Martin Bormann

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Martin Bormann

Martin Bormann (Lebensrune.png Halberstadt, 17 de junio de 1900 Todesrune.png -2 de mayo de 1945), destacado líder de la Alemania Nacionalsocialista, Jefe de la Cancillería y director del NSDAP desde 1941 y secretario personal de Adolf Hitler.

Nota previa sobre fuentes

No es abundante, ni en castellano ni en las demás lenguas, la información fidedigna sobre Martin Bormann. Es, sin duda, una de las figuras menos conocidas del nacionalsocialismo alemán. La misma personalidad de Bormann -como veremos- lo explica.

Las fuentes consultadas para esta reseña biográfica pueden catalogarse en cuatro tipo:

  • Las obras de ciertos antiguos dirigentes del Tercer Reich (como por ejemplo las de Albert Speer), que suelen presentar a Bormann como el "genio malo" del Führer.
  • Biografías de Bormann de autores que podemos considerar serios. Hay dos traducidas al castellano, la de Wulf y la de J. Mc Govern, además del capítulo correspondiente en un libro de J. Fest sobre los dirigentes nacionalsocialistas.
  • Las llamadas cartas de Bormann, publicadas en España en un volumen con el título de "Memorias". Plantean el problema de ser, en definitiva, una obra apócrifa, y por tanto de dudosa veracidad.
  • Biografías sensacionalistas. Son las más abundantes, sus temas suelen ser especulaciones fantásticas sobre si Bormann aun vive, el tesoro de Bormann, y otras por el estilo.

Rasgos biográficos y carrera política

Martin Bormann nació el 17 de junio 1900 en una pequeña ciudad de Baja Sajonia (Halberstadt). Su padre era suboficial músico del Ejército y murió cuando su hijo apenas contaba con 4 años. Su madre se casó en segundas nupcias, con el director de una agencia bancaria.

El pequeño Martin asistió al Realgymnasium hasta el tercer curso, pasando después a la Escuela de Agricultura de Mecklemburgo, donde tampoco llegó a terminar sus estudios porque fue movilizado por el Ejército, al 55 Regimiento de Artillería de Campaña. El fin de la Primera Guerra Mundial llegó sin que el joven Bormann hubiera podido llegar a intervenir en los combates.

Aun así Bormann sufrió, como toda su generación, la amargura de la derrota y la humillación de su pueblo. Nació en él la rebeldía contra los políticos y agitadores de izquierdas. En 1920 entró a trabajar como administrador de una finca agrícola, ocupación que mantendría durante 6 años.

En aquel mismo año Bormann inició su vida política ingresando en la "Asociación contra la extensión del peligro judío". Perteneció a este grupo antijudío durante 6 años también. Paralelamente entra en contacto con uno de los más célebres Cuerpos Francos (Freikorps), la Organización Rossbach, donde pronto alcanza la responsabilidad de Jefe de Sección y Tesorero para Mecklemburgo.

El julio 1923 Bormann fue detenido bajo la acusación de estar implicado en la muerte de un tal Walter Kadow, al que se acusaba, en los ambientes nacionalistas, de haber delatado a las autoridades de ocupación francesas en Renania a Albert Leo Schlageter, lo que le había supuesto para éste la muerte. Bormann permaneció en prisión preventiva 6 meses, hasta que se le condenó a un año, que padeció en el penal de Leipzig. No se le acusó de ser el autor material de los hechos sino de encubrirlos. Como instigador directo fue sentenciado Rudolf Höss (quien después se hecho célebre por haber sido comandante del campo de Auschwitz).

Como víctima de la persecución de la República de Weimar, a Bormann se le otorgó en 1938 la Blutorden (Orden de la sangre), una de las máximas condecoraciones del NSDAP, que premiaba a los que más habían padecido en la lucha por el poder.

De nuevo en libertad Bormann reanudó su trabajo y actividad política, ahora en el seno del Frontbann. Participó, el 4 de julio de 1926, en el Reichsparteitag del NSDAP, pero no se afilió al partido Nacionalsocialista hasta el 17 de febrero de 1927. Su carnet ostentaba el número 60.508.

Como había hecho en su trabajo profesional y en sus anteriores actividades, Bormann trabajó firme y duramente en el seno del NSDAP. No es de extrañar que su carrera fuera bastante rápida. Su gran capacidad de organización y la increíble cantidad de trabajo que podía asumir y resolver hacían de él alguien indispensable.

En otoño de 1927 fue nombrado Jefe de Prensa del Gaude Jena, y colaborador del órgano regional del NSDAP, El Nacionalsocialista. El 1 de abril del 28 era jefe administrativo de todo el Gau.

Sus aptitudes llamaron la atención de la Jefatura de las SA, la OSAF, que lo reclamó para su Cuartel General en Múnich. Permaneció al servicio de las SA hasta agosto de 1930, alcanzando el cargo de Standartenführer.

El 25 de abril de 1930 Bormann fue nombrado Jefe de la Caja de Socorro del NSDAP, organismo que ayudaba a los militantes o familias que, por su participación en la lucha, hubieran resultado heridos o muertos. De ser una modesta oficina del Partido, Bormann la convirtió en una poderosa y eficaz organización que velaba por los militantes en los duros años de la lucha por el poder. El mismo Bormann sufrió estas penalidades, ya que en septiembre del 30 fue detenido acusado de actividades subversivas.

Dedicado por completo al Partido era natural que encontrara a su esposa en el seno de éste. El 2 de septiembre de 1929 Bormann se casó con Gerda Buch, hija de un veteranísimo NS, Walter Buch, miembro del NSDAP desde el Putsch de Múnich. La misma Gerda era miembro activo del Partido. El Führer en persona apadrinó a los cónyugues, al igual que haría con su primer hijo del matrimonio. Prototipo de familia NS, los Bormann tuvieron 10 hijos. Por su fidelidad y entusiasmo NS recibió Gerda Bormann el distintivo de oro del Partido, que se reservaba para aquellos afilados con carnet inferior al nº 100.000.

La fidelidad y entrega de militantes como Martin y Gerda Bormann fueron los que permitieron el triunfo del NSDAP en 1933. Bormann siguió con su carrera política, siendo nombrado Reichsleiter y recayendo sobre él la responsabilidad de ser Jefe del Estado Mayor del recién nombrado Lugarteniente del Führer, Rudolf Hess.

Llegados a este punto conviene que recapitulemos brevemente, y a la vez sintéticamente, la carrera política de Bormann, que puede dividirse en cuatro fases:

1- Desde 1920, en que se forma ideológicamente, hasta 1933, en que es nombrado Jefe del E. M. de Hess.

2- Desde 1933 a mayo 1941 en que Hess vuela a Inglaterra para tratar de conseguir la paz. Bormann es nombrado Parteikanzlei (Canciller del Partido) cargo recién creado para sustituir a la Lugartenencia, con más poderes, además, que ésta.

Ello le confiere el rango de Ministro del Reich.

3- Hasta abril 43, en que recibe además el título de Secretario Personal del Führer.

4- Hasta la muerte de Adolf Hitler y el fin del Tercer Reich.

Bormann y el NSDAP

Desde su puesto de Jefe del E.M. de Hess, primero, y de Jefe de la Cancillería del Partido, después, Bormann era, de hecho, la máxima autoridad ejecutiva interna del Partido. Era política oficial del régimen no mezclar el Partido y el Estado, no fusionarlos, sino mantener la autonomía del primero para que se colocara por encima del segundo. Se huía así del modelo italiano para acercarse al soviético. En efecto, en Italia, el Partido Nacional Fascista estaba tan estrechamente mezclado con el Estado (muchas categorías de funcionarios pasaban, en calidad de tal, a ser miembros automáticamente del PNF, por ejemplo) que de hecho quedó subordinado a él, lo que le provocó una total burocratización, que tan manifiesta quedó en 1943 cuando se depuso al Duce.

Bormann siguió fielmente esta orientación política del Führer. Por una parte dirigió, con mano de hierro, el Partido. Por otra, trato -y consiguió- mantener el predominio total del NSDAP en la vida política alemana. Esto es cierto incluso en lo que se refiere a las SS. Hoy es frecuente, al hablar del Tercer Reich, referirse mucho a las SS -para bien o para mal- y muy poco al NSDAP, como si aquella hubiese suplantado a éste. Ciertamente la SS se creo un área autónoma de poder -a diferencia de las otras milicias u organizaciones subordinadas-, pero jamás perdió el Partido, gracias a Bormann, su posición de total predominio. Y eso pese a que Bormann también ostentaba el rango honorífico de Gruppenführer SS, la daga de honor de las SS, y a que Heinrich Himmler le regaló, como honor especial, el carnet nº 555 de las SS.

No conviene olvidar esta verdad fundamental y hecho capital: mantener el predominio del Partido a la vez que evitar su anquilosamiento daba al régimen posibilidades de sobrevivir en el futuro. En efecto, en los regímenes regidos por un caudillo -revolucionario o reaccionario, eso poco importa ahora- es usual que una vez muere el caudillo político caiga también el régimen que dirigía. Pero el caso de Rusia demuestra como un Partido bien organizado y fuerte puede tener mayor longevidad histórica, mientras no se debilite el propio Partido.

Como de Bormann dependían todos los ascensos en el Partido, pudo ir ubicando en los centros de poder a gentes de su línea ideológica, de la que nos ocuparemos más adelante.

Bormann procuraba también que toda aquella gente que abandonaba el NSDAP perdiera todo cargo público recibido en función de su anterior militancia. Se eliminaba así a los arribistas que se unían al Partido para ascender en la administración, abandonándolo después.

La presencia de Bormann en el Cuartel General militar del Führer se explica -precisamente- por su obligación de representaren todo momento al aparato del NSDAP en el centro máximo de poder del Tercer Reich.

Hasta el fin de la guerra cuidó, con atención hasta los más mínimos detalles, todo lo referente al Partido. Utilizó la densa y ramificada organización del NSDAP para favorecer el esfuerzo de guerra y para evitar que la desmoralización de la retaguardia provocara, como en la Primera Guerra Mundial, la derrota en el frente.

Así consiguió que, conforme avanzaba la guerra, el poder del Partido no solo no disminuyese, sino que aumentase. Tras el complot de la bomba, llevado a cabo por el sector más reaccionario del Ejército, Bormann puso en pie de guerra a todo el NSDAP, y un decreto personal de Hitler, el 10/44, daba al Jefe de la Parteikanzlei (Bormann) plenos poderes para decidir, en el Partido, sus milicias y organizaciones juveniles y corporativas, las medidas que estime pertinentes con vistas a entrar en la guerra total. Poco después se estableció que cuando una región del Reich quedara en directo peligro de ser ocupada, sería el Gauleiter, y no el Ejército, quien ostentaría el poder supremo decisorio. Igualmente el NSDAP recibió la responsabilidad de todas las tareas de fortificación en el suelo del Reich. El Volkstrum, por otra parte, quedó constituido en torno a los cuadros políticos del Partido, y no como una organización más del Ejército.

Aún más: Bormann fue el directo impulsor de la introducción en la Wehrmacht de los oficiales políticos NS (los NSFO) que debían apuntalar la moral combativa de la tropa en los momentos de derrota, eliminando la influencia de los derrotistas. Bormann creía firmemente que sólo los NS podría dar fuerza combativa a los alemanes en esos momentos. Por eso ordenó a los mandos del Partido formar el Volkstrum y que se diera formación ideológica en todo momento. En los últimos meses de la guerra aun envió infinidad de circulares y medidas al NSDAP sobre como aumentar el esfuerzo militar.

Bormann fue un eficaz responsable político del NSDAP, manteniendo su papel dirigente, insulflándole actividad y transformándolo en un elemento más de la lucha del Tercer Reich. No es de extrañar, pues, que en su testamento Hitler ordenará a Karl Dönitz que se entregará el Ministerio del Partido a Martin Bormann.

Bormann y el Estado

El Partido debía ser el motor del cambio revolucionario que tenía que realizarse en Alemania. Pero ese cambio sólo podía realizarse desde el Estado. Por ello Bormann situó las actividades estatales también dentro de su órbita de actuación. No se encargó sólo de la dirección del Partido, sino que también tomó parte activa en la redacción de la legislación estatal, además de redactar la mayor parte de los llamados decretos del Führer y de supervisar los nombramientos.

Trabajador infatigable, como ya hemos dicho, ponía su atención sobre asuntos tan numerosos como dispares; se relacionaba con todos los Ministerios y Departamentos, inspirándoles una línea de acción NS. Se conserva una abultada correspondencia suya con todas las Administraciones del Estado.

A veces su injerencia llegaba hasta extremos que son curiosos y que incluso en algún caso parecen grotescos. Por ejemplo dedicó muchos documentos a intentar limitar el uso de la letra gótica (a la que, de acuerdo con varios especialistas, imputaba un origen judío), lo cual no es del todo cierto.

También hay documentos donde se dirime si el saludo correcto era "Heil Hitler" o no. Pero esto no debe hacernos pensar que se ocupaba siempre de temas burocráticos e intrascendentes. Al contrario, sólo indicaba su enorme capacidad de trabajo, pues al mismo tiempo se ocupaba de todos los temas vitales de Alemania.

En el verano de 1944, cuando la situación militar ya era pésima para Alemania y Bormann movilizaba todo el NSDAP para el esfuerzo militar, era capaz de encontrar tiempo para emitir una circular sobre la fabricación de helados, en la que sostenía que, dado el consuelo que esto suponía para la población, en medio de tantos males, y la relativa facilidad de lograr mantener la fabricación de helados, era conveniente mantener ese pequeño lujo. En resumen, se interesaba por todos los temas del país.

Como ya hemos dicho la mayor parte de su trabajo era sobre temas vitales, por ejemplo se consagró especialmente en perseguir toda irregularidad y corrupción administrativa, todo abuso de poder o uso ilegítimo de prebendas (en el Partido o en el Estado). Hizo todo lo posible por endurecer las penas contra acaparadores y defraudadores, así como contra quienes intentaban evitar sus obligaciones militares. Logró realmente que la corrupción fuera mínima pese a las circunstancias militares.

Toda esta actividad suya fue posible gracias a que el 16 de enero de 1942 un decreto del Führer otorgaba a Bormann poderes para colaborar decisoriamente en la elaboración de TODAS las leyes y disposiciones de las autoridades del Reich. Dicho de otra manera, Adolf Hitler le reconocía el derecho a controlar toda la legislación - para adecuarla a los principios NS.

Bormann y la Política Racial

El Reichsleiter Bormann fue uno de los NS más radicales en lo referente a la política racial. Dentro de este capítulo cabe distinguir varias facetas. Empecemos por la cuestión judía.

La Cancillería del Partido no cesaba de presionar sobre el Ministerio del Interior para que toda la legislación antisemita fuera cumplida a rajatabla. El Partido, según su parecer, debía ser quien se enfrentara directamente con el problema judío. Para él esto sólo se lograría por la expulsión total de los judíos del territorio del Reich, y -mientras tanto- por la total imposiblitación de influir o mezclarse con el pueblo alemán.

Así, aunque los matrimonios con judíos de segundo grado no estaban prohibidos por las leyes de Núremberg, Bormann cursó infinidad de circulares desaconsejándolos. La medida más radical que consiguió introducir fue la Disposición 13 de la Ley de la Nacionalidad Alemana (junio 1943) que negaba a los judíos alemanes el derecho a ser tratados como alemanes ante los Tribunales (sino como extranjeros).

También fue el promotor -aunque Rosemberg fue el encargado del desarrollo de la idea y de la organización- de un Congreso Internacional Antijudío, que debía haberse celebrado en Cracovia el 17 de junio de 1944. A este tenían anunciada su asistencia 402 delegados, de ellos 198 extranjeros. En el elenco de participantes se incluían, además del mismo Bormann, a Joseph Goebbels, Hans Frank, Heinrich Himmler, Joachim von Ribbentrop, Schwarz, Kaltenbrunner, Sondermann, Alfred Rosenberg, Baeumler, Gross, K.A.von Muller... y entre los extranjeros a Mezzasona, Preziosi, Abel Bonnard, Paul Marion, Ander Jaros (ministro húngaro), Mussert, el Gran Mufti, El Galiani, John Amery, junto a delegados de Noruega, Rumania, Eslovaquia, etc,... y representantes clandestinos de España, por ejemplo. El desembarco de Normandía frustró esta iniciativa.

Si todos los NS estaban de acuerdo en la política antisemita, no ocurre lo mismo en la política respecto los eslavos de los territorios ocupados de la Unión Soviética. Bormann pertenecía a la línea del Partido que preconizaba dureza contra los eslavos, enfrentada a la de Alfred Rosenberg, que contaba con atraerse a los pueblos del Este a la órbita alemana, y aun más a ciertas tendencias netamente pro-rusas (especialmente manifiesta en varios grupos y personalidades de la Konservative Revolution) que siempre habían caracterizado al nacionalismo radical alemán.

Al apoyar la actividad de hombres como Koch en Ucrania, frente a la línea propugnada por Rosenberg, Bormann cometió uno de los errores políticos más graves de su carrera. En efecto, hoy sabemos perfectamente que una política de ocupación más compresiva en el Este (al menos en Ucrania y otras zonas de la Unión Soviética) habría facilitado mucho la tarea de las tropas alemanas y habría debilitado enormemente al poder soviético. Algunos de los biógrafos de Bormann, Wulff en concreto, llegan a afirmar que Bormann incluso alteró algunas de las ordenes de Hitler en temas como el trato a los polacos, etc.

Igualmente apoyó Bormann la política de Eutanásia en su más radical planteamiento. Este tema, por lo delicado, exige algunas consideraciones al margen de esta reseña biográfica. Con la eutanasia se podrá estar de acuerdo o no, pero no vale el descalificarla con tópicos. La eutanasia no la inventó el NS ni es patrimonio exclusivo de él. Hoy en día, por ejemplo, existen incluso sociedades que piden su legalización. Por otra parte hay que reseñar quien es el enemigo más destacado de la eutanasia: la Iglesia Católica. Resulta sorprendente que una institución como esta, que durante siglos ha eliminado a miles de personas, en las guerras contra los infieles, en las conversaciones forzadas de los paganos, en las cazas de brujas, en las persecuciones contra los herejes, etc., masacrando a comunidades enteras en nombre de sus principios religiosos, acuse al Estado de asesinato por es apolítica biológica realizada de acuerdo con prescripciones científicas y para beneficio de la sociedad.

No es menos sorprendente oir a la izquierda condenándo la eutanasia en el régimen NS... y aplaudiendo fervorosamente el aborto y las modernas peticiones de ley de eutanasia.

En el caso de la Alemania en guerra, Bormann, como otros líderes NS, consideraban criminal para la salud biológica del país que mientras lo más sano y granado del país moría en los campos de batalla, ciertas categorías de enfermos mentales o incurables, cuya misma personalidad humana estaba radicalmente menoscabada, siguieran procreando a cubierto de todo peligro.

Bormann dio orden al NSDAP de apoyar la política de eutanasia, ante los feroces ataques que le lanzó la Iglesia.

Otra manifestación de sus planteamientos biopolíticos, en que la defensa de la raza ocupaba el lugar primordial, fue su apoyo a la idea del "volksnotehe" (matrimonio popular de emergencia). Ya después de la guerra de los Treinta Años, que tan sangrienta resultó para Alemania (motivada por las luchas religiosas, precisamente..) y que causó tan terrible mortandad entre la población masculina, se autorizó a los varones supervivientes a tomar dos esposas para poder así recuperar el potencial demográfico sacrificado inicuamente por los fanatismos religiosos. Para Bormann la idea de reintroducir este matrimonio popular de emergencia al final de la guerra en curso no habría sido nada desdeñable. No llegó a haber sin embargo ocasión....

Bormann y la lucha ideológica

Con asiduidad se ha dicho que Bormann no era un ideólogo. En realidad es cierto que no fue un buen orador ni tampoco un escritor capacitado.

No redactó obras donde sistematizara principios ideológicos, pero no porque no los tuviese sino porque él era, antes que nada, un hombre de acción, decidido a transformar la realidad en vez de divagar y escribir sobre como hacerlo. Con la tantas veces mencionada capacidad de trabajo y meticulosidad que le caracterizaba, velaba atentamente porque el Partido mantuviera la mayor pureza ideológica.

Otra muestra de su interés por la formulación ideológica del NS la constituye el que fuera él quien ordenara recoger todas las opiniones que el Führer expresaba en las conversaciones de sobremesa en su Cuartel General. Como quiera que el Führer, en aquellas ocasiones, prefería divagar sobre temas diversos, para liberarse de la tensión que producían sus ocupaciones, era Bormann quien, hábilmente, le provocaba con sus preguntas para que el Führer se pronunciara sobre temas de interés capital, siendo estas opiniones debidamente anotadas por los taquígrafos y posteriormente archivadas, a fin de ser editadas para completar el pensamiento del Führer ya expuesto en Mein Kampf (todo lo cual no quiere decir que la actual edición de estos textos, Conversaciones sobre la Guerra y la Paz, en su edición española, sea de fiar, ya que sus editores no han sido Bormann y los demás responsables de las anotaciones taquigráficas, sino gentes totalmente ajenas, y a la vez enemigas, por lo cual es muy de temer que se hayan introducido muchas alteraciones).

Muy sucintamente, en una carta privada, Bormann exponía así su visión del NS:

¿Que es lo que deseamos nosotros, los nacionalsocialistas?. Queremos adaptar nuestro pueblo a las Leyes de la Naturaleza, es decir, queremos prepararlo para la lucha por la existencia.

Esta lucha existe, tanto si nos place como si no, tanto si la rechazamos como si la aceptamos. Este mundo, a fin de cuentas, no es un paraíso y jamás podrá llegar a serlo, puesto que cada renovación, cada cambio, presupone acción.

Lo mismo que todo ser, criatura, animal o planta, el individuo debe imponerse para sobrevivir, lo mismo ocurre con un pueblo o una nación.

Formamos parte del conjunto eterno de toda vida y es decir del ciclo de la Naturaleza, y no puede ser de otra manera.

Bormann abordó, de pleno y con franqueza, el más agudo problema ideológico que se le planteaba al NS en el poder: El liberalismo y el marxismo habían sido ya derrotados, tanto a nivel ideológico como sobre la arena política. Quedaba un opositor: el cristianismo político, amparándose bajo su cariz de religión y, de acuerdo con esa proverbial capacidad de las iglesias para subsistir en cualquier situación, el cristianismo político mantenía sus fuertes posiciones en el seno del Tercer Reich, a quien pronto (en cuanto vio que podía perder la guerra, tal como su oportunismo secular ha hecho siempre) declaró una lucha a muerte. Subraya MacGovern en su biografía de Bormann que "al igual que otros muchos nacionalsocialistas, se titulaba a sí mismo "Gottgläubig", es decir: un creyente en Dios, pero opuesto a toda religión organizada".

No era pues la religión sino la casta sacerdotal y sus actividades políticas, lo que Bormann combatía. Significativo es que uno de los primeros actos de Bormann, tras ser nombrado Parteikanzlei fue enviar a los Gauleiter una extensa circular (9 de junio de 1941) sobre "Las Relaciones entre el NS y el Cristianismo". Este sensacional documento contenía las siguientes afirmaciones:

Los conceptos NS y cristianos son totalmente irreconciliables. Las iglesias cristianas fundan su obra en la ignorancia del ser humano, mientras el NS reposa sobre bases científicas.

Las confesiones cristianas se basan en la incertidumbre del destino humano y tratan de mantener esa incertidumbre en la mayor parte de la población, porque sólo de esa forma las iglesias cristianas pueden mantener su poder.

Cuando nosotros, los NS, hablamos de una fe en Dios, no imaginamos a Dios, como hacen los cristianos ingenuos y sus explotadores espirituales, bajo la forma de un ser a imagen y semejanza del hombre, que se mantiene en alguna parte del universo... a la energía que regula los espacios cósmicos, los movimientos de esos innumerables planetas, nosotros la llamamos la omnipotencia de Dios. Nadie afirma que esta fuerza universal se preocupa del destino de cada ser aislado, del menor bacilo terrestre, y que unas oraciones u otras cosas asombrosas son susceptibles de influenciarla. Para creer en semejante cosa hace falta una gran dosis de ingenuidad o un descaro.

Nuestra ideología NS es mucho más elevada y sublime que los conceptos del Cristianismo, que en sus puntos más esenciales han sido tomados del judaísmo. Por esta razón nosotros no necesitamos al cristianismo.

Ningún ser humano conocería nada del cristianismo si no hubiera sido educado en su niñez por los pastores y curas.

Consecuentemente si en el futuro nuestra juventud no es instruida más en el cristianismo, cuyas doctrinas son muy inferiores a las nuestras, el cristianismo desaparecerá por sí sólo.

Por primera vez en la historia de Alemania el Führer tiene en sus manos, consciente y completamente, la jefatura del pueblo. Con el partido, sus componentes y adheridos, el Führer ha creado para sí mismo un instrumento que lo hace independiente de las Iglesias. Toda influencia que pueda dañar o perjudicar al mando sobre el pueblo ejercido por el Führer con la ayuda del NSDAP tiene que ser eliminada. Cada vez más el pueblo debe ir separándose de las iglesias y sus servidores, los sacerdotes.

Bormann hubiera querido que esta declaración de principios fuera seguida de ordenes detalladas y concretas. No fue posible, esta orden fue filtrada a las autoridades eclesiásticas. El revuelo fue enorme. Se utilizó incluso por parte de la propaganda aliada contra los alemanes.

Joseph Goebbels, político muy realista y responsable de la propaganda y opinión pública, influyó ante Hitler para que este tema fuese abandonado por el momento. Adolf Hitler dio orden a Bormann de paralizar esta política recién iniciada, mientras el países tuviera comprometido en plena guerra. Se plantearon dos posturas: los que deseaban completarla Revolución NS, enfrentándose a las iglesias, aun durante la guerra; y los que deseaban dejar este paso para después de la guerra (que fue la opinión final de Hitler). Bormann sostenía que era necesario ir a la vez contra los enemigos externos e internos. Por eso, más moderadamente, continuó publicando circulares e instrucciones dirigidas al Partido. Hizo hincapié en sustituir palabras como católico o protestante por "creyentes", oficio divino por "servicios eclesiásticos", etc. Preparó planes detallados para destruir el increíble poder económico eclesiástico. Se opuso también a los intentos de ciertos sectores NS de crear una nueva iglesia luterana (los cristianos alemanes) que fuera fiel al Partido, así como al proyecto de Rosenberg en 1940 de redactar unas directrices para la enseñanza de la religión. Para Bormann religión y NS eran dos cosas distintas sustancialmente. No se trataba de sustituir unos ritos por otros, una casta sacerdotal por otra. El NS era una Concepción del Mundo basada en principios científicos y debía mantenerse apartado de todo misticismo, y de derivar en un nuevo culto. En efecto le preocupaba mucho la refutación científica del cristianismo. La obra de H. Lohr "La teología en las Ciencias Naturales" fue difundida masivamente por el NSDAP por iniciativa suya. Lohr era un médico miembro del Partido desde antes de 1923, que, entre otras cosas, sostenía en su libro que, desde Moises, el pensamiento judeo-cristiano se había opuesto a la Ciencia.

Bormann y el Führer

Son muchos los autores que han señalado a Bormann como el "genio malo" de Hitler. El resto de los autores se conforman con señalar que era, en todo caso, su eminencia gris.

La mayor ambición de Bormann fue, siempre, la de ser el más fiel servidor del Führer. Siempre estaba dispuesto, como reconocen sus más acérrimos enemigos, a aceptar y cumplir los encargos de Hitler. A toda hora, en todo lugar, para cualquier cosa. Facilitaba a Hitler, como nadie, todo su trabajo, proporcionándole de forma completa, ya la vez sencilla y clara, toda la información que el Führer necesitaba. Pronto se hizo totalmente indispensable para él. La compenetración entre los dos hombres no podía ser más total y consta -expresado ante otros colaboradores y personajes de su Cuartel General- el agradecimiento personal de Hitler hacia ese infatigable trabajador, que tanto se desvelaba por ayudarle en sus tareas.

Dotado de una memoria fenomenal, de una capacidad inagotable de trabajo, y de una fidelidad indudable, Bormann se transformó en la sombra del Führer. No es de extrañar, en consecuencia, que Hitler decidiera en 1943 nombrarle oficialmente su Secretario Personal. De hecho, ya bastante antes, venía ocupándose de los asuntos privados del Führer. El era, por ejemplo, el responsable de todo el conjunto del Berghof, en Obersalzberg (adquisición de terrenos, obras, etc), él era el responsable encargado por Hitler para solucionar todas las formalidades y trámites de adquisición de obras para el Museo de Linz que Hitler soñaba en instalar en la ciudad de su infancia. El era el responsable del llamado Donativo Adolf Hitler, que anualmente, desde 1933 -y no de antes- entregaban las grandes industrias al Partido.

Esta envidiable proximidad al Führer no dejaría de causarle fuertes enemistades. Es curioso el constatar como, en el proceso de Núremberg, algunos de los acusados optaron por echar la culpa de todo al acusado ausente, Bormann. También otros jefes políticos y militares han despotricado, en sus libros y artículos, de un Bormann que ejercitaba una influencia "maléfica" sobre el Führer.

En base a declaraciones de este tipo, los autores anti-nazis se han montado la teoría de que el Tercer Reich era en apariencia un Estado monolítico, pero en la realidad existía en él un caos total, y las luchas internas semejaban a las de una corte oriental (tesis de Trevor Roper). Esta tesis es, obviamente, absurda. Lo único que pasa es que hasta el más mínimo detalle de las interioridades de la alta política NS ha sido profusamente criticada. Poco o nada se hace respecto a las altas instancias aliadas, donde existían tensiones tan o más fuertes, y menos explicables pues en aquellos países no se estaba realizando una revolución política, como sí estaba ocurriendo en Alemania, siendo éste, precisamente, el principal de los focos creadores de problemas, no sólo entre los NS y los defensores del antiguo orden con puestos del Ejército, la Administración y la Justicia, sino también entre las distintas tendencias NS que propugnaban por imponer un rumbo definitivo a la revolución en curso. El caos interno que supuestamente reinaba en el Tercer Reich se debe -aunque no sea un caos propiamente dicho- a la revolución en curso.

Por otra parte no deja de ser chocante que Fest, precisamente en el capítulo dedicado a Bormann de su libro "Los dirigentes del Tercer Reich", diga que "El régimen NS se caracterizó por una notable y asombrosa ausencia de estructuras, las competencias permanecían constantemente mal definidas, su jerarquía confusa".

Esto nos recuerda la paradójica moraleja de las películas aliadas que, sistemáticamente, presentaban a los oficiales alemanes como antipáticos, soberbios, asesinos, ineptos y cobardes. De haber sido así uno se pregunta como fue necesaria la unión de todas las potencias del mundo, y 6 años, para vencerá esos "ineptos".

Esto no quiere decir que no haya que admitir la presencia de tensiones en la cúpula del Tercer Reich, muchas de ellas centradas en la persona de Bormann. La existencia de tensiones de ese tipo no es patrimonio de los NS, ni atribuibles a la naturaleza patológica de su régimen, como tantos autores han sostenido (como Arendt). En España tenemos un buen ejemplo, muy próximo, de un partido en el gobierno democrático que en pocos meses de luchas internas, pese a ser el partido mayoritario y en el poder, se convirtió en un mini grupo extra parlamentario: la UCD.

Imaginar que en el seno de un partido revolucionario, que parte además de la base de que "Vivir es Luchar y Luchar es Vivir" puede reinar la misma paz que en el claustro de un convento de Carmelitas Descalzas, es grotesco.

Se dice que Bormann tendió, en torno al Führer, un auténtico cerco, aislándole de otras figuras NS. Daba la impresión de tomar al Führer como propiedad privada, evitando que otros se acercasen demasiado o tuvieran influencia sobre él. Muchos antiguos líderes NS así lo han descrito o declarado. No es inexacto, aunque si parcial. Bormann, que siempre permaneció en un segundo plano en la vida política del Tercer Reich, utilizó largamente su influencia junto a Hitler para favorecer sus puntos de vista, al igual que utilizó su control sobre el NSDAP para después llevarlos a cabo.

Que quizás se extralimitase en esta actitud de ponerse como intermediario entre Hitler y el resto de personalidades, y quizás entre Hitler y la realidad misma, es muy posible. Pero no se debe creer que lo hiciera de mala fe y mucho menos por ambición personal o por motivos inconfesables... y aun menos que fuera ¡agente soviético!, como se ha llegado a decir.

Sólo lo hizo por un sentido hipertrófico de fidelidad y voluntad de servicio al Führer, al que quería dejar libre de molestias y le quiso evitar el contacto con la realidad en los últimos años de derrota y miserias para el pueblo alemán.

En todo caso, el deseo de Bormann de ser el único hombre de confianza del Führer fue sin duda negativo. Las quejas casi unánimes de los jefes políticos y militares no pueden ser totalmente falsas, aunque en ellas hay mucho de oportunismo de postguerra, al querer hacer a Bormann el chivo expiatorio de todo.

Bormann se enfrentó con los altos líderes NS por varios motivos. El, por su carácter y personalidad - que estudiaremos más adelante- era incompatible con un Hermann Goering. No dejaba de subrayar, además, la diferencia entre la ineficaz Luftwaffe (aunque de esto no tenía toda la culpa Hermann Goering, claro está) y la perfecta eficacia del Partido. Respecto a Heinrich Himmler, les enfrentaba su decidida posición de mantener, siempre y en todo lugar, el predominio del NSDAP sobre las SS. Tuvo sus discrepancias con Rosemberg, como ya hemos visto. Pese a que en algunos casos colaboraron bien, se enfrentaron en temas como en el Instituto de Investigación del Judaísmo (que sin embargo al fin abrió sus puertas en 1941) o en la Escuela Superior del NSDAP, que no llegó a existir por las circunstancias bélicas.

Se trataba de una diferencia de caracteres y planteamientos entre un hombre que era fundamentalmente un pensador abstracto (Alfred Rosenberg), poco realista y desorganizado, y un hombre de acción, eminentemente práctico, como Bormann.

Sin embargo la afirmación de que era enemigo de todos los líderes NS, por un sentido de competencia de poderes, es absolutamente falsa. Una sólida amistad le unía con Heinrich Himmler, por ejemplo, pero sobretodo fue amigo íntimo de Walter Darré, con quien compartía su pasado campesino.

Y, de cualquier manera, estas tensiones jamás llegaron a extremos como los del Partido Bolchevique, donde la vieja guardia se dividió en bandos enfrentados que lucharon entre sí hasta la muerte, de forma que a la victoria de Stalin fueron ejecutados y perseguidos todos los demás.

Es así mismo jocosa la afirmación de que Bormann se hizo indispensable para el Führer a través de ningún poder maléfico ola brujería! (se han llegado a escribir cosas increíbles sobre estos temas), sino que lo fue por decisión personal de Hitler. A este efecto el hecho de que Hitler le nombrara albacea testamentario es tremendamente significativo. Dice Fest que "cuando Hitler le designó su testamentario, Bormann tuvo conciencia al fin de que estaba identificado con el cerebro mismo del régimen NS". Esta había sido, sin más, su máxima aspiración.

La personalidad de Bormann

Wulff, hasta ahora el principal biógrafo de Bormann, lo presenta como un ser taimado, inescrutable e intrigante. Muchos le acusan de ser una persona poco dotada, torpe y nada agradable. Por supuesto no es de extrañar tratándose de un biógrafo claramente contrario a sus ideas.

¿Como era realmente Bormann?. Creemos más acertada la opinión de C.E. Magnat:

La escritura de Bormann da la impresión de gran fuerza física, expresada de forma sencilla, constituida por un pensamiento que tiende a expresarse por la acción y no por la reflexión teórica, y menos aún por la contemplación.

Bormann se haya tan impulsado a la resolución práctica de los problemas que se le presentan en la vida que se olvida de su propia persona para dedicarse por entero a la acción.

Para Bormann el pensamiento no es la única dignidad del hombre, es el medio para preparar, para decidir la acción.

De este modo se convierte en un órgano ejecutivo del Führer, que para él representa y sustituye de alguna forma al Dios cristiano en el que no cree.

Basta echar una ojeada sobre sus cartas, en las que cada letra, cada palabra, parece estar fundida en bronce, para convencerse de que su autor era extraño y hostil a todo exceso, a toda violencia y, en especial, a la alegría maligna que caracteriza al sadismo.

No cabe duda de que Bormann fue eficaz en su cargo de Reichsleiter, que exigía claridad de juicio, rapidez de decisión y una energía incalculable.

Nos parece una buena descripción de su personalidad, pero hay que ampliarla. Se ha acusado a Bormann de ser una persona maquiavélica, de buscar deliberadamente permanecer en un segundo término, pero estando corroído por la ambición de poder. Nada más falso. En Bormann no existía ambición de poder, sino ambición por servir el primero, que es muy distinto. Incluso Fest se ve obligado a reconocer, por ejemplo, que Bormann era un hombre alejado de todo tipo de vicios y que llevaba una existencia casi monacal, como el mismo Hitler.

Bormann no fumaba ni bebía, comía con moderación y no tenía inclinaciones a ningún tipo de lujo, ni pasiones ni afición al dinero. No utilizó jamás el gran poder que tuvo ni para enriquecerse ni para pavonearse por la alta sociedad (como hicieron algún otro alto dirigente del Tercer Reich)

Fest es también el autor de otra acusación totalmente infundada. Dice Fest, por ejemplo: "Bormann pertenecía a esa segunda generación que en toda revolución se muestra impaciente por suceder a la vieja guardia de los combatientes. Es la generación de los prácticos sin fines, de los calculadores exentos de toda hipoteca ideológica".

Ya hemos visto que SI tenía estos planteamientos ideológicos que Fest le niega. También es falso que perteneciera a la segunda generación, pues si bien no entró en el partido oficialmente hasta 1927, ya estaba en estrecho contacto con él en 1925, fecha bastante temprana por cierto, ya que él vivía en el Norte de Alemania, y para esas fechas el NSDAP era aun una formación política eminentemente bávara. Ciertamente Bormann no fue uno de los líderes de los viejos tiempos, pero sí un militante de la vieja guardia. Ya antes de afiliarse al NSDAP había organizado actos de las SA, por lo que recibió cartas de agradecimiento, que se conservan, de Gregor Strasser, que por aquel entonces organizaba el Partido en el norte de Alemania. Durante la lucha por el establecimiento del Partido fuera de Baviera no escatimó sacrificios, recogió en la hacienda que administraba a refugiados de las SA que huían de la persecución policial en Baviera, dándoles empleo y manteniéndoles encubiertos. Realizó misiones de enlace con el alto mando de las SA, de donde salieron sus contactos posteriores. Era pues un "altekampfer" nacionalsocialista.

También es absolutamente falso que menoscabara a las camisas viejas del Partido. Dice Brockdorf en su libro "La evasión de los dirigentes nacionalsocialistas": El buen éxito de Bormann se debió en gran parte a su habilidad para dominar y gobernar el imponente aparato del Partido de manera sumamente discreta, sin la menos apariencia autoritaria. Como casi siempre se mantenía en un modesto segundo plano, y sólo raras veces llegaba a los primeros planos, no irritaba la vanidad de los viejos luchadores de los primeros tiempos. Bormann no fue taimado ni intrigante, fue un luchador incansable y silencioso, que luchaba sin esperar reconocimiento público.

Hay un capítulo en la vida privada de Bormann que hay que mencionar porque, aunque en sí sea intrascendente y propio de la literatura para porteras, si no se aborda hará decir a algunos que se ha querido ocultar. Se trata de sus relaciones extra matrimoniales con una mujer.

Fue Schopenhauer quien ya manifestó lo difícil de la monogamia en ciertas condiciones, llegando a decir que el hombre es en realidad, de obra o pensamiento, polígamo. Pero a diferencia de quienes condenan la poligamia pero la practican (la historia de algunos líderes nacionalsocialistas, pero también la del Papado y el clero da muchos ejemplos) Bormann, un hombre que por su actividad se veía costreñido a vivir alejado de su esposa durante largos periodos de tiempo, no ocultó esa relación a su esposa, sino que es el primero en manifestarle toda la verdad, por encima de toda hipocresía moral del pequeño burgués devoto que, después, engaña a su mujer.

Consecuentemente a su visión natural de la vida Bormann no hace secreto de esas relaciones y -como demuestra su correspondencia con su esposa- ésta misma lo acepta como algo natural en esas circunstancias.

No se trata EN ABSOLUTO de una aventura tipo Don Juan, al contrario, Bormann es hasta el final un devoto enamorado de su esposa y su familia, como reconocen hasta sus peores enemigos. Insistimos que este aspecto es irrelevante pero también refleja su sinceridad.

Perseguido después de muerto

Bormann permaneció junto al Führer hasta el último instante. Fue quien remitió a Karl Dönitz el telegrama por el cual el Führer le designaba como sucesor. Después de muerto ya Hitler, intentó salir de Berlín para cumplir la orden del extinto Hitler de ponerse a disposición del Gran Almirante. En ese intento murió, aunque su cuerpo quedara confundido con la multitud de cadáveres del Berlín asediado. De no haber muerto Bormann, sin lugar a dudas habría dado cumplimiento a esa última orden recibida.

Sus restos se hallaron en 1972. El dentista Hugo Blaschke había aportado una descripción de su dentadura, que sirvió para corroborar que eran suyos [1]. Más adelante, en 1998, pruebas genéticas determinaron concluyentemente que los restos encontrados pertenecían a Bormann. Sus restos fueron cremados y tirados al mar Báltico al año siguiente.

Apéndice documental No. 1

Muy significativa de la actitud de Bormann ante el servicio y el poder o sus ambiciones, es esta carta privada dirigida a su esposa:

Mi dulce amor: Te mando un libro sobre Ordenes y Condecoraciones queme han entregado hoy. No cabe la menor duda de que un Führer se ve obligado a satisfacer la vanidad de sus súbditos llenándoles de medallas y condecoraciones, y más en estos momentos. En cuanto a mí toda mi vida me he dado por bien pagado con mi satisfacción y la del Führer. Por esa razón este libro que te adjunto me disgusta tanto que ni siquiera lo he ojeado.

Este libro me recuerda que no deseo, a la hora de mi entierro, un almohadón de terciopelo rojo con mis medallas, etc...

En otras palabras: el hombre que realmente realiza una labor eficaz no precisa de esta forma de reconocimiento público, un hombre de acción se ve obligado a actuar, puesto que no puede proceder de otra forma.

Apéndice documental No. 2

Según sus enemigos de Bormann no era sino un enamorado del poder, desideologizado, frío y calculador, al parecer, sólo atendía al control de los resortes del poder. Este memorandum demuestra (hay otros) que esto no es así. Bormann era un luchador NS, y seguía atentamente todo el debate de las ideas en Alemania.

De hecho el libro comentado en estas páginas no es de un autor especialmente importante, lo que refleja mejor el gran interés con que Bormann seguía la lucha ideológica.

por Carlos Caballero

Referencias

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