Negacionismo de la raza

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Véase también: Antiblanquismo
Artículo destacado
Portada de una edición de la revista Scientific American (Diciembre de 2003) en la que de forma engañosa se presentan seis rostros de personas supuestamente de distinta raza, aunados a la provocativa pregunta: ¿Existe la raza? Se trata de una falacia visual ya que en realidad se copió el rostro de una misma mujer (la mujer rubia) para después modificarla ligeramente en sus rasgos faciales mediante un programa de computadora. El mensaje evidente que da es que "todos los humanos son del mismo "modelo", pero con diferente color". Una revista verdaderamente seria, objetiva e intelectualmente honesta, habría colocado rostros reales de individuos provenientes de diversas regiones con características típicas y frecuentes de dichas regiones. Si se imagina que estos rostros fuesen reales, se trataría entonces de rostros de individuos con una considerable porción de genética caucasoide, mezclados en gran medida, y de ninguna manera típicos. Podría imaginarse también lo que hubiese pasado si en lugar de tomar como modelo a una persona caucásica, se hubiese tomado a una mujer de raza congoide, para modificar ligeramente sus rasgos por computadora, el mensaje negacionista claramente no habría tenido efecto.

El negacionismo de la raza es una postura pseudocientífica y políticamente correcta, a menudo con motivaciones antiblancas, que niega que existan razas dentro de la especie humana y que tal concepto tenga una realidad biológica y objetiva. Afirma que la raza sólo es una "construcción socio-cultural". Esta postura puede estar motivada consciente o inconscientemente por una ideología política basada en el igualitarismo.

Historia

Desde 1932 empezaron a aparecer libros de texto universitarios de introducción a la Antropología Física que negaban y rechazaban la validez del concepto de raza. Antropólogos judíos como Ashley Montagu[1], Franz Boas[2] y Claude Levi-Strauss, así como biólogos judíos como Richard Lewontin, y posteriormente, Stephen Jay Gould, fueron los primeros en cuestionar el concepto de raza y a mediados de la década 1950, con el auge del marxismo cultural y la corrección política, la UNESCO, a instancias de Ashley Montagu, recomendó sustituir la noción de raza humana, considerada "no científica" y "confusa", por el término de "etnia" (mismo que se refiere en realidad a las comunidades humanas definidas por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, religiosas, etc.), a la vez que se negaba que la especie humana se subdividiera en subespecies, convirtiéndose así, en una extraña excepción en la naturaleza.

A la caída del Tercer Reich y debido a la posterior campaña política de desprestigio al nacionalsocialismo y el crecimiento del marxismo cultural en Occidente, el concepto de raza comenzó a ser marginalizado y dejó de ser utilizado por diversos Estados. Algunos sociólogos marxistas comenzaron a enarbolar la falsa idea de que las múltiples teorías sobre la raza fueron hechas como forma de "justificar el colonialismo y expansionismo europeo", sin considerar que el expansionismo nunca necesitó justificaciones ante nadie, pues era un hecho aceptado por todos, menos aún cuando se venía practicando desde hace siglos. Y a la vez algunos "científicos" alegaban que no se podía hablar de diferentes razas entre los seres humanos porque la diferencia genética entre ellas es mínima, lo que se explica sencillamente porque se trata de la misma especie. A menudo, la visión crítica del uso del término raza relativiza los estudios científicos y señala que el uso de este término suele acarrear discriminación racista, cuando esto no es más que una consecuencia que ellos mismos le asignan. (Ver: Argumentum ad consequentiam). De hecho, el negacionismo de la raza proviene generalmente de grupos de la izquierda política (liberalismo, comunismo, anarquismo), aunque también muchos grupos cristianos niegan el concepto de raza.

A finales de los 60's, los escritores judíos empezaron a hablar abiertamente de su dominación de la antropología americana. En una edición de 1997 del American Anthropologist que publica la Asociación Antropológica Americana, el erudito judío Gelya Frank escribe que la antropología igualitarista americana es tan completamente judía que debería ser calificada como "una parte de la Historia Judía". Frank llega a admitir que la antropología está al servicio de un programa social y que su objetivo se enfoca en los antropólogos judíos que están "motivados en convertir las teorías multiculturalistas en programas para el activismo". La misma casta de antropólogos que tan fervientemente declaran que "no existen las razas" cuando se refieren a negros o blancos sostienen hipócritamente que la única homogeneidad genética es la de los judíos[3].

Así, el antropólogo judío sionista Jared Diamond durante años ha pregonado que las razas "en realidad no existen", que "son una construcción social" y que "no hay base genética para la raza". Sin embargo, en un artículo del Smithsonian, Diamond expresa su entusiasmo al saber que por medio de los estudios del ADN, Israel puede identificar quién es realmente un judío. Es decir, según Diamond el ADN no puede identificar a los europeos, a los asiáticos, a los amerindios, a los africanos, a los palestinos, pero, "gracias a Dios", el ADN sí puede identificar a los judíos, con lo que pueden justificar y poseer un Estado exclusivo para los judíos, no importando si profesan el judaísmo como religión o no, y a su vez, pueden justificar la negación del mismo derecho fundamental a los demás pueblos.

Descripción

Esta postura reclama poseer bases científicas, aunque lo cierto es que sus motivaciones son de origen político y se basa en el supuesto de que "El concepto de raza es un prejuicio primitivo, superficial, irracional y absurdo; que todos somos iguales, que no importa el color de la piel, que las razas humanas no existen, que sólo existe una raza única: la raza humana".

En consecuencia, algunos científicos y antropólogos afirman que la especie humana está compuesta por una "única raza" y que ésta se divide en diferentes etnias, que a su vez se dividen en pueblos. Este tipo de teorías antropológicas aparecieron en los años 1960 como reacción frente a las teorías científicas relativas al determinismo biológico y a fenómenos como el segregacionismo y la discriminación racial, presentes por aquel tiempo en el contexto de los países occidentales. Sin embargo, esta última aseveración de que sólo existe una "raza única" se trata de una voz coloquial, en la cual los términos especie humana, género humano y raza humana pueden ser equivalentes, pero en un sentido estrictamente científico, tanto raza como género y especie son conceptos distintos. Los promotores de la inexistencia de las razas cometen el error o la astucia de asociar tales términos y confundirlos entre sí.

Desde entonces, algunos utilizan erróneamente el término "etnia" como un eufemismo para raza, o como sinónimo para "grupo minoritario", la diferencia entre estos términos radica en que mientras el término etnia comprende los factores culturales de un grupo racial humano, la raza se refiere exclusivamente a los factores biológicos (genéticos, anatómicos y fisiológicos) distintivos de esos grupos desarrollados en su proceso de adaptación en un determinado espacio geográfico y ecosistema (clima, altitud, flora, fauna, etc.) a lo largo de varias generaciones. De modo que la etnia es un concepto particular con respecto a la raza, la cual es más general.

Científicos negacionistas

Algunos "científicos" mantienen actualmente una postura negacionista de la raza, y a pesar de que en todos los casos son incapaces de demostrar su postura, se conforman sólo con escribir frases dogmáticas sin ningún fundamento:

Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de "razas" se tratara, hay una sola "raza": la humana.
—José Marín González, (supuesto) Doctor en Antropología de la Universidad La Sorbonne de París.[4]
No hay cosa tal como una entidad biológica que justifique el término 'raza'.
C. Loring Brace, antropólogo de la Universidad de Michigan.[5]
El concepto de raza es una ficción social y cultural. La raza simplemente no puede ser probada científicamente[...] El concepto de raza no tiene validez en las especies humanas.
—American Anthropological Association

Sin embargo, la gran mayoría de los científicos rechaza esta posición.

Una encuesta hecha en 1985[6], preguntó a 1,200 científicos cuántos estaban de acuerdo con la siguiente proposición: "Hay razas biológicas en la especie Homo sapiens".

Las respuestas fueron:


Científicos Porcentaje de un total de 1200
Biólogos 84%
Psicólogos evolutivos 64%
Antropólogos físicos 59%
Antropólogos sociales 47%


En esta encuesta, las opiniones de aquellos científicos cuyos estudios se relacionan más a la biología, tendían a opinar a favor de la existencia de razas dentro de la especie humana, mientras que aquellos que sus estudios se relacionan más con los aspectos sociales y con la filosofía, tendían a alejarse de la proposición. Esto bien puede indicar que desde el punto de vista social actual y debido a un adoctrinamiento político en la sociedad en su esfuerzo de erradicar el racismo, el concepto de raza perdió gradualmente su importancia hasta considerarla obsoleta, mientras que desde el punto de vista biológico, y gracias al avance y desarrollo de las ciencias genómicas, la raza ocupa de nuevo un lugar fundamental en la ciencia.

Cabe mencionar el caso del biólogo evolutivo de la Universidad de Reading, Mark Pagel. Él era uno de los científicos que pensaban que las razas humanas no existían. Sin embargo, ha cambiado radicalmente de opinión, llegando a declarar lo siguiente:

Hay una censura muy intensa en la manera que se nos permite pensar y hablar de la diversidad de gente en la Tierra. Oficialmente, "somos todos iguales: no hay razas". Erróneo, como las viejas ideas sobre la raza; los estudios modernos sobre el genoma revelan un panorama sorprendente, apasionante y diferente de la diversidad genética humana. Por término medio, unas razas somos genéticamente similares a otras en un 99,5%. Este porcentaje no es el que se barajaba antes; es menor que el calculado previamente, que era del orden del 99,9%. Para poner en perspectiva esta diferencia, que puede parecer minúscula, hay que subrayar que genéticamente somos similares en alrededor de un 98,5%, o puede que más, a los chimpancés, que son nuestros parientes evolutivos más próximos. En otras palabras, este nuevo porcentaje reviste gran importancia para nosotros. Entre otras cosas, deriva de muchas diferencias genéticas pequeñas que se han conocido a partir de estudios comparativos de poblaciones humanas. Todo esto significa, guste o no, que puede haber muchas diferencias genéticas entre poblaciones humanas, incluso diferencias que podrían corresponder a la antigua clasificación por razas, y diferencias que son reales, en el sentido de que hacen a un grupo determinado mejor que otro a la hora de dar respuesta a un determinado problema particular del medio en que se desenvuelve. Esto no quiere decir en modo alguno que haya un grupo que en general sea ‘superior’ a otro, o que un grupo debería ser preferido sobre otro. Ahora bien, nos pone sobre aviso de que debemos estar dispuestos a hablar de diferencias genéticas entre poblaciones humanas.
—Mark Pagel[7][8]

Falacias del negacionismo racial

Falacia de trivialización o falacia de Lewontin

"Las diferencias físicas y genéticas en las poblaciones humanas son insignificantes y por lo tanto no debemos clasificarlas y hacer una distinción entre ellas."

El pequeño porcentaje de variación genética que existe entre el chimpancé y el ser humano es incluso insuficiente para tomar en cuenta las diferencias físicas entre estas dos especies. Eso es porque la manera en que los genes se expresan es más importante que la propia cantidad de diferencia genética. Hay una muy significativa diferencia en la expresión de los patrones genéticos del hombre y del chimpancé, no en los genes en sí.

Las pequeñas alteraciones en un único gen, como FOXP2, son probablemente la razón principal de que los humanos sean capaces de hablar y los simios no. Cambios pequeños tienen enormes consecuencias. Si menos del 2% de diferencia entre el genoma humano y el chimpancé pueden producir extraordinarias diferencias físicas y mentales, del mismo modo pequeñas variaciones entre las razas tienen importantes resultados.

El ejemplo más conocido de la falacia de trivialización es la falacia de Lewontin, hace tiempo refutada, pero aún presente en la argumentación marxista cultural.

Falacia del gen exclusivo

"La raza no tiene una base genética pues no hay un gen o conjunto de genes exclusivo para un grupo racial."
Propaganda negacionista de la Scientific American de diciembre de 2003[9], utilizando la falacia del gen exclusivo.

La idea de que una raza debe poseer genes específicos y que deben encontrarse exclusivamente en esa raza y nunca en otra raza, es una idea equivocada que refleja la ignorancia sobre el tema. Las diferencias raciales son resultado de las diferencias de patrones en frecuencias genéticas y diferencias en el funcionamiento de los genes.

Por ejemplo, no existe un gen para la piel clara y otro para la piel oscura, sino que uno de los genes que determinan el color de la piel (el gen SLC24A5) es el mismo en todas las razas, lo que varía en cada una es su manera de funcionar, haciendo mayor la producción de melanina para razas de piel oscura y menor para razas de piel clara.

Falacia del ancestro común

"Todos los seres humanos compartimos un ancestro común que procede de África, por lo tanto, todos somos iguales y las razas no existen"

De hecho, todos los seres humanos descendemos, según la ciencia actual, del mismo primate originario que dio origen también a chimpancés, orangutanes, gorilas, etc., cosa que no nos hace iguales a ellos. Según la teoría de la evolución, todos los seres vivos compartimos un ancestro común que se remonta a un organismo unicelular, y eso no significa que todos los seres vivos sean iguales y que las especies no existan.

Aún admitiendo la tesis, en discusión, de que la especie humana tuvo un origen sincrónico y común en África (hipótesis monogénica), y de que se parte en principio de individuos similares, no se puede omitir la importancia de los factores y procesos que generan profundas transformaciones hacia nuevas razas o subespecies dentro de una especie como lo son las mutaciones, la selección natural y la endogamia dentro de grupos física y genéticamente aislados y separados entre sí. El surgimiento de subespecies o razas es el primer paso para dar origen a nuevas especies, proceso que se conoce como especiación y que se interrumpe mediante la mezcla genética entre subespecies.

Una raza es un grupo genético real pero difuso, y este hecho es fuente de error de muchos inadvertidos. Es decir, en virtud de un origen común, y de la existencia de fronteras moderadamente permeables entre los distintos grupos raciales (capacidad reproductiva interracial), la manifestación del hecho racial no ocurre necesariamente como exclusión, es decir, como presencia o no de determinados alelos en cada grupo racial, sino como frecuencia o tendencia (si bien es notorio el hecho de que determinados alelos siempre están excluidos para determinados grupos raciales). Cada raza tiene una tendencia central, genotípica y fenotípica, alrededor de la cual oscilan los miembros de la raza. Esa tendencia es distinta a la de otros grupos raciales aunque permita cierta convergencia individual en alguna o algunas características entre elementos situados en estándares extremos respecto de su propia tendencia central. Este hecho último no representa ningún argumento en contra de la existencia de las razas ni ningún descubrimiento reciente que la biología no conozca desde hace mucho: se enmarca bajo el concepto de clina. No hablamos por tanto de categorías exactas ni discretas, pero sí tendenciales y consistentes. Y esto a pesar de la constatación por parte de los genetistas de la existencia de zonas de cambios genéticos abruptos.[10]

Falacia de la confusión de términos

Esta falacia está relacionada con la anterior e intenta confundir los conceptos de especie y raza (subespecie) pretendiendo que la especie humana sea la única especie que carezca de razas o subespecies y constituya así una rara excepción en la naturaleza.

Revisemos la afirmación del supuestamente "Doctor" José Marín González, que comete ésta y las últimas dos falacias:

«Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético (Falacia No. 3). Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes (Falacia No. 2). Si de "razas" se tratara, hay una sola "raza": la humana (Falacia No. 4).

Según la taxonomía cladística, el ser humano pertenece a la familia Hominidae, la subfamilia Homininae, tribu Hominini, subtribu Hominina, que cuenta con cinco géneros (Ardipithecus, Australopithecus, Kenyanthropus, Paranthropus, y Homo), estos géneros se dividen a su vez en especies. Dentro del género Homo han existido distintas especies: Homo habilis, Homo erectus, Homo neanderthalensis, Homo sapiens, que es a la que pertenece el ser humano moderno, etc.

Haciendo uso del mismo modo de razonar del supuesto "Doctor" José Marín González, se podría llegar a demostrar la inexistencia de estas especies y que un Homo habilis es igual que un Homo sapiens (se sustituye lo tachado, lo dicho por González, por lo que está en negrita):

«Las razas especies no existen, ni biológicamente ni científicamente. (Los hombres) Todos los individuos del género Homo por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de «razas» «especies» se tratara, hay una sola «raza» «especie»: la humana Homo»[11].

Falacia de continuidad o de espectro

"Existe una variación continua o gradiente en las variaciones humanas como variaciones graduales en el color de la piel y no es posible determinar los límites de diferenciación entre las razas claras y las oscuras."

Si no hubiese continuidad o espectro racial no habría formas intermedias, no podrían reproducirse dos individuos de razas distintas y la humanidad estaría dividida en especies y no en razas.

¿Sólo porque podemos obtener una mezcla de rojo y amarillo que produce el color naranja, entonces el rojo y el amarillo son ilusiones? La existencia de continuidad es en realidad una prueba de la existencia de razas.

Falacia cromodérmica o del color de la piel

El albinismo es una condición genética que se caracteriza por la ausencia de pigmentación (melanina) de piel, ojos y pelo en los seres humanos y en otros animales. Aquí se pueden observar tres individuos albinos de distinta raza y la ausencia de pigmentación no impide identificar a qué raza pertenece cada uno. Esto es debido a que los rasgos faciales son más importantes al momento de una clasificación. Congoide, caucasoide y mongoloide, respectivamente.
"Hablar de raza es hablar del color de la piel. No importa el color de la piel, lo que importa son los sentimientos".

Mucha gente cree que la raza es "sólo una cuestión del color de la piel" (o bien de color de ojos y cabello). Sin embargo, desde que se comenzó a considerar a la raza como objeto de estudio por parte de la antropología física, los estudiosos consideraron mucho más importantes otros rasgos determinantes como los rasgos faciales, las medidas del cráneo, el índice cefálico y la capacidad craneal.

El cerebro controla diversas funciones cognitivas, psicológicas y emocionales, y, como en todos los órganos, su fisiología está relacionada con su anatomía. Si el cerebro está contenido en el cráneo, y si el cráneo presenta diferencias en su estructura, tamaño, forma, etc. según la raza, es plausible que las razas presenten diferencias cognitivas, psicológicas y emocionales, tal como lo han demostrado varios científicos, entre ellos el profesor Philippe Rushton de la Universidad de Ontario del Oeste.

Se puede ejemplificar esta falacia mediante la analogía en la cual los humanos son como automóviles. Hay automóviles rojos, azules, negros, grises, etc., pero también hay de distinta marca y distinto modelo que determinan sus funciones, sus ventajas y sus desventajas, y en suma, características que dan mayores opciones en el mercado. La falacia, en resumen, llega a afirmar que "todos los humanos son del mismo "modelo", pero con diferente color", lo que invariablemente niega la biodiversidad humana y cuando la evidencia ha demostrado que cada raza tiene características fisiológicas y anatómicas distintas además del color de piel, de ojos y de cabello.

Falacia de Cavalli-Sforza

"Hay una mayor diferencia genética entre dos personas de la misma raza que entre dos personas de diferente raza. Por lo tanto, un blanco es más similar a un negro que a otro blanco."

El argumento para sostener esta falacia se basa en el siguiente hecho completamente cierto, que utiliza, por su parte, el genetista italiano Luigi Luca Cavalli-Sforza:

El 90% de la diversidad humana corresponde a diversidad dentro de un grupo y solo el 10% restante se explica como diferencia entre grupos distintos. En otras palabras, analizado un grupo concreto (por ejemplo población dentro de un país), éste presenta una gran diversidad genética. La diferencia con otros grupos es mucho menor.

Sin embargo, esta premisa resulta engañosa y puede generar interpretaciones y conclusiones completamente equivocadas, como decir que entre dos personas de la misma raza hay un 90% de diferencia genética, o de otro modo, que sólo comparten el 10% de su genética, lo cual es absurdo, pues en ese caso no serían ni siquiera de la misma especie.

Es un hecho que dentro de un grupo homogéneo existe mucha diversidad, dos individuos nunca son completamente iguales genéticamente, ni siquiera entre dos hermanos a menos que se traten de gemelos idénticos.

Estas diferencias no tienen ninguna relación con las diferencias entre poblaciones sino con las diferencias entre individuos, de lo contrario cada individuo de una misma población representaría una raza diferente y en ese sentido sí sería absurdo propugnar la existencia de razas.

De hecho, recientes estudios del ADN muestran que la diferencia genética entre un negro y un blanco es mucho mayor de lo que antes se pensaba. El genoma africano posee ADN de alguna especie arcaica, hoy extinta, que no se encuentra en el genoma de las poblaciones euroasiáticas[12][13] Asimismo, las poblaciones africanas carecen de ADN neanderthal y cromagnon, que sí está presente en las poblaciones euroasiáticas.[14]

Falacia de la clasificación arbitraria

"Los métodos de identificación y clasificación racial basados en rasgos morfológicos o fenotipos, son arbitrarios."

La clasificación racial no es arbitraria, es consistente con las poblaciones geográficas humanas como realmente existen y por lo tanto con una observable y verificable realidad.

La clasificación racial en la especie humana no es más arbitraria que la clasificación de subespecies de cualquier otra especie.

Falacia de la redefinición

Esta falacia intenta cambiar la definición de raza para redefinirla de manera que el fenómeno quede fuera de la existencia.

Una definición precisa de raza es la que la describe tal como es. Si la raza existe como es descrita en las primeras definiciones, pero no existe como es descrita en la nueva definición, entonces la nueva definición está equivocada.

Negar una realidad creando una nueva definición en la que dicha realidad deja de existir, no es científico sino algo políticamente motivado.

Falacia de autoridad

Esta falacia intenta convencer a la gente que lo que ellos ven con sus propios ojos no es real, obteniendo ayuda de supuestos expertos y autoridades que presumen tener un conocimiento profundo en el tema.

El negacionismo de la raza por parte de algunos científicos es deshonesto intelectualmente. Los científicos todavía estudian la raza a un nivel genético, sólo que no usan la palabra raza, sino "subespecie", como término científico, aunque otros utilizan "etnia" o "población" en su lugar, pero éstos son eufemismos políticamente correctos.

Falacia de antigüedad o de obsolescencia científica

El concepto de raza se usaba en el siglo XIX y está basado en un anticuado y obsoleto concepto científico de una época colonial y por eso debe evitarse su uso.

Esta falacia se limita a hacer una descalificación sistemática del concepto de raza en base a su antigüedad. La edad o antigüedad de algo no lo hace inválido ipso facto. Por la misma regla de tres, podría considerarse inválida la creencia de que la Tierra es redonda, ya que esa creencia se tenía ya desde la Edad Antigua.

Durante toda la historia de la ciencia han existido falsas creencias y teorías en diversas ramas de la ciencia: medicina, biología, física... Sin embargo, estas ramas, a pesar de su antigüedad, no se consideran obsoletas. Tampoco debe considerarse obsoleta la disciplina que estudia las razas humanas.

Además, la existencia de la raza está respaldada por recientes estudios que utilizan técnicas como la resonancia magnética.

Para quienes, por prejuicios y complejos, temen que la raza sea real, ha sido necesario declararla como un concepto "obsoleto" y tergiversar las recientes investigaciones sobre la raza para justificar una agenda política que quieren promover. La realidad científica de la raza necesita ser confrontada y no temida.

Falacia de la construcción sociopolítica

"La raza es una construcción sociopolítica que no tiene una base biológica o genética."

Esta categórica y rimbombante afirmación no resiste el menor análisis y colapsa cuando es confrontada con la más básica evidencia biogenética. Los rasgos físicos heredables por las leyes genéticas, compartidos por un grupo humano, y que se han desarrollado y evolucionado de manera aislada de los rasgos de otros grupos, no pueden ser una "construcción social" sino que son parte de un fenómeno natural evidentemente biológico. Los hechos en la práctica y el conocimiento más elemental lo han demostrado continuamente.

La afirmación es en realidad una ficción políticamente correcta y una fabricación tranquilizadora. El gran público, legos y expertos, la ha adoptado sin discernimiento. Todos escucharon lo que querían escuchar. La ironía es que lo que sí es una construcción sociopolítica es precisamente la idea de que la raza no es real, una idea construida durante las últimas décadas por conocidos "teóricos" postmodernistas de la Teoría Crítica.

Falacia del pensamiento único

Las razas no existen, y quienes opinan lo contrario deberían ser juzgados por racismo.

Dado que la mayor parte de los argumentos del negacionismo racial son falacias que pueden ser fácilmente refutadas, es requerido un ambiente de censura, en el cual los argumentos del negacionismo racial sean declarados como simples hechos y no se permita una contra-argumentación.

Falacia de las consecuencias o de mendicidad

"La raza debe ser negada para poder acabar con el racismo, aquellos que siguen creyendo en la realidad de la raza están perpetuando y fomentando el racismo. El uso del término "raza" lleva implícitas connotaciones racistas. Por tanto, su uso no es adecuado, y debe descartarse."

Esta falacia es de uso muy recurrente en la argumentación negacionista. Se refieren al concepto de raza como "racista" y de "consecuencias negativas", desprestigiándolo así, y dejando de lado su validez real. Los negacionistas de la raza han sido convencidos mediante propaganda masiva y se han llegado a convencer a sí mismos de que el concepto de raza promueve automáticamente el racismo. Así que se dedican a presionar mediante una agenda políticamente correcta la idea de que las razas humanas no son biológicamente reales sin importar la evidencia de lo contrario.

No estamos tratando con ciencia sino con censura motivada políticamente.

Ad hominem

Finalmente, cuando todas estas falacias son refutadas, los negacionistas de la raza derivan hacia la descalificación gratuita como último recurso. Hacen que su oponente se retracte ante un ataque de insultos, palabras-policía, difamaciones y acusaciones (ad hominem) sin la necesidad de dar argumentos sustanciales. Acusación de "racismo", "nazismo", y otros calificativos despectivos son comunes entre los negacionistas de la raza.

Consecuencias en la sociedad occidental

El actor Morgan Freeman fue el presentador de la serie documental Through-the Wormhole. Como consecuencia, muchas personas creyeron que, pese ser un simple narrador, Freeman era un auténtico y brillante científico negro.

La negación de la raza es usada y propagada políticamente para conducir a la sociedad a una concepcion automática de una igualdad utópica. Esta concepción sesgada, tiene el objeto de fomentar la aceptación del igualitarismo racial y del mestizaje, y posee motivaciones económicas del mercado neoliberal globalista.

Al eliminar el concepto de raza mediante la propagación de las falacias negacionistas, las fronteras o separaciones raciales no tienen ya más sentido, por lo que se permite la entrada de poblaciones totalmente diferentes a zonas donde otras poblaciones habitan, ya que ahora, ambas poblaciones se consideran "iguales".

El igualitarismo racial es un proceso propagandístico más que otra cosa. Una vez los medios de comunicación han absorbido estas ideas generadas y promovidas principalmente por individuos y organizaciones judías (que poseen una consciencia étnica propia), estos continúan con el programa de propaganda mundial. Así pues, podemos ver en la actualidad una equiparación entre las razas, destacando mayoritariamente la raza negra, que se pretende hacer pasar como igual a la blanca. Es así como podemos observar, en diferentes medios de entretenimiento como series, juegos o películas, cómo los negros u otros no blancos son incorporados en puestos que los blancos siempre han desarrollado, así como se les ha dotado de virtudes generalmente de los arios, hasta el punto de distorsionar, desfigurar y falsificar la historia de Europa con la inclusión de estos no blancos para interpretar personajes históricos o legendarios de Europa, como ha sucedido, por ejemplo, en la serie Troya: la caída de una ciudad en la que el gran héroe griego Aquiles (descrito por la literatura griega como rubio y de ojos azules), es interpretado por un negro.

Un líder militar negro con grandes dotes de liderazgo, un grupo de científicos negros clave para una función necesaria o un empresario negro con ambición y gran inteligencia. Todo este tipo de falsos arquetipos y estereotipos recurrentes no son más que una generalización y a su vez una falacia racial introducida como corrección política y para aceptar una cuota de falsa igualdad.

Los negacionistas de la raza suelen argumentar que en la vida real pueden existir este tipo de personalidades negras que vemos sobre-representadas, sin embargo, pese a ser cierto, es un argumento falaz, ya que estas parten de una base en la que la excepción o los casos aislados se convierten automáticamente en un hecho generalizado. Este tipo de atributos antes mencionados, han sido y son característicos de las poblaciones blancas, algo totalmente contrario a las poblaciones negras, que tienen su propia idiosincrasia genética y por lo tanto, se manifiestan y piensan totalmente diferente.

De las ínfimas y pequeñas excepciones que brotan de la raza negra -respecto a lo anteriormente hablado- estas son comúnmente favorecidas en Occidente por una discriminación positiva. Estas poblaciones no han desarrollado -o lo han hecho en menor medida- este tipo de atributos asociados a la civilización, es pues, en su mayoría de las veces, un contacto con un entorno propio de la civilización blanca la que anima, explica, promueve y facilita este tipo de comportamientos en individuos negros.

Negacionistas prominentes

Referencias

  1. Ashley Montagu (1941). The Concept of Race in Light of Genetics in Journal of Heredity 23: 241-247. Ashley Montagu (1942). Man’s Most Dangerous Myth: The Fallacy of Race
  2. Franz Boas 1912 Change in Bodily Form of Descendants of Immigrants in American Anthropologist 14: 530-562
  3. Forward: We Are One, Genetically
  4. Las "razas" biogenéticamente, no existen, pero el racismo sí, como ideología Resulta altamente cuestionable que el supuesto antropólogo José Marín González haga afirmaciones sobre biogenética, es decir, sobre un campo que no le corresponde, además que ostente tal variedad de rimbombantes títulos académicos siendo que en este panfleto de seis páginas, de clara tendencia política que elogia las bondades del multiculturalismo y la inmigración y en el que cita a pseudocientíficos de la talla de Richard Lewontin, no da ni una sola prueba válida de lo que intenta demostrar, y a su vez contradice la evidencia genética que concluye exactamente lo contrario.
  5. Sailor, Steve, "Cavalli-Sforza II: Seven Dumb Ideas about Race", VDare.com, May 31, 2000. Retrieved 2008-03-23.
  6. Lieberman, Hampton, Littlefield, and Hallead 1992 Race in Biology and Anthropology: A Study of College Texts and Professors in Journal of Research in Science Teaching 29:301-321
  7. Cuando los grandes pensadores científicos del mundo cambian de opinión
  8. Las grandes rectificaciones de los científicos más prestigiosos
  9. Majorityrights.com: Does race exist? The stance of "Scientific American"…
  10. Las razas humanas sí existen
  11. ¿Las razas no existen?
  12. Hammer, M.F. et al. Proc. Natl Acad. Sci. (2011).
  13. Tishkoff, S.A. et al. Cell. Volume 150, Issue 3, (2012).
  14. 1000 Genomes Project y Vi33.16

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Enlaces externos