Apocalipsis de Juan
El Libro de las Revelaciones o Apocalipsis de Juan (en griego helenístico Ἀποκάλυψις Ἰωάννου; Apokálypsis Ioánnou; 'Revelación de Juan') es el último libro del Nuevo Testamento. Por su género literario, es considerado por la mayoría de los eruditos el único libro del Nuevo Testamento de carácter exclusivamente profético.
Aunque generalmente los cristianos le atribuyen que este carácter profético se refiere a cosas que aún no han sucedido y que describe los hechos previos al fin del mundo, la interpretación preterista de la escatología dice que los eventos se refieren a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. por los ejércitos romanos de Tito, por lo que el texto cobra significado por el contexto histórico en el que surgió, funcionando como un modo de predicación contra el Imperio romano y los gentiles.
Sumario
Historia
Autoría
El autor se identifica como "Juan", y la tradición cristiana lo ha asociado con el apóstol Juan, y al autor del Evangelio de Juan, sin embargo, esto ha sido debatido ya que su tono, estilo de escritura, mensaje y lenguaje utilizado es discrepante, por lo que los estudiosos de la Biblia admiten que el Evangelio de Juan y el Libro de Apocalipsis no fueron escritos por la misma persona.
Ireneo atribuyó la autoría tanto del Apocalipsis como del Evangelio «de Juan» al discípulo de Jesús llamado Juan. Estuvieron de acuerdo con él Papías, Justino, Melitón e Hipólito. Más tarde se le identificó también con los autores de tres cartas del Nuevo Testamento, hoy denominadas 1 Juan, 2 Juan y 3 Juan. Esta teoría fue puesta en duda ya en el siglo III por Dionisio de Alejandría, entre otros motivos porque el autor del Apocalipsis no se identifica nunca como apóstol o discípulo de Jesús, ni como autor de un evangelio o epístolas.
Actualmente, la mayoría de historiadores dudan que el apóstol Juan escribiese cualquiera de los textos citados. Algunos atribuyen estos escritos no al apóstol Juan sino a una supuesta comunidad denominada joánica que habría sido fundada o influenciada por él.
El texto fue escrito en griego koiné, la lengua común del Mediterráneo oriental en el siglo I d.C. Y todo indica que el autor era un judío, probablemente de Palestina o de la diáspora, que hablaba griego y estaba profundamente influido por las escrituras hebreas y que era hostil a ciertas posturas del cristianismo no judío.
El estilo del griego es bastante peculiar y a veces poco pulido, lo que sugiere que era una segunda lengua para el autor. Esto ha llevado a pensar que tenía una formación judía y probablemente hablaba arameo o hebreo como lengua materna.
El texto está lleno de referencias al Antiguo Testamento, especialmente a los profetas como Ezequiel, Daniel, Isaías y Zacarías, lo cual refuerza la idea de un autor con fuerte formación judía. Aunque el libro se inserta en el marco del cristianismo primitivo, su visión del mundo y su simbolismo apocalíptico siguen patrones típicos del judaísmo apocalíptico del Segundo Templo.
Datación
Fue escrito a finales del siglo I o principios del siglo II, la misma época que otros varios libros de misma temática apocalíptica escritos por judíos no cristianos y estaba dirigido a los cristianos de la costa occidental de Asia Menor. Fue en tiempos del emperador Domiciano (César del Imperio romano a fines del siglo I) cuando las persecuciones romanas contra los cristianos se hicieron más cruentas. Este, como algunos otros emperadores, exigían que sus estatuas fueran adoradas a lo largo de todo el imperio, cosa que los cristianos se negaban a hacer por motivos religiosos: los Césares se autoproclamaban dioses en la tierra, cosa que los cristianos consideran idolatría. Por ello, el Apocalipsis posee un trasfondo histórico que haría referencias múltiples a la ocupación romana y las persecuciones y a los consejos que el autor daría a sus lectores cristianos, de mantenerse en la fe para soportar las angustias, poniendo la esperanza final de la "Nueva Jerusalén" como premio seguro para los que fueran firmes.
Canonicidad
El Apocalipsis es considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la variedad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico del Nuevo Testamento no fue nada fácil, ya que la polémica entre los Padres de la Iglesia al respecto duró varios siglos. El Apocalipsis, de hecho, fue el último libro en entrar oficialmente en el Nuevo Testamento y todavía hoy su interpretación varía considerablemente entre las diferentes iglesias.
Tablillas de maldición
En el Apocalipsis hay aspectos de inscripciones y prácticas relacionadas con las tablillas de maldición que eran populares y muy utilizadas en el mundo antiguo. Los conjuros correspondientes se inscribían o tallaban a menudo en finas láminas de plomo, con la intención de que causaran daño a un adversario o rival. El uso de tablillas de maldición y los rituales asociados formaron parte de la vida cotidiana en amplias zonas del Imperio Romano durante un período de 1.000 años datando de una época comprendida entre el 500 a.C. y el 500 d.C. aproximadamente y se extendieron a medida que lo hacía el Imperio desde el Mediterráneo hasta el extremo norte de Europa.
En el Apocalipsis encontramos expresiones y frases muy parecidas a las que aparecen en las tablas de maldición, por ejemplo, en una de ellas se encuentra la descripción de un ángel que arroja una enorme piedra al mar con las palabras: "Así con violencia será derribada esa gran ciudad que es Babilonia, y no será hallada más".
Las tablillas de plomo con las maldiciones inscritas se depositaban a menudo en lugares específicos, como tumbas o en las proximidades de lugares sagrados, supuestas moradas de espíritus del inframundo, que garantizarían la eficacia de la maldición. El ritual de la maldición en su conjunto no se limitaba simplemente a la formulación del hechizo como tal, sino que también implicaba el acto de escribirlo, la perforación de las tablillas o su enterramiento en lugares deliberadamente seleccionados. Los antiguos la consideraban una forma de brujería o magia negra, prescritas por el derecho romano.[1]
Por lo tanto, el Apocalipsis puede verse más bien como un texto que refleja una declaración de intenciones ritual de la comunidad cristiana que deseaba que se cumpliera lo escrito y no como un texto que predice hechos futuros.
Referencias
- ↑ Johannes Gutenberg Universität Mainz | DFG-Projekt “Entzauberte Rituale”