Admiral Graf Spee

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Admiral Graf Spee

El Admiral Graf Spee fue un crucero pesado clase Deutschland —también llamado acorazado de bolsillo— que sirvió en la Kriegsmarine del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. El barco fue nombrado en honor del almirante Maximilian von Spee, comandante del Escuadrón de Asia Oriental que luchó en las batallas de Coronel y de las Islas Malvinas durante la Primera Guerra Mundial. Fue puesto en grada en el astillero Reichsmarinewerft de Wilhelmshaven en octubre de 1932 y completado en enero de 1936. El crucero se atenía, nominalmente, a las 10 000 toneladas máximo que imponía el Tratado de Versalles, aunque con un desplazamiento a plena carga de 16020 toneladas, lo superaba ampliamente. Armado con seis cañones de 280 mm en dos torretas triples, el Admiral Graf Spee y sus buques gemelos fueron diseñados para vencer a cualquier crucero que fuera lo suficientemente rápido para capturarlos. Su velocidad máxima de 28 nudos (52 km/h) dejaba sólo a un puñado de naves francesas y británicas lo suficientemente rápidas y poderosas para darles alcance y hundirlos.

El crucero llevó a cabo cinco patrullas de no intervención durante la Guerra Civil Española entre 1936 y 1938, y participó en la coronación del Rey Jorge VI del Reino Unido en mayo de 1937. El Admiral Graf Spee fue desplegado al Atlántico Sur en las semanas previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial para estar colocado en las líneas de los buques mercantes cuando estallara el conflicto. Entre septiembre y diciembre de 1939 el crucero hundió nueve barcos que totalizaban 50.089 t de arqueo, antes de ser enfrentado por tres cruceros británicos en la Batalla del Río de la Plata el 13 de diciembre. El Graf Spee causó graves daños a las naves británicas, pero los desperfectos que sufrió le obligaron a hacer escala en el puerto de Montevideo. Convencido por falsos informes sobre la aproximación a su nave de numerosas fuerzas británicas, el comandante del crucero, Hans Langsdorff, ordenó echarlo a pique. Sus restos fueron parcialmente desguazados in situ, aunque parte del barco permanece hoy visible sobre la superficie del agua.

Historia

Después de ser comisionado en 1936, el Admiral Graf Spee prestó servicio como buque insignia hasta 1938, llevando a cabo tareas de control marino internacional en las costas españolas durante la Guerra Civil Española (Bombardeo de Málaga). Ya desde antes de la Campaña de Polonia en septiembre de 1939, se habían hecho planes para desplegar los acorazados de bolsillo en el océano Atlántico.

Comienzo de la campaña

El 21 de agosto de 1939, lunes, el acorazado Admiral Graf Spee zarpó del puerto de Wilhelmshaven para dirigirse hacia el Nordeste, al mando de su comandante, Hans Langsdorff (capitán del barco desde noviembre de 1938). Muy pocos notaron su ausencia y el hecho escapó a la inteligencia británica.

El 1 de septiembre de 1939, en algún lugar al noroeste del Cabo de Buena Esperanza, su capitán rompió el sello de las órdenes en secreto para este navío y se enteró de su misión.

Su misión consistía en actuar en el Atlántico sur. Apoyado por su buque de abastecimiento, el petrolero Altmark, sus órdenes eran hundir buques mercantes británicos sin entrar en combate con fuerzas enemigas considerables, amenazando de esta forma vitales líneas de suministro aliadas y distrayendo unidades navales británicas de sus bases en otras partes del mundo:

1. Su primera misión consiste en alcanzar el Atlántico sin dejarse ver, evitando a tiempo todo buque que pudiera aparecer en el horizonte. Observará usted la misma actitud, incluso después de una posible rotura de hostilidades entre Inglaterra y Alemania, en tanto no reciba usted un telegrama ordenándole que comience sus operaciones.
2. Su misión consistirá, a partir de entonces, en destruir por todos los medios los buques que aseguran el abastecimiento del enemigo. Evitará usted todavía, en la medida de lo posible, entrar en contacto con navíos militares adversarios. Aunque éstos últimos sean inferiores a usted en potencia, no los atacará más que en caso de que sea indispensable para proseguir su misión principal: la destrucción del comercio.
3. Cambiando frecuentemente de zona de operaciones, sembrará usted la inquietud en el campo enemigo, dificultando, por consiguiente, la navegación, aunque no obtenga ningún resultado directo. Acrecentará usted tal inquietud trasladándose en ciertos momentos a regiones más alejadas…
Orden del Mando naval alemán, Berlín, 1939

Como la guerra no había sido declarada aún, a nadie llamó la atención la salida del acorazado. Sin embargo, pasados algunos días, dado que no se detectó que hubiese entrado en ningún puerto ni anclado en alguna rada, comenzaron a preguntarse el destino de la nave. El Almirantazgo británico recibió un despacho que decía: “Uno o dos acorazados han abandonado los puertos alemanes y no han podido ser localizados después en ninguna parte”.

El Alto Mando dispuso numerosas unidades de la Home Fleet para apostarse en los pasos entre Groenlandia, Islandia, las Shetland y las Orcadas, con la orden de abrir bien los ojos. Sin embargo, montaron guardia inútilmente, pues ninguno avistó a ningún buque de guerra extranjero. El Admiral Graf Spee y el Deutschland habían franqueado el paso y se desvanecieron en la inmensidad del océano.

Acorazado alemán en acción

Se inició la guerra y se desconocía el paradero del acorazado desaparecido. No se supo de él hasta el 30 de septiembre de 1939, cuando dos botes de salvamento alcanzaron las costas brasileñas en las proximidades de Pernambuco. Sus ocupantes refirieron que su navío, el Clement, mercante de 5.051 toneladas, había sido inspeccionado y hundido por “un gran navío de guerra alemán”.

La noticia confirmó los temores de Londres. Un acorazado alemán hacía peligrosa la navegación en el Atlántico Sur. Más tarde, un segundo mercante inglés fue hundido, esta vez en la ruta del Atlántico norte. Causó zozobra e inquietud la presencia de la nave en tan corto tiempo en dos puntos extremos del océano. La incertidumbre creció más cuando se supo que tres buques de carga, el Ashley (4229 toneladas), el Newton Beach (4661 toneladas) y el Huntsman (8300 toneladas) habían desaparecido sin dejar rastro frente a la costa africana, entre El Cabo (Sudáfrica) y Freetown (Sierra Leona). Era evidente que no era un solo acorazado el que actuaba.

Fue necesario destacar una escuadra de vigilancia en desmedro de la flota inglesa. En total se movilizaron para esta tarea no menos de 23 navíos: cuatro acorazados, catorce cruceros y cinco portaaviones.

En noviembre de 1939, el Admiral Graf Spee apareció en el Océano Índico, hundiendo un pequeño petrolero frente a la costa de África oriental y retornó al Atlántico sur por el Cabo de Buena Esperanza, a considerable distancia de tierra. En la ruta de El Cabo a Freetown, hundió tres buques en muy poco tiempo. Pero la buena estrella del corsario alemán se torció cuando el Doric Star siguió transmitiendo, pese a las amenazas, y comunicó las coordenadas del encuentro. El 4 de diciembre se encontró con su buque de abastecimiento, el Altmark. Desde el 3 de septiembre, el Graf Spee había causado pérdidas al transporte marítimo británico con un total de 50 000 toneladas hundidas. Como quiera que estuviera navegando desde el 21 de agosto y las máquinas no habían cesado de funcionar, el comandante Hans Langsdorff pensó en el retorno a Alemania para poner a punto sus máquinas.

Entre septiembre y diciembre de 1939, el Admiral Graf Spee había hundido nueve buques mercantes en el Atlántico sur y el océano Índico. El capitán del Admiral Graf Spee se adhirió estrictamente a las reglas militares relativas al ataque a mercantes, poniendo a salvo a la totalidad de la tripulación de los barcos atacados. No se perdió ninguna vida en ninguno de los hundimientos. La mayor parte de las tripulaciones de los barcos fueron transferidas a su buque de apoyo, el petrolero Altmark. Más tarde, 299 miembros de las tripulaciones de los buques mercantes atacados fueron liberados por la fuerza en las aguas territoriales de Noruega, entonces neutral, por el destructor británico HMS Cossack (en lo que se conoce como el incidente del Altmark).

Cabe destacar que los prisioneros fueron tratados con bastante consideración por parte del capitán Hans Langsdorff, y más tarde estos mismos devolvieron las atenciones cuando desembarcaron en Montevideo acompañando a los restos de los caídos en combate en el cortejo fúnebre.

La cacería

Como resultado de la transmisión del mensaje del Doric Star, cayeron sobre el punto donde fue atacado dos de las nueve escuadras británicas: el Grupo H, formado por los cruceros pesados Sussex y Shropshire, y, sobre todo, el Grupo K con el crucero de batalla Renown y el portaaviones Ark Royal. Por fortuna para él, el Admiral Graf Spee había abandonado la zona del ataque.

Sin embargo, el comandante Langsdorff se equivocaba cuando supuso que todos los buques confluirían en la zona del ataque. El comodoro Harwood, jefe del Grupo G, no pensó en absoluto apartar sus naves de la zona asignada; lo conformaban los cuatro cruceros Cumberland, Exeter, Ajax y Achilles, fondeados ante el río de la Plata. Antes de poner en práctica su pensado retorno a Alemania, decidió atacar el comercio británico que hacía la ruta de América del Sur.

La víspera del 13 de diciembre, el Admiral Graf Spee se aproximó a 150 millas de la costa brasileña, poniendo a continuación proa al sudoeste para alejarse de ella a velocidad de crucero. Se proponía cortar la ruta de los buques comerciales que alcanzaban Buenos Aires y Montevideo desde el nordeste y el este. Hacía media hora que había amanecido cuando el vigía del acorazado alemán alertó: "¡Remates de mástiles a proa!".

Batalla del Río de La Plata

(Artículo principal: Batalla del Río de la Plata)

En la mañana de aquel día de diciembre de 1939, el Graf Spee estaba a unos 500 kilómetros de la costa frente al estuario del Río de la Plata. Los vigías oteaban el horizonte desde la amanecida y uno de ellos dio alarma de mástiles en el horizonte. El Graf Spee estaba camuflado con ondas blancas en sus líneas de aguas y un esquema de camuflaje para simular un crucero inglés.

El comandante de guardia, sorprendido de ver mástiles y no humo, ordenó despertar al capitán. El vigía creyó avistar un crucero y dos destructores. El comandante Langsdorff ordenó zafarrancho de combate y a cubrir puestos de combate; creía tener a la vista la avanzada de protección de un convoy. Como el Graf Spee era superior a esas naves y el objetivo estaba acorde con las directivas dadas, decidió combatir, para luego hundir el convoy. Pronto Langsdorff descubrió su error: el pretendido crucero era un buque de 10.000 toneladas, inferior al acorazado alemán únicamente en el calibre de su artillería: seis piezas de 203 mm contra otras tantas de 280 mm. Los otros dos navíos, que habían sido tomados por destructores, eran cruceros ligeros que disponían entre ambos de dieciséis cañones de 152 mm. Se trataba de la fuerza naval del comodoro Harwood y los tres buques eran los cruceros Exeter, Ajax y Achilles. Harwood decidió dividir sus fuerzas para atacar al acorazado alemán desde diversos puntos y dispersar los fuegos del mismo.

Langsdorff decidió aplastar a sus adversarios uno a uno y concentró sus fuegos sobre el más poderoso y peligroso de ellos: el crucero pesado Exeter. A las 06:16 fueron disparados los primeros cañonazos desde los montajes triples de 280 mm del Admiral Graf Spee, y tres minutos después fueron contestados por el Exeter. La distancia se había acortado sensiblemente y no rebasaba los 15.000 m. Las dos naves intercambiaban un rápido y nutrido fuego. El Exeter fue tocado, lo cual fue advertido por el Admiral Graf Spee gracias a las llamas y la densa humareda que salía de él. Algunos proyectiles del Exeter también habían alcanzado al acorazado alemán. El primero destruyó completamente la cocina, así como la red de agua potable de la nave. Otros dieron en el compartimiento de torpedos, averiaron el puesto de dirección de tiro antiaéreo y demolieron algunos camarotes. Hubo muertos y heridos. Pero los daños en el Admiral Graf Spee eran mínimos comparados con el infierno desencadenado en el Exeter. En menos de una hora recibió más de cien proyectiles. Cinco de sus seis piezas fueron silenciadas.

El comodoro Harwood, que había efectuado una vasta maniobra con el Ajax y el Achilles, se acercó a toda velocidad para participar en el combate y socorrer a su buque en peligro. La primera salva que realizó impactó en el Admiral Graf Spee, destruyendo una pieza de 150 mm y matando a todo su personal. A pesar de la superioridad de fuego del acorazado alemán, los dos cruceros ligeros ingleses acribillaron al acorazado. Langsdorff decidió concentrar su fuego sobre los cruceros ligeros Ajax y Achilles, que no se encontraban a más de 8.000 m. Otro disparo del acorazado dio de lleno en las dos torres de popa del Achilles; las cuatro piezas de 152 mm fueron silenciadas. Finalmente, los cruceros británicos se apartaron. En este instante, Langsdorff tenía el combate en sus manos, pero debido a falta de información efectiva sobre sus resultados, la cantidad de bajas y pensando que estas unidades eran una avanzada de otras mayores, decidió no acabar con los sobrevivientes y se envolvió en humo y se alejó a toda máquina hacía la costa.

Luego de salir del alcance de los poderosos cañones de 280 mm del acorazado, el comodoro Harwood decidió seguir al acorazado, tratando de no perderlo de vista.

La trampa de Montevideo

Los resultados del combate para el Graf Spee fueron 56 muertos y 20 impactos; los daños eran relativamente menores, pero habían mermado su provisión de municiones. Fue entonces cuando el acorazado alemán se dirigió hacia el Río de la Plata y entró al Puerto de Montevideo (Uruguay). El gobierno uruguayo, de acuerdo con los usos marítimos de tiempo de guerra le concedió un plazo de estancia y refugio en puerto de 72 horas, que debía emplear para la reparación de la nave con sus propios medios o la internación al término de la misma.

El Almirantazgo británico se convenció de que la fuerza de Harwood no podría impedir que el acorazado se abriera paso hacia el océano y decidió reemplazar al Exeter por el pesado Cumberland. Sin embargo, como se hallaba en las Islas Malvinas, aunque navegase a toda velocidad no podría ganar la embocadura del Río de la Plata antes del 17 de diciembre, es decir, tres días más tarde. La fuerza compuesta por el Renown y el Ark Royal, muy superior al Admiral Graf Spee, se encontraba a la altura de Pernambuco, 2.500 millas al norte, y antes de llegar a la desembocadura del Río de la Plata tenía que reabastecerse de combustible, por lo que su intervención antes de una semana, estaba descartada.

Por tanto, la diplomacia y los servicios secretos ingleses entraron a conjugar un sesudo plan para engañar a los alemanes respecto de su situación.

Las maniobras diplomáticas

La delegación diplomática británica en Montevideo realizó una compleja y consistente labor de desinformación respecto de las fuerzas navales británicas apostadas en la salida del estuario del Río de La Plata e hizo circular falsos rumores, amenazas e intimidaciones. De tal modo, se emitieron falsos comunicados entre fuerzas inglesas inexistentes a la salida del estuario, que llevaron a Langsdorff a tomar decisiones.

En el puerto de Montevideo, por otro lado, las reparaciones del Admiral Graf Spee fueron saboteadas, retrasando ex profeso las mismas, con el fin de retener en puerto a la nave de guerra alemana el mayor tiempo posible, hasta la llegada de los navíos británicos que ya estaban en camino, o incluso logrando su internamiento al cumplirse el plazo dado por el gobierno uruguayo.

Durante el tiempo que permaneció en puerto, los miembros de la tripulación muertos fueron enterrados en el cementerio de Montevideo. En el funeral, el capitán Hans Langsdorff usó el saludo naval, en tanto que el resto de asistentes hicieron el saludo fascista. Los prisioneros desembarcados del Graf Spee acompañaron voluntariamente a los caídos en el cortejo fúnebre hacia el cementerio.

El hundimiento

El Alto Mando Naval alemán, a cargo del gran almirante Erich Raeder, evaluaba la situación de Montevideo a la luz de los informes del capitán Hans Langsdorff y los informes de inteligencia. Langsdorff envió un telegrama, en donde concluía:

Me propongo avanzar hasta el límite de las aguas jurisdiccionales. Si es posible abrirme paso hacia Buenos Aires, librar combate con el resto de mis municiones. Para el caso de que tal tentativa condujera a la destrucción cierta del Graf Spee sin proporcionarle la oportunidad de causar daños al enemigo, pregunto si ha de hundirse el navío en el estuario del Plata, aunque los fondos en él son insuficientes, o bien debe permitirse su internamiento, Comandante Graf Spee.

La respuesta de Raeder dejaba prácticamente en completa libertad de acción al comandante del Admiral Graf Spee, salvo en lo referente a la internación en Montevideo. La última frase decía:

Procure que la destrucción sea total si se ve usted obligado a hundir su barco. Raeder”
Orden del almirante Erich Raeder al capitán de navío Hans Langsdorff, comandante del "Graf Spee"

El 17 de diciembre, el Admiral Graf Spee zarpó poco después de las 18:00, apenas dos horas antes de que expirase el plazo acordado por el gobierno del Uruguay. El buque avanzó lentamente por el estrecho canal en dirección a alta mar. Ahí le aguardaban las naves británicas. Los espectadores del muelle de Montevideo esperaban asistir -de lejos, desde luego- al raro espectáculo de un combate naval. Tras la estela del acorazado marchaba el transporte alemán Tacoma, refugiado en el puerto uruguayo desde el comienzo de las hostilidades. Ambas naves pararon máquinas a unas cinco millas de la costa.

Aparecieron dos remolcadores que provenían de Buenos Aires y una serie de embarcaciones menores que iban y venían del acorazado al transporte, transportando a la tripulación, de más de 1.000 hombres. Más de medio millar de tripulantes fueron trasladados a Buenos Aires y parte a Montevideo y en enero de 1940 se estableció su internación en la ciudad. Tanto en Buenos Aires como en Montevideo, unos 200 oficiales fueron dejados en libertad y se fugaron a Alemania, donde reingresaron en la Marina Alemana, mientras que los marineros fueron internados en cuarteles militares. La imposibilidad de asegurar su residencia en Montevideo motivó que el Poder Ejecutivo en 1942, efectivizado en 1943, dispusiera el traslado a Sarandí del Yí (al Cuartel del Paso del Rey) de 96 marineros de la tripulación del "Graf Spee" y del "Tacoma", también buque alemán; designándose a efectivos de la Región Militar II para vigilarlos. Allí permanecieron hasta su traslado a Montevideo y repatriación a Alemania en 1946. Numerosos objetos pertenecientes al Graf Spee se encuentran en el museo del Cuartel Paso del Rey en Sarandí del Yí, en el Departamento de Durazno en Uruguay.

Luego, a las 19:55, una enorme columna de llamas brotó repentinamente del Admiral Graf Spee. Al cabo de unos instantes se escuchó una fuerte explosión. El Graf Spee había explotado: los alemanes habían hundido su buque.

De acuerdo a las instrucciones de Raeder en su última comunicación a Langsdorff, el buque había sido destruido completamente. Previamente el capitán de navío Hans Langsdorff había preparado cuidadosamente el paso de su tripulación a Buenos Aires, donde iba a ser internada. El 19 de diciembre volvió a dirigirse a sus hombres y terminó diciendo:

La opinión pública discutirá seguramente durante mucho tiempo a fin de averiguar si estábamos equivocados o teníamos razón de destruir nuestro buque, si no hubiera sido más heroico ofrecer de nuevo combate al enemigo y que éste acabara con la muerte de los marinos. Lo habríamos hecho sin murmurar una sola palabra y con alegría. Por mi parte facilitaré la prueba de que eso no ha ocurrido por falta de valor personal
Discurso del capitán de navío Hans Langsdorff a su tripulación antes del hundimiento del "Graf Spee"

Los hombres del Admiral Graf Spee no comprendieron sus palabras hasta el día siguiente, 20 de diciembre, en que se encontró al capitán de navío Hans Langsdorff muerto en su habitación del Hotel de Inmigrantes en Buenos Aires. Se había envuelto en la bandera alemana y suicidado de un tiro de pistola en la cabeza. Con anterioridad había escrito una carta, dirigida al embajador de Alemania en Buenos Aires, que dice:

Excelencia: Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo. Estoy convencido de que, en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la trampa de Montevideo. En efecto, toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que me quedaban. Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podía hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes de exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo, después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruir su material y hundirlo... Desde un principio he aceptado afrontar las consecuencias que implicaba mi resolución. Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío... Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer.

Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente, para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.

Capitán de navío Langsdorff

Comandante del acorazado Admiral Graf Spee
Carta escrita por el capitán de navío Hans Langsdorff, antes de su suicidio, dirigida al Embajador alemán en Buenos Aires, Argentina

Los marinos alemanes fueron internados y pocos fueron los que escaparon y volvieron a su patria en guerra, la mayoría fueron poco a poco asimilándose a la comunidad casándose con argentinas o uruguayas y dejando una amplia descendencia.

En el año 1943 un grupo de 350 marinos integrantes de la tripulación del acorazado Admiral Graf Spee fueron enviados por la Marina Argentina al ex Club Hotel para su internamiento bajo la vigilancia del Regimiento V de Infantería Argentina. Este período se prolongó durante 2 años, hasta mediados de 1945.

El Graf Spee en la actualidad

En 1997, uno de los cañones secundarios del Admiral Graf Spee de 105 mm fue rescatado, reparado y está expuesto en la actualidad en un predio del Museo Naval de Uruguay en Montevideo.

En febrero de 2004, un equipo de rescate uruguayo dirigido por el investigador Héctor Bado y asesorado por el doctor en arqueología de la Universidad de Oxford Mensun Bound, empezó a trabajar en el pecio del Admiral Graf Spee. La operación es financiada parcialmente por el gobierno uruguayo (junto con una serie de empresas, alguna de ellas alemana), puesto que el pecio, hundido en el fango a apenas 8 metros de profundidad, constituye un peligro para la navegación. El 25 de febrero de ese año se extrajo la primera pieza de tamaño significativo, el dispositivo de puntería del buque: el telémetro de cofa de 27 toneladas. El pecio está en una sola pieza hundido profundamente en el barro, se ha estudiado rescatarlo mediante el sistema de piscina.

El equipo de rescate maneja desde hace tiempo la idea de reflotar el barco, una empresa cuyo coste se estima en unos 24 millones de euros.

Muchos veteranos alemanes no aprueban este intento de reflotamiento, ya que consideran que el pecio es una tumba marina (no hubo marinos que se hundieron con él) y un monumento histórico submarino que debe ser respetado. Uno de ellos, Hans Eupel, antiguo mecánico especialista en torpedos, con 87 años en 2005, añadió que el intento "... era una locura, demasiado caro y sin sentido. También es peligroso, ya que una de las tres cargas explosivas que colocamos no explotó". Se dice que los rumores de explosivos activos esparcidos por los sobrevivientes son una forma de frenar la extracción del pecio.

El 10 de febrero de 2006, el gran águila emblemática de bronce (400 kg de peso, dos metros de altura por 2,6 de longitud) con una corona de roble enmarcando una esvástica en sus garras que adornaba la popa del Admiral Graf Spee fue recobrada. Se expuso, hasta que se decidiera su destino en el hotel Palladium de Montevideo. Según la ley uruguaya, la mitad de los beneficios obtenidos de su rescate pertenecen al Estado uruguayo y el resto al equipo de rescate. No obstante, el Estado uruguayo puede impedir su salida del país si la considera parte del patrimonio nacional.

Comandantes

Enlaces externos

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