Norbert Wallez

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Norbert Léopold Alexis Joseph Wallez (19 de octubre de 1882, Hacquegnies, Bélgica - 24 de septiembre de 1952, Saint-Servais, Bélgica) fue un periodista y sacerdote católico belga. Hombre de pensamiento nacionalista, su figura influyó sobre Georges Prosper Remi y Léon Degrelle.

Biografía

Wallez se formó como sacerdote en el Seminario Diocesano de Tournai, y estudió a su vez filología en la Universidad Católica de Lovaina. A las sagradas órdenes presbiteriales las recibió el 9 de junio de 1906. Poco después fue designado docente en el Collège de Bonne-Espérance, un establecimiento educativo católico para niños y adolescentes.

A partir de 1911 comenzó a colaborar con el periódico amberense La Métropole, publicando artículos sobre la historia de Bélgica en los que defendía la idea de que la identidad de su nación estaba intrínsecamente ligada al catolicismo.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Wallez se unió como enfermero a las fuerzas que combatían a los alemanes. En 1916 publicó el libro La Belgique de demain et sa politique, en el cual manifiesta su nacionalismo y promueve el militarismo. Tras el armisticio, retomó su carrera docente en el College Bonne-Espérance y asumió un puesto de enseñanza en la École Supérieure Commerciale de Mons.

Preocupado por la situación social y política de su país, escribió para varias publicaciones como La Nation Belge, L’Action Nationale, Le Rappel y Revue Catholique des Idées et des Faits. Allí planteó su propuesta de crear una federación entre Bélgica y Renania, en una época en que la región alemana estaba ocupada por fuerzas extranjeras y el separatismo ganaba adeptos. Su argumento era que esa región católica debía aliarse a fuerzas hermanas que la ayudaran a impedir que cayera nuevamente bajo el poder de los protestantes (la muerte del Imperio Alemán significó para los renanos dejar de ser una provincia de Prusia). También inició una campaña de rechazo al régimen parlamentario, impulsando en su lugar al corporativismo. En ese periodo su pensamiento estuvo muy influenciado por las ideas de Charles Maurras y Léon Daudet, con quienes compartía correspondencia regularmente.

En 1924, gracias a la intercesión del Cardenal Désiré-Joseph Mercier, Wallez fue nombrado director del periódico católico y conservador Le Vingtième Siècle, publicación con la que venía colaborando desde hacía ocho años. En sus páginas alertó sobre el contubernio judeo-masónico-comunista que amenazaba al mundo, y elogió al fascismo por considerar que ese movimiento superaba a las fuerzas modernistas protegiendo, entre otras cosas, a la religión -el sacerdote inicialmente manifestó desconfianza hacia los fascistas, pero en 1923, durante un viaje a Roma, tuvo la oportunidad de entrevistarse con Benito Mussolini, convirtiéndose a partir de ese entonces en un admirador del caudillo.

Wallez se ocupó de modernizar a Le Vingtième Siècle para convertirlo en un eficiente y atractivo vehículo para propagar sus ideas nacionalistas. Por ello creó varios suplementos especiales, uno de los cuales -Le Petit Vingtième- estaba orientado a captar la atención de los más jóvenes. Al frente de esa publicación lo puso al dibujante Hergé, a quien le dio la tarea de crear un personaje que fuese atractivo para los niños y a través del cual se pudiera promocionar a la figura del caballero cristiano adaptada al mundo contemporáneo. De allí nacieron Las aventuras de Tintín, una historieta que alcanzaría una enorme popularidad en todo el mundo. Wallez, de hecho, le sugirió a Hergé que las primeras aventuras de Tintín debían tener como escenario la URSS, los EEUU y el Congo Belga, pues ello serviría para ilustrar tanto los males del comunismo y del capitalismo, como la magnífica obra civilizatoria y evangelizadora de los belgas.

En 1930 el sacerdote escribió un editorial que originó una fuerte polémica en su país, ya que denunciaba que el plan para la construcción del Canal Alberto que uniría por vía fluvial a Amberes con Lieja era defectuoso y generaría gastos desmedidos. Además dejaba caer la sospecha de que había una trama de corrupción detrás del proyecto.

Su creciente enemistad contra el gobierno logró en 1933, finalmente, que los propietarios de Le Vingtième Siècle lo sustituyeran por William Ugeux en su puesto de director. En consecuencia Wallez retornó a la docencia, integrándose esta vez al cuerpo de profesores de la École Moyenne de Tournai. Poco después asumió como párroco en una iglesia de Aulne, pasando a su vez a encargarse de la administración del hospicio local. Esa localidad albergaba a la histórica Abadía de Aulne, un antiguo monasterio medieval que fuese incendiado por republicanos en épocas de la Revolución Francesa. El sacerdote se impuso la tarea de restaurar y preservar las ruinas del edificio que simbolizaban el grado de inhumanidad y demencia al que podían llegar quienes odian a Dios.

Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo una nueva ocupación de Bélgica por parte de los alemanes. Sin embargo esta vez Wallez defendió a los agresores de su nación, ya que consideraba que el futuro de Occidente estaba en juego y veía a Adolf Hitler como aquel líder que surgía para liberar a la humanidad de liberales y comunistas. A causa de ello apoyó al movimiento rexista y colaboró con la Communauté Culturelle Wallonne. El sacerdote viajó por varias ciudades de Bélgica promoviendo la unidad de flamencos y valones, con el argumento de que ambos compartían un origen germánico común y que había llegado la hora de que la raza fuese defendida de su degeneración a manos de quienes querían extinguirla. Al mismo tiempo contribuyó con la represión contra las fuerzas de la resistencia belga, cediendo el control de la Abadía de Aulne a los colaboracionistas para que establecieran allí un puesto de vigilancia.

Su compromiso nacionalista lo convirtió en víctima de los revanchistas en septiembre de 1944, luego de que los alemanes se retiraran de Bélgica. Estuvo detenido hasta mediados de 1947, momento en que fue juzgado y condenado a cuatro años de prisión, además de ser suspendido civilmente y recibir una enorme multa por la que se le incautaron todos sus bienes (se salvó de ser fusilado por su condición de eclesiástico). Enfermo de cáncer, consiguió ser liberado prematuramente en 1950. Hergé y su esposa lo acogieron en su hogar durante unos meses, pero el deterioro de su salud no se detuvo, razón por la cual fue derivado a un asilo para ancianos administrado por las Hermanas de la Caridad de Jesús y María, quienes se encargarían de cuidarlo en sus últimos años. Falleció allí en el comienzo del otoño de 1952.

Bibliografía

  • La Belgique de demain et sa politique. Bruselas: G. van Oest, 1916.
  • La Belgique et les régions rhénanes. Une campagne annexionniste en 1838. Bruselas: G. van Oest, 1918.
  • Belgique et Rhénanie: quelques directives d'un politique. Bruselas: A. Dewit, 1923.
  • La commerce, force nationale. Bruselas: La lecture au foyer, 1924.

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