Nimio de Anquín

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Nimio Juan Manuel de Anquín Mercado (12 de agosto de 1896, Córdoba, Argentina - 16 de mayo de 1979, Córdoba, Argentina) fue un filósofo argentino, reconocido a nivel internacional por sus valiosos aportes a su disciplina.

Adherente al nacionalismo católico, feroz crítico del comunismo y del liberalismo, durante la década de 1930 dirigió en su país a un movimiento de corte fascista y posteriormente le dio su apoyo al peronismo.

Vida

Juventud

Hijo de un carpintero, de Anquín estudió en el tradicional Colegio Monserrat de la ciudad de Córdoba. Tras recibirse de bachiller, se inscribió en la universidad local para cursar estudios de derecho, pero luego optó por las ciencias naturales. De todos modos, asqueado por el clima de subversión cultural generado por la Reforma Universitaria de 1918, abandonó sus estudios superiores en 1920 y comenzó a trabajar como redactor en el diario Los Principios.

Hombre de fuerte devoción católica, durante muchos años especuló con la idea de convertirse en un sacerdote, sin embargo terminó por casarse con Eloísa Cabrera, con quien tendría ocho hijos.

Estudios en Europa

En 1926 la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) realizó un concurso de ensayos sobre el problema epistemológico de la filosofía actual, cuyo premio era una beca de dos años para estudiar filosofía en Alemania. De Anquín participó del mismo y obtuvo el máximo reconocimiento junto a Carlos Astrada. En consecuencia al año siguiente se instaló en Hamburgo. Asistió a los seminarios de Ernst Cassirer, Albert Görland y Heinrich Sauer, pero se interesó en la obra de Martin Heidegger y Charles Maurras.

De Anquín llevaba años estudiando el pensamiento de Tomás de Aquino, pero gracias a su estadía en Europa entendió que para influenciar intelectualmente en el presente era fundamental conocer en profundidad a la obra de G. W. F. Hegel.

Al concluir su beca, a de Anquín se le dio la oportunidad de renovarla. Empero el filósofo optó por no hacerlo y regresó a su país.

Militancia en el fascismo argentino

En 1931 ingresó como docente en el Colegio Monserrat. Miembro del cenáculo de intelectuales católicos cordobeses que encabezaba el académico Luis Martínez Villada, participó en 1932 de la creación del Instituto Santo Tomás de Aquino y en 1934 de la del Instituto de Filosofía. Fue también fundador de la revista ARX.

Por esos años se unió al Partido Fascista Argentino, una agrupación integrada en su gran mayoría por inmigrantes italianos y su descendencia, que había roto relaciones con la rama local del Partito Nazionale Fascista con la intención de construir una versión local del fascismo. En 1934, cuando muere Nicolás Vitelli, de Anquín asume la conducción de la rama cordobesa del PFA y decide orientarlo hacia su propia versión del nacionalismo católico, a la cual él llamará "fascismo teocéntrico".

Consciente de la necesidad de formar una gran coalición nacionalista para frenar la avanzada del comunismo, creará en 1935 al Frente de Fuerzas Fascistas, que al año siguiente evolucionará hacia la Unión Nacional Fascista (UNF).

Su prédica a favor de la causa nacional le produjo más de un contratiempo, como la vez que -por orden de Sofanor Novillo Corvalán, el rector de la UNC- fue suspendido de sus cátedras tras plegarse a la protesta por la sanción que Martinez Villada había recibido después de exigir que la casa de altos estudios anulase el homenaje a Juan Bautista Alberdi que había planificado y vindicase en su lugar a la figura de Juan Manuel de Rosas.

La UNF se enfrentó a los conservadores y a los liberales que gobernaban al país en ese entonces, acusándolos de ser títeres de la masonería y de los judíos. Por otra parte a los miembros de la Unión Cívica Radical -especialmente al gobernador cordobés Amadeo Sabattini y a su séquito- los acusaron de facilitar la penetración de los comunistas en el territorio nacional.

Durante ese período de Anquín no descuidó su producción académica, desarrollando una dura crítica al pensamiento moderno y una elogiada reflexión sobre la filosofía aristotélica. A su vez, el filósofo colaboró con publicaciones nacionalistas como Crisol, Nueva Política y Sol y Luna, y con Ortodoxia, la revista oficial de los Cursos de Cultura Católica -sin embargo su vínculo con esa organización se rompió después de que lanzara la sospecha de que el pensamiento de Miguel de Andrea revivía a su modo a la herejía pelagiana.

Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, de Anquín cedió a las presiones y disolvió a la UNF. Poco después viajó a Bolivia con una beca otorgada por la Comisión Nacional de Cultura que presidía Matías Sánchez Sorondo, con el propósito de efectuar una investigación histórica sobre los orígenes de la cultura argentina (nunca se exilió como sostienen algunos autores).

Consagración como intelectual

Convocado por Ramón Doll, participó en 1942 de la creación y organización del Congreso de la Recuperación Nacional.

De Anquín apoyó a la Revolución de 1943. Debido a ello acompañó a Alberto Baldrich cuando éste asumió el cargo de Interventor de la provincia de Tucumán. Allí el filósofo fue designado como Director General de Escuelas y se encargó incluso de escribir la letra de ¡Despertad!, una marcha patriótica que debía funcionar como himno de la provincia norteña. Tres años más tarde se alinearía con las fuerzas que apoyaban la candidatura presidencial del coronel Juan Domingo Perón.

A mediados de la década de 1940 se planteó en la Universidad Nacional de Córdoba la posibilidad de crear la Facultad de Filosofía y Humanidades para diversificar el perfil de la institución, el cual estaba orientado exclusivamente a producir profesionales en las áreas de la abogacía, la medicina y la ingeniería. De Anquín participó del debate, asegurando que una universidad que se preocupase por la excelencia debía poner en su centro a la filosofía. En 1947 finalmente se crea la mentada unidad académica, y de Anquín es designado mediante un decreto presidencial para ocupar diversas cátedras.

El conjunto de su obra le generó reconocimiento a nivel nacional e internacional. En 1949 participó del célebre I° Congreso Nacional de Filosofía en la ciudad de Mendoza. Al año siguiente es nombrado miembro honorario de la Sociedad Española de Filosofía, la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz le otorga un doctorado honoris causa y asiste en el Vaticano como miembro de la delegación argentina a la Proclamación del Dogma de la Santísima e Inmaculada Concepción realizada por Pío XII.

En 1951 participó de la creación del Instituto de Metafísica, dependiente de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Desde 1952 dirigió la revista académica Arkhé. A fines de 1955, cuando ya estaba listo para ser impreso un dossier dedicado al pensamiento de Agustín de Hipona, la publicación fue cancelada por órdenes del gobierno y de Anquín fue expulsado de la universidad, acusado de haber sido un colaborador del peronismo.

Enterado de la situación, el filósofo tomista Charles De Koninck le ofreció a de Anquín la posibilidad de mudarse a Canadá para ser incorporado al plantel docente de la Universidad de Laval, pero el intelectual argentino rechazó la oferta.

Últimos años

Fuera de la Universidad Nacional de Córdoba y del Colegio Monserrat, de Anquín debió arreglárselas por sus propios medios para continuar trabajando y producir sus textos. Enseñó en diversas instituciones católicas de nivel secundario y terciario, dio cursos especiales a sacerdotes de diversas órdenes y congregaciones religiosas, y consiguió modestos contratos con las recientemente creadas Universidad Católica de Córdoba y Universidad Católica de Santa Fe.

La circulación en 1956 de su célebre texto Mito y Política -en el cual ataca a la democracia liberal por ser una de las peores aberraciones creadas por la Revolución Francesa- le valió la censura oficial y hasta una breve detención en dependencias policiales.

En 1964 le escribió una carta al presidente Arturo Illia para solicitarle que se les devuelvan sus cátedras en la UNC, luego de que el mandatario anunciase que las persecuciones contra los partidarios de Perón cesarían. Sin embargo sus demandas no obtuvieron respuesta.

Durante esos años en que estuvo marginado del sistema de educación pública, de Anquín mantuvo su presencia en publicaciones académicas (principalmente españolas e italianas), y contribuyó ocasionalmente con reflexiones personales en revistas como Mayoría, Azul y Blanco, La Hostería Volante y Jauja. En 1964 relanzó la revista Arkhé con financiación privada, la cual circuló hasta 1968 y en la cual incluyó varios textos propios.

Al iniciarse la Revolución Argentina, la UNC fue intervenida y se nombró como rector a Rogelio Nores Martínez. El nuevo rector reincorporó como profesor a de Anquín en 1967. El filósofo trabajó allí hasta 1978, siendo respetado tanto por las autoridades peronistas como por los ideólogos del Proceso de Reorganización Nacional.

Falleció en el Hospital Español de Córdoba durante la madrugada del 16 de mayo de 1979.

Pensamiento

Antropología filosófica

El eje que articula la reflexión anquiniana es su reflexión acerca del hombre. Hay una serie de textos en donde ella se puede apreciar: Antropología de los tres hombres históricos (1951), Presencia de Santo Tomás en el pensamiento contemporáneo (1964) y De las dos inhabitaciones en el hombre (1971).

El filósofo reconoce cinco tipos antropológicos: el hombre griego, el hombre judío, el hombre oriental, el hombre cristiano y el hombre moderno. El primero se vincula al mundo mediante la admiración, el segundo mediante el temor, el tercero mediante la indiferencia, el cuarto mediante el amor y el quinto mediante la dominación. De Anquín ve que entre el hombre griego y el hombre judío no hay ningún tipo de coincidencia, sin embargo postula que el hombre cristiano es una perfecta síntesis de ambos (mientras que el hombre moderno es el resultado de un rejunte de lo descartado de esa síntesis).

Al momento de interpretar la relación entre el hombre y Dios, de Anquín se aleja de la ortodoxia tomista que había promovido desde temprano (llegando a cuestionar la doctrina de la analogía del ser) y termina más bien sosteniendo una postura de cuño hegeliano en la cual el anhelo agapístico del alma cristiana permite generar una suerte de cercanía participativa con Dios, una suerte de comunidad ontológica entre lo mundano y lo divino.

Post-cristianismo

Desde la perspectiva anquiniana, el mundo actual es post-cristiano. La aparición del pensamiento de Hegel, Comte y Marx anunciaron ya en el siglo XIX el fin del eón o periodo cristiano, y, según la opinión del filósofo, su decadencia no podrá ser contenida (opinión contraria a la de Carl Schmitt por ejemplo).

Ante esta situación recomienda la resistencia ontológica, pues al parecer concibe a la historia como un proceso cíclico, y si la humanidad ha alcanzado la síntesis del hombre cristiano, recae entonces sobre cada individuo cristiano la responsabilidad de mantener viva esa conciencia para resurgir en el siguiente eón.

Identidad americana

En el contexto de la Guerra Fría, de Anquín propuso la unidad espiritual y cultural como base de la soberanía e independencia de Hispanoamérica, frente al dominio de los Estados Unidos y la penetración de la URSS. Para lograr esta unidad lo que recomendaba era abandonar la ilusión democrática, por considerarla la causa de la crisis que la región padecía desde hacía décadas.

Para de Anquín el hombre americano se encuentra incorporado en la historia universal, no de una manera extraña y ciertamente inexplicable, sino de un modo arcaico, semejante al del hombre presocrático. Por ende carece de pasado y su meta es el futuro: debe en algún momento dedicarse a construir una tradición, como la que tienen los europeos. De allí que su recomendación es apegarse al catolicismo como matriz cultural continental, y atreverse desde esas coordenadas a explotar la originalidad que brotará de aquellos pensadores que dejen de reproducir métodos, teorías y modelos importados y se dediquen a comprenderlos e interpretarlos en su esencia.

Influencias

De Anquín cultivó muchas amistades y recibió el elogio de pensadores contemporáneos como Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Juan Ramón Sepich, Charles de Koninck y Fritz-Joachim von Rintelen.

A su vez muchos pensadores lo tomaron como un punto de referencia: tal es el caso de Carlos Disandro, Arturo García Astrada, Judith Botti González de Achával, Máximo Chaparro, Alberto Buela, Juan Ignacio Lugli, y hasta hombres de la izquierda peronista como el historiador Fermín Chávez y el sacerdote Ernesto Leyendecker.

Bibliografía

  • Un aspecto de la neoescolástica, nueva forma del realismo inmediato. Córdoba: Editorial Cubas-Madueño, 1926.
  • El problema epistemológico de la filosofía actual. Córdoba: Imprenta de la Universidad de Córdoba, 1927.
  • Antropología de los tres hombres históricos. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 1951.
  • Corto comentario al "Wozu Dichter" de Hölderlin. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 1952.
  • Mito y Política. Córdoba: Ediciones Arkhé, 1956.
  • Ente y Ser. Perspectiva para una filosofía del Ser Naci-Ente. Madrid: Gredos, 1962.
  • Presencia de Santo Tomás en el pensamiento contemporáneo. La Plata: Hostería Volante, 1964.
  • De las dos inhabitaciones en el hombre. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 1971.
  • Escritos políticos. Santa Fe: Instituto Leopoldo Lugones, 1972.

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