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Nazifascista
Sumario
Peyorativo
El epíteto "fascista" o el epíteto "nazi" así como "facha", "nazista", "nazifascista" y otros similares, se utilizan de forma muy extendida, tanto en el lenguaje coloquial como de forma muy frecuente en todo tipo de literatura, con fines peyorativos, para intentar denigrar a personas, grupos e instituciones que a sí mismos no se calificarían de ese modo.
Como epíteto político, se aplica a un extenso rango de personas y grupos que en el espectro político -los enemigos del nacionalismo- lo sitúan a estos en la extrema derecha. Obviamente los fascistas no se situan en dicha definición y reivindican lo que se ha calificado de tercerposicionismo: en oposición tanto al capitalismo como al comunismo, a la democracia liberal y a la dictadura del proletariado.
El epíteto fascista o nazi también se han aplicado a muchos grupos religiosos, particularmente a los denominados fundamentalistas. Pero la mayor parte de las personas, grupos o instituciones que son objeto de esta calificación la niegan, encontrando el uso del término altamente ofensivo e inapropiado cuando se emplea con ellos.
La palabra fascista, es utilizado por marxistas, judíos, anarquistas, feministas, homosexuales, personas de raza negra y otros con el sentido de: opresor, intolerante, chauvinista, genocida, dictatorial y/o agresivo. Todos ellos, conceptos que no están inspirados por la ideología del fascismo real.
Todos son "fascistas"
Es tan generalizado el uso de fascista que cualquiera puede acusar a un bloqueo de carretera de la policía de ser una "táctica fascista" o a un profesor autoritario de ser "un completo fascista". El término "nazi" o "nazista" se utilizan, incorrectamente, en contextos similares.
La expresión social-fascistas fue utilizada por los comunistas contra los socialdemócratas desde antes de 1933 y está todavía en uso en círculos comunistas para referirse a los partidos socialistas.
En las últimas décadas los grupos de izquierda califican de fascista a todos los presidentes estadounidenses. Así vemos, por ejemplo, pancartas y afiches con la foto de George W. Bush con una esvástica marcada en la frente. Bush, presidente de Estados Unidos entre los años 2000 y 2008, fue uno de los mayores lobbistas a favor de Israel y pro sionistas de los últimos tiempos. Además de con Bush, también con Barack Obama, un mulato.
El judío Ariel Sharon, Margaret Thatcher, Ronald Reagan, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi y otros pro hombres del capitalismo mundial también han sido calificados de fascistas. En Latinoamérica, la mayoría de los dictadores militares de derecha de los últimos 50 años que han asolado sus países con una política neoliberal y a favor de los Estados Unidos, también han sido ubicados ideológicamente como nazifascistas. Por lo visto, dicho epíteto se ha generalizado demasiado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Tanto que ya no significa lo que realmente significaba cuando fue creado tal término.
Asimismo resulta curioso ver como opositores al presidente socialista venezolano Hugo Chávez lo asocian también con el fascismo, así como lo han hecho con otros comunistas (Fidel Castro, Stalin...).
George Orwell
Ya en 1944 el término se había extendido tanto en su uso que el ensayista y novelista británico George Orwell escribió:
- "Parecería que, tal como se usa, la palabra 'fascismo' ha quedado casi totalmente desprovista de sentido. En las conversaciones, por supuesto, se usa casi más ampliamente que en prensa. La he oído aplicada a granjeros, tenderos, al Crédito Social, al castigo corporal, a la caza del zorro, a las corridas de toros, al Comité 1922, al Comité 1941, a Rudyard Kipling, a Mahatma Gandhi, a Chiang Kai-shek, a la homosexualidad, a las transmisiones radiales del británico J. B. Priestley, a los albergues juveniles, a la astrología, a las mujeres, a los perros y a no sé cuántas cosas más."
Consigna del comité central del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1943
Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente.
