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Nórdido blanco
El término nórdido blanco o nórdico blanco se refiere a una variedad biológica humana (raza) o subespecie humana de acuerdo con la Teoría de linajes. Es una de las tres subespecies principales que conforman a la raza conocida ampliamente como caucasoide, junto a la nórdida roja y la arménida.
Recibe su nombre por el tono blanquecino generalizado que tiene tanto en su piel como en sus ojos y su cabello, además de haberse desarrollado en un clima extremadamente ártico de Europa.
De todas las razas o subespecies humanas originarias, la raza nórdida blanca es la que ha llegado a nuestros días con mayor cantidad de individuos puros, en parte porque es la raza más joven, y en parte porque históricamente demostró más racismo que otras razas. Aunque es muy difícil encontrar nórdido blancos puros, la mayor pureza y proporción se encuentra en el sur de Suecia y este de Noruega, y se corresponde, grosso modo, con la distribución del haplogrupo I1. Sin embargo, numéricamente, encontramos más sangre nordico-blanca en Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Holanda, Gran Bretaña, Alemania y algunos países del Este como Polonia, Bielorrusia, Rusia, Lituania, Ucrania y otros. Tales gentes proceden casi siempre de oleadas germánicas relativamente recientes, como los bárbaros, los anglosajones, los vikingos y los normandos.
Sumario
Características
Anatomía
- Cráneo: Dolicocéfalo (largo visto de perfil, poca anchura, estrechez de sienes). Curvooccipitalia (occipital y parietal abombados hacia atrás). Esta raza ha desarrollado capacidad craneal hacia atrás y hacia adelante principalmente.
- Perfil del rostro: No totalmente vertical (frente y mentón ligeramente retrasados) pero casi. Progresivo y recto (ortognato, ángulo facial abierto).
- Frente: Recta, alta y bastante vertical pero no completamente.
- Mandíbula y mentón: Mandíbula armoniosa y bien formada, mentón "puntiagudo". En general, barbilla entre la prominente de los nordico-rojos y la retraída de los arménidos, pero más cercana al modelo nordico-rojo.
- Estatura: Muy alta.
- Constitución: Esbelta, atlética. Hombros bien modelados, anchos y rectos. Cuello largo. Aunque se trata de un tipo físico "fino", tiene propensión a desarrollar musculatura bajo condiciones adecuadas de dieta y ejercicio.
- Ojos: Gris-hielo, muy claros, casi blanquinosos. Los colores azul-celestes son mezclas entre el color gris-claro de los nordico-blancos y el color azul-oscuro de los nordico-rojos. El color ocular gris es más abundante en Finlandia, las naciones bálticas, Bielorrusia y la parte europea de Rusia, regiones en donde predomina el haplogrupo N1c1. Responden a unos niveles de melanina incluso más bajos que los ojos azules, y el fenómeno óptico que los hace parecer grises es el mismo que hace parecer un cielo nublado gris. Forma alargada. Insertados profundamente en el rostro debajo de unas cejas bajas, delgadas, moderadamente pobladas, dadoras de una expresión pensativa y audaz, y una mirada aguileña, penetrante e intensa. Pupilas grandes, distancia media-corta entre ojo y ojo. Cuencas oculares pequeñas. Arcos superciliares moderadamente marcados.
- Nariz: Leptorrínica. Estrecha, recta, poco carnosa y armoniosa. Puente nasal alto. La clave de la nariz nordico-blanca es que su "raíz" se encuentra muy arriba, casi en la frente, y por lo tanto no tiene un "entreojo hundido" como en el caso de los nordico-rojos. La nariz nordico-blanca, de hecho, es la que se corresponde con el famoso "perfil griego" de las estatuas clásicas, salvo que éstas tienen una ligera dinarización manifestada en la inclinación de su frente y en un puente nasal algo más alto.
- Orejas: Estrechas, "poco redondeadas". Lóbulo separado, no tan grande como la raza arménida.
- Boca: Labios marcados y oscuros, pero finos y poco voluminosos. Surco naso-labial (la línea vertical que divide al bigote en dos) ancho, lo cual otorga a las puntas centrales del labio superior un aspecto separado y de expresión ligeramente "asqueada", al estilo de las estatuas clásicas.
- Dentadura: Bastante recta, poca diferencia de forma entre dientes.
- Cabello: Rubio-platino cercano al blanco, liso y fino. Tendente a aplastarse contra el cráneo.
- Vello corporal: Del mismo color que el cabello, muy fino y poco abundante.
- Piel: Blanca-marfil, limpia. Pálida en ausencia de bronceo. Niveles bajos tanto de eumelanina como de feomelanina, pero la raza nordico-blanca tiene el gen M1CR activo, y por tanto su piel es capaz de sintetizar melanina —es decir, esta raza, a diferencia de los nórdicos rojos, puede broncearse. Curiosamente, la imagen de un nordico-blanco bronceado, como signo de vida de curtimiento al aire libre, era la imagen predilecta en la propaganda del Tercer Reich, y es que lo que los nacionalsocialistas estaban intentando promover por instinto, aun sin los conocimientos modernos de genética, era fundamentalmente el tipo racial nórdido blanco. La raza nordico-blanca, pues, está adaptada tanto a dejar pasar la luz solar a su cuerpo (invierno, piel pálida) como a limitar su absorción (verano, bronceado), a diferencia de los nórdicos rojos, que por haber sufrido una selección ártica más severa (ellos serían realmente la raza "ultra-nórdica" por excelencia), se han adaptado perdiendo definitivamente la facultad de producir melanina.
- Otros rasgos: Facciones faciales denotadoras de bondad, benevolencia y equilibrio. Neotenia: aspecto muy juvenil y fresco que se conserva hasta una edad muy avanzada (aunque no tanto como los nordico-rojos). Imagen pálida y "dorada" en general. Abundancia de mujeres atléticas y activas pero extraordinariamente femeninas, atractivas y de una gran belleza, lo cual se ha traducido en un altísimo éxito reproductivo de los linajes nordico-blancos maternos. La distribución de los nordico-blancos podría estar vagamente relacionada con el grupo sanguíneo A.
Psicología y espiritualidad
Su espiritualidad está relacionada con el Cielo. Culto a los ancestros y a los caídos en combate, a la guerra, a la virilidad y al fuego. Dioses de justicia, honor, guerra y orden. Aprecio por una vida corta y gloriosa finalizada por una mors triumphalis.
Se trata de una raza noble, armoniosa, serena, seria, paciente, equilibrada, marcial, ágil, honorable, disciplinada, honesta, eficaz y racista, pero también inocente, ingenua, demasiado "angelical" y "poco espabilada" en ciertos sentidos. Amor al honor, apego al orden, respeto a la autoridad y a la veteranía, gran vocación guerrera y militar, valor, altruismo, idealismo, fidelidad, heroísmo, autocontrol, disciplina, inteligencia y reflexión. Voluntad muy desarrollada: tendencia al ascetismo y al entrenamiento deportivo. Ansia por explorar.
También tiene una inocencia y una incapacidad absoluta para los "trapicheos", incluso para la diplomacia. De esta inocencia despreocupada proceden expresiones como "las rubias son tontas" o "hacerse el sueco". No es falta de inteligencia (puesto que el promedio de coeficiente intelectual de los países de mayor pureza o cantidad de genética nórdida blanca es de 106) sino una forma de ser "angelical", la que hace que estas gentes sean "poco espabiladas" en algunas cosas que tienen mucho que ver con la degeneración y vulgarización de la sociedad moderna, y que tipos raciales más oscuros, primitivos y menos evolucionados puedan aprovecharse de ellos. Es el mito del despreocupado y confiado Sigfrido y el arquetipo de la puñalada por la espalda.
Distribución
La raza nórdica blanca tiene sus núcleos fuertes en los países escandinavos (siendo el sur de Suecia el núcleo más puro), Norteamérica, Oceanía, Gran Bretaña, Holanda, Alemania y Polonia. Sin embargo, se encuentra distribuida en toda Europa y ambas Américas, Medio Oriente, el Sur y Centro de Asia, Siberia y el norte de África.
Linajes
La raza nórdida blanca está asociada a los linajes paternos (Y-DNA): I (I1, I1b, I2a, I2b, etc.). Se cree que existe la posibilidad de que los linajes I2 sean arménidos y no nordico-blancos. Sus linajes maternos (mtDNA) son U, K. No todos los sublinajes de U son nordico-blancos, se piensa que muchos de ellos (los más antiguos principalmente), podrían ser arménidos.
El linaje J plantea algunos interrogantes en cuanto a su adscripción a la raza arménida (verde); es posible que pertenezca a alguna raza pseudo-nórdica. Se piensa que quizás el I y el I2 podrían no ser nórdido blancos sino arménidos, no obstante esta hipótesis tiene un problema, pues si el Cromagnon ya tenía rasgos fundamentalmente nórdido blancos y era de un linaje IJ, no pudo tener descendientes arménidos. También se cree que cabe la posibilidad de que el I2b1 fuese nordico-rojo. El J podría haber pertenecido originariamente a una raza pseudo-roja, lo que supondría algún nexo entre ambas razas nórdicas.
Origen e historia
Se cree que esta variedad surgió aproximadamente hace unos 40.000 años, cuando gran parte del norte de Europa estaba cubierto por los hielos. En aquella época, se habían acumulado bolsas de población en el sur de Europa (especialmente el refugio franco-cántabro y los Balcanes, pero también en menor medida Italia y Europa del Este), que quedaba libre de hielo. Procediendo de donde procede, llamamos a esta raza "nórdica" porque, durante la glaciación, las temperaturas eran muchísimo más bajas en todo el planeta. El Sahara era una zona fértil, mientras que el sur de Europa estaba bajo condiciones netamente árticas, muy similares a las que rigen ahora en el norte de Finlandia.
La genética de haplogrupos nos indica que los nordico-blancos —asociados a los haplogrupos I— mutaron, y por lo tanto, evolucionaron, a partir de antepasados probablemente arménidos. El linaje IJ (que apareció hace unos 40.000 años) se dividió dando lugar por un lado (Oriente Medio) a los haplogrupos J ("semitas"), y por otro (Europa) a los haplogrupos I, cuyo origen se sitúa hace 25-30.000 años.
No se sabe a ciencia cierta cuál fue el primer horizonte cultural propiamente Cromagnon, ya que aun existen dudas acerca de si el Gravetiense es neandertal. El Auriñaciense, en cambio, sí parece claramente Cromagnon. De todas formas, deberíamos guardarnos de conceder excesiva importancia a las culturas materiales. El simple hecho de utilizar una misma técnica para la fabricación de puntas de lanza (o posteriormente para la decoración de la cerámica) no convierte a todos en un mismo pueblo, sino que apunta a una difusión de conocimiento. Tomarlos por el mismo pueblo basándonos en piedras inanimadas sería el mismo error que considerar que, durante el Siglo XIX, los ingleses y los japoneses eran del mismo pueblo sólo porque habían adoptado el sistema tecnológico industrial.
Durante el periodo de máximo glacial (aproximadamente 23.000-17.000 años, según zonas) debió haber una mortandad muy alta, muchas comunidades se extinguirían, y no quedó rastro tanto del Gravetiense como del Auriñaciense. El horizonte cultural Solutrense sería la cultura por excelencia de estos duros milenios; demostrando el efecto exterminador del frío, el territorio solutrense sería mucho más reducido y también más meridional que el de sus predecesores. Además, la hipótesis Solutrense-Clovis postula que, durante el Solutrense, la costa noreste de Norteamérica fue colonizada por Cromagnon europeos, que navegaron a lo largo del borde del banco de hielo marino que conectaba Europa con Norteamérica.[1][2][3]
Con el fin de la glaciación de Würm (10.000 AEC), los casquetes polares se derritieron retirándose al Norte, provocando un aumento del nivel del mar que inundó algunos territorios Cromagnon, especialmente en zonas cantábricas de Francia que ahora forman parte del lecho marítimo. En esta época de cambio climático, que marca el fin del Pleistoceno y el comienzo del Holoceno, los nórdicos blancos del sur de Francia, Bélgica y el sur de Alemania, asociados con el horizonte lítico del Magdaleniense, se desplazaron también al Norte (como cazadores, persiguiendo a las manadas de animales adaptados al frío, pero quizás también huyendo de las inundaciones), atravesando Francia y acumulándose principalmente en Holanda, Dinamarca, la Península Escandinava (que estuvo unida al resto del continente hasta el año 8.000 AEC como poco), la llanura germano-polaca y la cuenca del Báltico, así como penetrando gradualmente en las actuales Bielorrusia, Ucrania y Rusia. También se pobló Gran Bretaña, que a diferencia de Irlanda, permaneció unida al continente hasta después de la penetración neolítica. En estos espacios se desarrolló la cultura mesolítica del Maglemoisiense, que con el tiempo sería sucedida por la cultura de Fosna-Hensbacka, la de Kongemose, el Ertebøliense y las culturas de Nøstvet y Lihult, Cerámica Agujereada (ésta todavía cazadora-recolectora) y Vasos de Embudo (ya neolítica). Se trata de sociedades de vocación claramente marítima, dedicadas principalmente a la navegación, la pesca, la caza (especialmente de mamíferos marinos) y la recolección, y precursoras en muchos sentidos de las muy posteriores sociedades vikingas. Algunos estudios lingüísticos muy convincentes (como "Los indoeuropeos", de Adriano Romualdi) demuestran que la llanura germano-polaca debería considerarse el hogar originario o Urheimat de los idiomas indoeuropeos.
Seguramente quedaron algunas comunidades en los territorios ancestrales del Sur, que serían protagonistas de otros horizontes mesolíticos (entre el Paleolítico y el Neolítico) como el Aziliense, el Asturiense, el Complejo Geométrico, el Tardenoisiense, el Castelnoviense o el Sauveteriense. Algo parecido debió suceder en los Balcanes. Aun no está claro si la posterior cultura megalítica se debe a estos pueblos residuales nordico-blancos, a los nuevos invasores nordico-rojos que llegarían en torno al Neolítico (opción acaso más probable, ya que existen precedentes orientales como el de Gobekli Tepe), o a ambos.
Tras una mezcla con elementos nordico-rojos (cosa que explicaría el predominio del haplogrupo R1a en las zonas sujetas a las invasiones iranias) y en menor medida arménidos durante el Neolítico y la edad de los metales, la raza NB estará presente en las grandes invasiones indoeuropeas y en la expansión de las culturas patriarcales, agresivas, guerreras, solares y "olímpicas". Como reducto de la herencia genética cazadora-recolectora europea originaria, quedó la bolsa nordico-blanca de Germania y Escandinavia (sin contar comunidades en otros lugares, como los Balcanes, Noráfrica o las Islas Canarias), en la que el tipo humano Cromagnon permaneció esencialmente idéntico hasta tiempos relativamente recientes. Aceptamos que los germanos de la época romana todavía se correspondían con un tipo nordico-blanco puro o casi puro, ya que según Tácito:
Los descendientes de estos individuos se cruzaron con la raza nordico-roja y con arménidos (y, en menor medida, también con mongólidos y cónguidos), dando lugar a la población germánica moderna, predominantemente "castaña". Hoy en día no quedan núcleos de sangre nordico-blanca que se mantengan 100% puros. La única salida en este sentido sería la biotecnología, la biopolítica, la ingeniería biosocial y genética, y un programa de eugenesia positiva para rescatar la información hereditaria que permanece, oculta y mal combinada, en el pozo genético de la "raza blanca" moderna.
Sobre el hombre de Cromagnon
El Cromagnon se relaciona con la raza nórdica blanca y con grupos étnicos como los guanches rubios de las Islas Canarias (mtDNA U6b1), y se trata del Homo sapiens más antiguo del continente europeo. El cromañón aparece en Europa hace unos 40.000 años, durante una era que los hindúes llaman Krita Yuga o Satya Yuga, equivalente al concepto grecorromano de "Edad de Oro". Su procedencia está en nuestros días mucho más clara de lo que lo estuvo antaño: hoy, ningún paleoantropólogo serio afirma rotundamente que el cromañón provenga de África. Entre otras muchas cosas, la teoría africana no tiene fundamentación seria por el hecho de que, durante una glaciación, no tiene sentido desplazarse hacia el Norte, donde las condiciones ambientales son cada vez más difíciles, sino hacia el Sur. Teniendo esto en cuenta, Jean-François de Quatrefages pensaba que los cromañones vinieron del sur de Siberia persiguiendo a grandes mamíferos, mientras que otros, como representa la simulación de Currat & Excofier, piensan que los antepasados del cromañón procedían de Próximo Oriente y que penetraron en Europa por el corredor del Danubio. Esta última teoría puede ser más consistente, ya que concuerda plenamente con la pertenencia casi segura del cromañón al linaje IJ (que por aquella época se encontraba en Próximo Oriente, es decir, en una zona cuyas poblaciones móviles siempre penetraron Europa por los Balcanes, como lo harían después los nordico-rojos y los arménidos) y con las altas cotas de linajes paternos I encontradas actualmente en los Balcanes (con proporciones récord en la población croata de Bosnia). También concuerda con el hecho de que los primeros yacimientos propiamente Homo sapiens del continente estén precisamente en Europa del Este (como Peştera cu Oase en Rumanía, datado en 41.000 años). Cabe también la posibilidad de que la entrada a Europa no se hiciese por Turquía, sino que, desde Próximo Oriente, los antepasados de los cromañones cruzasen el Cáucaso y bordeasen el Mar Negro, recorriendo el sur de Ucrania antes de llegar a Rumanía y al bajo Danubio. Esta teoría se vería respaldada por el hecho de que en Moldavia encontramos yacimientos del horizonte cultural Gravetiense, asociado al hombre de Cromagnon, y por ciertas pistas que sugieren que algunos haplogrupos maternos U pudieron cruzar el Cáucaso.
Por otro lado, la distribución de los yacimientos cazadores-recolectores del Paleolítico europeo no da a entender en modo alguno una procedencia meridional.
La glaciación de Würm fue una era en la que las condiciones ambientales de esta zona eran similares a las que rigen hoy en el extremo norte de Siberia. Las zonas en verde claro representan las tierras emergidas en aquella época (el lecho marino señalado debería esconder actualmente importantes yacimientos bajo las aguas), los puntos rojos son yacimientos humanos y el color blanco representa los glaciares. Aunque hay otros puntos más hacia el Sur y el Este de Europa, la porción aquí representada en el mapa se corresponde con el núcleo "clásico" de mayor densidad de yacimientos considerados del hombre de Cromagnon: la Cornisa Cantábrica y el sur de Francia. La distribución de estos yacimientos denota que sus pobladores procedían del Este o acaso del Norte, pero en modo alguno del Sur, ya que se adivina que estas comunidades fueron empujadas hacia el Sur por las glaciaciones, quedando comprimidas por encima de los Pirineos y de los Picos de Europa —que por aquel entonces debían ser muros de hielo absolutamente impracticables. Si realmente hubiesen llegado desde África (cosa absurda en plena glaciación, donde lo que impera es desplazarse hacia el Sur), los tendríamos apiñados por debajo de las cadenas montañosas, no por encima. Teniendo en cuenta la procedencia del linaje IJ, y la antigüedad de ciertos yacimientos propiamente humanos en el sudeste de Europa, lo más probable es que los antepasados de estas comunidades Cromagnon penetrasen Europa por el mismo punto por el que han entrado siempre las invasiones procedentes de Próximo Oriente: por el corredor del Danubio. El Danubio condujo a los invasores al sur de Alemania (las cadenas montañosas balcánicas eran glaciares y no podían cruzarse), desde donde no les quedó más remedio que dirigirse más al Oeste (al Sur tenían cortado el paso por el glaciar alpino, y al Norte por el casquete polar). Tras toparse con el muro del glaciar pirenaico, el siguiente paso lógico de este movimiento fue bordearlo hacia el Oeste, hasta desparramarse por toda la zona cantábrica —exactamente lo mismo que harían después los nordico-rojos tras seguir la misma ruta.
El motivo por el cual el cromañón no puede estar relacionado con la raza nórdica roja ni con el linaje R1b es que, en la época en la que aparece el cromañón en Europa (hace unos 40.000 años), el K, temprano precursor del R, se encontraba ni más ni menos que en Asia Central. Aunque de momento no se ha podido llevar al cabo un análisis genético del Y-DNA de un cromañón (el Y-DNA se descompone con el paso del tiempo mucho más rápidamente que el mtDNA), la comunidad científica hoy acepta que el único candidato razonable al linaje paterno del cromañón y de la mayoría de cazadores-recolectores del Paleolítico Superior europeo, es el haplogrupo IJ, del que nació el I. Con ello, queda claro que los cromañones eran una etnia, o una serie de etnias, que evolucionó a partir de antepasados arménidos (como posibilidad extremadamente remota, proto-khoisánidos, ya que no estamos totalmente seguros de si el IJK era ya arménido o de si la armenización de su linaje se produjo más tarde y sólo por la rama K). Es posible que en la conformación de la raza nordico-blanca hayan tenido lugar algunos aportes genéticos de la raza neandertal europea, del mismo modo que la raza neandertal oriental estuvo presente en los orígenes de la raza arménida.
Si miramos el cráneo de abajo, veremos que las facciones son esencialmente nordico-blancas: dolicocefalia, una frente que no llega a ser perfectamente vertical, mandíbula cuadrada y mentón puntiagudo (el mentón bien marcado es una aparición relativamente reciente en la evolución humana, y signo de un nivel más evolucionado), por no hablar de la alta estatura característica de este tipo humano. En cuanto a la conocida anchura de rostro y corpulencia con respecto a los nórdico-blancos actuales, tiene una explicación fácil: el cromañón llevaba una dieta cazadora-recolectora o paleodieta. Esta alimentación, junto con un estilo de vida violentamente activo, proporcionaba más consistencia esquelética, un mayor desarrollo muscular y un rostro mucho más ancho que la posterior dieta cerealista importada de Próximo Oriente por el Neolítico, que reducía el dimorfismo sexual (las diferencias morfológicas macho-hembra) y promovía la desmineralización y otros males. Weston A. Price, en su interesantísimo e importante estudio Nutrition and Physical degeneration, mostraba cómo las personas de alimentación "primitiva" tienen arcos dentales perfectos y, sobre todo, rostros anchos y un aspecto sano, mientras que las personas alimentadas a base de comida "moderna" procesada desarrollan una dentadura desordenada y rostros estrechos, por no hablar de un deterioro general de la salud que se manifiesta en el aspecto entero del individuo.
Cultura cazadora
Al vivir en un entorno similar al actual norte de Finlandia, la cultura del cromañón era, por pura necesidad, una cultura predominantemente cazadora y carnívora (existiendo hallazgos de puntas de lanza y flecha, propulsores de lanza hermosamente decorados, arpones, azagayas, pinturas rupestres con escenas de caza, silbatos, figuras de cabeza de caballo, etc.), razón por la cual hemos de imaginárnoslos viviendo una vida de intensa y constante actividad física al aire libre, y a menudo violenta. Ello los desarrolló como una variedad atlética, ágil y gimnástica. Es sin duda aquí, en las comunidades Cromagnon del norte de España, el sur de Francia, el sur de Alemania y los Balcanes, donde debemos buscar el origen de las tradiciones deportivas griegas de carrera, lanzamiento de jabalina, caza, lucha, gimnasia y tiro con arco.
Los animales que el Cromagnon cazaba fueron esencialmente los pertenecientes a la megafauna paleolítica, enormes mamíferos, fuente de carne abundante y con gran capa de grasa, que a veces eran cazados con flechas y lanzas, y otras con trampas tendidas por sus caminos habituales, cosa que implicaba altos conocimientos de rastreo y de rutas migratorias por parte de los cazadores. Estos animales fueron bien representados en el arte rupestre paleolítico, de una manera muy precisa que evidencia que los artistas conocían bien la anatomía animal y que además eran buenos dibujantes.
Por el entorno en el que habitaban, la recolección entre los cromañones se vería relegada a una posición menos importante que en otras zonas, mientras que la caza y la pesca adquirían una gran preponderancia, junto con una mayor ingesta de proteínas y grasas de origen animal. A su vez, la preeminencia de la caza se relaciona estrechamente con el comportamiento y la psicología depredadora y masculina.
Conflictos étnicos
El cromañón nordico-blanco, sin lugar a dudas, entró en conflicto territorial con comunidades reproductivas de otras especies. La primera con la que entraría en conflicto sería la Neandertal, que llevaba unos 200.000 años habitando el continente europeo, y que habría evolucionado a partir de otros homínidos autóctonos, como el Homo heidelbergensis. La brusca desaparición del neandertal (la teoría de la "extinción por cambio climático" es muy endeble por el hecho de que en el pasado el neandertal ya había sobrevivido a un cambio climático —el interglaciar de Riss-Würm— y que se "extinguió" en plena edad de hielo, aproximadamente 16 milenios antes de la desglaciación) sugiere que ambas especies mantuvieron un pulso (algo completamente normal en la Naturaleza cuando dos grupos distintos compiten por el mismo territorio) en el que finalmente acabaría triunfando el cromañón. Sin ninguna duda, hubo mezclas puntuales en Europa entre cromañones y neandertales (no nos referimos a las mezclas de Próximo Oriente que están ya demostradas genéticamente), ya que se han identificado cráneos híbridos, a medio camino entre ambos. En cualquier caso, es posible que en la formación de la raza nórdico-blanca haya habido una leve aportación genética de la raza neandertal europea.
Las luchas del cromañón no terminaron con la desaparición del neandertal, ya que está probado por restos de ADN mitocondrial que también entraron en Europa otras razas, concretamente la khoisánida y la cónguida. Las estatuillas de Venus con esteatopigia (una deformación muy común en ciertas etnias africanas khoisanizadas) atestiguan tal presencia, así como algunas pinturas rupestres muy similares a las encontradas en el África khoisánida. La parte cónguida es visible en ciertos cráneos innegablemente conguizados (influencia negroide) encontrados en Italia y el sur de Francia, como por ejemplo el hombre de Grimaldi.
Aunque indudablemente hubo casos de mezcla, el hecho de que hayan llegado individuos nordico-blancos puros hasta nuestros días implica que hubo clanes enteros que se conservaron libres de influencias genéticas extranjeras —hay que tener en cuenta que el Paleolítico debió ser la era más racista y etnocéntrica de la historia de la humanidad.
La adquisición de los rasgos nórdicos fue muy rápida. Posibles causas de esta evolución acelerada
Los genetistas creen que para desarrollar los rasgos fenotípicos propios de las razas nórdicas, hubieran sido necesarios 850.000 años de aislamiento y evolución segregada. Existen varias posibles explicaciones a este fenómeno inaudito de "aceleración evolutiva":
a) Estos ochocientos mil años fueron saltados y concentrados en el tiempo gracias a que, entre los antepasados de los nordico-blancos, reinaba una estricta auto-selección consciente que buscaba deliberadamente aupar a la multiplicación sólo las cualidades que les interesaba obtener para las generaciones futuras. Las razas nórdicas pudieron tener líderes que velaron por la calidad de la estirpe y la sometieron a un estricto régimen evolutivo ascendente de forma parecida a como hacen los ganaderos con sus rebaños, además de que las mismas comunidades estarían fuertemente concienciadas en cuanto a su papel evolutivo.
b) Una gran relevancia de la selección sexual (aparte de los consabidos rigores del clima ártico que entrarían en la categoría de selección natural, y que por sí mismos no bastan para explicar la rapidísima evolución de las razas nórdicas). Aun así se antoja muy difícil que las razas nórdicas hayan surgido por obra del azar y del libre albedrío: parece más bien obra de una "evolución dirigida".
c) Los antepasados de las razas nórdicas adquirieron sus rasgos debido al cruce con una raza desconocida. Por ejemplo, es posible que el nordico-blanco puro moderno tenga, en su origen, parte de contribución genética de una raza neandertal europea, mientras que el nordico-rojo puede tener algo que ver con el hombre de Denisova, que habitó un territorio cercano al suyo.
d) La presencia de "virus benignos" en la comunidad reproductiva. Un virus es sencillamente un agente infeccioso (se duda en si llamarlos seres vivos) con una interesante forma geométrica y que, a pesar de tener ADN propio, no tiene la autonomía ni los medios para hacer copias del mismo y por tanto para reproducirse. Por ello, necesita entrar en organismos ajenos para utilizar su "maquinaria" de replicación celular. Después, puede inyectar su ADN en porciones del genoma del anfitrión y, al contagiarse a otro individuo, hacer lo mismo en su cuerpo. El virus mismo puede ir mutando y evolucionando a través de todos estos procesos, según va tomando porciones distintas del genoma de anfitriones distintos. Aquí es necesario recordar que en la Naturaleza hay millones de virus y que la mayoría de seres vivos son portadores de diversos virus totalmente inofensivos para ellos, y cuyo papel es desconocido porque la ciencia no les ha prestado mucha atención. Que un virus se vuelva contra su anfitrión matándolo es una anomalía de la Naturaleza, ya que el primer perjudicado es el virus mismo, que se queda sin el sustento genético necesario para su supervivencia y reproducción. La mayoría de los virus son, si no benévolos, totalmente neutros, y se dedican a transportar y transformar ADN de un lado a otro. Hoy parece claro que los virus son un importante medio de transferencia genética horizontal, y que aumentan enormemente la diversidad genética —produciendo un amplísimo abanico de cambios sobre los cuales actuaría posteriormente la selección natural para dejar con vida sólo los caracteres ventajosos. Sin embargo, el papel más importante de los virus es más bien forzar a sus portadores a desarrollar adaptaciones genéticas a él. En una comunidad reproductiva sometida a una selección natural despiadada y portadora de cierto virus, moriría todo aquel que no fuese capaz de desarrollar mecanismos de resistencia a la infección vírica —en una frase, los alelos (variantes de un mismo gen) ventajosos para combatir una infección determinada, son promovidos gracias a la selección natural. En adelante, los que sobrevivan serán todos portadores del virus que se han adaptado a su presencia, por lo que, en la práctica, el virus ha mejorado la adaptación de una comunidad reproductiva al medio, llevándose por delante a los que no estaban a la altura de las circunstancias y convirtiéndose en otro de esos virus "inofensivos" (solo para la comunidad) pero con un importante papel evolutivo en el pasado. El "racismo instintivo", o fobia al contacto físico con otras comunidades reproductivas, puede venir motivado evolutivamente por el miedo intuitivo a contagiarse de otros virus tribales a los cuales no se está adaptado. No hay que olvidar que todos los gestos de compartir piel y aliento, desde una palmadita en la espalda hasta el coito (pasando por apretones de manos, abrazos, besos, caricias, etc.), son potenciales métodos de intercambio de virus y por tanto de material genético en mayor o menor medida. De hecho, si resulta que los virus tenían un papel importante en la evolución humana, podemos imaginarnos la catástrofe que supuso mezclar "virus tribales" propiciadores de adaptaciones opuestas (glacial vs. tropical o desértica por ejemplo) a base de mantener contacto físico habitual con otras comunidades reproductivas.e) Otra cosa que para algunos se llega a subestimar en la evolución humana es la cuestión espiritual y la voluntad a nivel de comunidad popular, a lo largo de generaciones enteras, pero no hay evidencia para demostrarlo.
f) Una combinación de todos o varios de los puntos anteriores.
Implicaciones de la desglaciación
Sabemos que hace unos 12.000 años, terminó la edad de hielo, el Pleistoceno dejó paso al Holoceno y el Paleolítico dejó paso al Mesolítico. Sin embargo, el deshielo no tuvo como único efecto el desplazamiento de los NB a latitudes más septentrionales, sino que propició toda una serie de cambios que presagiaban la llegada de la civilización.
Para empezar, el cambio climático sacó a los nordico-blancos del entorno para el cual estaban adaptados. Aunque se desplazaron hacia el norte de Europa, ya no volvería a ser ese paisaje de estepas, tundras y llanuras gélidas que habían conocido, sino que se trataría ya de una zona densamente boscosa, de temperaturas más suaves. La fauna, asimismo, cambió: se extinguieron los mamuts y la megafauna fue sustituida por una fauna más pequeña (ciervos, jabalíes, liebres, etc.) y con una capa de grasa muy modesta. Asimismo, con la sustitución del hielo por bosques boreales, aumentó enormemente la oferta de productos de origen vegetal. Ello implica que a su vez aumentó el papel de la recolección (asociado a la mujer) y disminuyó el prestigio y la dependencia de la caza (asociada al hombre). La combinación de cambio climático, cambio alimenticio y estilo de vida tuvo que tener un pronunciado efecto metabólico y también psicológico. Esto puso punto final al durísimo mundo paleolítico, aumentó la feminización social y predispuso a las comunidades a la llegada de formas herbívoras y masificadas de vida social.
A pesar de este proceso, la caza se mantuvo hasta hace bien poco como tradición en el seno de las élites sociales. El historial posterior de las tribus indoeuropeas (muy notable el caso relativamente reciente de los vikingos), así como la omnipresencia de divinidades cazadoras, demuestra que la depredación aun estaba firmemente arraigada en la psique de estas etnias.
Crítica
Los hombres del Paleolítico y Mesolítico eran cromagnones de gran tamaño y con huesos fuertes debido a su adaptación a las temperaturas extremadamente frías de la Edad de Hielo. Se ha argumentado que el espécimen presentado nunca habría podido sobrevivir a las temperaturas glaciales de la Edad de Hielo debido a su anatomía grácil. Pero hay que recordar que según la teoría, el nórdido blanco se trataría de una mutación muy posterior al cromagnon.
Se señala también que el espécimen es leptomorfo y leptoprosopo (índice facial largo), y que no hay evidencias de cráneos leptomorfos y leptoprosopos en Europa sino hasta el Neolítico. Se argumenta que estas características habrían sido llevadas por individuos aurignácidos de Oriente Medio y África del Norte sólo durante las migraciones neolíticas, miles de años más tarde.
Sin embargo, el Homo sapiens del yacimiento arqueológico de Combe-Capelle al sur de Francia tiene rasgos leptomórficos aurignácidos y se ha fechado en el 7500 AEC en el período epipaleolítico, es decir, hace unos 9500 años. De hecho, 'Auriñaciense' es el nombre de una cultura arqueológica del Paleolítico Superior asociada a una parte de los hallazgos del Hombre de Cromagnon.