El Fortín

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El Fortín es una revista argentina de política y cultura que circula desde el año 1985. La misma está muy vinculada a la figura de Marcos Ghio, su director y principal contribuidor.

Origen

El Fortín fue creado el 2 de abril de 1985 en la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, en ocasión de celebrarse el tercer aniversario de la Guerra de Malvinas. Lo que motivó a la empresa fue un artículo de Lucas Baffi publicado en la revista Cabildo en el que se advertía que el plan de la nueva partidocracia era desintegrar a la Argentina, tanto en el aspecto territorial como en el social y el cultural. Por ende la publicación tenía la intención de interpelar a aquellos políticos que se jactaban de ser los profetas de la democracia y el progreso, cuando en realidad no eran más que un hato de corruptos, carentes de toda moral y de todo escrúpulo.

Historia

Primerra época

La primera época de El Fortín va desde 1985 hasta 1987. Sus directores fueron Hugo Ramasco y Marcelo Verdugo, y entre sus colaboradores se encontraban Lucas Baffi, Juan Manuel Castañeda y Marcos Ghio.

En este periodo la publicación se caracterizó por impulsar una serie de investigaciones y denuncias sobre el entramado de corrupción que involucraba a la política argentina, poniendo en evidencia lo ruinosa que era la casta política de la época. En ese sentido El Fortín anticiparía un estilo de periodismo que luego se volvería más común en la Argentina de la década siguiente.

Lógicamente ello le trajo grandes problemas. El mayor conflicto entre los periodistas y los políticos se produjo en 1986, luego de que en las páginas de El Fortín se publicase una investigación en la que se mostraba que el Superior Tribunal de Justicia de Rio Negro le había anulado la condena a prisión al político Oscar Machado por haber emitido cheques sin fondos, para que éste pudiese ser nombrado Ministro de Gobierno de la provincia. Como consecuencia El Fortín tuvo que padecer por cuatro años de un proceso penal por calumnias, bajo el argumento de que la condena dictada contra Machado no había sido por haber emitido varios cheques fraudulentos (como afirmaban los periodistas) sino por uno solo.

Luego de que varios jueces se fueron excusando debido a lo insólito del proceso y por no querer coartar su carrera judicial rechazando una querella ridícula pero hecha por un gobernante ucerista, la causa terminó extinguiéndose gracias a que, en una absolución de posiciones, el querellante se negara a manifestar si era o no cierto que había sido también condenado por otras estafas.

Segunda época

Tras superar la persecución judicial, El Fortín salió nuevamente a la calle en 1990 con el impulso de Rubén Baudino. Era esa una época en que los patriotas argentinos se habían entusiasmado con el movimiento carapintada, debido a que sus miembros se presentaban como los tercera opción más allá de la socialdemocracia y el neoliberalismo. Eso provocó que muchos de los redactores y colaboradores de El Fortín se plegaran a aquello nuevo que estaba surgiendo, ayudando incluso a Aldo Rico a constituir en la provincia de Río Negro al MODIN.

Sin embargo hubo un hombre que anticipó que los carapintadas terminarían o expulsados del sistema por extremistas o pacíficamente acomodados entre su estructura corrupta: Marcos Ghio. En efecto, durante los siguientes meses los fortinistas terminarían por abandonar a la publicación para sumarse al fracaso partidocrático, en tanto que Ghio desarrollaría un trabajo de esclarecimiento doctrinario, dejando entrever que las batallas políticas eran sólo una pequeña parte de la guerra cultural que se estaba librando en la Argentina.

La publicación fue foco de atención nacional debido a los ataques contra el gobernador rionegrino Horacio Massaccesi, que pretendía encarnar al gran rival del presidente Carlos Saúl Menem, cuando en realidad era un personaje de su misma calaña.

Tercera época

En 1995, ya encontrándose en la capital argentina, Ghio volvió a editar El Fortín, al cual convirtió en el órgano del pensamiento tradicionalista alternativo. La publicación pasó a asociarse con el Centro de Estudios Evolianos, también dirigido por Ghio. Algunos autores como Fernando Fluguerto Marti, Cecilio Jack Viera, Miguel Vila y Julián Ramírez se sumarán al equipo de redacción, al mismo tiempo en que muchos jóvenes acompañarán el proceso de fabricación y distribución de El Fortín.

Lo más característico del periodo -más allá de la insistente difusión del pensamiento de Julius Evola- fue el esfuerzo que realizó Ghio para analizar a los eventos políticos a la luz de una cosmovisión tradicional. Eso derivó en una confrontación tanto contra el Movimiento Nacional Justicialista como contra la Iglesia Católica, lo que cayó muy mal en los sectores nacionalistas. La lectura de Ghio del gobierno de Juan Manuel de Rosas como un intento de instaurar un régimen gibelino produjo tantos adherentes como detractores.

De todos modos lo que terminó de depurar a los lectores de El Fortín fue la vindicación que hizo Ghio en sus páginas de la rebelión fundamentalista contra la colonización cultural de la Modernidad sobre las naciones de fe islámica, especialmente a partir de su análisis de los ataques del 11 de septiembre de 2001 del yihadismo contra el World Trade Center y el Pentágono.

Cuarta época

A partir de 2004, y luego de una breve aparición en formato tabloide, El Fortín migró hacia la Internet. La digitalización del contenido sirvió para que sus artículos fuesen reproducidos en otras publicaciones como Tsunami Político, Política y Desarrollo, Diario 7, etc., así como también comenzasen a circular en las redes sociales, donde se invita también a la discusión y el debate.

En este periodo se producirá una alianza entre El Fortín y la Agencia de Noticias Kali-Yuga, dando extensa cobertura al choque de civilizaciones interpretado como un conflicto entre tradición y modernidad.

Entre los colaboradores más destacados aparecen los nombres de Eduard Alcántara, Juan Manuel Garayalde y Francisco Galarza.

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