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Historia Racial
El siguiente documento es parte del libro My awakening, escrito por el Dr. David Duke, valiente luchador por la dignidad blanca en Estados Unidos.
Sumario
- 1 El problema racial
- 2 Raza y civilización
- 3 El fracaso del experimento africano
- 4 La cultura es expresión de la raza
- 5 La ceguera liberal
- 6 Reafirmación constante de la importancia racial
- 7 El caso de Egipto
- 8 El caso de Grecia
- 9 El caso de Roma
- 10 La falsificación de la historia
- 11 La tragedia de Haití
- 12 El hombre es feliz en su hogar
- 13 Hacia un nuevo despertar de la conciencia
- 14 Notas
- 15 Artículos relacionados
- 16 Enlaces externos
El problema racial
La ciencia se mueve inexorablemente hacia la verdad de la Raza. Raza es simplemente genética aplicada a las especies humanas y nos habla de tipos sanguíneos y genotipos, de caracteres físicos y habilidades mentales, de comportamiento y temperamento, de logros humanos y fracasos humanos. Nos dice más sobre la vida humana que las características culturales, porque es la máquina que hace que nuestras culturas sean lo que son. La cultura es simplemente un rostro reflejando el profundo trabajo genético de las personas. La Raza transmite la diversidad al planeta, que afecta todos los aspectos de la vida. Así como las voces de la ciencia han llegado a ser más elocuentes sobre la Raza, la historia y los estudios sociales nos hablan aún más poderosamente sobre el concepto.
Recientemente, un confundido amigo me llamó y me dijo como Jimmy, su hijo escolar, había llegado del colegio, ansioso de decirle a su padre que había aprendido de dónde provenía la civilización. El niño de 7 años llevó a su padre al iluminado globo e inmediatamente le indicó el corazón del continente africano. Orgullosamente dijo: "¡Aquí es de donde provinieron los negros y las primeras civilizaciones!". Aturdido por su respuesta, mi amigo le preguntó al niño, "¿Jimmy, me puedes decir de dónde vinieron los blancos?" "No sé" dijo el pequeño de ojos azules.
La última comprobación del estado de una civilización no son los exámenes de coeficiente intelectual ni los estudios psicológicos, sino el sincero barómetro de la actuación histórica. Incluso en los tiempos de mi inicial despertar racial, ya había cierto cómico parloteo sobre las "grandes civilizaciones negras". Los obscuros reclamos afrocentristas que ya parecían risibles en los 60’s, son ahora frecuentemente enseñados en las escuelas públicas.
El afrocentrismo, o la idea que la civilización se originó en el África negra, prospera a pesar que no hay ni un trozo de evidencia de ni siquiera una civilización negra que se haya desarrollado en el África sub-sahariana. Incluso el Antiguo Egipto está siendo reclamado como una civilización negra, a pesar que las más antiguas momias egipicias encontradas son sobresalientemente caucásicas, clasificadas como tales por innumerables antropólogos y arqueólogos[1]. Cualquier investigador médico moderno, como aquellos que identifican restos humanos destruidos por la descomposición, inmediatamente los identificarían como blancos. Incluso el hecho que los blancos de grandes narices, piel clara y pelo liso son los sujetos del arte y los jeroglíficos de las tumbas egipcias, no ha desanimado a los igualitaristas para agarrarse desesperadamente a la fantasía que el Egipto antiguo fue un ejemplo del histórico logro negro. Han ido tan lejos como describir a la reina Cleopatra, quien era de linaje completamente griego (la última de los Tolomeos,que reinaron desde el 330 hasta el 30 A.C.), como una negra con pelo estilo afro. Algunos de los creyentes de la "historia negra" solemnemente alegan que los griegos robaron la filosofía y civilización de Africa. Alguien tendría que estar muy forzado para entender cómo alguien roba civilización. Si una nación copia losinventos e ideas de otra ¿detiene al original creador de utilizarlas? Y si un pueblo es lo suficientemente dotado para crear una gran civilización, arte, filosofía y matemáticas ¿Qué los detiene de continuar alimentando la fuente del saber humano?
Raza y civilización
El hecho incontestable es que el África Negra ni ha creado ni ha podido sustentar una alta civilización. Uno de los más respetados historiadores del siglo XX, Arnold Toynbee, hizo una lista de lo que él llama 33 civilizaciones históricas. La mayoría son europeas y unas cuantas son asiáticas, pero ninguna es africana.
La pobre actuación histórica negra, es correlativa con la evidencia de marcadas diferencias entre negros y blancos. En EE.UU., a los colegiales se les enseña deliberadamente sobre los grandes logros de los negros americanos. Con descaro, los profesores narran las contribuciones más importantes de los negros al mundo moderno, y entonces dan ejemplos como las luces del tráfico[2] y la bolsa de papel[3].
El solo hecho que estas cosas sean mencionadas como grandes logros de los negros, delata su pequeñez. Ningún negro se encuentra en "Los cien: un ranking de las personas más influyentes de la historia". Incluso más decidor es que ni siquiera un logro negro se encuentra en la lista de 1.500 grandes conquistas del libro de Isaac Asimov, Crónicas de ciencia y descubrimientos. Lejos de ser un racista, el judío Asimov públicamente expresó su creencia en la igualdad racial y se describió a si mismo como un liberal.
¿Puede la invención de las luces de tráfico o la bolsa de papel remotamente compararse al desarrollo del Teorema de Pitágoras, la invención del primer aeroplano o la primera máquina a vapor, la ingeniería de las pirámides, la arquitectura del Partenón o los acueductos romanos, la invención de la prensa escrita, el desarrollo de las vacunas, la creación de la ingeniería genética, la invención del transistor, o de las matemáticas y genio que llevó al hombre a la luna? Tales comparaciones seguramente no demuestran igualdad racial. Al contrario, sugieren una disparidad que va más allá de las diferencias en inteligencia indicadas por meros exámenes de coeficiente intelectual. Debe ser recordado que casi todas las grandes conquistas de la humanidad fueron producto del cuatro o cinco por ciento más inteligente de la población. Como "La Curva de Bell" y cada uno de los estudios en coeficiente intelectual ha demostrado, si un grupo tiene un promedio de coeficiente intelectual de un 15% más bajo que otro, no significa que el grupo inferior tendrá 15% menos genios que el grupo más inteligente. El porcentaje de genios diferirá a un rango de más de 44 a 1 a favor del grupo más inteligente. Algunos investigadores dicen que se acerca a 100 a 1, dependiendo de cuan alto el coeficiente intelectual de un genio se coloca.
La respuesta estándar de los igualitaristas raciales al hecho que los negros tengan sólo un pequeño porcentaje de los grandes logros, es que las sociedades negras no estaban los suficientemente avanzadas o porque sus sociedades estaban "oprimidas". Por supuesto, tal argumento casi ruega por una pregunta ¿Qué habrá causado esta falta de avance o la habitual "opresión" durante miles de años? Si las capacidades para lo que llamamos civilización son las mismas entre las razas ¿Por qué los negros no han desarrollado ni siquiera una? En toda el Africa Negra, más allá del Sahara, ¡Ellos nunca han desarrollado ninguna escritura ni nunca han usado la rueda! Hoy sólo hay una vibrante nación, la república de Sudáfrica, una nación que ahora marcha rápidamente hacia el mismo destino que el resto del Africa Negra, con el constante retiro del liderazgo y habilidades del blanco.
El fracaso del experimento africano
Los blancos dominaron inversiones, gobierno, educación, medicina, capacitación y comunicaciones en África durante 200 años. Pero en 40 años, desde la ida de los europeos, casi cada nación del África Negra ha rápidamente declinado en sus ingresos, educación, salud pública, sanidad, derechos civiles y otros niveles sociales. La desintegración en algunas naciones como Sudán o Zaire se ha ralentizado solo por el hecho que una vez que ellas cayeron a tan bajos niveles, no hay simplemente más espacio para mayor decadencia. En su más profunda desesperación, los restos que aún resisten en muchas naciones africanas han actualmente invitado de vuelta a los europeos, y la incrementada inversión y ayuda de Occidente debiera mejorar, aunque solo marginalmente, debido a las desastrosas condiciones actuales.
El desastre social de África no puede ser culpado a la falta de recursos. El continente es la más grande fuente de recursos no explotados del mundo. En una era donde muchas naciones del primer mundo han agotado sus recursos, África ha tenido una excelente oportunidad, la cual se ha desaprovechado. Desde comienzos de 1970 hasta 1990, el porcentaje del África Negra en el comercio mundial ha caído en un 50%, su producto geográfico bruto ha declinado cerca de un 2% anual, la producción de alimento ha caído a casi un 20%, la desnutrición ha aumentado, las guerras genocidas se han incrementado, y el continente tiene cada vez menos semejanza a una democracia que la que tenía hace solo 25 años atrás.
Los rascacielos levantados y una vez mantenidos por los europeos en Nigeria, ahora tienen electricidad intermitente y los baños están rebasados. Sanidad, hospitales, generadoras de energía y servicios telefónicos todos dependen de la ayuda financiera y europeos importados deben mantenerlos andando incluso al más mínimo nivel. Los colonialistas europeos que una vez limitaron las sangrientas guerras tribales, ya no estaban presentes para detener a los Hutus y Tutsis de asesinar entre 600.000 y 1.000.000 de personas en Zaire. Los colonialistas europeos que ilegalizaron la esclavitud en África hace más de 100 años atrás, no están más presentes en suficientes números para detener la esclavitud de decenas de miles de africanos hoy día. La esclavitud está técnicamente ilegalizada en todos los países del mundo, pero en Africa aún está extendida. Está presente en cierto grado en casi cada una nación africana. Sudán, Ghana y Mauritania, en particular, son reconocidos como líderes mundiales en el tráfico de esclavos. En las montañas Nuba del Sudán solamente, 30.000 niños africanos fueron vendidos como esclavos a mediados de los 90 por el precio de dos pollos cada uno.
Los igualitaristas raciales[4] culpan a los europeos y al "racismo blanco" por el Desastre Africano. Algunos han argumentado que los europeos no prepararon adecuadamente a África para la independencia. Pero, cuando la Descolonización progresaba, algunas naciones europeas resolutamente mantuvieron que se necesitaba más tiempo para desarrollar a las naciones africanas antes de su independencia. Estos argumentos fueron desechados por los liberales blancos en Occidente y por los inflexibles revolucionarios africanos, como racistas y paternalistas. Por supuesto, la misma idea de una necesidad de una preparación para la independencia requiere una pregunta ¿Quién preparó a las naciones europeas para su independencia?
Por supuesto algunos igualitaristas siempre tienen una excusa para el histórico fracaso negro. La última disculpa por la falta de cultura africana argumenta que los factores climáticos y ecológicos facilitaron el desarrollo de la civilización en Eurasia pero lo dificultaron en África. Jared Diamond, sin embargo, no responde a la pregunta de ¿por qué la exitosa colonización árabe preservó las cualidades de civilización por siglos (hasta que la raza del colonizador fue sobrepasada por la de la población africana)? ¿Y por qué la chispa de la civilización en Africa solo ardía cuando los europeos estaban allí para alimentarla y sostenerla?
La cultura es expresión de la raza
“ | Cuando la raza es buena, así es el lugar. —Ralph Waldo Emerson |
” |
En cuanto llegué a estar más consciente de las profundas diferencias biológicas entre las razas, entendí el impacto de estas diferencias en la educación, el crimen, la pobreza, y otras áreas sociales, y empecé a leer sobre las realidades históricas de raza y cultura.
Si la composición racial puede tener gran impacto en un colegio ¿Cuánto tiene sobre una nación? ¿Puede la raza ser instructiva sobre el desarrollo y las condiciones de las naciones? Uno de mis amigos en la educación superior, George Cardella, vino de Colombia. El me habló largamente sobre las condiciones de su propio país y otras tierras sudamericanas. A menudo sus revelaciones sobre los bajos estándares de vida y crudos valores humanos me asombraban. Él estaba consciente de sus ojos claros y su europeo ancestro hispánico y hablaba francamente sobre las realidades raciales de su nación y otras naciones sudamericanas.
En las clases de geografía mi profesor recalcó que Sudamérica tiene más recursos potenciales que Norteamérica. Es más grande en áreas de tierras temperadas, más rica en recursos, más variada en clima y topografía, y ha sido intensamente colonizada y explotada mucho más temprano que Norteamérica. La pregunta natural se levanta ¿Por qué los países al sur del Río Grande usualmente son mucho más pobres, más insanos, menos educados y menos libres que EE.UU. y Canadá?
Sudamérica tuvo substanciales colonias, y en algunos lugares incluso universidades, antes que los rudimentarios emporios en Jamestown y Plymouth. España y Portugal, naciones con una rica herencia cultural europea, colonizaron la región. El descubrimiento, durante la era moderna, de América por Cristóbal Colón, ocurrió el mismo año que la victoria sobre los moros, que finalmente fueron expulsados de España después de una lucha que duró siglos. Los conquistadores españoles eran fuertes y valientes, forjados en la bélica cruzada y una lucha deliberación que se prolongó por generaciones. Repentinamente la unidad de nación y propósito nacida de la victoriosa guerra contra los moros se volvió hacia la conquista y civilización de los nuevos territorios en el Nuevo Mundo. No pasó mucho hasta que Isabel, la pelirroja reina de ojos verdes gobernó sobre posesiones hispánicas más grandes en tamaño que toda la Europa.
Los españoles y portugueses explotaron rudamente a la población nativa de las Américas, y esos aborígenes que no mataron en la guerra, las enfermedades a menudo los despachaban. El descubrimiento de metales preciosos como el oro y la plata, y las vastas extensiones de territorios entonces en posesión de la corona española, forzó al español a integrarse y usar a la población nativa para desarrollar los recursos. Los reinantes españoles estaban demasiado diseminados en el inmenso imperio, como una pequeña minoría en un mar de color. Debido a que el carácter físico y psicológico de los indígenas se adaptaba malamente a la servidumbre, en algunas regiones, para satisfacer su necesidad de trabajadores, importaron esclavos negros del África.
Fuera conquistador o sacerdote, su primera tarea era explotadora por naturaleza; el conquistador para cultivar las riquezas de sus tierras, el sacerdote para cultivar las almas de los habitantes. Viviendo en una tierra con pocas mujeres blancas pero numerosas jóvenes indígenas y esclavas negras, las mezclas raciales y matrimonios eran comunes, a pesar que aquellas uniones eran despreciadas por las clases más aristocráticas, quienes a menudo enviaban a sus hijas e hijos devuelta a España para encontrar marido o esposa.
Los españoles construyeron México y sus otras colonias en el Caribe, América central y Sudamérica a su propia imagen. Establecieron escuelas, edificios gubernamentales e iglesias, y trajeron el arte, la tecnología y la cultura de la civilización europea al Nuevo Mundo. Y sumado a España y Portugal, Gran Bretaña, Francia y Holanda también tuvieron colonias y posesiones en el hemisferio occidental. En esta vasta expansión, sólo las 13 colonias americanas y Canadá tenían mayorías blancas.
En Norteamérica, donde había una presencia de no-blancos, fueran esclavos o libertos, las relaciones sociales entre europeos eran exclusivamente blancas. En Norteamérica, los europeos llegaron por cientos de miles, trayendo a sus familias con ellos, y el estilo de vida granjero hizo las grandes familias deseable, provocando poca escasez de mujeres, excepto en las fronteras. Así EE.UU. y Canadá llegaron a ser naciones mayoritariamente blancas, mientras que el Caribe, Mesoamérica y Sudamérica, permanecieron mayoritariamente no-blancas excepto por una leve capa de liderazgo y control blanco.
La ceguera liberal
Me pareció obvio que la inmensa diferencia entre Canadá y las colonias americanas, y el resto de las Américas era simplemente la de la raza. Discutí algunos de estos hechos con mi maestra de geografía en la educación secundaria, la Sra. Weir. Ella era una igualitarista convencida que vociferaba que habían otros factores que yo había fallado en considerar en mi hipótesis. Su primer contra-argumento fue que Norteamérica era mayoritariamente protestante, y por lo tanto, influenciada por la ética de trabajo intrínseca a aquella denominación. Mi respuesta fue fácil; el Renacimiento mismo de la civilización occidental fue en la Italia septentrional, una sociedad exclusivamente católica. Y Quebec, un territorio norteamericano, no era protestante pero tenía una estándar de vida mucho más similar al de la América protestante que al de México o Brasil.
Luego ella trató de argüir que eran simplemente las tradiciones democráticas de Norteamérica comparadas con las autocráticas de Sudamérica las que hacían tan pronunciadas las diferencias. Remarqué que la historia está llena de ejemplos de ambas, tiranías que se habían vuelto democracias y democracias que habían perdido sus libertades. Las aristocracias de Europa ciertamente llegaron a ser grandes y modernas naciones. Muchas de las constituciones de las naciones de Mesoamérica y Sudamérica estaban basadas directamente en nuestra propia constitución norteamericana, pero esos instrumentos legales no las salvaron de la pobreza, la corrupción masiva, la tiranía y el asesinato, las continuas revoluciones, analfabetismo, enfermedades y primitivos estilos y condiciones de vida.
Le pregunté: ¿Cuando uno considera que hay docenas de naciones en el Caribe y América, y que ha habido cientos de revoluciones y drásticos cambios políticos durante siglos, se supone que debemos creer que ninguna de ellas ha logrado triunfar? En respuesta a su silencio, dije: "a lo mejor la cosa que realmente construye o destruye una nación no son sus instituciones sino la raza de su pueblo".
La raza también puede ser vista en las diferencias que existen entre las diferentes naciones de América. Costa Rica ha sido reconocida como una de las más avanzadas naciones en Centroamérica. Tiene una reputación como el estado menos corrupto, y con los más altos estándares de vida y alfabetización en la región. También se enorgullece de ser la nación más blanca de Centroamérica. Las naciones más avanzadas de Sudamérica son Argentina, Uruguay y Chile, las naciones con los más altos porcentajes de europeos. La verdad racial puede también ser vista incluso dentro de las mismas naciones. Brasil, por ejemplo, es casi como dos naciones cuando uno considera las más regresivas regiones negras del Norte y las más similares a Europa en el Sur. Cuando visité Brasil en 1991, me di cuenta de inmediato como la población se volvía más negra y pobre a medida que uno se aproximaba a las tradicionales tierras del los esclavos de las plantaciones, y más blanca y rica en las regiones más montañosas (la misma verdad para los poblados ribereños de las plantaciones de Louisiana, comparados con los más blancos).
Se hizo obvio para mí que si la demografía de Norteamérica se transformara en una similar a la de Sudamérica, nos convertiríamos en esas sociedades. Perderíamos nuestra preciosa herencia y modo de vida. Llegué a estar convencido que la raza es la fuerza predominante en la sociedad, influenciando cada aspecto de nuestras vidas. Incluso si una sociedad no lo declara o no se da ni siquiera cuenta de eso,la raza imprime en las naciones (como lo hace en los individuos) las características y marcas que los igualitaristas no pueden explicar.
Reafirmación constante de la importancia racial
Las lecciones sobre la raza que nos enseña la historia del hemisferio occidental, son pertinentes a la historia de todas las naciones y culturas. Uno puede incluso examinar la prehistoria y encontrará que siempre han habido tribus que comparten una particular fuente genética y características comunes que las distinguen. Las naciones brotaron de pueblos que compartían una herencia común. Ellas no han sido siempre mono-raciales, pero siempre fueron formadas por un pueblo dominante que hizo el país a su propia imagen, cultura, valores, lenguaje y gustos artísticos. Las naciones no fueron determinadas estrictamente por la geografía, porque las fronteras estaban a menudo pobremente definidas o eran amorfas, sino por la gente que las poblaba. Por ejemplo, aunque los pueblos fueran asirios, egipcios, judíos, griegos, romanos o franceses, las naciones se levantaron de las razas o sub-razas que las componían. El término Francia, por ejemplo, viene del nombre del pueblo que reconstruyó el país después de la caída del Imperio romano, los Francos. Uno puede trazar la historia de las naciones en la historia racial y el carácter de sus habitantes.
Uno de los primeros libros de historia que mi padre me dio para leer en el colegio fue el clásico Perfil de la Historia de H.G. Wells. Su tema es el auge y caída de las naciones. Un gran pueblo brota teniendo inteligencia, poder y ambición. Crean una poderosa sociedad y conquistan a sus vecinos más débiles. Y entonces comienza un proceso de absorción del conquistado en su nación-estado. El carácter que originalmente los llevó a la victoria y al dominio se pierden a medida que absorben gradualmente a la población vencida. Invariablemente el proceso comienza de nuevo, y otro pueblo aparece en escena y conquista, solo para ser una vez más absorbido por aquellos que derrotaron. Este patrón se hizo obvio para mí al estudiar las Américas, pero ahora, al leer más la historia, se hizo claro que el factor Raza está presente en el auge y caída de cada civilización. En efecto, en cada civilización caída ha ocurrido un cambio racial en la población fundadora original. La única justificación real para la supervivencia de una nación es la racial. La supervivencia de esa específica población como una entidad genética distinta, como una fuente para la próxima generación. Por otro lado, tal nación sería indefendible en un mundo con demasiadas naciones.
Historiadores tales como Toynbee, Durant y Spengler han hecho crónicas sobre la emergencia y la declinación de las naciones. Interesantemente, cada gran civilización que ha pisado la tierra ha caído en la decadencia y la destrucción. La nuestra es simplemente la última de tantas civilizaciones que han nacido solo para subsecuentemente declinar. La pregunta final de los historiadores es por qué las civilizaciones tienen este ciclo. Hay muchas teorías del porqué de la decadencia de las civilizaciones. Algunos arguyen sobre catástrofes económicas, algunos hablan de corrupción política, otros sobre debilidad y derrota militar, otros simplemente hablan de decadencia moral por la destrucción de la religión tradicional, otros hablan de luchas de clases y otros arguyen que la abundancia siempre acarrea la degeneración. Hay tantas teorías como historiadores, pero solo un factor está presente en el auge y caída de cada civilización conocida por el hombre; el Factor Racial. El grupo racial que construyó la civilización original, perdió su dominio, y a menudo su integridad genética.
Antes que aprendiera sobre la raza, también tenía mis teorías, basadas en lo que yo había leído. Las mías se basaban puramente en los síntomas de la decadencia en vez de los escondidos factores que causaban los síntomas. Un libro escrito hace más de 100 años atrás por un estudioso francés, el conde Joseph Arthur de Gobineau, propuso una hipótesis sobre la decadencia de la civilización, que me tuvo pensando durante semanas sobre el asunto, y finalmente me llevó a mi visión mundial sobre el problema racial. El Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas de Gobineau fue escrito antes que el Origen de las especies de Darwin, y bastante antes que muchos de los modernos principios de la biología y la psicología. Pero puso en la mesa la asombrosa propuesta que las poblaciones estaban pasando por un cambio en su carácter biológico, y que la civilización fue finalmente el producto de la biología; de las características raciales de sus fundadores.
De Gobineau sostenía que las civilizaciones decaían porque el carácter inherente de sus creadores había cambiado. La calidad racial de su gente había descendido. Él lo vio como un debilitamiento intra-racial e inter-racial de la raza creadora de la cultura. Fue inter-racial en que la naturaleza cosmopolita del imperio causaba la mezcla racial con pueblos foráneos y descendentes índices de natalidad entre la raza fundadora, todo acompañado con la sobrepoblación de las masas mestizas. De Gobineau también reconoció la decadencia intra-racial en eso. El vio que entre la raza dominante, los ciudadanos más inteligentes y productivos tenían menos niños, mientras los más bajos elementos eran extremadamente prolíficos.
De Gobineau escribió durante la mitad del siglo XIX, antes de la biología moderna, lo que significa que su libro debía contener errores. Incluso así, muchos de los principios que resultaron correctos son increíbles. De Gobineau había viajado mucho para su época, y tenía el poder para observar desapasionadamente e interpolar lo que él encontraba.
El caso de Egipto
Una vez que uno entiende lo que es Raza, es fácil reconocer los componentes raciales en la historia de las naciones y su rol en las sociedades contemporáneas alrededor del mundo. Un ejemplo clásico de historia racial es el estudio de la civilización egipcia. Los corifeos de la "historia negra" hacen histéricos planteamientos que Egipto era una civilización negra. Apuntan a ciertos rasgos negroides en los últimos faraones como prueba de su teoría. En efecto, es verdad que los últimos faraones pueden haber sido en parte negros. Al final de 3.000 años, puede que haya habido una intrusión de algunos genes negros en la familia real. Pero ese hecho no hace la base de la civilización egipcia, negra. Del mismo modo que si Jesse Jackson llegara a ser presidente de los EE.UU., esto no haría a los signatarios de nuestra declaración de independencia, negros. Los genes negros en la familia real egipcia significó el fin de la civilización egipcia (del mismo modo que Jesse Jackson, siendo elegido presidente, sería un epitafio para Norteamérica)[5].
Hay miles de jeroglíficos que sobreviven, describiendo a los constructores de la civilización egipcia como un pueblo blanco (algunos de pelo rojizo y ojos claros). Las momias más antiguas recuperadas, muestran los vestigios de haber sido blancas.[1] La civilización egipcia es de algún modo similar al Viejo Sur (EE.UU.). Tal como la sociedad aristocrática blanca del Sur que compró esclavos para trabajar, a los traficantes africanos; los blancos egipcios compraron esclavos para trabajar, en el Bajo Nilo. Después de miles de años, el contacto sexual legal o ilegal entre las razas, trajo eventualmente genes negros a la familia real. El fin de ese proceso coincide perfectamente con la caída del más prolongado y perdurable conjunto de dinastías que el mundo haya visto, y el colapso de la civilización egipcia.
Egipto tiene hoy una variada población, de los más puros negros a una vasta población mestiza e incluso una pequeña minoría blanca. Los elementos más blancos son la élite educacional, científica, política y empresarial.
Pocos pueblos han caído al extremo que han caído los, una vez grandiosos, egipcios. La nación egipcia es una de las más pobres de la tierra, con una creciente pobreza e índice criminal. Se estima que hay 60.000 mendigos en las calles del Cairo solamente; y miles de niños son cegados o mutilados a propósito, para ser puestos en las calles a mendigar, para llenar los cofres de sus crueles dueños.
La historia racial de Egipto es clara y dramática por el obvio impacto racial de la mezcla con la raza negra. Incluso las civilizaciones que pasaron por mezclas raciales menos dramáticas que la egipcia, perdieron el ímpetu de sus culturas.
El caso de Grecia
La Antigua Grecia fue probablemente la civilización más avanzada, cultural y artísticamente, que haya visto el mundo. Probablemente un 98% del arte griego se ha perdido durante los dos últimos milenios[6], pero aún nos asombramos de la magnificencia de su arquitectura, escultura, pintura, poesía, canciones, teatro, filosofía y literatura. No solo eran los griegos grandes pensadores y artistas, también eran grandes guerreros, habiendo conquistado casi todo el mundo conocido. Alejandro el Grande, realmente un ario macedonio, en un momento de su corta vida, había expandido el imperio griego tan lejos como las llanuras de la India. Los griegos consiguieron todo esto, a pesar que la población total de Atenas y Esparta nunca excedieron las 250.000 personas.
La civilización griega es denominada la Edad de Oro, y los griegos eran descritos como el Pueblo Dorado por la presencia de tantos rubios. La literatura griega está llena de descripciones de un pueblo de rasgos blancos y ojos claros. Sus esculturas grabaron sus caracteres físicos, por lo que eran un pueblo alto y magnífico que daba gran importancia a la salud y belleza de sus cuerpos, tanto como a sus mentes creativas.
Los griegos, cual los españoles en Sudamérica, eran pocos en números pero conquistaron y administraron vastas poblaciones y territorios. Alejandro decidió resolver el problema, urgiendo a sus soldados y marinos a casarse con las mujeres de las clases altas de los países que Grecia gobernaba. En una ocasión, 10.000 soldados griegos se casaron con 10.000 mujeres persas en una ceremonia masiva. A pesar que estas uniones fueron después prohibidas, ellas simbolizaron la estrategia imperialista griega. Alejandro pensó que estaba conquistando la lealtad de las naciones subyugadas y simplemente creando más griegos. Otros griegos volvieron a casa con sus esposas extranjeras, iniciando un proceso que minó a la civilización entera. No-griegos de todo el mundo mediterráneo inmigraron a Grecia por la mismas razones económicas y sociales que los mexicanos cruzan el Río Grande. Casi igual a las grandes ciudades comerciales del mundo hoy día, las ciudades griegas se transformaron en crisoles de mezcla de diversas razas. Después de siglos, pocos griegos retuvieron las características físicas descritas en la Odisea y capturadas para la eternidad en sus preservadas esculturas que hoy nos maravillan. Un pueblo se había perdido en un flujo genético extranjero, y la vitalidad de la civilización se desvaneció, solo para ser encontrada en los escritos, resto y ruinas del pasado.
Desde la caída de la civilización griega, la península ha sido poblada frecuentemente con migraciones del norte, y aún quedan genes de los griegos originales en algunos de sus ciudadanos hoy día. La nación, sin embargo, es una sombra del esplendor que una vez tuvo, y aún encuentra su más alto sentido en su gloriosa antigüedad.
El caso de Roma
En muchos aspectos la gran civilización romana se parece a la de los griegos. Los romanos fundadores eran llamados Patricios. El diccionario electrónico de R.H. Webster define Patricio de la siguiente forma:
- Una persona de alto o noble rango; aristócrata.
- Una persona de alcurnia, educada y refinada.
- Un miembro de la aristocracia hereditaria original de la antigua Roma, teniendo tales privilegios como el exclusivo derecho a retener ciertos cargos.
- (En el posterior imperio romano y bizantino) Un título honorario no-hereditario o una dignidad concedida por el emperador.
Como Roma gobernaba el mundo conocido, la ciudad de Roma en si misma llegó a ser la Nueva York del mundo antiguo. Los cronistas romanos hablaban que al caminar por las calles de Roma en su período de decadencia, era como si anduvieran por un país extraño, lleno de rostros e idiomas extranjeros. Uno puede enlazar la decadencia del poder romano directamente a (como la cuarta definición lo muestra) la transición del patriciado como título hereditario a un título honorario. Otro signo de la base genética de la civilización romana original, puede ser encontrado en la común palabra judía "gentil", la cual se originó del término romano gens; un término usado para denotar a las verdaderas familias romanas que edificaron, y por un tiempo gobernaron, el imperio romano. Para los judíos de aquellas épocas, los gens o gentiles representaban al enemigo que los había subyugado en Palestina. El mismo término gens es la raíz para palabras tales como gentleman, gente, genes, genética, genocidio, genio y otros términos de herencia.
Gens (pl. Gentes). Un grupo de familias en la roma antigua que reclamaban descender de un ancestro común y se reunían bajo un nombre común y ritos religiosos ancestrales comúnes.
Antropología, un grupo que traza su ancestro común a la línea paterna; clan.
Gens, raza, pueblo. (ver Genus, Género)
Gentleman: Un hombre de buena familia, apellido o posición social.
Roma nunca se hundió al mismo nivel que el Egipto moderno porque el cambio racial fue menos dramático que en la nación norafricana, pero ciertamente declinó. Afortunadamente Italia disfrutó de genes europeos frescos y fuertes de los invasores bárbaros del Norte (germanos) y los conquistadores que no eran tan culturalmente avanzados pero compartían el mismo potencial genético que los romanos originales y sus patricios portaestandartes. "Bárbaros" es un término que pobremente describe a esos invasores, porque ellos tenían una poderosa fibra moral, familiar y una rica herencia cultural, también como inteligencia y táctica militar como para derrotar a los disciplinados y veteranos ejércitos romanos.
Cuando el Renacimiento finalmente tendió la base de nuestra moderna civilización occidental, encontró sus ímpetus primarios no en la gran ciudad de Roma con toda su historia, centros de enseñanza y ventajas, sino en las ciudades de la Italia septentrional como Florencia, Padúa y Venecia. Roma aún contenía un montón de la sangre romana original, pero ya no era más la Roma de los romanos, sino una ciudad internacional, un crisol de todas las razas del mundo conocido, incluyendo la sangre de germanos, egipcios, semitas y otros. El Renacimiento encontró su fuerza conductora donde los genes romanos originales aún dominaban. Incluso hoy, las provincias del Norte son las más sólidas económicamente y las más robustas partes de toda Italia. Por si solas, el producto geográfico bruto de la Italia del Norte es igual a la de las más fuertes economías europeas.
La falsificación de la historia
Uno puede ver la expresión racial del Renacimiento en el magistral fresco de Miguel Angel, con una descripción aria de Dios y Adán en el cielo de la Capilla Sixtina. La falsificación de la historia se ha convertido en un empleo a tiempo completo para muchos en el establishment educacional y cultural de Norteamérica. No sólo Cleopatra se ha vuelto negra, sino que parece que el gran general cartaginés Aníbal ha empezado a tomar una apariencia decididamente negra. La compañía cervecera Budweiser hizo un afiche y una serie "educacional" llamada "los grandes reyes de África" en la cual describen a Aníbal similar al promotor de boxeo negro, Don King.
Por supuesto que Aníbal era caucásico. Fuentes contemporáneas lo describen en términos que no dejan dudas de que él era caucásico como el antiguo pueblo cartaginés que él gobernaba. Incluso más, su máscara mortuoria muestra una nariz y labios delgados, y una alta frente como la de los caucásicos. La máscara no muestra ningún rasgo negro. La adopción negra de famosos caucásicos como propios no termina con Cleopatra o Aníbal. Incluso han llegado tan lejos como ridículamente alegar que Ludwig van Beethoven era negro, y por ese camino cualquiera con pelo crespo y oscuro es reclamado por los afrocentristas desesperados por validación.
Los historiadores liberales actúan como si la civilización y las naciones avanzadas representaran algún accidente cósmico. Para ellos, las naciones exitosas son solo afortunadas, y por el azar una persona podría ser o analfabeta y pobre, o culta y rica. A pesar que el mundo tiene abundantes ejemplos de naciones ecológicamente ricas que están destituidas cultural y económicamente; y de naciones pobres en recursos que son culturalmente brillantes y económicamente ricas. Se pueden encontrar naciones de larga historia que ahora son progresivas o regresivas. Una corta historia nacional puede anunciar un gran éxito o un abyecto fracaso. Las sociedades pueden ser religiosamente devotas o ambivalentes. Hay naciones devotas pobres y ricas naciones agnósticas, y viceversa. Las constituciones y leyes en los libros no nos dicen realmente cuan libre o cuan dictatorial un nación es, pero generalmente la raza nos dice todo. Hay naciones relativamente aisladas que son ricas y avanzadas, y otras en el centro de las rutas culturales y económicas que son pobres.
¿Hay alguna bien administrada nación completamente negra, en la cual el índice de criminalidad sea bajo, las escuelas sean buenas y el gobierno libre e incorruptible? ¿Hay alguna con altos índices de longevidad y baja mortalidad infantil, o con bajo analfabetismo y un alto estándar de vida?
El impacto de la raza en la historia y en las condiciones sociales contemporáneas puede ser bien ilustrado al comparar dos naciones: Haití e Islandia. Islandia está enclavada en el círculo ártico. Tiene, sin lugar a dudas, la más inhóspita geografía que cualquier nación poblada en la tierra. Está aislada y soporta condiciones invernales durante casi tres cuartas partes del año. Ningún bosque crece ahí, y por lo tanto no tiene madera ni papel. No hay petróleo, ni gas natural, ni carbón. La mayoría de su tierra es páramo volcánico y glaciares tan inhóspitos que el programa espacial de los EE.UU. se entrena ahí para sus aterrizajes lunares. La agricultura es casi imposible debido al rocoso suelo, las montañas nevadas y la corta temporada de cultivo. Pocos turistas visitan la pequeña isla al norte del Atlántico. Es una tierra de nubes, poco sol y largas noches invernales. El único recurso de Islandia es el pescado que crían en los grandes bancos, compitiendo con otras numerosas naciones. También tienen geysers volcánicos naturales que ellos ingeniosamente utilizan para temperar sus hogares y oficinas.
Comparen esta isla con la de La Española y la nación de Haití, la segunda república más antigua del hemisferio occidental. Es una inmensa y rica isla, más allá del sueño de la fantasía de un poeta. Tibia y hermosa, con playas, montañas y vertientes, una topografía de sueños para el turista. Es una de las islas de entrada al Caribe, EE.UU., México y Sudamérica, un lugar ideal para el flujo del comercio internacional. Espesos bosques y ricas fuentes minerales bendicen la isla. Los mariscos en las aguas que rodean la nación son abundantes y valiosos. Un tibio clima le da a la isla una larga y productiva temporada de cultivo, y fértil tierra.
La tragedia de Haití
En el siglo XVIII, Haití era el más grande productor de azúcar del mundo. Las universidades y otros centros de educación superior mantenía a la isla al día de los progresos y avances mundiales, y se transformó en una de las más ricas posesiones francesas de ultramar, más rica que las 13 colonias americanas originales. Haití llegó a ser llamada la Joya del Caribe.
Todo esto llegó a su fin a fines de 1790, cuando el igualitarismo introducido por los blancos, recién estrenado durante la Revolución Francesa, precipitó una revuelta negra en 1804 en la cual, finalmente, los revolucionarios negros asesinaron a casi todos los 40.000 hombres, mujeres y niños blancos de la isla. A 200 años de la revolución, bajo consecutivos regímenes corruptos y tiránicos, el Haití negro ha llegado a ser uno de los más peligrosos, supersticiosos y atrasados lugares de la tierra[7]. La inmensa mayoría de la gente es analfabeta, y menos que el 3% termina la educación primaria. Tiene uno de los más bajos índices de ingreso per cápita del mundo, crimen endémico y problemas de droga, destrucción absoluta del medio ambiente, educación inexistente, alta mortalidad infantil, atención médica primitiva,y la religión dominante es el vudú.
Los esfuerzos de los misioneros y educadores norteamericanos han resultado inútiles. Y las repetidas intervenciones militares también han fracasado. Tres veces en este siglo, los Marines norteamericanos fueron enviados para traer la democracia a Haití. La primera misión empezó en 1915. Los Marines permanecieron por 19 años, construyendo hospitales, generadoras de energía,escuelas y modernas instalaciones telefónicas; y más de 200 puentes y miles de millas de caminos pavimentados. Después de su marcha, la isla regresó a la completa ruina y despotismo. En 1958, los Marines retornaron y comenzó el proceso completo nuevamente, con los mismo resultados.
En 1994, los norteamericanos nuevamente retornaron a Haití, esta vez con 23.000 soldados como parte de una fuerza de pacificación de la ONU Por lo menos 500 soldados se espera que permanezcan hasta el fin de siglo para prevenir que Haití retorne a su viejo estilo de vida. Incluso con esta moderna fuerza y la subsecuente ayuda masiva de los EE.UU. y la ONU, Haití es políticamente corrupto, destrozado por el SIDA y otras enfermedades, y con una criminalidad crónica. A medida que Haití se aproxima al final del siglo XX, su capital, Port-au-Prince hiede a deshechos humanos y basura podrida.
A comienzos del siglo XX, un miembro británico de la Real Sociedad Geográfica, Hesketh Prichard, viajó a Haití para estudiar los efectos en un país enteramente gobernado por negros. A su llegada, él tenía fuertes simpatías con los negros, y quería ver como actuaban frente a la civilización blanca, pero sin los blancos gobernándolos. El descubrió que a pesar que Haití tenía leyes francesas y los logros de una civilización en el papel, no era más que una especie de ilusión sin sustento. El ejército haitiano, por ejemplo, tenía 6.500 soldados pero el mismo número de generales, todos con sus pomposamente adornados uniformes. Tenían hospitales con piso de tierra, estaciones de trenes y vías férreas, pero ningún tren funcionando; plantas generadoras de energía que no funcionaban; cortes, leyes y derechos constitucionales, pero sólo corrupción y despotismo. Habían iglesias católicas, pero estaban mezcladas con primitivo vudú y sacrificios de animales. Y a pesar que Prichard encontraba a los negros alegres, también los encontraba proclives a las más crueles torturas y atrocidades humanas.
Prichard concluyó que para los haitianos, el barniz de civilización es tan importante como la esencia. Si ellos podían vestirse y hablar como europeos, y tener instituciones que en su forma se asemejaban a las de los europeos, entonces ellos se veían a si mismo como iguales a los europeos. Respondiendo la fundamental pregunta ¿Puede un haitiano gobernarse a sí mismo? Prichard escribe lo siguiente:
Islandia, por otro lado, incluso con todas sus desventajas, es uno de los mejores lugares para vivir en el mundo. La nación publica más libros y diarios por habitante que cualquier otro país en el mundo. Tiene uno de los más altos índices de alfabetismo y el más bajo índice de mortalidad infantil, los más bajos índices de criminalidad y drogadicción, los más altos estándares de vida, la mejor salud pública, y el más prolongado parlamento libremente electo del mundo: el Althing.
Supongamos que por un increíble acto de magia, todos los islandeses fueran transportados a Haití y todos los haitianos fueran llevados a Islandia. En cinco años, los islandeses en Haití estarían viviendo en el paraíso que ellos habrían construido; mientras que en Islandia... Supongo que la mayoría de los haitianos estarían muertos.
El hombre es feliz en su hogar
Llegué a la conclusión que los liberales estaban en lo correcto sobre el impacto del medio ambiente en los individuos y grupos. El medio ambiente nos forma, pero el medio ambiente que nos da el código genético que tan profundamente nos influencia, llegó no en la fracción de segundo evolucionario del corto espacio de vida de un individuo, sino después de miles de años. Esta es la razón del porqué tan bien intencionados esfuerzos por mejorar las razas humanas a través de su medio ambiente invariablemente fallan. Y los esfuerzos para oprimir otras razas, como las nacionalidades en el antiguo bloque soviético, también fallan al final.
Ha habido numerosas áreas incivilizadas en el globo, en las que rápidamente florecen el desarrollo económico, social y científico después de tener solo un leve contacto con la civilización. Al contrario, otras áreas en las fronteras de la civilización, después de miles de años, nunca pueden adoptar y sostener sus más rudimentarias características. Un perfecto ejemplo de esto es el tradicional Sudán, un área que se extiende sobre África del norte hasta el sur del Sahara. Rica en praderas, minerales, bosques, pantanos e incluso puertos naturales en el este que trajeron el comercio y el conocimiento del mundo civilizado, los únicos lugares históricos destacables del Sudán fueron los emporios coloniales de los egipcios, árabes musulmanes y más tarde los modernos europeos. Comparen el Sudán de hoy con los descendientes de las incursiones coloniales de Roma en Bretaña y Francia. No sólo esas naciones adoptaron los atributos de la civilización romana; ellos incluso la superaron.
En el Sudán, después de al menos 6.000 años de contacto, están un poco mejor de cómo estaban en los tiempos de los faraones, aunque es muchos podrían decir que peor. En los últimos 30 años después de su independencia colonial, la calidad de vida se ha desintegrado tan pronto como la organización e instituciones creadas por Occidente fueron abandonadas. El carácter de los genes es mucho más fuerte que las instituciones de la humanidad, instituciones que llegan y se van, mientras que los genes son forjados por milenios.
Son los genes mismos los que construyen el propio carácter de las sociedades en las cuales ellos florecen. Cada nación surge o se hunde de acuerdo a sus genes. Con el tiempo los genes sobrepasan toda ventaja o impedimento. Los genes humanos pueden enriquecer a las naciones con los más pobres recursos; o hacerlas las más pobres, con los más abundantes recursos. Pueden inspirar grandes universidades o crear ruinas donde hubo grandeza. Pueden erigir tiranías sobre hombres alguna vez libres, o resucitar la libertad de entre la peor opresión. Las estructuras sociales creadas por una raza pueden ser impuestas sobre otra, pero al mismo tiempo los genes, si se preservan, pueden sobrevivir. El poder del gen es la fuente del viaje espacial o la miseria, de la civilización o la jungla.
El gran senador norteamericano por Mississippi, Theodore Bilbo, escribió una vez que si una nación extranjera conquistaba EE.UU. y esclavizaba a su pueblo, destruía sus edificios, sus cosechas, sus escuelas, sus granjas y su economía; mientras nuestra herencia blanca permaneciera intacta, podríamos reconstruir todo nuevamente, incluso mejor. Pero nos advirtió que si nuestra herencia se perdía, entonces nuestra nación estaría perdida también.
Es verdad que cuando escribo de las cosas que amo y quiero, solo puedo ser subjetivo, porque mis valores son los valores de mi propio pueblo. Algunos hombres incluso dudan de la virtud de la civilización en si misma. Libertad, belleza, amor, desarrollo, son todos subjetivos para el ojo del que mira. Un indio americano viviendo salvaje y libre en los bosques y praderas norteamericanas tenía su propia idea de lo que era bueno, y ese concepto es ciertamente más sublime que el masivo alcoholismo encontrado en la comunidad indígena hoy en día. El rítmico latir del tambor africano, su éxtasis sexual y físico, sus pies desnudos sobre el tibio suelo y su profundo sueño bajo las estrellas nocturnas han siempre respondido a las necesidades de su alma ¿Podría alguien negar que eso podría ciertamente responder mejor al corazón de un joven negro, que el encarcelamiento en las prisiones de EE.UU., o la esclavitud del crack o la heroína, o las heridas de arma sufridas en la noche?
Aquellas naciones dejadas libres para determinar su propio destino, siempre vivirán más en consonancia con su espíritu y habilidades naturales. Al final, los genes brotarán. Los europeos crean y mantienen estándares europeos de civilización; los africanos crean sociedades mucho más diferentes. Para nuestros estándares occidentales aquellas sociedades no llegan a la medida, pero si a los negros se les permite, ellos crearán una sociedad en la que se refleja el espíritu dentro de ellos, y eso sólo puede verdaderamente lograrlo su propia gente. Un viejo proverbio europeo dice "el hombre es feliz en su hogar". Creo que eso es verdadero para todos los hombres y todas las razas humanas.
En la época de la Revolución Francesa, Ernst Arndt, un patriota alemán buscando resistir la imposición de la ideología revolucionaria e igualitarista, escribió en su Catecismo para el guerrero teutónico, que la libertad era el derecho a vivir en su propia patria y de acuerdo a las leyes y tradiciones de sus ancestros (La Religiosidad de los Indoeuropeos, de Hans F. K. Günther).
Hacia un nuevo despertar de la conciencia
Revisando algunos de mis viejos apuntes del colegio, encontré algunos aforismos que había escrito sobre el concepto de Raza e Historia. Creo que son tan actuales como lo serían hoy día.
Los pueblos crean naciones. Los hacen a su imagen genética. Componen su música, escriben sus constituciones, crean sus negocios y su economía, les dan su alma y espíritu. En la batalla entre la genética y la cultura, los genes vencerán.
En la lucha entre la influencia de la herencia y el medio ambiente, a largo plazo, la herencia siempre prevalecerá excepto cuando el medio ambiente destruye la única cosa que el hombre no puede restaurar: su intangible genética.
Si un pueblo está genéticamente condicionado para ser libre, ningún período de tiranía podrá nunca suprimirle.
Si ellos están genéticamente predispuestos para vivir en tiranía, la democracia puede ser impuesta sobre ellos. Pero dejados solos, ellos indudablemente volverán a su estado natural.
La ecología humana es tan importante como concepto, como la ecología natural.
Las razas tienen la capacidad para crear grandes medio ambientes sociales, pero grandes medio ambientes sociales nunca podrán hacer grandes razas.
Las personas inteligentes pueden crear grandes escuelas y universidades. Instituciones superiores de enseñanza solo pueden reflejar la calidad de las personas.
El único y definitivo medio para mejorar una sociedad es mejorar las capacidades genéticas de su población. El método más seguro para destruir una sociedad es implementar programas y políticas que favorezcan sistemáticamente la mayor reproducción de los genes de los menos capaces por sobre los genes de los más capaces.
Es el crimen contra la calidad del cuerpo lo que causa el crimen contra el espíritu.
La intensa mezcla racial es un genocidio.
El bajo índice de natalidad es un suicidio racial.
La inmigración masiva de razas foráneas significa finalmente un genocidio.
La integración de razas es un genocidio veloz.
La separación geográfica crea razas y favorece su supervivencia.
La historia y la geografía me habló. No es que estas ideas fueran originales mías, porque escritores y viajeros de las más antiguas civilizaciones describieron y contemplaron estas verdades, al igual que muchos de los más grandes pensadores del siglo XIX y XX. Ahora veo el cuadro racial completamente diferente de cuando empecé mi investigación. Norteamérica y otras naciones blancas están siguiendo el mismo curso de las civilizaciones caídas del pasado y de las decadentes sociedades mestizas del presente. Cuando los antiguos imperios blancos degeneraron y se disolvieron en la cacofonía de la mezcla racial, existieron siempre nuestras cunas raciales desde las cuales vendrían nuevas generaciones que levantarían y crearían nuevamente la civilización.
Esta vez, sin embargo, la cuna de nuestro pueblo (las críticas fuentes de nuestro torrente genético) están en riesgo. Si toda la civilización occidental sucumbe dentro del oscuro torrente genético, no habrá matriz de la cual nuestro pueblo podrá renacer. Me di cuenta que esta vez estamos en una lucha no solo por nuestra civilización, sino también por la preservación de nuestra expresión de vida en el planeta. Ahora era tiempo para mí de mirar el impacto social, económico y político de la raza sobre mi propia nación."
Notas
- ↑ 1,0 1,1 ¿Eran blancos los egipcios?
- ↑ N. En realidad el primer semáforo automático que utilizaba luces rojas y verdes eléctricas fue patentado por William Ghiglieri en San Francisco, California en 1917. En 1920, William Potts, inventor de varios semáforos para ese momento, añade la luz amarilla al semáforo. Posteriormente, en 1923, el inventor afroamericano Garrett Morgan fue la primera persona en lograr la patente por un semáforo de tres etapas eléctrico. Sin embargo su semáforo aún distaba del actual pues tenía dos brazos y usaba palabras iluminadas.
- ↑ N. En realidad la bolsa de papel fue inventada por Margaret E. Knight y Lydia Deubener, ambas de raza caucásica
- ↑ Es decir, antiblancos
- ↑ Eventualmente el vaticinado epitafio para Norteamérica llegaría a ser la elección de Barack Obama.
- ↑ Ver: Persecución de los paganos en la Roma Antigua.
- ↑ Compárese el caso con Sudáfrica, ver: Apartheid y genocidio bóer
- ↑ Véase: Raza y crimen
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