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Calvinismo
El Calvinismo (a veces llamado teología Reformada) es un sistema teológico cristiano, desarrollado en el siglo XVI por Juan Calvino, y la rama más radical del protestantismo, que sirvió como precursor del capitalismo salvaje al situarse en defensa de la idea de la predestinación y sostener que Dios tiene autoridad sobre todas las cosas. Lo que derivaba directamente a que la condena o la salvación eternas son predestinadas antes del nacimiento. Esta concepción le otorga virtudes a los ricos por encima de los pobres ya que los bienes materiales según Calvino son un don de Dios mediante el cual este ha bendecido más a unos que a otros.
Calvino no establecía jerarquías entre lo espiritual y lo temporal, por lo que la gracia de Dios se podía observar mediante las riquezas de cada persona, y a los pobres lo único que les quedaba era rezar para esperar el perdón divino. Al mismo tiempo considera digno de elogio el trabajo o el ejercicio serio de cualquier profesión, y veía, por consiguiente, como legítima la adquisición de riquezas. El prestar dinero a interés no le parecía más condenable que las utilidades obtenidas en el comercio.
Al establecer un vínculo directo entre el progreso moral y el progreso económico, el calvinismo choca frontalmente con concepciones marxistas como la Teología de la liberación, que ven en cualquier desigualdad económica importante una injusticia implícita.
Sumario
Individualismo, capitalismo y usura
Se suele atribuir al calvinismo la preparación ideológica para el último desarrollo del capitalismo en el norte de Europa. Así, varios elementos del calvinismo representaron una revuelta contra la condena medieval de la usura e implicitamente del beneficio en general. Esta conexión aparece en obras de R. H. Tawney (1880–1962) y Max Weber (1864–1920), como La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Calvino se autodenomina usurero en 1545 en una carta a su amigo Claude de Sachin, en la que critica ciertos pasajes de las escrituras invocadas por gente que se opone a la carga de interés en los préstamos. Él reinterpreta algunos de estos pasajes y sugiere que otros han perdido su relevancia al haber cambiado las condiciones. También rebate el argumento (basado en escritos de Aristóteles), según el es erróneo cargar intereses al dinero, ya que, el dinero, en sí mismo es estéril. Dice Calvino que las paredes y el techo de una casa son también estériles, pero está permitido hacer pagar a alguien para que lo pueda utilizar. En el mismo sentido, el dinero puede ser fructífero.
Cualifica su punto de vista al exponer que el dinero debe ser objeto de préstamo a personas en extrema necesidad sin esperanza de interés; sin embargo, una tasa de interés modesta del 5% debería permitirse en relación con otros prestatarios.
Los primeros Estados liberales y comerciales
La expulsión de los judíos de España en 1492 y de Portugal en 1496, había causado una migración de refugiados sefarditas desde la Península Ibérica hacia el Imperio Otomano, los Países Bajos y Suiza, e inmediatamente estos refugiados incursionaron en el mundo financiero suizo y neerlandés, formando una próspera comunidad judeo-sefardita y que en tiempos posteriores tendieron a vengarse de España.
Juan Calvino, influyó notablemente en el desarrollo de las doctrinas de la Reforma Protestante y su doctrina se arraigó especialmente en aquellos países donde se habían refugiado las comunidades judías expulsadas, como Suiza, Bélgica y Holanda. El individualismo que caracterizó a la Reforma calvinista cuadró admirablemente con el individualismo de los centros proto-capitalistas nacientes en el siglo XVI, y es digno de observar que ciudades como Lyon y Amberes hayan abrazado con tanta decisión las nuevas ideas religiosas. Esta serie de factores fomentaron un nuevo orden regional que estrecharía lazos con Inglaterra. De hecho, fueron precisamente los puritanos (rama inglesa del calvinismo), al par que los judíos, los que se contaban entre los agentes más activos del capitalismo moderno.
Las ideas calvinistas, que triunfaron en la casta comerciante, habían predispuesto positivamente a la burguesía urbana con respecto al judaísmo, a diferencia de lo que pasaba en otros países europeos, especialmente en España y Portugal. En la burguesía urbana neerlandesa (la cual constituía un mundo aparte con respecto a la Holanda rural y ancestral) eran populares los nombres hebreos (Abraham, Daniel, Elías, Isaac, Jacob, Samuel, etc.) y la mentalidad altamente pragmática y materialista, en consonancia con las antiguas tradiciones de negocios de los judíos. Incluso era común entre ellos la circuncisión. La rebelión calvinista de las Provincias Unidas en 1568 había sido, ante todo, una rebelión del joven capitalismo, de la casta burguesa mercantil, de las autoridades judías y del mundo financiero y comercial, contra el mundo de la Tradición y del Antiguo Régimen. También fue una rebelión del fundamentalismo religioso contra el arte y el espíritu humanista y antropocéntrico del Renacimiento, del hombre-especialista contra el hombre-total. Aquí nace la mentalidad del "yanqui".
Tras la expulsión de los judíos de Amberes, muchos de ellos se establecieron en Ámsterdam donde más tarde en 1602, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales fundaría una nueva bolsa de valores. Ámsterdam se convirtió a partir de ese momento en el centro diamantero de Europa, reemplazando además a Lisboa como puerto de entrada para la codiciada mercancía. Los fenómenos especulativos, tan típicos del capitalismo liberal, no tardarían en aparecer, siendo el más famoso la absurda "burbuja de los tulipanes", en la que por una sola de estas flores se llegó a pagar el precio de una mansión o el salario de un artesano bien pagado durante quince años. Una diminuta élite comercial había importado los tulipanes desde el Imperio Otomano, promocionando la flor para manipular su demanda y acumular dinero. La burbuja de los tulipanes reventó en 1638 produciendo una gran crisis.
En Bélgica, HENNEBICQ, ha presentado a los puritanos e israelitas del siglo XVI, y según la expresión de este último, como los "iniciadores" ("pioneers") "del naciente capitalismo"; y esta semejanza de su papel se debe a la semejanza de las fuentes han bebido su inspiración, el Antiguo Testamento, con sus promesas de poder, de riqueza, de dominación material para el pueblo elegido".
Practicando la más estricta sobriedad, absteniéndose de todo contacto con los "placeres humanos", el capital no debía permanecer, sin embargo, inactivo. Incluso en el caso de pequeñas industrias, esta conducta debía dar lugar a la constitución de ahorros que continuamente fueran incorporándose al negocio. Aun cuando el capital se formó con los bienes de los imperantes, sobre la base de la explotación de los súbditos, de la guerra y del comercio ocasional, también los ahorros de menor cuantía, agrupados, llegaron a constituir masas de capital importantes para el mercado
"...Los calvinistas y, después de ellos, los puritanos Anglosajones, se forman del mundo un concepto activo y comercial. Tienen la misma filosofía ético-económica de los Judíos, filosofía que considera la riqueza, no como cosa sospechosa o tolerada, sino como signo de la bendición divina."
Furia iconoclasta
El calvinismo, al igual que el judaísmo y el islam, es iconoclasta, es decir, considera "idolatría" la representación y adoración de la figura humana. En 1568, comenzó la rebelión neerlandesa en la que los fundamentalistas calvinistas se alzaron contra España y Roma (Iglesia católica), destruyendo gran cantidad de patrimonio artístico. Este proceso se denominó "furia iconoclasta" o Beeldenstorm: "asalto de imágenes". Es el comienzo de la llamada Guerra de los Ochenta Años y la actividad de España en Flandes.
Calvinismo y Darwinismo
La esencia del modelo calvinista podría verse como una modalidad extrema de darwinismo social. De acuerdo a éste, la sociedad humana, al igual que la naturaleza, responde a un proceso de selección dentro del cual sólo el más apto sobrevive. Las víctimas son la resultante natural de una dinámica competitiva, frente a la cual no debe producirse interferencia externa. De acuerdo al calvinismo, por su parte, la condena o la salvación eternas vienen predeterminadas antes del nacimiento de la persona. No obstante, el éxito o el fracaso en la vida serán indicativos de si la persona está destinada a salvarse o a condenarse. De aquí que la riqueza sea vista como la manifestación de un propósito divino y de que todo esfuerzo externo por apoyar a los menos favorecidos resulte una interferencia a ese propósito. No olvidemos que el darwinismo social se arraigó en Estados Unidos con una fuerza que no conoció en ninguna de sus contrapartes del mundo anglosajón, mientras que la cuna de la democracia norteamericana fue la Iglesia calvinista, como bien lo recordaba Bernard-Henry Levy en su obra American Vertigo. Fue en esa Iglesia donde sus primeros colonos definieron los trazos fundacionales de un modelo societario que aún pervive: el individualismo en tanto expresión de la "comunicación directa" con Dios, la libertad de conciencia como resultado de la práctica de leer las escrituras sin intermediación, etc.
Marianne Debouzy describe esta amalgama en los siguientes términos: "Las dos doctrinas, el puritanismo y el darwinismo, se unieron para brindar justificación a la riqueza, la cual pasa a presentarse como resultado simultáneo de la voluntad divina y de la selección natural".