Los judíos en el mundo de color

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Este artículo no es enciclopédico sino que constituye una opinión de su autor.
Por Miguel Serrano.

Los análisis históricos cubren un tiempo pequeño, aún cuando se refieran a miles de años. Se vuelve la vista hacia atrás, luego uno se espanta. Pues cuesta aceptar que exista realmente un plan elaborado por una Mente diabólica. La infiltración no es de hoy, la traición tampoco. Se cumplen al borde mismo de la eternidad. Y se repiten en el Eterno Retorno de lo Mismo.

¿Cómo es posible, nos hemos preguntado muchas veces, que los gene­rales alemanes hayan impedido ganar la Guerra a su Führer, Adolf Hitler, que ya la tenía ganada, a sabiendas que los judíos iban a destrozar a su país, pues conocían el "Plan Morgenthau" y el odio vesánico del Enemigo? Todos los libros que se han escrito sobre la infiltración y la traición, bien documen­tados, como el del Coronel Remer, el de Skorzeny y los de Salvador Borrego, adolecen de idéntica ignorancia de lo fundamental, pareciendo tener miedo de enfrentarse al abismo del último horror: todo, absolutamente todo, es campo del Enemigo, desde el "quinto cielo" hacia abajo, digamos. Y lo es, en especial, el cristianismo. ¿Cómo pueden algunos escritores bien documenta­dos y admiradores de Alemania y del Führer, no ver la inmensa y diabólica traición del cristianismo, no de ahora, sino de siempre?

"Los Protocolos de los Sabios de Sión" afirman que "el genio de los gentiles no podría ganar la Guerra". Ellos desconocen que la ganaría per­diendo. ¿Cómo podría ganar de otra forma ya? Cuando hasta los mismos alemanes, los mismos nazistas no llegaron en su gran mayoría al fondo de la verdad y levantaron falsos héroes, como Federico el Grande, que era masón, que impuso el francés como idioma oficial de su corte y que afirmaba que la saga de los Nibelungos no valía lo que la pólvora del disparo de uno de sus cañones? Y fabricaron un medallón con la efigie de Federico, Bismark y Hitler juntos. Federico el Grande dio refugio en Prusia a los judíos austria­cos. Así crece la raíz maligna de la traición de los generales y nobles del Ejér­cito Prusiano, ya mezclados con esos judíos, que se habían infiltrado en su san­gre. ¿Y el máximo traidor, Carlomagno, el asesino de los sajones, el destructor del Irminsul, del "Pilar del Mundo" en los Externsteine?... Hubo una División francesa de las Wafen SS., "Carlo Magno", que luchó heroicamente con este nombre.

La infiltración se cumple ya en la sangre y en el pensamiento. Y no solamente en Europa, sino en el orbe. Más todavía, algo que en general se desconoce, en todo el "mundo de color", en Asia, África y América; en el ámbito del musulmanismo, del budismo y hasta del brahamanismo, especial­mente en el Monismo Absoluto de la Vedanta de Shankaracharya y en la corriente devocional Bahkti. En India visité los "barrios judíos" de Travancore Cochin, donde viven los "judíos negros" y los 'judíos blancos". Los primeros afirman haber llegado allí en tiempos de la "Diáspora", tras la destrucción del Templo de Jerusalén. Los segundos dicen proceder de Irak, de Irán, de Holanda y de España. Se odian mutuamente. Se prueba bien la afirmación de Hitler que "para acabar con los judíos habría bastado con dejarlos solos en una isla". (En Madagascar, pensaba). Se exterminarían entre ellos.

Los judíos que entraron a la India hace más de dieciocho siglos son los Beni-Israel. La sociedad de castas de India podía haberles hecho impenetra­ble ese mundo; pero los judíos usaron su estrategia histórica, ya en esos tiem­pos, la misma que practicara en Persia la judía Esther: el dinero, el soborno, el sexo, la intriga. Lograron infiltrarse en las castas brahmánicas, principescas y de comerciantes. Los Emperadores mogoles tenían esposas judías. Esto puede leerse en los escritos de Haam Samuel Kehimker, historiador de los judíos de India. Por medio de enlaces mixtos se propagan por el enorme te­rritorio del subcontinente. Llegaron a llamarse la "cuarta", o "quinta" casta. Del mismo modo a como Arthur Koestler denomina "decimotercera tribu” a los "judíos” kazares, de las estepas, entre el Cáucaso y el Volga, que, entre el siglo V y el XII, constituyeron un poderoso imperio en esas regiones. Su apogeo se cumplió entre el siglo VII y el X. Luego desaparecen, sin dejar huellas.

Este acontecimiento, casi totalmente desconocido y sobre el que el judaísmo ortodoxo hace un sospechoso silencio, deberá ser brevemente expuesto aquí. Es absolutamente fascinante y ha venido a ser revelado con acopio de documentación (aunque la hay muy poca) por el escritor Arthur Koestler, quien vivió desesperado de ser judío y terminó suicidándose con su mujer en Londres, poco después de haber escrito su obra, "La Decimoter­cera Tribu", con la que tal vez trató de probarse a sí mismo de que no era un judío originalmente, sino un kazar (o khazar), nacido en Hungría. ¿Será verdad que se suicidó? Su obra debe haber sido muy mal vista por la gran Sinagoga.

Conocí a Arthur Koestler en India. El diputado conservador Masini me pidió atenderlo, pues él estaría ausente durante el tiempo de la visita de Koestler a Nueva Delhi. Me dijo: "Trate de hacer algo por él, pues ha per­dido "la religión" del marxismo y busca ansiosamente una nueva fe. Se equi­vocaba Masani, la fe que había perdido no era el marxismo sino el judaísmo. Y para eso ya no había cura. (Al igual que Paul Rée) Koestler buscó por todos lados, en la yoga, en el alcohol, en las drogas, en la parapsicología, en la matemática cuántica, en la ciencia de nuestros días. Inútilmente. Su deses­peración no era metafísica, ni mística. Era de su sangre, de su antisangre, del mandato telegenético de tener que hacer daño al goim. Y mal le hizo a todo el mundo en sus libros; con el último, dañó hasta al judío. No pudo convencerse ni creer en nada, ni siquiera que él no era un judío. Se ha dado como razón de su suicidio su convicción eutanásica.

Se desconoce el verdadero origen de los kazares. Podrían hasta haber sido una tribu goda, ya mezclada con tártaros, en la emigración de la destrui­da civilización aria del Gobi. Son nómades. Su terrible sentido de la indepen­dencia es el que lleva a sus Reyes y sus Primeros Ministros (tienen un Gobier­no dual, una pareja de "Reyes gemelos", por así decir; un signo hiperbóreo) a adoptar el judaísmo. Y lo pensaron mucho antes de decidirse a dejar sus cul­tos paganos. El mahometanismo les habría hecho depender del Califato de Bagdad y el cristianismo, del Emperador de Bizancio. El judaísmo, por el contrario, carecía de un centro visible de poder. Por esto lo prefirieron. ¡Qué terrible equivocación!

Los kazares tenían el pelo rubio o rojo. Como los mongoles y turcos, afirmaban descender de la muy antigua dinastía de los Asena -posiblemente sus Kagan, o Gobernantes-, una suerte de dinastía del desierto; tal vez fueron Asen. Sus grandes luchas son con los vikingos, a los que llaman Rhus (del sueco Rodher, remero). Los vikingos, los Rhus, mezclados con eslavos, dan origen al pueblo "ruso". De ahí que los alemanes, en su avance por las estepas, encontraran tanta gente de pelo rubio y ojos azules.

Ahora bien, el único, el más grande "Imperio Judío" del mundo, durante la Edad Media, en tiempos de Carlomagno, no es judío. Sólo por con­veniencias ha adoptado la "religión judía", su nomocracia, su Ley. Pero ahí no hay antisangre judía, todo lo contrario. Y tal vez sea esta la razón por la cual la "Tribu" kasar desaparece de la faz de la historia, sin dejar huellas, co­mo cualquier otro pueblo mestizo del mundo, sin poder escapar a la ley de la entropía, "milagro" que únicamente rige para el Golem judío. Es la prueba más decisiva de que el judaísmo no es cuestión de fe, de religión, de conver­sión, sino un asunto genético, de una ideovariación automizada. Es unconti­nuo-impuro en una antisangre.

Los kazares seguirán practicando el judaísmo, circuncidándose, etcétera; pero desaparecen, fundidos en los que pasarán a ser los húngaros, los búlgaros, los turcos, los rusos, los rumanos; es decir, son los "judíos” de estos países. Lo que significaría que todos estos "judíos" no son judíos, según se deduce de Koestler, o de lo que él quiso para sí mismo. En conclu­sión objetiva, digamos que es posible que así lo sea, aun cuándo demasiados kazares se habrán mezclado a fondo con judíos de verdad. Uno de éstos po­dría ser Koestler. Pues, "por sus hechos los conoceréis..."

En India son los judíos Beni-Israel los que abren las puertas a la colonización británica y a la "Compañía de Indias", controlada por sus her­manos de antirraza, que ya se habían apoderado de la dirección del Imperio Inglés con Disraeli, para transformarlo en "imperialismo", destruyendo toda posibilidad de Imperium. Es Kehimker quien nos explica la razón de la hostilidad entre los "judíos negros" y "blancos", pues los Beni-Israel establecen Dos Círculos, uno para los judíos de un continuo impuro-más-impuro, los no mezclados, los descendientes directos de judíos, y otro para los mestizos. Esta "discri­minación racial" judía se basa en el hecho de que, según el Talmud, el mun­do está dividido en dos sectores, uno conteniendo al pueblo judío y el otro a las bestias gentiles y los mezclados con estas bestias. El mundo deberá ser gobernado por el "Pueblo de Dios", por los "judíos puros", propietarios de sus riquezas y de las bestias esclavas, ya sea en el comunismo o en el ca­pitalismo, y hasta más allá de la desaparición de estos sistemas, en los Tiem­pos Mesiánicos.

La penetración ha sido muy hábil, insensible y casi invisible. Conocí en India una bella judía, de nombre Raquel; era muy dulce, suavizada por los siglos, vestía el sari y en nada se diferenciaba de una hindú. Su padre era oficial del Ejército (como ese Comandanteen Jefe, de apellido Abraham, de la última guerra con Pakistán). De pronto, se casó con un hindú de Bengala. Así, pudo cambiar su apellido y su nombre por otros indios. ¿Quién podría ahora saber que ella era una judía? Recuerdo que odiaba a los animales, en especial a los perros; a mi perrita del Tibet, regalo del Dalai Lama. Se separó apenas casada, como si sólo lo hubiera hecho para obtener legalmente otro nombre, con el que continuaría después de divorciada. Raquel, mujer de esa India milenaria, ¿fuiste tú también una víctima del robotismo de tus genes, u obedeciste órdenes precisas de ese Sanhedrín invisible y siniestro, que no perdona, instrucciones destinadas al cumplimiento de una misión terrible y cruel, que no tendría piedad de tu especie de judía mezclada, de tu alma mi­tad talmúdica, mitad gentil? Conmigo fuiste leal, lo creo. Y yo también te lo soy al exponer tu tragedia, que es la misma de Paul Rée, el amigo de Lou Salomé y de tantos otros. También de todos aquellos "adeptos de la Puerta", a quienes no les está permitido cruzar el umbral del Templo, ni conocer sus más íntimos secretos. (Aquí habrían caído todos los kazares, sin que ellos lo descubrieran).

La interpretación rabínica del Talmud y de la Biblia hace que quienes descienden sólo en parte de Judá y en parte de las "bestias gen­tiles", se encuentren en el "Círculo Periférico", integrado por "comunidades israelitas", con el ceremonial de la Sinagoga y la disciplina del Kahal, pero siempre controlados por el "Círculo Interno" de judíos que pretenden ser de "sangre pura". Los del "Círculo Exterior" serán sólo en parte herederos de las disposiciones de Jehová para el dominio del mundo y de sus bienes, incluyendo la dotación de esclavos goim. El dominio absoluto se reserva a los del "Círculo Interior". Todo lo cual es ignorado por los judíos mezcla­dos, o por los conversos, pues el "Círculo Interno" es secretísimo y sus pla­nes, desconocidos por la comunidad judía, dispersa y mixta. Si llegan a sos­pecharlos, les sucederá lo que a Paul Rée y al mismo Koestler, o como a ese personaje judío de la novela "El Golem", de Gustav Meyrink, que se corta las venas sobre la tumba de su padre y se desangra.

Kehemker nos revela que los judíos "puros", del "continuo impuro no se casan con los judíos mestizos de "animales gentiles". Son, por lo gene­ral, los rabinos de rasgos de sheidim, con fenotipos animaloides y de palidez exangüe. Tal vez aquella joven judía de India intuía todo esto y pretendió escapar del drama destructor. Pero no lo sé, pues, cambiando su nombre, a la vez lograba que el plan del Demiurgo se hiciera más sutil, menos fácil de des­cubrir, porque ahora sería mucho más trabajoso saber que sus hijos, si es que los tuvo, son judíos y sus genes sigan actuantes, como en los generales y nobles prusianos, y cumpliendo la traición en contra de los Divinos Héroes, en el momento más necesario para Jehová.

Todos los judíos, mezclados o no, se hallan controlados de un modo totalitario, política, religiosa y económicamente, tanto en el comunismo co­mo en el capitalismo. Sin que ellos lo sepan, los controlan los Cohanim, los levitas, los descendientes de los más antiguos sacerdotes del Círculo Interno. Por ejemplo, si se considera que un judío posee condiciones para la música, se le ordenará entrar en el ambiente de ese arte y se le promoverá hasta el máximo, valiéndose de los agentes y críticos judíos y de los no judíos a suel­do; pero siempre con la condición de que use ese arte en favor de Israel y que una parte muy importante de sus ganancias vaya destinada a la Sinagoga y al fondo de la causa.

Lo mismo, y más aún, será con los publicistas y judíos de la televisión, que ellos hacen famosos, usando de todo su poder. Serán sólo millonarios a medias, pues mucho más de la mitad de sus ganancias pertene­cen a Israel. Y ¡hay si no lo hicieren! Serían destronados en cuestión de horas. Puede verse que en nada beneficiará a un no judío la mezcla con judíos. De uno u otro modo, el judío nunca será libre de un control, di­recto o remoto, por medio de esa "biología telepática", por esa "psico­trónica genética", "cibernética", para usar términos del fetichismo actual. Es muy posible que en el asesinato de Indira Gandhi se haya ocul­tado la mano de un Beni-Israel,infiltrado secularmente en el Ejército, secun­dado o manejado por el judaísmo norteamericano y británico, con sus má­quinas psicotrónicas de rayos "T". Me consta que los judíos odiaban a Indira Gandhi, por algo más que el apoyo que diera a los árabes, descendientes de Ismael.

El centro de poder de los Beni-Israel se encuentra en Bombay, donde han penetrado en la comunidad parsi; o sea, de los descendientes de los anti­guos persas, de la religión de Zaratustra. Son los judíos también quienes han controlado todos los movimientos comunistas y socialistas de la India.Sobre el arribo de los judíos a la costa del Malabar, en India, existi­rían documentos que nos permiten concluir que fue poco después de la des­trucción del Templo por los romanos de Tito. Era en esta costa donde los marineros encontraban el marfil, el sándalo y otras maderas preciosas para la construcción del templo de Salomón, la legendaria Ofhir. Allí emigraron los judíos, por los años setenta de la era actual. Fueron acogidos con la prover­bial hospitalidad de los pueblos sanos y recibidos por el Emperador, quien les concedió tierras en Thiruvanchikulam y en Parur, donde construyeron sus casas y sinagogas. Trescientos años más tarde, el Emperador Cheraman Perumal elevó al jefe de la comunidad judía, Joseph Rabban, al rango de la nobleza del reino, confiriéndole el título de Srinandan-Moplah (otro tanto han hecho las realezas europeas, haciendo barones, condes y lores a los judíos Rothschild y a otros). Los judíos fueron llamados Anjuvarnar, que, traducido, vendría a significar "Quinta Casta", aparte de las Cuatro Castas del hinduismo. Así, los judíos habrían logrado lo que deseaban, siendo incor­porados al país, al mismo tiempo que se quedaban fuera: "Un Estado dentro del Estado". Joseph Rabban y sus sucesores obtuvieron plenos poderes sobre la comunidad judía y variados y especiales privilegios de nobleza. Todo esto lo habrían logrado con el dinero, como siempre.

De acuerdo con la costumbre de esos tiempos, las órdenes y disposi­ciones del Emperador Cheraman Perumal fueron grabadas en una placa de cobre y escritas en Vattezhuthu, la antigua escritura popular en las regiones al sur de Tanjore. La placa de cobre lleva la firma de Cheraman Perumal Eravy Varma y de varios testigos, entre los que se incluye a los Rajaes de Travancore, Thekkumcore, Vadakkamcore, Narengoot y Quilon, el Zamorín de Calicut y el Paliatu Achan.Los judíos que restan de la comunidad de Parur son negros, muchos han emigrado más al sur, hacia Cochin. Pero a este lugar han llegado los judíos llamados "blancos", desde Irán, Irak o las Españas, en los siglos XVI y más adelante. Se mantiene una hostilidad entre ellos y habitan barrios separados, con sinagogas apartes. Les he visto personalmente. Los ancestros de los judíos blancos también han llegado desde Italia y Holanda. Los de Parur se casan en día martes, después de la puesta de sol, y los judíos blancos de Cochin, en día sábado. Ambas comunidades celebran rigurosamente el Sabbath, el Pentecost, el Passover y el Purim. Los judíos "negros", de Parur, constituyen el lazo vivo, por diecinueve siglos, con Palestina, al revés de los judíos "blancos", que no llegaron directamente de ese lugar.

Ahora bien, lo verdaderamente importante es el caso de los Beni-Israel, que llegaran a las costas de Bombay en un tiempo del que no hay testimonios, extendiéndose e infiltrándose en el resto del subcontinente de la India. Beni-Israel viene a significar "Hijo de Israel". Siendo que el término Israel es en verdad un grado de iniciación, ("el que luchó con el Angel"), bien pudiera ser que Beni-Israel haya sido también transpolación de un término ario, del que se han apropiado indebidamente, como de tantos otros. (Ver mi libro "El Cordón Dorado").El hecho que desconozcamos la fecha de llegada de los Beni-Israel en India y que pueda haberse efectuado en tiempos bastante remotos, con anterioridad a la segunda destrucción del Templo por Tito, debido a que los Beni-Israel de Bombay no celebran la Fiesta de Purim, que se origina en la matanza de Esther, seiscientos anos antes de la era cristiana, nos lleva a otras interesantes conclusiones. Los judíos habrían llegado a India con mu­cha anterioridad, quizás si con la misma invasión de los arios, hace siete mil años. Como esclavos y "no-razas", en la periferia del Éxodo Ario, tras la des­trucción de la Gran Civilización del Gobi. Esto nos aporta también otra posi­ble luz en el misterio de la "conversión" de los Kasar, o Khasares. ¿Eran conversos, en verdad, o había ya judíos genéticos infiltrados entre ellos? Lo cierto es que el judío no busca ni gusta de los conversos al judaísmo. Guarda celosamente para él su Nomocracia, su Ley. Y es por eso que ha deseado hacer desaparecer del conocimiento de la historia a los Kasares y su "Imperio Judío" de las estepas. Porque el conocimiento de ese acontecimiento especta­cular, insólito, podría, además, introducir la sospecha entre los judíos rusos, húngaros, rumanos, checos, etcétera, y de todo el norte y centro de Europa, que ellos no son completamente judíos en la totalidad de sus genes, no des­cendiendo del único tronco del que ellos pretenden descender. Y aflojando así los nexos que los unen a la central secreta del Sionismo mundial.

Desde India, los judíos habrían pasado a China, en los siglos dos o tres de la era cristiana. Ya Marco Polo los descubrió allí. El historiador de los judíos en China, Alexandre Wyllie, en su obra "Investigación sobre la Existencia de los Judíos en China", se refiere al tema.. La penetración es sumamente secreta, de modo tal que los judíos se hacen invisibles, iniden­tificables, ya sea por el color de la piel, o las costumbres externas aparentes. Sin embargo, seguirán practicando sus tradiciones y ritos en la sombra. Los judíos clandestinos chinos han llegado a ser mandarines, magistrados y militares, como en India, y siguiendo la misma estrategia de mezclarse con los naturales. Después de este primer "sacrificio necesario", se seguirán casando sólo entre ellos. De esto también nos habla el historiador judío S.M. Perlman, en su obra "Historia de los Judíos de China"; además, se refiere a los judíos mongoles y tártaros. Aunque aparentemente forman parte del pueblo chino, del mongol o del tártaro, en verdad son representantes de una comunidad extranjera, enquistada en el Organismo de otra nación ("parásitos"). Como en todas partes, seguirán siendo un "estado dentro de otro estado". Los judíos tártaros pretenden descender de la tribu de Rubén.El nombre que se diera en China a los judíos es Tiao-Kiu-Kiaou, "Los que Extraen el Tendón", referencia a una práctica en la matanza ritual, con esta prescripción bíblica, que seguramente realizaran en las guerras de los tártaros.Mas, a China, los judíos habrían llegado mucho antes de la era cris­tiana; por el comercio de la seda, como lo deja ver "La Enciclopedia Judaica Castellana". El comercio del opio y la "Guerra del Opio" en China son efec­tuados por los judíos Tiao-Kiu-Kiaou, de consuno con el imperialismo judaico británico. A Japón también lo han infiltrado los judíos, consiguiendo que su casta militar no atacara a la Rusia bolchevique, comunicando esta decisión a Stalin, para que pudiera retirar tropas de su frontera asiática. Des­pués de la Guerra, el control de los judíos japoneses ha llevado a esa nación a transformarse en un centro demoníaco de la esclavitud "robótica" y "au­tomatizada" mundial. Un centro de depredación planetaria.

Como hemos dicho, siguiendo el ejemplo de Esther, los judíos infil­tran la nobleza de todos los países, al igual que en China y Japón. En Ingla­terra la mayoría de los títulos nobiliarios están infectados de antisangre ju­día; hasta la realeza. Igual en España, donde el actual rey es masón, como su padre y, tal vez, judío por algún lado. En China, la familia Song, de judíos Tiao-Kiu-Kiaou, consiguió que una de sus hijas se casara con Sun Yat-sen, quien derrocó la Monarquía. Otra hermana se desposó con Chiang Kai-shek, presidente de la China Nacionalista. La viuda de Sun Yat-sen adhirió a la China Popular de Mao. Ahora son los judíos Tiao-Kiu-Kiaou los que con­trolan China y pretenderán las reformas políticas, económicas y militares, para "modernizar al país", dentro de los planes mundialistas del judaísmo mesiá­nico. Se encuentran en todos lados (como en Rumania), pues son también los que ordenaron y cometieron la matanza de la "Plaza Tiananmen". Fue­ron, asimismo, los inventores de los suplicios llamados "chinos". Hoy, la ley milenaria de la Hagada, que únicamente consideraba ju­díos a los hijos de madres judías, ha sido reformada, para la apariencia externa de los del "Círculo Externo", pudiendo considerarse también judíos a los hijos mestizos de padre judío y de madre gentil. Esto se hace en vísperas del cumplimiento de los tiempos bíblicos y talmúdicos, cuando el Mesías se halla ad portas.

Cuando el Kahal, o consejo regional judío, autoriza un matrimonio mixto de judío o judía con gentil, hacen jurar al consorte judío,bajo amenazas de penas terribles, que sus hijos serán iniciados a la edad de trece años a lo más, en ciertos secretos judíos y que lo introducirán en la comuni­dad judia y en el Kahal, de manera absolutamente secreta y sin que el cónyu­ge no judío pueda llegar a saberlo. Si el padre o la madre judíos no cumplencon la disposición, las otras familias amigas de la pareja, donde existan ju­díos, tienen la obligación de hacerlo.Este terrible asunto, que nos interesa fundamentalmente como quizás el único medio de llegar a explicarnos la traición en Alemania y en toda la raza blanca, tiene dos aspectos que no se pueden separar, debiendo ser trata­dos en conjunto. Uno, el puramente racial, de antisangre, en el más profundo sentido expuesto en este libro. Otro, las sociedades secretas, religiosas, filosófi­cas y criminales del judaísmo, sus "mafias", sus logias masónicas exclusivas y de masonería mixta, incluyendo esa organización criminal del Mossad, a la que se hace pasar por un servicio de inteligencia y que tiene infiltrados a todos los auténticos servicios de esta clase del mundo, incluyendo los de Chile.

Estos dos aspectos van estrechamente ligados, ya que ninguna socie­dad secreta habría podido perdurar tan largamente en el tiempo histórico y hasta protohistórico si un lazo "racial" y de "antisangre" no lo hiciera posi­ble.A la orden de las SS., al Hitlerismo, les faltó tiempo para llegar a hacer madurar sus doctrinas y sus alquimias genéticas. Consideraron alema­nes a los descendientes de tres abuelos alemanes, con un abuelo judío. Es po­sible que así lo fuera; pero si ese descendiente pertenece ya a una de las organizaciones secretas del judaísmo, o es masón, como sin lugar a duda pertenecerá, es un judío para todos los efectos prácticos del combate. Himmler admiró a la inquisición española; pero no aplicó sus leyes más sa­bias en toda su extensión. El Tribunal de la "Santa Inquisición" consideraba que bastaba una sola abuela judía, o una bisabuela, o una tatarabuela, para que el descendiente ya se encontrare adherido a las organizaciones secretas del criptojudaísmo. Así, se miró como sospechoso de judaísmo a todo "cris­tiano nuevo", que doscientos o trescientos años atrás hubiere tenido un solo antepasado judío, no pudiendo comprobarse que no perteneciera a alguna organización secreta judía o del judaísmo. Lo que habrá pasado, por ejemplo, con el padre masón y la bisabuela o tatarabuela judía del actual rey de España, Juan Carlos de Borbón. La misma traición de Franco a Hitler se debería a la influencia del judío, Almirante Canaris, y también a su propia ascendencia "marrana". La Inquisición no permitía al descendiente de "cris­tianos nuevos" la entrada a ninguna Orden Guerrera, ni al Ejército de España o Portugal. También se burlaron estas disposiciones.

Sin embargo, la Inquisición falló por su concepción global del proble­ma, por su Weltanschauung, dado el origen judaico del cristianismo de Roma, que al final prohibió la Inquisición. Hoy ya vemos a esta Iglesia sacarse totalmente la careta, con dos Papas judíos, Paulo VI y el actual -el judío "polaco"-, entregada a cumplir cabalmente los fines últimos del judaísmo mesiánico, con la instauración de su Mesías, de su Amo Planetario, gober­nando desde alguna zona "geomántica" de la tierra, donde se crucen las líneas Ley. Posiblemente desde el sur patagónico de Chile y Argentina, en proximidad del Polo Antártico, cumpliéndose el "Plan Andinia" (1).

(1) Ver el libro "El Plan Andinia, Estrategia Sionista para apoderarse de la Patagonia chilena y argentina"

También el Islam ha sido infiltrado y penetrado por los judíos. Las comunidades criptojudías son muy antiguas. Los Daggatum del Sahara y los Donmeh de Salónica son criptojudios. Cecil Roth, en su "Historia de los Ma­rranos", a la que ya nos refiriéramos en "Adolf Hitler, el Ultimo Avatara", nos cuenta de ellos. El Movimiento de "Los Jóvenes Turcos", controlado por la masonería, tuvo como misión derrocar la monarquía en Turquía y reempla­zarla por los gobiernos judíos, o criptojudaicos. Mustafá Kemal Ataturk lo sabía y pudo oponerse a tiempo a la secta secreta de los Donmeh. Turquía fue aliada de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y es Rudolf von Sebotten­dorff quien organiza en Munich la "Sociedad de Thule", a la que pertenecen Rudolf Hess, Alfred Rosenberg y Gottfried Feder, entre otros fundadores del Nacionalsocialismo. Von Sebottendorff tiene un título de origen turco, que puede bien corresponder a un grado iniciático, más que nobiliario. Emigra a Turquía al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, donde moriría en forma por demás extraña, al término de esta Guerra. Fue un conocedor de la Maso­nería turca y escribió un libro sobre ella.

El criptojudaísmo es hoy un peligro enorme y real en el Islam, des­quiciado por dentro. Como se ve en el Corán, el mahometanismo es con­trario al judaísmo en sus orígenes. Por esto mismo se lo infiltró, para lograr descomponerlo internamente. Todo lo acontecido hoy en el mundo mu­sulmán tiene su origen en una mano siniestra. El reconocimiento del Estado de Israel por Egipto, los asesinatos de sus líderes y, sobre todo, la guerra suicida entre Irán e Irak. El investigador pakistano, Misbahul Islam Faruki, en su obra "La Conspiración Judía y el Mundo Musulmán", nos revela la gra­vedad de la infiltración. (1) Es Moisés Maimónides quien da el gran impulso al criptojudaísmo. Nacido en Córdoba, en el siglo XII, defiende la conversión simulada como un medio de salvarse de las persecuciones. Los judíos han estado contra los visigodos en España, luego contra los moros. Como siempre, traicionarán a todos y permanecerán idénticos sólo a sí mismos.Así, la guerra y destrucción del Líbano, el conflicto entre Irán e Irak y todo lo que ha acontecido y acontece en esas torturadas regiones es obra de la infiltración judía en el mundo musulmán. El mismo Ayatola Khomeini fue un prisionero de los ayatolas criptojudíos. El Gran Mufti de Jerusalén conocía el peligro mortal que pendía sobre su pueblo y su fe. En la Segunda Guerra Mundial se puso junto a Hitler. Se habrá de ser un demente o estar infiltrado para debilitar al mundo musulmán con una guerra criminal como la de Irán e Irak, que favoreció únicamente al poder judío. El Sha de Persia era projudío.

Fue derrocado por los mismos que él sirviera. Y el enor­me ejército que el Sha formó, en manos de Khomeini vino a servir a la destrucción del poderío del mundo musulmán antijudío.Fueron los Beni-Israel de India los que actuaron conjuntamente con el imperialismo británico para imponer la dinastía de origen judío del Negus Haile Selassie en Etiopía, que a su vez sería derrocado por una dictadura co­munista judaica, que impone la hambruna en ése país milenario de África. El Gobierno Mundial Judío saca de Etiopía a las tribus de antiguos judíos ne­gros, para llevarlos a Israel. Son los judíos Beni-Israel de India los que ayu­dan repetidas veces a extender el imperialismo judeo-inglés en las áreas del mundo de color. En África, los Beni-Israel tienen dominada Uganda y, en Sudáfrica, alimentan las tensiones raciales entre negros y blancos.

(1) Con esta perspectiva se deberá observar la reanexión de Kuwait por Irak, y todo lo que siga y se produzca en esas zonas. No nos olvidemos, además, del "Protocolo 7", de "Los Protocolos de los Sabios de Sión" que dice: "Nuestra respuesta la darán los cañones americanos...”

Fue así como liquidaron a Rodesia. Los "hindúes" son conocidos en ultramar por sus prácticas de comercio poco claras (en Panamá, por ejemplo). Pero no son hindúes, sino Beni-Israelíes de la India; es decir, judíos. En las naciones ne­gras se están adueñando de sus riquezas y explotan despiadadamente a sus poblaciones. En el pasado, fueron ellos, con los "marranos" españoles, los que inventaron y dominaron el comercio de los esclavos negros africanos, vendiéndolos en las colonias del "Nuevo Mundo". Este tema ya fue tratado en "Adolf Hitler, el Ultimo Avatara". Los Beni-Israel también dirigen el trá­fico de esclavos en dirección de la América del Norte, creando allí el proble­ma racial, con la complicidad de los judíos Falasha, de Africa. El judaísmo inglés no dio la independencia a la India hasta que su dominio estuvo asegurado a través del Partido del Congreso de Gandhi y Nehru. Todo ello bien manejado por ese agente del judaísmo, traidor a una parte de su sangre alemana, ya mezclado con judíos y casado con judía, Lord Mountbatten. Su mujer se encargaría de convencer a Nehru de permanecer dentro del Commonwealth. Creo que la hija de Nehru, Indira Gandhi, quien era más fuerte que su padre, había descubierto la verdad secreta de la Gran Conspiración. Era poco lo que ya podría hacer. Sin embargo, la asesinaron...

En más de una ocasión pude ser testigo del odio que los judíos le tenían a Indira Gandhi. Un día ella me preguntó: "¿Por qué los ingleses nos odian tanto?". Debí responderle: "Por ser la última civilización con raíces arias sobre la tierra, no manchada en sus esencias de cristianismo judío".Mas, no son los ingleses de verdad los que odian a India, sino los ju­díos que controlan su Imperio. Los mismos que odiaban a Hitler.

Los judíos Falasha de Etiopía, de piel negra y tipo igual al de los ne­gros africanos, son los que penetran el mundo negro del Africa, además del continente americano. Esto acontece por igual en la América Latina, donde el judaísmo tiene infiltrado "judíos de color" en todos los países, incluyen­do a Chile y Argentina. En nuestro libro "Nacionalsocialismo, única Solu­ción para los Pueblos de América del Sur", hemos revelado la existencia en el sur de Chile de comunidades criptojudías de los "Cabañistas" y del "Nue­vo Pacto". Con la entrada masiva de "Testigos de Jehová", de "Mormones" y más sectas, nos hallamos ya absolutamente enredados y en las garras del judaísmo internacional.La "Enciclopedia Judaica Castellana" nos cuenta del racismo discri­minatorio de los judíos negros respecto a las poblaciones nativas africanas y hasta de las sudamericanas de color. Todos los agitadores negros, "pacifistas", de los Estados Unidos de América son de origen Falasha, y actúan como predicadores evangélicos. También son "marranos" los líderes de los movimientos revolucionarios y terroristas de América Latina. Lo es Castro Ruz, perteneciente a una familia de médicos judíos clandestinos, algunos de los cuales fueron condenados por la Inquisición. Lo dice "La Enciclopedia Judaica Castellana". No quiere, sin embargo, significar esto que todos los Castro sean judíos, ni todos los Sán­chez, ni los Pérez, ni los Pereira, ni los Suárez o Soares. El verdadero nombre del criptojudío, del "marrano" converso, obligatoriamente es otro, habiendo sólo adoptado el castellano, gaditano, vasco o catalán. Del mismo modo pa­sará en Alemania.

El judío se ha apropiado un nombre-disfraz visigodo, por­tugués, árabe, chino o japonés. Ya lo hemos visto en el caso de la mujer Beni-Israel en India. Pueden cambiar más de una vez de nombre. Y todo legalmen­te. El Ministro Suárez, de España, ennoblecido con un título de Duque por el rey, es un "marrano", y lo es también el Primer Ministro Soares, de Por­tugal. Salvador Allende Gossens era judío por su madre. Con Fidel Castro pertenecieron a la "Organización (guerrillera) Latino americana” ("OLA"), destinada a introducir la revolución marxista y la guerrilla en la América Latina. También el "Che" Guevara pudo ser un criptojudío, lo que no quiere decir que la familia Guevara lo sea. Y fue traicionado por el mismo Castro y por otro judío proveniente de Francia, Regis Debray, y asesinado en Bolivia. Ya lo hemos dicho, los judíos se devoran entre ellos. En Rusia, Bujarin, Sinoviev, Kamenev y Trotsky lo fueron por Stalin. Este y Beria lo fueron por Salomón Nikita Kruschev. Cosas iguales y aún peores sucedieron en la Revo­lución judeo-masónica, llamada "Francesa". Los judíos hacen desaparecer a sus propios líderes y dirigentes de la memoria colectiva y de la historia. ¿Quién se acuerda hoy del "Gran Stalin" si no es para vilipendiarlo, o de Nikita Kruschev, de Brezhniev, o del mismo "General Invencible", Moshe Dayan, el del parche en el ojo? Ni siquiera de Golda Meir, la verdadera autora del complot de "Water Gate", contra Nixon. ¿Quién menciona al terrorista y ex Primer Ministro de Israel, Begin? A esta América los judíos han entrado mucho antes de la conquista española, hace milenios, pudiendo ser los verdaderos responsables de los ri­tuales sangrientos practicados por los sacerdotes aztecas, como ya lo escri­biéramos en "Adolf Hitler, el Ultimo Avatara".

La primera congregación secreta de judíos de color en los Estados Unidos se creó en 1889, cuando un etíope, el Rabi León Richlieu, fundó el "Moorish Temple of Zion". En Etiopía, los judíos negros practicaban la circuncisión en ambos sexos. También el imperialismo yanki y su "Doctrina Monroe" es asunto típico de judíos, como lo fuera la "Independencia" de la América Españo­la, destinándose a este Continente para que un día fuera la Nueva Judá. En el sur del mundo se centraría el control total del planeta, esclavi­zado por la tiranía cósmica del Señor de las Tinieblas, cuando los regíme­nes comunistas y capitalistas hayan desaparecido, siendo reemplazados por el Sistema Mesiánico, con un Rey del Mundo, de la anti-raza de Sión. Nues­tro Continente sudamericano estará cortado casi por la mitad, habiéndose dado cumplimiento al "Plan Andinia". Las más ricas zonas del planeta, con las más grandes reservas hidrográficas, con las mayores riquezas forestales y pesqueras, serán la sede del Gobierno Mesiánico, en la vecindad de la Antár­tica. La otra mitad, estará destinada a ser "zona de abastecimiento y acarreo", donde los animales-hombre y los arios esclavizados trabajarán por igual den­tro de un régimen comunitario, con control tipo Kahal, vigilados por máqui­nas y computadoras las veinticuatro horas del día, por "robots" y "cerebros electrónicos" implacables. Deberán producir, al mismo tiempo que inventar nuevas máquinas, nuevos sistemas de control, para el Rey de Judá, el Delega­do-Hijo de Jehová, Nieto del Demiurgo.

Los goim servidores, conversos a los pies del Trono de Judá, nunca llegarán a ser más que "Prosélitos de la Puerta". La Masonería, la Iglesia Cristiana, el Comunismo llamado Marxista, el Capitalismo, el Liberalismo Económico, todos habrán desaparecido. Sólo existirá el "Pueblo Elegido" gober­nando el mundo de los esclavos graduados, que produce y crea para él. Un Imperio satánico, tratando de extenderse a otros mundos visibles del Cosmos Demiúrgico, por medio de la creatividad de los arios, que una vez fueron trai­dores y que hoy no pueden ser más que esclavos, reducidos a la animalidad genética. El comienzo del proceso de la desintegración ya se percibe, con la repentina destrucción del trabajado aparato comunista internacional, al que seguirá la del capitalismo, con una gran crisis en preparación, que hará desapa­recer el "dinero-papel" y el "dinero-plástico" ("tarjetas de crédito") para reemplazarlos por las marcas o tatuajes con láser y los "códigos de rayas", en la piel. "Porque nadie podrá comprar ni vender si no tiene la marca de la Bes­tia, 666”... Con más de dos milenios de antelación nos lo dijo ese anticipo si­niestro de "Los Protocolos de los Sabios de Sión", el "Apocalipsis", atribui­do a Juan. Como lo profetiza el Talmud, bajo esa horrible dictadura teocráti­ca y totalitaria, el Régimen Mesiánico de los Golems, que los "traidores blan­cos" hoy están ayudando a construir bajo la ilusión de llegar a participar en ella, como sub-amos y "virreyes-delegados", arrasará con sus más caras orga­nizaciones y sacrosantos tabúes. Sólo perdurará la Nomocracia de Judá, su racismo de anti-raza y anti-sangre. Los que no acepten o no se conviertan, serán asesinados. De cumplirse plenamente este sueño fatídico de una Mente monstruosa, se hallaría en todo su apogeo el Crimen Ritual, ofrendado al Golem-Jehová en las "Pirámides Aztecas", elevadas ahora en el Sur de Chile y Argentina y en otros puntos "geománticos" de la tierra, donde se estaría asesinando y desangrando a los últimos héroes, a los goim, a los arios y a los animales-hombres, como a reses.

Todo esto lo controlarán y dirigirán aquí, en representación de jahvé, exclusivamente los judíos del continuo-impuro más-impuro. Y ya no habrá ninguna salida. Sin embargo, os puedo asegurar, mis camaradas, que a esta pesadilla nosotros no llegaremos, aun cuando estemos ya a un paso de su cumplimien­to, pues no lo permitirá el último Avatara, Wotan-Kalki. No lo permitirá tampoco la tierra, que se sacudirá ese maligno cáncer, en el borde mismo del precipicio y de la aniquilación total. Pues, como dijo Rudolf Hess: "Existe en el Universo un Poder superior al del judío sobre la tierra”. Y no triunfará el judío, porque ya fue derrotado por Hitler, en la última Gran Guerra, al descubrirlo ante la faz del mundo, manteniendo hasta el final el ideal de la causa suprema de los arios, de la justicia y la verdad. Y no vencerá el judío ni su Amo, el Señor de las Tinieblas, el Demi­urgo, porque, además, estamos nosotros, luchando aquí y en todos los países de este mundo, en una Guerra Sagrada y Mágica, siendo cada vez más cons­cientes de que encarnamos un Mito, una Leyenda, un Arquetipo. Y si uno de nosotros fuera asesinado, si cayera combatiendo por la Gran Causa del Hitle­rismo, aún seguiríamos existiendo en el Walhalla, junto a nuestra Walkiria, que nos espera. Y de allí retomaríamos otra vez para continuar luchando, tras haber sido reconstituidos en un cuerpo de Vajra inmortal por el Ultimo Avatara. Y no vencerá el judío, porque el Führer, Adolf Hitler, no ha muerto, esperando el momento preciso para regresar, con su Wildes Heer, con su Hor­da Furiosa, con su Ultimo Batallón, compuesto por los ochocientos Einherier, que saldrán por las quinientas cuarenta puertas de Asgard, a combatir al lobo Fenrir, en el Ragnarök, al cumplirse el número total de años con que terminará el Kaliyuga. Y Adolf Hitler, el Último Avatara, derrotará al judío, justo cuando éste se disponga ya a celebrar su victoria.

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