Carlos J. Caballero

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Carlos José Caballero Lescano (3 de septiembre de 1917, Córdoba, Argentina - 1 de octubre de 1981, Córdoba, Argentina) fue un jurista, político y diplomático argentino que gobernó la provincia de Córdoba entre 1967 y 1969. Provenía de las filas del nacionalismo católico y, durante su mandato, intentó desarrollar un sistema de gobierno corporativo.

Trayectoria

Caballero estudió abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba. Allí lo conoció a Clemente Villada Achával, un docente que influyó mucho en su formación. Profundo conocedor de la Doctrina Social de la Iglesia, se especializó en el área del derecho laboral.

Durante su juventud estuvo vinculado a la Unión Nacional Fascista que dirigía el filósofo Nimio de Anquín.

Entre 1950 y 1956 fue juez del fuero civil y del fuero laboral en su ciudad natal. Cuando se produjo el derrocamiento de Perón en 1955, integró un comando de ciudadanos que le brindó apoyo logístico a los militares que se sublevaron contra el presidente. A raíz de ello su mentor Villada Achával lo sumó a su equipo de intelectuales y académicos que asesorarían al presidente Eduardo Lonardi.

Caballero trabajó como docente en diversos colegios secundarios cordobeses y en la Escuela Militar de Aviación, donde tuvo como colegas a Edmundo Gelonch Villarino, José María Fragueiro y Belisario Tello. También dictó clases en la Universidad Católica de Córdoba.

A principios de la década de 1960 se unió a la rama local de la Ciudad Católica, llegando a publicar algunos artículos en Verbo, la revista de la organización. Cercano a Juan Francisco Guevara, lo acompañó en la creación del Movimiento Nacional Comunitario. También fue miembro del Ateneo de la República que fundasen Mario Amadeo y Máximo Etchecopar.

En 1966, cuando se inicia la Revolución Argentina, el presidente Juan Carlos Onganía lo convoca para asumir la titularidad del Ministerio del Interior, admirado por su fervor anticomunista y por su fiel compromiso cristiano; sin embargo el jurista terminó por declinar el cargo. Luego ocuparía la presidencia Superior Tribunal de Justicia de su provincia.

Gobernación de Córdoba

Antecesores

A fines de junio de 1966 el General Gustavo Martínez Zuviría ocupó la gobernación de Córdoba, cediéndole su cargo un mes después al abogado Miguel Ángel Ferrer Deheza. La idea de la Revolución Argentina era salvar al país de su decadencia despartidocratizando al Estado. Ferrer Deheza asumió su puesto anunciando que llegaba a imponer el orden, rescatar las tradiciones y evitar el naufragio social.

Una de las cosas más importantes que hizo el nuevo gobernador fue crear la Dirección General de Municipalidades con el propósito de fomentar la organización vecinal y la acción comunal, prescindiendo de la politiquería que normalmente divide a la ciudadanía y empantana a las autoridades estatales.

Pese a las innovaciones, Ferrer Deheza no se atrevió a seguir profundizado el modelo de gobierno que había comenzado a implementar, prefiriendo aliarse con los sectores liberales que acompañaban a la Revolución Argentina.

Sin embargo, como Onganía tenía mucho interés en desarrollar una propuesta gubernativa diferente a las tradicionales para que sirviese de ejemplo para el resto de las provincias, se decidió en septiembre de 1967 que Ferrer Deheza le cediese su puesto a Caballero, quien estaba totalmente dispuesto a encabezar el experimento que impulsaban las autoridades nacionales.

Corporativismo

Caballero reflotó el proyecto de gobierno corporativo que Carlos Ibarguren intentó implementar en Córdoba durante 1930, adaptándolo obviamente al nuevo escenario social.

Entre su equipo de colaboradores estaban el jurista Luis Martínez Goletti, el ingeniero Enrique Finocchietti y el médico Carlos Consigli, todos destacados profesionales en sus respectivas áreas. El gobernador también contó con el aporte del intelectual católico Eduardo Novillo Saravia, que fue quien rediseñó el sistema corporativo que debía imperar en Córdoba.

El eje del gobierno de Caballero fue la promoción de la participación ciudadana de las fuerzas vivas que componían al pueblo cordobés a través de la inclusión en la toma de decisiones. La idea era crear cuatro grandes corporaciones que debían coincidir como una unidad orgánica bajo la supervisión de los funcionarios del gobierno, con el objetivo de conseguir la cooperación y la convivencia armónica de cada sector social. La primera de dichas corporaciones sería la Asociación de Padres de Familia, la segunda el Congreso de Centros Vecinales, la tercera la Liga de Sectores Intermedios (que reuniría a académicos, militares y eclesiásticos), y la cuarta la Federación de Grupos de Intereses (donde se mezclarían industriales, obreros, campesinos, comerciantes, profesionales liberales, artistas y deportistas).

En 1968 el gobernador creó los Consejos Comunales y los Consejos Regionales para activar el plan corporativista a pequeña y mediana escala, lanzándolo a gran escala recién en 1969 mediante la creación del famoso Consejo Asesor de Gobierno. Las ideas de Caballero tenían en la exitosa gestión de Alberto De Nápoli -el intendente de la localidad bonaerense de Pergamino- a un modelo concreto al cual citar como ejemplo de lo que se pretendía proyectar.

Oposición

Al haber sido disueltos e ilegalizados los partidos políticos, la escoria social argentina se refugió en los sindicatos de obreros y en las agrupaciones de estudiantes universitarios para hacerle frente al gobierno. El problema fue que estas organizaciones estaban infestadas de marxistas buscando agitar a las masas. Se creó así una alianza entre comunistas y peronistas, apoyada por los liberales partidócratas que no comulgaban con las ideas de la Revolución Argentina.

No debe olvidarse tampoco que parte del clero de la Iglesia Católica colaboraba también con la desestabilización del gobierno, ya que en la provincia operaban sacerdotes como Erio Vaudagna, Nelson Dellaferrera y José Gaido que intoxicaban a la gente con sus ideas elaboradas a partir de la teología de la liberación, amparados todos ellos por el polémico Enrique Angelelli -si bien en agosto de 1968 Angelelli fue expulsado de Córdoba, aún así el prelado siguió manteniendo vínculos con los agitadores de la época. El Arzobispo Raúl Primatesta, que se suponía que debía ser el principal apoyo de un hombre promotor del Reinado Social de Cristo como Caballero, mantuvo una prudencial distancia con el gobernador.

La policía trató de controlar a la creciente subversión creando una división especial para combatirla (la cual fue conocida popularmente como la "Brigada Fantasma"). La misma nació con el objetivo de usar canales alternativos a los oficiales para desactivar la penetración comunista. Sin embargo la heterodoxia con la que se manejaban causó escándalo entre los cordobeses, lo que obligó a Caballero a suspender las acciones del comando.

A comienzos de mayo de 1969 las fuerzas subversivas de Córdoba estaban tan organizadas que habían planeado protagonizar una sublevación popular hacia finales de aquel mes. Alertado por la situación, Caballero le solicitó ayuda al Ejército Argentino para que pusiera a sus hombres en las calles y disuadieran así a los revoltosos. Empero el General Alejandro Lanusse, que para ese entonces había entrado en una disputa por el poder contra Onganía, le negó la petición al gobernador. Como consecuencia estalló una revuelta que los historiadores llamarían después "Cordobazo", encabezada por los izquierdistas Agustín Tosco, Elpidio Torres, Atilio López y Carlos Scrimini. La policía no tuvo capacidad para sofocar el caos creado por los facinerosos, por lo que miles de efectivos militares tuvieron que hacerse presentes para restablecer el orden. Los responsables de la represión fueron los generales Eleodoro Sánchez Lahoz, Jorge Carcagno y Alcides López Aufranc.

Dos semanas después de aquel episodio Caballero dimitió de la gobernación de Córdoba ante el temor de que los agitadores profesionales desencadenaran otra rebelión.

Últimos años

Caballero fue designado titular de la Embajada Argentina en Perú en 1970. Permaneció en ese puesto durante un año, antes de retornar a su país.

Para contribuir con la concordia política y la paz social creó la Fundación para la Acción Social y Económica (FASE), un foro de debate abierto a los patriotas que anhelasen conseguir la grandeza de la Argentina.

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