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Leo Meurin
Combatió frontalmente a la masonería por considerar que esa secta no hacía más que extraviar a los hombres del camino a la verdad.
Biografía
Meurin se formó como sacerdote en Bonn, Munster y Tubinga, habiendo sido en 1844 uno de los fundadores de la Unión de Estudiantes Católicos Alemanes de Bavaria-Bonn, una corporación estudiantil muy popular.
Su consagración sacerdotal se produjo el 3 de septiembre de 1848 en la ciudad de Colonia, en donde Meurin quedó empleado como canónigo de la Iglesia Catedral de San Pedro.
En 1853 ingresó a la Compañía de Jesús, que lo envió a Munster para trabajar como profesor. Cinco años después se instaló en la India con la intención de contribuir con la evangelización de la población local. Aprendió el idioma maratí y se ocupó de predicar en lengua vernácula a los indios. A causa de ello los jesuitas lo designaron instructor de misioneros.
En junio de 1867 el Papa Pío IX nombró a Meurin como Obispo de Ascalón, lo que le permitió asumir el cargo de Vicario Apostólico de Bombay en febrero de 1868. Gracias a su posición, el prelado participó del Concilio Vaticano I donde defendió la tesis de la infalibilidad papal.
En sus años como obispo promovió intensamente la creación de establecimientos educativos de orientación católica en la India, para transmitir los valores cristianos a través de ellos. También patrocinó la multiplicación de periódicos y revistas para aumentar los índices de alfabetización entre la población local. Incluso fundó una sociedad de debate para difundir la filosofía y la teología cristiana ante los individuos más ilustrados que habitaban en su diócesis.
Junto con la educación, el otro pilar de su apostolado entre los indios fue la caridad: impulsó la formación de instituciones dedicadas a asistir a enfermos y discapacitados, y realizó campañas para apoyar a los pobres.
Monseñor Meurin se opuso al concordato entre el Vaticano y Portugal de 1886, lo que terminó costándole su puesto. Se le concedió el título de Obispo de Nisibis cuando dejó su asiento en Bombay, pero en 1887 fue designado como Obispo de Port Louis, en la isla de Mauricio. Allí permaneció sus últimos años desarrollando proyectos educativos y sanitarios. Asimismo hizo una campaña para desalentar el sistema de creencias supersticiosas que era común en la gente local, y polemizó contra los protestantes y espiritistas que recorrían la isla buscando ganar adeptos.
La muerte lo alcanzó en 1895, el día de conmemoración del martirio de San Justino el Filósofo.
Obra
Más allá de los textos que escribió orientados a la evangelización y catequización de los indios, a Meurin se lo reconoce por su obra en contra de la masonería.
La franc-maçonnerie: synagogue de Satan escrito en francés y publicado en París en 1893 constituye un trabajo acerca de los orígenes de la masonería, su desarrollo histórico y sus vínculos con la Cábala y los sistemas metafísicos orientales. Según Meurin, detrás de toda logia masónica hay -directa o indirectamente- una influencia judía. El problema esencial de esa presencia es que ello equivale a la creación de un foco violentamente cristianófobo, puesto que es bastante obvia la correlación entre el cabalismo y el culto a Lucifer (ya que la Cábala nace cuando algunos rabinos mezclaron su doctrina con teogonías indias, persas y asirias -inspiradas todas ellas por Satanás- mientras se encontraban en Babilonia). El sacerdote también sugiere que el luciferismo de los gnósticos se gestó a partir de sus contactos con los cabalistas.
De acuerdo a su interpretación de los grados masónicos, los once primeros coinciden con el proceso de renacimiento judaico y esclavización a Lucifer, mientras que los segundos once están relacionados a la organización del imperio judeo-luciferino, y los últimos once promueven la instalación en el mundo de la Sinagoga de Satanás por medio de la guerra.
Meurin advierte, finalmente, que la judeomasonería es una organización esencialmente conspirativa y subversiva, que esconde su perversa y antinatural ideología detrás del velo del simbolismo, lo que tiene la capacidad de confundir y extraviar a hombres de gran inteligencia pero de espíritu débil.
Ese libro fue traducido al español por Mauricio Carlavilla, que lo publicó en la década de 1950 en dos tomos.