Emilio Kinkelin

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Emilio Cristiano Henrico Kinkelin Dunzelmann (29 de diciembre de 1875, Gualeguaychú, Argentina - 17 de abril de 1943, Buenos Aires, Argentina) fue un militar y empresario argentino que participó de la organización de la Revolución del 6 de Septiembre de 1930.

Biografía

Kinkelin era hijo de un inmigrante de origen suizo que en la Argentina se dedicó a desarrollar actividades comerciales. Su abuelo fue Gottfried Kinkel, un escritor alemán que se involucró en los movimientos europeos de agitación socialista del siglo XIX, llegando a rivalizar con Karl Marx y Friedrich Engels antes de terminar exiliado en Suiza.

Estudió en el Colegio Militar de la Nación, incorporándose a las filas de la infantería del Ejército Argentino. No tardó en ingresar a la Escuela Superior de Guerra, lo que le permitió a su vez incorporarse al Estado Mayor.

En 1905 cumplió un año de servicio en el Deutsches Heer, estudiando la ciencia bélica prusiana. Al retornar al país se convirtió en instructor en la Escuela Normal de Tiro, y luego en profesor de la Escuela Superior de Guerra. Siendo docente de esa institución publicaría un libro en conjunto con el Barón Fritz von der Goltz sobre las campañas militares de Napoleón Bonaparte.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en julio de 1914, Kinkelin se encontraba en el Imperio Alemán en una misión de adquisición de armamentos. Imposibilitado de regresar a su país, consiguió que el gobierno argentino lo autorizara para permanecer en tierras germánicas como observador técnico. Durante ese periodo escribió numerosos artículos que fueron publicados en el diario La Nación. Allí defendió con pasión a la causa alemana, dejando en evidencia su germanofilia.

Regresó a la Argentina a comienzos de 1919, luego de haber presenciado el Levantamiento Espartaquista en Berlín. Ese año publicó el informe Los estragos del hambre en Alemania, en el cual denunciaba a la Dolchstoss y defendía al militarismo como antídoto ante la creciente subversión sociopolítica.

Ya retirado del Ejército Argentino con el rango de Teniente Coronel, se dedicó durante la década de 1920 a los negocios mineros, especificamente al rubro de los hidrocarburos. Creó por ello a la Compañía Kinkelin, orientada a explorar los yacimientos petrolíferos del país y explotar el oro negro que los suelos atesoraban (en especial en el área de la Patagonia). Inicialmente estableció una sociedad con el industrial alemán Hugo Stinnes, pero luego trabajó junto a otros empresarios como Alberto J. Austerlitz, Enrique Gildemeister, Edmundo Wagenknecht y Alberto Uriburu.

Kinkelin jugó un papel fundamental en el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en 1930, siendo parte del Estado Mayor Revolucionario. El presidente José Félix Uriburu lo nombró responsable de la Secretaría Militar de la Presidencia, convirtiéndose de ese modo en el encargado de obrar como enlace entre los mandos militares y el nuevo Jefe de Estado.

Debido a que los partidócratas no cesaban de criticar al líder, para mantener vivo el ímpetu revolucionario era preciso que las fuerzas nacionalistas se reorganizaran. Por esa causa Kinkelin planteó junto a Juan Bautista Molina la necesidad de crear una organización verticalista que le brindase apoyo político al régimen: nació así la Legión Cívica Argentina, fuerza antiliberal y anticomunista que inicialmente estuvo bajo el mando del médico Floro Lavalle.

La inesperada muerte de Uriburu lo dejó sin su referente. De todos modos asumió que podía devenir su sucesor si se creaban las condiciones necesarias para su ascenso. Por ese motivo apoyó la creación de la Acción Nacionalista Argentina en 1932, pues consideraba que era fundamental una concientización patriótica en el pueblo.

A principios de 1935, en un clima de crisis de legitimidad que el régimen enfrentaba por destituir de su cargo al gobernador bonaerense Federico Martínez de Hoz, Kinkelin especuló con la posibilidad de encabezar una rebelión en contra del presidente Agustín P. Justo. Su plan era sublevar a militares y civiles en el noroeste argentino, para obligar al mandatario a elegir entre sacrificar vidas en una guerra civil o dimitir para favorecer el recambio de liderazgo. A causa de ello se trasladó a la provincia de Tucumán a comienzos de abril de aquel año. Allí se reunió con el historiador Nicanor Rodríguez del Busto, el ingeniero Rafael Paz y el capellán militar Amancio González Paz con la intención de organizar a las huestes de la rama local de LCA para realizar una campaña de agitación contra comunistas y sionistas. La excusa oficial que usó Kinkelin para justificar su presencia en esas tierras fue la de estar lanzando una campaña para promover el mensaje del Congreso Eucarístico Internacional del año anterior: instaurar el Reinado Social de Cristo.

En dos semanas se gestó un clima revolucionario que el gobierno local se vio obligado a sofocar inundando las calles con policías. Consiguientemente Kinkelin dejó Tucumán y se refugió en Salta, donde fue acogido por Carlos Patrón Uriburu, un legislador provincial nacionalconservador. Intentando movilizar a las masas en ese distrito, terminó por unirse a la frustrada revolución que el Coronel Molina organizó un par de meses después junto a Raymundo Meabe y Enrique Torino.

Fue miembro de la Institución Cultural Argentino-Germana y de la asociación Amigos de Alemania. Durante la Segunda Guerra Mundial se opuso a la idea de que la Argentina se uniera al bloque de los Aliados.

Bibliografía

  • Las guerras de Napoleón (junto con F. van der Goltz). Buenos Aires: Imprenta Kidd y Cía, 1911.
  • Los estragos del hambre en Alemania. Buenos Aires: Autoedición, 1919.
  • Mis correspondencias a "La Nación" durante la Guerra Europea. Buenos Aires: Kraft, 1921.

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