Juicios de Núremberg

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Los Juicios de Núremberg o, también, Procesos de Núremberg fueron un conjunto de procesos jurisdiccionales, desarrollados en la ciudad alemana de Núremberg a partir del 20 de noviembre de 1945, dirigidos por el Tribunal Militar Internacional (TMI) (cuyo sustento era la Carta de Londres) y emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas, vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en contra de 24 dirigentes, funcionarios y colaboradores supervivientes capturados del gobierno nacionalsocialista, y de varias de sus principales organizaciones, por algunos supuestos crímenes y abusos cometidos por Alemania que, no obstante, fueron igualmente practicados con una magnitud incomparablemente mayor por los Aliados.

En este caso, para lograr que los acusados no alegaran tu quoque y evitar que los países vencedores se sometieran a un juicio por los mismos delitos que les imputaron a Alemania, y que, como consecuencia, quedara completamente desmoralizada de manera que no volviera a ejercer una política autónoma que obstaculizara los intereses de los gobiernos occidentales, la estrategia adoptada fue, además de exagerar los crímenes de guerra efectivamente realizados, acusarla falsamente de un crimen que supondría una política de asesinato sistemático contra los judíos y otras minorías en los campos de concentración alemanes, al que posteriormente se le denominó Holocausto.

Otros doce procesos posteriores fueron conducidos por el Tribunal Militar de los Estados Unidos, entre los cuales se encuentran los llamados Juicio de los doctores y Juicio de los jueces.

Los Mártires de Núremberg se suman a los cientos de Mártires del Nacionalsocialismo que lucharon y murieron por los ideales de Adolf Hitler.

Los juicios

Propiamente, existe un juicio llevado a cabo por el Tribunal Militar Internacional, instituido por medio de la Carta de Londres, en 1945. Existieron además una serie de juicios llevados a cabo con posterioridad al principal, donde se juzgaron a los funcionarios menores del Estado, Ejército, doctores e industriales alemanes.

La lista de los juicios es la siguiente:

  1. El «juicio de los doctores», seguido contra 23 médicos.
  2. El Juicio Milch contra Erhard Milch, oficial alemán, acusado de supuestos crímenes en campos de concentración.
  3. El «juicio de los jueces», seguidos contra 16 abogados y jueces que establecieron el aparato jurídico nacionalsocialista.
  4. El juicio Pohl, seguido contra la oficina Endlösung, encargada administrativa de los campos de concentración. Su jefe era Oswald Pohl.
  5. El juicio Flick, seguido contra el industrial alemán Friedrich Flick.
  6. El juicio a IG Farben, empresa química industrial alemana.
  7. El «caso austral» o «juicio de los rehenes».
  8. El juicio RuSHA (Oficina de Raza y Asentamiento de las SS) seguido contra 14 miembros de la SS promotores de la idea de pureza racial y del programa Lebensborn.
  9. El juicio a los Einsatzgruppen contra 24 oficiales de la SS, como comandantes de los Einsatzgruppen.
  10. El juicio Krupp, seguido contra los dirigentes del famoso grupo industrial.
  11. El «Juicio de los Ministerios», seguido contra los dirigentes del Estado alemán.
  12. El juicio del alto mando, seguido contra los generales del Ejército, la Armada y de la Fuerza Aérea alemana.

El juicio principal

El juicio principal contra las principales figuras del Estado y Ejército nacionalsocialista se llevó a cabo en el Palacio de Justicia de Núremberg.

El tribunal estuvo compuesto por un juez titular de cada uno de los países vencedores y su respectivo suplente. Estos fueron:

El fiscal jefe de la Corte fue el juez estadounidense Robert H. Jackson, con la ayuda de los fiscales Hartley Shawcross, del Reino Unido; el general Román Rudenko, por la URSS; y François de Menthon junto a Auguste Champetier, de Francia.

Las acusaciones

Tres fueron los cargos imputados de forma irregular a los acusados:

  1. Crímenes de guerra. Asesinatos, torturas y violaciones, en transgresión a los Convenios de Ginebra. En los juicios, estos crímenes se exageraron con alevosía y no se habló de aquellos cometidos en una mayor magnitud por los Aliados como la Masacre de Katyn, los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, la Masacre de Dresde, las violaciones en masa cometidas por el Ejército Rojo o las torturas llevadas a cabo en La Jaula de Londres.
  2. Crímenes contra la humanidad. Cuando se enfrentaba el exterminio y la muerte en masa. Como la efectuada por el General Dwight D. Eisenhower de Estados Unidos, en sus campos de la muerte en el que se hizo morir por hambre a aproximadamente un millón de alemanes. En el caso de Alemania, se trató de una falsa acusación basada sólo en testimonios inconsistentes y sin un origen claro. El concepto de genocidio se engloba en este cargo ya que el delito de genocidio no existía como tal sino hasta 1954.
  3. Guerra de agresión. Sobre la base de una premeditación para alterar la paz y entendida como el proceso para atentar contra la seguridad interior de un Estado soberano. Una acusación que igualmente fue magnificada en base a la Campaña de Polonia del 1 de septiembre de 1939, mientras que fueron las potencias occidentales las que le presionaron y declararon la guerra a Alemania.

"La ley"

En Núremberg se sentaron como jueces los representantes de las potencias culpables de los crímenes colectivos de Katyn, de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, de Dresde, de Berlín y de los Maquis franceses. Esto contravenía manifiestamente la regla de que en todo procedimiento nadie puede ser juez y parte al mismo tiempo. Como los jueces eran nombrados por los vencedores y a los acusados no les estaba permitido apelar o intervenir en la selección de los mismos, los historiadores han cuestionado que el Tribunal fuese imparcial y lo que ha llevado a no ser reconocido como un tribunal válido. La legitimidad del tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento ya que no existían precedentes similares en toda la historia.

Se habló demasiado de "la Ley", sin precisar cual. Como la definición de lo que constituía un "crimen contra la humanidad" era desconocido cuando los actos definidos como tales se cometieron, entonces se puede hablar de una ley retrospectiva en violación de los principios de ex post facto y del principio básico de todo código penal civilizado: nullum crimen, nulla poena sine praevia lege poenali en virtud del cual nadie puede ser acusado ni condenado por la comisión de actos que, cuando fueron cometidos, no estaban sancionados por "la Ley". Es decir que la mayor parte de los cargos contra los acusados sólo fueron considerados como “crímenes” después de ser cometidos, y por lo tanto el juicio fue ilegal, y es considerado como una especie de "justicia del vencedor".​

En 1948 Quincy Wright cuestionó al respecto:

Los representantes en Núremberg establecieron que los vencedores no estaban sujetos a las mismas leyes que los vencidos. Cuando el defensor alemán manifestó que si para los alemanes en Polonia y Rusia ocupadas era un crimen contra el derecho de gentes confiscar propiedad privada, emplear civiles y prisioneros de guerra como trabajadores forzados y exponer al hambre a los habitantes de los territorios ocupados, ¿por qué no era entonces también un crimen cuando la potencia de ocupación americana, británica, francesa o rusa hacía lo mismo?[1]

Entonces se le dijo: "las potencias aliadas no están subordinadas a las limitaciones de la Convención de La Haya y a las reglas para la guerra terrestre".[2]

Este argumento de que lo que durante una guerra es un crimen, deja de serlo cuando la lucha ha terminado, fue la pieza más grande de tergiversación jurídica que idearon el Juez Robert H. Jackson o el general de Brigada Telford Taylor (quien lo ha seguido como acusador principal para los Estados Unidos). En Núremberg se expresó abiertamente el hecho de que sólo los alemanes podían ser castigados porque fueron vencidos y porque no tenían un Gobierno que los pudiese proteger.[2]

La tristemente célebre Ordenanza VII del Gobierno Militar de USA invalidó todas las reglas probatorias para los acusados alemanes: el Tribunal de Núremberg tuvo, tanto en el "Proceso contra los Criminales de Guerra Principales" como también en otros "Procesos contra Criminales de Guerra" el derecho "de emplear todo medio probatorio al que el Tribunal reconoce valor probatorio". De esta manera han sido usados testigos profesionales de campos de concentración, los "de oídas" y afirmaciones propagandísticas aliadas como medios de prueba. Más allá de ello, el Tribunal de Núremberg ha trabajado con testigos sometidos a amenazas y previamente torturados.[2]

El Jefe de Justicia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Harlan Fiske Stone, llamó a los Juicios de Núremberg 'un fraude': “[El fiscal en jefe de los Estados Unidos] Jackson está conduciendo su fiesta de alto grado de linchamiento en Nuremberg" (...) “No me importa lo que le haga a los nazis, pero odio ver la farsa de que está dirigiendo un tribunal y procediendo según la ley común. Esto es algo demasiado moralista, un fraude para satisfacer ideas anticuadas."[3]

Jackson, en una carta analizando las debilidades del juicio, en octubre de 1945 contó al presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, que

Los Aliados han hecho o están haciendo algunas de las mismas cosas por las que están procesando a los alemanes. Los franceses están violando de tal modo la Convención de Ginebra en el trato de los prisioneros de guerra que nuestro mando está tomando de nuevo los prisioneros que les envió. Estamos procesando saqueos, y nuestros Aliados los están practicando.

El asociado al Tribunal Superior de Justicia William O. Douglas declaró que los Aliados eran culpables de “sustitución de poder por principio” en Núremberg. “Pensé en su momento y sigo pensando que los Juicios de Núremberg no tenían principio”, escribió. “La ley fue creada ex post facto para adaptarse a las pasión y al clamor de la época.”[4]

El jefe adjunto estadounidense del Consejo, Abraham Pomerantz, dimitió en protesta al bajo calibre de los jueces asignados a para juzgar a los presuntos criminales de guerra industriales como los IG Farben.[5] Muchos alemanes que estaban de acuerdo con la idea de castigar los crímenes de guerra, admitieron su inquietud acerca de los juicios. Un jurista contemporáneo alemán dijo:

Que los acusados en Núremberg fueran hechos responsables, condenados y castigados, parecerá a la mayoría de nosotros, en principio, una especie de justicia histórica. Sin embargo, ninguno que se tome la cuestión de la culpabilidad en serio, sobre todo los juristas serios y responsables, estará satisfecho con su sensibilidad ni debería permitírselo. La Justicia no está servida cuando las partes culpables son castigados de cualquier vieja manera, incluso si parece apropiado por su grado de culpabilidad. La Justicia solo está servida cuando el culpable es castigado de manera cuidadosa y concienzuda considerando los errores penales de acuerdo con lo dispuesto en la legislación vigente en la jurisdicción de un juez legalmente designado.

Irregularidades

Documentos de acusación

Se enumeran aquí algunas otras irregularidades que merecen ser resaltadas:

  1. Según el artículo 19 del Estatuto de Londres, creado por los aliados en agosto de 1945 y que sirvió de base para estos procesos, el tribunal no estaba sujeto a reglas de evidencia: era admitido cualquier medio de prueba si al tribunal le parecía que tuviese mérito probatorio y se permitió el uso de “evidencias” normalmente inadmisibles. El tribunal estaba autorizado a aceptar material comprometedor sin verificar previamente su fiabilidad y, a su vez, rechazar material exculpatorio sin necesidad de fundamentarlo. En otras palabras, se podían falsificar piezas de acusación a discreción y de la misma manera suprimir hechos justificatorios.[6]
  2. El artículo 21 del Estatuto de Londres decía que el tribunal no debía solicitar ninguna prueba para "hechos reconocidos universalmente", sino sólo tomar conocimiento de éstos de oficio. Asimismo, el tribunal decidía lo que constituía un "hecho reconocido universalmente". A raíz de ello, la culpabilidad de los acusados estaba predeterminada, puesto que tanto el Holocausto, como los demás delitos que les eran imputados, eran "hechos reconocidos universalmente". En estas condiciones pudo obviarse la fatigosa tarea de probanza.[7] (Ver: Caso Mermelstein, Argumentum ad populum y Metodología exterminista)
  3. Se obstaculizó por todos los medios a los abogados la preparación de una concienzuda y responsable defensa, varias pruebas se perdieron "misteriosamente", asimismo, mientras las toneladas de legajos acusadores eran despachadas con toda celeridad, las alegaciones defensoras sufrían lamentables retrasos.
  4. Cerca del 90% de las personas que componian los tribunales, estaban predispuestas contra los acusados por razones políticas o raciales.
  5. Según el jurista americano Earl Carroll, el 60% del personal del Ministerio Público se componía de judíos emigrados de Alemania, entre los americanos empleados por el Tribunal de Núremberg, apenas el 10% eran auténticos nativos americanos. Según Mark Lautern, que siguió los procesos: "Vinieron todos los Salomon, Schlosberg y Rabinovitch que forman parte del Ministerio Público". Por supuesto lo mismo ocurría con los testigos, cuya preocupación principal era disimular de alguna forma su radical odio, para dar cierta impresión de objetividad.
  6. Algunas de las citaciones de testigos hechas por los acusados y defensores, no se llevaron a cabo, impidiendo en algunos casos la llegada a Núremberg de algunos de estos testigos que puedieran comprometer a los fiscales. Por ejemplo los mensajes radiofónicos de Hans Fritzsche, que podían ayudarles, se perdieron accidentalmente. Como es lógico, gran parte de los documentos escritos que podian demostrar la inocencia de los reos, obraban en poder de los acusadores como botin de guerra, con su consecuente ocultación.
  7. Si el acusado decidía defenderse a sí mismo, el fiscal podia presentar cargos contra esta declaración, hecho éste no reconocido por el derecho europeo. Tampoco podia el reo negarse a contestar, acción válida hasta entonces en todos los países.
  8. Los abogados no podian examinar las pruebas de los fiscales, pero debian sin embargo entregar las suyas a los acusadores.

Los abogados defensores estaban sometidos a una implícita y agobiante presión exterior de la opinión pública. Cabe resaltar el gran papel jugado en esta faceta por una prensa sensacionalista y que presentaba a los acusados como "las 21 personas más peligrosas del mundo". La vivienda de uno de los abogados más atacados por la prensa, el Dr. Max, fue asaltada violentamente. Todas estas irregularidades y otras muchas que por su abundancia sería imposible enumerar, hicieron exclamar en 1948 a Sir Hartley Shawcross, fiscal principal británico: "El proceso de Núremberg se ha transformado en una farsa, me avergüenzo de haber sido acusador de Núremberg como colega de estos hombres, los rusos" [8] . El juez Wennersturm, norteamericano, dimitió de su cargo en Núremberg por considerar que su participación en tal mascarada constituiría una deshonra para él y para la Justicia americana.

Además:

  • Uno de los cargos contra Wilhelm Keitel, Alfred Jodl y Joachim von Ribbentrop incluía conspiración por cometer agresión contra Polonia en 1939. Las cláusulas secretas del Pacto Mólotov-Ribentropp del 23 de agosto de 1939, proponía el reparto de Polonia entre alemanes y soviéticos (el cual se llevó a cabo en septiembre de 1939); no obstante, los líderes soviéticos no fueron juzgados por formar parte de la misma conspiración.[9] En cambio, el Tribunal proclamó que las cláusulas secretas del Pacto eran una falsificación. Además, las fuerzas Aliadas británicas y la URSS no fueron juzgadas por preparar y dirigir la invasión anglo-soviética de Irán y la Guerra de Invierno, respectivamente.
  • El Tribunal estuvo de acuerdo en eximir al mando soviético de acudir a los juicios como criminales de guerra, con objeto de ocultar los crímenes de guerra contra civiles cometidos por su ejército, y que incluían el reparto de Polonia en 1939 y el ataque a Finlandia tres meses después. Esta “petición de exclusión” fue iniciada por los soviéticos y posteriormente aprobada por la administración del jurado.[10]
  • El fiscal en jefe soviético presentó documentación falsa en un intento de acusar a los imputados del asesinato de miles de oficiales polacos en el bosque de Katyn, cerca de Smolensk. Sin embargo, los otros fiscales Aliados se negaron a apoyar la acusación y ninguno fue acusado o encontrado culpable de la masacre de Katyn.[11] En 1990, el gobierno soviético reconoció que la masacre había sido llevada a cabo, pero no por alemanes, sino por la policía secreta soviética.[12]
  • Freda Utley, en su libro de 1949 titulado El alto coste de la venganza[2] acusaba al tribunal de, entre otras cosas, medir con doble rasero. Desveló el uso de mano de obra esclava y la privación intencionada de víveres a civiles por parte de los Aliados.[13][14] El personal militar estadounidense y sus esposas estaban bajo órdenes estrictas de destruir, o si no, de hacer incomestibles sus excedentes sobrantes de comida para asegurarse de que no pudieran ser aprovechadas por civiles alemanes en los territorios ocupados.
  • También destacó que el general Rudenko, el fiscal en jefe soviético, después de los juicios se convirtió en comandante del campo de concentración de Sachsenhausen. Tras la caída de RDA, los cuerpos de 12.500 víctimas de la era soviética serían descubiertos en el campo, en su mayoría “niños, adolescentes y personas mayores”.[15]
  • Luise, la mujer de Alfred Jodl, se unió ella misma al equipo de defensa de su marido. Posteriormente entrevistada por Gitta Sereny, mientras investigaba para su biografía de Albert Speer, Luise alegó que en muchas ocasiones la fiscalía de los Aliados había lanzado acusaciones contra Jodl basadas en documentos que se negaban a compartir con la defensa. Jodl, sin embargo, demostró que algunas de las acusaciones hechas contra él eran falsas, como la de que ayudó a Hitler a ganar control sobre Alemania en 1933. En una ocasión fue ayudado por un oficinista del ejército estadounidense, que decidió dar a Luise un documento mostrando que la ejecución de un grupo de comandos británicos en Noruega había sido legítima. El militar advirtió a Luise que si no lo copiaba inmediatamente no volvería a verlo.[16]
  • El principal juez soviético, Iona Nikítchenko, presidió algunas de las más notorias farsas judiciales de Iósif Stalin durante la Gran Purga de 1936 a 1938, donde entre otras cosas condenó a Kámenev y a Zinóviev.[17] De acuerdo con los archivos soviéticos desclasificados, de 681.692 personas arrestadas por "contrarrevolucionalismo y crímenes de Estado" fueron disparadas en 1937 y 1938 en una media de 900 ejecuciones diarias.[18]

En una editorial del periódico semanal británico The Economist, se criticó la hipocresía de Gran Bretaña y Francia por apoyar la expulsión de la URSS de la Sociedad de Naciones en 1939 por su ataque no provocado a Finlandia y seis años después cooperar con la URSS con respeto de igualdad en Núremberg. También criticaba a los Aliados por su doble rasero en los Juicios de Núremberg:

…ni debería el mundo occidental consolarse con que los rusos son los únicos condenables en el propio Tribunal de justicia de los Aliados… entre los crímenes de lesa humanidad se encuentra la infracción de bombardeo indiscriminado sobre la población civil. ¿Pueden los estadounidenses, que lanzaron la bomba atómica, y los británicos, que destruyeron las ciudades del oeste de Alemania, declararse inocentes de este cargo? Los crímenes contra la humanidad también incluyen la expulsión masiva de poblaciones. ¿Pueden los líderes anglosajones, que en Potsdam provocaron la expulsión de millones de alemanes de sus hogares, sostener que ellos mismos son completamente inocentes…? Las naciones sentadas en el jurado se proclaman claramente exentas de la ley que han administrado.[19]

Lord Hankey manifestó durante una sesión de la Cámara de los Lores en 1948:

Hubo algo de cínico y repugnante en el espectáculo de jueces británicos, franceses y americanos, sentados junto a unos colegas que representaban un país, que antes, durante y después de los juicios, había perpetrado más de la mitad de todos los crímenes políticos existentes. La declaración de que "el tribunal no habrá de verse trabado por las reglas técnicas de la prueba, sino que podrá admitir toda prueba testimonial que estime tener valor probatorio", significaba que se admitía en la práctica no menos de 300.000 declaraciones por escrito o bajo palabra, sin que estos testigos fueran oídos bajo juramento, admitiendo también simples conocimientos de oídas o dichos de terceros, con los cuales se amasó la leyenda del exterminio, ya que cualquier deportado internado en campos de concentración podía alegar en venganza todo lo que se le pasara por la cabeza. Ni siquiera se le permitía a los acusados elegir sus propios abogados defensores. Algunos acusados tuvieron así dos fiscales y ningún defensor. Streicher discutía más con su abogado que con Jackson o Rudenko. El defensor asignado al antisemita Julius Streicher fue el judío Doctor Marx. Increíble !!

Las celdas

Los fiscales: todos judíos

Los acusados fueron acomodados en celdas individuales a lo largo de uno de los pasillos de la prisión de Núremberg. En la pared exterior de cada celda había una pequeña ventana enrejada, por la que los guardianes que se turnaban cada dos horas vigilaban constantemente, el más pequeño movimiento de cada uno de los inquilinos de estas odiosas habitaciones, cuyo único mobiliario lo constituía una cama, una desvencijada mesa de carton y una silla que se retiraba cada noche para evitar posibles suicidios. A los acusados no siempre se les permitía pasear durante veinte minutos por un angosto patio de 30 metros, lo que constituía su único ejercicio físico posible. También era normal, la odiosa norma impuesta de dormir del lado derecho para dar siempre la cara al guardian, de forma que cuando en medio del sueño el cuerpo daba la vuelta, eran despertados a través de la mirilla por un largo palo, con lo cual los acusados debian responder en maratonianas sesiones, a los más fieros ataques de los fiscales, después de pasar algunas noches en blanco, lo que unido a los potentes focos que en las sala facilitaban la labor periodística, provocaron en varias ocasiones la somnolencia de los acusados.

Los internados recibian a menudo la visita de psicologos americanos que los estudiaban con el mismo entusiasmo de un bacteriólogo a sus bacilos. Posteriormente, los grupos en el patio fueron prohibidos, teniendo que mantenerse cada uno alejado del otro a una distancia de diez pasos. Era imposible hablarse en voz baja, impidiendo los guardianes todo tipo de contactos durante casi todo el tiempo de los once meses del proceso.

Interrogatorios

Para sostener algunas acusaciones sobre "exterminio", muchos oficiales de la SS fueron golpeados hasta bañarse en sangre, aplastándoles los órganos sexuales una vez en el suelo, otros fueron colgados y azotados, o les refregaban materias fecales por la cara. El senador americano Joseph Mc Carthy, señaló en una declaración de prensa del 20 de mayo de 1949 entre otras cosas las siguientes:

He escuchado a testigos y he leído testimonios que prueban que los acusados fueron golpeados, maltratados y torturados con métodos que no podían haberse originado sino en cerebros de enfermos.

En los procesos de Frankfurt y Dachau se usaron ciertos métodos revelados en 1949 por el Juez Edward L. van Roden:

Los americanos se disfrazaban de sacerdotes para oir la confesión de los acusados, les torturaban introduciendoles fósforos encendido en las uñas, les rompían dientes y mandíbulas, les dejaban solos, incomunicados, en celdas y no les daban más que raciones de hambre.

Estos y otros métodos peores fueron usados para lograr las confesiones que luego convenientemente utilizadas serían la base para "probar" el exterminio judío. Según el diario británico "Sunday Pictorial" hombres fuertes fueron reducidos al estado de desechos humanos, dispuestos a farfullar cualquier confesión que se les exigiera". Sobre los procedimientos de interrogación americanos, he aquí los nombres de los encargados de tales interrogatorios: Tte. Col. Burton, Cap. Rafael Schumacker, Tte. Robert E. Byrne, Tte. William R. Perl, Morris Ellowitz, Harry Thon, Mr. Kirschbaum y M.A. Rosenfeld. Un breve examen de estos apellidos nos lleva a la lamentable conclusión de que los encargados de averiguar el exterminio judío, provenían de este mismo pueblo y tal vez fueron encargados de esta misión precisamente por ello.

Julius Streicher manifestó al Tribunal que le habían arrancado los dientes y, sujetándole la cabeza, habían escupido dentro de su boca[20][21], a lo que los "jueces" manifestaron tranquilamente que todo aquello nada tenía que ver con el "juicio".

Acusados y sus sentencias

Durante el juicio principal la fiscalía del Tribunal presentó acusación en contra de 24 líderes nacionalsocialistas.

El 30 de septiembre de 1946 fueron promulgadas las sentencias, fijándose la fecha del 15 de octubre para las ejecuciones. En resumen, el tribunal dictó doce condenas a muerte, tres condenas a cadena perpetua (Rudolf Hess, Walther Funk y Erich Raeder), dos a veinte años (Albert Speer y Baldur von Schirach), una a quince (Konstantin von Neurath) y otra a diez años (Karl Dönitz). El dueño de las fábricas Krupp, Gustav Krupp, fue declarado incapaz de soportar un juicio. Hans Fritzsche, Franz von Papen y Hjalmar Schacht fueron absueltos de sus cargos.

Robert Ley se suicidó el 25 de octubre de 1945, antes de ser juzgado y recibir sentencia.

Martin Bormann fue juzgado y condenado a muerte en ausencia. Con posterioridad se supo que murió durante la Batalla de Berlín, el 2 de mayo de 1945.

Acusado Sentencia Pena
Martin Bormann Culpable Condenado a muerte en rebeldía.
Declarado «legalmente muerto» en 1998.
Karl Dönitz Culpable 10 años de prisión
Hans Frank Culpable Condenado a muerte
Wilhelm Frick Culpable Condenado a muerte
Hans Fritzsche Absuelto
Walther Funk Culpable Cadena perpetua (Liberado en 1957 por motivos de salud)
Hermann Göring Culpable Condenado a muerte (Se suicidó antes de la ejecución)
Rudolf Hess Culpable Cadena perpetua (Murió en prisión en 1987)
Alfred Jodl Culpable Condenado a muerte
Ernst Kaltenbrunner Culpable Condenado a muerte
Wilhelm Keitel Culpable Condenado a muerte
Gustav Krupp von Bohlen und Halbach Declarado «no apto para ser sometido a juicio»
Konstantin von Neurath Culpable 15 años de prisión (Liberado en 1954)
Robert Ley No sentenciado (Se suicidó antes del juicio)
Franz von Papen Absuelto
Erich Raeder Culpable Cadena perpetua (Liberado en 1955 por motivos de salud)
Joachim von Ribbentrop Culpable Condenado a muerte
Alfred Rosenberg Culpable Condenado a muerte
Fritz Sauckel Culpable Condenado a muerte
Hjalmar Schacht Absuelto
Baldur von Schirach Culpable 20 años de prisión
Albert Speer Culpable 20 años de prisión
Julius Streicher Culpable Condenado a muerte
Arthur Seyß-Inquart Culpable Condenado a muerte

Cumplimiento de las penas

Hermann Goering resumió en una frase el pensamiento de acusados y observadores imparciales: "No era menester tanta comedia para matarnos".

Streicher, mirando fijamente al verdugo americano le dijo: "¡Los bolcheviques te colgarán a ti y a los tuyos algún día!". Luego, mirando a los corresponsales de prensa, gritó: Fiesta del Purim, 1946!", refiriéndose a la siniestra festividad del judaísmo que conmemora el ficticio asesinato del Ministro Amman de Persia y sus 10 hijos, y que, según el relato, había querido oponerse a las maquinaciones de los israelitas en su patria.

Al ser un acontecimiento ocurrido en el mes judío de Tishrei (entre septiembre y octubre), también podría ser asociado al Yom Kipur, día en el que los judíos sacrifican un chivo al que le transfieren todos sus pecados y así reciben la misericordia y el perdón de Yahveh.

Los condenados a muerte fueron ejecutados por John C. Woods y Joseph Malta en el gimnasio de la prisión de Núremberg, el 16 de octubre de 1946, por vía de ahorcamiento.[22] Hermann Göring se suicidó en la víspera con una cápsula de cianuro.

Sucesivamente y por este orden, fueron ahorcados durante la madrugada del 16 de octubre: Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel, Alfred Jodl, Julius Streicher, Ernst Kaltenbrunner, Fritz Sauckel, Hans Frank, Arthur Seyss-Inquart, Wilhelm Frick y Alfred Rosenberg. Las últimas palabras de los ahorcados fueron "vivas" a Alemania y a Hitler. Después de su ahorcamiento, los restos fueron incinerados y las cenizas desperdigadas en el río Isar.

Los condenados a cadena perpetua cumplieron su pena en la prisión de Spandau, hasta la muerte del último de ellos, Rudolf Hess, en 1987. De todos los condenados a penas de cárcel, solo cuatro las cumplieron a cabalidad, ya que Neurath (en 1954), Raeder (en 1955) y Funk (en 1957) fueron liberados. Durante más de 20 años el único ocupante fue Hess, después de la liberación de Speer en 1966.

Los procesos de Núremberg continuaron hasta 1948, sentenciándose a millares de alemanes por el hecho de no haber traicionado a su patria. Las cenizas de los asesinados (y no ajusticiados, pues esta palabra viene de justicia) fueron echadas en un lugar desconocido del río Isar, para tratar así de destruir y hundir aún más la memoria de este puñado de fieles a su raza y su ideal.

El Senador americano Robert A. Taft dijo al respecto: "La muerte en la horca de estos once hombres, es para América una lacra que nos abrumará por mucho tiempo".[23][24]

Referencias

  1. Wright, 1948, pp. 405–7.
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 Freda Utley, The High Cost of Vengeance (El alto costo de la venganza)
  3. Mason, 1968, p. 716
  4. Dönitz at Nuremberg: A Reappraisal, H. K. Thompson, Jr. and Henry Strutz, (Torrance, Calif.: 1983)
  5. ​Ambruster, Howard Watson (1947). Treason's Peace. Beechhurst Press.
  6. “El Tribunal no estará sometido a las reglas técnicas sobre pruebas… y admitirá cualquier evidencia que estime que tiene un valor probatorio”.
  7. “El Tribunal no exigirá pruebas o hechos de dominio público, pero las incluirá en el sumario. Incluirá también en el sumario los documentos oficiales y los informes de los gobiernos de las Naciones [Aliadas] Unidas, incluyendo actas y documentos de los comités establecidos en varios de los países aliados para la investigación de crímenes de guerra, así como las grabaciones y hallazgos de militares y otros Tribunales de cualesquiera de las Naciones [Aliadas] Unidas.”
  8. Grim Warning on Russia, The Mail Adelaide Newspaper (March 13, 1948) page 1.Grim warning on Russia
  9. Bauer, Eddy The Marshall Cavendish Illustrated Encyclopedia of World War II Volume 22 New York: Marshall Cavendish Corporation 1972 page 3071.
  10. BBC News. 1945: Nuremberg trial of Nazis begins. 20 de noviembre de 1945.
  11. «German Defense Team Clobbers Soviet Claims». Nizkor.org (26 de agosto de 1995). Archivado desde el original, el 9 de marzo de 2009. Consultado el 4 de abril de 2009.
  12. BBC News story: Russia to release massacre files, 16 December 2004 online
  13. Richard Dominic Wiggers, The United States and the Refusal to Feed German Civilians after World War II, “Los Estados Unidos y la negativa a alimentar a los civiles alemanes después de la Segunda Guerra Mundial”
  14. Tessler, Rudolph (1999). Letter to my children : from Romania to America via Auschwitz (en inglés), University of Missouri Press. ISBN 0826212441 cita=. Consultado el 15-XII-2012.
  15. Germans Find Mass Graves at an Ex-Soviet Camp" The New York Times, September 24, 1992
  16. Sereny, 1995, p. 578.
  17. Реабилитирован посмертно. Вып. 1, 2. Москва.: Юрид. лит., 1989 - Rehabilitado postumamente. Moscú: Yuridícheskaya literatura, 1989, pág. 557 Plantilla:Ru icon
  18. Abbott Gleason (2009). "A Companion to Russian History". Wiley-Blackwell. p.373. ISBN 1-4051-3560-3
  19. 'The Nuremberg Judgment' editorial, The Economist (London), Oct. 5, 1946, p. 532.; See also: J. McMillan, Five Men at Nuremberg, pp. 67, 173–174, 380, 414 f.
  20. The Advocate (Mon 29 April), 1946, page. 1.
  21. Streicher Says he was ill-treated by allied soldiers, April 29.
  22. Nuremberg Executioner Says, 'It Was a Pleasure', en articles.latimes.com (en inglés)
  23. Robert A. Taft, "Equal Justice Under Law", Address at Kenyon College (Oct. 5, 1946), in 13 VITAL SPEECHES OF THE DAY 44, 47 (1946).
  24. Russell Kirk, The Political Principles of Robert A. Taft (Los Principios políticos de Robert A. Taft), Pag 101 The Political Principles of Robert A. Taft

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