encontraba a la circuncisión repulsiva.
La decisión del Consejo, llamado el Decreto Apostólico, fue que la mayoría de la ley mosaica, incluyendo el requisito de la circuncisión de los varones, no era obligatorio para los gentiles conversos, con el fin de facilitar a los predicadores judeocristianos para inducir a las perspectivas de los gentiles a unirse al movimiento cristiano. El Concilio hizo retener las prohibiciones contra el consumo de carne que contienen sangre o carne de animales muertos incorrectamente, y en contra de la «fornicación» y la «adoración de ídolos». Hay una idea de que «estrangulada» y «sangre» en los textos se refieren a las condiciones del prepucio: la parafimosis y el frenillo roto, respectivamente. A partir de Agustín de Hipona, muchos han visto una conexión con la ley noájida, mientras que algunos estudiosos modernos rechazan cualquier conexión y en su lugar ven a Levítico 17-18 como base.
El Decreto fue uno de los primeros actos que diferenció a la Iglesia del judaísmo oficial a pesar de que una disputa similar se llevaba a cabo al mismo tiempo en el judaísmo, pero que llegó a una conclusión contraria.