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El budismo y la gnosis aria
Por Matt Marshall.
La doctrina budista es una de las escuelas de pensamiento filosófico, espiritual y esotérico que más coincide (de hecho, lo hace casi totalmente) con la cosmovisión de los pueblos arios y con el espíritu general de lo que ha sido llamado la ariosofía, aunque también se le ha denominado Gnosis Aria.
El barón Julius Evola, investigador del budismo, nos dice que este, en su forma original, es de espíritu puramente ario y de una visión anterior a la humanidad actual. ( "La Doctrina del Despertar. El budismo y su finalidad práctica").
A continuación, una breve reseña de algunas de las diferentes formas de budismo y su directa relevancia con la metafísica y la espiritualidad del ocultismo ario[1].
Sumario
Budismo Theravada
El término Theravada o Hinayana se refiere a una forma de budismo original y previa al Mahayana, popularizada en el sur de Asia.
Anagarika Dharmapala (1864-1933) cuyo nombre significa aproximadamente Asceta Protector del Dharma, fue un devoto monje budista de Sri Lanka que tuvo un protagonismo trascendental en el movimiento de nacionalismo cingalés y el revivalismo budista. Luchó ferozmente en su propia patria contra el colonialismo británico y cristiano, el agresivo misionerismo evangélico fomentado por las autoridades coloniales inglesas para gradualmente destruir el budismo cingalés (y con él, el espíritu tradicional de este pueblo) y además viajó a India donde lideró a la exigua comunidad budista ayudando a su crecimiento y a recuperar sus lugares sagrados. Dharmapala también viajó por el mundo ayudando a dar a conocer el budismo en Occidente y ayudó sin duda a refrenar la expansión del cristianismo semítico en Sri Lanka, donde es considerado hoy un Bodhisattva (concepto budista similar al Avatar hindú).
Las creencias racialistas de Dharmapala eran muy cercanas a los postulados de otros grandes genios de su época como Chamberlain, Gobineau y Rosenberg. Dharmapala consideraba que los cingaleses eran uno de los pueblos arios más puros y menos mestizados del mundo y abogaba porque las mujeres cingalesas no se mezclaran con hombres de etnias inferiores.
Su rechazo a las religiones monoteístas de origen semita era evidente;
Los mahometanos, un pueblo extranjero, por métodos subrepticios se vuelven prósperos como los judíos. Los hijos cingaleses del suelo, cuyos ancestros por 2358 años han derramado ríos de sangre para defender al país libre de invasores extranjeros son, a los ojos de los británicos, solo vagabundos. Los mahometanos extranjeros de India del Sur vienen a Ceilán, observan al aldeano olvidado, sin experiencia en comercio, y el resultado es que los mahometanos prosperan y los hijos del suelo van a la pared.
Acá vemos como Dharmapala parece aceptar un concepto similar al del Lebensraum o “espacio vital” así como la conexión con el principio arianista de “sangre y tierra”. Los arios cingaleses se encuentran vinculados a la tierra de Sri Lanka y la necesitan para sobrevivir en contraposición a la llegada de extranjeros con antivalores como la usura y la codicia comercial (como los árabes).
El gobierno cristiano hace uso de los servicios de los misioneros como exploradores políticos. Los capitalistas cristianos y mercaderes los emplean como agentes de avanzada en el comercio y la historia de los misioneros en Asia está por escribirse. Por cien años los misioneros cristianos han explotado las tierras budistas, y los hijos de padres pobres han sido convertidos a cambio de asistencia médica. Es escandaloso y finalmente condenable vender la religión por ganancias mundanas.
Dharmapala continuó su labor viajando por Asia, América y Europa. Conoció a los teósofos Helena Blavatsky y Henry Olcott introduciéndolos al budismo. Olcott en particular fue un devoto budista toda su vida y practicó muy activamente esta religión. Dharmapala logró revitalizar el budismo en India, recuperar la administración de las áreas sagradas del budismo en India y prevenir la conversión de Sri Lanka al cristianismo salvaguardando así la tradición budista más antigua fuera de India y el país que ha sido mayoritariamente budista por más tiempo en el mundo.
Budismo tibetano
Mucho se ha escrito sobre esta rama del budismo y su vínculo con el Tercer Reich. Se ha mencionado que, entre otras cosas, el Tercer Reich realizó varias expediciones al Tíbet, que el Concejo de Regencia de Tíbet reconoció a Adolf Hitler como Señor de los Arios, que hubo una colonia de monjes tibetanos en la Alemania Nazi que incluso luchó contra los rusos en los últimos momentos del Reich y que el SS austriaco y experto alpinista Heinrich Harrer fue amigo personal y tutor del actual Dalai Lama quien, además, fue también cercano a don Miguel Serrano, figura insigne del hitlerismo esotérico a quien abrazó públicamente. Pero ¿por qué se dio todo esto? ¿Qué implicaciones tiene? Debemos, para comprender mejor, dar una breve explicación de qué es exactamente el budismo tibetano.
Empecemos por Tíbet, una tierra misteriosa ubicada en las profundidades insondables del Himalaya, en el techo del mundo, un lugar de gran poder místico geomántico. La religión tradicional del Tíbet es el Bon, una forma de chamanismo prebudista. El Dalai Lama recientemente la reconoció como la “quinta escuela del budismo tibetano” aunque en la práctica, el Bon no es budista. Los estudiosos no se ponen de acuerdo si el Bon siempre ha mantenido la misma doctrina o si esta se moldeó recientemente por influencia del budismo, pero ciertamente tienen muchas coincidencias. Los bonpos, o seguidores del Bon, consideran que su religión fue fundada por un Buda previo a Sidharta Gautama o Sakiamuni, el Buda histórico y Tatagata (es decir, un Gran Buda fundador del Dharma en una época particular). El Tatagata previo a Sakiamuni se llamó Vispasa y, si los bonpos tienen razón, fue el fundador de su religión siendo el chamanismo bonpo el último remanente de esta antiquísima religión ya olvidada pues habría sido predicada en tiempos tan remotos de los que ya no existen registros históricos.
Un argumento a favor de esta teoría es el Monte Kalash, una montaña sagrada para budistas, hindúes, jainistas y bonpos. El Monte Kalash se encuentra localizado en Tíbet por lo que los bonpos afirman que esto es evidencia de que el hinduismo, el budismo y el jainismo derivan del Bon y no al revés, pues de haber sido lo contrario los bonpos peregrinarían a algún lugar en India (supuesto origen de su religión) y no al revés. En todo caso, Kalash recibe gran cantidad de peregrinos hindúes que creen que en dicha montaña habita ni más ni menos que el dios Shiva, el más tántrico de los dioses hindúes, símbolo quintaesencial de la energía Kundalini en su función de dios de la destrucción y de la fertilidad, su doble característica de dios creador-destructor (como lo es la energía kundalínica o el Vril ario).
¿Por qué es importante el simbolismo de la Montaña Kalash en el mito ario? Nos dice Julius Evola en Paganismo en la Edad Media:
En efecto, es sobre una montaña o en un lugar subterráneo donde había encontrado refugio y se encontraría siempre el rey paleo iranio Yima, es "resplandeciente, aquel, que entre los hombres es semejante al sol"; el Walhalla nórdico, sede de los reyes divinizados y de los héroes inmortalizados, fue concebido frecuentemente bajo la forma de una montaña (la montaña de los Ancestros) donde, según las leyendas budistas, desaparecerían los "despertados" y los "seres libres y sobrehumanos", como suelen ser los héroes griegos divinizados comprendido Alejandro Magno, en algunas leyendas del mundo helénico. En Agarta, nombre tibetano de la residencia del "Señor Universal" que corresponde por otra parte, etimológicamente hablando, al Asgard de los Edda, residencia de los Aseen y de los reyes divinos primordiales) estaría en el corazón de una montaña. En general, las montañas simbólicas de las leyendas medievales, como también el Monte Merhu hindú, el Kef islámico, el Mont Salvat de las leyendas del Graal e incluso el Olimpo, no son más que diversas versiones de un tema único; a través del símbolo de la "altura", expresan estados espirituales trascendentes y "celestes" (convergencia con el simbolismo de los lugares subterráneos, es decir, ocultos, sise piensa en la relación entre coelum, cielo y celare, ocultar), que confería, tradicionalmente, la autoridad y la función absoluta, metafísica del Imperium.
Es entonces la montaña un simbolismo de la unión entre el Cielo y la Tierra, es decir, de lo divino y lo mundano, expresión misma del espíritu ario y ¿Qué lugar tiene las montañas más altas del mundo si no es el Himalaya?
Pues bien, es en estas mágicas tierras donde se forma el Imperio Tibetano gracias a los guerreros bonpos, que se extiende por gran parte de la zona conquistando lo que hoy es norte de India, Bután y buena parte de China y accediendo a antiguos secretos. Porque los tibetanos en la antigüedad fueron feroces guerreros regidos por un emperador pagano (bonpo).
Se dice que solo hay dos formas de budismo esotérico o budismo tántrico: el lamaísmo o budismo tibetano y el Shingon de Japón. A estas formas de budismo también se les llama Tantrayana que busca despertar en el Iniciado la energía tántrica del Kundalini. Más profundo aún que el Tantrayana o budismo tántrico es el Dzogchen, una de las formas más puras de Gnosis. El Dzogchen no es formalmente una forma de budismo sino que combina la sabiduría mística del chamanismo bonpo con los elementos esotéricos del budismo tántrico, creando la forma más perfecta de misticismo esotérico, quizás del mundo, y que según se dice es una forma de alcanzar la Iluminación en una sola vida.
La doctrina de Buda, un ario de la casta guerrera Sakia de Nepal, que predicó su enseñanza espiritual en las regiones del norte de India, la zona más aria de toda India, pronto se extendió por buena parte del mundo gracias al patrocinio del emperador Asoka y a muchos predicadores. Alguna vez fue mayoritaria en Afganistán hasta que la invasión islámica prácticamente aniquiló al budismo. Algo similar ocurrió en India donde los invasores mahometanos no pudieron soportar la existencia de una religión tan opuesta en prácticamente todos sus principios, a la monstruosidad semítica que es el Islam, y el budismo fue prácticamente desterrado de India por los mogoles musulmanes aunque, afortunadamente, la conquista islámica nunca pasó de esta región y el budismo prosperó y floreció en toda Asia desde Sri Lanka hasta Japón.
Ingresó a Tíbet mediante el sabio Padmasambaba, y luego fue renovado por otros predicadores como Tsonkhapa, quienes son considerados “tulkus”. Un tulku es un concepto del budismo tibetano similar al de Avatar, es decir, la personificación de una fuerza, de una deidad, así como Jung pensaba que Hitler podría ser un Avatar del propio dios germano Wotan, y Savitri Devi lo consigna como Avatar de Vishnú. Don Miguel Serrano denomina a Hitler como “El último Avatara” por el mismo concepto. Serrano asocia además a Wotan con Vishnu y Lucifer, asegurando que se trata del mismo dios arquetípico representado de forma diferente por culturas diferentes aunque familiares, unificando así la naturaleza avatárica de Hitler con los postulados de Jung y Devi. Buda es considerado por los hinduistas un avatar de Vishnu (Wotan-Lucifer) aunque los budistas no aceptan este concepto, para el caso es lo mismo, Buda es la encarnación avatárica de la sabiduría hiperbórea y de la Gnosis Aria sea que lo veamos como una fuerza o concepto místico arquetípico o como un ente divino. Esta diferenciación entre la concepción no-teísta simbólica (el Avatar es solo un símbolo de la sabiduría interna) o teísta tradicional (el Avatar es la encarnación de dios o la divinidad) lleva en ambos casos al mismo camino.
Tras la conversión de la mayoría de los tibetanos al budismo surgen cuatro grandes escuelas. La Gelug, la Sakya, la Kagyu y la Nygma (cada una liderada por un maestro tulku) que en muchos casos empiezan a guerrear entre sí. Y es que, a pesar de la imagen pacifista que tenemos de los budistas en general y de los tibetanos en particular, había una connotación guerrera y viril vinculada a la cultura tibetana que fue absorbida por el budismo. De hecho, el fundador del Reino de Bután Shabdrung Ngawang Namgyal (1594-1651), fue un monje guerrero. Un lama ordenado y reconocido como tulku líder de la tradición Drukpa (del Dragón), Namgyal fue un hábil estratega militar y político que al escapar de sus enemigos políticos en Tíbet logra unificar Bután y derrotar a sus adversarios en el campo de batalla como todo un genio napoleónico.
Hasta acá vemos otro simbolismo importante, lo que señala Julius Evola insistentemente en sus escritos como parte de la tradición aria más antigua e hiperbórea; la unificación del gobernante político, militar y religioso en uno solo. Al igual que el Faraón egipcio que ejercía el poder político y religioso conjuntamente, siendo un avatar de los dioses, hasta que el sacerdocio tebano gradualmente fue desplazándolo del poder político. El Faraón Akhenatón intentó revertir este proceso unificando el poder bajo su mando, debilitando a los sacerdotes tebanos y reiniciando un culto solar por excelencia concentrado en el dios sol Atón. Algo similar ocurrió en Roma con el culto al Emperador y al Sol Invictus, en Japón donde el emperador era considerado un dios viviente o encarnado descendiente de la diosa del Sol, y en general podemos ver muchos casos en las culturas indoeuropeas de reyes-sacerdotes, de teocracias divinas o mejor dicho, de la Jerarquía (el gobierno de lo sagrado). Otro simbolismo importante en la fundación de Bután es el Dragón, el símbolo de Bután y del linaje Drukpa, una subrama de la Escuela Kagyu. El Dragón es un símbolo importante en todas las culturas arias como representación de la sabiduría y de las fuerzas de la naturaleza y del espíritu, simboliza el equilibrio de los elementos (sus alas son el aire, su cuerpo serpentino la tierra, su aliento el fuego y sus branquias el agua). En diferentes países de Oriente como China y Japón el Dragón es un símbolo positivo de poder, magia e iniciación espiritual y en India se le asocia con el Kundalini.
Siglos después una interesante alianza se daría entre dos figuras; el emperador o Gran Khan del Imperio Mongol, Altan Khan (1507 – 1582), y el tercer Dalai Lama. Si bien ya antes el emperador mongol Kublai Khan se había convertido al budismo lamaísta, esto no repercutió tan fuertemente como la alianza entre Altan Khan y el Dalai Lama que hasta entonces era solo el líder de la Escuela Gelug, en guerra con las otras escuelas. Altan Khan se convirtió al lamaísmo y lo promovió entre su pueblo. Los mongoles eran mayoritariamente chamanistas, aunque había algunos cristianos, pero la prédica de Altan Khan bien organizada con ayuda del Dalai Lama hizo que los mongoles se convirtieran abrumadoramente al budismo tibetano y hoy el 90% de los mongoles siguen esta religión. Altan Khan declaró al lamaísmo la religión oficial del basto Imperio mongol y a Tíbet su “centro espiritual” y con el respaldo de los mongoles el Dalai Lama logró derrotar a sus rivales y tomar el poder. Acá, nuevamente, vemos una nueva manifestación de ese principio ario de nobleza divina. El Dalai Lama era el líder espiritual y temporal de Tíbet, el gobierno de Jerarquía por excelencia, o gobierno sagrado, donde se une el poder político con el divino. Esto no debe tomarse a la ligera pues, como enseña Evola, es el principio básico sobre el que se estructura una sociedad saludable y es el fundamento de la cultura solar-viril aria. El Dalai Lama es considerado un tulku o avatar del Buda Avalokitésvara, por ende, es el gobierno de un hombre-dios, de un ser divino, similar al reino del Faraón de Egipto, el Emperador japonés, el Zar de Rusia o los antiguos reyes vikingos considerados descendientes de Wotan, es decir, el gobierno de lo sagrado.
Esta práctica de amalgamar el poder divino y mundano, el poder espiritual y político en una misma persona, que Evola defiende como la única forma válida de gobierno de la tradición solar, fue seguida en otros países de tradición lamaísta incluyendo Ladakh a cuyo rey se le llamaba “Rey del Dharma” y Mongolia en la que alguna vez el Jetsundamba Kututku (el lama de más alta jerarquía en el lamaísmo mongol, un tulku) ejerció el papel paralelo de emperador conocido como Bogd Khan hasta que el comunismo mongol puso fin a este gobierno iniciático. Hoy en día el lamaísmo es practicado no solo en Tíbet sino en Bután, Mongolia, el sur de Rusia (donde es una de las religiones más importantes, fue introducido a Rusia por los mongoles), como minoría en Nepal y el norte de India, especialmente Ladakh y Cachemira, por lo que algunos dicen que, al ser estas regiones donde surgió el budismo, es el lamaísmo una de las formas mejor preservadas del Dharma original (a raíz de la renovación de diversos tulkus).
Budismo y paganismo
Cuando fallece el Dalai Lama es cremado, al igual que se cremó a Buda, pero en ocasiones dejan detrás de sí reliquias sagradas, algún resto de sus cuerpos físicos así como el propio Buda Sakiamuni dejó tras de si un diente que es aún hoy conservado en un santuario en Sri Lanka, uno de los sitios más sagrados para todos los budistas. Pero, la cremación de los cuerpos que practican los budistas tiene un simbolismo esotérico fundamental.
La cremación es, en todo caso, uno de los más importantes ritos sagrados del espíritu ario y gnóstico. Casi todas las culturas arias cremaban a sus muertos, esto es común tanto a bonpos, budistas e hindúes, como era practicado por vikingos y celtas. ¿Por qué? Porque el paganismo ario es luciferino-gnóstico en su médula, y por ende al servicio del desapego al mundo material demiúrgico y su elevación al platónico Mundo de las Ideas, Nirvana o Valhalla, es decir, al Mundo Espiritual o de la Luz. Al quemar un cuerpo se aniquila completamente su parte física, material y, por ende, demiúrgica, y su espíritu sube a estancias elevadas y espirituales. Por el contrario, los seguidores del Demiurgo entierran a sus muertos, como es común entre judíos, cristianos y musulmanes. La tierra es el elemento opuesto al fuego que, para muchas culturas arias (como los zoroastrianos, que lo veneran) representa en su naturaleza ígnea a lo más cercano que hay con el espíritu, mientras la tierra es el elemento más denso, más materialista. Por ello se asocia a Lucifer como dios del fuego, similar a la versión griega de Lucifer, Prometeo. Al ser cremado, el cuerpo del ario se funde en el fuego luciferino, y al ser enterrado el cuerpo de judío se absorbe en la tierra que simboliza la materia, habitáculo y creación del Demiurgo, su amo, simbolizando así la continuidad, aún después de la muerte, de un enlace con la materia. Judíos,cristianos y musulmanes todos creen que algún día sus cuerpos serán resucitados físicamente el día del Juicio Final, pero esta idea tan blasfema no es ni más ni menos que una pieza más en la teología materialista de las religiones del Demiurgo, opuestas completamente al antimaterialismo gnóstico-luciferino de los arios paganos y de las religiones del Dharma índico que lejos de desear pasar la eternidad en el universo material, buscan escapar por siempre a otro plano puro de luz y antimateria. Por algo las valientes mujeres hindúes rajput, de origen ario, se quemaban vivas antes de ser atrapadas por los conquistadores mahometanos del Imperio Mogol. Preferían que sus cuerpos se consumieran en las flamas purificadores de Lucifer a que los acólitos del Demiurgo las violaran. Era mejor morir puras que vivir profanadas.
Las coincidencias entre el budismo (y las otras religiones indoarias como el hinduismo y el jainismo) con las religiones paganas europeas como el wotanismo nórdico o el druidismo celta son amplias y no tendría sentido extenderse mucho en ellas. Pero pueden mencionarse algunos aspectos fundamentales. El concepto pagano germano del Orlog es muy similar al Karma índico. Los celtas también creían en la existencia de un plano material llamado Abred contrapuesto a un plano supremo o espiritual llamado Gwynfyd similar al concepto del Samsara budista contrapuesto al Nirvana. Así como las religiones dhármicas de la India creen en la reencarnación, así esta doctrina era compartida por el druidismo celta, el platonismo griego y diversos cultos mistéricos romanos como el orfismo y el mitraísmo. El amor a los animales y su protección, que también está presente en el hinduismo y el jainismo, es otro punto de coincidencia. No en vano Hitler era vegetariano, la filósofa Nacionalsocialista de origen griego y conversa al hinduismo, Savitri Devi, fue una de las más feroces defensoras de los derechos de los animales. Ella dijo:
La piedad, principio de toda moralidad, toma también a los animales bajo su protección. La pretendida carencia de derechos de los animales, el prejuicio de que nuestra conducta con ellos no tiene importancia moral, de que como se suele decir, no hay deberes para con los irracionales, todo esto es ciertamente una grosería que repugna, una barbarie de Occidente, que toma su origen del judaísmo. Es necesario a estos desdeñosos de los brutos, a esos occidentales judaizantes, que igual que ellos fueron amamantados por sus madres, el perro también lo fue por la suya.
¿Pero no era esto también común a otros pensadores arios como Schopenhauer? quien alguna vez dijo: “La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona”, “Una compasión sin límites por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la buena conducta moral”, “Ni el mundo es una chapuza para nuestro uso ni los animales son un producto de fábrica para nuestra utilidad” y “El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”. Todos estos postulados que nos recuerda el sabio Schopenhauer son afines a la filosofía budista, e incluso quizás extraídos de allí pues el filósofo alemán estudió al budismo y el hinduismo también.
Las doctrinas gnósticas de origen ariosófico seguidas por las herejías cristianas de los primeros siglos de la iglesia como los cainitas, orfitas, setianos, marcionistas, simonianos y valentinianos, continuadas luego en por los más tardíos maniqueos, cátaros y bogomilos tienen enormes coincidencias con el budismo. Todas conciben un universo material fuente de todo sufrimiento (como lo hicieron druidas y platónicos) contrario al universo espiritual o Reino de la Luz (el Gwynfyd céltico o Mundo de las Ideas plantónico), si bien el budismo le denomina al universo material Samsara. No es extraño entonces que Mani, el persa fundador del maniqueísmo, haya declarado que sus antecesores fueron entre otros Platón, Jesús, Buda y Zoroastro (todos arios) y que Mani haya sido llamado en China “el Buda de la Luz”.
Por otro lado los budistas tienen una creencia similar a los gnósticos en el Demiurgo, al que denominan Brahma o más precisamente Mahabrahma, un dios menor que reina sobre el universo material y que equivocadamente cree ser el creador, sin serlo. Un dios de la confusión que aleja a las personas del verdadero Dharma (la Gnosis) y que es el dios de judíos, cristianos y musulmanes. La diferencia quizás radique en que el budismo no ve a Brahma como una entidad malévola y cruel, sino simplemente como confundida, mientras que el gnosticismo considera al Demiurgo un demonio o arconte, el verdadero diablo o Satán, una fuerza del mal y la crueldad origen de las tinieblas. Esto quizás porque la doctrina budista nunca fue tan perseguida por la Iglesia como si lo fue la doctrina gnóstica, en parte porque por suerte para los budistas el cristianismo nunca se propagó por sus tierras, aunque el Islam si causó mayores estragos, aún así ni siquiera el Islam logró exterminar al budismo, ni extenderse por el Sudeste Asiático, como si lo hicieron en Occidente con el gnosticismo. Otra razón para esta visión más amable del Demiurgo en el budismo es que los gnósticos occidentales tenían la referencia de las atrocidades, matanzas y genocidios ordenados por el Demiurgo a su pueblo elegido como están registrados en el Antiguo Testamento que deja patente su crueldad, información que era desconocida por los budistas que no tenían contacto con el judaísmo hasta algunos siglos después, y aún entonces, en dosis pequeñas.
No obstante, es innegable la relación que hay entre budismo, paganismo y gnosticismo, parecen sin duda dos doctrinas surgidas de una misma fuente.
Tampoco es verdad que el budismo sea absolutamente pacifista como se ha hecho creer. Valientes y poderosos guerreros han sido devotos budistas como los Samurai de Japón y los mongoles. También han existido casos de monjes guerreros como los Shao-Lin. El gobierno nacionalista del Imperio Japonés recibió la ayuda decidida de las autoridades religiosas del budismo zen durante la Segunda Guerra Mundial (algo muy criticado últimamente) y el Zen fue una de las enseñanzas esotéricas que más llamaron la atención a muchos miembros de la Iniciación Nacionalsocialista como Sebottendorff y Himmler por la enorme disciplina y concentración mental que producía.
Si bien es verdad que los budistas no creen en la violencia gratuita o la crueldad y están a favor de la respuesta bélica y militar solo cuando está acompañada del honor y la templanza. La mejor representación de este sublime pensamiento del honor guerrero lo podemos ver mejor representado en los Artes Marciales, quintaesencia de la disciplina, el desapego, la honorabilidad, la ética y la sabiduría de un verdadero guerrero ario. Tan distinta a la violencia, el desenfreno, la crueldad y el bandolerismo vulgar que podemos ver en los “soldados” de otras razas como la judía y la negra, y no debe extrañarse que el “arte marcial” judío Krav Magá (que como todo lo que es de origen judío, es realmente un plagio del Karate y otros artes marciales, pues los judíos generalmente poco producen y casi todo lo roban) sea poco más que un asqueroso y deplorable sistema callejera propio de gandules y delincuentes, hoy usado por el Mossad, la policía y el ejército israelí y que dista mucho de los preceptos éticos, honorables y espirituales del Arte Marcial de origen budista.
El concepto de guerrero noble que lucha por una causa espiritual (y no por robar riqueza, tierra o mujeres) lo podemos ver reflejado en todas las culturas arias. Los valientes hindúes rajput que eran reconocidos como los más fieros guerreros de India, los poderosos sikhs que crearon un basto imperio en el norte de India, los vikingos, los legionarios romanos, los espartanos, los caballeros medievales y (quizás por exportación de la sangre aria mediante los ainu y/o de la cosmovisión aria mediante el budismo) los samurai nipones. Además, en todas estas culturas (y como es común en la Arianidad) las mujeres también podían ser guerreras y ser tenidas (¡y temidas!) en el mismo nivel que los hombres. Sikhs, vikingos y samurais daban el mismo lugar a la mujer que al hombre, lo mismo se puede decir de las mujeres rajput con la diferencia de que estas se inmolaban quemándose vivas como ya se mencionó, y así evitar el caer prisioneras y ser violadas por los mogoles (se registran cientos de mujeres rajput auto-incineradas tras la conquista islámica de India) al contrario de los hombres que luchaban hasta la muerte. ¡Como los espartanos!
Tampoco es verdad que el budismo busca la aniquilación del Ego como creen algunos camaradas. ¡Todo lo contrario! El budismo pretende que el ser humano se libere de su carnalidad física corporal poniéndose en contacto con su “naturaleza de Buda”, lo que el presidente del budismo japonés Nichiren, Daisaku Ikeda, llamó “el Buda interno” que no es otra cosa que el Espíritu, lo que la Gnosis llama Mónada, Jung llamó el Self, Blavatsky llamó el Yo Superior y el Dzogchen considera es nuestra verdadera naturaleza. Así, la Iluminación del budismo se amalgama perfectamente con el proceso de Individuación de la psicología jungiana o con el concepto de Superhombre del maestro Nietzsche que llevan a lo mismo; extraer la naturaleza búdica o monádica hacia la creación de un Hombre Superior o Iluminado y sacar esta esencia monádica del reino demiúrgico de la materia.
Teorías esotéricas asociadas al budismo
Pero ¿existe una realidad oculta aún más profunda más allá de estos aspectos meramente históricos y culturales?
El Mito Hiperbórico nos dice que la Raza Aria no es ordinaria, es extraordinaria, y se origina en otro mundo. Para algunos la Raza Aria es descendiente de Dioses provenientes de otra dimensión o plano superior, de un “Cielo” al que los wotanistas llaman Asgard, el reino de los dioses paganos de los germanos. Los budistas le llaman a este reino Tierra Pura y se dice que, en efecto, sus habitantes pueden materializarse (en forma de tulkus o avatares) y llegar a este reino inmundo y material para guiar a los espíritus a la Iluminación. Don Miguel Serrano plantea una hipótesis más científica y ubica el origen de los pueblos arios en la estrella Aldebarán. La Raza Aria sería descendiente de una raza superiores de viajeros estelares que atravesarían el Sol Negro (un agujero negro o de gusano) y colonizarían la tierra creando la civilización de Hiperbórea. Estos son los Vigilantes o Grimori mencionados en el apócrifo Libro de Henoc, aunque también mencionados brevemente en la Biblia como “los hijos de los ángeles que se mezclaron con las hijas de los hombres”, similar al mito de los Annunaki sumerios y de los Asen nórdicos.
Tras unirse estos dioses o extraterrestres aldebaranos con los humanos primitivos nace así la Raza Aria, semidivina, heroica, pero no inmortal, sino de semidioses. También hubo seres creados para servir (robots biológicos, los esclavos de la Atlántida) pero la verdadera caída de la Hiperbórea se da con la mezcla de los semidioses arios con homínidos dando surgimiento a la raza negra. Este pecado de la carne catapulta la caída de Hiperbórea de la cual su capital era la bella y paradisíaca Isla Thule (rodeada por otras cuatro islas formando la Esvástica) de la cual Islandia es quizás el último vestigio. Dice Serrano:
Se desprende de todo esto que existen varias humanidades. La humanidad divina de los hiperbóreos, la semidivina de los héroes descendientes de los divinos mezclados y la de los animales-hombre, los sudra, los pasu, los esclavos de la Atlántida, tal vez los robots de la Atlántida que de algún modo sobrevivieron a su hundimiento. Platón nos cuenta la destrucción de la Atlántida, debiendo referirse a una catástrofe acaecida con mucha posterioridad a la inmensa tragedia de la que sólo hay memoria en el registro akásico del universo. De aquella no se salvan más que los divinos hiperbóreos en sus vimanas o "discos volantes", yendo a otros astros. (¿a Venus, la estrella matutina?). El eje de la tierra se desvía, nacen las estaciones, involuciona la Segunda Tierra. La Primera Tierra pasa a ser la Tierra Interior, "hueca". Cuando los divinos retornan, tras edades (Lucifer es uno de sus jefes) encuentran todo cambiado. En la superficie hay seres extraños irreconocibles (Evénor, Leucippe, Clito?)".
Pues bien, si hemos de creer a don Miguel Serrano, entonces es precisamente en el Himalaya, en alguna de sus montañas, donde se resguarda la sabiduría de los hiperbóreos. Esto explicaría además porque tanto el Bon pagano prebudista como el mismo lamaísmo, o adaptación tibetana del budismo, parecen tener connotaciones tan cercanas a la filosofía oculta aria. Si son las tierras de Tíbet guardianas de una de las entradas al mundo interior, o bien, a la afamada Shambhala[9] que es mencionada por Serrano como capital de la mística tierra de Agartha, reino gobernado por el Rey del Mundo o Preste Juan, es decir, un avatar inmortal e iniciado, jefe de la Jerarquía Solar Aria, entonces se comprendería aún más la fascinación del Tercer Reich por Tíbet.
Se dice que el propio Hilter fue visto al lado de una mujer lama de guantes verdes que, según la leyenda, provenía de Shambhala.
En todo caso, los tibetanos sufrieron en carne propia el castigo por haber sido tan simpatizantes de la Alemania Nazi y el Tercer Reich. Según Alexander Berzin, los japoneses aspiraban crear una enorme confederación de estados mongólicos que abarcara desde Tíbet hasta Siberia, incluyendo las diferentes naciones de etnia mongol (no solo Mongolia, sino la Mongolia Interior en manos de China, la Buiratia rusa, etc) el cual tendría capital espiritual en Tíbet, pero este proyecto nunca se materializó. Tras la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial la venganza no se hizo esperar la China comunista conquistó Tíbet devastándolo. Las fuerzas comunistas chinas han perpetrado toda clase de atrocidades contra los tibetanos; asesinatos sumarios, torturas horribles de supuestos disidentes, mujeres violadas u obligadas a casarse con chinos, despojados de su orgullo nacional, sus monasterios y lugares sagrados profanados, su religión casi totalmente prohibida y otros males que, normalmente trae ya de por sí el comunismo, pero que en el caso tibetano fueron particularmente sádicos probablemente como escarmiento por su coqueteo con los Nacionalsocialistas. Aunque es probable que, además, el gobierno chino judeomarxista al servicio del sionismo esté interesado en encontrar la entrada a las mágicas tierras de Agartha (y acceder a su poder), lo cual es poco probable que suceda dado que estás estarán resguardas por siempre de cualquiera que no sea un Iniciado, y aún en el caso de lograrlo, la tecnología de los hiperbóreos de Agartha superaría la de cualquier gobierno humano. Agartha se dará a conocer cuando sea el debido momento, como podremos ver a continuación.
El Tantra del Kalachakra es un importante ritual iniciático del budismo tibetano. Según la leyenda fue impartido por Buda en el último año de su vida al Rey de Shambhala y contenía una visión profética de los últimos tiempos. Pareciera que este relato fuera la versión budista del Ragnarok nórdico, el Bundahishi zoroástrico y de otros textos apocalípticos arios.
Pues bien, se dice que el texto predijo el advenimiento del Islam al profetizar el nacimiento de Mahoma en el país “de Makha” (La Meca) y que su existencia duraría 800 años desde su fundación. El texto además asegura que en un futuro lejano habría una guerra mundial entre dos bandos materialistas que desconocerían la existencia de Agartha-Shambhala. Uno de los bandos destruiría al otro y el gobernante del bando vencedor se convertiría en un tirano global que se consideraría entonces rey del mundo entero. Esta figura no es otra que el Anticristo judío, la maligna figura que algún día tomará el poder mundial como predicen los textos bíblicos y como es el plan de la judeomasonería. Esta guerra entre dos fuerzas malignas nos recuerda los planes de los Illuminati revelados por el masón Albert Pike a Guisseppe Manzini en una correspondencia donde retrata las tres guerras mundiales; la primera con la finalidad de que el comunismo se apodere de Rusia, la segunda para asegurar la creación del Estado de Israel en Palestina y la tercera que provocaría el enfrentamiento entre el sionismo y el Islam.
Naturalmente el sionismo no es solamente el Estado de Israel sino todos los gobiernos de ocupación sionista (es decir, prácticamente los gobiernos de todo Occidente). De este Armagedón entre musulmanes y sionistas (dos fuerzas materialistas pues ambas sirven al Demiurgo) uno de los bandos saldrá victorioso y su regente, el Anticristo, se convertirá (al menos según él cree) en el único rey de la Tierra.
Una vez informado de la existencia de Shambhala, el Anticristo iniciará una guerra contra estos. La profecía del Kalachakra asegura que las “ruedas mágicas” de Shambhala serán usadas como armas de guerra, volarán por los cielos y destruirán fácilmente al ejército del enemigo. Sin duda estas “ruedas mágicas” son platillos voladores, los OVNIs que aún se ven y que muchos testigos aseguran son tripulados por hombres y mujeres de aspecto nórdico. Estos nórdicos pueden ser extraterrestres de Aldebarán, hiperbóreos intraterrestres e incluso según algunos, alemanes y otros ciudadanos de países europeos que fueron transportados hacia Nueva Suabia en la Antártica por los platillos voladores de los que disponía el Tercer Reich escapando de las derrota y las atrocidades posteriores.
Esta visión también nos recuerda varias profecías arias. Por ejemplo, la visión que tuve el último emperador romano pagano, Juliano el Romano, poco antes de morir asesinado a traición por un esclavo cristiano, donde vio al Águila Imperial de Roma escapar a las montañas más altas del Oriente (¿Tíbet?) donde se refugiaría hasta regresar mil años después. O como nos recuerda Evola en Paganismo en la Edad Media:
La leyenda de los emperadores jamás muertos y ocultos en una montaña nos confirma el hecho de que en estas figuras se quería ver a las manifestaciones de la función eterna, en sí misma inmortal, del terreno espiritual universal que, por otra parte, según un tema tradicional recurrente (cfr. el Edda, el Brahamaâna, el Avesta, etc.) debe manifestarse de nuevo con ocasión de una crisis decisiva de la historia del mundo. En efecto, en las leyendas medievales, se encuentra también la idea de que los Emperadores del Sacro Imperio Romano se despertarán el día en que hagan irrupción las hordas de Gog y Magog -símbolos del demonismo de la pura colectividad- antiguamente encerrados por Alejandro Magno tras una muralla de hierro. Los emperadores librarán la última batalla de la que dependerá la floración del "Arbol Seco", el Arbol de la Vida y del Mundo, que no es más que la "planta despojada" de Dante, y también el Ydrasgil del Edda, cuya muerte marcará el inicio del Ragna-Rökkr, es obscurecimiento de los dioses.
Se nos dice que Hitler falleció en su búnker de Berlín en 1945 suicidándose al lado de su esposa Eva Braun para evitar el mismo destino que sufrieron Mussolini y su pareja Clara Petacci quienes, según la versión oficial, fueron acribillados a balazos. Aunque otras versiones de su muerte son aún más macabras como la que defiende el político italiano Giorgio Pisano que asegura que Mussolini fue torturado y Petacci repetidamente violada por los partisanos comunistas lo que desembocó en sus muertes por las heridas causadas por estos abusos. Es obvio que Hitler pensara en evitarles ese sufrimiento a sí mismo y a su amada Eva (y de hecho, la cocinera preferida de Hitler Constanze Manziarly y su secretaria personal Gerda Christian fueron violadas por los rusos) pero al no encontrarse restos físicos de Hitler o Eva Braun en el búnker y ya que el cráneo que los rusos resguardaban y que supuestamente perteneció a Hitler (a quien le negaron incluso una sepultura decente) ha sido recientemente comprobado por científicos como pertenecientes a una mujer. Diferentes teorías sobre el destino de Hitler al escapar de Alemania en 1945 lo ubican en Argentina, donde hay muchos supuestos testigos del hecho así como documentos del FBI que revelan que Estados Unidos conocía el paradero de Hitler entre la comunidad alemana de Argentina donde supuestamente moriría por causas naturales en 1962. Otros, como don Miguel Serrano, piensan que el Führer fue transportado a Nueva Suabia, una colonia germana en la Antártica (la Thule invertida del Nuevo Orden) en comunión con los hiperbóreos intraterrestres. Aún otras teorías lo ubican refugiándose en Tíbet donde habría permanecido sano y salvo viviendo por años en un monasterio.
Finaliza el Kalachakra asegurando que las fuerzas superiores espiritual y tecnológicamente de Agartha y su soberano derrotarán completamente a las fuerzas materialistas y al tirano del mundo, destruyendo sus ejércitos diabólicos (el Gog y Magog), tal y como también nos lo predicen las demás mitologías que nos hablan del regreso del Dios Solar a iluminar al mundo y destruir a los ejércitos de seres malignos y demoníacos; el Kalki, último Avatar de Vishnu en el hinduismo, el nuevo Tatagata Buda Maitreya en el budismo, la Segunda Venida de Jesús en un caballo blanco (al igual que Kalki), el renacimiento del dios nórdico solar Balder al final del Ragnarok, la llegada del Shosyant zoroástrico que purificará la Tierra con fuego, etc.
Se dice que todo aquel que haya realizado la Iniciación de Kalachakra (que es aún hoy impartida por el Dalai Lama y otros lamas de alto rango en todo el mundo) será uno de los soldados espirituales de Shambhala en esta batalla y que perecer en la lucha asegurará la Iluminación inmediata. Una vez destruidas las fuerzas del Mal, se implantará en la Tierra una nueva civilización espiritual basada en los preceptos y fundamentos del Dharma (la Gnosis, la Ariosofía) y el ciclo dará inicio de nuevo.
Kalachakra significa; la Rueda del Tiempo.