Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional

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Símbolos del judaísmo, el comunismo y la masonería

La Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, a veces simplificada como conspiración judeomasónica, es una denominación que tradicionalmente se le dio a una planificación extraoficial de la élite tribal y política israelita cuyo fin es el control político global e internacional.

Para este objetivo, en su momento, las organizaciones del judaísmo internacional crearon dos organismos ideológicos:

  • El comunismo o marxismo y derivaciones. Todos los teóricos e ideólogos del comunismo o el anarquismo eran judíos o descendientes directos de judíos y, la mayoría, iniciados en la masonería.
  • La masonería. A veces denominada como judaísmo ecléctico, sus ritos, símbolos, grados y palabras de paso tienen un evidente origen judío.

Características

El historiador estadounidense y comunista Richard Hofstadter, en su ensayo El estilo paranoico en la política americana, argumenta que muchos de sus colegas "imaginan muy a menudo la existencia de una vasta o gigantesca conspiración como la fuerza motivadora de fondo en los acontecimientos históricos. ¡La realidad es que la historia misma es una conspiración!"[1]

Durante muchos años, las teorías de conspiración han sido sistemáticamente despreciadas por la mayor parte de los historiadores de cierta relevancia. Para estas mentes analíticas y eruditas, la existencia de uno o varios grupos de seres humanos empeñados en trabajar de forma secreta, durante largos periodos de tiempo y siguiendo planes cuidadosamente trazados para hacerse con el poder, es poco menos que un argumento de una novela fantástica o una película de ficción. Después de todo, como afirma el historiador y sociólogo Paul H. Koch, "la primera labor de cualquier conspiración es convencer al resto de la sociedad de que no existe conspiración alguna."

La mayoría de las teorías de conspiración terminan invariablemente apuntando a un grupo concreto y definido: los judíos. En ocasiones la conspiración se exagera de forma delirante y surgen brotes irracionales de antisemitismo, tal fue el caso ocurrido durante la Edad Media en el que se acusó falsamente a los judíos de haber provocado la peste negra por envenenamiento de pozos. Pero este tipo de antisemitismo ignorante y emocional, parte siempre de una base anterior, expresada por aspectos recurrentes de la conducta judía.

Dentro de las teorías pseudocientíficas que intentan explicar el origen del antisemitismo y cuya teoría más difundida es la teoría del chivo expiatorio, se llega a señalar con incomprensión que ningún otro grupo de personas en el mundo ha sido simultáneamente acusado de cosas tan contradictorias entre sí como:

  • Alienación de la sociedad, por un lado y cosmopolitismo, por otro.
  • Ser explotadores capitalistas y agentes de las finanzas internacionales, y a la vez de ser agitadores revolucionarios.
  • Actuar como agresores militantes, pero ser pacifistas cobardes.
  • Adherirse a una religión y ser agentes del modernismo, el materialismo y el ateísmo.
  • Mantener una ley rígida mientras son moralmente decadentes.
  • Enfatizar el individualismo y al mismo tiempo tener una consciencia común.
  • Preservar su propia raza evitando la mezcla racial con otros pueblos y al mismo tiempo promover el mestizaje.
  • Denunciar violencia antisemita por un lado y fomentar el antisemitismo como forma de victimización.

En 1948, El antropólogo Sir Arthur Keith ya había identificado en la ética judía que existe entre ellos una doctrina propia, que guardan celosamente para sus congéneres, y otra doctrina, subversiva, que debe ser promovida a los goym como recurso para desmoralizarlos, para despojarles de su carácter, de su cohesión, de su unidad, de su identidad, para dividirlos y vencerlos. Keith valoraba este comportamiento como una característica evolutiva favorable para la auto-preservación de cualquier grupo como raza o especie y se resumía en adoptar literalmente un doble estándar o doble moral:

La conducta de los judíos está regulada por un 'código dual'; su conducta hacia los de su propia gente está basada en un código ('amity'), y su conducta hacia aquellos que están fuera de su círculo, en otro ('enmity'). El uso del código dual, como hemos visto, es un rasgo de una raza evolucionada. Mi deliberada opinión es que esta característica racial está más fuertemente desarrollada en los judíos que en ninguna otra raza.
—Sir Arthur Keith, A New Theory of Human Evolution, (London: Watts & Co., 1948), 390.

Durante la época de la Ilustración, caracterizada por el avance en el pensamiento científico y la positiva superación del oscurantismo y la superstición, se facilitó el cuestionamiento de aquellos conceptos antiguos o tradicionales de fundamento religioso, viéndose así debilitado el concepto del mandato monárquico por derecho divino, lo que constituyó una oportunidad decisiva para establecer un nuevo régimen.

La estrategia que siguió mantuvo algunas características fundamentales:

  • Abolición de toda autoridad no avalada.
  • Abolición de la propiedad privada.
  • Abolición de las clases sociales.
  • Destrucción de los conceptos de raza, nacionalismo y patriotismo.
  • Abolición del concepto de la familia tradicional y clásica.
  • Promoción del ateísmo y posturas antirreligiosas.

Revolución bolchevique

Artículo principal: Revolución bolchevique


Se necesitaba la elaboración de teorías complicadas, con apariencia científica y astutamente presentadas para engañar a todo el mundo no-judío, principalmente a las masas analfabetas de la clase baja que finalmente serían la materia prima y motor de dichas teorías, sin que se advirtiera que todas ellas no tenían ninguna base realista y que eran impracticables.

Theodor Herzl, el fundador del sionismo, ya había advertido antes del triunfo de la revolución marxista:

Somos una nación, un pueblo... Cuando los judíos nos hundamos, seremos revolucionarios, seremos los suboficiales de los partidos revolucionarios. Al elevarnos nosotros subirá también el inmarcesible poder del dinero judío.
—Theodor Herzl, El Estado Judío.

Son innumerables las huellas que los judíos dejaron en la preparación y consumación de la Revolución bolchevique, pero por uno u otro motivo la difusión de estos hechos ha sido tan lenta y fragmentaria que generalmente suenan a inverosímiles o fantásticos cuando se les conoce en toda su magnitud.

Muchos son los testimonios que de forma completamente independiente, confirman que detrás del movimiento bolchevique, se encuentra un plan de hegemonía judaica.

Comunistas financiados por capitalistas

Caricatura que representa la complicidad entre el comunismo y supracapitalismo: dos cabezas de un mismo monstruo

Por otra parte, los iniciadores del marxismo en Rusia tuvieron gran apoyo financiero de sus compatriotas y correligionarios en el extranjero.

En un reporte del Servicio Secreto americano transmitido al Estado Mayor del Ejército francés, se describe que el 14 de febrero de 1916 se celebró en Nueva York un Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas, alentadas e inspiradas por israelitas. El magnate judío Jacob Schiff era uno de los que costearon los gastos de estos trabajos políticos; ayudaba particularmente al judío León Trotsky. Otros banqueros judíos, tales como Max Breitung, Felix Warburg, Otto H. Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg, Jerome H. Hanauer, Banco Kuhn, Loeb & Co. daban también su ayuda económica desde Nueva York. La firma bancaria mencionada está dirigida por Schiff, Kahn, Warburg Hanauer y Loeb.[2]

En abril de 1917, Jacob Schiff, en unas manifestaciones públicas, declaró que gracias a su ayuda financiera, la Revolución bolchevique había podido triunfar. En la primavera de 1917, Jacob Schiff empezó a comanditar a Trotsky con objeto de hacer estallar la revolución social en Rusia. El diario neoyorquino Forward, que es un órgano judeobolchevique, organizó una suscripción con el mismo objeto. Desde Estocolmo, el judío Max Warburg financiaba igualmente a Trotsky y los suyos. Éstos recibían también fondos del sindicato Rhenano-Westfaliano, importante empresa judeoalemana. así como de otro judío, Olaf Aschberg, del Nya Banken de Estocolmo. Así se establecieron las relaciones entre multimillonarios judíos y proletarios de la misma raza.

En ese mismo reporte se describen de las actividades procomunistas del banquero Paul Warburg y del rabino Judah L. Magnes quien era criatura política de Warburg y Schiff, y quien fue dirigente de la organización sionista Poale, de tendencia marxista.

La revolución marxista fomentada en Alemania en 1918 se desarrolló siguiendo las mismas directrices judías que la revolución social en Rusia, y revela que sus dos principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Hans Haase, eran judíos.

Después, en otra sección se resume:

... Si tenemos en cuenta que la firma judía Kuhn, Loeb & Co. está íntimamente relacionada con el sindicato Renano-Westfaliano, entidad bancaria judeoalemana, con Lazard Fréres, banca judía de París y con la firma bancaria judía Gunzbourg, de San Petersburgo, París y Tokio, y si tenemos así mismo en cuenta que las mencionadas casas judías mantienen relaciones estrechas con la banca judía Speyer & Co., de Frankfurt, Londres y Nueva York y con la Nya Banken, Banco judío, declaradamente bolchevique, establecido en Estocolmo, comprobaremos que el movimiento bolchevique es la expresión de un movimiento general de los judíos y que ciertas casas de banca judías están interesadas en la organización de tal movimiento.

Confesiones

Los propios judíos han reconocido en muchas ocasiones que la Revolución soviética no fue obra de rusos explotados por la autocracia zarista, sino de judíos internacionalistas.

El más importante de los semanarios judeoamericanos, The American Hebrew publicó, el 10 de septiembre de 1920, está auténtica confesión de parte:

La Revolución bolchevique en Rusia fue obra de cerebros judíos, de la insatisfacción judía, de la planificación judía, cuyo objetivo es crear un orden nuevo en el mundo. Lo que de tan excelente manera fue realizado en Rusia, gracias a cerebros judíos y a causa de la insatisfacción judía y mediante la planificación judía será también, a través de las mismas fuerzas mentales y físicas judías, una realidad en todo el mundo.

Por su parte, el Jewish Chronicle londinense escribió el 4 de abril de 1919:

Hay mucho de bueno en el bolchevismo, no sólo porque muchos judíos son bolcheviques, sino porque los ideales del comunismo y los del judaísmo son consonantes en lo esencial.

Importantes revolucionarios de origen judío

Masonería

Artículos principales: Masonería y Revolución Francesa


Desde el grado tercero de la masonería se le da a conocer al adepto el significado del rito representado por la leyenda de Hiram Abif, el arquitecto del Templo de Salomón quien muere a manos de tres compañeros conocidos como Jubelás, Jubelós y Jubelum. Estos nombres son designaciones simbólicas para la Ley, la Propiedad y la Religión. De modo que se planea simbólicamente la lucha contra estos elementos incorporados a la civilización occidental que obstaculizan gravemente la labor judaica.

En 1860, el español Vicente de la Fuente había escrito sobre el origen de la francmasonería:
En efecto: desde el siglo primero de la Iglesia existe una sociedad maldita con la execración de Dios, semejante a Satanás en su caída, en la privación de sus antiguas preeminencias, en el destierro perpetuo de su patria, en el deseo de venganza, en el odio encubierto a todo principio de autoridad legítima, en aborrecer a todos y ser de todos aborrecida. Esa sociedad proscrita en todas partes, y que en todas partes se halla sin patria; que varias veces ha querido constituir nacionalidad y nunca lo ha logrado; que en tal concepto desprecia las ideas de nacionalidad y de patria, sustituyéndolas con un frío y escéptico cosmopolitismo, esa tiene la clave de la francmasonería. El calendario, los ritos, los mitos, las denominaciones de varios objetos suyos, todos son tomados precisamente de esa sociedad proscrita: el judaísmo.

Pero ¿cómo han de confesar los francmasones que su origen es judaico, y que por espacio de mucho tiempo han sido unos dóciles instrumentos de los judíos, a quienes parecían avasallar? Esto los rebajaba en el concepto público, y la francmasonería es altamente orgullosa. Combatiendo a la aristocracia, al monopolio y al privilegio, la francmasonería aspira a enlazarse con los templarios y hacer prosélitos entre los príncipes y las clases nobles, y pretende monopolizar el gobierno para repartir los destinos entre sus adeptos y crearse así un poder formidable, que degenera en verdadera tiranía contra los profanos.

La francmasonería en su principio es una institución peculiar de los judíos, hija del estado en que vivían, creada por ellos para reconocerse, apoyarse y entenderse sin ser sorprendidos en sus secretos, buscarse auxiliares poderosos en todos los países, atraer a sí a todos los descontentos políticos, proteger a todos los enemigos del cristianismo.

Es público que todos los periódicos más revolucionarios e impíos de Europa están comprados por los judíos, o reciben subvenciones de ellos y de sus poderosos banqueros, los cuales a la vez son francmasones.[3]

Este paralelismo del judaísmo político y de la masonería lo confiesa el propio israelita Trotsky en su biografía, al referirse a su encarcelamiento de 1898:

Hasta entonces no había tenido ocasión de consultar las obras fundamentales del marxismo. Los estudios sobre la masonería me dieron ocasión para contrastar y revisar mis ideas. No había descubierto nada nuevo.
—León Trotsky, Mi Vida.
Una de las consecuencias de la Revolución Francesa, planeada e instigada por los francmasones, fue la enunciación de la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, la cual condujo a la concesión de la libertad e igualdad ciudadana para los judíos en la sociedad europea. Con estos derechos, se abrieron las puertas a los judíos, quienes desde entonces podrían maniobrar con mayor facilidad desde la burocracia para concretar sus fines, sin los obstáculos anteriores que representaban para ellos la monarquía y el clero.

Referencias

  1. Richard Hofstadter, The Paranoid Style in American Politics, and Other Essays (New York: Knopf, 1965).
  2. Reporte del Servicio Secreto americano, transmitido al Estado Mayor del Ejército francés. (Archivado con la referencia 7-618-6 mp 912 S.R. 2, II. Transmis par L´Etat Major de líArmée. Deuxieme Bureau)
  3. Vicente de la Fuente, Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Francmasonería. 1860.

Fuentes

Enlaces externos

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