Purim

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Niños israelíes celebraron la sangrienta fiesta del Purím en 2013, vistiendo como las Torres Gemelas durante los ataques del 11 de septiembre de 2001[1].

La fiesta del Purim es una festividad judía que es celebrada anualmente el 14 del mes judío de Adar. Esta fecha no tiene equivalencia fija en el calendario gregoriano, aunque siempre es un día de febrero o de marzo. En la fiesta del Purim se conmemora la matanza de más de 75.000 persas, evento considerado como milagro, y que es relatado en el Libro de Esther.

A pesar de que Purim es considerado uno de los días más alegres del calendario hebreo, los judíos tienen la obligación de ayunar y orar en la víspera. En Purim se lee la Meguilá. Esta lectura se realiza a gran velocidad, y los que escuchan deben hacer ruido con matracas u otros elementos, en el momento de pronunciarse el nombre de Amán o Hamán (primer ministro de Persia), para que dicho nombre sea borrado (ver: Yimakh shemo).

Tras el ayuno, se hace un gran banquete en el que se acostumbra a beber vino y recitar cánticos, entre ellos suele recitarse la plegaria conocida como Shoshanat Ya'akov, que ha sido grabada por muchos cantantes judíos de Israel y la Diáspora. Para Purim se preparan dulces especiales, llamados "Orejas de Hamán". Los varones están autorizados para tomar vino hasta el nivel de "confundir los nombres de Hamán y Mordejai", o sea, emborracharse completamente.

El origen de una celebración de odio

Esther acusa a Hamán, obra de Gustave Doré

El origen de la Fiesta del Purim está descrito en la Biblia desde el Libro de Esther, texto del Tanaj o Antiguo Testamento que la Iglesia Católica ha canonizado y sacramentado por situar su historicidad en el judaísmo. En él puede leerse cómo una prostituta judía llamada Esther, ocultando sus orígenes judíos, consigue hacer con sus favores que el Rey Asuero de Persia (Identificado como Jerjes I), dé muerte al Primer Ministro Amán, a sus diez hijos y a más de 75.000 persas, muchos de ellos mientras dormían, colocando en su lugar a Mardoqueo, pariente de Esther.

En la época de su pleno apogeo, el Imperio Persa se extendía desde las fronteras de la India hasta África. En su capital, la Ciudad de Susa, tenía su trono imperial el Rey Asuero, quien ebrio de poder y de fortuna, buscaba, lujurioso, jóvenes muchachas para su Harén Palatino. Fué entonces cuando un proxeneta judío llamado Mardoqueo, pensó que había llegado la tan esperada oportunidad de ganar influencia sobre el poderoso monarca por medio de una de sus bellas "pupilas": Esther.

De la mano de Mardoqueo, Esther se presentó en el Palacio Imperial como candidata al Harén. Los esclavos eunucos la bañaron con fragancias y perfumes, cubrieron su cuerpo escultural con bellas vestiduras y la adornaron con joyas preciosas. Así, la llevaron a presencia del Rey, quien sucumbió ante la posesiva sensualidad de la joven prostituta judía.

Poco tiempo después, comienza a desarrollarse dentro de los muros del Palacio Imperial, la intriga conspirativa judaica: dos Consejeros del Rey, siempre leales servidores del Imperio, fueron injustamente ejecutados porque Mardoqueo, a través de Esther — pronto convertida en la todopoderosa Preferida del Harén — había hecho llegar al Rey la falsa noticia de que dichos Consejeros estaban proyectando un atentado regicida.

Asuero se dejaba engañar por Mardoqueo. El Rey, absorto por las hechicerías de Esther, no se daba cuenta de que aquella Masonería judía que actuaba en el interior del Palacio Imperial, tramaba conjuras subversivas contra la unidad y la integridad del Imperio.

Contrariamente al Rey, el Primer Ministro del Imperio, Amán, ejemplo de lealtad y patriotismo, conocía la perversidad intrínseca de los judíos y sabía, también, hasta que punto crecía en el pueblo Persa la cólera contra los explotadores judíos enquistados en las altas esferas de la Corte Real. Amman se hizo portavoz de la voluntad popular y con toda sinceridad expuso al Rey las preocupaciones por su nación:

Amán, conocido por su elevado criterio, por su total dedicación y por su fidelidad a toda prueba, que es la segunda persona más importante del Imperio, nos ha hecho la siguiente denuncia: Mezclado con las diversas tribus de la Tierra, se halla un pueblo que es enemigo de todos, cuyas leyes son contrarias a las de las otras naciones y que constantemente está desobedeciendo nuestras disposiciones, de tal manera que impide que podamos gobernar como conviene para el bien de todos. Comprobamos, en efecto, que esta nación es distinta a las demás, que está en declarada oposición con toda la humanidad, que debido a sus leyes lleva un tipo de vida extraño, que es contrario a nuestros intereses y que comete los peores crímenes, hasta el extremo de amenazar la seguridad de nuestro reino. En vista de esto hemos ordenado, como lo menciona en sus cartas Amán, que toda esa gente sea exterminada por la espada, incluyendo a sus mujeres y niños, sin consideración ni miramiento alguno, el 14 del duodécimo mes del año, o sea, el mes de Adar. Así irán a parar al infierno el mismo día los enemigos del orden de ayer y de hoy, y tendremos en adelante un régimen estable y tranquilo.
Esther, 13:3-7

Ante el temor de que sus siniestros planes fueran descubiertos y abortados, el judío Mardoqueo, utilizando una vez más a la meretriz Esther, preparó inmediatamente una respuesta a las leales advertencias del patriota Amman, con el fin de acelerar el proceso de dominación sobre aquel rey pusilámine, entregado a vicios y perversiones. En medio de una bacanal etílica y sexual, completamente borracho, le concedió a Esther todo lo que la malvada ramera judía le pidió.

... La Santa Esther no quedó todavía satisfecha y consiguió que el rey enviara carta sellada a todos los gobernadores ordenando que en cada ciudad fuesen a estar con los judíos y les mandasen juntarse todos a una y estuviesen apercibidos para defender sus vidas, y matasen y exterminasen a todos sus enemigos con sus mujeres e hijos, y todas sus casas y que saqueasen sus despojos....

Ahíto de vino y perturbado por las interesadas caricias de la impúdica mujerzuela, Asuero ordenó ahorcar a su fiel Amman y a sus jóvenes hijos, cometiendo así un espantoso crimen de Estado. Y acto seguido, en medio de una alucinadora fornicación con Esther, Asuero firmó un Edicto Real en el que otorgaba plenos poderes ejecutivos al judío Mardoqueo.

La primera medida adoptada por el encumbrado tirano, fue la creación de una horda de sicarios judíos que en las 127 provincias del Imperio desataron una orgía sangrienta contra la indefensa población civil nacional. Fue un verdadero genocidio, un auténtico Holocausto. Más de 75.000 Persas (entre ellos mujeres, niños y ancianos) fueron salvajemente degollados, en aquella jornada de los días 13 y 14 "del mes de Adar", conforme al Ritual Koscher, por los terroristas judíos de Mardoqueo. Con la sangre y partes del cuerpo de aquellas víctimas inocentes, los asesinos judíos amasaron el pan ácimo que éstos comen simbólicamente en sus celebraciones sectarias. Así mismo, las propiedades de los masacrados, fueron confiscadas en nombre de Sión. Y en recuerdo de aquella jornada de terror, barbarie y saqueo, los rabinos judíos decretaron una fecha de festín y regocijo, la Fiesta del Purim, que desde entonces celebran.

Tan alegre puso al judaísmo esta carnicería, que se instuyó la tradición de celebrar la masacre por la eternidad de los tiempos "con banquetes y convites", con el nombre de Fiesta del Purim, o Fiesta de las Suertes. Con el tiempo, los judíos han asociado al Purim con otra de sus ancestrales fiestas llamada "Passover", que también incluía muertes y derramamiento de sangre, al punto de que probablemente se practican en forma simultánea, haciedo ya que el Passover sea parte del rito del Purim. El Passover es otra fiesta que conmemora una masacre en masa de no judíos a manos de asesinos judíos, esta vez ocurrida en Egipto, aunque la superponen "oficialmente" al escape desde Egipto por Moisés. De hecho, todas las efemérides de este pueblo son celebraciones de asesinatos colectivos contra "gentiles". Pero en Passover se incluía invariablemente el sacrificio de un niño, de preferencia con aspecto nórdico, rubio y de ojos claros.

Ritual sangriento

Matanza de un cordero según las reglas del kosher.

Durante el ritual judío "shechita", basado en las reglas del "kosher", un cuchillo perfectamente afilado y sin defectos llamado shojet hace un corte profundo y uniforme en la garganta del animal. En el shechita se considera que el animal ha muerto desde el momento en que el cuchillo ha tocado su cuello. Sin embargo, el tiempo transcurrido desde que se hace el corte hasta que sobreviene la inconsciencia oscila entre 15 y 30 segundos. El animal se desangra hasta que muere. Las sucesivas descargas de sangre son del agrado del Dios judío, Yahveh, a tal punto que estos procuran consumir únicamente carne de animales sometidos a este ritual. No obstante, consumir sangre está prohibido por el kosher. Cuando no es posible realizarlo por sí mismos, hacen pactos comerciales para que los mataderos regulares de todo el mundo ejecuten este procedimiento religioso, pese a que existen muchos otros métodos más humanitarios.

Orígenes

Los ritos de sacrificio de entre algunas tribus negras y semíticas se basan la creencia de que cada ser vivo es una "pila" de energía vital, la que se libera al ser sacrificado súbitamente, en especial si la víctima advierte que será muerto y entra en pánico, y al matarlo se canaliza hasta el "vampiro divino" Jehová, sin energía propia, que sobrevive sólo a base de la energía apropiada desde otros seres. La sangre humana es la más apetecida, por su cantidad, calidad, valor, connotación moral y todo lo que encarne el ser que la posee. Los animales también poseen una espiritualidad básica, algo así como una semilla de un alma, pues también son seres etéreos que caen atrapados en la materia corporal. Por eso son el blanco de constantes sacrificios judíos. Se nota en la costumbre de las colonias judías de comer casi exclusivamente carne de animales sacrificados, degollados y desangrados, hábito del "kosher" que los ha llevado a instalar mataderos propios cuando la ciudad les pertenece, o en su defecto, instruyen a los mataderos locales a dar muerte a los animales con este procedimiento en vez de otros menos crueles, como los que se usaron con los miles y miles de corderos y bueyes sacrificados para la inauguración del Templo de Salomón, según la Biblia.

Son situaciones que parecen describir por sí solas algún oscuro sentido de ritualidad en el arquetipo judío, sumado a prácticas que en nuestra cultura occidental suenan horribles. Sólo como ejemplo preliminar: los estudiosos del hebreismo alegan que la prohibición ancestral de comer carne de cerdo se debe a que los antiguos judíos declaraban que "sabe y semeja a la carne humana". La pregunta obvia sería entonces, "¿cómo lo sabían?". Evitando suspicacias, vemos que junto con satisfacer así una necesidad de sangre, el Purim sirve para canalizar el odio criminal del talmudismo por el resto de la humanidad y que está muy bien expresado en algunos pasajes del Talmud.

Función de la celebración

El Purim no trata simplemente de celebrar un supuesto acontecimiento del pasado, sino que sirve de modelo al judío de cómo actuar y canalizar el odio contra el resto de la humanidad, en el presente y en el futuro. Después de culpar a Alemania de tener la intención de exterminarlos, decidieron recrear el mito del Purim en los Juicios de Núremberg, asesinando a cuantos alemanes pudieron.

Julius Streicher

Streicher había escrito en plena Segunda Guerra Mundial el siguiente artículo, en su periódico símbolo llamado Der Stürmer:

El golpe mortal

Quien vive la vida de un criminal quiere evitar ser visto como tal. Su oscuro comportamiento le fuerza a ponerse la mascara del hombre común, la mascara del inofensivo. Los judíos viven la vida de los criminales. Desde el principio, les ha sido revelado por su dios El Schaddei Yavé que su tarea es apropiarse del trabajo de otros y convertirse ellos mismos en amos. Desde el momento en que los judíos decidieron esclavizar a otras naciones cometiendo crímenes contra la humanidad, sabían que se encontraban en un gran peligro. Si sus crímenes llegaban a ser conocidos, corrían el riesgo de aniquilación por la amenazada humanidad. Así que fue necesario para los judíos ocultar sus planes para la dominación mundial, para mantener a los no-judíos en el abismo de la inconsciencia antes de que se diesen cuenta de lo que pasaba.

El curso de la historia mundial deja claro que los judíos han tenido éxito en ocultar el gran peligro del judaísmo mundial para los no-judíos. Los judíos son maestros en el arte de desviar sospechas. Incluso han tenido éxito en compeler a los no-judíos a creer que los judíos han recibido una misión divina para salvar a la humanidad. Los judíos deben su tolerancia a la conquista espiritual de las gentes arias que se convirtieron al cristianismo, que les posibilitó paso a paso a desarrollar sus planes de esclavitud. El mandamiento cristiano de amor fraternal que demanda de su adherentes incluso amar a sus enemigos, siempre ha resultado en una tolerancia suicida.

¡Pero no siempre! La historia mundial da testimonio de que la voz de la sangre rompe la presa que retiene la voluntad para la autoafirmación racial y nacional. Durante mil años alzamientos populares han librado a la gente de sus torturadores. Pero estos alzamientos populares les faltaba un unificado liderazgo. Al final, los judíos quedaban siempre triunfantes. El Siglo XX tiene la tarea de salvar a la gente europea de tomar el último paso al abismo. Bajo el liderazgo del nacionalsocialismo, el despertado pueblo alemán está liderando Europa en una guerra total. Esta es un guerra total que dará el golpe mortal al torturador del mundo, el Panjudaísmo.

Del "Purim", podemos decir que es relativamente bien conocido por la historia, correspondiendo a un acto tipo carnaval que se realiza cada año en todo el mundo por los judíos, en especial por los más ortodoxos, desde hace ya unos 2.500 años ininterrumpidamente. El dios de los judíos, Jehová, es un dios que originalmente necesita proveerse "vampíricamente" de sangre animal... Pero al menos una vez al año requiere de un servicio extra: sangre humana, es decir, de no judío. En los tiempos antiguos esta provisión de sangre era asegurada por los judíos de todo el mundo en la oscuridad de sus secretos escondrijos y sinagogas, y más de una vez han sido descubiertos, en diferentes partes del planeta. Recordemos que los judíos primitivos adoraban al demonio Móloc, dios de esclavos en la antigüedad, que exigía sacrificios animales y humanos entre los que figuraban los primeros hijos de cada matrimonio judío. La arqueología ha demostrado esto. Aunque la Biblia recomienda no adorar a Moloc pero sí a Jehová, éste último le pide a Abraham una "prueba de fe" sacrificando para él a su primogénito tal como a los corderos. Puede que a fin de cuentas, Moloc y Jehová sean lo mismo. En definitiva, es esta ceremonia anual de sacrificios humanos la llamada "Fiesta de Purim".

Referencias

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