Fondo de ayuda a Metapedia, 2018: Internet es el principal campo de batalla de la Metapolítica de nuestro tiempo. ¡Ayúdanos! | |||
| |||
|
1984 de George Orwell: una visión profética
Por Matt Marshall
A lo largo del siglo XX diferentes escritores han realizado geniales obras maestras que manifiestan simbólicamente el drama de la lucha entre el Bien y el Mal, entre los arios y los judíos, y que han representado simbólicamente al Demiurgo y sus legiones de manera espléndida. Entre estos escritores (ya sea que lo hicieran conscientemente ó inspirados por el Arquetipo Ario siendo canalizadores involuntarios) se cuenta a JRR Tolkien, Robert E. Howard, Edward Bulwer-Lytton y Howard Phillips Lovecraft. Sin duda uno de estos grandes artistas también es el británico George Orwell.
Es su obra maestra, titulada 1984 la que nos da un mejor atisbo del futuro de la Humanidad a manos del Demiurgo, veamos: La sociedad en la novela 1984 se encuentra bajo un régimen totalitario donde en cada casa y oficina hay una pantalla con cámara de video que transmite imágenes y sonido y permite difundir la propaganda falaz del sistema y además, permite al sistema monitorear las acciones y pensamientos de los habitantes en cada momento del día, hasta el punto que alguien puede ser arrestado y ejecutado por hablar dormido contra el sistema.
El máximo líder de la sociedad es Big Brother, el Gran Hermano, una figura mítica que se supone fue el principal líder de la revolución en el pasado y cuyo lema es “El Gran Hermano siempre te observa”. El Gran Hermano es un simbolismo de Stalin y el culto a la personalidad que lo rodeó, pero al mismo tiempo, es una representación del Ojo del sistema judeomasónico que todo lo ve. La ideología política imperante en Oceanía es el Ingsoc, una forma de socialismo similar a la que busca imponer la Conjura Judeoiluminista.
La sociedad se encuentra escalonada con Big Brother en la punta de la pirámide y abajo el 2%[1] de la población que pertenece al Partido Interior (los judíos) quienes tienen todos los privilegios; viven lujosamente, tienen menos controles por parte del Estado y dirigen la Policía del Pensamiento encargada de reprimir cualquier forma de disidencia aún a nivel mental. Le sigue el Partido Exterior (el 13% de la población) que representa a la clase media encargada de las labores burocráticas tediosas y siempre acosada por la Policía del Pensamiento, el control social y la constante vigilancia del sistema. El siguiente estrato son los proles (el proletariado) que son el 85% de la población, mantenidos en ignorancia y analfabetismo, son la clase obrera y retrasada, pero a la vez la menos controlada ya que usualmente el sistema no los monitorea. La cuarta y más baja clase social son los esclavos de color (africanos, indios, indonesios, los pueblos de la zona disputada) que viven en un estado de virtual esclavitud. Esta es básicamente la estructura social que existe en Israel, en la Unión Soviética y en China (los mejores ejemplos de gobiernos sionistas).
En Israel el Partido Interior lo representan los rabinos y grandes maestres masónicos judíos con el Mossad y el Shabak las dos agencias de Inteligencia (la primera externa y la segunda interna) como su Policía del Pensamiento que controlan cada detalle de la vida de los habitantes. En la URSS y en China el Partido Interior es la dirigencia del Partido Comunista, una élite política conformada casi exclusivamente por judíos. El Partido Exterior es la clase media; en Israel los judíos askenazi y algunos sefarditas, en la URSS los eslavos y en China los Han. Los Proles son la masa popular ignorante y de trabajo no calificado; en Israel los judíos de piel oscura; falashas, mizraíes, sefardíes, etc. Finalmente, los esclavos de color mencionados por Orwell corresponden en Israel a los árabes-israelíes ó palestinos, en la URSS correspondió a los grupos étnicos no eslavos como las minorías de musulmanes y mongoles, y en China corresponde a las minorías étnicas como los tibetanos y los uigures. No obstante, aunque este sistema piramidal orwelliano se ha aplicado sólo en Israel y la China comunista, y por algún tiempo en la URSS (suponiendo que en la moderna Federación Rusa no siga siendo realidad) es el sistema que buscan aplicar los judíos a nivel mundial.
[1] La misma novela establece que Emmanuel Goldstein, uno de los líderes de la Revolución y antiguo miembro del Comité Central del Partido era judío.
Para entender las cualidades proféticas de la novela 1984 primeramente debe exponerse la división geográfica ficticia que hace la obra; el mundo entero se encuentra dividido en tres superestados: Oceanía es el estado donde vive el protagonista, conformado por toda América, Oceanía, las Islas Británicas y Sudáfrica. El otro estado es Eurasia conformada por toda Europa, Rusia. El tercer estado es Asia Central, y Asia del Este (el más joven y pequeño de los superestados creado tras separarse de Eurasia) conformada por toda China, Mongolia, Tíbet, Indochina, Japón y las islas de Indonesia.
Los tres estados están siempre en guerra, usualmente dos son aliados contra el tercero hasta que el aliado se confía lo suficiente y entonces es traicionado y las alianzas se invierten. Debido a la guerra hay una enorme región de fronteras fluctuantes que cambian de dueño constantemente según los resultados de la batalla que abarca de Tánger (Marruecos), Brazzaville (República del Congo), Darwin (Australia) y Hong Kong (China) y que incluye parte de Asia Central (norte de Mongolia y Tíbet), el África Central, Medio Oriente, sur de India e Indonesia cuya población ha sido convertida en esclavos. La guerra es sangrienta y existen masacres, violaciones masivas, asesinato de niños, torturas y ejecuciones brutales de los prisioneros pero sólo en las fronteras pues los grandes centros de civilización y las bien definidas regiones de influencia no son tocados nunca. La guerra es a su vez trascendental para la existencia de los Estados pues justifica el control sobre la población y son el principal motor de la economía.
Aquí vemos la primera visión profética orwelliana. La novela publicada en 1949 justo cuando comenzaba la Guerra Fría demuestra ser visionaria del futuro. Durante la Guerra Fría el mundo se dividiría en cuatro grandes bloques; la parte regida por Estados Unidos principalmente toda América excepto Cuba, Europa Occidental y el mundo anglosajón (Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda), este bloque era el bloque capitalista y plutocrático gobernado por la Banca judía internacional.
El otro bloque geopolítico durante la Guerra Fría fue el comunista gobernado por el Imperio Soviético y que abarcaba toda la Unión Soviética anexada arbitrariamente por Moscú, Europa Oriental y diferentes dictaduras marxistas de África y Cuba. Esta área del mundo estaba gobernada por el judeomarxismo dirigido por los judíos del Soviet Supremo en la URSS.
Así como vaticinaba Orwell, que de Eurasia se separaría Asia del Este, efectivamente la denominada “ruptura sino-soviética” de los años ’60 se dio casualmente cuando la China maoísta se enemista con la Unión Soviética y se alía a Estados Unidos. China (que ya había invadido Tíbet) mantendría un férreo control de Indochina y Corea del Norte formando su propia área de influencia y una “mini guerra fría” con la URSS. Esta área del mundo la controlan los Tiu-Kiu-Koui ó judíos chinos.
Así cada imperio durante la Guerra Fría cuidaba celosamente de su territorio. Estados Unidos derrocaba cualquier gobierno de izquierda sin ningún pudor (como hizo con Albernz en Guatemala ó con Allende en Chile) y la URSS hacía lo mismo con cualquier gobierno anticomunista en su área (como hizo al invadir Hungría y Polonia y derrocar a los gobiernos disidentes antisoviéticos). Siempre hubo un área del mundo no del todo clara a que imperio pertenecía, principalmente el Medio Oriente, África y parte de Asia que se debatía entre las luchas de las grandes superpotencias con sangrientas guerras. Aún hoy vemos como esta situación, aún sin Guerra Fría, no ha variado mucho; Estados Unidos invade Iraq y derroca a Saddam Hussein, enemigo jurado del sionismo en una masacre de iraquíes y soldados estadounidenses que sólo beneficia a Israel, y Rusia hace lo propio invadiendo Georgia.
En la obra de Orwell el sistema maneja una serie de ministerios; el Ministerio de la Paz encargado de la guerra, el Ministerio de la Abundancia encargado de la restricción de los recursos, el Ministerio del Amor encargado del arresto, la tortura y la ejecución de todos los disidentes y sospechosos de serlo, así como el lavado cerebral mediante torturas horribles en el caso de permitírsele vivir, y el Ministerio de la Verdad encargado de la falsa propaganda y las mentiras del sistema que buscan falsear datos y alterar la historia a su beneficio (suena familiar ¿cierto?), creando así una trama interminable de mentiras en donde la realidad se altera siempre en aras de mantener el poder.
Finalmente, la religión es un asunto totalmente prohibido y uno de los personajes es enviado a las cámaras de tortura del Ministerio del Amor por el crimen de haber dejado la palabra “Dios” en un poema, lo que simboliza el materialismo dialéctico ateo que promueve el judeomarxismo y una de las metas últimas de la conspiración judeoilumminati; la eliminación de cualquier religión y la oficialización del ateísmo. Esto excepto, claro esta, el judaísmo que sigue siendo practicado en oscuros rituales judeomasónicos secretos como sucedía en la URSS.
Así, podemos ver como la obra de Orwell es realmente profética en muchos aspectos y nos permite tener atisbos de la clase de sociedad que buscan conformar las logias masónicas y la Sinagoga de Satanás dirigida por ese terrible Sanedrín Invisible, que ya ha sido aplicado en mayor ó menor medida en diferentes países del mundo, aunque la meta última, es su aplicación global. Veamos el caso de la Orden Illuminati de Baviera fundada por el judío y masón Adam Weishaupt (1748 - 1811) en Alemania en 1776 y cuyos miembros fueron los artífices de la Revolución Americana y de la fundación de los Estados Unidos (de allí que sello masónico símbolo de los Illuminati este en el billete de dólar y en otros sellos estadounidenses), así como de la Revolución Francesa, la independencia de América Latina, la Revolución Rusa, la Revolución China (mediante su rama oriental la Sociedad del Loto Blanco), así como también eran masones e illuminati los Jóvenes Turcos, el grupo artífice de la Revolución Turca que se trajo abajo el Imperio Otomano, abolió el Califato (hasta entonces máximo líder del Islam como el Papa al catolicismo) y permitió la entrega de Palestina a la Gran Bretaña controlada por judíos masones como Benjamín Disraelí y el Barón Rostchild.
Según los documentos de la época hechos públicos en aquel entonces, las metas de los Illuminati a largo plazo son:
Abolición de la monarquía y de todo gobierno organizado según el Antiguo Régimen.
Supresión de la propiedad privada de los medios de producción para individuos y sociedades, con la consecuente abolición de clases sociales.
Abolición de los derechos de herencia en cualquier caso.
Destrucción del concepto de patriotismo y nacionalismo y sustitución por un gobierno mundial y control internacional.
Abolición del concepto de la familia tradicional y clásica.
Prohibición de cualquier tipo de religión, (sobre todo la destrucción de la Iglesia Católica Apostólica Romana) estableciendo un ateísmo oficial.
Ahora bien, en el Congreso Masónico de Basilea del 20 al 31 de agosto de 1867 se prosigue con el plan judeomasónico iniciado por los Illuminati, aquí se puede apreciar como dicho plan se ha estado realizando perfectamente y además, como coincide tanto con la visión illuminista como con la pesadilla orwelliana (en negrita el número del protocolo que trata el tema):
1 Promoción de tendencias subversivas en la ciencia y el arte. 2 Guerras económicas. 2 Guerras mundiales y conflictos internos. 7 Revoluciones mundiales. 15 Derechos ficticios para las masas. 3 Establecimiento del comunismo. 3 y 9 Control de la prensa 2, 7, 9, 10, 12, 13, 17, 19 Corrupción de la política de los goim (no judíos) y de sus leyes 9 El triunfo judío por medio del voto del pueblo, sufragio universal y despotismo de las masas. 10 Libertad, igualdad y fraternidad. Véase también: Liberté, égalité, fraternité 1, 9 Inestabilidad de las constituciones. 3 Charlatanería parlamentaria. 3 Entorpecimiento de los jóvenes mediante una educación fundada en teorías y principios falsos. 9 Promoción de distracciones para evitar la reflexión en los gentiles: juegos, diversiones, pasatiempos, prostitución y actividades deportivas. 13 Destrucción del cristianismo y las demás religiones, decadencia de la fe religiosa en general y el culto al dinero. 4, 17 Descrédito de los sacerdotes cristianos, disminución de su influencia. 17 Importancia y acumulación del oro. 2, 3, 4, 5, 14, 15, 20, 22 Importancia del antisemitismo para la causa. 9 Educación superficial y abolición de la libertad de enseñanza, del pensamiento crítico. 5, 15 Manipulación y falsificación de la Historia. 16, 19 Anarquía entre los obreros y su habituación al alcohol y encarecimiento de productos de primera necesidad. 6 Control de la economía por vía de la especulación. 4, 6 Crisis económicas, generación de deuda por medio de empréstitos. 20, 21 Monopolios. 5, 6 Gobierno mundial. 5, 6, 9, 10 Destrucción de nacionalidades, fronteras y de la diversidad de monedas. 10 Prohibiciones de las sociedades secretas. 15 Propagación de ideas, como darwinismo, marxismo, nietzscheísmo, liberalismo, socialismo, comunismo, anarquismo, etc. 2, 9, 10, 12, 15 Propagación del materialismo. 16 Establecimiento final del orden y del verdadero bien, los judíos son los bienhechores de la humanidad, pues está predestinado por Dios.
Volvamos al caso del visionario Orwell. En su otra genial obra maestra Rebelión en la granja explica como cuando los humanos (el zar y la familia real) dueños de la granja son derrocados por los animales (el proletariado) liderados por los ideólogos cerdos (los judíos), eventualmente los cerdos toman el poder en la granja y se vuelven aún peores y más hipócritas que los antiguos gobernantes humanos. Nótese la evidente asociación de los cerdos con los miembros del Comité Central del Partido Comunista soviético y del Soviet Supremo, quienes casi todos eran judíos. El cerdo denominado Gran Viejo representa a Lenin, Snowball a Trostky, Napoleón a Stalin y Squealer a Beria (todos judíos).
Si bien Orwell aunque odiaba a Stalin y era contrario a su totalitarismo, no dejaba de ser izquierdista hasta el punto de haber luchado en las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española en el bando republicano. No obstante, Orwell era más afín al socialismo democrático (fue miembro fundador del Partido Laborista) y renegaba de la dictadura estalinista por sanguinaria y brutal.
Pero al igual que otros destacados escritores de profunda simbología ariosófica como Lytton y Tolkien, que no eran partidarios del Nacionalsocialismo e incluso pertenecían a logias masónicas, Orwell no necesariamente tenía que ser un partidario para escribir de manera tan genial y acertadamente simbólica.
Esto a diferencia de Howard Phillip Lovecraft quien era abiertamente antisemita, racista, xenofóbico y profascista.
Para finalizar, las visiones proféticas de Orwell se ven cada vez más cercanas a la realidad y son parte fundamental de la Gran Conspiración Judía. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para oponernos a su realización a toda costa, aún cuando pueda ser una causa perdida…