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Revolución bolchevique
La Revolución bolchevique de 1917, conocida también como Revolución de octubre, Revolución soviética y mal llamada "Revolución rusa" o "Revolución rusa de 1917", fue una serie de revueltas populares instigadas por agitadores marxistas, en su mayoría judíos, que tuvieron lugar entre febrero y octubre de 1917 y que condujeron al derrocamiento del régimen zarista, el asesinato del zar junto con toda su familia y una sucesión de crímenes que culminó con la instauración de un régimen totalitario por parte de los bolcheviques que emergieron victoriosos sobre sus rivales mencheviques y zaristas. La revolución desembocaría entonces en la Guerra Civil Rusa.
Sumario
Desarrollo
Las sucesivas derrotas rusas en la Primera Guerra Mundial fueron una de las causas de la revolución de febrero. En el momento de entrada en la guerra, todos los partidos políticos se mostraron favorables a la participación en la contienda, con la excepción del Partido Obrero Socialdemócrata, el único partido europeo junto al Partido Socialista del Reino de Serbia que se negó a votar los créditos de guerra, pero advirtió que no trataría de sabotear los esfuerzos provocados por la guerra. Tras el comienzo del conflicto y después de algunos éxitos iniciales, el ejército ruso tuvo que soportar severas derrotas (en Prusia Oriental, en particular). Los bolcheviques aprovecharon la situación para sacar rédito político a costa de empeorar la situación de Rusia en la guerra. En octubre de 1917 instigaron una serie de revueltas que llevarían a Lenin al poder sobre todas las otras fuerzas políticas, los mencheviques y zaristas.
En el ejército, los partes batían todos los récords: 1.700.000 muertos y 5.950.000 heridos, estallando disturbios y decayendo la moral de los soldados. La hambruna se extendió y las mercancías comenzaron a escasear. La economía rusa, que antes de la guerra contaba con la tasa de crecimiento más alta de Europa, se encontraba aislada del mercado europeo. La cámara baja del Parlamento ruso (la Duma), constituida por liberales y progresistas, presionó al zar Nicolás II para que formara un nuevo gobierno constitucional. Desde 1915–1916, proliferaron diversos comités que se hicieron cargo de todo aquello que el deficiente estado ya no asumía (abastecimiento, encargos, intercambios comerciales...). Junto a las cooperativas o los sindicatos, estos comités se convirtieron en órganos de poder paralelos.
En febrero de 1917, las huelgas se generalizaron por todo Petrogrado y la tensión fue en aumento. En esta ocasión, los enfrentamientos con la policía se saldaron con víctimas para ambas partes. Los manifestantes se armaron robando armas de los puestos de policía. Tras tres días de manifestaciones, el zar ordenó la movilización de la guarnición militar de la ciudad para sofocar la rebelión. Pero tras algunos enfrentamientos con los civiles armados, todos los regimientos de la guarnición de Petrogrado se unieron a la revuelta. El zar, sin medios para gobernar, ordenó disolver la Duma y crear un gobierno provisional. Fue el principio del fin. Bajo la presión del Estado Mayor, el zar Nicolás II abdicó el 2 de marzo. Su hermano, el gran duque Mijail Alexandrovich, rechazó al día siguiente la corona. Mas tarde el zar y toda su familia serían asesinados por los bolcheviques, dando fin al zarismo en Rusia.
El primer episodio de la revolución se había saldado con más de un centenar de víctimas, principalmente manifestantes y agitadores marxistas, más la caída rápida e inesperada del régimen, con unas pérdidas humanas relativamente pequeñas. Se suscitó en el país una ola de entusiasmo que mas tarde se vería defraudado al desembocar el conflicto en una nueva guerra civil.
Consecuencias
Nada más producirse la Revolución de octubre, el 8 de noviembre se convocó una reunión extraordinaria en el Palacio del Táuride al que fueron todos los grupos políticos. El resto de representantes en la Duma protestó enérgicamente por lo sucedido, pero los bolcheviques se impusieron frente al resto gracias al Comité Revolucionario de Petrogrado (CMRP), un brazo armado del Soviet de la ciudad que les había permitido hacerse con el control de la situación. Derribado Gobierno Provisional de Kerensky, Lenin inauguró el Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom) para sustituirle sin contar con el resto de formaciones ni del Soviet. De este modo se hizo con el poder bajo la máxima legalidad posible, aunque de forma encubierta. Muchos políticos viendo el panorama y temiendo por su vida comenzaron a salir del país, otros decidieron quedarse a la espera de los acontecimientos.
Las primeras víctimas mortales fueron un grupo de cadetes y cosacos que en Moscú se atrincheraron en el Kremlin para impedir que lo tomaran los bolcheviques, lugar en el que resistieron del 8 al 10 de noviembre hasta que la Guardia Roja entró y los desalojó para posteriormente encarcelarlos y asesinarlos.
Los cosacos de Ciscauasia fueron los primeros en alzarse en armas contra Lenin creando ejércitos de resistencia y juntas militares. La rebelión antibolchevique pronto se extendió a Calmucia y todo el norte del Cáucaso. Tras Ciscaucasia le llegó el turno a Transcaucasia, la cual tampoco estaba por la labor de unirse a los bolcheviques a excepción de la ciudad petrolífera de Bakú, en Azerbaiyán, pues era una zona ampliamente industrial donde habían calado muy hondo las ideas revolucionarias, sublevándose los obreros, que tomaron el control organizando un pequeño ejército bolchevique.
Todo este caos por si fuera poco ocurría dentro de la Primera Guerra Mundial, justo en el momento en que Rusia salía del conflicto tras una humillante derrota en Prusia y todo el país estaba sumido en un auténtico descontrol de represalias y pillajes desde Europa hasta el otro extremo de Asia y desde el Ártico hasta el Cáucaso.
Para controlar la situación después del golpe de estado de los bolcheviques, Lenin decretó la creación de una serie de comisiones para imponerse en el poder por medio la fuerza. Los recortes en todos las ámbitos de la vida pública surtieron efecto a partir del 26 de noviembre cuando los bolcheviques detuvieron a los funcionarios de los organismos del estado, bancos, tesoro público, ferrocarriles, correos y telégrafos, que pasaron inmediatamente a estar bajo su control. Rápidamente se suprimieron todos los periódicos y diarios, a excepción del Pravda de los bolcheviques. También desaparecieron todos los programas de radio. Los bolcheviques iniciaron poco después el requisamiento de apartamentos y automóviles privados.
Cuando tuvo lugar la Asamblea Constituyente que debía llevar la democracia a Rusia, algo previsto mucho antes de la revolución de octubre, los bolcheviques obtuvieron únicamente el 24% de los votos, perdiendo las elecciones claramente. Pero el poder militar y armado lo tenían ellos, así que aprovechándose de esa ventaja calificaron el resultado de una manipulación contrarrevolucionaria. A continuación, el 28 de noviembre, el Partido de los Kadets de ideología conservadora, fue ilegalizado. A este le siguieron hasta principios de 1918 el Partido Obrero Social Demócrata Ruso (POSDR) y los mencheviques, persecución realizada justo después de que los 165 diputados bolcheviques de los más de 707 del resto de formaciones de izquierda, enviaran a las fuerzas del estado para disolverlos y detenerlos, matando en el acto a 20 de ellos por protestar. Todos los opositores en Petrogrado inmediatamente fueron encerrados en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, siendo la mayoría asesinados. El resto de organizaciones y sindicatos no afines a los bolcheviques se ilegalizaron, las leyes del Gobierno Provisional fueron abolidas y Lenin hizo salir a Rusia de la Primera Guerra Mundial abandonando a los Aliados frente a los Imperios Centrales.
Perpetuados los bolcheviques en el poder, daría comienzo la Guerra Civil Rusa y una etapa en la historia de Europa Oriental y del Asia siberiana que sería conocida como el Terror Rojo.
Papel de los judíos
Son innumerables las huellas que los judíos dejaron en la preparación y consumación de la Revolución bolchevique, pero por uno u otro motivo, la difusión de estos hechos ha sido lenta y fragmentaria. Muchos son los testimonios que de forma completamente independiente, confirman que el movimiento bolchevique fue instigado por judíos.
Testimonios
George A. Simmons
El reverendo George A. Simmons, superintendente de la Misión Metodista de Petrogrado hasta primeros de octubre de 1918, declaró bajo juramento ante el Senado de Estados Unidos que:
Victor Marsden
A su vez, Victor Marsden, uno de los periodistas de mayor renombre en Gran Bretaña y corresponsal del London Post en Moscú durante diez años, escribió una documentadisima obra sobre la Revolución bolchevique.[2] Marsden hizo notar el elevado porcentaje de judíos que integraron el apparat gubernamental soviético en 1918.
En su análisis, la proporción de judíos en el la alta burocracia bolchevique es ligeramente superior al 80%. Pero hay que tener en cuenta que en la obra precipitada de Marsden se consideran rusos, georgianos, letones y de otras nacionalidades a una serie de personajes que, más tarde, serían identificados como judíos, como Sverdlov, Karakhan, Bukharin, Manuilsky o Rakovsky.
Henry Ford
El testimonio más difundido y conocido es el del empresario estadounidense Henry Ford, a quien se le ha difamado con el calificativo de "antisemita" por ser uno de los primeros en comprender qué se escondía realmente detrás del bolchevismo "ruso":
Además nos facilita una estadística del indudable predominio judío en Rusia en el año 1919.[3] Entre los 293 principales jefes soviéticos, según las investigaciones de Henry Ford, encontramos 249 judíos, lo que da el elevado porcentaje del 84,98%.
Organismo | Miembros | Judíos | Porcentaje de judíos |
---|---|---|---|
Consejo de Comisarios Populares | 22 | 17 | 77% |
Comisariado de Guerra | 43 | 33 | 77% |
Comisariado de Asuntos Exteriores | 16 | 13 | 81% |
Comisariado de Hacienda | 30 | 24 | 80% |
Comisariado de Justicia | 21 | 20 | 95% |
Comisariado de Instrucción Pública | 53 | 42 | 79% |
Comisariado de Socorros Sociales | 6 | 6 | 100% |
Comisariado de Trabajo | 8 | 7 | 88% |
Delegados de la Cruz Roja rusa en Berlín, Copenhague, Viena, Varsovia y Bucarest | 8 | 8 | 100% |
Comisarios Provinciales | 23 | 21 | 91% |
Directores de periodistas | 41 | 41 | 100% |
Douglas Reed
Douglas Reed, antiguo subdirector del Times londinense publicó en dicho periódico una serie de artículos transmitiendo los resultados de sus observaciones e investigaciones sobre los primeros tiempos de la Revolución de octubre:
Libro blanco del gobierno británico
El señor Oudendyke, embajador de los Países Bajos en San Petersburgo, y encargado de los intereses británicos en Rusia después de la liquidación de la embajada de Su Majestad por los bolcheviques en 1917, envió un informe al primer ministro inglés, Lord Balfour, informándole sobre la gestación y desarrollo de la Revolución.
Este informe fue incluido en el Libro Blanco del Gobierno británico publicado en abril de 1919 con el subtítulo Rusia nº 1. He aquí un extracto del testimonio del embajador Oudendyke:
Edgar Sisson
Edgar Sisson, enviado especial del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, envió un documentado informe a la Casa Blanca, en relación con los sucesos acaecidos en Rusia durante los cien primeros días de la Revolución. Sisson publicó su informe con la autorización del Gobierno de su país, en 1931, en un libro titulado One Hundred Days. Por otra parte, el Comité de Información Pública de los Estados Unidos editó los reportes Sisson, que incluían numerosas fotocopias de documentos oficiales, como 'información de guerra' (serie nº 20, octubre de 1918), tras haber sido sometidos a estudio y aprobación de los investigadores de la Oficina Nacional del Servicio Histórico.
En los reportes se establece que:
David R. Francis
David R. Francis, embajador de los Estados Unidos en Moscú, mantuvo a su Gobierno puntualmente informado sobre los acontecimientos. El Departamento de Estado publicó, más tarde, los documentos Francis, que han sido recogidos, entre otros autores, por Elizabeth Dillings en su notable obra The Plot Against Christianity. Alude Francis a un curioso telegrama enviado por el comunista de Petrogrado Fuerstenberg (Ganetzky), a un correligionario suyo. (Obsérvense la fecha —unos días antes de la Revolución—, el banquero y los demás apellidos mencionados, igualmente judíos.)
Sr. Raphael Schaumann (o Scholan):
Querido camarada: La casa bancaria del señor Max Warburg, a raíz de un telegrama del presidente del Sindicato Renano-Westfaliano, abrió una cuenta corriente para la empresa del camarada Trotsky. Un abogado, tal vez el señor Kestroff, se hizo cargo de las municiones, cuyo transporte a Lulea y a Vardi organizó, juntamente con el dinero para el camarada Trotsky, según sus deseos.
Fraternales saludos, Fuerstenberg.- El documento nº 3 de la serie Francis dice, textualmente, así:
Suplemento a ese documento;
Todas las personas mencionadas en ese documento a excepción del revolucionario ruso Lunacharsky, eran judías. Por otra parte, hay que contar con la influencia que en el Banco imperial alemán poseían los hebreos Rathenau y Von Ballin. Así mismo, como era público y notorio, los cinco Bancos "D" de Alemania —entre los que se mencionan al Diskonto y el Deutsche Bank— eran entidades judías.
- El documento nº 5 se refiere a una orden de pago cursada por el Sindicato Renano-Westfaliano (calificado de entidad judeo-bolchevique por el Departamento de Estado norteamericano) a un tal Svenson Baltzer y a Moses Kirch, representantes, respectivamente, de la Diskonto Gesellschaft en Estocolmo y del Deutsche Bank, en Ginebra. A Baltzer y a Kirch se les encarga suministrar fondos a los señores Ulianov (Lenin) y Bronstein (Trotsky).
- En el documento nº 6, el banquero Svenssen, de la "Banque díaffaires Waldemar Hansen & Co.," comunica a la Diskonto Gesellschaft que la cantidad de 315.000 marcos ha sido transferida a la cuenta del señor Lenin, en Kronstadt, en fecha 18 de junio de 1917.
- El 7º documento se refiere a una carta del banquero Svensen al revolucionario judío Herzen (o Farzen) en Kronstadt. El capitalista Svensen escribe al proletario Herzen:
- El 8º documento da cuenta de que, según la orden de un tal Mr. Jullias, el Deutsche Bank ha pagado 32.000 francos que se han utilizado en la edición de panfletos comunistas.
- Los documentos nº 9, 10 y 11 hacen referencia a entregas de dinero (marcos, francos y coronas suecas) hechas por el Sindicato Renano-Westfaliano y la Nya Banken de Estocolmo a los revolucionados Fuerstenberg, Trotsky y Antonov.
Hay, todavía, un duodécimo documento, relativo a una comunicación del millonario comunista Parvus Helphand. a un tal señor M. de Estocolmo, anunciándole el envío de 180.000 marcos para la financiación de las actividades soviéticas en Finlandia. Parvus era íntimo de Trotsky y de Lenin.
Finalmente, en el tercer tomo de los documentos hechos públicos por el Departamento de Estado, y bajo la referencia n.0 861.00/228 - 1110, puede leerse un telegrama enviado por el embajador Francis a la Casa Blanca en el que, entre otras cosas, se dice:
Los mencionados reportes del embajador Francis fueron publicados por el Departamento de Estado bajo el titulo Papers relating to the Fo-reign Relations of the United States, en tres volúmenes.
Pese a todo lo que en apariencia hubiera de inexplicable en esas relaciones entre los marxistas revolucionarios de Rusia y los magnates capitalistas de América, en el fondo regía la profunda solidaridad de la raza hebrea y el anhelo común de la reivindicación judía. Si el destino del mundo iba a jugarse en dos barajas de política internacional (el capitalismo y el marxismo), tener ases en ambas mangas era asegurar el triunfo de la causa común. Es de considerar por ello que, como dice Henry Ford, "el comunismo sólo es anticapitalista contra la propiedad no judía".
Winston Churchill
La lista de ocasiones en las que Churchill señaló a los judíos, tanto públicamente como privadamente, como responsables de la revolución bolchevique y participes esenciales del comunismo es bastante numerosa. El 6 de junio de 1919 Churchill telegrafió al general Gough estacionado con el ejército británico en Helsinki, Finlandia, para explicarle el peligro que existía de nuevos pogromos y la necesidad de frenarlos mediante la fuerza debido a la parte que habían tomado los judíos en el régimen y el terror rojo.[4] El 10 de octubre de 1919, Churchill escribió al primer ministro británico David Lloyd-George para explicarle el “sentimiento amargo” que existía en toda Rusia contra los judíos al ser considerados los principales instigadores de la ruina del Imperio ruso, así como para informarle del papel principal judío en las atrocidades bolcheviques.[5]
El 3 de enero de 1920, durante un discurso en Sunderland, Churchill atacó a los socialistas británicos y dijo:
El 25 de enero de 1920, Churchill escribió a su amigo Herbert Albert Fisher una carta en la que explicaba unos “hechos que establecieron con demasiada claridad el predominio de los judíos en el movimiento bolchevique” así como una reflexión sobre la posibilidad de que los judíos del Reino Unido admitieran estos hechos “más abiertamente de lo que actualmente lo hacen” de manera que se puedan unan fuerzas y se establezca un gobierno fuerte en Rusia.[6]
El 24 de diciembre de 1921, Churchill escribió a Lord Curzon:
El 24 de septiembre de 1921, durante un discurso en Dundee, Churchill declaró como los bolcheviques habían destruido el “grandioso y noble Imperio Ruso” uno de los graneros más grandes del mundo, a través de 4 años de “socialismo y bolchevismo” que sus autores, “una pandilla de revolucionarios profesionales, en su mayoría judíos” habían llevado a Rusia a la inanición absoluta “matando sin piedad a cualquiera opuesto a ellos”.[8]
Comunistas financiados por capitalistas
Por otra parte, los iniciadores del marxismo en Rusia tuvieron gran apoyo financiero de sus compatriotas y correligionarios en el extranjero.
En un reporte del Servicio Secreto americano transmitido al Estado Mayor del Ejército francés, se describe que el 14 de febrero de 1916 se celebró en Nueva York un Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas, alentadas e inspiradas por israelitas. El magnate judío Jacob Schiff era uno de los que costearon los gastos de estos trabajos políticos; ayudaba particularmente al judío León Trotsky. Otros banqueros judíos, tales como Max Breitung, Felix Warburg, Otto H. Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg, Jerome H. Hanauer, Banco Kuhn, Loeb & Co. daban también su ayuda económica desde Nueva York. La firma bancaria mencionada está dirigida por Schiff, Kahn, Warburg Hanauer y Loeb.[9]
En abril de 1917, Jacob Schiff, en unas manifestaciones públicas, declaró que gracias a su ayuda financiera, la Revolución bolchevique había podido triunfar. En la primavera de 1917, Jacob Schiff empezó a comanditar a Trotsky con objeto de hacer estallar la revolución social en Rusia. El diario neoyorquino Forward, que es un órgano judeo-bolchevique, organizó una suscripción con el mismo objeto. Desde Estocolmo, el judío Max Warburg financiaba igualmente a Trotsky y los suyos. Éstos recibían también fondos del Sindicato Renano-Westfaliano, importante empresa judeo-alemana. así como de otro judío, Olaf Aschberg, del Nya Banken de Estocolmo. Así se establecieron las relaciones entre multimillonarios judíos y proletarios de la misma raza.
En ese mismo reporte se describen de las actividades procomunistas del banquero Paul Warburg y del rabino Judah L. Magnes quien era criatura política de Warburg y Schiff, y quien fue dirigente de la organización sionista Poale, de tendencia marxista.
La revolución marxista fomentada en Alemania en 1918 se desarrolló siguiendo las mismas directrices judías que la revolución social en Rusia, y revela que sus dos principales dirigentes, Rosa Luxemburgo y Hans Haase, eran judíos.
Después, en otra sección se resume:
Confesiones
Los propios judíos han reconocido en muchas ocasiones que la Revolución soviética no fue obra de rusos explotados por la autocracia zarista, sino de judíos internacionalistas.
El más importante de los semanarios judeoamericanos, The American Hebrew publicó, el 10 de septiembre de 1920, está auténtica confesión de parte:
Por su parte, el Jewish Chronicle londinense escribió el 4 de abril de 1919:
Alfred Nossig, uno de los más celebrados líderes espirituales del judaísmo declaró, en 1925:
El Dr. Oscar Levy, judío americano, en una carta que fue reproducida en el prefacio del libro The World Significance of the Russian Revolution, de G. Pitt-Rivers, reconoció en 1920:
Un documento judío, citado por el Sunday Times, de Londres del 4 de abril de 1920, se jactaba con entusiasmo, de que el comunismo no era más que una conspiración israelita para conseguir el imperio mundial de Sión. El despacho en cuestión decía exactamente:
Al presidente de la sección de la Alianza Israelita Universal. La hora de nuestro completo triunfo se acerca. Estamos en la alborada de la conquista del mundo. Nuestros viejos sueños se están cumpliendo. A pesar de que, hace relativamente poco tiempo no teníamos ningún poder, ahora podemos alcanzar la victoria. Ya hemos obtenido el poder en Rusia. Nuestros primeros planes han sido coronados por el éxito, pero no debemos olvidar que los rusos, aunque estén ahora bajo nuestro dominio, nunca dejarán de ser nuestros mortales enemigos... Firmado. El Comité Central de la sección de Petrogrado de la Alianza Israelita Universal.
Dos historiadores judíos que gozan de gran prestigio entre sus correligionarios corroboraron la evidencia del fondo judaico del movimiento bolchevique. William Zuckerman escribió:
En cuanto a Rappoport —uno de los más acreditados historiadores de la Revolución de 1917—, estableció que:
Norman Bentwich, historiador judío de nacionalidad británica escribió (marzo de 1933):
En la revista Le Nouveau Mercure (París, marzo de 1927) el periodista hebreo René Gross decía:
Bernard Lazare, historiador judío y sionista prominente, reconoce, por su parte, que:
El publicista judío Hermalin dijo, en un discurso pronunciado en Nueva York en 1917, que:
Uno de los fundadores del Partido Laborista de Inglaterra, el profesor judío Harold Y. Laski, reconoció que:
Antecedentes
Desde los primeros años de la era cristiana, ya se habían asentado inmigrantes judíos en los territorios que siglos más tarde formarían parte de la Rusia meridional. Estos grupos nómadas sufrieron grandes vicisitudes pero nunca perdieron su cohesión racial y su unidad religiosa para ayudarse entre sí.
En 1648 los cosacos se lanzaron contra ellos y después de sangrientos choques, prohibieron que en Ucrania radicaran comunidades judías. En general la población europea ya era entonces hostil hacia ellos, pero las tierras rusas, debido a sus inexplotadas riquezas y enorme extensión, seguían atrayendo constantemente a judíos emigrados de Europa occidental.
La emperatriz Isabel I de Rusia se alarmó ante este hecho y en 1743 se negó a admitir más inmigrantes, sin embargo, cincuenta años más tarde la anexión de territorios polacos convirtió a millares de judíos en súbditos de Rusia. A partir de entonces las comunidades judías aumentaron considerablemente, no sin sufrir hostilidades y persecuciones, tal como les había ocurrido a sus ancestros en todos los tiempos y en todos los pueblos. El zar Alejandro I (1825–1855) los trató con benevolencia y fracasó totalmente en sus esfuerzos por asimilarlos a la población rusa. Su lealtad, aún cuando radicaran dentro del dominio de otras naciones, nunca pertenecería a ellas, sólo a Judá, un Estado que en aquella época era invisible, pero muy real, y que no fue consolidado plenamente sino hasta 1948 como el Estado de Israel.
El siguiente zar, Nicolás I (1825–1855) se impacientó ante la renuencia de las comunidades judías a su asimilación, por lo que redujo sus derechos cívicos, además de que les hizo extensivo el servicio militar obligatorio que ya regía en el Imperio. Esto causó descontento entre los judíos, pero una vez más lograron conservar sus vínculos raciales y sus milenarias costumbres.
Al subir al trono Alejandro II (1855) la situación de los judíos volvió a mejorar y no tardaron en prosperar en el comercio, la literatura y el periodismo; varios diarios judíos se publicaron en San Petersburgo y Odesa. Precisamente en ese entonces se vigorizó en Rusia la agitación revolucionaria con base a las teorías elaboradas en 1848 por los judíos Karl Marx y Friedrich Engels.
En 1880, los israelitas Leo Deutsch, P. Axelrod y Vera Zasulich y el ruso Plejanov, formaron la primera organización comunista en Rusia y un año después, varios conspiradores, encabezados por el judío Vera Fignez, asesinaron al zar Alejandro II. El hijo de éste, Alejandro III, pensaba que las concesiones hechas por su padre habían sido pagadas con ingratitud y en consecuencia, expulsó a los judíos de San Petersburgo, de Moscú y de otras ciudades. Los crecientes desórdenes y atentados los atribuyó, como en efecto era, a la influencia de ideas extrañas al pueblo ruso y ordenó enfatizar el nacionalismo y reprimir las actividades políticas de intelectuales hebreos.
Bibliografía
- Stéphane Courtois. El libro negro del comunismo, cap. 1: "Paradojas y malentendidos de octubre". Ediciones B, 2010, pp. 61–78.
- José María Solé. La I Guerra Mundial como nunca se la habían contado, volumen 5: "Petrogrado, revolución en la guerra", revista La Aventura de la Historia, 2010, pp. 36–39.
- Antonio Elorza. La I Guerra Mundial como nunca se la habían contado, volumen 6: "Bolcheviques al poder", revista La Aventura de la Historia, 2010, pp. 30–35.
Referencias
- ↑ Documentación del Senado de los Estados Unidos. Vol. III; núms. 62–65. Primera sesión.
- ↑ Víctor Matsden: Jews in Russia.
- ↑ Henry Ford, The International Jew.
- ↑ Gilbert, Martin. Winston S. Churchill, Volume IV 1917-1922. Heinemann; London. 1975. p.293.
- ↑ Gilbert, Martin. Winston S. Churchill, Volume IV 1917-1922. Heinemann; London. 1975. p.342.
- ↑ 6,0 6,1 Defries, Harry. Conservative Party Attitudes to Jews, 1900-1950. Frank Cass Publishers; Southgate, England. 2001. p.82.
- ↑ Gilbert, Martin. Winston S. Churchill, Volume IV 1917-1922. Heinemann; London. 1975. pp.760-761.
- ↑ Western Gazette (Somerset, UK) - Friday 30 September 1921, p.12
- ↑ Reporte del Servicio Secreto americano, transmitido al Estado Mayor del Ejército francés. (Archivado con la referencia 7-618-6 mp 912 S.R. 2, II. Transmis par l'Etat Major de l'Armée. Deuxieme Bureau.)