Entrevista de Hendaya

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La entrevista de Hendaya, tuvo lugar en la estación de trenes de la localidad francesa de Hendaya junto a la frontera hispano-francesa el 23 de octubre de 1940, donde Francisco Franco se entrevistó con Adolf Hitler, en presencia sus ministros de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer (España) y Joachim von Ribbentrop (Alemania).

El objeto de la entrevista era intentar resolver los desacuerdos sobre las condiciones españolas para su entrada en la guerra del lado de las potencias del Eje. Sin embargo, después de siete horas de reunión Hitler siguió considerando desorbitadas las exigencias españolas: la devolución de Gibraltar (tras la derrota del Reino Unido); la cesión del Marruecos francés y de una parte de la Argelia francesa a España más el Camerún francés que se uniría a la colonia española de Guinea; el envío de suministros alemanes de alimentos, petróleo y armas para paliar la crítica situación económica y militar que padecía España. El único resultado de la entrevista fue la firma de un protocolo secreto en el que Franco se comprometía a entrar en la guerra en una fecha que él mismo determinaría y en el que Hitler garantizaba solo vagamente que España recibiría «territorios en África».

Esta entrevista fue similar a la celebrada por Franco con Benito Mussolini en Bordighera (Italia) el 12 de febrero de 1941, aunque en este caso el interés de Mussolini por la participación española en la Segunda Guerra Mundial fue menor. (Ver artículo: Entrevista de Bordighera)

Las negociaciones previas

Durante el verano de 1940 y por iniciativa española se habían ido dibujando, por medio de contactos diplomáticos de alto nivel, las condiciones para una eventual participación española en la guerra. Las demandas territoriales sostenidas como punto de partida por ambos gobiernos para afrontar las negociaciones eran:

  • Por parte de Hitler, la cesión de una de las Islas Canarias, una base naval en Mogador o Agadir y, al parecer, la isla de Fernando Póo.
  • Por parte de Franco, además de la colonia británica de Gibraltar, Orán (Argelia), Marruecos y Guinea, las tres, parte integrante del imperio colonial francés. Además se sugirió la posibilidad de tomar también el Rosellón francés.

Estas posturas parecían irreconciliables ya que para Hitler resultaba poco deseable estratégicamente enemistarse con Philippe Pétain, por el desmembramiento del imperio francés y con Mussolini que podría ver, en una España excesivamente favorecida en las negociaciones, una competidora en sus propias ambiciones mediterráneas.

El vagón del Erika

A las tres y veinte de la tarde llegó el tren oficial "Erika" de Hitler desde París. Franco por su parte llegó ocho minutos tarde y para cuando descendió del vagón, Hitler y von Ribbentrop le esperaban al pie de la escalerilla. Franco vestía uniforme militar con gorro cuartelero, mientras que Hitler usaba el uniforme del Partido, con gorra de plato. El barón Von Stohrer hizo las presentaciones y luego, juntos, los dos jefes de Estado revistaron las tropas.

La entrevista se celebró en el coche-salón. En el momento de subir se le comunicó al embajador de España en Berlín, Espinosa de los Monteros, que ni él ni Von Stohrer iban a participar en la reunión. Así pues, a la entrevista asistieron únicamente Franco, Hitler, von Ribbentrop, Serrano Suñer y como intérpretes, por parte alemana Gross y por parte española el barón de las Torres.[1]

Adolf Hitler hizo una larga digresión sobre el Nuevo Orden europeo en el que España tendría su lugar si bien era necesario que participara de manera activa en la victoria del Eje. Además anunció ya una fecha precisa: sus paracaidistas estaban preparados para lanzarse el 10 de enero de 1941 sobre Gibraltar, según lo planeado en la Operación Félix. Cuando acabó, el Generalísimo hizo también una larga exposición. Habló de Marruecos y de suministros, preguntando si Alemania estaba en condiciones de enviar a España 100.000 toneladas de trigo.

Es importante precisar dos de los argumentos de Franco:

  • El Reino Unido no estaba vencido y si resistía con tanto empeño es porque esperaba una intervención estadounidense.
  • España no podía ceder a nadie el derecho a apoderarse de Gibraltar.

Franco presentó condiciones muy difíciles de cumplir. Franco le dijo a Hitler que sólo entraría en guerra a cambio de:

  • Garantizarle una guerra corta
  • Ayuda para la conquista de Gibraltar
  • Entrega total del Marruecos Francés y otros enclaves coloniales franceses
  • Una cantidad ingente de alimentos
  • Provisión de 1M de barriles de petróleo
  • 24-48 locomotoras
  • 12.000 camiones y otros vehículos
  • 800-1200 aviones y un número similar de blindados
  • Baterías de costa para proteger, sobre todo, Andalucía, Galicia y Canarias.

Estas propuestas no podían ser satisfechas por Alemania. Las reclamaciones territoriales chocaban directamente con los intereses de la Francia de Vichy, con quien Hitler no deseaba enemistarse, y el material militar, especialmente aéreo, era algo que Hitler no podía prescindir. "El Reich entiende que estas peticiones desproporcionadas no son más que una excusa del General Franco para no entrar en la guerra de nuestro lado", declararía von Ribentropp.

La reunión, sin embargo, tuvo un éxito parcial, y Hitler consiguió salir de Hendaya con una promesa española de entrada en la guerra bajo el brazo,[2] tras exigentes pedidos a Franco, a quien Hitler insistió en que debía tomar una determinación y no permanecer ajeno a los acontecimientos, y a que las tropas se hallaban en los Pirineos.

Rechazado en primera instancia por Serrano y Franco, el segundo protocolo constituye un firme compromiso con el Eje, lo que reconoce el mismo Serrano Suñer, aunque no deja de ser vago y cede a criterio de España la fecha de entrada en el conflicto.

La realidad de la época mostraba a una España que estaba saliendo de una terrible guerra civil en la que habían muerto casi un millón de personas de los dos bandos. Franco necesitaba reconstruir el país y no podía embarcarse en otra guerra. Finalmente el cambio de rumbo de la guerra hicieron que España se mantuviera neutral.

Si Hitler hubiera ejercido una firme presión sobre España, es de prever que tarde o temprano habría conseguido su entrada en la guerra del lado del Eje. Pero el Führer comprendía que la guerra civil en España había dejado sus huellas.

División Azul

Artículo principal: División Azul


En cualquier caso no llegaron a un acuerdo, por lo que España no entró oficialmente en esta guerra. El movimiento más directo de apoyo al Eje se produjo en junio de 1941, cuando Ramón Serrano Suñer, promovió el envío de una división de voluntarios españoles en apoyo de Alemania en la ataque a la Unión Soviética.[3]

La mayoría de estos voluntarios acudieron, inflamados por ideales franquistas e ideas antisoviéticas, aunque algunos soldados profesionales acudieron con ellos (e incluso cuando se presentaba un oficial voluntario solía arrastrar a toda su unidad con él). El armamento y uniformes fueron suministrados en su totalidad en Alemania. Fue conocida como División Azul, y operó con enorme valentía, principalmente en el frente central y en el de Leningrado.

Versiones

Las consecuencias y los protocolos adoptados en dicha entrevista ha sido motivo de disputas:

  • Unas versiones afirman que Hitler le pidió a Franco para que entrase en la guerra mundial, después de la ayuda prestada durante la Guerra Civil Española, pero que Franco argumentó que España no estaba en condiciones de entrar de nuevo en guerra.
  • Otras fuentes sostienen que Franco deseaba entrar en la guerra, aunque a cambio de ocupar las posiciones francesas en Marruecos, pero que Hitler se negó a pagar este precio para no perjudicar sus relaciones con el régimen francés de Vichy.
  • Existe otra versión combinación de las dos anteriores: había en el entorno de Franco dos posturas, la de los falangistas, que querían entrar en la guerra al lado de las Potencias del Eje, y la de los católicos y los militares, que querían la neutralidad. Esta última postura fue plasmada por escrito en un informe del hombre de confianza de Franco, Luis Carrero Blanco. Ante ello, Franco se decantó por el informe de Carrero.

Galería

Referencias

  1. Diario Arriba, 24 de octubre de 1940
  2. Javier Tusell, Historia de España en el siglo XX, vol.III, p. 64, Ed. Taurus, Madrid, 1999
  3. Ibáñez Hernández, Rafael "Españoles en las trincheras: la División Azul", Payne y Contreras

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