Eugenesia nacionalsocialista

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La eugenesia nacionalsocialista consistió en una serie de políticas sociales del Tercer Reich destinados a la mejora de la raza por medio de la eugenesia.

El programa eugenésico, además de incentivar la natalidad de la población sana y aplicar la selección artificial ('eugenesia positiva'), utilizó dos medios de eugenesia negativa que hoy en día, en Occidente (fuertemente influido por la cultura y valores cristianos), se debate su aplicación por cuestiones "éticas", pero que por aquel entonces se encuadraban perfectamente con las políticas y legislación de muchos países. Estos medios fueron:

Tomando como modelo el programa de eugenesia de los Estados Unidos de los años veintes, estas medidas fueron dirigidas a individuos que llevaban una vida indigna de ser vivida (en alemán, Lebensunwertes Leben), incluyendo a los criminales, enfermos mentales, discapacitados físicos, con el fin de eliminar el sufrimiento y la genética defectuosa de la cadena hereditaria.

Dejando a un lado todo el contexto histórico en se llevó a cabo, el cual se omite selectivamente, la propaganda anti alemana presenta actualmente a la eugenesia simplemente como una macabra invención de los nacionalsocialistas.

Antecedentes y contexto histórico

La concientización social para llevar a cabo estos programas médicos, tales como la difusión de su fundamentación científica, comenzó mucho antes del régimen nacionalsocialista. Tanto las leyes de higiene racial (Rassenhygiene) como el programa de eutanasia tienen sus raíces en las organizaciones internacionales y en el movimiento médico internacional a favor de la eugenesia y la eutanasia, así como en las respectivas legislaciones y programas llevados a cabo en varios países, como por ejemplo la esterilización masiva de gente señalada como enfermos hereditarios en países como Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Noruega, Francia, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Islandia y Suiza, durante la primera mitad del siglo XX.

Las primeras legislaciones eugenésicas de esterilización forzada y masiva así como las restricciones legales a la inmigración según criterios médicos raciales se implementaron en los Estados Unidos a principios del siglo XX, mucho antes de que los nacionalsocialistas llegaran al poder. También aquellas organizaciones médicas y eugenésicas estimularon o promovieron legislaciones en favor de la eutanasia en Alemania mucho antes del régimen nacionalsocialista, por ejemplo, en los años 70 del siglo XIX y en los años 20 del siglo XX, y hubo también programas de eutanasia en Escandinavia, Francia y Suiza donde fueron eliminados innumerables enfermos.

Ley para la prevención de descendencia hereditariamente enferma

(Alemania, 14 de julio de 1933)

1. Quien esté hereditariamente enfermo puede ser esterilizado cuando, de acuerdo a los conocimientos de la ciencia médica, existe una gran probabilidad de que sus descendientes padecerán graves daños, físicos y psíquicos de orden hereditario.

2. Hereditariamente enfermo en el sentido de esta Ley es todo aquél que padece de una de las siguientes enfermedades:

  1. Imbecilidad congénita.
  2. Esquizofrenia.
  3. Locura maníaco-depresiva.
  4. Epilepsia.
  5. Corea de Huntington ("baile de San Vito" hereditario).
  6. Ceguera hereditaria.
  7. Sordera hereditaria.
  8. Graves malformaciones físicas hereditarias.

(Por añadidura se aplica a alcohólicos crónicos)

Hitler y la eugenesia

Adolf Hitler se interiorizó sobre escritos referentes a la higiene racial durante su período de encarcelamiento en la prisión de Landsberg am Lech. El futuro Führer consideró que Alemania sólo podía ser fuerte de nuevo si el Estado aplicaba a la sociedad alemana los principios básicos de la higiene racial y la eugenesia.

Los conceptos de las ideas raciales de competencia que fundamentaron el darwinismo social fueron discutidos por científicos europeos y también en la prensa vienesa durante la década de 1920.

Hitler siempre elogió a Esparta porque la consideraba el primer "Estado Völkisch".

La SS

Como élite, los nacionalsocialistas organizaron, en el seno del NSDAP, la SS, guardianes de la ideología, firmemente adoctrinados y severamente disciplinados. Los SS incorporaron en su seno a los mejores individuos de toda Alemania (era común que a atletas o científicos prominentes se les hiciese SS), y estaban sentando las bases de un orden social basado en la biología, la genética y la voluntad del espíritu humano. Las SS en general otorgaban mucha importancia a la buena condición física y mental y a la limpieza del linaje de influencias extra-europeas. Las condiciones de ingreso siguieron siendo muy estrictas hasta entrada la Segunda Guerra Mundial. En 1937, Hitler se enorgullecía de que "seguimos admitiendo sólo al 15% de los candidatos que se presentan a las SS". La disciplina de estos hombres era extremadamente severa y rígida, y los castigos eran estrictos hasta por infracciones leves. Cada SS se comprometía a contraer matrimonio con una mujer de sangre pura, y a tener, de ser posible, 4 hijos sanos, asimismo, sus esposas pasaban automáticamente a ser mujeres SS con el matrimonio, y a disfrutar de las ayudas pertinentes.

Tanto esto como todo el proyecto Lebensborn se encuadran, junto con los planes de poligamia para el cuerpo, en las políticas nacionalsocialistas de eugenesia positiva, mientras que la eugenesia negativa consistía en la esterilización de los defectuosos. Sin embargo, los SS no eran sólo una manada de sementales. Demostraron ser la fuerza de choque más honorable, dura, adiestrada, fanática, valiente, audaz y fiel de toda la Segunda Guerra Mundial, protagonizando verdaderas proezas militares sin parangón en el Frente del Este, y llegando a los límites de la resistencia humana a temperaturas árticas y en territorio hostil contra un enemigo que representaba una idea asiática, esclavista y oriental (el bolchevismo), y que les superaba ampliamente en número. Debido a su juramento de fidelidad y a su sentido del deber, la SS fue, junto con la Luftwaffe y los submarinos, el cuerpo militar alemán que sufrió más bajas. También en la base del adiestramiento ideológico SS la filosofía anticristiana. Uno de los comandantes SS más radicales en este aspecto fue sin duda Theodor Eicke, jefe de la Totenkopfverbände, que inició una agresiva campaña anticristiana, durante la cual muchos SS que se aferraban al cristianismo fueron expulsados del cuerpo.

Fragmentos de los cuadernos SS respecto a la eugenesia

Nuestros ancestros germánicos seguían las leyes de la selección como todos los pueblos sanos cuya inteligencia y sensibilidad no habían sido aun contaminadas por falsas doctrinas de piedad.

La falsa concepción que la Iglesia tenía de Dios negó las leyes divinas de la Naturaleza. La enseñanza eclesiástica se opuso deliberadamente a la voluntad de la Naturaleza.

Una vez que se predicó a los pueblos que Dios había muerto crucificado por piedad por los débiles y los enfermos, los pecadores y los pobres, la enseñanza contranatura de la piedad y un falso humanitarismo pudieron promocionar la conservación de los enfermos congénitos. Sí; se consideró como un deber moral cuidar y favorecer principalmente a los enfermizos, los desgraciados abrumados y los pobres de espíritu.

De este modo los enfermos congénitos pudieron multiplicarse sin trabas y la comunidad de las gentes sanas debió soportar el peso de los cuidados efectuados para conservar a esos elementos afligidos por taras hereditarias.

El gran número de enfermos hereditarios provocó un gravamen financiero casi insoportable del presupuesto del Estado y de las colectividades locales. Un escolar retrasado cuesta al Estado dos o tres veces más que un niño normal. Un enfermo hereditario en una residencia especializada, un enfermo mental o un epiléptico reciben anualmente del Estado, en promedio, cinco veces más que un asegurado social sano después de una vida entera de trabajo. Muchos millones han sido dilapidados cada año para los manicomios, mientras que a familias obreras sanas les faltaba a menudo lo estrictamente necesario. (…)

La guerra moderna ejerce una acción particularmente eficaz en el sentido de la contra-selección. Se movilizan casi exclusivamente a los hombres de buena salud física y espiritual, de manera que en la guerra no caen más que los detentores de un patrimonio hereditario valioso. Los campos de batalla se tragan así la sangre de los mejores hijos del pueblo cuyo patrimonio hereditario se pierde irreparablemente. Ciertamente, su muerte es un sacrificio sagrado para el honor y la libertad del pueblo.

Igualmente, varios centenares de valerosos jóvenes alemanes caen cada año víctimas del deporte o de la competición, en la lucha contra el hielo, en la nieve, en carreras automovilísticas o en avión.

Por grande que fuera la cifra de estas víctimas, ningún pueblo de la Tierra ha muerto a causa de una guerra, de malas cosechas o a consecuencia de un periodo de recesión política.

Los pueblos solo han desaparecido cuando la sustancia viva que asegura su vida histórica, su sangre, su raza, se han agotado. Sólo mueren, pues, en los siguientes casos:

1. Cuando la cifra de nacimientos desciende a causa de la regresión de la fuerza popular, ofreciendo así la posibilidad de ser aplastado por un vecino cualitativa y cuantitativamente más fuerte.

2. Por un cruce racial que ha quitado a un pueblo originalmente sano su armonía interior.

3. Por desprecio de las leyes de la selección, lo que provoca una disminución del patrimonio hereditario de valor y propicia una reducción de las capacidades y de las cualidades en la población.

La muerte de un pueblo se basa, pues, en una concepción errónea de la vida, y se debe a la inobservancia de las leyes eternas de la Tierra. El hombre ha aprendido a despreciar las leyes de la vida porque ha perdido el vínculo con la Naturaleza y la vida.
—Cuaderno SS Nº3, 1939, ¿De qué mueren los pueblos? II, citado en la obra de Edwige Thibaut, La Orden SS.


El ser que no puede aguantar la prueba exigida por la Naturaleza elemental desaparece y es despiadadamente eliminado. Nosotros sentimos, pues, un profundo respeto por ese proceso que nos incita a ser responsables de la conservación y de la reproducción de los seres humanos de nuestra especie.

Los progresos de la civilización facilitan las condiciones de existencia y modifican también las leyes de selección biológica originales.

Cuanto más consigue un grupo humano dominar y transformar las condiciones de su área de vida por el establecimiento de una cultura fiel a la ley de la vida, más fácilmente consigue el individuo preservarse y evitar la eliminación. Las leyes de selección y eliminación, severas en su origen, desaparecen poco a poco y se atenúan. Cuanto más envejece una cultura y alcanza el estado de las épocas civilizadas tardías, más pierde su vigor. Ella produce incluso el proceso inverso. Individuos débiles y enfermos pueden así sobrevivir y reproducirse; tipos raciales diferentes se mezclan. La ley creadora de la especie ya no parece actuar. Cuando la cultura desarrolla su propia evolución espiritual y produce simultáneamente unas condiciones de existencia considerablemente fáciles, el espíritu y naturaleza de la selección resultan fuertemente comprometidos. La conservación de la pureza, la educación complementaria y la evolución de la especie, que se desarrollaron durante milenios son, pues cuestionadas. (…)

El caso más favorable de la relación cultural con la selección natural biológica original se encuentra cuando el objetivo de la segunda es continuado con la primera. Gracias a una aguda percepción de la ley que regía el origen de su especie, pueblos como los espartanos recurrieron en sus selecciones a los mismos principios de inflexible severidad prescritos originariamente por la Naturaleza, y ello incluso después de haber llegado a territorios más hospitalarios. Otros pueblos de raza nórdica, como nuestros antepasados germanos, obedecieron naturalmente a las leyes biológicas que regían la creación de su especie.

En cambio, nosotros sabemos que otras formas de selección natural van totalmente en contra de las leyes biológicas del origen de la especie, o incluso les son hostiles. Este es, especialmente, el caso cuando el espíritu civilizador proviene del exterior y no es el producto de la misma especie. La aceptación, lo mismo que el establecimiento por la fuerza, de una cultura de espíritu extranjero, produce otros tipos de selección, y conduce finalmente a la negación y a la destrucción del carácter original y específico de la especie. La intrusión del cristianismo en la cultura de nuestros antepasados germánicos ha hecho nacer una forma de selección que, desde el principio, se reveló hostil a nuestra especie y a sus leyes de evolución. La élite de los sacerdotes cristianos escogió a unos hombres apropiados y utilizables para sus fines, pero les prohibió la perpetuación y conservación de la mejor herencia racial al obligarlos al celibato. Forma extraña a los principios de la selección cultural, se aprovecha ventajosamente de las consecuencias de una selección natural biológica de cientos de miles de años de vida. Utiliza el tesoro, tan rico de talentos psico-espirituales, de nuestra Raza, pero rehúsa consciente e instintivamente que sean preservados y se renueven. Durante siglos, vivió de ese capital, proceso cuyo avance sólo hoy empezamos a entrever. Vemos que ese capital de talentos se encuentra ya amenazado y que no es inagotable. (…)

Cuando la cultura presenta ya las características de una acción civilizadora tardía, la "selección" por sí misma ya se ha transformado en una espantosa contra-selección. He aquí pues a lo que nos ha llevado el hecho de haber protegido a enfermos y a seres inferiores, a causa del "interés" mal aconsejado por el valor único del individuo. La depravación moral, el bienestar, la decadencia de los sentimientos y la pérdida de todos los instintos naturales han sido las causas. Nuestro punto de vista ante todo esto es claro y no necesita explicación.
—Cuaderno SS Nº7, 1942, El sentido biológico de la selección, citado en La Orden SS de Edwige Thibaut.

Oposición de la Iglesia católica

La ley sobre esterilización obligatoria, que entró en vigor a inicios de 1934 se convirtió en motivo de enfrentamiento entre las autoridades del Vaticano y las del Reich, decidido a aplicar sus teorías eugenésicas en materia de selección racial: teorías que Pío XI había condenado abiertamente en la encíclica Casti Connubi de 1931. A petición de la Santa Sede, el episcopado alemán hizo todo lo posible (incluidas cartas pastorales, contactos personales con dirigentes del régimen, etc.) para lograr la modificación de la ley. Esta movilización del mundo católico alemán llevó, de hecho, a modificar el reglamento de aplicación de la ley, que fue publicado el 5 de diciembre de 1933.

Éste contenía dos cláusulas importantes, incluidas en el texto definitivo por los representantes de los obispos después de extenuantes encuentros con las autoridades gubernamentales y contra la oposición del ala radical del NSDAP: la primera permitía a las personas con enfermedades hereditarias que no querían ser esterilizadas ser internadas en una clínica; la segunda, garantizaba al personal sanitario no efectuar o a asistir a operaciones de esterilización por motivos de conciencia.

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