Gitanos

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Gitanos en Bulgaria.

Se denomina gitanos, zíngaros, o despectivamente, gipos, a una comunidad o etnia originaria del Subcontinente Indio, particularmente de la zona del actual estado de Rajastán[1] que data de los reinos medios de la India, con rasgos culturales comunes aunque con enormes diferencias entre sus subgrupos. Antropológicamente se consideran parte del grupo australoide, igual que los aborígenes australianos, los hindúes no arios o los pakistaníes, pero son racialmente mestizos. Un eufemismo para denominarlos es el de "romaníes", término que deriva del nombre de su lenguaje.

Se encuentran asentados principalmente en Europa, y son de hecho la mayor minoría étnica de la Unión Europea, aunque están presentes también, pero en menor proporción, en el resto del mundo, con importantes comunidades en Estados Unidos, México, Perú y Chile, por ejemplo. Su número mundial se estima en unos 20.000.000 [2].

Los gitanos llaman despectivamente payos a quienes no lo son. Su comportamiento incívico, su alto índice de criminalidad y su tendencia a los abusos infantiles (incluso a los de sus propios hijos) son factores por los cuales se los considera elementos indeseables, siendo una de las razas más despreciadas por el mundo en general. Son temidos por secuestrar niños ajenos para obligarlos a mendigar o prostituirse. También suelen casar a su prole en edades aún infantiles en bodas arregladas. Durante décadas, los gitanos con pasaportes rumanos cometieron delitos en toda Europa y los medios de comunicación siempre los han identificado como "rumanos", a pesar de saber la diferencia, pero no dicen la verdad sólo para proteger a esta minoría.

Etimología

La palabra «gitano» procede de «egiptano», porque en el siglo XV se pensaba que los gitanos procedían de Egipto. Cuando llegaron a Europa, muchos grupos de gitanos se presentaban a sí mismos como «nobles egipcianos»; así, en 1425, dos gitanos solicitaron un salvoconducto al rey Juan II de Aragón, en el cual se hacían llamar «condes del Egipto Menor». La palabra «calé» procede del indostaní kâlâ, que significa «negro».

Orígenes

Distribución aproximada del haplogrupo H (ADN-Y), originado en el subcontinente indio y asociado a los pueblos dravídicos que poseen la frecuencia más alta entre el 50 y el 60%, como a los gitanos que poseen entre el 2 y el 10%, lo que confirma su origen indostánico, pues se estima que este pueblo migró hacia Occidente desde el Panyab o del valle del Indo en el siglo X.

Desde hace ya bastante tiempo se cree que los gitanos tienen sus orígenes en la India, atendiendo a la procedencia de alguna de las palabras que utilizan, y a algunos de sus rasgos étnicos. Esto fue confirmado por un estudio liderado por el Dr. Toomas Kivisild, de la Universidad de Cambridge, en el que participaron académicos procedentes de la India y de Estonia. El estudio llegó a situar el origen de esta etnia en el subcontinente indio, y en concreto apunta a la casta de los «intocables» como grupo del que provendrían los gitanos [3]. Toomas Kivisild es un experto en evolución humana.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores han contado con la colaboración de un grupo de científicos del centro Hyderabad para biología celular y molecular, con expertos procedentes de Estonia y Suiza, que se encargaron de comparar más de 10.000 muestras tomadas en miembros de 214 etnias diferentes.

El estudio, publicado recientemente en la revista Nature, examinó los cromosomas y muestras de ADN para comparar las firmas genéticas de hombres romaníes europeos con los de miles de indios de todo el subcontinente.

Todas estas muestras fueron comparadas hasta delimitar un tipo de cromosoma originario de Asia del Sur y conocido como «haplogrupo H1a1a-M82» que relacionaría a esta casta de ciudadanos procedentes de la India con la etnia gitana presente en Europa.

El estudio, que fue publicado en diciembre del año 2012, examinó los cromosomas Y en muestras de ADN para comparar las firmas genéticas de hombres romaníes europeos con los de miles de indios de todo el subcontinente.

Parias por excelencia

Porcentaje de gitanos en Europa.

La imagen social negativa de esta comunidad es muy clara y mayoritaria, casi prácticamente desde su llegada, como se puede observar en muchos idiomas. En inglés la palabra gyp (de gypsy, 'gitano') significa 'estafa' o 'engaño', y una etimología popular alemana hace creer que Zigeuner ('gitano') procede de Ziehende Gauner ('ladrón itinerante'). Lo mismo ocurre con el húngaro, donde la creencia popular relaciona cigány con la palabra szegény ('pobre'). Incluso en el actual diccionario de la RAE se recoge la siguiente acepción coloquial para gitano: “Que estafa u obra con engaño”.

Los gitanos descienden de los dalits que emigraron de India para huir de la opresión de los indoarios y su sistema de castas. Un indicio que vendría a corroborar esta tesis es que la palabra "calé" (con la que gustan de autodesignarse los gitanos), procede del indostaní kâlâ, que significa 'negro'. La palabra "zíngaro" (usada en español para referirse a los gitanos de Europa del Este), tiene su origen real en la palabra griega ατσίγγανος (atsínganos), que significa literalmente "intocable".

Las denuncias contra los gitanos se repiten de una u otra forma, sin cambiar de manera esencial a lo largo de los siglos. Los gitanos se relacionan con la delincuencia, pobreza, promiscuidad, vagancia, supercherías y explotación infantil. También se caracterizan por una educación deficiente, exclusión social, una baja esperanza de vida (de diez a quince años menos que el promedio de los europeos), tasas altas de mortalidad infantil y tasas de desempleo arriba del 80%.

El antiziganismo ha continuado tras la Segunda Guerra Mundial y prosigue en la actualidad, especialmente en Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Hungría Eslovenia y Kosovo. Los romaníes en su mayoría no se integran a la sociedad, prefiriendo vivir en barrios y guetos de clase baja junto a otros gitanos. En Bulgaria el profesor Ognian Saparev ha escrito artículos en los que afirma que los gitanos deberían ser confinados en guetos porque no se integran ni se asimilan culturalmente, su educación los inclina hacia el robo, no quieren trabajar y utilizan su posición como minoría étnica para chantajear a las autoridades y a la mayoría social. Estos artículos fueron publicados como reacción al asesinato de su compañero, el profesor Stanimir Kaloyanov, que fue apalizado hasta la muerte por un grupo de romaníes mientras celebraba la graduación de su hijo en Sofía en mayo del año 2005.

En la República Checa la mayoría de los checos no quieren tener vecinos romaníes (casi un 90%) por encima de cualquier otro grupo étnico, considerándolos ladrones y parásitos sociales. A pesar de que la adopción en Chequia requiere un largo período de espera, los niños romaníes de los orfanatos casi nunca son adoptados por parejas checas. Después de la caída del partido comunista del poder en 1989, los puestos de trabajo que habitualmente eran ocupados por los romaníes fueron eliminados u ofrecidos a emigrantes de Ucrania, y los estereotipos sobre los romaníes redujeron su capacidad de buscar nuevos trabajos. Las autoridades de la Unión Europea amonestaron a la República Checa y Eslovaquia en 2007 por segregar de forma forzosa a los niños romaníes de las escuelas.

En el 2006, muchos romaníes que habían residido anteriormente en Kosovo vivían en comunidades de refugiados en Montenegro y Serbia. Los que permanecen a menudo sufren ataques por parte de los kosovares albaneses, que los consideran "colaboradores" de los serbios que ocuparon el país. En febrero de 2007 tres mujeres romaníes de Eslovaquia recibieron indemnizaciones de un hospital que las esterilizó sin su consentimiento cuando todavía eran menores de edad. Aunque dichas esterilizaciones se habían producido en 1999 y 2002, estas mujeres fueron ignoradas por los tribunales hasta años después.

En julio del 2008 un tribunal de Italia declaró que el antiziganismo es una práctica aceptable en los lugares en los que los romaníes son ladrones. Con esta decisión los jueces apoyaron la convicción de los acusados que habían exigido públicamente la expulsión de los gitanos de Verona en el año 2001. Uno de los exculpados era Flavio Tosi, alcalde de Verona y militante del Partido de la Liga Norte contrario a la inmigración. La decisión del tribunal se produjo durante la aplicación de “medidas contundentes” contra los romaníes por parte del gobierno italiano, dirigido por el presidente Silvio Berlusconi. La semana anterior, Roberto Maroni, ministro de Interior del gobierno italiano, declaró que todos los romaníes de Italia, incluyendo los niños, serían fichados. Un político de la oposición, Gian Claudio Bressa, afirmó que la aplicación de esas medidas y de otras similares "eran similares a las de un régimen autoritario". Tres enviados de las Naciones Unidas afirmaron que aplicando esta medida de forma exclusiva a la minoría romaní, esta propuesta podía calificarse sin ambigüedades como discriminatoria. El Parlamento Europeo denunció el plan del gobierno de Berlusconi como un acto claro de de discriminación racial y pidió al gobierno italiano que no continuara adelante.

En la siguiente sección de este artículo se dan detalles sobre el antiziganismo en España.

Los gitanos en España

Prostituta gitana búlgara.

España es, fuera de Europa Oriental, el único país con una población significativa de gitanos. Se cree que los gitanos llegaron a España hacia 1415, dispersándose y viajando después por todo el país. Las relaciones entre la población local y los gitanos fueron en general buenas durante el siglo XV.[4] Sin embargo, a partir de 1469, con la llegada al trono de los Reyes Católicos, la situación cambió radicalmente, presumiblemente a causa de la búsqueda de la homogeneidad cultural en España, lo cual era la característica propia de la unión de las dinastías hispánicas. Las autoridades dieron a los gitanos un plazo de dos meses para que tomaran un domicilio fijo, adoptaran un oficio y abandonasen su forma de vestir y sus costumbres, so pena de expulsión o esclavitud.

Se buscaba la unificación de los súbditos en toda la Península, siendo el ideal a alcanzar, la centralización del poder político, la existencia de una única religión, el uso de una lengua común y una cultura común. De tal manera, Las Cortes de Castilla de 1594 emitieron un mandato tendiente a separar a los «gitanos de las gitanas, a fin de obtener la extinción de la raza» en España[4], vaticinando la política de las prácticas de esterilización que seguirían otros monarcas europeos de la Edad Moderna.

En 1633, una pragmática negó a los gitanos el carácter de nación y prohibió incluso el uso del término gitano en el reino.

En el siglo XVIII el secretario ilustrado Zenón de Somodevilla ideó un plan para solucionar el problema gitano en España, conocido como la Gran Redada. A partir del 30 de julio de 1749 se detuvo a miles de gitanos en España, y se les privó de libertad separando a los hombres de las mujeres. La Gran Redada no tuvo éxito por distintos factores, a saber: la oposición de la población blanca en algunas zonas, la falta de determinación de la clase gobernante para actuar y la falta de medios que había en el siglo XVIII para coordinar y llevar a cabo una operación de tales magnitudes. El rey Carlos III indultó en 1763 a los gitanos, que volvieron a quedar en libertad.

El gobierno franquista llegó a adoptar medidas puramente antiziganistas. Destaca el reglamento de la Guardia Civil de 1943, vigente hasta 1978 [5]:

Se vigilará escrupulosamente a los gitanos, cuidando mucho de reconocer todos los documentos que tengan, confrontar sus señas particulares, observar sus trajes, averiguar su modo de vivir y cuanto conduzca a formar una idea exacta de sus movimientos y ocupaciones, indagando el punto a que se dirigen en sus viajes y el objeto de ellos.
—Artículo 4 del Reglamento de la Guardia Civil de 1943.
Como esta clase de gente no tiene por lo general residencia fija, se traslada con mucha frecuencia de un punto a otro en que sean desconocidos, conviene tomar de ellos todas las noticias necesarias para impedir que cometan robos de caballerías o de otra especie.
—Artículo 5 del Reglamento de la Guardia Civil de 1943.
Está mandado que los gitanos y chalanes lleven, a más de la célula personal, la patente de Hacienda que los autorice para ejercer la industria de tratantes en caballerías. Por cada una de éstas llevarán una guía con la clase, procedencia, edad, hierro y señas, la cual se entregará al comprador. Las anotaciones que en este documento se hagan por cambios y ventas serán autorizadas por los alcaldes de los pueblos o por un inspector de orden público en las capitales, y para el ganado mular, por los veterinarios municipales. Los que no vayan provistos de estos documentos o que de su examen o comprobación resulte que no está en regla, serán detenidos por la Guardia Civil y puestos a disposición de la autoridad competente como infractores de la ley.
—Artículo 6 del Reglamento de la Guardia Civil de 1943.

El antiziganismo en España está aún muy extendido entre la población, aunque con la corrección política el problema gitano se ha convertido en una cuestión tabú.

Planteamiento del problema

En España habita una cantidad indeterminada de gitanos, a la que hay que sumar otra, igualmente indeterminada pero creciente a causa del incrementado mestizaje, de mestizos de gitanos. Constituyen estos gitanos parte de un pueblo con estado, y no precisamente menor, pero que, sin tener necesidad de ello, habita en condición de minoría otros estados. A su vez, su presencia aquí supone una amenaza para nuestra identidad española y nuestra riqueza bioantropológica.

Hoy el problema se agrava con la reciente afluencia de gitanos establecidos hasta ahora en el este de Europa, principalmente en Rumanía y en Bulgaria.[6]

La dificultad del recuento de los gitanos en España

La constitución española de 1978 se revela como un enemigo implacable del análisis antropológico y sociológico en esta cuestión, al impedir que en los censos se pueda indagar acerca del número y localización de gitanos en España. El Secretariado Gitano sostiene que los gitanos en España serían algo más de 700.000 (no se incluyen los gitanos llegados recientemente desde Rumanía y Bulgaria), casi la mitad de ellos (350.000) en Andalucía, casi todos concentrados en los arrabales de las grandes ciudades. En Cataluña habría 80.000, en Madrid 60.000, en la Comunidad Valenciana 50.000, en Castilla-León 26.500, en Aragón 21.000, en Castilla La Mancha 20.000, en Murcia 20.000, en Extremadura 15.000, en el País Vasco 13.000, en Asturias 10.000, en Galicia 9.000 y en el resto de comunidades números inferiores a ese último.

Hay muchas razones por la que los cálculos de población gitana en España (y en otros lugares) no son fiables y dejan siempre sin computar a gran número de personas. Además de la citada prohibición constitucional de que sean censados como raza o como etnia, tenemos el propio desinterés institucional en hacer el recuento de gitanos (a veces por no generar alarma social, siendo en este caso un desinterés interesado), el hecho de que muchos de los cálculos sean realizados por organismos de atención social que se centran en los destinatarios de sus potenciales políticas (lo que tiende a dejar sin registrar al resto de gitanos), el nomadismo, la desconfianza de los gitanos hacia todo lo que tenga relación con el mundo no gitano (incluidos los interesados en estudiarles) y la dificultad que la corrección política (que elude toda consideración puramente racial y sólo admite, a regañadientes, la inclusión de características culturales) causa a la hora de definir al gitano (que provoca que en los estudios y cálculos que se realizan se opte por la autoidentificación: es gitano el que se define a sí mismo como gitano).

El número de gitanos en todos los cálculos hechos, por todas estas razones, está claramente rebajado. Los cálculos y recuentos que de hecho se realizan se centran casi siempre en las denominadas “familias en situación no normalizada” (infravivienda, desempleo o subempleo, pobreza), tendiendo a ignorar a las “familias en situación normalizada” (viviendas adecuadas, empleo asalariado, escolarización), algunos de cuyos miembros tienen una tendencia a no autoidentificarse como gitanos (siendo la autoidentificación, como hemos visto, lo que decide muchas veces, en muchos de estos estudios, quien es gitano). Esto explica porqué en esos estudios y cálculos la cantidad de población gitana aparece “estancada” desde hace 30 años. En 1982 había quién predecía que en el año 2000 habría en España un millón de gitanos, a la vez que sostenía que había entonces entre 400.000 y 500.000 gitanos, cálculo, evidentemente, a la baja, pues ya entonces se hablaba de los 600.000 gitanos en España. En 2012 se sigue hablando de entre 600.000 y 700.000 gitanos.

Muy probablemente sean más de 1.500.000 individuos.

Existe, además, una reciente pero creciente zona gris de mestizos gitanos con un grado variable de identificación con los gitanos. Su número está, como se dijo, indeterminado.[6]

Explosión demográfica de los gitanos en España

Los gitanos llegan a España en el siglo XV (en 1425 a Zaragoza, en 1435 a Santiago de Compostela, en 1462 a Jaén; el primer informe de su presencia data de 1415). Según la investigadora pro-gitana Teresa San Román son 3000 individuos en total (Teresa San Román. La diferencia inquietante. Siglo XXI, Madrid, 1997), repartidos en pequeños grupos nómadas de unas 100 ó 200 personas. A finales de ese mismo siglo XV se cree que la población española rondaría los 5 millones de habitantes. La proporción gitanos/españoles es de 1/1600 aproximadamente.

En el reinado de Carlos III se elabora un censo de la población gitana que recoge 10.000 individuos. Los españoles para esta época son unos 10 millones. La anterior proporción había pasado a 1/1000.

Hoy los cálculos menos generosos dan a la población gitana en España un tamaño no inferior a 700.000 individuos. Los españoles apenas suman 40 millones. La proporción gitanos/españoles queda, por tanto, en 1/57. Si son 1.500.000 personas la proporción pasa a 1/27. La evolución es alarmante. Más si se tiene en cuenta que 700.000 gitanos en España es una cifra que claramente rebaja la cantidad total (que debe estar más cercana a 1.500.000) y que no hemos considerado en este cociente la creciente cantidad de mestizos de gitanos.[6]

Contexto, situación actual y perspectivas del mestizaje

Los gitanos, tras ir abandonando el nomadismo, se concentraron en los arrabales de las grandes ciudades. De manera que en el campo, lugar de concentración de los nativos españoles hasta el siglo XIX y buena parte del siglo XX, la presencia gitana ha sido relativamente escasa. Además en el ámbito rural el mestizaje estaba dificultado por la conservación, por parte de las dos etnias, española y gitana, de cierta conciencia racial. Es el éxodo rural iniciado en 1950 el que termina haciendo de España un estado netamente urbanizado. Desde entonces, por tanto, data el contacto masivo entre gitanos y españoles y la posibilidad de mestizaje demográficamente significativo. Esto es también así porque, además, es con la urbanización cuando la población española va perdiendo buena parte de su conciencia racial anterior, hecho que coincide en el tiempo con el decaer, en las comunidades gitanas, del poder de las autoridades tradicionales, los patriarcas, y con esta decadencia también lo hace el tradicionalmente estricto control matrimonial, que era endogámico, sobre el propio colectivo gitano.

El abandono del nomadismo, el declinar de poder de los patriarcas, la intromisión aculturizante en las comunidades gitanas de los organismos del estado (sistema educativo, servicios sociales, prisiones), de las ONGs y de los académicos que los estudian y la propaganda mesticista en los medios de comunicación, y en general, han terminado por debilitar la tradicional endogamia gitana. Sigue presente como idea y como práctica en numerosas ocasiones (la mayor parte de los matrimonios de los hombres y las mujeres gitanos tienen lugar con personas de su misma raza), pero ha dejado de ser excepcional el matrimonio interracial (con españoles, especialmente de clase baja, gente que puede incluirse en el llamado lumpenproletariat) y el mestizaje. Como resultado de ello ha aparecido una creciente población mestiza que contribuye a la dilución de las fronteras raciales allí donde deviene significativa, erosionando aún más la institución social de la endogamia gitana.

Si todo sigue su curso y no se produce ninguna acción política en sentido contrario, vamos a asistir en las próximas dos o tres generaciones a un proceso de creciente mestizaje entre españoles y gitanos, que va a nutrir considerablemente a la población mestiza antes referida. Para este proceso las actuales barreras de clase van a ir desapareciendo, de modo que entre los españoles que opten por mestizarse con gitanos van a figurar elementos pertenecientes prácticamente a todas las clases sociales, si bien va a continuar la predominancia de individuos englobados en el lumpemproletariado, clase que tendencialmente va a confundirse parcialmente con la propia masa de mestizos. Este proceso, de darse, nos alejaría étnicamente del resto de pueblos europeos. La identidad gitana también se resentiría, pero antropológicamente es un problema de menor importancia al existir hoy numerosos núcleos de población gitana repartidos por todo el mundo.[6]

Política a seguir

Dado todo lo anterior, estamos hoy en un momento crítico, uno de esos momentos que exigen la toma urgente de decisiones. O este problema racial de España con respecto al pueblo gitano se convierte en asunto político, y se obra en consecuencia, o se asume como inevitable su presencia, lo cual significa asumir a su vez el mestizaje del pueblo español con el pueblo gitano y el consiguiente alejamiento del primero con respecto al resto de pueblos europeos. La cuestión deviene entonces clara para el pueblo español: o gitanos, o Europa.

Estar en un momento crítico significa que no puede dejarse pasar más tiempo. El pueblo español debe entender bien el problema y, organizado políticamente, actuar en pro de su identidad, que es racial y cultural.

La identidad cultural española sufre por la presencia gitana, algo que puede comprobarse perfectamente en el ámbito musical, con la espuria identificación del flamenco como música típicamente española, tras el constante apoyo institucional (público y privado) que ha recibido, en detrimento de la música popular auténticamente nativa española; o que también puede apreciarse en el campo lingüístico, con la creciente incorporación al idioma nacional de términos procedentes del habla de los gitanos, todos de bastante mal gusto, por cierto: "camelar", "currar", "chaval", "chungo" "fetén", "menda", "molar", "paripé", "parné", "pinrel", "pirarse", etc. Algunos de estos términos se han incorporado, precisamente, por la difusión que ha alcanzado el flamenco. También han ayudado en este lamentable proceso la actitud pasiva de la Real Academia de la Lengua Española (que hoy ni limpia, ni da esplendor y sólo trata de fijar basura), la decadencia del sistema educativo y el deterioro brutal de la profesión periodística y de los medios de comunicación en general.

Imaginemos que algunas de las características típicamente gitanas, definitorias del particular modo gitano de estar en el mundo, empezaran a determinar a la población española. Enumeremos algunas de estas características. Del gitano nos llaman la atención su espontaneidad, su incomprensión de la importancia de cierta privacidad individual o, también, su ausencia de capacidades organizativas en lo político. Igualmente cierta aversión al estudio, impresión cierta, tal y como demuestran todos los indicadores de escolarización y rendimiento académico, a pesar de estar garantizada la primera por el estado. También tienen una evidente tendencia a pasar temporadas en la cárcel, según los datos de población presidiaria. Esto lo sabemos a pesar de que, al igual que en los censos, la constitución de 1978 prohíbe el recuento de gitanos en las cárceles españolas. El feminista y pro-gitano Proyecto Barañí, centrado en el estudio (y en el ensalzamiento) de las mujeres gitanas presas, tuvo que reconocer que “Aproximadamente 1 de cada 4 reclusas españolas es gitana. De las cerca de cuatro mil reclusas en territorio español, aproximadamente el 20% lo constituyen las extranjeras y las reclusas gitanas representan más o menos una cuarta parte del total de las reclusas españolas”[7]. Estos datos son del año 2000. La proporción de reclusas gitanas entre el total de reclusas “españolas” (españolas + gitanas) se mantiene a día de hoy. No hay muchos motivos para pensar que la distribución entre varones presos “españoles” sea distinta. Los españoles no necesitamos adquirir estas tendencias. Pero mediante el mestizaje con gitanos, a la vez que sufre nuestra identidad racial española, estas tendencias se están filtrando. También mediante el contacto cultural entre gitanos y españoles.

La aculturización del pueblo gitano no es ninguna solución. Ni para nosotros, que no detendremos con ello ni un ápice de la señalada deriva divergente con Europa (más bien la aceleraremos, al acelerar con la aculturización el mestizaje), ni para ellos, pues también son un pueblo, con su identidad, y nada bueno obtendrán en términos de identidad con su aculturación (muy pocos gitanos en España hablan su idioma, el romaní, algo lamentable en términos de identidad gitana) o con el mestizaje con españoles. Ellos mismos, los gitanos, reconocen que son muy distintos a nosotros[8].

La única solución pasa por organizar con carácter de urgencia el retorno del pueblo gitano a su patria territorial, la India.

Una política adecuada a corto plazo pasa por suspender toda la numerosa ayuda pública[9] y privada que reciben los gitanos en función de su pertenencia racial, algo que además es inconstitucional y contrario al actual Código Penal, que prohíbe toda forma de discriminación por causa racial o étnica. Esta ayuda pública toma muchas formas: dinero entregado directamente a personas de raza gitana por su adscripción racial, viviendas facilitadas gratuitamente a personas gitanas por el hecho de serlo, organizaciones dedicadas a la “atención a los gitanos” y que hay que sufragarlas, etc.[6]

La responsabilidad india

Desde 1780 (Grellmann, Rüdiger, Bryant) se sabe que la lengua de los gitanos pertenece al grupo de lenguas indo-arias, en el que también se encuadran lenguas tan conocidas y habladas como el hindi, el punyabí y el gujarati. Los estudios en gitanos residentes en Europa de los haplogrupos del cromosoma Y (ADN-Y) y de los del ADN mitocondrial (ADNmt) confirman que la India es la patria de los gitanos. Por si fuera poco, en la India actual hay grupos de gitanos, una realidad poco conocida.

Resulta absurdo e intolerable que un pueblo con estado permanezca privado de estado y repartido como minoría en multitud de otros estados. Hay que exigirle a la India que asuma su responsabilidad y con ella el retorno inmediato de los gitanos (y de sus mestizos) repartidos por toda España y por Europa. Los gitanos fueron expulsados en los siglos X y XI, tras la conquista musulmana de la India. Pero hace mucho tiempo que la India se zafó de la dominación musulmana, y ya va siendo hora de que acoja a uno de sus pueblos.[6] La India tiene el deber de reconocer a los gitanos como uno de sus pueblos en diáspora, y de garantizarles el regreso a su país.

Al respecto, de 1976 en adelante ha habido intentos de acercamiento de la India hacia el pueblo gitano [10]. Incluso, en 2016, el ministro de Asuntos Exteriores de la India declaró que «En la India estamos orgullosos de vosotros [los gitanos]... os damos la bienvenida de todo corazón» [11].

Citas sobre los gitanos

Rey de los gitanos en la boda de su hija de doce años.
Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y las ganas del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte.
La Gitanilla, de Miguel de Cervantes.
El gitano, que con la mayor naturalidad muestra un absoluto ´pasotismo´ ante la ley escrita, que incide en una situación de clandestinidad e ilegalidad, al tiempo que conlleva un grado de delincuencia ´cuasi´ permanente, por la incitación al robo y al hurto... No es menos cierto, que en algunos casos, de tímidos intentos de integración en diversas áreas, los miembros de la comunidad gitana, casi siempre lo hicieron de una forma diferente a lo exigido por los principios más elementales de esta ética social
—Secretaría General de Política Interior de España, 1986, citado en Los Gitanos ante la Ley y la Administración, ed. Presencia Gitana, 1991
Yo hablo aquí del gitano errante y ladrón, enemigo de la propiedad; de ese gitano que se cree en el derecho de desvalijar. El otro gitano, el gitano emancipado, el gitano elevado a la jerarquía de ciudadano por haber entrado dentro de la ley, este gitano ya no es gitano, ha perdido su gitanería.
—Casare Lombroso, padre de la criminología positivista moderna.
No se puede decir lo mismo (la renuncia a la violencia) de nuestros compatriotas gitanos, que recientemente atacaron y golpearon a muerte a cuatro personas hasta casi matarlos, parcialmente con espadas samurai. Miembros de la minoría gitana se han vuelto más y más responsables frecuentemente por los asesinatos de inocentes, ancianos solitarios en las zonas rurales, asesinando brutalmente por pequeñas cantidades de dinero o –como fue el caso recientemente- por una botella de vino. Todas estas recientes demostraciones fueron perpetradas de forma tan brutal, y es simplemente tan ultrajante que algunas agencias noticiosas consideran a los atemorizados sobrevivientes o vecinos de las víctimas –que formaron parte de las manifestaciones- como simples terroristas. Contrario a tales opiniones, las multitudes manifestantes no son "miles de gente como del Ku Klux Klan” sino varios miles de ciudadanos húngaros demandando orden y paz para sus vecindarios.

Referencias

Artículos relacionados

Enlaces externos